martes, 30 de abril de 2019

365 QUEJÍOS (309) – CATALUÑA 28-A ¿CÓMO PERDER LA CUARTA PARTE DEL VOTO INDEPE Y DEL VOTO DE DERECHAS


VISTA A LOS INDEPES 

Uno de los aspectos más interesantes de estas elecciones generales ha sido la reacción del electorado en Cataluña. En realidad, buena parte de lo que estaba en juego dependía de la “correlación de fuerzas” en Cataluña. Obviamente, una cosa para el canal “coreano”, TV3, la victoria “impresionante” ha estado del lado del independentismo; pero, afortunadamente, las cosas no son tan simples como pretende este medio de adoctrinamiento pagado con el dinero de todos. La realidad es que los propagandistas del independentismo ya no saben cómo convertir lo que, poco a poco, va siendo una merma y un retroceso, y que puede convertirse en una trituradora de aquí a la vuelta de dos o tres años. Porque, una de las conclusiones inequívocas es que el independentismo está retrocediendo y que el tiempo en el que estaba en la cresta de la ola está quedando atrás. Las cifras así lo indican.

En las anteriores elecciones, la suma de los votos obtenidos por ERC (1.015.355), JxC (497.638) y el “Frente Republicano” (113.008), suman en total 1.626.001 votos… Si comparamos esta cifra con la que obtuvieron esas mismas fuerzas en las elecciones autonómicas de 2017, cuando ERC consiguió 935.861 votos, JxC 948.238 y CUP 195.246, parece claro que el aumento de 79.494 votos obtenido por ERC no compensa la pérdida de 450.600 votos perdidos por el partido de Puigdemont y los 82.238 que se han evaporado de la CUP y que no ha heredado el Frente Republicano. Así pues, la merma de votos ha sido de 532.838 y, restando los que han ido a parar de JxC hacia ERC, la merma neta es de 453.344 votos… Es decir, casi un 25%.

Si comparamos los resultados de las elecciones del 28 de abril con las de 2016, la cosa es diferente e indicaba que el independentismo seguía creciendo. Los votos que en aquel momento obtuvo ERC (629.294) y CDC (481.839) sumaban 1.111.133 que casi se duplicaron en las elecciones autonómicas siguientes, hasta convertirse en 2.079.345, techo histórico del independentismo que ahora está remitiendo.

Las pérdidas afectan también a Podemos que pasa de haber quedado en primer lugar en Cataluña en las elecciones de 2016 con 848.526 votos a perder más de doscientos mil, pasando a 614.738. Parece bastante claro que una parte de esos votos han regresado al PSC (que gana 400.000 votos entre las dos elecciones generales) y que el resto procede del “nacionalismo moderado” que se ha quedado huérfano de opciones a la vista de que la antigua CDC, transformada en Junts per Catalunya, con la etiqueta de Puigdemont, ha retornado al partido socialista que, en realidad, recoge la herencia del nacionalismo moderado.


VISTA A LA DERECHA: VOX, CS, PP…

Claro está que en la derecha se ha producido también una recomposición de votos: un parte de los conseguidos por el PP en 2016 (462.637) han migrado hacia Ciudadanos (que ha pasado de 378.445 a 477.06), pero con la salvedad de que esta última formación ha registrado una merma de ¡casi la mitad de votos! en relación a los resultados que obtuvo en las autonómicas de 2017, 1.109.732… Este resultado tiene de interesante que puede hacer peligrar los planes de Valls de hacerse con la alcaldía de Barcelona y, a partir de ahí, controlar a la formación naranja.

Lo cierto es que la suma de votos obtenida por Vox y por el PP en Cataluña (348.660) está muy por detrás de lo que obtuvo el PP en 2016. Lo que indica que Vox no ha sabido ganar votos fuera del entorno del PP y que, a diferencia del resto de populismos europeos no ha sabido atraer (probablemente, ni lo ha pretendido), el voto de la “clase obrera blanca pobre” con su discurso anti-inmigración dicho en tono menor, con la boca pequeña y sin convicción.

Este último punto es importante porque de él depende el futuro de Vox. Parece bastante claro que el partido se encuentra en una alternativa que estas elecciones no han aclarado: o bien opta por ser una reedición del PP situado levemente a la derecha y en las mismas posiciones en las que estuvo Vidal-Quadras en el período 1991-1996, cuando logró llegar al 13,5% del electorado en las autonómicas de 1995 (con un cuadro general distintos en donde el voto anti-nacionalista se va hacia Ciudadanos) o bien opta por roer las bases de la izquierda (esa “clase obrera blanca pobre” que entonces sí pudo horadar Vidal Quadras con un discursos anti-Pujol, pero que ahora tiene otros problemas y otras alternativas: el PSC ha revisado algunas de sus posiciones tras el desastre maragallista, la aparición de Podemos es también ecléctica en relación al nacionalismo; sin olvidar que en 1995 no existía ni remotamente el problema de la inmigración).

A pesar de la incorporación algunos personajes de segunda o tercera fila de la antigua Plataforma per Cataluña, lo cierto es que algunos de los candidatos de Vox en Cataluña proceden de antiguas experiencias de la “vieja derecha” y no terminan de entender la naturaleza del problema ni de dónde pueden extraer votos, ni siquiera en dónde están los votos que constituyen el caldo de cultivo del “populismo europeo”. El anti-independentismo es una bandera que en Cataluña se disputan varios y que ha logrado quedarse casi en exclusiva Cs. Insistir por ahí supone competir con la derecha y conseguir únicamente trasvases de votos del PP a Vox. De ahí la necesidad de que el partido verde tenga un “giro social”, especialmente en estos momentos caracterizados por una continua volatilidad del voto.