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lunes, 10 de septiembre de 2018

365 QUEJÍOS (134) – MITOPOLÍTICA GENCAT

Los mitos son necesarios en política y han estado siempre presentes como acompañamiento necesario para las figuras políticas y para los grandes momentos históricos. Hoy más que nunca. ¿Por qué? Porque las masas quieren votar a mitos: el mito es algo que se asume por su fuerza irracional. Y en la democracia todo es irracional, salvo la ley del número: 49 premios Nobel pierden siempre ante 51 violadores, con lo que quiero decir que la irracionalidad de las masas es siempre superior a la racionalidad. Lo dijo Gustav Le Bon hace más de un siglo: “El nivel medio de inteligencia de una masa no se sitúa en su media aritmética sino en los niveles más bajos de sus elementos”. Tenía razón en eso como en tantos otros problemas planteados en su Psicología de las Muchedumbres. El problema viene cuando, no solamente se mitifica a una clase política presente carente por completo de otros valores aparte del de la ambición, sino que se mitifica la historia, la actualidad, la cultura. Y eso es lo que le pasa a la versión oficial que la Gencat da de sí misma y de todo lo que rodea al proyecto independentista. Me quejo de que, desde que Bernat Metge escribió en 1399 “Lo somni” (El Sueño), algunos parece vivir de sueños y no tienen la menor intención de despertar.

Macià era un abuelo que fue de fracaso en fracaso hasta que lo momificaron. Ni siquiera se salió con la suya. Proclamó la independencia el 14 de abril de 1931, cuando lo que tocaba era proclamar la República y fue el primero en considerar que el “Estatuto de Autonomía” no era un punto de llegada sino la salida de una carrera cuya etapa siguiente era la independencia. Se ha mitificado a Macià como el “patriarca”, el Dios Padre del independentismo. Desde que se autoexilió en los primeros momentos de la Dictadura no dejó de pifiarla una tras otra. Su proyecto más loco fue invadir Cataluña con 200 “guerrilleros” de los que más de la mitad eran anarquistas italianos. A eso se le llamó “la heroica gesta de Prats de Molló”, todos acabaron en la cárcel. Antes se había ido a Moscú buscando dinero para una quimérica insurrección. El Komintern le dijo que “faltaba preparación” y él dale que te pego, hasta acabar en la prisión parisina de La Santé. Como presidente de la Generalitat fue el caos personificado: no supo qué hacer cuando la CNT le montó una insurrección en El Vallés, se deshizo de los socialdemócratas de ERC (el grupo L’Opinió), se le cayeron varios gobiernos entre las manos en apenas unos meses, tuvo que hacer frente a una huelga general y cada vez eran más los que decían que estaba gagá. Al morir se le mitificó y se quiso hacer de su corazón una reliquia laica. Y lo más sorprendente: a su cadáver, no solamente se le extrajo el corazón sino que su cadáver sufrió un proceso de momificación a la egipcia. Es lo que cuenta Elisabet de l’Isard en su novela Catalonian Fake – El corazón de Macià y es lo que ocurrió en realidad. Políticamente, Macià era un extrávico que no veía más allá de la independencia. A pesar de ser militar de carrera, fue incapaz de establecer una estrategia realista. Por eso la mitificación era la única posibilidad de que evitar que su figura no fuera vista como una anomalía histórica.

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Su sucesor, Luis Companys, no era mucho mejor. Las distintas biografías que corren sobre él, todas más o menos favorables, lo pintan como maniaco depresivo, con problemas psicológicos de todo tipo, inestabilidad mental, ni siquiera era separatista sino más bien federalista, se apoyo en los separatistas para ascender, luego en la CNT-FAI cuando estalló la guerra y más tarde en el PSUC y en los comisarios soviéticos después de mayo de 1937. Enric Vila (historiador catalanista) en La veritat no necesita mártirs se pregunta si Companys estaba capacitado para gobernar Cataluña y si no era, más bien, un enfermo mental y una ruina física. Y se pregunta porqué todos los que lo conocieron, terminaron odiándolo y sugiriendo sus carencias y vicios, pero ninguno tuvo arrestos para enumerarlos, a pesar de que pesaron como una losa en la Cataluña de 1933-1939. En esta biografía se muestra a un personaje desgraciado y caótico, irresponsable, ególatra y averiado desde muchos puntos de vista. Había razones más que suficientes para fusilarlo (9.000 asesinados en Cataluña en el verano del 36 era motivo más que suficiente, incluso alguno, fusilado por orden directa suya sin juicio y tirado el cadáver en la tapia de un cementerio: es el famoso “Caso Revertés”… para colmo, el tal Revertés era amigo suyo, un tarambana achorizado y había sido recomendado por su mujer). Tras su consejo de guerra, algunos miembros del gobierno de Franco se inclinaban por el perdón: su gestión había sido tan caótica y lamentable que fusilarlo solamente podía convertirlo en mito como así ocurrió.

Ha resultado mucho más difícil mitificar a Tarradellas o a Pujol. Maragall es el equivalente a Companys de la democracia y Montilla el Irla de la misma época: un ilustre desconocido, gris y grisáceo, sin relieves ni matices. ¿Puigdemont? Un descarriado de pueblo, aprendiz de pastelero, con el COU aprobado por los pelos, unidimensional: mientras pensaba en la independencia su gobierno se endeudó la friolera de 2.000 millones con proveedores. Y en cuanto a Torra, un cero a la izquierda, un presidente troglodítico.

Y yo me pregunto: De los presidentes de la Generalitat restaurada solamente los dos primeros, por su lejanía, han podido ser mitificados (Macià como Dios Padre y Companys como Mártir sacrificado), con el resto no había forma. Así que han optado por mitificar toda la historia de Cataluña y hacerla a su medida. El mito evita percibir la realidad cotidiana ¿El resultado? Con dos generaciones de críos salidos de las escuelas de la Generalitat, estos mitos se han convertido en dogmas históricos intocables. De hecho, una de las muestras de que Cataluña es España es que su sistema educativo está tan quebrado como el del resto del Estado (un poco más quizás, si tenemos en cuenta que aquí la tasa de inmigración es mayor y que esto se refleja en un mayor nivel de caos en las escuelas). Y eso es lo que ha impedido que el mito se haya transmitido a la totalidad de las últimas generaciones. Eso, claro, y que aún queda una minoría que piensa, razona, juzga, valora y tiene opinión propia. Me quejo de que estos son una minoría tanto en España como en Cataluña. El resto comen mitos que son como el fastfood de la historia, un producto para consumo de masas.


martes, 29 de mayo de 2018

QUIM TORRA, ¿DÓNDE ESTÁN “LAS BESTIAS” Y DÓNDE ESTÁN LOS “ANIMALES CON FORMA HUMANA”?


De donde no hay no se puede sacar nada. Hoy la clase política independentista es un cúmulo de nulidades, un areópago de resabiados y resentidos incapaces de entender que su proyecto ha fracasado y que, tan solo están en condiciones de plantar cruces en playas, demostrando que precisan, ante todo y sobre todo, asistencia psicológica. Es más probable que la medicina los considere víctimas del “síndrome de estrés post-traumático” (ver que décadas de lento trabajo independentista solamente han servido para romper a la sociedad catalana) que pasen a la historia. Decía Marx que la historia se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como comedia. A nosotros nos ha tocado vivirla como vodevil (y de los largos, pesados y aburridos, pero no por ello menos ridículo). Pero en otro tiempo, la gente por la que Quim Torra experimenta admiración convirtió Cataluña en un infierno. En estas notas se recopilan algunas de aquellas escenas patéticas.


Miquel Badia, fidelísimo del Avi

Si la historia del independentismo catalán es una verdadera acumulación de fraudes y verdades a medias (o lo que es lo mismo, mentirijillas reconducidas al propio huerto), la historia de los independentistas supone, en sí misma, la exaltación de la mediocridad, la transformación del perfecto inútil en mito. El pobre Macià (la broma en la Barcelona de 1934 era apostrofar a un sosaina como “ets mes ranci que la momia d’en Macià”… porque Macià acababa de morir ¡y lo habían momificado!; claro está que si los “escamots” te oían decir la broma, podía dar lugar a represalias) nunca entendió lo que era la política: tenía esa visión propia del militar que había sido y que consistía en que el jefe daba una orden que le parecía oportuna y los demás la cumplían.

El 14 de abril de 1931, Companys (el otro mito) apareció por el balcón del ayuntamiento y proclamó la República, ante una plaza de Sant Jaume completamente vacía. Dos horas después, por la misma ventana, Macià proclamaba “El Estado Catalán dentro de la República Federal Española”… La diferencia estribaba en que el Pacto de San Sebastián llegaba hasta la “proclamación de la República”, pero nadie había hablado de un “Estado Catalán”, ni de una “República Federal”. Macià se enrocó en la actitud. Hubo alguien que le prometió jugarse la vida en su defensa: era Miquel Badía, un leridano que encarnó en los años de la república el aspecto más “duro” del independentismo. Badía constituyó una “guardia de corps” para Macià en aquellos días.

Debió venir de Madrid Nicolau D’Olwer, republicano catalán, pero no independentista, para deshacer el entuerto: Macià no quería moverse del reconocimiento del Estado Catalán independiente… La mano izquierda de D’Olwer logró el acuerdo imposible: Macià renunciaba a la independencia y a cambio se quedaba con la “autonomía”… que para él era el paso previo a la independencia. La guardia de corps de Macià desertó. Aquello era una renuncia. Sólo Badía se quedó con el Avi.


El ascenso de Miquel Badía en el independentismo

Llama la atención como los historiadores nacionalistas, intentan defender a los suyos diciendo que los “estándares democráticos” de los años 30 no eran los de ahora: se ve que, entonces, era normal que un tipo se asomara a un balcón y proclamara la independencia sin estar claro quién tenía detrás. La cuestión es que, Macià fue momificado (y no es broma) después de ser cocido en una caldera (tampoco es broma: es Carner Ribalta quien lo cuenta y debería saberlo porque estaba allí y fue uno de los más acérrimos “macianianos”). Companys lo sustituyó: los independentistas no lo consideraban uno de los suyos. Era un abogado republicano federal que había defendido a anarquistas. Carecía de pedigree nacionalista.

Sin embargo, Companys, sabedor de que debía lidiar con el sector independentista de ERC (había otro que era nacionalista pero no independentista) colocó en su gobierno a Josep Dencás, su jefe de filas y dirigentes de las JEREC (juventudes paramilitarizadas) y éste a su vez recurrió a Badia (que por cierto, antes había pertenecido a Bandera Negra, una formación que no dudaba en teorizar el terrorismo como arma política; Badía debió exiliarse después del azaroso y grotesco “complot del Garraf” casi una comedia de enredo: los que intentan atentar contra Alfonso XIII, primero se dejan en casa las herramientas; en el segundo intento pierden el tren; en el tercero no aparece el principal ejecutor y en último los detienen todos…). Después se reencontraron, Dencás como conseller de seguridad y Badia como su jefe de policía.


Badía contra la CNT-FAI, Companys a partir un piñón con la CNT-FAI

La emprendieron contra la CNT-FAI. Abundaron las detenciones arbitrarias, las torturas, los simulacros de fusilamiento, los secuestros y las palizas. Si algo estuvo claro en aquella época era que los “derechos humanos” habían sido aparcados fuera del “oasis catalán”. Llegó la sublevación del 6 de octubre que todavía permanece envuelta en el misterio. La historiografía oficial de la Gencat sostiene que se produjo porque el “fascismo se había adueñado del estado español”… a pesar de que la CEDA, partido mayoritario, estuviera fuera del gobierno radical de Lerroux y que, cuando se introdujo fuera solo con 4 ministros; sin olvidar que la CEDA eran unas cándidos católicos o que la legalidad vigente derivada de las elecciones de noviembre de 1933 había dado amplia mayoría a la derecha... pero gobernaba el centro. En Cataluña, por cierto, ERC se había hundido y la Lliga disponía de casi el doble de diputados.

Companys se refugió en la explicación de que la sublevación del 6 de octubre había fracaso porque Dencás y Badìa no habían estado a la altura y movilizado a sus Escamots. Lo cierto es que uno de los últimos tiros de aquella infausta jornada lo disparó desde una azotea de Vía Layetana el “capitá Collons” (nombre que se había ganado Badía por sus desplantes y actitud ante la CNT-FAI). Al huir Dencás por las alcantarillas y ser encarcelado Companys, éste pudo atribuir al otro el fracaso. Pero había algo más.

Lío de faldas en el Palau de la Generalitat (1): La “misa negra” de Companys

De la misma forma que las vicisitudes de los grupúsculos independentistas en los años 70 y 80 pueden entenderse mejor por los líos de faldas, los ligues y los divorcios (o “ahí te quedes”) de un muy pequeño grupo de independentistas procedentes del PSAN, en tiempos de la República, todo lo que ocurrió en Cataluña entre el 6 de octubre de 1934 y noviembre de 1936 no es posible entender si no se tienen en cuenta esos mismos líos de faldas, celos, venganzas y, en definitiva, miserias humanas.

Resumimos: Miquel Badía se “picó” a Carme Ballester, esposa de un militante de ERC que sustituyó algo más adelante a la primera esposa de Companys en la cama del Palau de la Generalitat (en el casal de Gran Vía de ERC se los encontraron fornicando a base de bien). Badía, un tipo posesivo creyó que la Ballester era para él, así que cuando se enteró de que se había convertido en amante de Companys estalló el scandal. Poco antes del 6 de octubre de 1934, Badia y Companys discutieron delante de otros: Companys destituyó de su cargo a Badía, a causa de que éste había secuestrado, en pleno juicio (tal es el respeto que el independentismo siempre ha tenido por la judicatura) al fiscal que estaba acusando al Xammar, un abogado nacionalista. Cuando Companys lo destituyó le dijo que no era el cargo “para un hombre como él”. Al pedirle explicaciones Badía, Companys, fuera de sí, le contestó que la Ballester “es una santa”.  Badía enumeró las “virguerías” que era capaz de hacer la Ballester en la cama, antes de irse con un portazo. Luego Companys convocó a las personas que había  citado Badia para avalar su relación con la Ballester y vio que, efectivamente, aquella relación era auténtica.


Lo mejor es que –y ahora es Josep Tarradellas quien lo cuenta- Companys llegó a Carme Ballester a la Casa dels Canonges, la colocó en la cama ¡sobre la que había muerto Macià unos meses antes! Y le pidió un juramento de fidelidad. Tarradellas llamó a este episodio “misa negra”. Esto explica el que las JEREC no pusieran toda la carne en el asador el 6 de octubre de 1934. Pero la historia no termina ahí. El período de cárcel de Companys y el de exilio de Badía terminaron cuando el Frente Popular decretó una amnistía. A finales de febrero de 1936 volvían todos los actores a Barcelona. Lo que hasta ahora había sido una comedia con mucho de vodevil se transformaría ahora en tragedia.


Líos de faldas en el Palau de la Generalitat (2): la culpa es de la falange…

El 28 de abril de 1936, Badía había quedado citado por la tarde con Macià Alavedra para entregarle unos documentos comprometedores sobre determinados dirigentes de ERC próximos a Companys (es Alavedra quien lo contó). Al parecer, Companys, mantenía juegos sexuales con la Ballester y alguna amiga cuyo marido también participaba. Por otra parte, había dirigentes de ERC asiduos al cabaret La Criolla, lugar de encuentro del entorno gay y trans de la época. Allí, el encargado, “Pepe el de la Criolla”, les buscaba chaperillos y complementos para sus juegos sexuales. El 27 de abril por la noche, “Pepe el de la Criolla” fue asesinado. El crimen llamó la atención porque al día siguiente Bacía quedó con Alavedra para entregarle los documentos que comprometían a dirigentes de ERC, Companys incluido. Sin embargo, a las 15:30, Badía y su hermano fueron asesinados por unos pistoleros anarquistas (si bien Escofet, el jefe de los Mossos, intentó hacer creer que fueron “los falangistas”. Por cierto que las sospechas sobre el asesinato de “Pepe el de la Criolla” recayeron en cuatro Mossos de Esquadra…).



Lo cierto es que, tras su regreso de la prisión, Companys no se alía con los independentistas radicales sino que se apoya en la CNT-FAI a la que permite la ejecución de 8.000-9.000 catalanes en los primeros meses de la guerra civil. Contará con ellos hasta mayo de 1937 cuando el PSUC y los agentes soviéticos de la Cheka, se conviertan en árbitros de la situación…

La explicación de Escofet no convenció a ninguno de los dirigentes independentistas, que abandonaron ERC y volvieron a dar vida a Estat Catalá. Los independentistas siempre consideraron al mitificado Companys como el mandatario del crimen de los hermanos Badía. Companys habría recurrido a un faiero que nunca había conocido a los Badía para ejecutar el crimen. Y es que Companys nunca pudo olvidar el tiempo en el que había sido abogado de anarquistas antes de pasarse al nacionalismo. Pero la cosa no termina aquí.


Líos de faldas en el palau de la Generalitat (3): el “Caso Reverter”

Companys había nombrado a un chico joven y sin ninguna experiencia política, Andreu Reverter, como “comisario de orden púbico”, en sustitución de Badía.  ¿Un desconocido sin experiencia en un cargo tan importante? Las cosas se entienden mejor si se tiene en cuenta que la mujer de Reverter y la de Companys eran grandísimas amigas, realizaban juegos sexuales juntas en unión de sus compañeros. Pero esto, seguramente, no es lo más importante, sino el hecho de que a Reverter se le ocurre preparar el asesinato de su madrastra, en plena guerra civil, para lograr beneficios económicos. Como suena. Esto coincide con dos episodios que lo tienen como protagonista: en primer lugar el intento de apropiación de unos lingotes de oro y de platino que se estaban sacando del Madrid que se daba por perdido ante el avance de las tropas de Franco. Ahora es Largo Caballero quien cuenta esta historia. Él mismo fue quien denunció la acción de Reverter a Companys.

El interesado declara que quería apropiarse del armamento depositado en dos vagones en el sur de Francia que la Generalitat había comprado. Dado que Estat Catalá había perdido todo su armamento en el intento frustrado de invasión de Menorca, con esas armas se pretendía rearmar al partido para ponerlo al servicio del proyecto más enloquecido del independentismo catalán en aquellos momentos: secuestrar y eliminar a los jefes de la CNT-FAI, ejecutando a 20 dirigentes de las Milicias Antifascistas, detener y exiliar a Companys, sustituirlo por Joan Casanovas y ¡proclamar la independencia de Cataluña! ¿Quién da más? Los independentistas, evidentemente, que, una vez independientes¡ se declararían “neutrales” en la Guerra Civil española! Casanovas ya había tomado contacto con el gobierno francés para anunciarles el plan que debía contar con el apoyo de las potencias democráticas. Todo ello –y quizás esto sea lo más espatarrante- es que lo pretendía hacer con 200 militantes de Estat Catalá…

Cabría añadir que Casanovas tenía también amistades propias de la Barcelona canalla: se relacionaba con la vedette del Paralelo Margarita Carvajal, mexicana, lo que no le impidió dejarla cuando consiguió huir a Francia. La Carvajal era la “reina del Paralela” y de ella se cuenta que cuando la CNT exigió que todos los que trabajaban en variedades cobraran lo mismo, ella se encaró con los anarquistas y les dijo “pues que suba el acomodador y enseñe el culo”.

Anarquistas situados dentro de la Comisaría de Orden Público se enteraron del plan y lo denunciaron, lo que unido al testimonio de Largo Caballero, hizo que el plan fuera descubierto el 24 de noviembre de 1936. Reverter resultó detenido. La versión que se dio era la de que intentaba asesinar a su madrastra para beneficiarse económicamente. Fue condenado a muerte. Y entonces hizo valer su conocimiento sobre Carmen Ballester y sobre la muerte de los Badía. Planteó, digámoslo claramente, un chantaje a Companys. Así que funcionarios de la Gencat se ofrecen para excarcelarlo y facilitarle la salida a Francia. Reverter aceptó callarse. El final os lo podéis imaginar: unos dicen que en Calaf, otros que a 20 km de Barcelona, el caso es que Reverter apareció asesinado en la cuneta.

Algunas conclusiones: una pregunta a Quin Torra

Este era el panorama de los independentistas antes y durante la guerra civil. Así que a nadie le extrañe lo que está ocurriendo ahora. ¿Paralelismos? Muchos:

- No entender la situación internacional. El Quay d’Orsay respondió a la propuesta de Casanovas alegando que “no era oportuna” y que podría desarrollar el independentismo de varias regiones en Francia y hacer que el Rosellón quisiera aproximarse a Cataluña. Ochenta años después, los independentistas no se han dado cuenta de que su iniciativa carece de apoyos en Europa precisamente por lo mismo.

- No entender que, no hoy, sino siempre, han carecido de fuerza social suficiente para la independencia: parece increíble que en plena guerra civil, un pequeño grupo independentista, llegara a la conclusión de que podría fusilar a 20 anarquistas, exiliar el presidente y declarar la república catalana independiente, declararse neutral y ser reconocidos por Francia e Inglaterra.

- No entender que no basta con los mitos sino que para fundar una nación independiente hace falta una clase política dirigente y un proyecto. Macià es una especie de patriarca del nacionalismo y Companys el mártir, a despecho de sus acciones reales y de su valoración objetiva. El nacionalismo vive y se engaña a base de mitos tras los cuales apenas existen miserias humanas. Ayer y hoy. Porque casi mejor no entrar en las miserias familiares de los últimos presidents nacionalistas.

- Tenerse unos a otros como enemigos más allá de las diferencias políticas que, a fin de cuentas, no son más que coberturas de celos, choques personales, sino de líos de faldas… y ser capaz, incluso de matar al “camarada” por un quítame allá la novieta.

Por eso, cuando Quin Torra alega ser admirador de los Badía, de Companys, de Macià y de todos estos personajes, se califica a sí mismo. Ah, y lo que todavía es más sorprendente: cuando hace falta alguien con capacidad mediadora, con voluntad y capacidad negociadora, con un perfil independentista bajo (puesto que el proyecto ha fracasado ¡y de qué manera!), con buenos contactos fuera de Cataluña, lo que se elije como presidente es al personaje situado en las antípodas del perfil requerido: nula capacidad de negociación, nula capacidad para el diálogo, nula capacidad para entender los motivos del fracaso del plan soberanista, nula capacidad para asumir la realidad socio-política de Cataluña y, para colmo, guinda de las guindas, un tipo que considero –por mucho que se haya disculpado- que más allá del Ebro solamente hay “animales con forma humana”.

Que  revise la historia del nacionalismo independentista catalán y verá lo que tiene en su propio hortet. De ahí que hayamos hecho  este pequeño repaso.