Infokrisis.- Desde hace años (véase el fondo de artículos de este
blog que va ya para 10 años) hemos venido advirtiendo de que Cataluña (obviamente
la Cataluña de la Generalitat que tiene muy poco que ver con la Cataluña
tradicional y no es más que un aparato burocrático administrativo especializado
en hacer hablar en catalán y deseoso de practicar el racket fiscal contra los catalanes),
es la tierra de España en la que hay más densidad de casos de corrupción por
kilómetro cuadrado. Hemos advertido, igualmente, que si en Cataluña no existe “periodismo
de investigación” se debe a que desde hace treinta años, la Generalitat ha venido
practicando una política de compra al peso de carne de periodista y de los
medios de comunicación catalanes mediante un régimen de subsidios y
subvenciones que les ha desprovisto de cualquier mordiente y del más mínimo
espíritu crítico. Pero, los mecanismos jurídicos de un Estado de Derecho
existen y, aunque de tanto en tanto, a veces hasta se ponen en marcha. Y eso ha
sido lo que ha causado el que desde 2009, hayan salido a la superficie
distintos casos que han crucificado especialmente a la clase dirigente de CiU,
especialmente los casos Palau y Pretoria.
La insoportable lentitud de los tribunales
El tiempo va pasando y esos casos
no terminan de sustanciarse ante los tribunales. La instrucción va a ritmo
particularmente lento y eso a pesar de que se trata de casos de indudable
interés y repercusión y, acaso por eso, permanecen aparcados la mayor parte del
tiempo para aflorar levemente justo en períodos electorales como, si más que
buscar justicia, alguien lo que intentase fuera utilizarlos como arma
arrojadiza.
El tiempo sigue pasando y, a
estas alturas, todo induce a pensar que Félix Millet, Maciá Alavedra y su socio
Luis Prenafeta, o bien serán condenados cuando la edad les impida entrar en
prisión, o bien fallecerán antes del juicio, o probablemente alguien intentará
que se superen los plazos de responsabilidad judicial para evitar que las miserias
de CiU salgan a la luz pública. En la Cataluña de la Generalitat todo es
posible.
La Generalitat amenaza para Cataluña
Pero hay algo más grave. Es
evidente que Artur Mas debería ser consciente de que Cataluña no ha sido nunca
independiente y de que no lo será jamás, e incluso de que insistir en el
independentismo puede dar lugar a un mayor aislamiento de Cataluña dentro de
España (el impulso dado por el gobierno al “corredor central” es significativo)
solamente va a lograr empeorar la situación de esta región y de la propia
Generalitat.
El victimismo nacionalista cada
vez sienta peor en el resto de España, lo que no sería importante de no ser
porque el 75% del comercio de Cataluña es con el resto del Estado. No es raro
que la patronal catalana esté asustada sobre una eventual, masiva y espontánea
campaña de boicot a los productos catalanes ante la cual, las altivas
respuestas de Mas (“buscaremos otros mercados”) chocarían con la realidad de
que esos mercados, simplemente, no existen. O lo que es igual: mientras se
buscan esos nuevos mercados y se encuentran, la economía catalana ya habría
entrado en colapso.
Debemos de recordar que la
deslealtad manifestada por la Generalitat de Pujol desde los años 80 ha sido al
causa de que el Estado “castigase” a Cataluña y priorizase el eje estratégico
Lisboa-Madrid-Valencia que ha relegado al puerto de Barcelona a un lugar
secundario o que el AVE Madrid-Barcelona se haya retrasado ¡20 años! en relación al AVE Madrid-Sevilla. El proyecto
del “corredor central” es, obviamente una alternativa al “corredor mediterráneo”
que quedaría anulado en la práctica por el ramal Valencia-Zaragoza, sellando la
marginalidad de Cataluña. Tal es el precio que se ha pagado por la deslealtad
de que han hecho gala los gobiernos de CiU.
Y, para colmo, 1.500.000 de inmigrantes inintegrables
El nacionalismo catalán, devenido
independentista (en una transformación no por esperada menos espectacular), por
primera vez está vuelto de espaldas al hecho que verdaderamente preocupa en
Cataluña: “el negoci”. Flaco servicio
va a hacer el gobierno de la Generalitat a los negocios de los catalanes,
especialmente porque sus aventuras soberanistas no tienen otro final que el
desembocar en un estallido social en el que el 1.500.000 de inmigrantes
radicados en Cataluña llevaría, indudablemente, la voz cantante.
No hay trabajo para todo ese
contingente que si hoy sigue tranquilo es 1) porque recibe subsidios y
subvenciones de la Generalitat y de los ayuntamientos, 2) porque nadie obstaculiza
su dedicación al trabajo negro y a la economía sumergida, 3) porque nadie le
exige que pague impuestos, ni se preocupa por la titulación de los rótulos de
sus establecimientos y 4) porque la Generalitat subvenciona generosamente a las
asociaciones de inmigrantes e intenta así mantener la “paz social”. El cálculo
de la Generalitat es que, vale la pena realizar esa política porque, antes o
después, la crisis terminará y estos nuevos esclavos trabajarán en empresas
regentadas por catalanes, siendo ellos mismos los “nuevos catalanes” que
hablarán la lengua de Pompeu lleven turbante, taparrabos, niqab o chador…
Para colmo, la demografía es
completamente negativa para el independentismo y así podemos entender que en
los últimos meses se haya producido una “apertura” de sus filas a los
contingentes de inmigrantes (véanse las estrafalarias fotos de gentes de todas
las razas apoyando la manifestación independentista del 11-S y véase la campaña
electoral desarrollada por CiU en mezquitas y centros de inmigrantes, pues
muchos inmigrantes ya tienen derecho a voto en las autonómicas), como si el
apoyo de estos fuera a facilitar el proceso independentista.
Está claro que los sectores más
lúcidos de la inmigración (la comunidad pakistaní especialmente), apoyan la
secesión catalana y esto por un simple motivo: les es mucho más fácil negociar
e imponerse a un Estado catalán débil que a un Estado español, solo ligeramente
menos débil, pero desde luego, mucho más apoyado por la UE. Para ellos, para
los pakistaníes, todo consiste simplemente en sopesar las ventajas de la opción
soberanista: y para ellos son todas.
El Estado catalán y la sociedad
catalana carecen, por sí mismas, de fuerza y voluntad suficiente para negarse a
conceder todo lo que pida un 25% de la población residente en esa región. Sí,
porque la inmigración en Cataluña, no solamente es más cuantiosa que en lugar
alguno del Estado, sino porque, además, es mayoritariamente de religión
islámica.
Estúpidos e ignorantes como Carod
Rovira hablaron y glosaron al “Islam catalán”, como si se pudiera colocar
nacionalidad a una religión que, no solamente se quiere universal, sino que,
además, considera que la lengua árabe es sagrada porque en ella Alá dictó el
Corán. El nacionalismo hace de la lengua catalana el pivote central de su
identidad: y justo ese tema es intocable para el islam, consciente de que el
árabe es la lengua de Alá. A partir de ahí, cualquier posibilidad de
integración del islam en la sociedad catalana es tan improbable como en
cualquier otro lugar de Europa.
La demografía del grupo de apellidos catalanes a mínimos
No hay que olvidar tampoco que el
grupo con apellidos catalanes es cada vez más minoritario y que su demografía no
llega a la tasa de reposición, siendo la más baja del mundo. Las estadísticas
de la Generalitat enmascaran este hecho sumando a la demografía del grupo con
apellidos catalanes, la demografía procedente de las migraciones interiores de los
años 40-80, y la demografía procedente de la inmigración exterior de 1997-2012.
Los niños son víctimas de la
inmersión lingüística y se niega el hecho de que en Cataluña no existe una
identidad, sino tres: la identidad catalana, la identidad española y las
identidades inmigrantes y si bien las dos primeras han coexistido sin más
dificultades que las planteadas por los nacionalistas, el trato con las identidades
extranjeras, especialmente islámicas, es harina de otro costal. Y no son sólo
árabes, sino pakistaníes y comunidades procedentes del África negra las que
tienen conciencia de ser completamente diferentes al resto de residentes en
Cataluña, pues, no en vano, ellos siguen al Islam. ¿Hay que recordar que el
Islam no es solamente una religión, sino sobre todo y ante todo una forma de
entender la comunidad, su legislación y el gobierno de la misma?
Está claro que mientras se
subvenciona al “Islam catalán” todo funciona bien, porque ninguna autoridad
islámica está dispuesta a poner los puntos sobre las íes sobre esta definición
si ello implica el corte de la subvención. De hecho, en Cataluña todo irá bien
mientras siga el régimen de subsidios y subvenciones a cualquier actividad:
mientras se tape la boca de los medios de comunicación por unos euros, mientras
se subvencione a las comunidades inmigrantes, mientras la lengua y la cultura
catalanas son subvencionadas y mientras el independentismo díscolo es amansado
a base de jugosos subsidios… ¿qué ocurrirá el día en que la crisis haga
imposible todo esto? Por que, antes o después, la troika comunitaria, irrumpirá
en todo este gasto disparatado y lo impedirá.
Cataluña, líder en corruptelas a corta distancia de Andalucía
Esta reflexión nos ha desviado
del tema central: la corrupción en Cataluña. Quienes deberían sentarse en el
banquillo de los acusados, desde luego, no son mequetrefes del tres al cuarto
que han intentado robar unos miles de euros para darse algún capricho o tristes
oportunistas sin escrúpulos que han utilizado fondos de la consejería bajo su
mando para adquirir cocaína, esto es, mangantones del tres al cuarto. En
absoluto: quienes están implicados en estos procesos son la élite del
nacionalismo y de la sociedad catalana. Pujol ya eludió (por los pelos) el
procesamiento por el caso Banca Catalana, pero le va a ser muy difícil, en un
proceso a su brazo derecho y a su brazo izquierdo durante 20 años (Prenafeta y
Alavedra), salir completamente indemne, y en cuanto los medios de comunicación
levanten la veda sobre el historial económico de su familia (y en especial de
sus hijos) puede arder Troya.
Sin olvidar que Félix Millet era
el cajero de una red de financiación ilegal de CiU y que, sin duda, no había
sido elegido por casualidad, sino por la “solera” nacionalista de su apellido.
A fin de cuentas todo tenía que quedar dentro de las “200 familias” que
controlan la vida cultural, social y económica de Cataluña desde mediados del
siglo XIX.
Así pues, todo era para evitar la cárcel…
Las pruebas acumuladas contra
estas redes de corrupción parecen ser excepcionalmente sólidas así pues ni los
abogados ni sus defendidos pueden ignorar el hecho de que, en el momento en el
que se abran los juicios, pase el tiempo se vea la casación, en un plazo
indeterminado, deberá cumplirse una sentencia que contemplará desde pago de multas,
indemnizaciones y costas multimillonarias hasta estancias en prisión más o
menos prolongadas.
Y es justamente cuando se ha
puesto de manifiesto que estos procesos siguen adelante, cuando alguien ha
pisado el acelerador del independentismo. Hasta hace poco pensábamos
simplemente que tanto la manifestación del 11-S como la inyección de 200
millones de euros a los grupos independentistas, respondía simplemente a la
habitual maniobra chantajista del nacionalismo: amenazar con que la situación puede
empeorar para obligar al Estado a llenar el cazo tendido por CiU… En esta
ocasión, la mirada escrutadora de la UE de un lado y la gravedad de la
situación económica de otro, hicieron que Artur Mas volviera a Cataluña con el
cazo vacío y con la perspectiva de tener que lidiar con unos grupos
independentistas reforzados que de manera creciente restaban espacio electoral
a CiU y que, para colmo, históricamente siempre han sido una olla de grillos:
ERC, RC, CUP, SI, etc. De ahí que se convocaran elecciones anticipadas.
Pero los hechos nos hacen
considerar otra hipótesis complementaria sin desmentir la anterior. Cuando un
partido como CiU se arriesga a quedar evidenciado ante la opinión pública (la
sequía de informaciones no aprobadas por la Generalidad, hace que cada vez más
catalanes recurran a Internet, a los diarios digitales o a cualquier otro medio
para saber qué es lo que pasa) como “el partido de los chorizos” que ha saqueado
y expoliado Cataluña considerándola como su huerto privado, es evidente que
tiene que reaccionar.
El brusco afán independentista de
Artur Mas puede ser también considerado como una forma de eludir esos procesos
y evitar que CiU quede evidenciado ante la sociedad catalana y española. Últimamente
la frase más repetida en Cataluña es “el patriotismo es el último refugio de los
bribones”. Y, sin duda, no es por casualidad. Así pues, no hay que
olvidar que la amenaza de una dinámica soberanista puede estar también motivada
para evitar el procesamiento, encarcelamiento y puesta en evidencia de los
principales gestores de la corrupción en Cataluña, lo que supondría,
finalmente, la ruina total y para siempre del nacionalismo catalán, así como su
liquidación histórica.
Así pues, finalmente, el impulso
soberanista no sería más que el desesperado intento de evitar que la pléyade de
notables de CiU terminarán en la Tercera
Galería de la Cárcel Modelo de Barcelona. La omertá entre la clase
política catalana y su grado de iniquidad pueden llegar también hasta ese
extremo. Cualquier cosa por evitar la prisión de los que fueron durante más de
20 años brazo izquierdo y brazo derecho de Pujol…
© Ernest Milà – infokrisis – Ernesto.mila-rodri@gmail.com –
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