- Europa (y, naturalmente, España, país miembro de la UE) es un continente superpoblado. Es falso que Europa necesite más población, especialmente hoy cuando se tiende a la automatización de los procesos de producción industriales y de los trabajos agrícolas. Por lo tanto, la inmigración no es lo que necesita Europa en este momento.
- La introducción de población extranjera en España y en Europa, en especial la procedente de otros continentes, tiende a romper la homogeneidad cultural que siempre ha existido en nuestro territorio. La condición mínima para la existencia de una nación es la homogeneidad de su población. De lo contrario esa nación es inestable.
- Las oleadas actuales de la inmigración son una consecuencia secundaria de la globalización que tiende a abaratar el precio de la mano de obra en España. La fuerza de trabajo es uno de los factores sometidos a las leyes del mercado. Por eso puede afirmarse rotundamente que a medida que hay más trabajadores que aspiran a un mismo puesto de trabajo, el valor de ese puesto tiende a disminuir.
- El mito del progresismo en materia de inmigración es la “integración”. Se entiende por integración la aceptación de la cultura autóctona por parte del inmigrante que conserva, al mismo tiempo sus señas de identidad. La “integración” es un mito voluntarista que hasta ahora nunca ha alcanzado sus objetivos en ningún país europeo. La “integración” supone el mantenimiento de la identidad de las comunidades inmigrantes y, quien dice, identidad, dice, finalmente, territorialidad: quien tiene identidad propia antes o después reivindica un territorio propio: por eso existen los “guetos de la inmigración”. Frente al mito de la integración está la exigencia de la “asimilación”: asumir los rasgos de la sociedad autóctona sin distingos ni ranchos aparte.
- Un país como España en el que existen 6.000.000 de parados es un país que, no solamente no precisa la llegada de inmigrantes. Un inmigrante que llega de fuera disputará puesto de trabajo a un español. El principio de “preferencia nacional” es incuestionable e irrenunciable en las actuales circunstancias: primero los de casa, cuando aquí se haya alcanzado el pleno empleo será el momento en pensar en abrir las puertas a una inmigración legal y encauzada desde los consulados españoles en el extranjero y no imponiendo la política hechos consumados de “aquí he llegado y no me voy”.
- El gastos generado por la inmigración es insoportable para la sociedad española. Sumando todas las partidas presupuestarias que absorbe la inmigración (en ayudas sociales, en educación y sanidad, en justicia, prisiones, policía, en gastos de repatriación, etc.) se percibe que el gasto que deriva supone una losa para nuestros presupuestos y constituye una de los principales factores de gasto público.
- Las políticas de inmigración mantenidas en los últimos 15 años por el PP y por el PSOE se basan en el mismo mito: “queremos una inmigración ordenada”. El modelo económico de Aznar (que ZP prosiguió sin rectificaciones hasta que se hundió) incluía salarios baratos, inmigración masiva, ladrillazo y acceso fácil al crédito. El PP abrió las puertas a la inmigración entre el 1996 y el 2004 y el PSOE las abrió de par en par entre 2004 y 2010. Las políticas de inmigración en las comunidades gobernadas por el PP son exactamente iguales a las que se aplican en las comunidades gobernadas por el PSOE.
- Los dos grandes hitos de la inmigración en España que generaron los dos “efectos llamada” fueron, por este orden, la reforma de la Ley de Extranjería de 1999 y la regularización masiva de febrero-mayo de 2005. Ambas medidas tuvieron como consecuencia la llegada masiva de ilegales (800.000 en 2004 y 800.000 en 2010…). La reforma de 2005 supuso además una regularización masiva permanente: nunca en lugar alguno de Europa fue tan fácil establecerse.
- En la actualidad existen en España en torno a 8.000.000 de inmigrantes entre legales, ilegales, empadronados o no, de los que 2.000.000 tienen ya pasaporte español. A medida que vaya pasando el tiempo, el número de naturalizados irá aumentando mientras el número de inmigrantes permanecerá constante a causa de las nuevas llegadas.
- La única solución para evitar que el problema de la inmigración se enquiste y a la vista de que no hay trabajo para todos y la presencia masiva de inmigrantes en paro lastra el gasto público, es la repatriación de los excedentes a sus países de origen. Esta repatriación debe empezar por los inmigrantes ilegales, proseguir por los inmigrantes que hayan cometido algún delito en España, continuar por los inmigrantes parados de larga duración que hayan agotado las percepciones y ayudas, extenderse a grupos que hayan demostrado estadísticamente el ser más impermeables a la asimilación, hasta reducir el número de inmigrantes a millón o millón y medio.
© Ernest Milà – Infokrisis – http://infokrisis.blogia.com – http://info-krisis.blogspot.com –Infokrisis@yahoo.es – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.