sábado, 25 de agosto de 2018

365 QUEJÍOS (118) – ANTIPORRO YEAHHH!


Solamente hay dos alternativas: o el tabaco es inocuo y con habilitar zonas de fumadores y zonas de no fumadores en locales públicos, se resuelve el problema; o bien el tabaco mata y nada justifica el que el Estado lo recluya en unos guetos porque seguirá asesinando (no tiene nada que ver con la “libre opción”: el aquejado de tabaquismo, como de cualquier otra adicción no tiene “libertad” para elegir). Sería absurdo ver en algunas zonas cartelitos de “Permitida la actuación de asesinos en serie”y en otros “Se prohíbe terminantemente acogotar a la peña”. Así que ¿qué me cuentan? ¿el tabaco mata o es inocuo? El Estado nos dice “sois libres”… para pagar impuestos y morir o para participar en la cruzada antitabaco y sucumbir por sobresosis de azúcares, víctimas de la comida basura, o de pura tristeza por ver en lo que se ha convertido tu país. Pero no, tranquilos, que no la voy a emprender con los cruzados antitabaco, ni siquiera contra el Estado por su frivolidad en la materia. Más bien, en lo personal, he emprendido la cruzada contra el cuelguing, contra la factoría de colgaos en que se ha convertido la sociedad. De eso si que me quejo: de que es una raza en franca expansión.

Me cuentan que el número de “clubs de cannabis” que hay en el casco antiguo de Barcelona, ha superado el medio millar. Se ve que la Colau busca un “turismo de calidad CLP”: Chancletas – Litronas - Porro. Dicho turismo, es incompatible con cualquier otro: así que, prepárense los barceloneses, dentro de un par de años, la ciudad estará SOLAMENTE visitada por este ganado que habrá desalojado a cualquier otro que pudiera venir a visitar la Barcelona modernista, el barrio gótico, los disparates arquitectónicos de Gaudí o esos Campos Elíseos partidos por 4 que es el Paseo de Gracia… Quizás el nuevo turismo dé vidilla a los manteros. Poco más.

De todas formas, no es hacia la pésima gestión municipal del Ayuntamiento dirigido por el dúo sacapuntas Colgau-Pichareli, hacia donde quería derivar el tema, sino a la responsabilidad del Estado en el aumento asindótico del número de colgaos. Porque de lo que me quejo es de que se hayan adornado las cajetillas de tabaco obligatoriamente con “El tabaco mata” e imágenes de pulmones destrozados, pero se sigan vendiendo librillos para liar porros como si nada. Y digo yo: ¿no se podría añadir algo parecido como “El porro agilipolla”? 

Porque el porro, aunque sus usuarios compulsivos no lo reconozcan: 1) cambiar el carácter y lo vuelve muy particular (lánguido, risueño hasta lo tontorrón, pero… violento cuando se le pide al sujeto que haga algo que no tiene ganas de hacer), 2) sume en una nube que de tan relajante planeas sobre la realidad, no estás en la realidad, 3) abre la espita (a medio plazo y según los niveles de consumo y la “ecuación personal” de cada consumidos, claro está) de determinadas enfermedades mentales, especialmente la esquizofrenia, 4) paradójicamente puede ser analgésico en unos momentos, pero genera otros problemas sanitarios y psicológicos, 5) inhabilita para la mayoría de trabajos y 6) las variedades que se consumen hoy son productos de selección artificial en la que se procura que el porcentaje de THC, el principio activo, esté disparado en relación a lo que se fumaba hace 40 años).

Lo más curioso es que, la lógica implicaría que la campaña antitabaco tuviera como continuación una campaña anti-porros, cuando en realidad ocurre al contrario: el régimen intenta, por todos los medios, quitar hierro al consumo de marihuana. El tabaco molesta porque crea enfermos de cáncer que suponen un costo adicional a la seguridad social, pero el porro no molesta porque genera una población flotante, inhibida de cualquier cosa que no sea el puro cuelgue, sin capacidad crítica, sin fuerzas para levantarse y entender lo que está ocurriendo y sin voluntad ni lucidez para proponer cambio alguno. Es evidente que, antes o después, cuando el número de esquizofrénidos y enfermos mentales por consumo de marihuana haya aumentado hasta lo insoportable, el Estado legalizará los porros y cobrará impuestos a los principales fabricantes (que, no dudamos, serán las propias tabacaleras). Pero ¿y la sociedad? ¿Qué futuro tiene una sociedad en la que las enfermedades mentales se hayan disparado y las legiones de colgaos apáticos e indolentes sean mayoría? Colgao: ¿Odias a Trumb? Deberías besar por donde él pisa… ¿Sabes que Trumb está subvencionando los cambios de cultivo, de cereales a cannabis? ¿Os habéis preguntado por qué lo hace? Si sois capaces de responder, habéis entendido la problemática. Si no, mejor fumaros otro canuto y relajaros.

http://eminves.blogspot.com/2014/03/baltikum-de-dominique-venner.html

Termino: resulta increíble que el gobierno esté estudiando prohibir fumar en las playas, pero no diga nada de consumir porros en esas mismas playas. Es tan absurdo que se diga que el tabaco provoca cáncer pero se ignore deliberadamente que el número de accidentes de tráfico y laborales están aumentando por consumo de cannabis (entre otras drogas), que las urgencias hospitalarias están cada vez más llenas de colgaetes afectados de “psicosis cannabica” (ver seria Merlí en donde se reproduce este episodio cada vez más habitual entre jóvenes), están vinculados al consumo de cannabis. Es absurdo abrir la ventana y oler el porro que se está fumando el vecino, pasear por las calles y ver las macetas con la planta de cannabis bien oronda, coger un transporte pública y tener que soportar a colgaos que huelen a una mezcla de sudor y porros y de lo que ni ellos mismos son conscientes, ver a primera hora de la mañana, antes de ir al cole a adolescentes liándose porros en las inmediaciones como si estuvieran haciendo una machada… (Ey, Colgau, te propongo un eslogan para “tu” Barcelona: “La ciudad con olor a porro, a meada de perro y a alcantarilla” y no, no te cobro royalties).

Así que me comprometo en iniciar una campaña para que los librillos de tabaco lleven la leyenda “El porro agilipolla” y que en las puertas de los clubs de cannabis y en los grow-shops haya carteles bien visibles en varios idiomas en los que se diga: “Se recuerda que el consumo reiterado de cannabis repercute negativamente en la salud. Osea, que agilipolla”. Me quejo de que será un trabajo inútil porque entre los que quieren agilipollar a la sociedad y los que han asumido que su lugar en la sociedad es el que corresponde a los gilipollas (esto es, a los que se hacen daño a sí mismos), no hay gran cosa que hacer. Así que lo dejo, con su pan se lo coman y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga… y me limito a quejarme. Aunque sé que dentro de unos años me tocará pagar con mis impuestos los tratamientos farmacológicos y psiquiátricos de las legiones de colgaos de hoy, convencidos de que el porro es completamente inocuo que solamente servirán para recibir un “salario social” con el que culmine su vida de ni-nis.