martes, 26 de agosto de 2025

AÑOS 60: LA ENCRUCIJADA DEL NEOFASCISMO (2ª PARTE) - EL EXTRAÑO CASO DE JEUNE EUROPE


El extraño caso de Jeune Europe como paradigma

El título de este capítulo puede sorprender: “extraño”, implica algo distinto a lo habitual, a lo que es normal o natural, y, en sí mismo, contiene algo que resulta extraordinario o inexplicable que causa curiosidad, interés o sorpresa. Tal fue el impacto que generó la irrupción de Jeune Europe en los distintos países en los que estuvo presente. El mismo fundador de la organización, Jean Thiriart, después de la desintegración de la misma, paso al silencio y a ejercer su profesión de óptico, para volver a sorprender reapareciendo en los años 80 con declaraciones que siguieron sorprendiendo hasta el momento mismo de su muerte.

Es difícil describir a la persona “Jean Thiriart” (su seudónimo) se cuidó de que apenas se publicaran más datos sobre él que los facilitados por él mismo y mucho más aún al doctrinario (en distintos momentos de su vida fue neo–fascista, nacionalista, colonialista, anti–colonialista, europeísta, neo–fascista, nacional–bolchevique, maquiavelista–leninista–jacobino, tercerista, euro–asista) que atravesó por tres etapas muy diferentes a las que aludiremos (especialmente a las dos primeras) en este estudio.

Jean Thiriart es él mismo, el resumen del tema de este Dossier: todo depende de la fecha a la que nos refiramos, encontraremos a Thiriart en una u otra posición. Era la actitud propia, no solamente de un espíritu inquieto, sino también de una personalidad suficientemente aguda como para percibir que “algo falla” en cada actitud que adopta, y que, por razonada que sea, no logra avances visibles sobre el plano político y eso le impulsa a no detenerse allí y seguir formulando nuevas teorías. Y así hasta el momento mismo de su muerte. Esto hace que su evolución fuera difícil y tortuosa para quienes decidieron situarse en su estela. Para la mayoría de ellos –para nosotros mismos– siempre hubo un momento en el que ya no estuvimos en condiciones de seguir sus cambios de posición, ni su progresivo reduccionismo geopolítico[1]. Sin embargo, siempre tuvo atractivo para nuevas generaciones, inquietas como él, y deseosas de discurrir por caminos poco trillados. Es cierto que, a partir de la segunda mitad de los años 60 y hasta nuestros días, era preciso mirar toda su evolución empieza a percibirse una “ruptura” y una brecha en su pensamiento que él justificó en nombre del “realismo”, pero que, en realidad, lleva por otro camino muy diferente: vive de ilusiones más que de realidades.

Cuando volvió a salir a la superficie, Thiriart –especialmente en 1982– gustaba presentarse como un “doctrinario de lo racional, un doctrinario del materialismo”, añadiendo: “No me apego sistemáticamente a una opinión, sino a un método de pensamiento. Este método es el del materialismo científico (…) Estoy a favor de la investigación inductiva opuesta a la especulación ideológica”[2]. No era este mismo planteamiento el que tenía veinte años antes cuando Jeune Europe se encontraba en el momento más álgido, ni lo que había suscitado la adhesión de unos miles de jóvenes esparcidos por toda Europa. Unas líneas antes de estas citas, Thiriart recordaba que se le había prohibido entrar en Suiza, Francia, Inglaterra y Austria y, significativamente, mencionaba que, en cambio, había recorrido Transilvania mochila al hombro y la República Democrática Alemana[3]. Estos textos están separados apenas por 10 líneas y, sin embargo, al “materialista científico” no se le había ocurrido pensar que, si podía entrar en Rumania o en la Alemania comunista, y no en Francia o en Inglaterra, era porque nunca había tratado de lanzar su movimiento en estos países, nunca había realizado críticas a sus regímenes y en cambio había mantenido iniciativas y relaciones, como mínimo, problemáticas en algunos países occidentales. Era algo elemental, pero en esa época (1982), Thiriart había pasado a admirar a cualquier país que permaneciera en el bloque comunista y a odiar todo lo que tuviera que ver con “Occidente”, entendiendo como tal, el bloque ubicado en torno a los EEUU.

El problema de Thiriart es que no puede estudiarse su papel, su evolución y su figura, sin atender a su compleja y casi indescifrable personalidad. En las dos horas que duró la entrevista que mantuve con Thiriart (acompañado por Enrique Moreno y Joan Colomar) en el Hotel Majestic (en 1991, apenas seis meses antes de su fallecimiento), pude comprobar que todo lo que me habían contado de él, habitualmente, admiradores, era cierto: autoritarismo[4], falta de empatía y sutilidad, un ego excepcionalmente desarrollado acompañado de cierto narcisismo, maniqueísmo (o se estaba con él o se estaba contra él y quien estaba contra él era tachado de “tonto”, “loco”, “primitivo”[5], etc.). A lo largo de la conversación, se empeñaba en mostrar una superioridad intelectual, no reconoció absolutamente ningún error en la conducción de Jeune Europe y solía atribuir cualquier fracaso a otros.

Era, ciertamente, una personalidad complicada de tratar. En alguna ocasión, especialmente, al inicio de nuestra conversación, aportó algunos datos que, me consta, no correspondían a la realidad (concretamente, sus relaciones con el Coronel SS Otto Skorzeny durante la Segunda Guerra Mundial) y que, sin duda, tenían como intención impresionar a unos “jóvenes” como nosotros. Me habían advertido antes –y no precisamente un adversario político, sino Yves Bataille, fundador de Lutte du Peuple, uno de los más próximos a la teoría de Thiriart desde principios de los 70, que fue con Yannick Sauveur a Bruselas para entrevistarse con él en 1973–, que era mejor leer sus obras que conocerlo personalmente.

La conclusión que saqué de aquel encuentro es que era muy difícil que una personalidad así pudiera ser el líder de un movimiento político a escala continental, como el que pretendió crear. Él mismo se definía en aquella época como “doctrinario”. Lo era, pero también asumía el liderazgo de la organización. En lo que a mí se refiere, siempre he reconocido que “el primer Thiriart”, el autor de ¡Arriba Europa! [6], influyo extraordinariamente sobre toda una generación que aceptábamos y nos reconocíamos en el calificativo “neo–fascista”. Y, como siempre, los años, la evolución del propio Thiriart, el conocimiento de lo que era la lucha política, marcó algunas distancias, pero siempre hemos mantenido en un lugar privilegiado de nuestra biblioteca el libro que leímos en 1968 y que nos ayudó a superar un plano estrictamente nacional y asumir una “dimensión europea”[7].

Algunos datos sobre Jean Thiriart

Todo lo que se sabe sobre el nacimiento, la infancia y la juventud de Thiriart, está recogido en la obra del que fuera partidario de sus teorías Yannick Sauveur[8]. La tesis de Sauveur sobre Thiriart contiene muy pocos datos sobre su vida y en su libro Qui–suis je? Thiriart, escrito en 2016, tampoco aparecen nuevos datos biográficos relevantes (salvo los relativos a su profesión de optometrista y su participación en asociaciones europeas de esta especialidad). Otro tanto ocurre con la obra de Lorenzo Disogra dedicada a Thiriart[9]. Sin embargo, es posible reunir algunas informaciones dispersas aquí y allí que resultan significativos.

Thiriart declaró a Sauveur que su familia era “pequeño–burguesa con una orientación anticlerical y liberal de izquierda”. Su padre, nació en 1883 y su madre, luxemburguesa, en 1898. En las muy escasas ocasiones en las que Thiriart hablaba de su juventud en el curso de entrevistas, se autodefinía como “autodidacta” y con provisto de “una gran curiosidad intelectual”. Montesquieu, Rousseau y Voltaire, fueron sus lecturas de cabecera a los 16 años[10].

Thiriart revela algunos de estos datos a mediados de los 70 a Sauveur y en 1982 a Gil Mugarza, que le sirven para describir un ambiente familiar de izquierda burguesa que “calificaba positivamente a la URSS”, con lo que convertía en lógica su adhesión a la “izquierda socialista y antifascista en su juventud”. Se ha escrito que militó en la Jeune Garde Socialiste y en la Union Socialiste Antifasciste[11], aunque por la edad, debió de tratarse de una militancia episódica, sin ninguna repercusión real, casi a título de currículo.

En efecto, en 1939, cuando comienza la Segunda Guerra Mundial, Thiriart tiene 17 años. Los datos biográficos de este período escasean. Porque si, su compromiso con la “izquierda socialista y antifascista” fue a los 16 años, no termina de entenderse el dato de que trabajase con “Theodore Kassemeier, director del Der Deutsche Fichte–Bund” [12]. Vale la pena dedicar unas líneas a esta organización.

Fundada en 1914 como Reichsbund für Deutschtumsarbeit, su ideología era “völkisch”. En los años 20 cambió el nombre por el de Deutsche Fichte–Bund y se convirtió en uno de los motores del Ministerio de Ilustración Pública y Propaganda, orientado para influir en la opinión pública internacional. Durante la República de Weimar, esta organización se preocupó especialmente de combatir las consecuencias para Alemania del Tratado de Versalles y defender la inocencia alemana en el estallido de la Primera Guerra Mundial. Buena parte de los panfletos, circulares y folletos que editó eran de carácter antisemita. A partir de 1940, el Fichte–Bund abrió oficinas en países ocupados y financió iniciativas locales de carácter “colaboracionista”. Los cuatro puntales de distribución de esta propaganda fueron Hamburgo, Viena, Praga y Biarritz. Buena parte de este material pasaba por puertos españoles. En 1945, la organización fue declarada en el Tribunal de Nuremberg como “influenciada por el nacionalsocialismo” y, por tanto, el personal que había ocupado cargos en ella debía de ser “examinado cuidadosamente”[13].

No se entiende como Thiriart buscó el contacto con esta organización en 1939, cuando solo unos meses antes militaba en “la izquierda socialista y antifascista”, si bien es cierto que, una de las publicaciones que distribuía eran los cuadernos de La Joven Europa, Hojas de los Combatientes de la Juventud Estudiantil Europea, publicadas a partir de 1942[14]. Esta revista se publicó en 14 idiomas, colaboraban plumas destacadas de cada país y, seguramente, influyó en Thiriart cuando tenía 20 años. Pero, tanto en el caso de su relación con Kessemeier y con el Fichte–Bund, como en el de la revista La Joven Europa, Thiriart se muestra remiso a facilitar datos.

Sin embargo, desde los años 60, se publicó en toda la prensa que Thiriart, durante la guerra había colaborado con el movimiento Les Amis du Grand Reich Allemand (AGRA). Esta asociación había sido creada en 13 de marzo de 1941, impulsada por la delegación de la SIPO–SD[15] en Bruselas. Llegó a tener 2.500 afiliados en el otoño de 1942, especialmente en Lieja, en un 80% de origen proletario. Thiriart justifica su adhesión alegando que la AGRA había sido creada para “contrarrestar la presencia del movimiento conservador católico Rex”. Y es rigurosamente cierto que los alemanes crearon esta asociación para tratar de influir en el Rex, el partido fascista mayoritario, pero cuando se inició la Operación Barbarroja, Leon Degrelle optó por adherirse a la campaña antibolchevique y la AGRA pasó a ser una organización que colaboraba en la distribución de propaganda alemana[16]. El emblema de la AGRA era la “rueda solar”.

No hay dudas sobre la participación de Thiriart en las actividades de la AGRA, que le costaron la detención el 2 de octubre de 1944 y su encarcelamiento en la prisión de Saint–Gilles por “delito contra la Seguridad del Estado en virtud del artículo 118bis del Código Penal Belga”, castigado con la pena de muerte con la que se “castiga a todo aquél que haya contribuido a la transformación de instituciones o personas jurídicas a través de la acción del enemigo, que haya socavado la lealtad de los ciudadanos al rey y al Estado en tiempos de guerra o que, a sabiendas, sirviera a la política o los planes del enemigo”[17]. En febrero del 46 todavía se encontraba en Saint–Gilles[18]. El proceso se vio el 5 de mayo de 1947. Cuando salió se inicia el primer período sin informaciones sobre sus actividades, aunque todo hace pensar que se dedicó a su profesión de óptico. En 1959 sería rehabilitado.

Las influencias intelectuales (reconocidas o no)

Al llegar a este punto, las biografías de Thiriart (o los artículos a él consagrados) pasan a la biografía intelectual. Resaltan la importancia que tuvieron en su cosmovisión las figuras de Carl Schmitt[19], Konrad Lorenz[20], Edward H. Carr[21] y Alexandr Zinoviev[22]. Es Thiriart quien habla de la influencia que estoy autores tuvieron en su obra, pero no dice nada de otros que nos parecen demasiado evidentes como para ignorarlos.

Contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, antes de la Segunda Guerra Mundial, Europa ya vivió un primer impulso “europeísta” de la mano del Conde Coudenhove Kalergi[23] y de su proyecto de “Pan–Europa”. La radicalización de las relaciones entre Francia y Alemania a partir, especialmente de 1935, impidió que esta primera aproximación europeísta pudiera concretarse. Sin embargo, las ideas de Coudenhove–Kalergi causaron mucho impacto en la Europa de las entre–guerras y en todos los países europeos aparecieron “comités” favorables a la idea. Ciertamente, en muchos aspectos, las ideas de Thiriart y las de Coudenhove–Kalergi no son totalmente coincidentes, pero en los momentos en los que el Thiriart adolescente intentaba forjar sus criterios políticos, no podía permanecer ajeno a este proyecto que cristalizó en la creación de la Unión Paneuropea en 1938. Y, en cualquier caso, con posterioridad a la guerra, sus ideas fueron recuperadas por los impulsores de la Comunidad Económica Europea.

En la Conferencia Paneuropea de 1939, se trató de definir un “patriotismo europeo”. Los miembros de esta organización eran pacifistas, no se llamaban a engaño y, a partir de finales de 1938, fueron conscientes de que Europa caminaba hacia un nuevo conflicto. Sostenían que la Primera Guerra Mundial había quitado protagonismo a los Estados europeos y que, a partir entonces, ninguno de ellos, en solitario, lograría recuperar un protagonismo internacional, a menos que se “pusiera fin a la soberanía ilimitada de los 30 Estados europeos” y se constituyera un bloque único europeo. El resultado de esa conferencia se parece extraordinariamente a las ideas defendidas por el “primer Thiriart”: no a una Europa alemana o pivotando en torno a cualquier otra potencia europea, sino un Europa unitaria, federada siguiendo el modelo suizo, rechazo del modelo de dominación capitalista y del modelo bolchevique, defensa de los valores tradicionales, todo ello para asegurar la paz, pero también el renacimiento de Europa que debe estar a la cabeza de las naciones. Igualmente, existen simetrías entre la crítica que realizó Thiriart a la Comunidad Económica Europea (a la que consideraba como el “menos malo” de todos los intentos de unificación continental[24]) y la opinión vertida en 1966 por Coudenhove–Kalergi en el Xº Congreso Paneuropeo de Viena, donde se mostró a favor, pero lamentó la lentitud de sus avances.

A diferencia de Thiriart, Coudenhove jamás descendió al terreno del militantismo político, su tarea se limitó a la de ser el doctrinario de Pan–Europa y difundir esta idea entre las élites intelectuales a partir de los años 20. Algunos miembros de la derecha nacional alemana y del movimiento de los jóvenes conservadores que, posteriormente a la llegada de Hitler al poder, ingresaron en el NSDAP y pasaron a ser funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores, incorporaron estas ideas a la del “Nuevo Orden Europeo”[25].

Ya hemos visto que el Thiriart “colaboracionista” durante la Segunda Guerra Mundial, debía conocer las ideas propagadas por la embajada alemana en Bélgica y a través de qué entidad: según estas ideas, la “cruzada contra el bolchevismo” había favorecido el despertar unitario de fuerzas en toda Europa que se reconocían en la necesidad de liquidar el foco de propagación del marxismo, la URSS. La camaradería, la sangre común vertida en el frente del Este, en donde combatían legiones de todos los países europeos, contribuiría, después de la guerra, a afirmar el destino común de todos los pueblos de Europa. La propaganda alemana insistió mucho en esta temática, especialmente, entre 1942 y 1945. Es fácil que Thiriart se hiciera eco de ella y confirmara sus intuiciones juveniles.

Pero en Bélgica, en esos mismos momentos en los que el joven Thiriart se estaba formando de manera autodidacta, existían otros movimientos intelectuales que iban en la misma dirección. Por una parte, un sector de los “no–conformistas”[26] de los años 30, especialmente el grupo formado en torno a la revista L’Ordre Nouveau, y muy en concreto, dos de sus miembros, Armand Dandieu y Robert Aron, publicaron en 1931, lo que puede ser considerado como el primer manifiesto antiamericanista escrito en Europa: Le Cancer américain[27].

El movimiento “no–conformista” francés tuvo un especial impacto en la Bélgica francófona que contó con Raymond de Becker[28] como principal animador. Aunque de Becker tuvo relaciones, especialmente, con Emmanuel Mounier y era el representante en Bélgica de la revista Esprit, otra de las tendencias “no–conformistas”, en la práctica, estuvo siempre más próximo a las ideas del grupo L’Ordre Nouveau. Thiriart y De Becker, sufrieron, por lo demás, el mismo destino: condenados por colaboracionistas, pasaron varios años encarcelados. Es posible que, en algún momento se conocieran, o que Thiriart, antes o después de la guerra, hubiera leído las obras de este grupo del que prácticamente no volvió a hablarse hasta la aparición del estudio de Loubet del Bayle en 1969, del que se hizo eco Jean Touchard inmediatamente[29]. En alguna ocasión, los “no–conformistas” de L’Ordre Nouveau intentaron un primer esbozo de “colaboración intereuropea” con los disidentes alemanes del NSDAP, poco antes de la subida de Hitler al poder. Parece bastante claro, en cualquier caso, que la orientación anti–americana de Thiriart estuvo presente desde los primeros momentos, así pues, es lícito pensar que, como mínimo, conocía la obra de Aron y Dandieu, Le cancer américain.

Thiriart no debió atribuyó, ni a Coudenhove–Kalergi, ni a los “no–conformistas”, ningún peso en su formación intelectual, pero es innegable, en cualquier caso, que la forma de ver el mundo del “primer Thiriart”, tiene innegables concomitancias con estos dos movimientos y, por supuesto, con las ideas expresadas por la propaganda alemana sobre el “Nuevo Orden Europeo”, a través de la revista La Joven Europa.

Antes de Jeune Europe: el CABDA y el MAC

Desaparecido tras su puesta en libertad, Thiriart se dedicó a la óptica en los años de la postguerra. No será sino hasta julio de 1960, cuando vuelva a salir a la superficie. A partir de ese momento, entramos en el período que podemos definir como “el primer Thiriart” y que se prolongará durante los cuatro años siguientes.

El Estado Belga había firmado, quizás demasiado ligeramente, la Carta de las Naciones Unidas, cuyo artículo 73, propugnaba la “autodeterminación de los pueblos”. Era, claro está, una excusa de los “dos grandes” para desmantelar los restos de los imperios europeos y promover la creación de nuevas naciones en las que les fuera fácil penetrar económica y políticamente en sustitución de los antiguos países colonizadores. La pérdida de Indochina supuso para Francia la sensación de que ya no era un gran imperio, de la misma forma que la interrupción de la operación anglo–francesa sobre Suez en 1956, por presiones de los EEUU, les terminó de convencer de que su papel político internacional había terminado y que no les quedaba más remedio que ceder la preeminencia a los EEUU.

Cuando tiene lugar la crisis de Suez, Bélgica ya se sentía presionada para que concediera la independencia del Congo, pero ninguno de los gobiernos que se sucedieron entre 1945 y 1956 dieron prioridad a esta iniciativa. Las fuerzas políticas belgas, sabían que, finalmente, tendrían que acceder a la independencia, pero no terminaban de ponerse de acuerdo, ni siquiera en elaborar un plan a medio y largo plazo. En 1956, finalmente, el gobierno belga adoptó un plan que preveía la descolonización entre 1980 y el año 2000. Sin embargo, el hecho de que otros países europeos estuvieran procediendo a la independencia de sus colonias africanas y las revueltas que se produjeron en el Congo en enero de 1959, acortaron estos plazos. Finalmente, la fecha se fijó para el 30 de junio de 1960. El vasto territorio no tenía conciencia de nación, ni disponía de una élite nacional capaz de ponerse el frente. De hecho, no existía ni un solo universitario nativo. Bélgica cumplió su palabra, pero, desde el primer día, estuvo claro en el discurso de Patrice Lumumba, primer ministro de la República Democrática del Congo, que habría “ajustes de cuentas” con los antiguos colonizadores. Las cosas se complicaban además por la existencia de una República del Congo, antigua colonia francesa que también llegó a la independencia en las mismas fechas. Ambos países, se distinguían por sus capitales respectivas, Leopoldville y Brazzaville.

Desde el primer momento, la independencia del Congo belga resultó conflictiva. El 6 de julio de 1960 se produjo un motín en Leopoldville, dos días después tuvieron manifestaciones muy amenazadoras contra los belgas que habían decidido permanecer en el país tras la independencia. El día 9, comandos paracaidistas belgas tuvieron que intervenir por primera vez en Kabalo para liberar un tren de refugiados belgas bloqueados por la policía congoleña. Ese mismo día, en la metrópoli, se formaron dos comités distintos para “defender a los europeos de África”. Al día siguiente 3.000 personas se manifestaron en Bruselas para pedir la intervención militar en el Congo e impedir la masacre de europeos que se preveía. Uno de estos comités era el CABDA, Comité d’Action et de Défense des Belges d’Afrique, con sede en el café Tanganyka de Etterbeek, cuyo propietario era un antiguo colono del Congo.

Desde el principio, el CABDA demostró ser bastante más radical en sus objetivos y en sus métodos que el otro comité rival (el Rassemblement pour la Défense des Belges au Congo, RDBC). El CABDA, no ocultaba que su intención iba mucho más allá que lo proclamado por su sigla. Se proponían “destruir el sistema de partidos y sustituirlo por un gobierno de salvación nacional, dirigido por el Rey”[30].

Sus miembros parecían tener prisa en aprovechar la crisis congoleña para generar en la metrópoli un movimiento de opinión contrario a la partidocracia belga. Tras este planteamiento se descubre un procedimiento similar al “método de masas” leninista: “llevar lo particular a lo global”[31]. Sabían que la descolonización generaría la repatriación de miles de refugiados europeos y aspiraban a convertirlos en los nuevos militantes de la lucha contra la partidocracia, pues no en vano, la indecisión y los errores de los partidos eran considerados como responsables de la catastrófica descolonización. La primera manifestación convocada en Molsbroeck para el 17 de julio se limitó a una distribución callejera de panfletos. En la segunda, el 21 de julio, las cifras de asistencia dadas por la prensa oscilaron entre 300 y 600 asistentes, cifras, como se ve, muy modestas.

El nombre de Thiriart no aparece en estos primeros documentos. En realidad, el CABDA está formado y dirigido por antiguos prisioneros políticos, resistentes antialemanes, encarcelados entre 1940 y 1944 y por miembros de la extrema–derecha monárquica. Será uno de estos, M. Fourneau, editor del Cri du Peuple, revista monárquica belga de los años 50, el que figurará como “editor–responsable” del boletín semanal del CABDA, Belgique–Congo, cuyo primer número aparecerá el 21 de julio de 1960. El programa del CABDA se reducía a cuatro temas:

“1. El gobierno debe ceder su puesto a hombres que no estén nunca comprometidos en las lamentables maniobras de los pretendidos “partidos nacionales”.

2. Todos los poderes deben estar en manos del Rey, el único árbitro válido.

3. La ONU es Kruschev. La ONU es Nasser. La ONU es Lumumba. Impidamos que la ONU nos robe el Congo.

4. El ejército belga debe intervenir masivamente, ante todo en Leopoldville”[32]

En general, la lectura de los boletines Belgique–Congo, indica que los sucesos de Argel y la actividad de los contrarios a la independencia de Argelia, marcaron a fuego su estrategia y su actividad. Los partidos de la derecha, tomaron estas actitudes como “provocadoras”, en especial el Rassemblement National (RN), partido cristiano que defendía un “liberalismo tradicionalista” y promovía entonces una “confederación belga–congolesa”. Este partido, en cambio, apoyó al otro comité rival, el RDBC.

¿Quiénes eran los “radicales” del CABDA? Se conocen sus nombres: Fourneau, editor, como hemos dicho, de la revista monárquica Cri du Peuple; Louis Gucuning, antiguo miembro del VERDINASO[33], autor de la Carta al Rey que fue distribuida masivamente como panfleto por los miembros de la CABDA; René Dilen, antiguos redactores del semanario Septembre, el presidente de la Union Nationale des Croix de Feu (excombatientes francófonos de la Primera Guerra Mundial). Incluso en antiguo rexista, Jean Robert Debbaudt[34], pero el nombre de Thiriart no aparece como dirigente. No fue sino hasta que se inició la aventura de Jeune Europe, cuando empiezan a aparecer en distintos medios de prensa, las relaciones de Thiriart con el CABDA[35]:

“La CABDA había surgido como una reacción contra la política gubernamental con respecto a la cuestión del Congo y sus objetivos eran el de apoyar al gobierno katangueño y derrocar al gobierno belga de turno. Pero ya algunas semanas más tarde, la CABDA publicaba en el semanario titulado Congo Belga, un artículo que bajo el título ‘Argelia y Leopoldville, dos frentes en una misma guerra, la guerra que Moscú ha desencadenado contra Europa’, estableció una analogía entre los conflictos de Argelia y del Congo, relacionados con Europa. Aquel semanario pronto se transformó en Bélgica–África y la CABDA se dedicó a la política internacional, declarando: ‘Los financieros anglo–sajones quieren aherrojar Europa… hay que volver la espalda a la ONU y obligar a los norteamericanos a que abandonen nuestro país… ante la ONU y la OTAN hemos de guardar a nuestros hijos y también nuestro dinero…’. Y, por último, emplazaba a todo el sistema a una lucha sin cuartel”[36].

En estos párrafos se intuye ya la pluma y/o las ideas de Jean Thiriart. Con todo, hay que reconocer que la importancia de los dos comités a favor de los repatriados del Congo, fue mínima, incluso en aquellos mismos momentos: en el período crítico de la crisis –del 9 al 11 de julio de 1960– no lograron movilizar más de tres mil personas y en las convocadas por el CABDA, en concreto, apenas 600[37]. La modestia de estas cifras puede sorprender, dado que la opinión pública belga era, en la época, mayoritariamente favorable a una intervención militar en el Congo. Los motivos por los que la acción del CABDA no tuvo el impacto ni las repercusiones que cabían esperar se debieron, en primer lugar, a que los belgas repatriados del Congo no se sumaron de manera significativa a estas iniciativas. Por otra parte, el Estado belga asumió las ayudas asistenciales, impidiendo que el CABDA se situara en el centro del movimiento de solidaridad con los colonos repatriados. Además, no solamente el CABDA, sino los grandes medios de comunicación se mostraron favorables, desde el primer momento, a una intervención militar en el Congo y privó de razón de ser a estos comités. Finalmente, tampoco tuvieron líderes conocidos con suficiente talla política para proyectarse con voz propia sobre la opinión pública. Faltó también capacidad organizativa para explotar un tema popular y extraer beneficios políticos, sin olvidar, que el radicalismo anti–partido del CABDA se había fijado un objetivo excesivamente alto para una proyección tan limitada como la que tuvo.

El 27 de diciembre de 1961, esto es, casi año y medio después de la fundación del CABDA, el diario parisino, Le Monde, publicaba un artículo titulado: “El Movimiento de Acción Cívica no oculta sus simpatías hacia la OAS, pero tiene poco éxito entre los repatriados del Congo”[38]. La aparición de la Organisation de l’Armée Secrète había generado un nuevo marco político en el área francófona y anticolonialista. Fundada oficialmente el 11 de febrero de 1961 en Madrid por civiles que se habían exiliado después de la “semana de las barricadas”[39] de Argel. El 8 de enero anterior el referéndum de autodeterminación de Argelia había dado un resultado del 75% a favor de la independencia, lo que supuso un drama para los colonos franceses que vivían allí y para los argelinos que habían colaborado con ellos.

A mediados de marzo de 1961, la sigla “OAS” se había popularizado tanto en Argelia como en la metrópoli: por todas partes aparecían pintadas son las inscripciones: “Argelia es y seguirá siendo francesa”, “OAS Vencerá”, “OAS golpea a quien quiere, donde quiere y como quiere”. Un mes más tarde, una parte del ejército, mayoritario en Argelia, se sublevó contra De Gaulle, pero no pudo arrastrar al ejército en el continente[40]. Tras el fracaso del golpe y en la semana siguiente, resultaron detenidos 200 oficiales y 400 civiles, disolviéndose tres regimientos por su participación en la intentona. A partir de ese momento, los militares que eludieron la detención o se exiliaron y que, hasta ese momento, no se habían comprometido con las siglas OAS, se integraron en la mista. A pesar de que nunca estuvo del todo unificada, lo cierto es que, a lo largo de 1961 y hasta 1963, prosiguieron los atentados y las acciones de la OAS. La actividad de la OAS fue seguida particularmente en la Bélgica francófona y por Thiriart en particular.

La OAS encontró en Bélgica –y especialmente en Bruselas– un mercado para la compra de armas. A pesar de que ningún miembro de la OAS encontró refugio durante mucho tiempo en Bélgica (la mayoría de exiliados optaron por instalarse en España[41] que, para ellos, constituyó el “santuario”). El período de tiempo transcurrido entre 1961 y 1963 es rico en episodios internacionales para el neo–fascismo: son los de mayor actividad en Francia por parte del terrorismo de la OAS que encuentra puntos de apoyo en España (con Narciso Perales y de su entorno, especialmente) y en Bélgica. En este último país, además, es el período en el que algunos miembros de la CABDA intentan ampliar su radio de acción –a la vista de lo limitado y del escaso crecimiento que les había reportado las acciones de solidaridad con los repatriados del Congo– y crean el Mouvement d’Action Civique (MAC). Thiriart, que había permanecido a la sombra durante los meses en los que la CABDA estuvo en actividad, aparece ahora en primer plano, ocupando el papel de doctrinario del movimiento y asumiendo su liderazgo. Como dirigente del MAC, acude a la “conferencia de Venecia” organizada por el MSI del 1 al 4 de marzo de 1962. Cuando se desvanecieron las esperanzas puestas por Thiriart en esta iniciativa, es cuando aparece Jeune Europe y empieza su extensión por varios países europeos.

Vamos a seguir estos tres episodios…



[1] Thiriart fue lo suficientemente inteligente para darse cuenta en 1965 de los obstáculos que imponía la época a desarrollos “ideológicos”, por tanto, optó por enfatizar las cuestiones geopolíticas, buscando un terreno “científico y objetivo” sobre el que apoyar sus conclusiones. El problema de un planteamiento geopolítico de este tipo es que carecía de desembocaduras tácticas. No es susceptible de ser adoptado por movimientos políticos convencionales y solamente tiene importancia para la conducción de Estados.

[2] Entrevista concedida por Thiriart a Bernardo Gil Mugarza (antiguo miembro de Joven Europa) en 1982. El texto completo de la entrevista puede encontrarse en  https://es.scribd.com/document/282246428/Thiriart-Europeo y la cita en la pág. 5

[3] Ibid., pág. 4

[4] Algo que él mismo reconoció en sus respuestas a Gil Mugarza: “Se me ha descrito como autoritario y es cierto”.

[5] “Los idiotas del MSI, en Italia, habían organizado, después de la desaparición de Jeune Europe, una reunión pretendidamente europea. Habían invitado a todos los tarados de la nostalgia neo-fascista anunciando el color inmediatamente” (ibid., pág. 11). Thiriart en esta ocasión se refiere a la constitución de la “eurodestra” en 1979, de cara a las primeras elecciones europeas. Olvida que, “los idiotas” del MSI tenían en ese momento 30 diputados y un 5,3% de votos y consiguieron en esas elecciones introducir cuatro diputados en el Parlamento Europeo.

[6] Título con el que se editó en España la obra que en otros países figura como Un Imperio de 400 millones de hombres (que pasó a ser el subtítulo en castellano), Editorial Mateu, Barcelona, 1966. Título original Un empire de 400 millions d'hommes l'Europe (Bruselas, Imprimerie Sineco, 1964).

[7] Lo cual nos lleva -y vale la pena expresarlo ahora, al principio de este estudio- a sentir una especial simpatía por su obra. Pero también somos partidos del “amigo de Platón, pero más amigo de la verdad” y eso es lo que nos impulsa a elaborar este dossier.

[8] Yannick Sauveur, autor de una tesis sobre Thiriart publicada en 1974 (edición fotocopiada) y del libro Qui-suis je? Thiriart, Ed. Pardès, Grez-Sur-Loing, 2016, había iniciado su militancia política en el Mouvement Jeune Revolution, creado por antiguos miembros de la OAS-Metropolitana. El MJR defendía una doctrina “solidarista” muy parecida a la nacional-sindicalista: ni derechas, ni izquierdas, ni capitalismo, ni comunismo. Participó en la transformación que sufrió este movimiento en 1971 convertido en Mouvement Solidariste Français, que luego abandonó y se unió a la Organisation Lutte du Peuple, fundada por Yves Bataille, tras su separación de Ordre Nouveau. Conoció personalmente a Thiriart en 1973 en su tienda de la av. Louise de Bruselas, la óptica Opterion. Sauveur sigue explicando la impresión de este primer encuentro: Debemos reconocer que presentarnos como tal, en su espacio profesional, sin duda no fue la mejor idea para una presentación. Thiriart era naturalmente desconfiado y estaba muy absorto en sus actividades optométricas, ya no quería oír hablar de política. Su esposa, Alice, que no dejaba de influir en él, también temía el resurgimiento del virus político. De hecho, como se explicará más adelante, ya no quería ser el líder de un movimiento y desconfiaba terriblemente de los militantes, sobre todo de los jóvenes”. Volvió a verlo en el verano de 1974 y su opinión varía completamente: “encontré a otro hombre allí, cercano incluso cálido”. Tras elaborar su tesis, Sauveur se mantuvo en contacto con él hasta su muerte en 1992 (datos extraídos de la web del Intitut for Nationalrevolutionairy Studies, https://institutenr.org/tag/2019/ ). Sauveur resume los datos biográficos sobre Thiriart en el capítulo I. Una jeunesse active – Bruxelles-Saint Gilles (1922-1946) en donde presenta datos biográficos familiares y profesionales, apoyados en un buen numero de fotos desconocidas hasta la publicación de esta obra.

[9] L’Europa come rivoluzione, Edizioni all’Insegna del Veltro, con prefacio de Franco Cardini, 2020.

[10] Gil Mugarza, op. cit., pág. 4.

[11] Y. Sauveur, op. cit., pág. 17, parágrafo 3. Du socialisme au National-socialisme.

[12] Es rigurosamente falso que esta organización tuviera un carácter “nacional-bolchevique”, como se ha repetido, en varias biografías de Thiriart. De hecho, era todo lo contrario. Entre otros, esta afirmación ha sido recogida en la revista digital Elementos de Metapolítica para una Civilización Europea, nº 12, dedicada a Jean Thiriart y el nacional-comunitarismo europeo, pág. 3.

[13] Datos extraídos de https://de.wikipedia.org/wiki/Deutscher_Fichte-Bund

[14] https://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/registro.do?id=8055

[15] SIPO: Scherheitspolizei, literalmente “policía de seguridad”, encargada de investigar delitos políticos. A partir de 1936, quedó bajo el control de la Sicherheitsdienst (SD, Servicio de Seguridad), dirigido por Reinhard Heydrich.

[16] Cf. https://www.belgiumwwii.be/belgique-en-guerre/articles/amis-du-grand-reich-allemand-mouvement-socialiste-wallon-agra-msw.html

[17] Y. Sauveur, op. cit., pág. 19.

[18] Sauveur cuenta que sus dos experiencias de prisión le marcaron profundamente (op. cit., pág 20-21) y que siempre mostró simpatía por los militantes políticos encarcelados, aunque no fueran del mismo bando. Explica que ofreció su ayuda a las familias de los militantes encarcelados de las Cellules Communistes Combattantes, organización terrorista belga, fundada en 1983 por Pierre Carette y desarticulada en 1985. Era una organización similar a la alemana Fracción del Ejército Rojo, con un muy marcado carácter anti-imperialista.

[19] Carl Schmidt, politólogo y jurista alemán (1999-1985), miembro del NSDAP, teórico del “realismo político” (cuya influencia es fácilmente perceptible en Thiriart). Coincidía con Charles Maurras en “la política ante todo”. Para Schmidt la esfera de “lo político” es la del Estado que es definido por él como “el estatuto político de un pueblo organizado sobre un determinado territorio”. La distinción entre “amigo” y “enemigo”, mucho más que la “teoría del partisano”, fue lo que más llamó la atención de Thiriart. También la influencia del pensador alemán se percibe en la concepción del “Estado Total”, fuerte, superador del liberalismo, que está presente en todas las esferas de la sociedad, sin pluralismo ni partidos políticos. Cf. Carl Schmitt, teoría para una fundamentación de la autoridad soberana, Betsabé Pap, en Prometeica, Revista de Filosofía y Ciencia, nº 1, Buenos Aires 2012. Págs. 14-31.

[20] Konrad Lorenz, etólogo austríaco, Premio Nobel de Medicina en 1973. Se le considera uno de los fundadores del estudio del comportamiento animal, a pesar de que también lanzó ensayos socio-políticos. Miembros del NSDAP desde 1938, soldado en el Frente Oriental, pasó cuatro años como prisionero de los soviéticos. Al volver del cautiverio se zambulló en los estudios sobre agresividad animal. A principios de los años 70, su obra fue descubierta por la revista Nouvelle École, primera manifestación de la Nouvelle Droite y es posible que Thiriart conociera su obra en esa época. En realidad, su pensamiento no coincide, en lo esencial, con el de Lorenz, pero algunas de sus orientaciones, especialmente desde que volvió a salir a la superficie en los 80, pueden estar inspiradas en el libro de Lorenz, Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada (Plaza&Janés, Colección RotaTiva, Barcelona, 1973). Existe una biografía notable de Lorenz en castellano: Lorenz, Alec Nisbett, Biblioteca Salvat de Grandes Biografías, Barcelona, 1988.

[21] Edward Hallet Carr, historiador británico y teórico de las relaciones internacionales. A él se debe la primera gran historia de la USS de 1917 a 1929 en 14 volúmenes. En la última fase de la Segunda Guerra Mundial, Carr fue partidario de una alianza anglo-soviética. En ese momento, sus opiniones habían variado y pasó de ser un conservador moderado a asumir un pensamiento de izquierdas. Seguramente Thiriart encontró en él la idea de que Hitler quería una “Europa unida por la conquista” que el belga traduce como “una Europa alemana”. Fue miembro del Real Instituto de Asuntos Internacionales y dirigió el departamento de relaciones anglo-soviéticas. También debió influir en Thiriart la idea difundida desde 1942 por Carr sobre la necesidad de una “federación europea” de carácter socialista alineado con la URSS contra los EEUU. A finales de los 40, cuando ya se había desatado la “Guerra Fría”, reconoció estar muy influido por el marxismo y no criticó en absoluto, ni los sucesos de Hungría en 1956, incluso acusó a los polacos de haber enturbiado las relaciones con la URSS por la cuestión de las “fosas de Katyn”. Durante las “revueltas estudiantiles” de los 60, Carr apoyó a la “nueva izquierda”. Falleció en 1982.

[22] Alexandr Zinoviev, disidente ruso, expulsado del país en 1978 y privado de la ciudadanía soviética por la publicación de su novela Зияющие Высоты (Alturas del bostezo) en la que realizaba una mordaz crítica al régimen (las palabras “bostezo” y “brillo” en ruso son idénticas salvo por la primera letra, “Z” y “S” respectivamente. Destacó en la URSS desde la década de 1960 como investigador de lógica no clásica. Durante su vida y hasta su muerte, criticó, inicialmente, al estalinismo, luego al sistema soviético, una vez en Occidente a las democracias occidentales y al final de su vida, a la globalización, posiciones que le valieron duras críticas tanto en el Este como en el Oeste. Los primeros libros de Zinoviev solamente se editaron en Occidente en el último tercio de los 70, por lo tanto, es en esa época en la que hay que situar las posibles influencias que tuvo sobre Thiriart. Es difícil establecer la importancia y la influencia que tuvo en la obra del belga. Quizás Thiriart asumió las ideas de Zinoviev sobre la antítesis entre la “ideología” y el “pensamiento lógico” y es casi seguro que se inspiró él para la crítica que formuló al sistema soviético, independientemente de la ideología marxista (a diferencia de Solzhenitsyn que veía sistema e ideología como un todo). Cumbres abismales se publicó en 1980 en castellano por Ediciones Encuentro. Para establecer la posición de Zinoviev en relación al comunismo y a la URSS, cf. Entrevista a Alexandr Alexandrovich Zinoviev, por Antonio Fernández Ortiz, Cuadernos del Cendes, año 24, nº 64, enero-abril 2007, págs. 129-153.

[23] Para una exposición de las ideas y de la trayectoria de Coudenhove-Kalergi, véase el blog Info-Krisis artículos “Coudenhove-Kalergi ¿ángel o diablo?” (http://info-krisis.blogspot.com). Alertamos sobre la falsedad del “Plan Kalergi” que, a pesar de llevar el nombre del diplomático austríaco no tiene nada que ver con su vida. La atribución de un “plan conspirativo” para destruir Europa se debió solamente a que el libro Adios, Europa – El Plan Kalergi – Un racismo legal (Bright-Rainbow-Verlag, 2005) del austríaco Gerd Honsik, realizó una lectura sesgada de la obra de Coudenhove-Kalergi Praktischer Idealismus, publicada en 1925. Hemos cotejado personalmente las citas que incorpora Honsik a su libro, y no tienen absolutamente nada que ver con la obra original. Verosímilmente, Honsik fue víctima de una manipulación para restar credibilidad a su obra “revisionista”. Sin embargo, la “serpiente de verano” del “Plan Kalergi”, actualmente, tiene vida propia y es compartida en muchos foros conspiranoicos.

[24] ¡Arriba Europa!, op. cit., pág. 76.

[25] Véase Revista de Estudios Políticos, nº 87, enero-marzo de 1995, págs. 259-283, artículo: Rafael García Pérez, El proyecto continental del Tercer Reich.

[26] Imprescindible para entender lo que fue este movimiento es la lectura de Les non-conformistes des annés 30, Jean Louis Loubet del Bayle, Éditions du Seuil, 1969 (2ª edición 200º). Así mismo, puede consultarse Revista de Historia del Fascismo, nº XXI, mayo 2013, págs. 4-108, con un amplio dossier sobre esta corriente: “Los no conformistas de los años 30”.


[27] Robert Aron y Armand Dandieu, Le Cancer américain, Ed. Riéder, París, 1931. Existe una edición de la misma obra en Editions l’Age d’Homme, Losana, 2008

[28] Raymond de Becker, periodista y escritor belga (1912–1969), redactor de L’Avant Garde y de L’Independence Belge, autor de Pour un Ordre Nouveau (1932) su primer libro. Durante la ocupación alemana de Bélgica siguió escribiendo y dirigiendo varias revistas y diarios, por lo que fue considerado como «colaboracionista». Fue miembro durante un período del Consejo Político del partido Rexista. Cuando el 17 de enero de 1941, León Degrelle realizó un discurso proclamando la germanidad de los valones, De Becker dimitió y, a partir de ahí, se deterioraron sus relaciones con los alemanes. El 4 de octubre de 1943, fue desterrado a los Alpes Bávaros. Hecho prisionero el 9 de mayo de 1945, fue condenado a muerte en 1946 e indultado, pero permaneció en la cárcel hasta 1951 siendo liberado a cambio de no participar nunca más en actividades políticas y editoriales. Se instaló en París manteniendo en todo momento contacto con el dibujante Hérgé, creador de Tintin, quien lo apoyó incluso económicamente. Durante su etapa de detención descubrió el psicoanálisis y la obra de Jung a quien conoció personalmente. Publicó obras sobre cine, filosofías orientales, esoterismo, homosexualidad (él lo era desde su juventud) y publicó artículos en la revista Planète de Louis Pawels y Jacques Bérgier. Se suicidó el 18 de abril de 1969 (Revista de Historia del Fascismo, op. cit., pág. 93)

[29] Jean Touchard, Historia de las Ideas Políticas, Editorial Tecnos, Madrid 1970.

[30] Les groupements pour la défense des Belges d’Afrique, Courrier Hebdomadaire del CRISP 1960/28 (nº 74), págs. 1-19. Todas las informaciones sobre el CABDA proceden de esta fuente.

[31] El principio leninista anterior a éste era “vincular la teoría a la práctica”, y el posterior “unir la vanguardia a las masas”. Es importante señalar que los tres principios están unidos en el método leninista, pero son ineficientes si falta uno de ellos. Algo que los espíritus impacientes que habían constituido el CABDA pudieron advertir en las semanas siguientes. 

[32] Les groupements pour la défense…, op. cit., pág. 4.

[33] Partido fascista belga dirigido por Joris Van Severen. Su nombre era la contracción de Verbond van Dietsche Nationaal- Solidaristen - Unión de Solidaristas Nacionales). Se conocía a sus miembros como “dinasos”, especialmente a los miembros de su milicia, uniformada con camisas verdes, la Militanten Orde (que contó con 3.000 miembros). Prolongó su actividad en Bélgica y Holanda entre 1930 y 1941. En las elecciones de 1936, el Verdinaso se presentó formando un frente con otros partidos flamencos, obteniendo el 13% de los votos y 16 escaños, mejorando levemente sus posiciones tres años después con un 15% de los votos y 17 escaños. Van Severen fue asesinado, junto con dirigentes rexistas y comunistas, al iniciarse la campaña alemana en el “frente occidental”. La desaparición del líder de la organización entrañó una profunda crisis. Algunos “dinasos” optaron por la resistencia anti-alemana, mientras que el sector mayoritario se unión a la Vlaamsch Nationaal Verbond (VNV, Unión Nacional Flamenca) de carácter colaboracionista, fundada por Staf de Clercq en 1933.

[34] Jean-Robert Debbaudt, voluntario en el “frente del Este” con 17 años, durante la Segunda Guerra Mundial. Cayó prisionero de los soviéticos y entregado a los belgas que lo juzgaron y absolvieron en 1946. En 1950 formó un Movimiento para el retorno de Léon Degrelle, se sumó a las iniciativas de antiguos miembros de las Waffen SS y obtuvo del gobierno belga los mismos beneficios que obtuvieron los inválidos de guerra en Alemania. Fue impulsor del Mouvement Social Belge (MSB), rama del Movimiento Social Europeo, primer intento de coordinación de partidos neo-fascistas en la postguerra. Al fundarse el Nouvelle Ordre Européen (NOE), se sumó a esta iniciativa. En 1957 lanzó la revista Le Peuple Réel, rememorando la antigua publicación del Rex que se transformará en L’Europe Réel, órgano del NOE y que se publicó hasta principios de los 70. (Datos de la correspondencia con Debbaudt y de los archivos personales del autor).

[35] En España, la primera mención figura en el libro Los nuevos nazis, de Werner Smoydzin, Editorial Dima, Barcelona, 1967, pág. 82 y 83.

[36] W. Smoydzin, op. cit., pág. 82.

[37] Les groupements pour la défense…, op. cit., pág. 7.

[38] Firmado por Pierre de Vos, publicado en Le Monde, edición del 28 de diciembre de 1961.

[39] Los incidentes se prolongaron del 24 de enero al 1 de febrero de 1960, coincidiendo con los primeros choques en el Congo.

[40] La crítica de Thiriart a estos sucesos fue brillante: reprochó que la “semana de las barricadas” fue una insurrección popular que no contó con el apoyo militar (salvo la presencia de Lagaillarde con uniforme mimético), mientras que la insurrección del ejército de África no contó con una dirección política: “El golpe del 24 de enero de 1960 (semana de las barricadas) fracasó por ser puramente civil. El golpe de abril de 1961 fracaso al ser puramente militar” (Nation Belgique, nº 42 del 5 de mayo de 1961). Era evidente que la combinación político-militar era lo que proponía Thiriart en ese momento.

[41] Véase la obra A la sombra de Franco, El refugio español de los activistas franceses de la OAS, Gastón Segura Valero, Ediciones B, Barcelona, 2004.