Habitualmente se sitúa el terreno
de la economía en un lugar muy superior al que le corresponde: la economía no
es más que un medio para facilitar la vida a los seres humanos. Lo que ocurre
es que la acumulación de capital en manos de especuladores, de fondos y bancos
de inversión y de la alta finanza internacional ha convertido a la economía en
un instrumento con el que explotar y dominar a los pueblos. Y esto ha generado
inseguridad entre los ciudadanos y, especialmente, miedo al futuro: nadie con
miedo es verdaderamente libre. Para colmo, las grandes acumulaciones de capital
han terminado por convertir las “democracias” en plutocracias (es decir, en
sistemas en donde el verdadero gobierno es el poder del dinero) cuya
característica axial es que la política está al servicio de la economía. En
estas circunstancias, las elecciones democráticas son un fraude, por que, en
definitiva, quienes dictan las políticas económicas de las naciones no son los
gobiernos elegidos democráticamente sino los centros financieros de poder
nacional e internacional.
Sostenemos que la actual crisis
es completamente insuperable mientras persistan las actuales condiciones
económicas y estas no se superarán nunca en la medida en que el capital
especulador y la alta finanza internacional se sienten excepcionalmente cómodos
con unos gobiernos que actúan, no tanto por interés popular, sino como
salvaguardia de los intereses de esas mismas grandes concentraciones de
capital. Sostenemos que los rasgos de la actual crisis económica son:
a. Hemos llegado a la última
etapa de evolución del sistema capitalista: el capitalismo multinacional y
globalizador.
- El capitalismo ha seguido un
largo y lento proceso de concentración de capital que se remonta al siglo
XVIII, desde entonces, de manera cada vez más rápida, mayor volumen de capital
ha estado en menos manos, hasta que en el siglo XXI, el capital actúa casi a
nivel de monopolio internacional, concentrado unos pocos cientos de manos,
propietarias de grandes consorcios multinacionales y bancos internacionales,
fondos de inversión.
- Estos “pocos cientos de manos”
están coordinados y actúan mancomunadamente a través de determinados “organismos
de poder mundial” (especialmente a través del Club Bilbelberg) que orientan las
inversiones y las coordinan internacionalmente, influyendo también en el mundo
de la política y de la comunicación.
- Ante estos poderes
económico-político-mediáticos, la democracia es irrelevante, apenas una ficción
emotiva y sentimental que encubre el hecho real: nuestras democracias –y en
particular la española- no son tales, son, en realidad, plutocracias gobernadas
por una clase política que come de la mano de los “señores del dinero” y que para
seguir en su privilegiada posición en política nacional se someten a los
designios del dinero internacional.
- En la globalización no se
tolera más clase política que la que la asume y la defiende, la que evita
cualquier crítica hacia ella y la que hace firme promesa de no utilizar la
estructura del Estado como salvaguardia y baluarte de la independencia
nacional. Se da por asumido que ésta no existe y que el sometimiento al poder
del dinero es algo tan natural como el azul del cielo o el rumor del mar.
-En esta etapa de acumulación del
capital el neoliberalismo es la única escuela económica asumible y, por tanto,
la que asumen todos los partidos que aceptan y forman parte del sistema
globalizado. El neoliberalismo se basa en tres principios: la primacía del “mercado”
por encima de cualquier institución, el final de Estado del Bienestar, la
reducción del Estado a un ente político sin intervención en los asuntos
económicos (con la consiguiente política de privatizaciones), la sustitución de
la economía productiva por la especulativa y, finalmente, una fiscalidad
creciente sobre las rentas procedentes del trabajo y decreciente ante las
rentas procedentes del capital.
b. El modelo económico de Aznar
se hundió con la crisis iniciada en el verano de 2007, pero ni la derecha ni la
izquierda han sido capaces de elaborar otro modelo económico de sustitución.
Mientras no exista modelo económico, será imposible reordenar la economía y
salir de la crisis.
- El modelo económico de Aznar
estaba estructurado en torno a cuatro axiomas: 1) dependencia absoluta del
ladrillo y de la hostelería, 2) importación masiva de mano de obra extranjera
para rebajar el precio de la mano de obra y abaratar los costes de producción,
3) salarios bajos y 4) acceso fácil al crédito.
- Ese modelo generó cifras
macroeconómicas positivas entre 1997 y 2007 (especialmente en lo relativo al
PIB que mide los movimientos económicos, pero mucho más moderado en relación a
la renta per capita –que mide la media a disposición de las familias- que fue
descendiendo a lo largo de esa época) y benefició a unos sectores sociales (las
patronales de hostelería y construcción), perjudicando a la mayoría
(especialmente a los trabajadores que vieron sus ingresos brutos disminuidos algo
que se “engañó” mediante la facilidad con la que se accedía al crédito).
- Pero ese modelo económico se
baba en sectores de bajo valor añadido y estaba obligado por la particular
estructura económica de España (que, ya desde los tiempos del franquismo éste
había insistido, entre otros, en estos dos sectores: construcción y turismo) y
se reforzaba por el fracaso de los distintos planes educativos de la época
democrática que habían generado un aumento del fracaso escolar y el hecho de
que una cuarta parte de nuestra juventud había quedado fuera de cualquier
oficio y profesión. En cierto sentido Aznar, con su modelo económico, no hizo
otra cosa más que reconocer la realidad laboral de España: país en el que
faltan técnicos y empresas de alto valor añadido y sobra personal sin
cualificación aptos solamente para iniciativas de nulo o bajo valor añadido.
- En el momento en el que se
demostró que el “modelo Aznar” había fracasado (lo cual debería haberse
previsto hacia principios del milenio), se trataba simplemente de encontrar un
modelo de sustitución. Esto se hizo todavía más urgente desde el momento en el
que a partir de 2007, ese modelo había entrado en quiebra y en apenas dos años,
de tener el Estado un superávit pasó a tener un déficit insoportable que en
este momento se remonta a algo más de un billón de euros.
- Ahora bien, sin un modelo
económico será imposible salir de la crisis y generar empleo en número
suficiente como para absorber a los 5.500.000 de parados del invierno de 2012.
Ninguno de los dos grandes partidos de gobierno han sido capaces de establecer
cuál será el próximo modelo económico y, por tanto, los inversores desconocen
qué sectores en el futuro podrán contar con el apoyo del Estado tanto para la
producción (mediante incentivos fiscales) como para la exportación (mediante el
trabajo de las cámaras de comercio españolas en el extranjero y mediante la
misma tarea de nuestras embajadas). Simplemente, se ignora de qué va a vivir
este país en las próximas décadas cuáles van a ser los sectores en los que se
basará la economía española del futuro, lo que en las actuales circunstancias
nos condena a un pobre e incierto futuro.
c. Ocupamos un lugar periférico
en la Unión Europea y cada vez estamos más alejados del centro de la misma y de
sus organismos de dirección.
- La connotación más
negativa para nuestra economía generada durante el período democrático fue, sin
duda, la negociación para el ingreso de España en las Comunidades Europeas.
Esta negociación se produjo durante el período de gobierno de Felipe González.
No hay que olvidar que el PSOE en 1976 era completamente inexistente y González
apenas era un abogadillo de pocos pleitos. Fue el Partido Socialdemócrata
Alemán (el SPD) a través de la Fundación Friedrich Ebert el que construyó,
marco a marco, al PSOE partiendo prácticamente de la nada, simplemente
inyectando una corriente interminable de fondos que solamente concluyó cuando
la sigla PSOE se alzó con el poder en 1983. Cuando el PSOE tuvo que coronar la negociación
con las Comunidades Europeas, tuvo tendencia a ceder a las exigencias alemanas.
Y de ahí deriva nuestra patética situación económica.
- Lo absolutamente negativo de
nuestra posición en la actual Unión Europea es el puesto “periférico” que le ha
sido asignado desde mediados de los años 80. En efecto, el gobierno socialista de
Felipe González, aceptó concluir una negociación que en la práctica suponía la
liquidación de sectores enteros de la economía nacional en los que nuestra
industria había sido hasta ese momento competitiva y que en las próximas décadas
iban a tener un importante desarrollo (especialmente la industria pesada y, muy
concretamente, los astilleros).
- Esta negociación mal conducida
tuvo como consecuencia un ingreso apresurado en las Comunidades Europeas realizado
con el incentivo de la llegada masiva de “fondos estructurales” a cambio de la
desertización industrial. En aquel período (segunda mitad de los años 80) se
produjo la tristemente llamada “reconversión industrial” que sembró España de
parados que habían recibido jugosas remuneraciones a cambio de entrar en los
circuitos del desempleo y que ya nunca más volverían a insertarse en el régimen
general de la seguridad social, asumiendo su nueva e inestable condición de “autónomos”.
- Todo esto deriva de no haber
estado en condiciones de interpretar cuál era el diseño franco-alemán para la
UE: un “núcleo duro” liderado por ambos países y una periferia destinada al
sector servicios y del cual los países mediterráneos constituyen su eje en el
sur. Así pues, España está situado en la
“periferia” de la UE, lejos de los organismos de decisión y de poder.
- José María Aznar percibió esta
situación e intentó liderar a los países de tamaño medio de la UE, pero no lo
hizo movido por la intención de altera el modelo franco-alemán, sino para
debilitar a Europa y conseguir que cediera terreno ante los EEUU, y
especialmente, ante el poder del poder financiero de ese país.
d. En los últimos cinco años han
cristalizado los errores acumulados de tres décadas de políticas económicas
erráticas y erróneas que han generado una estructura económica extremadamente
deficiente en la que la inversión especulativa ha sustituido a la inversión
productiva.
- El drama actual de la economía
española es, por este orden, su falta de modelo económico, su pérdida de
competividad, la inadecuación de sus estructuras económicas tradicionales, la
pérdida de tejido industrial, las consecuencias deletéreas de la globalización,
la financiarización de la economía y la sustitución de la economía productiva
por la economía especulativa, son algunos de los rasgos de la economía española
que imposibilitarán en las próximas décadas que nuestro país la economía pueda “respirar”
y que la sociedad pueda beneficiarse.
- Los errores acumulados desde el
ingreso de España en las Comunidades Europeas, que se sumaban a los errores
cometidos por el franquismo a la hora de establecer una estructura económica,
pesan hoy de manera absolutamente insoportable sobre nuestro país.
- Para alterar esta estructura
económica haría falta que el poder político tuviera voluntad para ello: pero
nuestra clase política se limita a aceptar acríticamente el rumbo emprendido
desde hace décadas y a no alterarlo aunque sea evidente que este rumbo
perjudica al conjunto de la sociedad.
- Así pues existe una incapacidad
palmaria para modificar la estructura económica de España y, por tanto, para
salir de la crisis. Salir de la crisis implica, ante todo, salir del
neoliberalismo y eso solamente podría hacerse mediante rompiendo con la
globalización y proponiendo para la UE un nuevo económico post-globalizador.
Algo que los dos partidos mayoritarios no tienen intención de realizar.
© Ernesto Milà – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com –
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