jueves, 16 de mayo de 2024

EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL DE LOS "NUEVOS CATALANES"

Por alguna extraña jugada del destino, las torres de la Sagrada Familia, recuerdan poco a los campanarios de las iglesias europeas y mucho más a los minaretes de las mezquitas árabes. Cuando se inicio su construcción en 1882, Barcelona era una ciudad católica: ultracatólica, incluso. Cuando faltan tres años para acabar el loco proyecto gaudiniano, las iglesias barcelonesas están vacías, pero en toda la provincia hay 40 mezquitas repletas y decenas de “puntos de oración” musulmanes igualmente concurridos. Por eso es pertinente preguntarse durante cuánto tiempo las torres de la Sagrada Familia seguirán marcando un templo católico o, a la vista de la velocidad de los cambios sociales, étnicos y religiosos que se están dando en la sociedad catalana, no quedará más salida que transformarla en la mezquita con la que ansían los musulmanes barceloneses. ¿Exageramos? En realidad, no. Los musulmanes cada vez pesan más en la política catalana y española. ¿La prueba? Las últimas elecciones regionales…

CIFRAS CANTAN

En las pasadas elecciones catalanas del 12 de mayo, 243.003 “nuevos catalanes” se han incorporado a las listas. En la práctica, cada año, en Cataluña, se “naturalizan” entre 40 y 50.000 inmigrantes. Las cifras son oficiales: proceden del Instituto de Estadística de Cataluña, así que pueden darse por buenas. No hay que confundir “naturalizados” con “inmigrantes”: cuando un inmigrante se “naturaliza”, desaparece del censo de inmigración y reaparece como ciudadano catalán y español. Las naturalizaciones se vienen produciendo desde el primer lustro del milenio. Ahora, en 2024, ya no basta con saber cuánta inmigración reside en Cataluña, sino cuántas personas nacidas en el extranjero o hijos de padres nacidos en el extranjero, residen en Cataluña. Eso nos da una foto puntual de la composición étnico-social de la población que vive en esa región. Existe unanimidad en el CIS de Tezanos y en su réplica catalana, para eludir el papel que ha jugado este grupo social en las recientes elecciones regionales. Y no es de extrañar…

Las cifras oficiales de la gencat son: el 1 de enero de 2023, residían en Cataluña 1.363.981 extranjeros que representaban el 17,2% de la población catalana. El número de extranjeros aumentó un 10’2% respecto al 1 de enero de 2022. Ese aumento se reflejó en TODAS las comarcas catalanas, pero muy especialmente en la “Cataluña profunda” (o “Cataluña interior”, o “Montaña catalana): La Cerdaña, el Ripollés, la Garrotxa (con un 16, un 15 y un 13% de aumento en un solo año, respectivamente) y en el Barcelonés (con un 13% de aumento). Solamente en 2022, 48.901 residentes extranjeros en Cataluña obtuvieron la nacionalidad española.

Las mayores concentraciones de población extranjera -siempre según la gencat- están presentes en la Segarra (28’8%), el Alt Empordà (25’4%) y el Barcelonés (22,6%) y, las menores concentraciones en el Vallés Oriental, la Anoia y el Moianés, con un 10% cada una. En general, en Cataluña, en estos momentos -y siempre “oficialmente”- hay 46 municipios más de un 25% de población extranjera: Guissona (52’7%), Castellló d’Empúries (44’9%), La Portella (39,8%), Lloret de Mar (38,8%), y Salt (37,8%).

Incluso la gencat tiene que reconocer que la comunidad extranjera más habitual presente en Cataluña es originaria de Marruecos. Oficialmente 235.054 marroquíes están presentes (hombres 56,8%, mujeres 43,2%), seguidos de rumanos (86,751 personas). Luego, la estadística nos habla de la población europea y americana que reside en Cataluña, para minimizar la importancia de la “población africana”: esta sería de un 23,9%, mientras que la europea sería de un 31,5% y la americana de un 30’8%. Pero estas cifras son irreales: parte de los “europeos” que viven en territorio catalán, lo son “de papeles”, pero no de cultura, ni de origen, ni de religión. Esto vale para una parte de los 45.000 “franceses” o para los 80.000 “italianos” que viven oficialmente en Cataluña.

DEL ”SOMOS SEIS MILLONES” AL “SOMOS OCHO MILLONES”

Históricamente, desde los tiempos del clan Pujol al frente de la gencat, los magrebíes se han visto privilegiados en Cataluña: el fenómeno se inició mucho antes que en el resto de España. En 1990 se hizo necesario “importar” mano de obra para concluir a tiempo las obras vinculadas a las Olimpiadas de 1992 y se recurrió a Marruecos. Pujol envió al ex secretario general de ERC, y ex fundador del Partit per l’Independencia, Angel Colom i Colom, como “Delegado de la Generalidad de Cataluña en Marruecos”, en 1999, cuando ya se había decidido priorizar la inmigración magrebí sobre la hispanoparlamente. La gestión del ex sacerdote Colom aumentó ese flujo marroquí, hasta el punto de que Artur Mas, puso a Colom al frente de la “Fundació Nous Catalans”.

El 1 de noviembre de 2023, la población catalana superó los 8.000.000 de habitantes, concretamente 8.005.785. Pero, teniendo en cuenta que desde mediados de los años 70 el flujo de inmigración interior hacia Cataluña ha cesado y teniendo en cuenta que la tasa de natalidad de la población catalana descendió en los años 80 y, en la actualidad, es una de las más bajas del mundo, hay que pensar que la diferencia entre los 6.000.000 de “catalanes” de los que alardeaba el clan Pujol en los años 80 (“Som sis millions”) a los 8.000.000 actuales, se debe a la llegada de inmigración procedente del exterior.

Si tenemos en cuenta, que la natalidad catalana está desde los 80 por debajo de la “tasa de reposición”, necesaria para mantener estable la población (estimada en 2,1 hijos por pareja), a pesar de la opacidad deliberada de las estadísticas, no cuesta mucho admitir, a tenor de la tasa de mortalidad en Cataluña (9’03 por cada 1.000 habitantes) que esos 2.000.000 más que registran los censos catalanes se ha debido SOLO y EXCLUSIVAMENTE a la inmigración.

Si esto es así -y no hay posibilidades estadísticas de que sea de otra manera- está suficientemente claro que la población residente en Cataluña, de origen extranjero, con hijos nacidos en España, pero de padres extranjeros, no es de 1.363.981, sino, COMO MÍNIMO, de 2.000.000 y si incorporamos, inmigrantes ilegales, recién llegados, no empadronados, y la corrección que implica las tasas de natalidad por debajo de la de reposición del grupo étnico autóctono, estaremos cerca de 2.500.000Esto implica que la población “extranjera” en Cataluña no es un 17% del total, sino ¡DEL 31%! Lo que coincide mucho más con la percepción que el ciudadano tiene al salir a la calle.

DOS BLOQUES POLITICOS, DOS ACTITUDES ANTE LA INMIGRACIÓN

Es innegable que todo esto tiene repercusiones sobre el comportamiento electoral de los votantes: y esto es lo que se ha reflejado en las recientes elecciones a la gencat, y explica en parte, la ganancia de votos del PSC, así como el apabullante descalabro de ERC, el ascenso de Alliança Catalana y el mantenimiento de posiciones de Vox.

La primera consideración a realizar es que un partido puede figurar entre los “conservadores” cuando apuesta por medidas de control de la inmigración, de la seguridad y enfatiza los problemas de “convivencia”. Por el contrario, un partido puede considerarse como “progresista” cuando alude a “favorecer la integración” y a que los “nuevos catalanes” disfruten de los mismos derechos sociales y ciudadanos.

Este esquema de valores marca hoy las diferencias entre unos y otros en relación a la inmigración. Resulta muy claro que los “nuevos catalanes” se decantarán masivamente por las opciones “progresistas” (por muy reaccionarias y ultraconservadoras que sean sus criterios en lo religioso y en sus proyecciones sociales).

El bloque “progresista” en Cataluña, está formado por el PSC, En Común-Podemos, ERC y la CUP. En el bloque “conservador”, figuran Alliança Catalana, Junts, el PP y Vox. Ahora bien, en los dos bloques existen matices y diferencias:

- Comuns-Podemos, se ha empequeñecido demasiado para llamar la atención de los “naturalizados”, a pesar de que su programa proponía la derogación de la Ley de Extranjería y el cierre de los CIEs.

- A este mismo problema se añade otro para la CUP: su imagen ha quedado vinculada al independentismo radical, pero también a las minorías LGTBIQ+ más desmadradas, algo que repugna a la mayor parte de la inmigración magrebí. Con todo, presentaban a una mujer de origen turco en el puesto 19 de su lista por Barcelona.

- ERC, por su parte, ha incorporado a candidatos musulmanes en una tendencia que viene registrándose en ese partido desde el tránsito de Carod-Rovira por la secretaría general en el primer lustro del milenio. Carod aludió constantemente al “Islam catalán”, a diferencia de un Heribert Barrera, dirigente histórico del partido que ya declaró a mediados de los 90 que la inmigración era un riesgo para la identidad catalana. Con esta apuesta, ERC quería situarse en vanguardia de la izquierda progresista europea, olvidando que su electorado era, en principio, nacionalista, y que los problemas de convivencia planteados por los “nuevos catalanes” y sus dificultades de integración -y el mismo desinterés de los “nuevos catalanes”- iban a ir mermando su electorado, mucho más que atraer el voto de la inmigración: los imanes y las asociaciones de inmigrantes, eran conscientes de que incorporarlos a listas electorales no era gratis, sino que se realizaba a cambio de algo. Y ese algo era aprender catalán…

- La última opción, el PSC, ha sido la más inteligente: “reconocimiento de la diversidad y de la defensa de la igualdad de oportunidades, combatir los discursos xenófobos, facilitar el conocimiento de las lenguas originarias en la escuela, política de subsidios y subvenciones, medicina universal… Y, claro, está, han terminado llevándose el “gato al agua”. Sin olvidar que, en sus listas electorales llevaba a tres candidatos de origen marroquí (dos por Barcelona y uno por Lérida).

Incluso dentro del bloque “conservador”, en sus listas electorales aparecían -eso sí en lugares “discretos”- apellidos no españoles:

- en la lista de Ciudadanos, encontramos un pakistaní en el puesto 58 de la lista por Barcelona. En el puesto 78 de la lista por Barcelona del PP encontramos, igualmente, a una socióloga de origen marroquí.

- Junts ha evitado cualquier referencia a la inmigración y se ha limitado a alinearse con el resto de partidos de su bloque, pidiendo la “expulsión de inmigrantes multirreincidentes” y recordando la necesidad de una “inmigración regulada” y, cómo no, la gestión para la gencat de los flujos migratorios… Obviamente, este discurso se debe, en grandísima medida, al carácter conservador de su electorado natural (heredero de CDC) y del riesgo que constituía para Junts, especialmente en la provincia de Gerona, la irrupción de Alliança Catalana. En el puesto 19 de la candidatura de Junts por Barcelona se presentaba una mujer de origen marroquí que lleva años colaborando con CDC.

- En cuanto al PP, ha incorporado solo en la última semana electoral la temática inmigracionista. Hasta ese momento, en el que el PP cambió el chip de su mensaje electoral, centrándolo en la necesidad de contener la inmigración y adoptar medidas enérgicas para detener la “islamización de Cataluña”, las propuestas del PP en esta materia eran poco menos que cero. El objetivo de superar a Vox en número de votos, les ha obligado a introducir esta variante en el discurso, justo en el momento en que una parte de sus electores empezaban a mirar con simpatía cambiar su voto a Vox.

- Por su parte, Vox, parece (junto con Alliança Catalana y Frente Obrero) la “opción más segura” contra la inmigración masiva: los tres partidos, vinculan directamente inmigración e inseguridad, abogan por un control efectivo de fronteras, el retorno de menores no acompañados y las repatriaciones masivas.

EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL DE LOS “NATURALIZADOS”

Así están los bloques. Obviamente, el bloque “conservador”, por el momento, no parece la opción elegida por los “nuevos catalanes” y, en cuando a las opciones “progresistas”, la debilidad de En Comú y de CUP, ni siquiera han sido percibidas como opción realista pos los antiguos inmigrantes, hoy transformados en “nuevos catalanes”. ¿ERC? A pesar de introducir en sus listas a algo menos de una decena de inmigrantes magrebíes o descendientes de tales, se trataba, o bien de mujeres o de personajes poco conocidos en su propia comunidad. Por otra parte, ERC, si bien es cierto que era un “partido de gobierno” en Cataluña, también es cierto que su influencia se detenía más allá del Ebro. Y el inmigrante tiene claro que irá allí a donde se le ofrezcan mejores garantías, más subsidios, mayores subvenciones y más facilidades para establecerse y desarrollar allí la actividad que le apetezca (y pueda). La inmigración no piensa en términos “nacionalistas” (y ERC, lo es), piensa en términos de “umma”, de comunidad islámica por encima de las fronteras. Eso hace que, para los “nuevos catalanes” (en su mayoría magrebíes), la única opción aceptable (y propuesta explícitamente en algunas mezquitas) haya sido el PSC.

El PSC, por mucho que se vanagloria de su “autonomía”, no es más que el apéndice del pedrosanchismo en Cataluña. El votante musulmán no ha votado a Illa, sino al amigo de Mohamed VI, al que ha dado la razón a Marruecos en la cuestión del Sáhara, al que cada dos por tres acude, él o su Begoña, a Rabat, el que, además, apuesta por el reconocimiento del Estado Palestino, a un partido, en definitiva, que no es sólo catalán, sino que, ante todo, tiene una dimensión de Estado.

Eso explica el crecimiento en votos del PSC, a pesar del desastre de las mascarillas, las medidas absurdas que promovió durante la pandemia, las sospechas de corrupción, el eclecticismo oportunista y sin escrúpulos que siempre ha hecho gala este partido, el desencadenante de la “crisis soberanista” que no fue otro que Maragall y su propuesta de “nou estatut” cuando no existía absolutamente ninguna demanda social en esa dirección y que, para colmo, demuestra, en los ayuntamientos gobernados por los socialistas que está más abierto a conceder beneficios, subsidios y subvenciones, especialmente, a los magrebíes.

Las cifras confirman esta hipótesis. ¿De dónde han salido los 225.000 votos más que ha obtenido el PSC en estas elecciones? No, desde luego, de los votantes del extinto Ciudadanos, que, sobre todo, eran antiindependentistas y, por tanto, consciente de que se había llegado al “procés” por lo errores del PSC. Es posible que algunos de los 30.000 votos que haya perdido En Comú (el “Welcome refugies” que colocó la Colau durante años en el balcón del ayuntamiento de Barcelona no les ha servido de mucho) hayan ido a parar al PSC. Y, en cuanto a la merma de votos de ERC, está claro que han alimentado la abstención, el voto en blanco y el voto nulo.

La estadística por grupos sociales publicada por elDiario.es, es significativa: en el porcentaje de votos que fueron a parar a cada partido entre los que “nacieron en el extranjero”, el PSC está por delante, especialmente en donde son más del 25% de la población (el 31%). Solamente en aquellos núcleos de población entre los el porcentaje de inmigración está entre el 22% y el 25%, Junts obtuvo un resultado significativo, por delante del PSC.

En las anteriores elecciones (2021), los votantes registrados fueron 5.624.067, mientras que en las de 2024 han sido 5.754.840, es decir, en torno a 125.000 más. Sin embargo, la abstención en ambas convocatorias fue alta (48% en 2021 y 42% en 2024). Si, antes hemos dicho, que la media de “naturalizaciones” anuales viene a ser en los últimos años de 42.000, llegaremos a la conclusión de que desde las anteriores elecciones han realizado el trámite administrativo de adquirir la nacionalidad española 168.000 inmigrantes mayores de edad. Se sabe, por ejemplo, que en estas últimas elecciones catalanas tenían derecho a voto 170.000 musulmanes.

Es cierto que los niveles de abstención entre la comunidad de “nuevos catalanes” es superior al índice de abstención de la población autóctona. Pero también es cierto, como hemos visto que, entre los musulmanes que han votado en las últimas elecciones autonómicas, el PSC ha sido la opción preferida e, incluso, la única de la que consta que algunos “líderes religiosos” musulmanes han apoyado.

Si bien no todas las zonas en donde hay más acumulación de inmigración, en las zonas más significadas, si se ha producido la victoria socialista: en Salt, por ejemplo, el PSC ha gado con un 26,4%, en Lloret de Mar con un 31,59%, en Mataró con un 28,89%, en Castelló d’Empuries con un 26,14%. En la web de Onda Cero se pueden comprobar estos datos. En La Portella y Guissona, en cambio, dos de los municipios, se ha impuesto Junts.

CUATRO CONCLUSIONES MUY REALISTAS:

Nuestras conclusiones, a falta de un estudio más pormenorizado, municipio por municipio y comarca por comarca, son:

1) El independentismo -y concretamente ERC- ha fracasado en su intento de incorporar el “voto inmigrante” a su haber electoral.

2) Tanto la actitud condescendiente de Junts como la mucho más activa a favor de la inmigración masiva de ERC, ha generado una merma de votos en esta segunda que se ha canalizado hacia Alliança Catalana.

3) El PP ha tenido que reconocer en el último tramo de la campaña que la inmigración (y los problemas que la población asocia al fenómeno) es el tema que está orientando más votos hacia Vox.

4) El PSC es la fuerza que más se ha beneficiado del voto de los “nuevos catalanes”, de la misma forma que el PSOE en las elecciones de 2023 fue el partido que más fue apoyado por los recién naturalizados.

CUATRO PREVISIONES (HIPOTÉTICAS… PERO NO TANTO)

a) En España no pasará nada que no haya pasado antes en otros países de Europa Occidental en relación a la inmigración africana (magrebí y subsahariana). Lo que está ocurriendo desde Suecia hasta Francia y desde Irlanda hasta Grecia, es lo que está empezando a ocurrir en España: una islamización creciente de estas sociedades, favorecida por su natalidad desbordante y por el ocaso de la autóctona.

b) En un primer momento, se mantendrán indiferentes a la política de cada país, votarán únicamente al partido del que esperen obtener más beneficios y que tenga suficiente importancia como para garantizar su cumplimiento. En España, ese partido es el PSOE. Sin rival posible. Es la táctica adoptada en una situación de “defensiva estratégica” (cuando el radicalismo islámico no cuenta con comunidades con masa crítica suficiente).

c) En un segundo momento, cuando la demografía les sea favorable, pasarán a una situación de “ofensiva estratégica”: presentarán candidaturas propias, especialmente en elecciones municipales especialmente en zonas donde sean mayoría. En el Reino Unido, en las pasadas elecciones municipales del 3 de mayo, ya se ha entrado en esa fase en varias grandes ciudades.  A partir de ahí, tratarán de imponer la sharia.

d) Allí donde la demografía no juegue a su favor, jugando con la debilidad de la clase política europea, amenazarán con la yihad (“sexto pilar del islam”). En la actualidad, estamos asistiendo a los primeros chispazos de guerra étnica, los habituales enfrentamientos entre vanguardias de dos ejércitos que preludian la batalla futura (entre fuerzas de seguridad y grupos de delincuentes cada vez más armados y cada vez más peligrosos que proceden a “liberar territorios”: barrios y zonas controladas por la delincuencia). Francia es el país que tiene más posibilidades de vivir esta situación de guerra étnica. Y, dentro de España, Cataluña se aproxima a una coyuntura similar.