viernes, 29 de marzo de 2024

ATENTADO DE MOSCÚ: REFLEXIONAR SOBRE LO OBVIO (y sobre lo no tan obvio)

Siempre, los más fáciles de manipular, son los más extremistas, aquellos cuyo cerebro solamente funciona mediante razonamientos extremadamente simples; y, si además, creen en el “paraíso de Alá”, están pidiendo a gritos ser manipulados… Todo esto viene a cuento del atentado de Moscú y de sus responsables.

LA TESIS DE VLADIMIR PUTIN SOBRE EL ATENTADO

Ciento treinta y nueve personas muertas y un centenar de heridos en el Crocus City Hall de Moscú, solamente merecen una condena unánime. Ni siquiera los medios más anti-rusos de Occidente, se han atrevido a evitar esa condena. A la confusión inicial, siguió la detención de los cuatro miembros del comando terrorista, cuando se dirigían “en dirección sur-oeste”. Poco después de la detención, Vladimir Putin habló sobre el crimen y lo que dijo resulta extremadamente claro y significativo, expresado con la particular jerga antifascista del líder ruso. Reconoció que los criminales -esto es, el “brazo ejecutor”- estaba formado por islamistas radicales, pero faltaba identificar a los “responsables intelectuales”, sugiriendo que la operación beneficiaba a un único actor: el gobierno ucraniano.

Hay que reconocer en estas declaraciones un intento de poner las cosas en su punto: los islamistas radicales son -siempre- el “brazo ejecutor”, pero casi nunca la inteligencia que lo dirige. Esto ha sido así desde el 11-S, ese misterio impenetrable de la historia reciente de los EEUU con prolongaciones en Europa Occidental (y, concretamente, en España el 11-M. A este respecto, véase el artículo Una hipótesis alternativa inédita sobre el 11-M).

Algún tertuliano en España, ha iniciado la mezcla de datos vagamente ciertos (sobre Al-Qaeda y sobre el “Estado Islámico”), achacando a Putin “xenofobia” e incluso tomando el crimen como “una muestra del rechazo popular a Putin”… presidente elegido con una mayoría tan absoluta recientemente que ha hecho palidecer de envidia a los mandatarios occidentales que, en su mayoría están en el poder, con menos del 35% de apoyos populares directos. Luego, se ha filtrado la noticia de que “los EEUU” habían advertido a Moscú sobre la posibilidad de un atentado terrorista en su territorio… noticia extraña y, presumiblemente, mera intoxicación informativa. Aunque tal “aviso” se hubiera producido realmente, cabe preguntarse cómo los EEUU estaban al tanto de la información y porqué decidieron informar al adversario… La única respuesta es: para quitarse de encima la sombra de responsabilidad en el crimen (y a sabiendas de que en Moscú nadie iba a tomar en serio un aviso llegado del país que más se ha empeñado en destruir Rusia desde 1948…)

EL ISLAM NO ES UNA RELIGIÓN COMO LAS DEMÁS

Sea como fue, en su alocución posterior al atentado, el líder ruso no puede decir todo lo que hubiera deseado. No hay que olvidar que Rusia engloba a musulmanes procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas del sur de la URSS y del Cáucaso. Tampoco hay que olvidar que el Islam es la región más ampliamente profesada en Rusia que abarca entre el 17 y el 25% de toda la población rusa (los datos son de Wikipedia). Solamente en Moscú hay 300.000 musulmanes residentes permanentes (que otros elevan hasta 1.000.000) y otro 1.500.000 de musulmanes inmigrantes. Más aún: en toda la Federación Rusa hay 8.000 mezquitas

Con estas cifras podemos entender mejor las “tesis euroasistas” que proponen una Rusia cuya alma estaría constituida por la Iglesia Ortodoxa, su matriz, formas de budismo presentes en Siberia y… el Islam llegado del sur.

Pero, estas tesis chocan con la pertinaz realidad que demuestra que el Islam no es una religión como otra cualquiera, sino un riesgo, y ello por tres motivos:

1) El contenido de los textos coránicos que consideran la “guerra santa” como uno de los “pilares del islam” (y se trata de una guerra entendida en sentido estricto, una “guerra exterior” y no una “guerra interior” librada en el terreno de la psique. Ver a este respecto nuestro documento: “La yihad en Europa: diagnosticarla, prevenirla y contenerla”). Es la única religión que propone la conquista por las armas de nuevos territorios para englobarlos a la “umma” (la comunidad de los creyentes).

2) El islamismo tiene una increíble facilidad para deslizarse hacia el radicalismo. La mayoría de islamistas ni creen ni practican la “guerra santa”, pero la existencia de casi una docena de referencias inequívocas a ella en el Corán, facilita el que, la predicación de cualquier imán o de cualquier alucinado citando esos versículos, sea suficiente para escorar a sectores del islam hacia la vía del radicalismo religioso y del terrorismo yihadista en un corto espacio de tiempo y con una rapidez pasmosa.

3) El islam es practicado por sociedades tecnológicamente avanzadas, pero que culturalmente se encuentran instaladas culturalmente antes de la Primera Revolución Industrial. Esto genera un cóctel explosivo y explica, por sí mismo, la irrupción del yihadismo: la pobreza más absoluta, situada junto al lujo oriental más extremo, hace que la muerte en la “guerra santa” sea contemplada como una “vía” para alcanzar la promesa de Alá de que los yihadistas muertos gozarán de todos los placeres mundanos que deseen en el “más allá”.

De estos tres elementos se deducen tres consecuencias:

- El islam es una religión en donde los grupos sociales económica y culturalmente más desfavorecidos facilitan la “cantera” para las organizaciones yihadistas.

- La posibilidad de deslizamiento hacia el radicalismo está siempre presente entre los fieles islámicos y se apoya inequívocamente en textos coránicos.

- El islam es la única religión del mundo en nombre de la cual se mata y se muere alegremente y no puede ser medida con el mismo rasero que cualquier otra religión tradicional.

EN TODAS PARTES, EL ISLAM ES INCOMPATIBLE CON OTRAS RELIGIONES

Todo esto explica suficientemente -además de los datos objetivos- que Putin haya señalado al islam radical como autor de la masacre… autor, no mandatario de la misma.

Encontrar una tropa dispuesta a morir en una acción terrorista es fácil en medios islamistas: la promesa de siete palacios de jade que recibirá el combatiente muerto en la yihad, cada uno de ellos con siete harenes y cada harén con setenta y siete huríes, permaneciendo el yihadista muerto con una edad permanentemente de 33 años y en estado de erección permanente… puede ser muy tentadora para pobres diablos arrojados a la miseria y a la ignorancia. Es muy diferente, por ejemplo, de la concepción del Walhalla, morada de los dioses, al que trasladan las valquirias a los héroes muertos en combate, allí esperan la hora en el que los cuernos guerreros del Raknarok llamen a la batalla final contra las fuerzas del mal.

Si hemos citado esta concepción religiosa nórdica es porque el pueblo ruso es descendiente de los Varegos, una estirpe vikinga que dio lugar al núcleo fundador de aquel país. Y las dos concepciones (la de un más allá hedonista y sensualista, y la de un más allá en el que se monta guardia a la sombra de las espadas) son opuestas e irreconciliables. Si hoy están mezcladas en Moscú se debe, como en los países occidentales, a la huida de muchos islamistas de los países en los que nacieran. Se da la paradoja de que siguen siendo fieles al islam… a pesar de que el islam sea el responsable de su miseria y del atraso endémico de sus sociedades (bueno es reconocer que, si no fuera por el petróleo, las sociedades islámicas árabes vivirían todavía como en los tiempos del segundo califa).

LA “RESPONSABILIDAD UCRANIANA”

La tesis de Putin puede resumirse así: “un fanático religioso es fácilmente manipulable; y en el caso de los cuatro criminales que dispararon sobre 6.000 personas en una discoteca, hay que distinguir entre los asesinos y quienes les indujeron a cometer el crimen”.

Para Putin está claro: “fue Ucrania”. Pero, hay que matizar. Es cierto que los asesinos huían en dirección a Ucrania cuando fueron detenidos, pero también hay que reconocer que Ucrania carece de experiencia en este tipo de acciones que pueden ser calificadas como “de bandera falsa” (cuando el ejecutor y el mandatario no pertenecen a la misma organización a la que se atribuirá el crimen).

En nuestro anterior artículo ¿Morir por Kiev? ¿Soplan vientos de guerra o de negocio?, ya aludimos a Al-Qaeda y a sectores del terrorismo islámico lo suficientemente brumosos como para despertar sospechas sobre a quién sirven verdaderamente. Lo dicho sobre al-Qaeda puede trasladarse sin dificultades al “Estado Islámico – DAESH – ISIL”. No se entiende nada en este tipo de organizaciones terroristas.

Por ejemplo, si debiéramos fiarnos de sus propuestas y proclamas, debería quedar claro que su enemigo directo es EEUU y el Estado de Israel, pero, por algún motivo que nadie logra explicar, el DAESH, ISIL y demás, no han atentado nunca contra ninguno de estos dos países. En su lugar, todos los atentados cometidos han sido de una brutalidad sin límites en Europa Occidental y de una crueldad casi inimaginable en el caso de Rusia… que, a fin de cuentas, permite el culto islámico en todo su territorio, y tiene el “deseo euroasiático” de integrar bajo una sola bandera a cristianos ortodoxos, musulmanes y budistas. Incluso la mayoría de repúblicas exsoviéticas del sur están hoy en buenas y/o inmejorables relaciones con Moscú.

¿EJECUTORES? ISLAMISTAS - ¿AUTORES INTELECTUALES?

Claro está que la estrategia occidental en Siria de acoso y derribo del Baas fracasó a causa de los bombardeos realizados por la aviación rusa sobre posiciones del DAESH que en apenas seis meses lograron llevarlos al punto de partida, masacrando literalmente a sus miembros. Entonces, el DAESH y otros grupos de oposición al gobierno sirio, fueron utilizados por el Pentágono para desestabilizar toda la zona de Oriente Medio (que incluyeron, desde los bombardeos sobre Irán para destruir los avances de este país en materia nuclear, la invasión de Irak y el favorecimiento de una guerra civil interior entre sunnitas y chiitas para evitar que el potencial militar de ambas comunidades se volviera contra el ocupante anglosajón, y el intento de derrocamiento del presidente legal y legítimo de Siria, Bashar Al-Azad)

¿Los extremistas del DAESH podrían estar interesados en vengarse del país que los había, literalmente, pulverizado? En la pregunta misma se encuentra la contestación: difícilmente un grupo “pulverizado” y del que no se ha oído hablar desde 2022 podría estar en condiciones de armar un atentado de esta envergadura. De hecho, ni siquiera en Europa Occidental, los últimos atentados islamistas cometidos lo han sido bajo la bandera del DAESH al que, hoy, los “analistas” y “tertulianos” ya no consideran como una organización realmente existente, sino como una “franquicia”

En otras palabras: lo que queda del DAESH son individuos a la desbandada incapaces de coordinarse y encontrar medios suficientes para dar un golpe en Moscú, país que se encuentra en conflicto con Ucrania y, por tanto, con las fuerzas armadas y de seguridad del Estado en constante alerta. De haberlo deseado, les hubiera sido mucho más fácil técnica y económicamente cometer un atentado contra una embajada rusa en cualquier país occidental.

LAS OPERACIONES “FALSE FLAG” NO SON PARA “AFICIONADOS”

Pero no: se trataba de cometer un atentado enloquecido en Moscú, matando al mayor número de individuos posibles, como un elemento más para aumentar la tensión entre el gobierno ruso y los gobiernos occidentales. Ante la gravedad del crimen, siempre era posible que Putin responsabilizara a Occidente y sus declaraciones contribuyeran a justificar la elevación de inversión en el sector armamentístico de los países de la OTAN.

Putin -al menos públicamente- ha evitado referencias a Occidente en el tema del atentado terrorista. Sus dardos apuntaban contra Kiev, aun a sabiendas de que, si bien es cierto que el gobierno de Zelensky es uno de los que pueden beneficiarse del crimen, carece por completo de experiencias en estas operaciones “false flag”. En efecto, la única que intentó, arrojando un misil sobre Polonia y acusando al gobierno ruso del crimen (que costó la vida a dos ancianos. Véase: Un casus belli perfecto, misil ruso sobre Polonia), fue tan burda que le costó a Zelensky una reprimenda por parte de la OTAN: “Deja las operaciones de bandera falsa, para los que sabemos cómo se ejecutan. Tú sigue poniendo los muertos…”.

“ATENTADO DEL DAESH” (¿PERO QUEDA ALGUIEN DEL DAESH?)

El dossier que está al alcance de cualquier interesado sobre el origen del DAESH (que no es diferente del vidrioso origen de Al-Qaeda), sobre quién lo ha mantenido, sobre su funcionalidad dentro de la estrategia de generar tensiones en Oriente Medio para rebajar la presión sobre el Estado de Israel y sobre la ocupación USA de Irak, es realmente impresionante (recomendamos la lectura del artículo 24 cosas sobre ISIS y Al-Qaeda que no quieren que sepas y también el estudio de grado en Relaciones Internacionales titulado La responsabilidad de EEUU en el nacimiento del Estado Islámico) deja pocas dudas sobre quien ha instigado este semillero de organizaciones terroristas y sobre su funcionalidad: los servicios de inteligencia del Reino Unido y de los EEUU.

Si estos datos están al alcance de cualquier usuario de Internet y su credibilidad deriva de la lógica y de la coherencia de la tesis que contribuyen a apuntalar, podemos imaginar lo que los servicios de inteligencia rusos han podido recopilar. La prueba de que las declaraciones de Putin apuntando contra Ucrania estaban motivadas en no hacer nada que pudiera justificar un aumento de la tensión con los países occidentales, es que, después del ataque terrorista no se ha producido la consabida represalia rusa destrozando lo poco que queda ya de infraestructura de comunicaciones y de energía de Ucrania… De tener la convicción de que los 139 muertos y el centenar de heridos graves habían sido comandadas por Kiev, es muy probable que la represalia hubiera sido de una dureza desconocida hasta ahora (y, por cierto, compárese la magnitud de las destrucciones en Gaza con las que ha sufrido Kiev y se entenderá la diferencia entre una “guerra total” y un “conflicto limitado”).

Los atentados de Moscú, en nuestra opinión, han tenido el mismo origen que cualquier otro atentado yihadista de la “franquicia” DAESH o de la “franquicia” Al-Qaeda. Una cosa era el DAESH que consiguió establecer un “califato” en zonas de Irak y de Siria y otra muy diferente, la organización que reivindica AHORA el crimen de Moscú: de aquel DAESH queda muy poco, solamente quienes planificaron su creación, establecieron su funcionalidad y ahora lo vuelven a aprovechar como un paso más para radicalizar la pugna con Moscú y justificar el rearme “de Occidente”.

Es una hipótesis, claro está, pero como hemos visto, está justificada en algunos datos objetivos, y por la historia pasada del más que ambiguo “terrorismo islamista”.

Adenda: LA ÚLTIMA PARADOJA

¿Lo más paradójico? El “pesar” con el que los medios de comunicación norteamericanos han acogido la detención de los cuatro asesinos y su insistencia en lamentar que hayan declarado desfigurados, sin oreja y en silla de ruedas, “con graves signos de violencia”… En España, algún tertuliano, incluso, ha recordado los “derechos humanos” de los detenidos (¿son “humanos”? Se nace con la “condición humana”, pero determinados actos criminales parecen una renuncia a la misma y una asunción de las peores cualidades de cualquier especie depredadora: animalidad y estupidez; no humanidad), mientras que otros nos han ilustrado sobre el derecho a la “presunción de inocencia mientras no se celebre un juicio justo” y que “por el momento, solo son presuntos culpables”… 

Que estén vivos a estas alturas ya es, de por sí, milagroso y demuestra que Rusia quiere que no existan dudas sobre la paternidad del atentado. Pero, resulta paradójico que tertulianos y medios que callaron ante el “método americano” utilizado en Guantánamo con el aislamiento, la presión psicológica, las torturas psíquicas prolongadas durante años, incluso a individuos que ni siquiera eran terroristas, lloren ahora por el destino de asesinos de 139 personas.