lunes, 23 de marzo de 2015

Francia – Andalucía: dos elecciones, un diagnóstico


Info|krisis.- El mismo día, en las mismas horas, tenían lugar dos elecciones en Europa que suscitaban resultados muy diversas: mientras que la primera vuelta de las elecciones francesas evidenciaba un nuevo avance del Front National y, con ello, un pasó más había la posibilidad en renovación de la política francesa, en Andalucía tenía lugar otra convocatoria en la que también se apuntaba en esa dirección, solo que con un enfoque político muy distinto. Vale la pena realizar algunos paralelismos entre ambos procesos electorales que nos dirán muchas cosas sobre lo que nos espera en el futuro.

Francia: el bipartidismo que se resiste a morir

La derecha francesa ha tenido que recurrir a uno de sus políticos más nefastos y desprestigiados, sin duda al salpicado con más y más casos de corrupción, como muro de contención contra Marina Le Pen y el Front National. La victoria de Sarkozy ha sido una “amarga victoria”. Separado tan solo a cuatro puntos del FN de la UMP liderada por Sarkozy. El Partido Socialista se ha convertido casi en un “partido regional” obteniendo solamente resultados apreciables en Aquitania (el Sur Oeste de Francia). El FN ha quedado, sí, por debajo de los sondeos, pero muy por encima de los resultados obtenidos en 2010, duplicándolos prácticamente y pasando del 11,42% al 26,4%. Estas elecciones han confirmado que los votos del Front Nacional proceden de tres caladeros perfectamente identificados: los jóvenes, las clases trabajadoras empobrecidas por la crisis y la Francia rural.

La izquierda francesa estará completamente ausente en la segunda vuelta de las elecciones en una cuarta parte de los cantones. Hará falta ver si el electorado de izquierda sigue las consignas de sus dirigentes y votan con la nariz tapada a Sarkozy y a los candidatos de la derecha, o si consideran que el Front National es la única alternativa de renovación de la política francesa en este momento. Lo más importante, sin duda, que ha ocurrido en Francia, es que la estrategia de “desdiabolización” emprendida por la dirección de FN cada vez está dando mejores resultados.
Si Sarkozy ha podido salvar los muebles, ha sido precisamente por su actitud “centrista” situándose en una equidistancia entre el Front Nacional y el Partido Socialista. Fuera de esto, Sarkozy no ha sido capaz de realizar ninguna propuesta en positivo. Los llamamientos apocalípticos hacia lo que supondría que el primer partido de Francia fuera el FN, han conseguido movilizar a ese 5% del electorado que habitualmente no recurría a las urnas, pero que en esta ocasión lo ha hecho atraído por el mensaje de cerrar el paso al FN.

Ahora toca ver en la segunda vuelta de las elecciones, el domingo que viene, si ese mismo electorado sigue movilizado y, sobre todo, a quien vota el electorado de izquierdas. La posición de Sarkozy en este terreno es peligrosa. Ayer, en las zonas en las que sus candidaturas han sido eliminadas de la segunda vuelta y batidas ampliamente por el FN, Sarkozy lanzó una llamamiento “ni-ni” (“ni FN, ni PS”) que implica no votar por ninguno de estos dos partidos. ¿Lo seguirá el electorado de la derecha? Y, la izquierda ¿se abstendrá en las circunscripciones en las que se han impuesto el FN y la UMP?, o bien ¿optará por la renovación y seguir lo que cada vez hacen más en Francia las clases populares, votar al FN?

Lo que parece claro es que el FN estará presente en muchas más regiones que en las anteriores elecciones. La tragicomedia de estas elecciones, una vez más la ha protagonizado el secretario general del Partido Comunista de Francia, Pierre Laurent quien ha llamado, junto con el nuevo Partido Anticapitalista e incluso junto a los centristas más moderados, a “cerrar el paso al FN” y a “renovar el frente republicano” para impedir que el FN esté presente en las regiones… como si el primer problema de Francia fuera el FN.

La realidad es que en Francia, la “protesta”, no tanto contra el gobierno socialista, como contra el empobrecimiento de las clases trabajadores, la deslocalización empresarial, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, la decadencia francesa, la rigidez de la política económica impuesta por la UE, la está capitalizando el FN que, además, ha hecho siempre de la lucha contra la inmigración masiva y por la identidad nacional, una bandera de combate. No es pues una protesta “coyuntural”, sino “estructural”. Se equivocan quienes piensan que el FN solamente es un partido anti-inmigración: es eso y mucho más. Es la respuesta de los sectores más sanos y más conscientes del país contra la globalización, el mundialismo y sus peligros y un grito por la renovación de la política francesa. Es esto lo que hace que el “frente republicano” clame contra él y es por esto mismo por lo que el Front National avanza entre el electorado.

Elecciones andaluzas: primer paso en la crisis del bipartidismo

A este lado de la frontera la situación es parecida. Las elecciones andaluzas han sido el canto del cisne del bipartidismo. Si alguien ha salido mal parado en Andalucía ha sido el bipartidismo por mucho que algunos proclamen lo contrario. Los dos grandes partidos, PP y PSOE han iniciado su trayectoria descendente, espectacular en el caso del PP, moderado en el caso del PSOE, pero escandaloso si se tiene en cuenta que Susana Díaz había convocado elecciones anticipadas precisamente para obtener la mayoría absoluta y ganar “estabilidad” sin tener que depender de unos socios demasiado insistentes en que se aclararan los casos de corrupción de la Junta de Andalucía.

El PSOE ha perdido 130.000 votos, pasando del 39,5% en 2012 al 35,4%, con una participación casi cuatro puntos superior el domingo pasado. La injusticia e incoherencia de la Ley d’Hondt se evidencia una vez más en que ha obtenido los mismos diputados, aun teniendo menos votos (casi un 10% menos) y con más participación (con un 3,16% más). No era la victoria que esperaba Susana Díaz para convertirse en una figura mediática de alcance nacional que pudiera representar al PSOE en las próximas elecciones generales. Y lo que es peor para ella: va a tener que gobernar el solitario y llegar a acuerdos puntuales con unos partidos en los que la lucha contra la corrupción ocupa el primer punto.

La victoria del PSOE en Andalucía se explica por la particular situación clientelar que se produce en aquella región, de la que el PSOE ha sido el gran beneficiario desde el origen de aquella autonomía. El miedo a que el alcalde de turno no firme las peonadas o a que el partido que sustituya al PSOE pueda alterar algunas de las constantes que se dan en Andalucía, genera ese conservadurismo electoral que acompaña a aquel régimen autonómico, casi inexplicable desde otras regiones de España y que, por supuesto, no se da en ninguna otra autonomía.

En lo que se refiere al PP el descalabro no ha podido ser mayor. La pérdida de medio millón de votos es la respuesta del electorado a un candidato y a una candidatura gris, sin prestigio, desconocida por la inmensa mayoría de los andaluces y sin ningún atractivo en los contenidos del programa. A este déficit del PP andaluz se une el lastre que ha tenido que soportar esa sigla por la gestión del gobierno Rajoy. No hay “brotes verdes” económicos salvo para los grandes inversores, no hay “recuperación” salvo en las cifras “macroeconómicas”, no hay aumento del trabajo salvo en las ilusorias cifras de “contratos firmados”, no hay aumentos en los salarios, ni en las pensiones, no hay nada que llegue a la población y que pueda considerarse como un “logro” por parte del PP. La candidatura andaluza del PP ha sido la primera en experimentar el amargo sabor de la derrota, pero no va a ser la única, es simplemente, un anticipo de lo que espera a un partido cuyo gobierno quiere injertar una percepción en el electorado que no tiene nada que ver con lo que este ve en su triste cotidianeidad.

Mienten los dos grandes partidos y los tertulianos de la corte cuando dicen que “el bipartidismo goza de buena salud”. Lo que estas elecciones han confirmado es, precisamente, la tendencia hacia una atomización creciente de la vida política española. Ya era hora, cabría decir. Dos siglas más han entrado en el parlamento andaluz y no lo han hecho tímidamente, sino con fuerza: Podemos con casi 600.000 votos y 15 diputados y C’s con 370.000 votos y 9 diputados. Vale la pena pensar lo que esto significa.

En principio que más de un millón de votantes han optado por la protesta contra el bipartidismo, que encarnan estas dos siglas hasta ahora inéditas en la política andaluza. ¿De dónde vienen estos votos? De la abstención, sin duda, pero no sólo de la abstención, ni siquiera de manera preferente. Tampoco, contra lo que uno tendría tendencia a pensar, proceden solamente del hundimiento de IU, partido que ha perdido 200.000 votos. Vienen, en parte, del PSOE, por supuesto, que se ha visto cómo Podemos le restaba 100.000 votos. Pero hay entre 75.000 y 100.000 votos que solamente pueden proceder de antiguo votantes del PP y que, hartos de la mala gestión de Rajoy, cansados del triunfalismo gubernamental  sobre el fin de la crisis, hartos de combatir a la corrupción con palabras, han mutado hacia Podemos. Porque, si bien el ascenso de C’s se explica por el tránsito de votos del PP a esta formación, la diferencia de cifras entre lo que ha obtenido C’s (368.988 votos) y la pérdida de votos del PP (506.665 votos) hacen que 137.677 votos que en 2012 pertenecieron al PP, hayan ido a parar ahora a algún sitio. Y Podemos es la única fuerza que puede haberlos absorbido.

Así pues, la conclusión a extraer es que para el PP hay algo peor que haber perdido votos: el haber demostrado públicamente que una parte de su electorado está tan absolutamente iracunda con Rajoy y con el triunfalismo gubernamental que está dispuesta a votar a lo que está más alejado del PP, a Podemos.

Vox, la alternativa “a la derecha” del PP, ha evidenciado una vez más su falta de atractivo para el electorado de la derecha que lo considera como una fotocopia reducida del PP: entre votar al original y votar a la copia, el electorado no duda. Otra opción que puede entonar el miserere es UPD que ha perdido casi la mitad de los votos que obtuvo en 2012 asando de los 129.407 a los 76.653 que ha obtenido ahora. Rosa Díaz está amortizada. Llamó la atención en ese tiempo en el que Podemos no existía y Alberto Rivera hacia solamente “política catalana”, pero desde el momento en que la opinión pública percibió, tras las últimas elecciones europeas, que se trataba de un partido personalizado en la antigua socialista vasca y que esta imponía su ritmo por puro interés personal en no perder el control del partido, poco a poco se ha visto abandonada por sus cuadros y por la corriente de simpatía (en buena medida simpatía ilusa) con la que acogió hace ocho años la fundación de este partido. En cuanto a los partidos andalucistas también han reducido su número de votos.

Quedaría por hablar de las “fuerzas nacionales”. El MSR que se presentó en 2012 (628 votos), no ha estado presente. Y AES que obtuvo en aquella ocasión 653 votos, ha optado también por lo más lógico, no presentarse. En su primera irrupción electoral, el Partido del Trabajo y de la Justicia –del que nos cuentan que es una escisión de AES– apenas ha alcanzado 386 votos. En lo que se refiere a FE-JONS puede alardear de que ha duplicado sus votos, pasando de 2.407 en 2012 a 4.811, esto es del 0,6% al 0’12%. Pero, obviamente, todo esto es poco, muy poco, apenas nada. Y debería hacer meditar a la dirección de FE-JONS sobre si vale la pena presentarse, movilizar militancia, lanzarse a una lucha en la que ningún elemento indica que pueda obtenerse un progreso neto. Valga todo esto a título de inventario y como mera anécdota electoral.

Si tenemos en cuenta las encuestas publicadas antes de las elecciones en las que se daba a Podemos como segunda o incluso como primera fuerza, lo que estaría claro es que el PSOE ha frenado a Podemos y que el tirón de esta formación ha sido limitado.  Pero si tenemos en cuenta que tales encuestas suelen ser engañosas e incluso realizadas, no para reflejar la realidad del electorado, sino para provocar respuestas, veremos que no solamente Podemos no ha sido frenado, sino que irrumpe como fuerza nueva y lo hace junto a Ciudadanos, partido desconocido e inédito en Andalucía, sin arraigo ni liderazgo. Y ambos lo hacen, no tanto por la calidad de sus candidatos, como por el hartazgo del electorado.

Francia – Andalucía: dos elecciones, un diagnóstico

Lo que confirman las elecciones andaluzas es el peso de la protesta. Y en esto, van en la misma dirección que las elecciones francesas: los partidos hasta ahora mayoritarios, ya no lo son tanto. Su declive es manifiesto en Andalucía y en Francia. Ascienden nuevas formaciones y lo hacen sacudiendo el mapa electoral. La Ley d’Hondt en España, el sistema electoral a dos vueltas en Francia, son los subterfugios generados por cada sistema político para eternizar a los partidos que constituyen sus columnas vertebrales, el centro-derecha y el centro-izquierda. En ambos casos estamos ante “democracias formales”, no ante democracias “reales”. Cualquier cosa que suponga una adulteración y una deformación de la “voluntad popular” es una falsificación de la democracia y en Francia y en Andalucía, no han faltado subterfugios para retorcer la voluntad del electorado o simplemente comprarla: en Francia con el “que viene el coco del FN” y en Andalucía con el neo-caciquismo que se da especialmente en las zonas rurales y especialmente por parte de los alcaldes socialistas.

Pero la deformación de la voluntad popular puede forzarse hasta cierto punto: los resultados obtenidos por Marina Le Pen en Francia y por Podemos-Ciudadanos, implican que las reglas del juego se están alterando. Repetir las mismas consignas, los mismos eslóganes, mentir al electorado durante tanto tiempo y con tanto cinismo, puede hacerse… mientras no haya un competidor que se recoja e interprete las reacciones y el sentir de la población. En Francia, ha sido el Front National; en España, Podemos y Ciudadanos. Se trata de tres siglas bien diferentes que operan en dos zonas con pocos elementos comunes, pero si hay algo que suponga el denominador común entre estas fuerzas es: “vienen a derribar a los que están”.

El FN tiene algo más de cuarenta años de vida. La República Francesa no se ha hundido por el hecho de que el FN, cada vez con más frecuencia, llegue a la segunda vuelta de los ciclos electorales. Veremos si Podemos y C’s logran mantenerse durante tanto tiempo en las posiciones que hasta ahora van conquistando. Mucho nos tememos que el “constitucionalismo” de C’s, termine atrayendo solamente a antiguos votantes del PP decepcionados y que Podemos no obtenga nunca consenso suficiente para abordar reformas del régimen en profundidad. Así pues, todo quedará simplemente en lo que Andalucía va a ser ejemplo a partir de ahora: ejemplo de inestabilidad. Nadie tiene fuerza suficiente como para gobernar en solitario, pero nadie tiene iniciativa y valor para pactar. Lo dicho, lo que espera a Andalucía. Lo que espera a España y lo que, seguramente espera a Francia, es una inestabilidad creciente constituida por gobiernos que nunca tienen el respaldo de mayorías absolutas y oposiciones extremadamente fragmentadas en parlamentos progresivamente más atomizados.

Tal es el drama de nuestro tiempo: nadie tiene fuerza social suficiente como para gobernar, pero tampoco tiene nadie, ni en Francia ni en España, fuerza para ejercer una oposición que permita adivinar una alternativa de futuro, mientras persistan las actuales circunstancias políticas, sociales y económicas. El “frente republicano”, mal que bien, viene conteniendo al FN desde hace décadas. Se recurre a él cuando los rostros de los Le Pen alcanzan cotas electorales preocupantes. Pero ese “frente republicano” supone una oposición a la única oposición posible, el FN, por parte de quienes han hecho imposible la democracia en Francia. Y en España, suerte tendremos si esto no termina en una “gran coalición” entre PP y PSOE para salvarse de la quema que más temen: el que PP, PSOE, C’s y Podemos estén separadas por pocos diputados en el próximo parlamento nacional. Y con las cifras que se dieron ayer en Andalucía (región con un mapa electoral y unas circunstancias difícilmente asimilables al resto de España) es lo más probable que ocurra.

© E. Milá – Info.krisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.