jueves, 19 de mayo de 2022

CRÓNICAS DESDE MI RETRETE: AHORA VIENEN LAS EPIDEMIAS “HARDCORE”

Después de dos años de Covid, la aparición de dos nuevas enfermedades en el último mes puede parecer como si lloviera sobre mojado. El problema es que, una de estas enfermedades, la hepatitis infantil, afecta a los niños y condicionará de por vida a un 10% de los contagiados y el otro la "viruela del mono", está afectando, de momento, a hombres que realizan prácticas homosexuales. El tiempo dirá cómo evolucionan estas enfermedades que, en cualquier caso, parecen, como mínimo tan graves, sino más, que el Covid-19. Esta es la situación global en este momento.

Hemos estados dos años bloqueados con el asunto del virus por excelencia entre 2020 y 2022. No era para tomárselo a broma, pero tampoco era para que buena parte de los gobiernos occidentales, confinaran durante tanto tiempo a la población (a menos que no se quisiera ensayar nuevas fórmulas contra la inflación) y mantuvieran medidas restrictivas o que, simplemente, servían para poco o nada (como las mascarillas, vigentes hasta anteayer). Si hacemos un alto y recordamos todas las medidas que se nos han recomendado durante dos años, veremos que la mayoría carecían efectividad (¿a quién se le ocurrió aquella prohibición de ir a la playa? ¿o la de que los locales bares debían tener abiertas las ventanas mientras hubiera clientes?). Incluso la más racional de ponerse guantes de plástico en los supers, se respetó solamente en los dos primeros meses...

ASÍ SE SOBREACTÚA ANTE VIRUS REALMENTE EXISTENTES

El virus existía, pero lo que ha fallado ha sido la reacción de los gobiernos nacionales y de las organizaciones supraestatales, con la OMS en cabeza, que no han estado en condiciones de abordar la cuestión de manera científica, desde una perspectiva exclusivamente clínica. Sin olvidar que desde el principio se nos habló de las vacunas como panacea universal que iban a resolver el problema y, bruscamente, todo se evaporó: la nueva noticia que ocupaba los titulares, las tertulias y mayores espacios mediáticos era Ucrania. La letalidad del virus había pasado. Pero el virus sigue ahí, “gripalizado”, cuando, desde el principio, era obvio que se trataba de una gripe algo más agresiva y que afectaba a organismos particularmente bajos en defensas.

Las reacciones ante la variante Ómicron fueron desmesuradas (la propia descubridora de la variante, desde el principio, aludió a que su letalidad era baja y no pasaba de ser una gripe) y pronto hubo que dar marcha atrás: de los 10 días de “cuarentena”, se bajó a siete, luego a tres, aunque no mediara ingreso hospitalario, y, finalmente, se optó por la “gripalización”. Siguió habiendo muertos, pero, a estas alturas, la única cifra “segura” es la diferencia entre muertes ocurridas entre 2019 y las que ocurrieron en 2020 y 2021. Hay diferencia. Mucha en realidad: lo que quiere decir que se produjo una indudable letalidad, pero lo que no está tan claro es si se debió al virus en sí o a la dejación que los servicios médicos realizaron ante otras enfermedades.

Por otra parte, la campaña de terror mediático, tuvo también una componente criminal: se produjo un “efecto contagio”, el terror se extendió, desde mes y medio antes de que se aplicaran las primeras medidas restrictivas, en la sociedad. Hoy, se sabe con certeza, que el estado psicológico se somatiza y se traduce en una mayor o menor eficacia del sistema inmunológico. Miedo y eficiencia del sistema inmunitario, están en razón inversa.

Tampoco puede excluirse que parte de las muertes se debiera a la aplicación de protocolos nefastos para tratar la enfermedad (como ya ocurrió en los primeros años de aparición del VIH cuando los fármacos aplicados se convirtieron en sentencias de muerte para los afectados; recordemos el caso del AZT). Sin olvidar, por supuesto, la irresponsabilidad de directores y personal en algunos geriátricos que registraron niveles inusitados de mortandad. O los CAP que se convirtieron en fortalezas inexpugnables para enfermos que precisaban atención por otras dolencias.

Sabemos que, en 2018, murieron en España, en apenas dos meses, entre 15.000 y 18.000 personas a causa de la gripe. Pero no tenemos la certidumbre de cuántos han muerto por Covid, de la misma forma que tampoco tenemos la certidumbre de la marcha del conflicto ucraniano. Se entiende que esto ocurra durante un conflicto armado; alguien dijo aquello de que en las guerras la primera víctima es la verdad, pero se entiende mucho menos que este axioma se aplique también ante una pandemia.

Entendemos que los gobiernos sobreactuaran (había que detener la inflación en 2020 y a “alguien” no se le ocurrió nada mejor que encerrar a la población en sus casas, detener bruscamente el consumo, lo que, por sí mismo, había que la inflación quedara contenida. Pero han pasado dos años y el fantasma de la estanflación (inflación + estancamiento económico) está ahí, no solamente planeando sobre nosotros, sino lanzando sus proyectiles cada vez que acudimos a un mercado. La noticia, no es esta, sino el conflicto ucraniano.

Así están las cosas. La OTAN, echando leña al fuego, intentando que países, tradicionalmente neutrales, ingresen en la alianza antirrusa con calzador. El resultado va a ser -está siendo- un aumento de la dependencia energética de Europa y, a nivel mundial, más inflación con el riesgo de que la estanflación, se convierta en recesión.

Pero ahora, además de los problemas económicos que vamos a encontrar, vienen problemas sanitarios que podemos calificar como “preocupantes”. Hay informaciones, de momento limitadas y, precisamente por eso, aún más preocupantes.

LA NUEVA HEPATITIS INFANTIL O EL MISTERIO DE LOS ORÍGENES

Desde hace tres semanas se viene hablando de un problema hepático que afecta a niños. Se trata de una nueva hepatitis infantil. El 10% de los afectados precisarán un trasplante de hígado. En España, de momento y en las últimas semanas se han realizado 26 de estas operaciones, lo que, según el porcentaje indica que, como mínimo se han dado 260 casos de esta enfermedad.

Se trata de una inflamación del hígado. Para un niño de 10 años, la actual técnica de los trasplantes garantiza que durante toda su vida seguirá tomando medicamentes antirrechazo. Lo más terrible es que el hígado trasplantado debe proceder de otro niño, no de un adulto. Ahora bien, ¿de dónde procede el problema?

Se ha descartado que sea una variante de algún virus habitual en la hepatitis (marcados con letras de la A a la E). También se ha descartado que se trate de un adenovirus, frecuentes en bebés y niños pequeños, así como a personas con sistemas inmunitarios debilitados. Luego se ha especulado sobre hipótesis relacionadas con el Covid: al haber estado tanto tiempo sin contacto con otros niños, al levantarse los confinamientos se han producido reacciones no previstas por el sistema inmunológico relajado por el confinamiento. Pero los niños que sufren la enfermedad son preadolescentes, han estado antes de la pandemia en contacto con otros niños. Por tanto, esta explicación queda invalidada. Algo más de cuerpo tiene la hipótesis de que la enfermedad ha sido generada por mascotas, perros especialmente, cada vez más frecuentes en los hogares. Por algún motivo, esta hipótesis ha quedado descartada sin muchas explicaciones. Así que la tendencia es a explicar el virus hepático en relación al Covid. Habría surgido de la “combinación de dos virus”.

Como la explicación resulta indemostrable, se ha levantado otra: todos los niños afectados por la hepatitis infantil, han pasado el Covid (en Israel, por ejemplo, 11 sobre 12 casos). Se ha dicho que, en el intestino de los niños, permanecen rastros del Covid durante más tiempo que en los adultos, a pesar de que, en los niños, el Covid siempre ha resultado mucho más leve que en adultos o ancianos. Según esta tesis, esta permanencia de residuos de Covid en el intestino de los niños sería lo que generaría “procesos inflamatorios multiorgánicos”. Esto genera un deterioro de la barrera intestinal y que los virus lleguen a la sangre causando una inflamación que terminaría afectando al virus. La explicación oficial va en esa dirección.

Ahora bien, otra sugiere que los niños que sufren este problema, si es cierto que han pasado por el Covid, pero también es cierto que han sido vacunados. La Organización Mundial de la Salud, se ha apresurado a desmentir esta correlación, pero lo cierto es que la presión para que se vacunasen los niños con una tercera y una cuarta dosis, ha sido desaconsejada unánimemente por los pediatras y, finalmente, se haya retirado la publicidad para impulsarla en países como España.

NO SABER A QUÉ ATENERNOS CUANDO LA SALUD DE LOS NIÑOS ESTÁ EN JUEGO

En esta situación, con falta de información y absoluta desconfianza por la ineficiencia de la OMS demostrada ante la pandemia, no puede evitarse que prosperen las tesis conspiranoicas.

La “comisión de verificación” de la agencia EFE, ha insistido en que la relación entre hepatitis infantil y vacunación anti Covid, es FALSA: pero sus argumentos suscitan todavía más dudas, porque el primer “argumento de autoridad” es que “las autoridades sanitarias no ven relación alguna…” y considera la opinión de la OMS como “infalible”, a pesar de su reciente y estridente fracaso a la hora de afrontar el Covid. EFE denuncia que las informaciones vertidas por “una web antivacunas” (se refiere a THE EXPOSÉ) SON FALSAS… pero, a poco que se lee la totalidad del desmentido de EFE, se percibe que se trata de una “cuestión de fe”: o se cree la información que facilita EFE (cuyo origen es la OMS) o se cree en la web The Exposé (que, por lo demás, parece bien documentada y el informe sobre este tema es muy amplio).

En lo personal, tengo la convicción de que las cifras que se están dando sobre esta enfermedad infantil no son exactos y que la incidencia es mayor de lo que afirman las noticias y las fuentes. Hace algo más de un mes -cuando todavía no se hablaba de la hepatitis infantil- tuve que ir a Urgencias en el Hospital de Calella. En las cuatro horas de espera antes de que me atendieran, me llamó la atención la presencia de varios niños de entre 8 y 12 años, con evidentes síntomas de un problema hepáticos: vómitos frecuentes, malestar, aspecto de tener molestias abdominales… En principio, pensé que se trataba de casos muy habituales a esas edades de apendicitis. Al cabo de unos días, aparecieron las primeras noticias sobre la hepatitis infantil y, a pesar de lo subjetivo de mi apreciación, la sensación era que aquellos niños, probablemente, estaban aquejados de ese mismo problema. Algo más de un mes después, estamos ante una “sequía informativa” sobre el tema: es difícil encontrar, incluso en “noticias”, información fehaciente sobre la incidencia actual de este virus.

En una palabra: no sabemos a qué atenernos. Estamos hablando de niños y de problemas generados en niños. Es decir, en nuestro futuro. Y ni siquiera hay fair play informativo. La unánime posición de rechazo de los pediatras ante las “rondas periódicas” de vacunación anti-covid para niños, interfieren con el interés de gobierno español en la “tercera” dosis para niños. El hecho de que el gobierno haya tenido que recular en esta materia, justo cuando aparecían los primeros casos de hepatitis infantil, resulta particularmente sospechoso y significativo.

En cualquier caso, lo que se demuestra es algo terrible: para buena parte de la población las informaciones vertidas desde los órganos de gobierno y desde las instituciones que deberían estar preocupadas por nuestra salud, carecen de credibilidad. Esto es, siempre, un signo de descomposición de un régimen. Este caso demuestra que entre las opiniones institucionales y los criterios -subjetivos si se quiere, pero no por ello menos reales- de una parte sustancial de la población, se ha producido una brecha insalvable.

LA “VIRUELA DEL MONO”, NUEVO STAR-VIRUS

Y en este momento se anuncia la llegada de otra extraña enfermedad. Ayer aparecieron en medios de prensa las primeras informaciones sobre la “viruela del mono”. Al parecer, se han registrado los primeros casos en Madrid (7 casos confirmados y otros 22 posibles a las 10:00 de la mañana de hoy jueves 19 de mayo).

Se trata, nos cuentas los especialistas, de una “infección causada por un virus que circula entre roedores y otros animales silvestres de África central y occidental”. Genera, fiebre, dolores musculares, cansancio, erupciones e inflamación de ganglios linfáticos. A pesar del nombre, no tiene nada que ver con la enfermedad erradicada hace décadas. Al parecer, la letalidad es baja, un 1% (pero en el Covid era todavía similar: sobre la cifra oficial de 523 millones de infectados, habría fallecido también, oficialmente 6,27 millones, esto es, pocas décimas más del 1%), pero hay una característica preocupante: al igual que el VIH en los primeros momentos, parece que el virus está afrentando al mundo gay.

La Agencia de Seguridad Sanitaria de Gran Bretaña, reconoció que los casos recientes se habían visto “predominantemente en homosexuales, bisexuales u hombres que tienen sexo con hombres”. En Portugal también ha resultado significativo que los siete casos confirmados y los quince sospechosos detectados hasta ayer, sean hombres. En España, según informa hoy ABC, confirma los primeros siete casos aparecidos en Madrid, todos en hombres y otros 22 más que están en estudio como probables. El diario añade que “la mayoría se han detectado en jóvenes varones que mantuvieron sexo con hombres”. Los enfermos están aislados en sus domicilios y se busca al “paciente cero español” que haya traído la enfermedad. Una medico del Servicio de Salud Internacional del Hospital Clínico de Barcelona, ha coincidido en que no se trata de un brote grave, “pero el colectivo gay debe estar más alerta y si detectan unas lesiones en la piel similares a las de la viruela deben acudir a su hospital”

Y esto crea un problema añadido.

NUNCA DISCRIMINAR, NUNCA AFRONTAR LA REALIDAD

No albergamos ninguna duda de que esta información, incluso de confirmarse, se pasará de puntillas en la medida en que es “discriminatoria” para el colectivo gay. Ya vimos lo que ocurrió durante los primeros meses del VIH. Por entonces, el colectivo gay era “intocable” y acometer alguna medida que ellos mismos pudieran considerar discriminatoria, se descartaba por completo. Lo normal, hubiera sido aislar a los afectados; medida que se excluyó por completo como “homófoba”. El resultado fue que del mundo gays, el virus saltó al mundo de la toxicomanía, de ahí al de la prostitución y, finalmente, se extendió entre todos los grupos sociales por transmisión sexual.

Ahora se corre el riesgo de que vuelta a ocurrir un proceso similar. Sería bueno recordar que determinadas enfermedades de transmisión sexual, pero también cánceres de colon, de próstata, de testículos y otras, están vinculadas a las prácticas sexuales habituales (aunque no exclusivas) en el mundo gay. En la web del “Grupo de Trabajo sobre tratamiento del VIH”, vemos una noticia muy preocupante para el colectivo gay: “Más de la tercera parte de hombres gays están infectados por las cepas del VPH (virus del papiloma humano) más relacionadas con el cáncer anal”.

Así pues, no es mito el afirmar que determinadas prácticas sexuales exponen a ciertos riesgos a los que no se suelen aludir. Y, una cosa es desterrar la homosexualidad como “enfermedad mental” y otra muy diferente, eludir el hecho objetivo de que determinadas prácticas sexuales aumentan drásticamente los niveles de incidencia de ciertas enfermedades. En lugar de enseñar el “seminarios sobre masturbación para niños”, lo que todos niños aprender por sí mismos o el ilustrarles solamente en la “tolerancia” ante las distintas variantes de la sexualidad, sería bueno que el ministerio de la igualdad también recordara los RIESGOS de determinadas prácticas.

No albergamos la menor duda de que si la Agenda 2030 tiende a la “igualdad” y a la normalización de determinadas prácticas y criterios sexuales, la información sobre la peligrosidad de la “viruela del mono”, será escatimada y distorsionada para la opinión pública. No olvidemos que la Agenda 2030 es hija de la Organización de las Naciones Unidas y que, en materia sanitaria, las indicaciones que contiene responsabilizar a su filiar, la Organización Mundial de la Salud, de su aplicación. Y la ley de oro de ambos organismos es: “no difundir nada que pueda ser considerado como discriminatorio para algún colectivo minoritario”. Luego, claro está, como en el caso del VIH, como en el caso del Covid, será el llanto, el crujir de dientes.

¿A alguien le extrañará? Sí, a los “tragacionistas” que van por la cuarta dosis y esperan la siguiente como agua de mayo. No a los que aun tienen entendimiento y entiende, ojos y ven. Lo cierto es que hay demasiadas crisis sanitarias en tan poco tiempo.