domingo, 30 de junio de 2013

Entrevista sobre el catarismo


Info|krisis.- En 1996, Editorial Martínez Roca (Grupo Planeta) me pidió componer un libro sobre el catarismo, una especie de guía-manual sobre la herejía desde todos los puntos de vista. El libro fue preparado en un tiempo récord (apenas mes y medio) y en poco tiempo se vendieron 5.000 ejemplares. Entre las distintas entrevistas y artículos que se publicaron en la época sobre este libro, he encontrado esta que reproduzco ahora como acompañamiento para la edición digital en formato e-book que acaba de salir a la venta. (Página de Amazon de Guía de los Cátaros


GUIA DE LOS CATAROS

DOCTRINA – HISTORIA – RUTAS – CURIOSIDADES
ANEXO: LA RUTA DEL MISTERIO DE RENNES-LE-CHÂTEAU


Ernesto Mila

UNA PERSPECTIVA NUEVA SOBRE EL CATARISMO

Pregunta.- En los últimos tiempos se han publicado decenas de libros sobre el catarismo ¿qué aporta este libro que otros no hayan ofrecido antes?

Respuesta.- Desgraciadamente los libros que se vienen publicando sobre el catarismo, o son muy generalistas o demasiado especializados. Y lo que es peor: los libros editados hace solo una década ya no son útiles: hoy cuando conocemos bastante más sobre el catarismo, hace falta poner en orden nuestras ideas cada cierto tiempo. Mi libro está realizado con una triple intención: en primer lugar dar cuenta del estado actual de la cuestión; abandonar algunas interpretaciones que se han reiterado en los últimos sesenta años y establecer el nivel de conocimientos que tenemos sobre el catarismo en estos momentos. De otro lado, he pretendido dar una perspectiva global sobre el fenómeno: doctrina, historia, lugares a visitar y curiosidades inclasificables. En tercer lugar es un libro que puede satisfacer tanto a los interesados en la temática medieval como a aquellas personas que se sienten más proclives a los viajes. Los unos encontrarán una síntesis histórico-doctrinal, los otros, una serie de rutas por Francia y España. Finalmente, estoy convencido que unos y otros terminarán por interesarse por la totalidad del libro.

P.- Usted habla de “novedades” en los estudios cátaros ¿a qué novedades se refiere?

R.- Desde hace solo unos años se sabe que el castillo actual de Montsegur fue construido sobre la auténtica fortaleza cátara, lo que, en otras palabras quiere decir, que, siendo válidas las investigaciones de Ferdinand Niel sobre la “solaridad” del castillo, su orientación y demás curiosidades del trazado… no fueron los cátaros a quienes hay que atribuirlas. Niel y otros como él, realizaron un aterrizaje perfecto, pero se equivocaron de aeropuerto. Hoy se tiende a desmitificar el fenómeno cátaro: ni una forma de gnosticismo, ni tuvo un esoterismo excesivamente marcado; parece incluso que sus rituales fueron extremadamente simples y que se trató más de un movimiento mucho menos esotérico de lo que se suele pensar. También son curiosas las relaciones entre cátaros y templarios; no solamente no fueron en absoluto buenas, sino todo lo contrario; a diferencia de las relaciones con los hospitalarios que estuvieron más marcadas por un colaboracionismo mutuo y casi impensable.

OCULTISMO, ESOTERISMO Y CATARISMO

P.- ¿Sigue usted a alguna escuela particular? ¿pertenece a algún círculo esotérico u ocultista?

R.- No he tenido ninguna relación con el ocultismo, si bien es cierto que albergo cierto tengo interés por las figuras de Crowley y Josephin Peladan, particularmente. No tengo inconveniente en reconocer que participo de la escuela tradicionalista cuyos elementos más destacados son René Guènon y Julius Evola. No puedo decir que esta “Guía del Catarismo” se haya realizado bajo las estrictas perspectivas de esta escuela –entre otras cosas por que se trataba de un libro de gran difusión-, pero si es cierto que he tenido muy en cuenta sus opiniones y criterios sobre el tema. Para ellos, en concreto para Julius Evola, los cátaros no fueron los “herederos del Grial”, este título les corresponde a los templarios, sin duda alguna. Sin embargo, también he procurado seguir los trabajos de Otto Rhan –que no comparto en su totalidad- pero que me parecen extremadamente interesantes e innovadores.

P.- ¿No fueron cátaros y templarios dos formas de una misma gnosis, es decir, de una doctrina que pretendía alcanzar el conocimiento metafísico?

R.- Cada vez resulta más evidente que el catarismo fue un fenómeno muy variopinto, que alcanzó su límite máximo de pureza en los alrededores del siglo XI y algo del XII y que luego se difuminó. Las persecuciones le restaron a sus mejores hombres. También es cierto que muchos de ellos abandonaron el catarismo y volvieron al redil católico. Pero el caso es que, ya antes de la caída de Montsegur el movimiento sostenía posiciones extremadamente contradictorias allí donde tenía cierto arraigo. Los cátaros del Norte de Italia, no son los mismos que los cátaros de Toulouse. Da la impresión que el movimiento, progresivamente, a medida que va perdiendo a sus mejores hombres, va cayendo en las supersticiones. Al final, cuando muere el último perfecto, Guillaume de Belibaste, estamos ya ante un personaje, que al margen de su talla ética y moral, carece de metafísica y de un pensamiento orgánico, es más bien un conjunto de supersticiones y ritos que, en buena medida, han perdido ya su significado y, por tanto, su poder.

P.- ¿Existió un esoterismo cátaro?

R.- A medida que fui avanzando en la elaboración de la Guía, fui variando mi opinión. En principio pensaba que la línea que podía trazarse sin cierta dificultad desde el maniqueísmo hasta el catarismo, pasando por paulicianos, bogomilos, etc., implicaba la transmisión de un cierto esoterismo que, posiblemente procedía del zoroastrismo reconvertido por los maniqueos. Poco a poco me fui convenciendo de que, si hacemos abstracción, de las historias recurrentes repetidos de unos a otros autores, el esoterismo cátaro es poco menos que inexistente. De todas formas hay que precisar el sentido de las palabras: esoterismo implica, en sentido amplio, una “doctrina secreta”, interior, patrimonio de un círculo de iniciados. Ese “círculo” existía, eran los perfectos. Pero en un sentido más estricto –y siguiendo en esto a Evola y Guènon- un esoterismo digno de tal nombre va siempre parejo a una metafísica. Y esto cuesta más de advertirlo en los textos cátaros. Lo que si existe es una simbología (como en la misma época existía en el catolicismo) particular que podría dar lugar a asimilaciones con otras escuelas y concepciones esotéricas. Pero, en cualquier caso, hoy no pueden compartirse los criterios de grupos como AMORC que ven en el catarismo la quintaesencia de una doctrina esotérica; apenas lo fue. En este terreno es sorprendente que existen rastros de doctrinas esotéricas en las ermitas románicas de los Pirineos… pero que no tienen nada que ver con el catarismo.

LAS SUPERVIVENCIAS DEL CATARISMO

P.- ¿A qué podría asemejarse el catarismo?

R.- Provocadoramente podría decir que a los hippies. En efecto, como estos, los cátaros recorrían los caminos, tenían en sus orígenes una forma particular de vestir, eran admiradores de la naturaleza, iban y venían por los campos, pacifistas impenitentes eran incapaces de ejercer la más mínima violencia. También es cierto que, como los hippies, fueron pocos incluso en sus momentos más álgidos.  En cierto sentido se adelantaron a su tiempo. Su lectura de los textos bíblicos buscaba casi un “libre examen” de los textos, algo que hacia el siglo XVI fue el centro de la polémica entre católicos y protestantes.

P.- ¿Sobrevivió algo del catarismo?

R.- Apenas nada. Cuando caen las fortalezas de Montsegur y Queribus, el movimiento es marginal. Parece que las pocas gentes que en aquellos momentos seguían considerándose cátaros –y que además de ser pocos, eran habitualmente incultos- se integraron en movimientos que aparecieron en aquellas mismas zonas como el de los “Pobres de Lyon”, o valdenses, y más tarde quizás entre los hugonotes hubiera alguno que, por herencia y tradición, hubiera oído hablar algo del catarismo. En mi opinión se extinguieron completamente hacia el último tercio del siglo XIV. No hay que olvidar hubieron muchas conversiones al catolicismo y que, probablemente –y comparto esta teorías- las “etnias malditas” que se encuentran en los Pirineos (agotes del valle del Baztán y cagots de los Pirineos centrales) o en la ruta de Santiago de Compostela (maragatos, vaqueiros, pasiegos y otros de los que ya se ha perdido la constancia como en Barcelona que también hubo grupos marginados) eran antiguos cátaros convertidos y en torno a los cuales la jerarquía católica trazó un círculo protector, por si su conversión no era del todo sincera.

P.- ¿Alude en su libro a estas “etnias malditas”?

R.- Si, ampliamente. Y debo decir que es un tema que me apasiona, por que esa marginación ha llegado hasta nuestros días: 700 años… A principios de los ochenta en Barcelona pude entrar en la última tienda de un cordelero del Raval en Barcelona. Sobre los cordeleros del Raval se decían las mismas patrañas marginadoras que sobre los agotes y los cagots. El hecho de que vivieran en el mismo barrio donde estaba la leprosería de Barcelona, abunda en mi teoría de que existieron antiguos cátaros venidos a Barcelona. También hablo de este tema en mi libro con el particular interés que puede esperarse de un hijo de Barcelona.

LA RENOVACIÓN DE LOS ESTUDIOS CATAROS

P.- Si no ha quedado nada del catarismo, es cierto que Occitania sigue marcada por el fenómeno ¿a qué se debe?

R.- En el siglo pasado hubo un intento romántico de rescatar una historia propia. En Occitania, era evidente que esa historia para por el catarismo. Se recuperaron los Juegos Florales y se creó todo un movimiento en torno a Federico Mistral. De ahí partió un interés renovado por el catarismo. Esto coincidió casi en el tiempo con la aparición de los más famosos ocultistas franceses: Papus, Peladan, Guaita, etc. que se fijaron en el catarismo y, erróneamente, vieron en él más esoterismo del que había en realidad. Pero, aunque equivocados, hicieron escuela y por la senda que ellos desbrozaron otros muchos pasaron. Peladan fue el primero en pensar que existía una relación entre los cátaros y el Grial. Error, vanamente buscaríamos alguna, se trata de dos líneas místicas completamente diferentes. Sobre los pasos de Peladan, un joven alemán, miembro de las SS y del espionaje nazi, Otto Rhan, escribió dos libros que son reeditados con cierta frecuencia: “Cruzada contra el Grial” y “La Corte de Lucifer”, allí se sostenía que el Grial y los Cátaros pertenecían al mismo linaje espiritual.

P.- ¿En qué se basó Rhan para afirmarlo?

R.- En el “Parsifal” de Wolfram von Eschembach. Rhan creía que los versos del minesinger alemán rememoraban la gesta cátara. He de reconocer que su tesis –que en parte era la de Peladan- estaba muy bien armada y tenía poder de convicción. Para colmo era casi una “tesis oficial” en la Alemania Nazi. Himmler, el jefe de las SS realizó altas tiradas de los libros de Rhan lujosamente encuadernados para regalarlos a las altas jerarquías del partido. Himmler creía ciegamente que los caballeros del Grial eran los cátaros.

EL CATARISMO FRENTE AL SIGLO XXI

P.- ¿Qué puede ofrecer el catarismo a los hombres del siglo XXI?

R.- Dos cosas, fundamentalmente. En primer lugar, tras la reflexión cátara –dejando sentados que apenas existió teología y metafísica cátara, pero si hubo una reflexión sincera- se entrevén las grandes cuestiones que inquietan desde hace siglos al ser humano: ¿de dónde procede el mal en el mundo? Los cátaros dieron una respuesta, ni mejor ni peor que otras, pero tras esa respuesta se percibe una sincera y sencilla reflexión espiritual. Sincera en la medida en que muchos de ellos estuvieron dispuestos a morir por defenderla. Esto para mí es esencial sobre todo en estos tiempos en los que nadie parece muy interesado por los grandes problemas que han preocupado a las generaciones, preocupan solo los problemas contingentes y las peores y más vacuas formas de ocio que podamos concebir.

P.- Ha hablado de dos cosas…

R.- Efectivamente, el catarismo forma parte de nuestro pasado. Somos europeos y el catarismo es una parte de la historia de Europa que, sobre todo, tuvo influencia en Alemania, Occitania, algunas zonas de la Península Ibérica, Norte de Italia y en zonas de la antigua y esquilmada Yugoslavia. Creo que los jóvenes del siglo XXI deben tener una idea amplia de la historia de Europa, de su pasado, de lo que vivieron y realizaron sus ancestros. Solo así comprenderán el presente. Es más, en el caso del catarismo, solo así aprenderán a realizarse preguntas necesarias para dar un sentido a la vida.

P.- ¿A qué se debe el actual interés por el catarismo? ¿No es contradictorio con el desinterés por los grandes problemas que acaba de mencionar…?

R.- No se equivoque, Occitania ha encontrado en el catarismo un eje para interesar al turismo. Ya he dicho que la mayoría de piedras que los turistas pueden ver en los castillos, no son realmente cátaras, sino más o menos posteriores. Pero no hay que juzgar negativamente este fenómeno. Creo que es más sano ascender los cientos de metros que llevan hasta la cumbre de Montsegur, que tostarse durante horas tumbado en una playa. El ascenso,  la escalada, la elevación, es también un valor metafísico, como el estar tumbado es su contrapartida. El que asciende está en pié, activo, el otro está pasivo, tumbado. La verticalidad es la vida, la horizontalidad, la muerte y algo peor… el aburrimiento. De ahí que haya dado gran importancia en mi libro a las rutas turísticas; personalmente soy partidario de enseñar la historia sobre el terreno,  como si se tratase de algo vivo. Así que el hecho de que exista una infraestructura turística excepcionalmente bien dotada en la zona, la hace doblemente atractiva: por su pasado y por su presente. En el fondo mi libro es una invitación a recorrer el país Occitano.

RUTAS HERETICAS

P.- Su libro se subtitula “Ruta Herética de España, Francia y Andorra”, el contenido ¿cumple las expectativas que promete?

R.- Si, a condición de que reduzcamos Francia a Occitania y parte de Aquitania, y España a la corona de Aragón. En cuanto a Andorra, su origen está ligado al fenómeno cátaro. Hay que tener en cuenta que para los cátaros, los reinos peninsulares y especialmente la Corona de Aragón y los condados pirenaicos, fueron una zona de huida y retirada. El último perfecto, fue a residir al Levante español, pero contingentes extremadamente numerosos de antiguos cátaros llegaron a esta vertiente del os Pirineos y, muy habitualmente, por Andorra. De todo esto existen apenas trazas y unos fragmentos de historia. No puedo dejar de mencionar a Jordi Ventura Subirats que fue mucho más lejos en este terreno que Menéndez Pelayo en su “Historia de los Heterodoxos”. Ventura Subirats es una referencia obligada a todos los que se interesen por el catarismo en la Corona de Aragón. Lamentablemente sus libros no han sido reeditados en los últimos años y son difícilmente accesibles para el público interesado.

PARÉNTESIS SOBRE RENNES-LE-CHÂTEAU

P.- Una última pregunta sobre un tema que me ha causado cierta perplejidad. En su libro dedica casi cincuenta páginas a Rennes-le-Château y a su entorno, ¿A qué se debe? ¿el “misterio” de Rennes tiene algo que ver con el catarismo?

R.- No, en absoluto. En Rennes no hay el más mínimo rastro de que por allí pasara algún cátaro, a pesar de que se encuentra a menos de cinc kilómetros de Montsegur.  Son historias muy diferentes que solamente coinciden en la geografía. La historia del cura de Rennes y de su tesoro me parece fascinante; es un misterio que todavía sigue dando sus frutos. El “affaire” tiene tres ingredientes que me parecen extremadamente atractivos: la figura del cura heresiarca, del perdido y de la montaña mágica… Por lo demás Rennes y su entorno son una maravillosa muestra de la naturaleza salvaje y poco explotada turísticamente. La geografía nos ha sido benévola y Rennes está a menos de 200 kilómetros de nuestro hogar así que la visitamos desde los años setenta. Sería difícil concentrar en tan pocos kilómetros cuadrados tanto misterio. Casi estoy tentado de decir que el esoterismo y el ocultismo que están minimizados en el catarismo, tienen su contrapartida en esta zona colindante con la herejía. Por eso, la última ruta de mi libro es una invitación al lector para recorrer todo el misterio de Rennes-le-Château. A medida que voy describiendo las zonas, aprovecho para describir los acontecimientos que tuvieron lugar allí hace ahora cien años y cuya sombra todavía se proyecta en nuestros días.

P.- ¿Se atrevería a descifrarnos el misterio de Rennes?

R.- No, ahí está la emocionante, que hace tan poco tiempo que se desarrolló y apenas sabemos nada a ciencia cierta. A principios de año murió Pierre Plantard, el autotitulado “Gran Maestre de la Antigua y Mística Orden del Priorato de Sión”, nombre excesivamente largo como para que fuera cierto. Plantard fue la persona que más enrevesó el misterio de Rennes. Cuando aparece en escena –hacia mediados de los años cincuenta- se hace difícil distinguir la verdad que envuelve el misterio de Rennes, de las fantasías urdidas por él. Piense que Plantard dedicó los últimos cuarenta y cinco años de su vida a crear una historia que le colocaba a él en el centro del misterio: nada más y nada menos que como último descendiente de los merovingios, legítimo aspirante a la corona de Francía, del linaje de David, y por tanto, emparentado con el mismísimo Jesús de Nazaret. La habilidad de Plantard fue tal que escritores de genio y plumas vigorosas como la de Gerard de Sede, le creyeron a pie juntillas durante varias décadas. Solo este tema, el de Pierre Plantard, sus merovingios y su Priorato de Sión, por lo espectacular que tienen, merecen ser conocidos.

Por experiencia propia sé que cada vez que, viajando hacia los lugares que describo en mi libro, cuento las historias de Berenguer Sauniere, el cura de Rennes, de su tesoro, de su herejía rosacruciana, y las andanzas de Pierre Plantard y su “Priorato de Sión”, mis acompañantes se sienten fascinados. Es la fascinación ante lo que se sale de lo normal, verdadero o falso, pero anómalo. Por eso incluí en mi libro una ruta en torno a Rennes-le-Château y creo que, resumir esa historia compleja en función de una ruta de apenas 150 kilómetros por el valle del Razés, la comarca del Aude, hasta el pico Bougarach, valen la pena. Así pues, aconsejo a todos los lo que sigan la ruta cátara que se desvíen apenas unos kilómetros: se sentirán fascinados por la historia reciente que hace cien años envolvió al pequeño pueblo pirenaico de Rennes-le-Château...

P.- Muchas gracias por sus respuestas. Hará falta leer su libro para completar las ideas que aquí ha esbozado.