lunes, 3 de junio de 2024

PENSAD VUESTRO VOTO, PORQUE IGUAL SON LAS ÚLTIMAS ELECCIONES EUROPEAS (TERCERA PARTE) - LO ESENCIAL PARA HACER POLÍTICA

“Hacer política” quiere decir asumir las circunstancias que ofrece una situación política concreta y, a partir de ahí, establecer una estrategia y una táctica. Claro está, se supone que antes existen unos principios y unos valores que merecen ser asumidos y defendidos. Y estos, hoy por hoy, solamente son de dos tipos: o “conservadores” o “progresistas”. Y en sus formas más radicales. Como hemos dicho: ya no hay “tercerismos”, ni “centrismos”, ni lo de “ni derechas, ni izquierdas”. Ya no hay más “revolución” que la “revolución conservadora” o la “revolución progresista”. La derecha -Feijóo en concreto- no será presidente hasta que no lo entienda y probablemente nunca lo entenderá. El electorado podrá seguir engañado durante un tiempo, pero no eternamente.

Las circunstancias son lo que los marxistas llamaban “condiciones objetivas”. Lo que sí pueden modificarse son las formas de enfrentarse a ellas. Esto es, las tácticas. Decía Carl Schmidt que hacer política diferenciar entre “amigo” y “enemigo”. Tenía razón. Pero cada momento político define y obliga a considerar un “amigo” y un “enemigo”. Si somos conscientes de los problemas, si sabemos lo que queremos, si hemos sido capaces de establecer un orden de prioridades, seremos también capaces de distinguir entre “enemigo principal” y “enemigo secundario”. Hoy, no cabe la menor duda que el “enemigo principal”, tanto en España como en Europa es el “progresismo”. Y el progresismo, en cada país, tiene un rostro: en Canadá es Justin Trudeau, en EEUU, es Joe Biden, en España es Sánchez, en Francia es Macron, en Italia es Draghi, en Alemania es Scholz, y así sucesivamente. Ese es el “enemigo principal”: contra él deben apuntar todas las baterías. A él es al que todos los que nos oponemos a la Agenda 2030 y a lo que viaja en sus alforjas, debemos atacar y denunciar sin cesar.

Luego está el “enemigo secundario”, aquel sector que no coincide con nuestros puntos de vista completamente, pero con el cual estaremos de acuerdo en atacar al “enemigo principal”. Pues bien, la eficacia de una lucha política radica en concentrar oposición y esfuerzos contra el “enemigo principal”, olvidándose de reproches, ataques colaterales a los “enemigos secundarios”. Y este esquema puede variar según las elecciones: en las catalanas, por ejemplo, el enemigo principal era el PSC, rama catalana del PSOE, sin el cual, los nacionalistas e independentistas no serían nada, salvo los que han empobrecido a Cataluña. Así pues, era de rigor concentrarse en los ataques contra el PSC y olvidarse de la media docena de partidos y partidillos indepes que sin TV3 y sin la gencat no son nada más que tristes y esperpénticos actores de un pasado que desde Maciá no ha cosechado nada más que ridículo y vergüenza, empobrecimiento y desertización industrial para Cataluña. ¿Y el “amigo”? En las elecciones catalanas eran las fuerzas que criticaban a la izquierda, al nacionalismo, al independentismo y se sentían solidarias con la idea de España. El “enemigo secundario”, por lo mismo, era la galaxia nacionalista.

Pero este esquema varía en las elecciones europeas: Hay un “amigo” (los que proponen una respuesta a la Agenda 2030, a la islamización de Europa, a la destrucción sistemática de nuestra soberanía alimentaria, a la degradación cultural del continente, a su irrelevancia política, a la exaltación del feminismo radical y del complejo LGTBIQ+), y un “enemigo”… Pero, a la hora de definir a este “enemigo” nos encontramos que PP y PSOE han sido y son solidarios en Europa. Ambos juegan la carta “progresista” en Europa y, por tanto, ambos son “enemigos” dado que no hay ninguna duda de que votan solidariamente en el parlamento europeo. Los “amigos” serán los que se “oponen” a este frente “progresista”. Y, de entre ellos, se trata de apoyar la “opción más segura” contra el “progresismo”. Y, hoy por hoy, esa opción es Vox. No hay otra salida, se mire por donde se mire.

Alegar que Vox son “liberales” (hoy de todo, liberales, menos liberales, ultraliberales, anarcocapitalistas, libertarianos y antiliberales), alegar que en su interior operan distintas sectas católicas, o que su líder ha dado la mano a Netanyahu, son argumentos de muy escaso calado. Lo que cuenta es lo que dicen y hacen algunos de sus líderes. Y Buxadé figura entre los que mantienen principios morales, éticos y claridad de ideas, de discurso y de actuación parlamentaria.

El 9 de junio tendremos “elecciones europeas”. Espero y deseo que en toda Europa avancen las fuerzas de la “derecha conservadora y tradicional”. Y espero que avancen lo suficiente como para rebasar y desbordar los estrechos márgenes de la “derecha progresista”, la que pacta con Von der Leyen. Porque, como el avance de la “derecha conservadora y tradicional” no sea suficientemente amplia y decisivo, lo más probable es que en 2029, Europa sea una prolongación de África y los europeos estemos marginados en nuestro propio continente, como ocurre ya en algunas ciudades inglesas con alcaldes musulmanes partidarios de imponer la sharia.

Pensadlo antes de ir a votar el domingo: o “identidad europea” o ir preparando las maletas para el exilio forzoso, o empezar a matricular a vuestros hijos en una escuela coránica y vosotros a aceptar vivir bajo el islam y a financiar con vuestros impuestos a las legiones africanas instaladas en Europa. Solo eso y nada más que eso.


ELECCIONES EUROPEAS (PRIMERA PARTE)

ELECCIONES EUROPEAS (SEGUNDA PARTE)

ELECCIONES EUROPEAS (TERCERA PARTE)