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jueves, 19 de agosto de 2021

Georges Valois y el Faisceau. Primera exportación del fascismo italiano - ALGUNOS MIEMBROS ILUSTRES DE LE FAISCEAU (ANEXO)


 Nuevos militantes (I) Philippe Lamour

“Una tarde del verano de 1925, caminaba por el boulevard Saint–Michel cuando fui abordado por un equipo de camelots [rama activista de Action Française] que como era frecuente en la época, vendían diarios en la calle gritando su título: “… Le Nouveau Siècle. Comprad La Nouveau Siècle, órgano del Faisceau des Combattants et des Producteurs”. Compré la hoja. Desde la primera lectura creí reconocer la expresión de esta síntesis en la que había soñado entre lo nacional y lo social. Los combatientes eran la sustancia vital del país, el símbolo de su grandeza. Tras haber conocido la fraternidad de las trincheras ¿iban a dividirse por los odios partidarios? No, “unidos como en el frente”. Debían ganar la paz como habían ganado la guerra”.

Aquel joven de 22 años era Philipe Lamour, uno de los más activos militantes de Le Faisceau, que escribía sus memorias en 1980 (7). Lamour había nacido en 1903 en Landrecies un pequeño pueblo del Norte de Francia. Su familia era campesina; en 1918, cuando callaban las armas en los frentes de la Primera Guerra Mundial, acabó su bachillerato. Inmediatamente inició estudios de derecho, carrera que acabó en 1924 y en los años siguientes participaría en procesos que convulsionaron a Francia (entre otros el caso Stavisky que generó los incidentes de febrero de 1934 en París, ver número 1 de la Revista de Historia del Fascismo, págs. 77–84, La protesta contra el parlamentarismo en Francia). Junto al derecho practicará el periodismo en los años 30. En 1925 fue elegido presidente de Le Faisceau Universitaire, rama estudiantil del partido de Valois. En su biografía prefiere pasar casi de soslayo estos aspectos de su juventud…

Tras su estancia en el Faisceau, se situará en la órbita de los “no conformistas de los años 30” (8) del grupo Ordre Nouveau y más especialmente de la revista Plans. Escribe sobre esa época: “La influencia de la revista Plans no fue desdeñable. Respondía a las aspiraciones latentes, a la dejadez provocada por el pensamiento conformista y las actitudes rutinarias. Se quería otra cosa, salir de la banalidad, ver el mundo desde un nuevo ángulo. Este deseo no nos afectaba sólo a nosotros. Era el mismo que el existente en un movimiento de ideas que se expresaba también a través de L’Ordre Nouveau que publicaban Robert Aron y Armand Dandieu, autor de un libro de título significativo: Le Cancer Américain. Estábamos igualmente en relaciones con el grupo llamado Tercera Fuerza que animaban Georges Izard, Pierre Olivier Lapie, Alexandre Marc y Emile Fabre y que precedió a la creación de la revista Esprit por Emmanuel Mounier”.

A pesar de su germanofobia vivió con entusiasmo el ascenso de Hitler al poder considerando que el movimiento nacionalsocialista era una posibilidad de regeneración de la civilización europea. Dedicó un ciclo de conferencias a este tema bajo el título de “La revolución alemana ha comenzado”. Solamente tras el 30 de enero de 1933, cuando observó que el III Reich aspiraba a reconstruir el poder del antiguo imperio alemán cambió de opinión.

Al igual que Valois, Lamour evolucionaría hacia un “extremo centro” de carácter antiliberal, antifascista y anticomunista que le llevará a identificarse con el bando republicano en la guerra civil española a la que asistió como periodista. Este hecho y el que fuera una de los pocos periodistas franceses que alertó sobre la llegada de Hitler al poder y pidió que se tomaran medidas para evitar que el III Reich amenazara a Francia hicieron que Lamour fuera considerado como un “belicista”. Al invadir los alemanes Francia, él y su familia huyeron a la “zona libre” de Vichy estableciéndose en Marsella y volviendo a la agricultura como profesión.

Al acabar la guerra se dedicará al sindicalismo agrícola y llegará a la cabeza de la Confederación General de la Agricultura y como tal se mostrará partidario de la mecanización de la agricultura (conducirá en 1946 la primera cosechadora automática que se utilizó en Francia) anunciando la “revolución verde”. De este período, tras haber sido nombrado “comisario adjunto de la República” data su colaboración con Jean Monnet, uno de los “padres de Europa”. Más tarde, en 1947, será uno de los impulsores de las “denominaciones de origen”. Impulsará la reorganización de la agricultura y de las infraestructuras agrícolas en el sur de Francia en los años 50 y 60, en marzo de 1960 será uno de los interlocutores privilegiados de Nikita Krouchtchev cuando visitó Francia.

En los años 70 se retirará de la política activa y recuperará su vida como agricultor. Redactará sus memorias que se convirtieron en un best seller en los años 70 al tratar a personajes y situaciones de las tres últimas repúblicas francesas. Murió en 1992 cuando ya hacía 45 años que se movía en las esferas del régimen.

El caso de Philipe Lamour es extremadamente parecido al de Georges Valois: su evolución será muy parecida y la trayectoria política del primero posterior a la Segunda Guerra Mundial demuestra como podía haber sido la del segundo si hubiera sobrevivido al conflicto. A pesar de su juventud fue uno de los puntales del Faisceau, alcanzando el rango de secretario de redacción de Le Nouveau Siècle. Vivió en primera línea los enfrentamientos entre Action Française y La Faisceau en los que participó activamente. Él mismo cuenta: “Intentamos reaccionar utilizando la fuerza y, una noche, a la cabeza de una “centuria” intentamos asaltar las oficinas de L’Action Française. Fuimos acogidos a tiros y nos retiramos con cuatro heridos”.

Tras la desintegración de El Faisceau en 1928 se separará de Valois y se integrará en el pequeño Partido Fascista Revolucionario (episodio de su vida que intentará olvidar y que no trata en sus memorias…) del que fue uno de sus impulsores. Hasta principios de 1936 seguirá pensando como “fascista” y proponiendo “un fascismo integral, social, económico, policial y judicial” (Le Journal de Rouen, 2 abril 1936). Posteriormente fundará la revista Plans en 1931 en la que participará una brillante corte de intelectuales que ya habían manifestado su simpatía por Valois (Leger, Le Corbusier, René Clair, Dufy, etc.).

El juicio de conjunto que Lamour realiza sobre Le Faisceau es digno de mención: “El movimiento estaba fundado sobre malentendidos. Se encontraban en sus filas, mezclados, antiguos combatientes como Jacques Arthuys, d’Harcour y Philippe Barrès, sinceramente inquietos por la degradación de la vida pública francesa; pero también viejos sindicalistas anarquistas, disgustados  por la politización del sindicalismo, visceralmente anticomunistas, cuyos mostachos proletarios y los pantalones anchos contrastaban con los mentones afeitados de los antiguos oficiales; de viejos soldados salidos de la formación, con la botonera estrellada de condecoraciones, antiguos combatientes de por vida, que de taberna en taberna y de partida de cartas en partida de cartas, no se decidían a desmovilizarse moralmente. Pero, sobre todo, se encontraban en gran número, realistas decepcionados por diversas razones que habían abandonado Action Française, razones que no eran siempre intelectuales (…) Era un magma heteróclito, con elementos yuxtapuestos antes que asociados, que la infatigable retórica del jefe Valois intentaba convencer de su unidad y de su solidaridad. Se reclutaba, en París y en provincias, a buenas gentes, sinceras, desinteresadas, ávidas de entregarse al servicio del país”. Para Lamour, la campaña de Action Française realizada contra Le Faisceau consiguió destruir la imagen de “novedad” con la que irrumpió el movimiento para pasara  ser solamente “una disidencia de Action Française” y, por tanto, a perder todo interés para las masas (La Cadran…, op. cit., pág 96–97).

Lamour fue uno de los antiguos militantes de Le Faisceau que logró reciclarse en la vida política francesa (él a través de la agricultura) alcanzando puestos de relevancia en las administraciones republicanas de la postguerra.

Nuevos militantes (II). Le Corbusier

Charles–Édouard Jeanneret–Gris, más conocido bajo el seudónimo de Le Corbusier a partir de 1920 (adaptación del nombre de su antepasado materno Lecorbésier), nacido en Suiza y naturalizado francés en 1930. En los años en los que Le Corbusier empezaba a tener renombre como arquitecto fue también afiliado a Le Faisceau. Eran los años en los que aspiraba a destruir las viviendas de las dos orillas del Sena, salvo los monumentos reconocidos, para construir rascacielos. Estos proyectos y los estudios que seguirán luego sobre la organización de las concentraciones urbanas (Argel y Río de Janeiro) fueron ampliamente criticados.

Al parecer, Le Corbusier fue miembro de Le Faisceau en 1926 y no ocupó cargos de responsabilidad aunque mantuvo a partir de ese momento una colaboración con las iniciativas de Philipe Lamour que le llevaría a la revista Plans. Ateo, tenía cierta vertiente espiritualista que le inducía a decir que sus antepasados habían sido cátaros (su seudónimo Le Corbusier quería decir “mercader de cestas” o “cordonero”) y no vaciló a la hora de construir distintas iglesias la más famosa de las cuales fue la capilla de Notre Dame du Haut en el Franco Condado cuando tenía 63 años. Su mismo concepto de urbanismo remitía al viejo paganismo; en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna de 1933 afirmó: “Los materiales del urbanismo son el sol, el espacio, los árboles, el acero y el cemento armado, en este orden y en esta jerarquía”.

Si nos atenemos a la biografía de Le Corbusier, el año 1926 estuvo casi completamente absorbido por su trabajo como arquitecto. Diseñó y construyó cuatro edificios que todavía pueden verse en París (Villa Stein, la Casa Cook, la Casa Guiette y el edificio del Ejército de Salvación); para colmo escribió un importante ensayo: Architecture d'époque machiniste y diseñó varios proyectos algunos de los cuales no progresaron (el de la mansión para el conde de Polignac) y otros se construyeron al año siguiente (las Maisons Minimun y los proyectos para dos inmuebles industriales). Ese mismo año falleció su padre y a principios de 1927 impartiría conferencias en España (en Barcelona visitaría las construcciones de Gaudí fallecido el año anterior), Alemania y Bélgica. Su militancia activa dentro de Le Faisceau necesariamente debía de ser muy limitada. Lo cierto es que Le Corbusier se sintió atraído inicialmente por el futurismo italiano y su concepción estética que incorporó en su estilo.

Pronto se desinteresó por la política, si bien mantuvo siempre ideas sociales (entre ellas su concepto de “unidad habitacional”), neo espiritualistas (de las que salió el Modulor, especie de revisión de la “divina proporción” en la tradición de Vitrubio y siguiendo la serie de Fibonaci) y funcionales (en parte derivadas de la idea del falansterio de Fourier y de los demás socialistas utópicos), que también estuvieron presentes en el fascismo.

En 1934, Le Corbusier viaja a Roma los meses de mayo y de junio. Se le organiza una audiencia con Mussolini que finalmente no tendrá lugar. Visitará la fábrica Fiat de Turín y la delegación de la Sociedad de Naciones en Venecia en donde participará en el simposio sobre “La ciudad y el Estado”. Es cierto que después de adquirir la nacionalidad francesa en 1930 es invitado a la URSS en donde permanece quince días, pero nunca jamás manifestará interés por el comunismo. En contrapartida, no pondrá remilgos cuando en 1942 sea recibido por el Mariscal Petain y aceptará trasladarse a Argel como delegado del gobierno de Vichy para planificar la reforma de la ciudad de Argel. Si el plan fracasó fue por dos motivos: por la independencia de los criterios políticos de los que hacía gala Le Corbusier y por la desconfianza que experimentaba el general Weygand hacia los arquitectos que le acompañaban oriundos en el proyecto, oriundos de Argel y, la mayoría, antifascistas.

Nuevos militantes (III). Jacques Arthuys

El destino y la evolución personal de Jacques Arthuys siguen en todo al de Valois. Como él tiene una pasión, la economía y una afición, el periodismo. Ambos iniciarán su evolución política en Action Française, la continuarán en Le Faisceau y terminarán en la resistencia. Ambos fueron soldados valerosos en la Primera Guerra Mundial (Arthuys lo hizo primero en caballería y luego en el recién formado cuerpo de aviación). Ambos fueron condecorados por acciones heroicas.

Tanto Valois como Arthuys comprendieron que el fascismo enseñaba que algunas contradicciones de la democracia parlamentaria solamente podían resolverse en el seno de un Estado fuerte y que, para alcanzarlo, era preciso abolir la partidocracia. Ambos estaban de acuerdo en la crítica que Maurras formulaba a la democracia y que compartieron sin fisuras. Es cierto que Arthuys era, formalmente, más moderado que Valois y que se sentía próximo a los Croix–de–Feu del coronel La Rocque, la más poderosa liga de excombatientes que ocupaba un espacio político a la derecha haciendo gala de una gran moderación. Tanto en Alemania en aquella misma época, como en la Francia de la postguerra los excombatientes habían terminado siendo una poderosa fuerza política en torno a la cual se articularon las distintas formaciones de la derecha. La experiencia bélica inspiró en Arthuys la publicación de una obra de reflexiones sobre el conflicto y sobre lo que implicaba la paz de Versalles, el germen de un nuevo conflicto. El volumen, titulado Les Combattants, apareció en 1925 y ni aporta mucho más de lo que al otro lado del Rhin los escritos de Von Salomon y Jünger estaban escribiendo en esos mismos momentos: frente a la grandeza de la hermandad del frente, en contrapartida con la camaradería y el sentimiento del honor que había reinado en las trincheras, el retorno a la vida civil entrañaba el comprobar que habían combatido por nada y que la nobleza de los ideas que les llevaron a las trincheras estaba en contradicción con la bajeza de quienes les habían llevado hasta allí y con lo miserable de quienes estaban gestionando la paz. La obra terminaba: “No admitimos ser sumergidos por esta bajeza general. Todo lo que es grande ha sido atacado de manera vil. Todo lo que es pequeño ha sido exaltado. Todo lo que ha supuesto una salvaguarda ha resultado destruido; la marina se disuelve poco a poco, el ejército languidece en el olvido, las fuerzas espirituales están rotas, el espíritu público es dubitativo, perezoso, dividido, se arroja como pasto a los hombres de este país los sentimientos de guerra civil. Durante es tiempo, al otro lado del Rhin, una nación  tenaz, con la que estamos comprometidos en un duelo secular está comprometida y espera su hora”. Lamenta ver a una Alemania cada vez más agresiva en su desgracia y a una Francia progresivamente dividida en la derrota. Y sabe que ni la partidocracia ni el parlamentarismo constituyen las soluciones sino que son el problema de la Francia de aquel momento.

Tras la asamblea del 11 de noviembre de 1925, Arthuys será vicepresidente de La Faisceau y redactor jefe de Le Nouveau Siècle. Desde estas tribunas concretará su proyecto político que coincide en todo con el de Valois: una dictadura nacional situada por encima de las clases sociales que haga gala de un patriotismo a toda prueba y de unas políticas sociales distributivas.

Cuando Valois empiece a considerar a Mussolini como reaccionario y traidor al fascismo de los orígenes (o, mejor dicho, a la concepción que se había hecho extrapolando un “fascismo de izquierdas” a la totalidad del fascismo), Arthuys le apoyará y mantendrá ese apoyo cuando se declare antimonárquico y renuncie al antisemitismo. Junto a Valois pasará a constituir el 10 de junio de 1928 el Partido Republicano Sindicalista instalado en plena izquierda.

Esta experiencia no les llevará muy lejos. Faltarán hombres, medios e ideas. Y a partir de ese momento los caminos de Valois y Arthuys se separan progresivamente. Éste apoyará a partir de 1936, como rechazo al Frente Popular, a la Confederación Nacional de las Asociación de Clases Medias.

Movilizado nuevamente en 1939 con el grado de capitán de la reserva, le tocará en junio de 1940 organizar la retirada de sus tropas desde el Sedan hasta Orange. No consigue evitar las pérdidas pero logrará en contrapartida que ninguno de sus hombres caiga prisionero. Allí, en Orange, le sorprende el armisticio del 22 de junio. Enterrará las armas de sus huestes y se rendirá en Vichy. Durante los primeros meses del régimen de Pétain lo apoyará pensando que reemprenderá el combate contra los alemanes, pero antes de terminar 1940, al percibir que el viejo general no tiene la más mínima intención de proseguir la guerra, abandonará Vichy y reaparecerá en París para organizar los primeros núcleos de la resistencia.

Como se sabe, hasta la Operación Barbarroja, el Partido Comunista Francés boicoteó la resistencia y Arthuys debió apoyar su red en los antiguos conocidos de la pre–guerra, en especial en la Confederación de las Clases Medias. Con ellos puso en marcha un servicio de información y publicó unas Lettres aux Français. Federando a otros grupos iniciales de resistentes, Arthuys constituirá la Organisation Civile et Militaire que a finales de 1941 había conseguido incorporar a equipos de antiguos militantes de Le Faisceau cubriendo el Norte y el Oeste de Francia. Pero la estabilidad de la red dura poco, el 18 de diciembre de 1941 son detenidos algunos de sus miembros que delatan la reunión que tendrá lugar al día siguiente en un café de los Campos Elíseos. Vigilados los asistentes, el día 21, uno de ellos se entrevistará con Arthuys que es detenido, condenado a varios años de prisión por sus actividades clandestinas y deportado en octubre de 1942 a Sonderlager, un campo de concentración próximo a Treveris, en donde morirá de muerte natural diez meses después. Hasta en su muerte, las vidas de Valois y de Arthuys serán paralelas.

Nuevos militantes (IV). Hubert Bourgin

Nacido en Nevers el 3 de noviembre de 1874 estudió en París y tras recibir un premio en filosofía entró en la Escuela Normal siendo el primero de la promoción de 1898. Especialista en Fourier, terminó su tesis sobre este socialista utópico en 1905, al año siguiente se doctoró en derecho con una tesis sobre la industria de la carnicería en el Oise. Durante los turbulentos años del affaire Dreyfus, Bourgin firmó la famosa petición para que el tribunal le exonerara de los delitos de traición y se reconociera las irregularidades que habían tenido lugar durante el proceso. Fue profesor en el famoso Liceo Louis Le Grand entre 1911 y 1937, años en los que se convirtió en un hombre de izquierda, especialista en la historia del movimiento obrero en el siglo XIX. Sin embargo, a partir de 1904 descubrió lo que llamó “la descomposición del socialismo” e hizo inventario de las distintas degeneraciones que estaba sufriendo: “revisionismo, reformismo, antipatirotismo, anarquismo, bolchevismo…”. Antes de la primera guerra mundial Bourgin se consideraba socialista y sindicalista revolucionario, y estuvo afiliado al Partido Socialista.

Durante la Primera Guerra Mundial fue jefe del servicio de informaciones de la subsecretaría de Estado de artillería y municiones y terminó la guerra como jefe de reavituallamiento. Durante la guerra su posición política fue virando progresivamente a la derecha y terminó en posiciones nacionalistas y antialemanas que compartió con Action Française aun sin afiliarse. Si bien no participó en el trabajo del Cercle Proudhon, conoció a Valois y figuró entre los primeros afiliados a Le Faisceau. Como militante del mismo publicó en la Librairie National una serie de libros sobre la degradación de la educación en Francia que atribuía al “Estado burgués” que proletarizaba la educación y con ello labraba su propia ruina. En los primeros momentos de su acercamiento a Action Française y, más concretamente a Valois, Bourgin, era secretario de redacción de la revista La Progrès Civique. Se trataba de una revista independiente fundada en 1919 por Henri Dumay y que contó con la colaboración de grandes plumas de la intelectualidad europea de la época (Duhamel, Levy–Brhul, Gide, Jean Rostand, H.G. Wells, etc.). La revista era de tendencia radical y socialista y estaba compuesta por heterodoxos procedentes de la izquierda. Bourgin, una parte de cuyo corazón estaba con los antiguos socialistas utópicos y otra parte con las nuevas experiencias de la derecha colaboró asiduamente.

Falleció en febrero de 1955 cuando ya estaba separado de la actividad política y periodística desde hacía casi 20 años. Murió como admirador de Fourier y Proudhon y de un “socialismo patriótico” que Valois había encarnado durante los años 20. Bourgin fue un hombre de izquierdas (izquierdas heterodoxas) que apoyó el proyecto de Le Faisceau considerándolo como propio.

Notas

(1)    Sternhell trata exhaustivamente todos estos sectores en su obra La Droite révolutionnaire (subtitulada Les origines françaises du fascisme 1885–1915. Éditions du Seuil. París 1978) que, en el fondo no es más que una continuación de su primera obra Irrationalism and Violence in the French Radical Right: Te Case of Maurice Barrès (New Brunswick, Rutgers University Press, 1974) y que precederá a su Ni droite ni gauche, (Editions du Seuil, París 1983) que junto con Naissance de l’idéologie fasciste (Fayard, París 1989) completan la tetralogía de este autor dedicada a investigar el origen del fascismo. Es en Ni droite ni gauche, en donde Sternhell trata con detenimiento la experiencia de Geoges Valois al frente de Le Faisceau. Al mismo tiempo, disponemos del testimonio del que fuera uno de los principales colaboradores de Valois en esta organización, Philipe Lamour quien describe en sus memorias (Le Cadran Solaire, Robert Laffont, París 1980, págs. 95–103) las ideas que le llevaron a Le Fascisceau, la peripecia de esta organización y las causas que precipitaron su final.

(2)    James Gregor, historiador estadounidense, originariamente Gimigliano Anthony, hijo de padre anarquista y de madre italiana considerada como “extranjera enemiga” durante la II Guerra Mundial se graduó en la Universidad de Columbia en 1952. En 1960 fue contratado como profesor de filosofía en la universidad de Washington y recibió su doctorado de Columbia en 1961 con su tesis sobre Giovanni Gentile. Posteriormente pasó a la Universidad de Hawai hasta 1964 y luego a la de California en Berkeley en 1967, donde todavía.

Gregor era también un rival de Brown contra el Consejo de los Estados Unidos la Corte Suprema contra la decisión de Educación de poner fin a la práctica de la segregación racial en las escuelas estadounidenses. En los últimos años, Gregor ha afirmado que apoya la segregación en todos los aspectos, y que simplemente se oponían al uso de las facultades del Poder Judicial para cambiar el ingeniero. En cambio, Gregor ha argumentado que la integración debe haber ocurrido a través de medidas legislativas, fue testigo de las leyes de derechos civiles que el Congreso aprobó en los años posteriores. Según Gregor, su principal preocupación de Brown consiste en la amenaza de un poder judicial extralimitarse en sus facultades constitucionales.

Desde la década de 1970, Gregor ha pasado la mayor parte de su investigación académica en el estudio del fascismo y es por esto que es más conocido. En 1974 escribió La persuasión fascista en la política radical. Desde entonces, ha publicado importantes obras sobre el tema, incluyendo "de Mussolini, los intelectuales", "La búsqueda de neofascismo", y "el marxismo, el fascismo y el totalitarismo". Fue en gran parte como consecuencia de este trabajo que fue hecho un compañero de Guggenheim nacional y, posteriormente, un Caballero de la Orden del Mérito por el Gobierno italiano. Durante este período Gregor publicados en las principales ciencias filosóficas, políticas, de seguridad y revistas.

(3)    La literatura en lengua castellana sobre el compagnonnage es casi inexistente, sin embargo puede consultarse una introducción a este movimiento en Estudios sobre la Masonería, Ernesto Milá, PNL Books, Valencia 2010, especialmente en los capítulo I y II.

(4)    L’Action Française et la religión catholique: les éléments d’une imposture, agressions libérales, démocratiques, sillonistes: les maîtres de l’Action Française, l’Action Française et la moral, Charles Maurras, Nouvelle Librairie Nationale, París 1914, pág 133.

(5)    René de la Tour du Pin (1834-1924) teórico francés del “catolicismo social”, miembro de la nobleza, como militar participó en la guerra de Crimea y en la guerra franco-prusiana de 1870. A partir de la Comuna de París se interesó por los problemas social de los trabajadores y se adscribió al “catolicismo social”. Agregado militar en Austria en 1877 contactó con el Conde de Chamberd, aspirante legitimista al trono de Francia que residía en aquel país. A la muerte de este manifiesta su fidelidad realista al Conde de París En 1881 abandona el ejército. En 1885 fue recibido por el papa León XIII en Roma y en 1991 rechaza aceptar la III República y nunca abandonará sus ideales monárquicos. En 1892 conoce a Charles Maurras y apoya a Action Française desde su fundación aportando a la revista y a la nueva formación su interés por las políticas sociales de apoyo a las clases trabajadoras. Su influencia en el pensamiento conservador francés se prolongó a lo largo de los dos primeros tercios del siglo XX. El propio general De Gaulle prodigó elogios en relación a su pensamiento. Escribió: Hacia un orden social cristiano y un manifiesto corporativo que publicaremos íntegro en el número IX de la RHF.

(6)    Cfr. Édouard Berth (1875–1939). Essai de biographie intellectuelle, Vincent Michel,  Université de Paris I, 2003, 209 p. (Maîtrise, T. 1039 MIC), así mismo puede leerse la obra de Berth Les Méfaits des intellectuels (Marcel Rivière, Paris, 1914) con prefacio de Sorel reeditado en 2007 precedido por una biografía elaborada por Alain de Benoist.

(7)    Fragmento de Les Mefaits des intellectuels, extraída del ensayo de Alain de Benoist, Le Cercle Proudhon entre Edouard Berth y Georges Valois, http://www.alaindebenoist.com/pdf/le_cercle_proudhon_entre_berth_et_valois.pdf.

(8)    Le Cadran Solaire, Philippe Lamour, Robert Laffont, París 1980. De las páginas 95 a la 138 cubre su experiencia en le Faisceau, especialmente de la 95 a la 98. 


GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (1 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (2 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (3 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (4 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (Anexo)


miércoles, 18 de agosto de 2021

Georges Valois y el Faisceau. Primera exportación del fascismo italiano (4 DE 4) - LA FUNDACIÓN DE LE FAISCEAU

 

En el primer número de Le Nouveau Siècle (25 de febrero de 1925) se publicó de manera destacada una declaración firmada por 28 personalidades (entre las que figuraban Jacques Arthuys, Serge André, René Benjamin, André Rousseaux, Henri Ghéon, Georges Suarez, Jérôme et Jean Tharaud, Henri Massis y, por supuesto Valois) en el que se afirmaba que “la victoria había sido robada a los ex combatientes” y se pedía: “Un jefe nacional, la fraternidad francesa, una nación organizada en sus familias, sus oficios y sus provincias, la fe religiosa dueña de sí misma y de sus obras; la justicia de todos y por encima de todos”. Más adelante se añadía que: “Trabajaremos para formar o reformar las legiones de la victoria, legiones de combatientes, de padres de familias, de productores, de ciudadanos”. Inicialmente, el llamamiento no era muy diferente a los que hasta ese momento habían lanzado desde Action Française o desde las Jeunesses Patriotes, pero unos meses después, el 11 de noviembre de 1925 en el mitin que tuvo lugar en la Sala Wagram y a la que asistieron 6.000 personas, Valois anunció la fundación de un movimiento nuevo, Le Faisceau que estaría dividido en cuatro secciones, Faisceau de los combatientes, Faisceau de los productores, Faisceau cívico y Faisceau de los jóvenes. Y aquí, si que existen unas similitudes próximas al fascismo italiano.

En los meses que mediaron entre la aparición del primer número de Le Nouveau Siècle y el lanzamiento de Le Faisceau, Valois había aprovechado para elogiar a Mussolini en su revista del cual dijo: “Es el movimiento a través del cual la Europa contemporánea tiende a la creación de un Estado moderno” y recalcando que se trataba de “movimientos nacionales”: “El fascismo italiano ha salvado a Italia empleando métodos acordes con el genio italiano, el fascismo francés empleará métodos conformes al genio francés”.

Las relaciones con Action Française se fueron agriando a partir de ese momento. No se trataba ya sólo de que Maurras pensara que Valois le estaba intentando hurtar financiadores (como vimos), sino que las orientaciones políticas entre ambos empezaban a ser distintas. Durante esos meses de 1925, Valois había seguido enviando artículos al semanario de Maurras que eran regularmente publicados. Tras la publicación de uno de ellos, Maurras escribió a Valois una larga carta en la que le recordaba que su último artículo sobre “las finanzas, la moneda y la economía” había causado malestar en algunas personalidades de la sociedad situadas en la órbita de Action Française. Maurras restaba importancia al papel de la burguesía en la constitución del régimen parlamentario y atribuía la responsabilidad a “los elementos protestantes, los judíos, los masones, los extranjeros”… Luego Maurras ironizaba mucho más de lo que Valois estaba dispuesto a soportar (“En Provenza le diría que usted ha cambiado una sardina por un atún”…) y, por su no estaba claro, terminaba certificando la ruptura: “En conciencia, tengo el deber de decirle que usted se equivoca y que esta política es errónea. Y yo no puedo admitirla en Action Française”.

En realidad, lo que se estaba produciendo eran dos fenómenos completamente diversos: uno de orden doctrinal (Valois acentuaba su énfasis sobre la responsabilidad de la burguesía en la decadencia de Francia, mientras que Maurras proseguía responsabilizando particularmente a fuerzas exteriores a Francia) y otra de orden personal (ambos rivalizaban por las mismas fuentes de financiación y Maurras terminó temiendo que Valois le restara medios). Para Valois, la ruptura con Maurras tuvo como resultado el que su movimiento se encontró de partida con una difícil situación financiera y siempre adoleció de una dramática falta de fondos que terminó con el diario, hizo peligrar la revista y limitó su actividad política. Sin embargo, tuvo la contrapartida positiva de que la población percibió en Valois un intento nuevo de ir mucho más allá de donde se había atrevido a ir Maurras, lo que facilitó que en un primer momento se adhirieran a sus filas un cierto número de sindicalistas y personalidades de izquierdas que siempre habían desconfiado de Action Française. El trabajo realizado por Valois durante los años del Cércle Proudhon parecía haber dado, finalmente, algún resultado.

Desde el principio, Le Faisceau hizo algo más que seguir la “vía italiana” adaptándola a Francia, la imitó en sus formas exteriores. Las “camisas azules” sustituyeron a los “camisas negras” mussolinianas, las formaciones paramilitares fueron comunes a ambos grupos, como el liderismo y el corporativismo. Todo esto fue suficiente como para que los miembros de Action Française empezaran a percibir a Valois como un “traidor”.

En diciembre de 1925, con la ruptura aún fresca, los Camelots du Roi (servicio de orden de Maurras) asaltaron un mitin de Le Faisceau al que siguió la respuesta en forma de raid sobre la sede de Action Française. A esto siguió una campaña de calumnias lanzada contra Valois. En las columnas del semanario de Maurras se le trató como confidente de la policía, se dijo que había robado los ficheros de Action Française, de estar a sueldo de un gobierno extranjero, de haberse apropiado de la Librairie National, de recibir fondos secretos… Valois no reaccionó a tiempo ante todas estas calumnias –porque a fin de cuentas se trataban de calumnias que no tenían absolutamente ninguna base real– y cuando lo hizo un año después presentando una demanda judicial, fue capaz de aportar un volumen de 600 páginas que reunían todo el material difamatorio.

El proceso fue penoso para ambas partes y la prensa le prestó una atención preferencial. Hoy los historiadores tienden a dar la razón a Valois: Maurras fue quien realmente le calumnió y ni siquiera en el cambio de titularidad de La Librairie National la razón parecía acompañarle. En realidad, Valois la había dirigido durante años y había transformado en una pujante empresa editorial algo que cuando llegó apenas tenía importancia. Los tribunales le dieron la razón y la dirección de Action Française hubo de pagar fuertes multas. Pero, cuando llegó la sentencia, Le Faisceau había atravesado su breve período de gloria, para empezar a decaer, el diario ya no existía y había recuperado su aparición semanal, previa a su desaparición en 1928. La victoria judicial no pudo acompañarse por una victoria política. Muchas cosas fallaban en el movimiento de Valois: el militarismo no parecía satisfacer a la sociedad francesa, su imagen parecía una copia demasiado servil del modelo italiano y era visto como un producto de importación. Y, para colmo, algunas de sus nuevas tomas de posición eran rechazadas incluso por sus propios partidarios, incluso por los llegados de la izquierda. La renuncia al antisemitismo, por ejemplo.

¿Cuántos afiliados llegó a tener Le Faisceau? Existe cierto misterio en torno a las cifras, el propio Valois hablará de 25.000 afiliados cifra que los historiadores consideran “plausible”. Más exagerada parece la tirada de Le Nouveau Siècle que Valois evaluó en 300.000 ejemplares. La tercera parte parece mucho más verosímil.

Dificultades insuperables

El profesor Sternhell resaltó el hecho de que “en términos de ideología, el Faisceau es un verdadero prototipo del fascismo. Lo mismo se aplica prácticamente al nivel de la acción política, salvo quizás en un área importante: el Faisceau no busca la violencia. Esto no significa que tema la pelea. Su servicio de orden no será constituido por lo demás más que en el momento en que resulta claro que los ataques y las provocaciones de Action Française no cesarán. Los Camelots, más que los comunistas, constituyen su adversario”. 

Realmente, en la historia de Le Faisceau solamente se produjo un enfrentamiento directo y de magnitudes importantes con la extrema–izquierda al celebrarse el gran mitin de Reims, el 27 junio de 1927. Cuatro mil comunistas se manifestaron en la plaza de la catedral cerca de donde tenía lugar la asamblea. El choque fue brutal, la policía se vio obligada a intervenir y los disturbios se extendieron por toda la ciudad hasta altas horas de la noche. En aquel momento, Le Faisceau consiguió movilizar 10.000 personas entre sus propios efectivos y los de las Asociaciones nacionales de ex combatientes y de las Jeunesses Patriotes. Antes, el 21 de febrero de 1926 había tenido lugar la reunión de Verdún, primera manifestación de masas del partido. En Verdún –lugar emblemático para los ex combatientes– se desarrolló un nuevo estilo de hacer política nunca antes visto en Francia: paradas militares, uniformidad de la militancia, puesta en escena fastuosa… el estilo mussoliniano en estado puro. El uniforme del partido era la camisa azul oscura con corbata azul, sombrero de fieltro gris con cinta negra y bastón. “La insignia –explica Sternhell en Ne destra, ne sinistrade la organización debe ser siempre llevado a la vista, mientras el uniforme debe ser sólo utilizado en reuniones, asambleas y concentraciones”.

A pesar de esta deliberada similitud en relación al fascismo italiano todavía se discute hoy si existieron relaciones directas entre Mussolini y Valois. Si existieron, en enero de 1928 ya se habrían enfriado; en efecto, en esa fecha Valois acusaba al fascismo italiano de “haber abandonado su origen social y revolucionario y transformarse en reaccionario”. Sternhell reconoce que todos los esfuerzos de los Renseignements Généraux para confirmar las denuncias de colusión entre los dos fascismos, lanzados desde la izquierda, acabaron en vía muerta. En su exhaustiva investigación en los archivos policiales, menciona solamente una nota de servicio de la Prefectura de Policía de París, fechada el 21 de noviembre de 1925, en la que el duque de Camastra, vice–presidente del fascio italiano de París, se cita como uno de los subvencionadores de Nouveau Siècle. Sin embargo, esta información no era valorada como “segura” por los servicios del Ministerio del Interior que seguían opinando que no había evidencias de que el gobierno italiano hubiera apoyado la propaganda del movimiento francés. La abundancia de documentación encontrada por Sternhell en los archivos policiales franceses indica que desde el inicio de su actividad, Le Faisceau fue estrechamente vigilado por la policía: “Desde el principio, cualquier hecho mínimo y los gestos de sus activistas son seguidos, catalogados, y una importante red de informadores es puesta en marcha. Las precauciones tomadas son considerables. Hoy parecen desproporcionadas, teniendo en cuenta la importancia real del Faisceau. Sin embargo, parece que en aquel momento se pensara lo contrario. Así, a finales de noviembre de 1925, el ministro del Interior pedirá expresamente al gobernador militar de París triplicar los servicios de intervención telefónica en el departamento del Sena”.

Cuando se inicia 1926, Valois está pletórico de ideas y de proyectos ara potenciar su movimiento. Ha celebrado una tercera gran concentración en Meaux y de allí ha salido la idea de lanzar una revista doctrinal de propaganda que elaborara y difundiera las ideas del movimiento. Sin embargo, los escasos medios con los que cuenta Valois impiden desarrollar este y otros proyectos. A finales de ese año la llegada al poder de Poincaré asesta un duro golpe a Le Faisceau. Si el partido de Valois había nacido bajo un gobierno de izquierdas (1924–1926) encontró inicialmente una fácil financiación era porque se consideraba que podía movilizar masas obreras contra la izquierda. Sin embargo, cuando a finales de 1926 vuelve al poder Raymond Poincaré al frente de un “gobierno de unidad” y centrado en la política de austeridad financiera y devaluaciones que durará hasta 1929, el sistema ha resuelto su crisis sin necesidad de movilizar a Le Faisceau en la calle, así que… ¿para qué seguir apoyándolo? En 1928, Valois en su obra L’Homme contre l’argent, escribirá: “Con Poincaré en el poder, nos convertíamos en mucho más vulnerables. Perdimos este espeso colchón de simpatías que nos valía nuestra función de defensor del franco”.

Sternhell realiza un juicio de conjunto sobre la experiencia de Le Faisceau: Fue, pues, una razón ajena al movimiento –la mejora de la situación financiera en el país– la que precipitó la caída del Faisceau. De hecho, el Faisceau tuvo en contra suya haber querido asentarse en un momento en el que Francia estaba consiguiendo, con mucho esfuerzo ciertamente, salir de la crisis monetaria y financiera. Tenía en su contra el hecho de que, durante su existencia, la inflación y el desempleo, así como el temor a la revolución comunista –el otro elemento del dualismo que ha favorecido generalmente el nacimiento y el éxito de los demás partidos fascistas en Europa– no han alcanzado nunca en Francia apoyos favorables. Todos los movimientos fascistas franceses que le sigan conocerán la misma situación”.

En el Congreso de enero de 1927 en la rue d’Aguesseau, los contrarios a Valois organizaron la disidencia. Y eran muchos: a la derecha se encontraba Bucard (que luego fundaría el Partido Francista, seguramente la opción de extrema–derecha más similar al fascismo italiano) que le acusa de traicionar el espíritu de los combatientes. Frente a él y por la izquierda está Philipe Lamour que denuncia el proyecto de Valois como un intento de “constituir un cuerpo auxiliar para la defensa de los poderosos”.

A partir de ese momento, el dinero empieza a escasear, proliferan las escisiones y las fugas, desaparecen los apoyos económicos, se pierden viejos militantes y no aparecen reemplazos. Incluso el partido se va fragmentando; Sternhell hace un resumen de las salidas: “en diciembre abandona el delegado general de Humières, Lapérouse, el Dr. Thierry de Martel, presidente del gremio de los médicos, hijo del célebre escritor nacionalistas Gyp, y finalmente el joyero Brunet que, algún tiempo antes, había entregado grandes sumas al movimiento. En enero de 1927, es el turno de Barral y Pierre Dumas, vicepresidente de las corporaciones. En febrero, el estado mayor también comenzó a romperse: los millonarios de Franz Van den Broeck d’Obrenan y Serge André serán los primeros en salir. Para estos hombres, el movimiento está condenado, la operación de rescate del franco ha marcado su final. Durante este período ya no se ve a Philippe Lamour, que finalmente será expulsado en marzo de 1928. En agosto de 1927, Pierre Darras, el presidente de una de las corporaciones, que había intentado poner en marcha un sindicato “amarillo”, también renunciará. El Faisceau, a partir de entonces, habrá perdido la casi totalidad de sus efectivos”.

Valois es consciente de que la experiencia de La Faisceau ha concluido, a pesar de que las ideas que inspiraron al movimiento sigan siendo válidas, pero ya no pueden hacerse solidarias del movimiento fascista italiano. En 1928 iniciará su retorno a la izquierda convencional y cuando prácticamente Le Faisceau haya desaparecido, fundará el 0 de junio de 1928, el Partido Republicano Sindicalista,  en el que participarán algunos antiguos miembros de Le Faisceau y unas pocas nuevas captaciones: Charles Albert (antiguo anarquista), Jacques Arthuys, Hubert Bourgin, René Capitant (que tras la guerra pasará al gaullismo). Inicialmente se sumaron algunos “fascistas franceses” pero pronto percibieron que la orientación del partido era de izquierdas e incluso antifascista. No es raro que muchos de sus miembros pasaran a la resistencia tras la ocupación alemana.

El órgano del nuevo partido fueron los Cahiers Bleus que aparecieron entre el 15 de agosto de 1928 y el 23 de mayo de 1932, en total 119 números de una revista quincenal cuyo subtítulo era: “Por la república sindical: órgano de cultural general y de organización”. Tanto el movimiento como la revista intentaban desarrollar un nuevo modelo económico basado en el corporativismo y en el sindicalismo. Entre los colaboradores se encontraban gentes tan diversas como Edouard Berth, Marcel Déat, Bertrand de Jouvenel y Pierre Mendès France, el dirigente stalinista italiano Pietro Nenni y el mismísimo Pierre Drieu la Rochelle, Doriot y Paul Marion que será nombrado ministro del gobierno de Vichy por el mariscal Petain durante la ocupación..

El último núcleo específicamente fascista terminó también escindiéndose a principios de 1928 y formando el Partido Fascista Revolucionario, animado por el doctor Winter y que contó con el apoyo y la militancia de Philipe Lamour y del Fascio Universitario que presidía, Maurice de Barral y Edouard d’Eaubonne. Sin embargo, el impulso inicial hacía mucho tiempo que se había perdido y ni el partido ni su semanario La Révolution fasciste, tuvieron el más mínimo eco en la sociedad francesa.

Valois después de Le Faisceau

Hacia 1931, Valois había sido requerido por Albert Thomas para colaborar en la redacción de la Nueva Enciclopedia que debía revolucionar la cultura de los años 30. Thomas, desde muy joven militante sindicalista y cooperativista, había trabajado durante la guerra mundial en la organización de la producción bélica, tenía conocimientos de economía que aplicó brillantemente en la materia. Fue diputado socialista y ocupó distintos cargos de responsabilidad durante el conflicto. Realizó encargos del gobierno francés en Rusia durante el período revolucionario. Participó en la organización de varias conferencias internacionales sindicalistas y socialistas y fue uno de los fundadores de la Organización Internacional del Trabajo del que fue primer presidente. En 1931 aspiraba a elaborar una “enciclopedia” centrada en el movimiento obrero, cuestiones de economía y sindicalismo y temáticas sociales. Desgraciadamente para Valois, el proyecto no tendrá continuación tras la muerte prematura de Thomas el año siguiente.

En 1934 Valois participará en la creación de la revista Nouvel Âge que se convertirá en diario poco después. El diario había sido fundado en 1930 por Henry Poulaille un promotor anarco–sindicalista de cultura proletaria. Valois lo conocía desde que había publicado algunos de sus textos en La Librairie Nationale. Nouvel Âge se subtitulaba “revista de cultura y de organización para la edificación de una economía distributiva en un mundo sin guerra y sin clases por la Comuna y la libertad humana”… En 1934, Valois se incorporó a la dirección de la revista que seguiría apareciendo bajo su dirección hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En 1935 pide el ingreso en la SFIO apadrinado por Marceau Pivert que será rechazada.

Durante ese período no quedaba ya nada del “Valois miembro de Action Française”, ni siquiera del más reciente “Valois jefe de Le Faisceau”. Su evolución hacia la izquierda había sido prodigiosa y se operaba a velocidad acelerada hasta el punto de que puede decirse que de haber vivido la revolución de mayo del 68, lo más probable es que hubiera militado en alguna organización anarquista e incluso en la CNT francesa. Cuando estalló la guerra civil española, Valois hizo campaña contra la actitud ambigua del gobierno de Leon Blum y denunció en reiteradas ocasiones y en las columnas de su revista que la izquierda francesa permaneció de espaldas a la II República española.

En los años siguientes tomó partido ante distintos episodios internacionales siempre manteniendo dos posturas: pacifismo y antifascismo. Como pacifista se opuso en 1938 al consenso de Munich y como antifascista propuso un bloqueo económico contra Alemania e Italia.

Al estallar la guerra, Valois y su adjunto, Gustave Rodriguès se encuentran en Bayona y ahí permanecen en julio y agosto de 1940 cuando se produce la invasión alemana. Rodriguès al conocer la entrada de los alemanes en París se suicida y Valois pasa a Marruecos en donde crea un grupo clandestino. Será detenido a finales de octubre de 1940 y transferido a la prisión de Clermont en donde se encuentra un viejo conocido suyo, Pierre Mendès–France. Al no haber pruebas contra él y haber sido detenido solamente de manera preventiva, Valois es liberado el 27 de abril de 1941. Marcha a Vichy para encontrarse con su secretario, Roger Maria que, inicialmente, pensaba exiliarse en Londres y unirse a las fuerzas de De Gaulle, sin embargo, una vez allí deciden viajar a las inmediaciones de Lyon en donde antiguos miembros de Le Faisceau han montado un núcleo de resistentes. Pero él mismo asume que es demasiado conocido para poder realizar trabajo clandestino, así que lo único que puede hacer es hacerse visible y fácilmente vigilable para que la policía crea que realiza actividades profesionales y no políticas. Intenta abrir una librería, pero luego renuncia y compra un pequeño hotel en Val d’Ardières, donde residirá y, de paso, recibirá amigos.

Desde ahí realizará unos fascículos ciclostilados sobre la historia de las cooperativas en Francia, legislación sobre jardines obreros y facilita consejos de jardinería. Es una cobertura creíble a la vista del historial pasado de Valois, pero también inofensiva que no debería despertar suspicacias ni del ocupante alemán ni del gobierno de Vichy. Se suscriben 200 personas, pero sólo unas pocas reciben un suplemento con informaciones políticas de actualidad. En 1943, Valois publicará una nueva revista, Après, donde escribirá con el seudónimo de Adán. Entre otros estudios Valois–Adán publica un voluminoso número de la revista titulado “Francia traicionada por los trusts” que ha pasado a la historia como la obra más voluminosa publicada clandestinamente en Francia.

La historia terminará mal. En Lyon opera la Gestapo dirigida por el capitán Klaus Barbie que consigue mantener a raya y desarticular a los distintos núcleos de la resistencia. Su secretario fue duramente torturado, pero la Gestapo tras interrogar a Valois lo consideró como un idealista ingenuo, lo que no les evitó a ambos ser, sin embargo, condenados a muerte, pena que es conmutada por una estancia en un campo de concentración. Mientras su secretario, después de indecibles peripecias, sobrevivirá a la guerra, Valois, deportado a Neuengamme, en donde estaban internados los presos de mayor edad, se sabe que incluso en sus últimos días albergaba proyectos grandiosos para reconstruir la izquierda, reformar la economía mundial e impulsar un nuevo orden mundial. Allí murió de tifus el 18 de febrero de 1945, tres meses y veinte días antes de que el III Reich se rindiera.


GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (1 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (2 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (3 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (4 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (Anexo)

lunes, 16 de agosto de 2021

Georges Valois y el Faisceau. Primera exportación del fascismo italiano (3 DE 4) - GEORGES VALOIS, LOS PRIMEROS PASOS EN SOLITARIO

 

Los primeros pasos

Se trata sin duda de uno de los políticos más controvertidos del siglo XX y aún hoy se discute si se trató de una persona coherente con sus principios, o más bien de alguien que irresistiblemente tenía tendencia a nadar contra la corriente en cualquier dirección que fuera. No es raro, pues, oír en la actualidad que Valois fue un “hombre de izquierda” y de manera mucho más habitual “de extrema–izquierda”, o bien que se trató simplemente de un hombre de derecha que odiaba a Petain y al resto de componentes de la derecha, y, por supuesto los hay que dicen que se trató de un “fascista”, añadiendo la coletilla “de izquierda”. Los hay que lo tienen por un “nacional sindicalista” en el sentido pre–joseantoniano. Cuando Primo de Rivera funda Falange Española y Ramiro Ledesma aporta un mínimo perfil a la doctrina nacional–sindicalista, hace tiempo que Valois ya está ubicado en otro lugar político. Así pues, existe un “enigma Valois” que no puede desentrañarse y ante el cual lo único razonable que puede hacerse es señalar algunos jalones de su vida y procurar, tras esto, intentar explicar su portentosa aventura ideológica y personal que le llevó de ser el primer movimiento fascista nacido fuera de Italia a morir en un campo de concentración alemán tras haber participado en las actividades de la “resistencia”.

Su verdadero nombre era Alfred–Georges Gressent y había nacido el 7 de octubre de 1978, huérfano a la edad de cinco años fue educado por sus abuelos. Una vez en París, a los 13 años estudió formación profesional siendo expulsado dos años después por indisciplina, tras lo cual desempeñó distintos oficios (dependiente en una tienda de tejidos y en varios comercios más, aprendiz de periodista, etc.). A los 16 años fue detenido y al intentar clasificarlo le colgaron la etiqueta de anarquista, algo que él siempre negó ser a esa edad,  pero a los 19 años, en cambio, tras un largo viaje a Singapur, reconoce que abrazó esta doctrina justo cuando reemprendió los estudios. Su servicio militar le reporta bien poco salvo una tuberculosis a causa de la cual es licenciado prematuramente. Seguirá luego un período de estancia en Ginebra y otro en Moscú como preceptor de un noble. Cuando regresa a París en 1902 para trabajar en una librería ya es un consumado autor.

Desde 1905 utiliza el seudónimo de “Georges Valois” con las que firma sus dos primeras obras (1905 y 1906): El hombre que viene y La monarquía y la clase obrera. Por entonces ya se ha afiliado a Action Française, pero la marginalidad parece gustarle y es en esta organización en la que crea el Círculo Proudhon. En esa primera época de su actividad política podría ser definido como un monárquico anti–parlamentario de izquierdas. Lo que le ha llevado a la monarquía es la percepción de que el Rey tiene más autoridad que el Parlamento y que ésta siempre, inevitablemente, tiene una tendencia innata (la propia de la burguesía) a doblegarse ante el poder del dinero. 

Será en 1912, cuando pida la baja en la librería en la que trabajaba  desde 1902 para dirigir la Nouvelle Librairie Nationale. Por entonces es considerado como el número tres de Action Française, tras Maurras y Daudet con fama de ser “el economista de la extrema–derecha”. Le interesa la “economía social”, el sindicalismo y los gremios a los que considera como los únicos capaces de oponerse con garantías de éxito al poder del dinero y a la alta finanza a la cual no cesa de atacar y resaltar sus rasgos parasitarios.

Al iniciarse la guerra mundial es movilizado y combate en Verdún hasta 1916. A él se debe una obra extraña y anticipadora, Caballo de Troya o la invención del carro de asalto, que llamará la atención en el Estado Mayor y dará credibilidad a quienes proponían dar un impulso a este tipo de armas nuevas y desconocidas, las unidades blindadas, inexistentes hasta ese momento.

Al acabar la guerra se va distanciando progresivamente de Action Française y la ruptura hubiera sido más brutal de no haber mediado León Daudet, por quien Valois sentía una enorme simpatía y al que debió la vida en 1916. Pero la ruptura es inevitable y cristaliza en la fundación de Le Faisceau des Combattants et des Producteurs. Y, a partir de este momento la vida de Valois toma otro rumbo inesperado a partir del cual todo serán “giros copernicanos” para unos y “evolución lógica” para otros…

Cuando Valois encontró a Sorel y Sorel a Maurras…

Apenas ha cumplido los 20 años de edad cuando se cruza en su vida Georges Sorel del que, a partir de entonces, se convierte en un ferviente partidario. En esos años, antes de derivar hacia la izquierda, Valois, frecuentó distintos grupos liberales como L’Art social, de Charles–Louis Philippe, Les Temps nouveaux, de Jean Grave, y muy especialmente L’Humanité Nouvelle, de Charles Albert, en donde conocerá a Georges Sorel, que tiene un peso decisivo en su cambio de orientación política. Sorel tenía en aquel momento 50 años y gozaba de un prestigio intelectual extraordinario e infundía un respeto reverencial entre sus colaboradores.

Sorel escribía (y hablaba) sobre el sindicalismo, la lucha de clases, la revolución y el poder del capitalismo. Desconfiaba de la socialdemocracia y tenía a Marx por un dogmático y a su doctrina como un mero esquematismo mecánico que ignoraba todo lo relativo a las clases medias que jamás supo cómo encuadrarlas en su sistema. Sorel le imbuyó la idea de que era importante preservar la autonomía obrera y crear una aristocracia revolucionaria curtida en los combates sindicales. Tenía a la burguesía como un grupo social de mediocridad demostrada cuya antítesis era el ardor popular expresado a través del sindicalismo revolucionario. Y si esto era así, el parlamentarismo, en tanto que expresión política de la mediocridad burguesa, generaba su rechazo integral. El mito dorado de la burguesía era para Sorel el “progresismo” y lo que llamada “el mito del progreso”. Este encadenamiento de razonamientos había llevado a Sorel desde la izquierda a asumir los postulados de la izquierda más radical.

La influencia de Sorel se manifestó ya en la primera obra de Valois, L’Homme qui vient, subtitulado “filosofía de la autoridad” en donde el orden de ideas es muy similar al que dio lugar al fascismo de izquierdas mussoliniano de la primera hora: sindicalismo revolucionario contra corrupción democrática, régimen “fuerte” frente a liberalismo, lucha contra la plutocracia. Valois dio a leer su manuscrito a Paul Bourget, el cual se lo pasó a Maurras y tal fue el camino a través del cual ambos se pusieron en contacto. Valois escribió años después, tras la ruptura con el fundador de Action Française: “Nos enfrentamos inmediatamente en el problema económico y social. Luego, Maurras se abstuvo de reemprender esta disputa. Había tomado su decisión; comprendió que era preferible asociarme a su obra y utilizarme esforzándose en impedirme la producción de toda aquella parte de mi obra que no aceptaba”. El fragmento es algo forzado y motivado por el resentimiento mutuo que apareció entre ambos doctrinarios a partir de 1926: en los años en los que Valois entró en Action Française, Maurras insistía en sus tomas de posición anticapitalistas (así pues, no era tanta la distancia que lo separaba de Valois) y contraponía la estructura capitalista de la economía a la estructura corporativa que proponía. Defendía el sindicalismo y el gremialismo contra el jacobinismo y el autoritarismo republicano surgido de la burguesía.

El propio Sorel experimentó entre 1908–9 esta sensación de proximidad a Maurras (llegó a escribir en junio de 1909: “No sé si Maurras logrará traer al rey a Francia y tampoco me interesa. Lo que me interesa es que se dirige ante la burguesía reaccionaria, reprochándole el haber sido vencida e intentando darle una doctrina”. Al año siguiente, Sorel comentaría elogiosamente la Encuesta sobre la Monarquía escrita por Maurras. A ambos les unía su común desprecio por las instituciones republicanas, su rechazo a la mezquindad burguesa, al jacobinismo nivelador y a la plutocracia. Les separaba la posición de ambos ante lo que Maurras llamaba “los cuatro Estados confederados”, judíos, extranjeros, protestantes y masones, un tema que no interesaba nada a Sorel, pero es rigurosamente cierto que ambos no estuvieron tan separados como Valois pretendía cuando entró en conflicto con Maurras.

La Nouvelle Librairie Nationale y Le Nouveau Siécle

Creada en 1900 por Action Française se mantuvo abierta hasta 1930 siendo dirigida a partir de 1912 por Georges Valois. Estaba situado en el 11 de la rue Médicis de París e inicialmente se especializó en la publicación de libros de orientación nacionalista. A lo largo de su trayectoria publicó 300 libros casi todos ellos de carácter político en un sentido amplio: desde textos sobre el caso Dreyfus (anti–dreyfusars, por supuesto), nacionalistas barresianos, sobre temas patrióticos y militares, textos de Maurras y de otros escritores monárquicos y de Action Française, pero también textos boulangistas e incluso, gracias a la gestión de Valois, libros sobre economía elaborados desde el sindicalismo revolucionario.

A partir de la ruptura entre Valois y Maurras (1925), la Librairie Nationale pasó a la órbita de Le Faisceau y se especializó en los cinco años siguientes en publicar textos sobre corporativismo y estudios sobre el fascismo como fenómeno nuevo y revolucionario.

En sus treinta años de existencia, los textos publicados por la librería fueron organizados en cinco colecciones: Colección del Círculo Proudhon, Colección de los Escritores del Renacimiento Francés, Colección de los Escritores del Nouveau Siècle, Colección Las Ideas Claras y Colección Los Países de Francia dedicada a los escritores regionalistas.

Las polémicas entre Maurras y Valois comenzaron con la publicación por este último de una nueva revista, los Cahiers des États Géneraux. Aparecida en 1923 con carácter mensual fue la primera revista que, a poco de producirse la “Marcha sobre Roma” asumió las tesis de Mussolini en Francia. Estos Cahiers fueron publicados bajo el patronazgo de un “Comité de Acción para la Convocatoria de los Estados Generales” y fue publicado por Valois dentro de la órbita de Acción Francesa, pero ya con carácter independiente. En realidad, pretendía proseguir el camino iniciado por el Cércle Proudhon y por sus Cahiers. Durante los dos años que apareció la revista, las relaciones entre Maurras y Valois se enfriaron extraordinariamente y mucho más lo harían (hasta llegar a la ruptura tempestuosa) cuando la publicación se transformó en Le Nouveau Siècle, subtitulado “revista de la hermandad nacional”.

El primer número de Le Nouveau Siècle apareció el 26 de febrero de 1925 animado por Valois y Arthuys, otro veterano de Action Française y realizado por un equipo de colaboradores entre los que figuraban Hubert Bourgin, Louis Marcellis, Jacques Roujón y Philipe Barrès, hijo del famoso escritor de finales del siglo XIX. Hay que señalar que el nacimiento de la revista será anterior en nueve meses al lanzamiento de Le Faisceau del que se convertirá en portavoz. El dinero para la iniciativa había sido aportado por un comité de empresarios cuya cabeza era a Franz Van den Broeck d’Obrenan, uno de los accionistas de la imprenta en la que se elaboraba la revista L’Action Française. Otro de sus miembros era Eugène Mathon, presidente del Sindicato de Fabricantes de Tejidos de Roubaix–Tourcoing y como el resto, militantes o simpatizantes de Action Française (como el armador Valentín Smith o los millonarios Serge André y Antoine Cazeneuve). Este comité dio solidez a la iniciativa de la revista que, pensada inicialmente como semanario en noviembre de 1925 fue transformado en diario.

Zeev Sternhell da una relación de colaboradores en el momento en que se produce el tránsito de semanario a diario: Philippe Barrès, René Benjamin, Louis Beraud, Abel Bonnard, James de Coquet, Johannet René, Dominique Pierre, Jacques Maritain, Eugène Mathon, Henri Massis, André Maurois, Jorge Suárez, Jérôme y Jean Tharaud, Xavier Vallat y el famoso diseñador nacionalista Forain”. Ciertamente, no se trata de periodistas atraídos por la experiencia del sindicalismo nacional que había realizado Valois durante la época del Círculo Proudhon, en realidad, todos son periodistas de derechas. Pronto Maurras advierte que la publicación de Valois puede erosionar la tirada de su propio semanario (los colaboradores son prácticamente los mismos, pero Le Nouveau Siècle es diario…) y da un ultimátum a los colaboradores, la inmensa mayoría de los cuales –salvo Philipe Barrès, volverán al redil maurrasiano. El comité de redacción del diario queda extremadamente debilitado con Valois, Arthuys, Bourguin y Barrés. Con los colaboradores de Action Française se van también los apoyos financieros: el multimillonario y perfumista, François Coty, que, según Sternhell, había concedido una subvención de un millón de francos a Valois para publicar el diario, retira bruscamente la subvención para evitar enfrentarse a Maurras. Finalmente, se une otro problema que Valois hubiera podido evitar: para abrirse hacia una clientela “centrista” y no particularmente radical, las columnas del diario moderan extraordinariamente sus contenidos, algo que sorprende a la militancia de base (a cuyo cargo está buena parte de la distribución callejera de la revista). Esta militancia se había empezado a agrupar a partir del anuncio de la aparición de Le Nouveau Siècle y estaba formado por un sector mayoritario que procedía del sector más activista de Action Française y por los primeros admiradores de Mussolini en Francia, casi todos eran excombatientes. Valois les había llamado a “constituir una Legión” para salvar a Francia del parlamentarismo.

Abandono de los “protectores”, enfrentamiento con la fortaleza maurrasiana, defección de los colaboradores y decepción entre las bases militantes… diez días después de la aparición del primer número del diario, la iniciativa se convierte en un fracaso absoluto.

A partir de ese momento –hace cuatro meses que han sido aprobados los estatutos de Le Faisceau– la relación con Maurras se irá agriando hasta convertirse en el primer enemigo de la nueva formación. Era algo con lo que Valois no había contado y que a partir de ese momento limitó extraordinariamente su crecimiento y perjudicó a su propia credibilidad política.


GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (1 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (2 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (3 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (4 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (Anexo)

viernes, 13 de agosto de 2021

Georges Valois y el Faisceau. Primera exportación del fascismo italiano (2 DE 4) - EL TRABAJO REALIZADO EN EL CÍRCULO PROUDHON

El círculo Proudhon (IV). El trabajo realizado

La revista del grupo, los Cahiers du Cercle Proudhon, estaban diseñados para aparecer a un ritmo trimestral a partir de enero de 1912. Los colaboradores que aportaron mayor volumen de material fueron Edouard Berth, Henri Lagranje, Gilbert Maire y Georges Valois. También la Nouvelle Librairie Nationale, vinculada a Action Française, publicó una colección específica que ostentaba el nombre del Círculo. En realidad, los Cahiers aparecieron solamente en cuatro ocasiones, dos de ellas como números dobles. El nº 3–4 estaba dedicado a Sorel y el nº 5–6 fechado en septiembre–diciembre de 1913 y publicado al año siguiente anunciaba la interrupción para aparecer bajo una nueva fórmula que jamás vio la luz. Se tiraron 600 ejemplares de cada número, 100 de los cuales se enviaban a los suscriptores; se estima que 2/3 de los lectores eran miembros de Action Française. En total se publicaron –es Benoist quien realiza el balance– veinticinco artículos de los que ocho estarán consagrados a Proudhon y cuatro a Sorel. Un tercio de todo el material estaba escrito por Valois y el resto, por este orden, por Edouard Berth, Henri Lagrange, Pierre Galland, Gilbert Maire, Albert Vincent, René de Marans, Maurice Mayrel, etc. Berth escribió (por consejo de Sorel) bajo seudónimo, si bien este era fácilmente reconocible.   

El 3 de octubre de 1911 tuvo lugar la primera reunión interior en la sede de Action Française y el 16 de diciembre se convocó la primera conferencia pública en París a la que asistió el propio Maurras para demostrar su apoyo a la síntesis que se pretendía elaborar. Sin embargo, pasada la euforia de los primeros momentos, lo cierto es que la actividad del círculo no fue demasiado lejos y lo que era peor, los artículos publicados no consiguieron atraer mucho interés fuera de Action Française. Solamente cuatro personas procedentes del ambiente obrerista de izquierdas colaboraron con el Círculo además de Berth: Albert Vinces (republicano federalista), Maurice Mayrel (procedente de la SFIO), Pierre Gallant (sindicalista y encargado de la sección de noticias sobre el movimiento obrero en la revista) y Riquier, amigo de Berth.

Valois anunció ya desde el primer número de la revista que el público lector no debería sorprenderse de las contradicciones que pudiera encontrar en sus páginas y reivindicaba el derecho de ser “revolucionario” y “contra–revolucionario” a la vez. A pesar de que Sorel se suscribió desde el primer número, Valois no consiguió atraerlo de manera activa, ni pudo evitar que recomendara a Berth “prudencia” en relación a sus nuevos asociados. Poco después de la fundación del círculo Sorel escribió a Berth: “He leído en Action Française que los realistas han fundado un Círculo Proudhon… Estoy persuadido de que los amigos de Maurras son muy frívolos. Una cosa es admirar a Proudhon reconociendo que ha llegado el tiempo de introducirlo en la literatura francesa y otra pretender anexionar a Proudhon a Action Française”, y poco después: “Reflexionando sobre el Círculo Proudhon estoy persuadido de que es una empresa condenada a no tener el menor éxito. Temo que ni siquiera contribuya a que los jóvenes comprendan a Proudhon porque para entenderlo es preciso hacer abstracción de todos los proyectos políticos y este círculo se encuentra bajo el patronazgo de Action Française (…) Creo que usted haría mejor en no asociarse a un asunto que no puede reportarle buenos resultados. Valois encontrará 4 ó 5 personas para seguirlo, pero serán antiproudhonianos”. De ahí que utilizara seudónimo.


Si la intención del Círculo era ganar para su causa a la figura de Sorel, es evidente que este proyecto fracasó estrepitosamente. El 27 de mayo de 1912, tuvo lugar la cena que conmemoraba el primer aniversario de la fundación del círculo tras la cual Henri Lagrange pronunció un discurso en el curso del cual volvió a citar a Sorel: “Sería profundamente ingrato por nuestra parte, felicitarnos de nuestra alianza y de sus consecuencias sin recordar la obra que la ha hecho posible […] Sin Georges Sorel, el Círculo Proudhon no podría existir; será pues siempre honrado y admirado como un maestro”. Pero Sorel no recogió el guante.

Desde otras esferas de la izquierda antimarxista francesa, la acogida fue igualmente fría. No existió entusiasmo ni unanimidad. Hubert Lagardelle, que entonces dirigía la revista Mouvement Socialista denunció la revista como un intento de recuperación del movimiento obrero por parte de la reacción. Si el estallido de la Primera Guerra Mundial no hubiera liquidado la experiencia del Círculo, éste se hubiera difuminado por sí mismo y habría desaparecido sin pena ni gloria.

El círculo Proudhon (V). La conclusión de un experimento

Así pues, el Círculo Proudhon fue una experiencia de síntesis, pero una experiencia, no lo olvidemos, frustrada: lo esencial en relación al fascismo y a la organización posterior de Le Faisceau, es entender que algunos cerebros ya tenían claro a principios del siglo XX que era preciso unir “lo nacional” y “lo social”… pero no fueron ellos quienes lo consiguieron, le correspondería a Mussolini llevarlo a la práctica.

Quedaría responder a una última pregunta: ¿por qué esta experiencia llevó el apellido de Proudhon? Marx había criticado al anarquismo de manera muy sintética: básicamente sostenía que las ideas de los anarquistas eran las mismas de la pequeña burguesía de la época, empezando por el individualismo y terminando por ausencia de doctrina orgánica… A diferencia de Marx, Proudhon sostenía que los obreros sí tenían patria y quienes adolecían de desarraigo eran precisamente los grandes capitalistas (idea que Berth recupera en 1913 e incluso en un artículo publicado en el número 4–5 de los Cahiers du Cercle Proudhon). De ahí que Proudhon defendiera el federalismo frente al internacionalismo marxista. Así como para el marxismo tal como lo formuló Marx, el sindicalismo tenía solamente una importancia accesoria, paro Proudhon la lucha por los derechos de los trabajadores podía llevarse a cabo en las fábricas y en los tajos y se trataba de promover cooperativas obreras y un movimiento sindical como instrumentos de cambio económico–social. Marx escribió a propósito de Proudhon cuando este murió y tras definir sus orientaciones: El charlatanismo en la ciencia y la contemporización en la política son compañeros inseparables de semejante punto de vista. A tales individuos no les queda más que un acicate: la vanidad; como todos los vanidosos, sólo les preocupa el éxito momentáneo, la sensación”. Se percibe el “aprecio” que le tenía.


En el número 7 de L’Action Française, ya se había publicado un artículo elogioso sobre Proudhon a quien definieron como “uno de los maestros de la contra–revolución en el siglo XIX” comparándolo son De Maestre o Bonald, Taine y Renan. Maurras veía en Proudhon a un verdadero conservador. Más tarde, en enero de 1909, los miembros de Action Française depositaron una corona sobre su tumba cuando se cumplía el primer centenario de su nacimiento. El acto fue organizado por el Comité de Acción de los Sindicalistas Realistas y en la filacteria que acompañaba a la corona podía leerse: “A P.J. Proudhon, al patriota francés que combatió el principio de las nacionalidades en Europa, al justiciero socialista que denunció los crímenes sociales de al Revolución y las mentiras económicas del colectivismo judío, al inmortal autor de El Principio Federativo. Y el propio Maurras –a pesar de experimentar por él, según Benoist, “una simpatía moderada”– dijo de él que se trataba de un “Rústico heroico de las Marcas de Borgoña (…) sólidamente establecido sobre su raza, fiel esposo y padre rígido”. El anti jacobinismo del que hizo gala Proudhon en beneficio del federalismo no podía sino despertar un fuerte sentimiento de simpatía en Action Française, al igual que su antidemocratismo. Pero de quien se trataba de atraer era a Georges Sorel que en 1982 publicó un ensayo sobre Proudhon en la Regué philosophique y, por tanto, si se trataba de hacerle un guiño el nombre que convenía utilizar era el del viejo revolucionario.

Los problemas que encontró el Cercle para adaptar el pensamiento de Proudhon eran muchos. En general, el sector mayoritario de Action Française tenía a René de La Tour du Pin como inspirador, era el teórico del corporativismo cristiano que pretendía la “restauración de un orden social cristiano”. En varios artículos La tour du Pin había calificado a Proudhon poco menos que de anticristo. Y en lo que se refiere a Sorel tampoco existía unanimidad en el entorno de Maurras. La escasa importancia que tuvo el Círculo Proudhon evitó que todos estos problemas salieran a la superficie, pero de haber progresado no habrían tardado en generar conflictos interiores. Benoist sintetiza muy bien el problema afirmando que “Todos los miembros de Action Française no se reconocían en las actividades del Círculo, Maurras, por su parte, alimentó sentimientos mitigados pero, al menos a título experimental, le aportó su apoyo”.

Ni siquiera en el interior del Círculo las posiciones fueron siempre las mismas. A pesar de la amistad que Berth y Valois mantenían en esa época, el primero reprochó al segundo actuar con “este ilusionismo voluntario y dogmático que le caracteriza” para “querer resucitar no sé que corporativismo apenas modernizado”. En cuanto a Valois, en uno de sus excesos habló del socialismo de Berth como de “una antigualla que ni siquiera vale la pena refutar”, mientras que éste sostenía que su camarada era incapaz de superar el individualismo. Después de la experiencia común en el Círculo, Benoist recuerda que entre 1918 y 1925 Berth y Valois se situaron en campos opuestos. El primero seguía creyendo en la realidad de la lucha de clases, el segundo en la “unión de las clases”.

La experiencia del Círculo Proudhon será un breve punto de encuentro entre ambos, que proceden de campos opuestos, Berth del anarquismo revolucionario, Valois del nacionalismo maurrasiano. Tras la guerra sus caminos se separarán e incluso se opondrán: Valois experimentó la “tentación del fascismo” siquiera brevemente y otro tanto hizo Berth ante el bolchevismo. Pero ambos no detuvieron aquí su evolución. En 1935, el segundo ya estaba de nuevo adscrito al sindicalismo revolucionario a través de la revista Clarté, mientras que Valois, se adheriría a la misma corriente. Berth falleció en 1939 y Valois en el cautiverio en 1945. El fascismo de izquierdas siempre fue algo inestable, las oscilaciones de ambos demuestran que esa característica ya estaba presente en el pre–fascismo de izquierdas…


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