lunes, 25 de abril de 2022

ELECCIONES EN FRANCIA: DOS FRENTES MUY BIEN DEFINIDOS. RECORDANDO A PIRRO (y con estrambote final sobre Julio Otero)

Las fuerzas progresistas andaban descompuestas a pesar de que todo inducía a que Macron se impondría en las elecciones francesas: el problema no era “ganar”, sino el margen con el que Macron se imponía. Y ha sido pequeño. A pesar de que se haya certificado en varias ocasiones la muerte política de Marine Le Pen, lo cierto es que, poco a poco va mejorando sus posiciones. Esta segunda vuelta de las elecciones francesas, casi nos obliga a realizar algunos comentarios, especialmente en la repercusión que puedan tener en España.

0. EN RECUERDO DE PIRRO DE EPIRO

Sus soldados le apodaban “el águila”. Fue uno de los grandes generales de su época y rey de Macedonia. Fue de victoria en victoria, hasta la derrota final. Esta ocurrió en Italia cuando acudió en ayuda de los tarentinos enfrentados a la República Romana. Venció en dos ocasiones, pero sufrió tales pérdidas que auguró su futura derrota en Benevento. Llegó a la batalla con las tropas desmoralizadas por las pérdidas sufridas en los anteriores encuentros victoriosos. Las bajas sufridas cuando se le desmadraron los elefantes, le obligaron a huir a Epiro y perder la Magna Grecia. Las Legiones Romanas habían demostrado tener tácticas más efectivas que las falanges macedónicas. Hoy se alude a “victorias pírricas” a la política, cuando una candidatura ha ganado por un estrecho margen de votos. Lo que ha ocurrido en Francia con Macron es una “victoria pírrica”.

1. LA DESAPARICIÓN DE LOS PARTIDOS TRADICIONALES

Imaginad una España sin PP y sin PSOE. Pues bien, eso es lo que ha ocurrido en Francia: las opciones cuyo recorrido vital abarcaron la vida de la Vª República, simplemente, se han volatilizado, como ocurrió en Italia tras la operación “Manos Limpias”. Si tenemos en cuenta que el Partido Socialista gobernó Francia con François Hollande hasta 2017 y que en Italia, democristianos y socialistas gobernaron hasta 1994, para luego ingresar en el basurero de la historia, parece lógico que el centro-derecha y el centro-izquierda español se vayan preparando para lo que puede ser su apocalipsis final (que no dudamos ocurrirá entre aromas de corrupción y olores pútridos). Ni el PSOE debía de haberse reconstituido tras la guerra civil (a la vista de que fue uno de los responsables de la misma), ni el centro-derecha debía de haberse empeñado en convertirse en la alternativa tan inútil como “soft”, a la izquierda.


2. NO HAY TRES NI CUATRO: SOLAMENTE HAY DOS CAMPOS

Una ojeada a la política internacional, incluido el conflicto de Ucrania y, por supuesto, las elecciones francesas, indican lo que venimos reflejando desde hace algunos meses en info-krisis: a saber, que los campos reales se han reducido a dos (con todos los matices que se quieran). O se están con la globalización y el mundialismo, con los objetivos del Foro Económico Mundial y con la ideología emanada de los laboratorios de la UNESCO, o bien se está en posiciones contrarias. No hay término medio: y los que aspiran a encontrarlo, quedarán aislados por unos o por otros. Es, a fin de cuentas, lo que ha pasado en Francia y lo que está pasando en Ucrania. Los campos están cada vez mejor definidos:

- a un lado “populismo”, “euroescepticismo”, “identidad”, “decoupling con la OTAN”.

- al otro lado “neoliberalismo”, “igualdad”, “agenda 2030”, “con la OTAN”, “Europa como pieza de la globalización”.

Insistimos: puede haber matices. Pero solo hay dos campos. Y este es el único patrón interpretativo de la realidad que hoy debería manejarse.

3. LA “GRAN ACUSACIÓN” CONTRA EL “POPULISMO”

La acusación que realiza a coro la progresía sobre el carácter de “extrema derecha” de la candidatura de Marine Le Pen es gratuita. Y una vez más, falsa, como lo es la acusación de que una victoria de la “extrema-derecha recortaría las libertades”. De hecho, las fuerzas “populistas”, han ganado elecciones en Italia y han gestionado el poder, siguen en el poder en varios países de Europa Central y del Este y, si considerásemos a Trump también en el pelotón de los “populistas”, veríamos que allí donde han estado presentes en el gobierno no se ha producido, ningún cambio legislativo de envergadura, ni mucho menos recortes a las “libertades”. ¿A qué viene continuar con esa monserga de que la “extrema derecha populistas” “amenaza a las libertades”? (A no confundir “libertades”, con propuestas procedentes de minorías que solamente afectan a esas minorías y que, en ningún caso son prioritarias para la vida de una nación)

3. LO QUE OCURRE EN FRANCIA, AFECTA A ESPAÑA

Recordemos que a poco de llegar ZP al poder, convocó un estúpido referéndum sobre la “constitución europea”. Apenas votó el 40% del censo. A pesar del desinterés evidente, ZP consideró el resultado un “triunfo” personal: el 80% se había declarado a favor, votando una “constitución” que, incluso para los que la apoyaron, era completamente desconocida y el gobierno no había hecho nada para aclararla. Si recordamos esto -que no fue más que una anécdota en la estupidez generalizada del período “zapateriano”- es porque, aquel “gran éxito” se diluyó a las pocas semanas cuando el 29 de mayo de 2005, con una participación del 70%, ganó el NO a la “constitución europea” por 55 a 45. Y dos días después, el 1 de junio, la non nata “constitución europea” descarriló definitivamente en Holanda, cuando el zapatearían 61% de los electores que acudieron a las urnas votaron en contra. A ZP le quedó el consuelo de que en Luxemburgo el electorado, por los pelos, eso sí, apoyó el proyecto. Si recordamos esta anécdota es porque, lo que ocurre en Francia y en Alemania repercute inmediatamente en la periferia europea. España es -mal que nos pese- “periferia”. (Quizás la iniciativa de Aznar de formar un eje hispano-polaco de naciones de tamaño medio de la UE para contrabandear el peso de las dos “locomotoras” europeas, no iba tan desencaminado. Lo errado era que la iniciativa tenía como objetivo apoyar la intervención norteamericana en Iraq…).


4. LAS DISTANCIAS SE ACORTAN EN FRANCIA

Y lo que ocurre en Francia es que los “dos campos” de los que hablábamos, no solamente han quedado definidos por las candidaturas de Macron y la Le Pen, sino que la distancia entre ambos se va acortando más y más y mucho más. En la segunda vuelta de las presidenciales francesas de 2017, Macron venció con el 66,10% de los votos, y Marine Le Pen apenas obtuvo un 33,90. Y esto con un 74,56% de participación. En total: 20.275.122 para el candidato mundialista, globalizador y neoliberal y 10.644.118 para la candidata nacionalista, euroescéptica y populista. Pero, el resultado de ayer había acortado extraordinariamente las distancias: Macron se hizo con 18.779.809 votos, esto es, 1.495.313 votos MENOS que en 2017, mientras que la Le Pen obtenía 13.297.728 votos, es decir: 2.653.610 votos MAS. Y esto con una abstención del 1,7% puntos más que en 2017 y con 48.474.914 ciudadanos con derecho a voto. De ahí que la primera constatación es: si después de cinco años contando con el apoyo de los medios de comunicación y con la ventaja que da el disponer de los resortes de poder, Macron ha vencido por un margen mucho más estrecho que hace cinco años, habrá que pensar que, de un momento a otro, puede darse el cambio y que si éste no se ha dado en esta ocasión, ha sido porque el electorado de Macron, en buena medida ha conseguido movilizar a los votantes procedentes de la inmigración que veían peligrar “paguitas” y subsidios.

5. LA SOMBRA DEL GALLO FRANCÉS PLANEARÁ SOBRE EL TABLAO ANDALUZ

Hoy sabemos que habrá elecciones anticipadas en Andalucía y que serán antes del verano. Aquí el PSOE puede vivir una verdadera debacle: todavía no se ha repuesto de haber protagonizado la mayor estafa y el mayor desvío de fondos públicos a arcas privadas en democracia: el caso de los EREs. La Junta de Andalucía, se había convertido, durante el “régimen socialista andaluz” en una cueva de ladrones que ni siquiera actuaban con recato y prudencia, disimulo y mano -nunca mejor dicho- izquierda. Ahora, el PSOE lo está pagando. Y, milagro será, si en las próximas semanas, no cae sobre la cabeza del PSC la nefasta y nefanda gestión de Illa al frente del ministerio de sanidad en la primera fase del Covid, en donde la compra de mascarillas dejará empequeñecido el caso Almeida… El problema para el PSOE es que, históricamente, su mayoría absoluta siempre ha dependido de los resultados en las dos regiones que en donde era mayoritario: Cataluña (el PSC) y Andalucía. Así pues, y vale la pena recordarlo: el PSOE nunca más -óigase bien, nunca más- podrá volver a gobernar con mayorías absoluta en el Estado. Deberá suscribir siempre algún tipo de alianza, con su izquierda (como ha hecho en esta legislatura) o con la derecha (como le exigen en la UE a la vista de la olla de grillos que ha demostrado ser Podemos y las tres o cuatro fracciones en las que hoy está desintegrado). Nuestra interpretación de lo que ha ocurrido en el PP en los últimos tres meses puede sintetizarse así:

- Casado estaba inhabilitado para abrir una nueva vía de aproximación PP-PSOE. Era preciso un “hombre nuevo”.

- Casado, además, había permitido la aproximación del PP a Vox en Madrid y en Castilla León. Y Vox se sitúa, precisamente, al “otro lado”: en posiciones populistas.

- Núñez Feijóo se abre camino a la jefatura del PP, marcando distancias con Vox y aproximándose al PSOE como “interlocutor válido”.

- El PSOE responde atacando, no al PP, sino a un sector del mismo: el madrileño, tomando como objetivo a Almeida para debilitar a Ayuso, con la excusa de las comisiones cobradas por el “escándalo de las mascarillas gestionadas por los niños bien”.

- El objetivo del PSOE es debilitar a la corriente del PP favorable a un acuerdo con Vox y, por eso mismo, facilitar la hegemonía de la tendencia que ve en el PSOE al único interlocutor de Feijóo.

Si a estos añadimos que de los tres partidos nacidos después de la crisis de 2008-2011 (Ciudadanos y Podemos) están muertos, el beneficiario del fenómeno que podemos llamar “simplificación de los frentes” que ha ocurrido e Francia no puede ser otro que Vox. Lo veremos en las próximas elecciones andaluzas. El PP procurará obtener mayoría absoluta. Parece difícil que lo logre. Se verá obligado a pactar con alguien: si Feijóo es consecuentes con lo que ha prometido, ese alguien no puede ser más que con lo que quede del PSOE. Y esto desencadenará, inmediatamente, una reacción, a modo de electroshock entre los votantes de este partido. Quizás se tarde unos años más en reproducir un esquema parecido al francés, pero, mejor que nos hagamos a la idea de que las siglas y los equilibrios de centro-derecha y centro-izquierda que hemos conocido hasta ahora, quedarán liquidados también en nuestro país y que la nueva ordenación política, establecerá -también aquí- dos campos: o a está al lado de la globalización y el mundialismo o se está del lado del populismo, la identidad y el euroescepticismo.

¿Y Francia? En un mes habrá legislativas… a dos vueltas. Allí los partidos tradicionales intentarán salvar lo salvable y aislar a los “populistas”. Podemos intuir lo que ocurrirá: habrá algunos diputados más del RN, pero no los que correspondería, en buena lógica a una formación cuyo aliento siente Macron en el cogote. Es lo que tienen las elecciones a dos vueltas: hechas para mantener ad infinitum, el estatus de los partidos tradicionales.


ANEXO: UNA PEQUEÑA ANÉCDOTA PERSONAL

En este panorama excepcionalmente lineal, se ha comentado mucho las declaraciones de Julia Otero, periodista crepuscular, a Jordi Ebole. La Otero, siempre ha jugado su carta progre. Superficial y progre. Con olor a alcanfor y completamente fuera de juego. Ha criticado a Vox. De manera superficial, casi de manera ignorante; a lo progre, vamos. Vox puede ser objeto de muchas críticas, pero no desde luego de la que la ha acusado la Otero: especialmente porque en el interior de Vox hay muchas mujeres en cargos de dirección. No es, por tanto, de recibo, que haya acusado dramáticamente a Vox de “querer enviar las mujeres al hogar”… Pero, los progres son así.

Contaré una anécdota sobre la Otero: durante varios años tuvo en su programa de radio en Onda Cero, como comentarista de pago, al juez Fernández Oubiña. No era, ni siquiera en aquella época, un juez particularmente apreciado. De hecho, era uno de los jueces más criticados, soto voce: se contaban cientos de anécdotas sobre él, la mayoría de ellas, machistas -esas que tanto aborrece la Otero-. Contaré la mía: Fernández Oubiña me había enviado a prisión, con una condena de DOS AÑOS por delito de “manifestación ilegal”. Ingresé en prisión: ni siquiera se me reconoció la prisión preventiva de tres meses que cumplí en Alcalá Meco (sobre 24 meses de condena, hice 18 e, incluso, la consellería de "justicia" de la gencat ordenó al equipo de clasificación y tratamiento que al valorar mi caso, se indicara el nombre de los que habían votado a favor de mi puesta en libertad condicional, excepción que llamó la atención a los miembros del equipo: pero no había más remedio a la vista de mi buena conducta, medios de vida, estabilidad familiar y cumplimiento de la condena…).

El caso fue que, después de dos meses de estar en prisión, el “testimonio de sentencia” todavía no había llegado a la prisión Modelo de Barcelona y, por tanto, no se podía iniciar mi clasificación. Mi esposa fue a pedir el documento una y otra vez al juzgado, recibiendo largas por parte de los funcionarios. Hasta que se plantó: “no voy sin el testimonio de sentencia”. Así que los funcionarios se lo comunicaron al juez que, en lugar de ordenar que se entrega el documento de una puñetera vez, ordenó que mi esposa fuera llevada al calabozo y procesada por desacato (hubo juicio y salió absuelta). 

Era imposible que la Otero desconociera la trayectoria machista, dictatorial, despreciativa con las mujeres de este juez. Imposible, porque la conocía toda la judicatura de Barcelona. Pues bien, la feminista Julia Otero, la progresista Julia Otero, lo contrató durante años. Para que ahora vaya diciendo que las mujeres de Vox lo que quieren estar en casa y con la pata quebrada... 

Por cierto, Oubiña y yo éramos vecinos. Me lo crucé un día. Bajo la vista. Los progres son así, se reconocen entre ellos, pero son incapaces de hablar -ni siquiera de mirar- con alguien que no sea de su misma pasta.