miércoles, 16 de septiembre de 2020

Doriot y el Partido Popular Francés (9 de 10) - Tiempos difíciles: crisis internas, crisis internacionales

Doriot no pudo evitar que una serie de elementos objetivos se desencadenaran contra él y contra su partido. El primero de todos fue el ya mencionado cambio de clima en la política francesa con la disolución del Frente Popular y la formación del gobierno Daladier el 10 de abril de 1938 que supuso un primer parón en el crecimiento del PPF. Unos meses después el 30 de septiembre, se firmaban los acuerdos de Munich y en la semana siguiente las tropas alemanas entraron en la zona de los Sudetes. El resultado directo para el PPF no fue un nuevo parón sino el inicio de una crisis interna en el curso de la cual la figura de Doriot salió erosionada y perdió a una parte importante de sus intelectuales.

En el momento en el que la tensión empezaba a concentrarse en Checoslovaquia a causa de la presión ejercida por el Partido Alemán de los Sudetes dirigido por Konrad Henlein y justo cuando empezó el Congreso de Núremberg del NSDAP (12 de septiembre de 1938) en el que Hitler aludió a que si el gobierno checo no podía garantizar la seguridad de la población de habla alemana, el Reich se encargaría de ello, Doriot publicaba un artículo en La Liberté y en L’Emancipation en el que afirmaba: “Hitler ha tenido a bien afirmar que el problema de fronteras se ha resuelto definitivamente entre Francia y Alemania, puede decir que la catedral de Strasburgo nos pertenece, pero el francés piensa que a fuerza de romper tratados, terminará también por querer revisar la frontera del Rhin. Tal es el drama de la situación actual”. Y más adelante añadía: “Alemania y sus jefes deben comprender: si creen que Francia no combatirá en caso de ataque contra Checoslovaquia, se equivocan”. Doriot reconocía las justas aspiraciones alemanas sobre los Sudetes (“Hitler puede obtener una nueva victoria moral pacífica: es la justicia para los alemanes de los Sudetes”). Tales eran las tesis de Doriot que no podían evitar ser contradictorias: de un lado la propia de un nacionalista que quiere garantizar y fortalecer la seguridad y la integridad de su país (y que por tanto, en aquel momento, precisaba una política de fuerza hacia Alemania) y por otro la de un “fascistizado” que entiende las reivindicaciones alemanas y no está dispuesto a “morir por los Sudetes”.

El artículo causó un enorme impacto, no tanto en la sociedad francesa como en el interior del PPF y, en concreto, de L’Emancipation National. Una parte de la misma rechazó la posición de Doriot. Drieu La Rochelle entre ellos. El clima de guerra se había apoderado de Europa. Es cierto que la posición defendida por Doriot en materia de política europea era la más coherente, simple y completa (reconciliación franco-alemana y tratado de no agresión con el vecino país, sobre la base de un establecimiento de fronteras estables en Europa). Sin embargo, los gobiernos franceses que se iban sucediendo carecían de una política exterior que modificara la emprendida durante la formación de la “entente cordiale” en 1904. La alianza franco-británica, extendida en la Primera Guerra Mundial a los EEUU y, por tanto, en donde los intereses económicos anglo-sajones de ambos lados del Atlántico tenían un peso decisivo, convertía a Francia en un simple acompañamiento y, en realidad, el único territorio sobre el que, inicialmente, podría librarse un conflicto con Alemania. El 23 de septiembre Francia movilizó a sus reservistas y Gran Bretaña colocó a la flota en estado de alerta. Por su parte, Pierre Etienne Flandin, presidente de la Alianza Democrática lanzó un llamamiento a través de La Liberté, titulado “Pueblo francés, no te equivoques” en el que cuestionaba la información que iba llegando a Francia sobre el conflicto, afirmaba que los datos eran insuficientes o excesivamente parciales y denunciaba “el mecanismo consciente montado desde hace semanas y meses por fuerzas ocultas para hacer la guerra inevitable”. Y se planteaba: “¿Las tropas alemanas penetraron en el territorio de los Sudetes reconocido como alemán antes o después de la delimitación de fronteras?”. Dado que el gobierno había rechazado convocar a las cámaras representativas para tratar el tema, Flandin exhortaba a los franceses a dirigirse directamente al  jefe del Estado para salvar la paz. Sin embargo, el artículo tuvo menos difusión de la esperada: las tres ediciones de La Liberté que reproducían el artículo –pacifista y contrario a la guerra, muy objetivo por lo demás- fueron recogidas por la policía. Los carteles colocados en París y en provincia reproduciendo las tesis pacifistas del PPF fueron arrancados por la policía siguiendo órdenes del ministerio del interior y el mitin programado por el partido para tratar el tema y convocado en el Velódromo de Invierno, resultó prohibido. La política del PPF fue tachada por el gobierno y por los partidos de derecha e izquierda como una “política de capitulación” ante Alemania. Pocos días después, los carteles colocados por la Federación del Var del PPF, en los que se podía leer “No queremos morir por Checoslovaquia”, fueron objeto de una encuesta judicial y discutidos incluso en el Buró Político del partido en donde Pierre Pucheau los criticó duramente, sin poder evitar que el organismo de dirección respaldara la posición de Doriot.

En los días siguientes aparecieron nuevos artículos en los medios del partido sobre el mismo tema, comentando la firma de los acuerdos de Munich que fueron anunciados en L’Emancipation con este titular: “Hemos escapado por los pelos. Será necesario ajustar cuentas”. En cuanto a Drieu escribió: “Hasta aquí, pero no más lejos”, refiriéndose a las reivindicaciones hitlerianas. En el texto decía: “Hitler tenía derecho a reclamar Austria, lo tenía también en la cuestión de los Sudetes. Pro un derecho no es válido más que si se ejerce humanamente; ese ejercicio no puede convertirse en extorsión”. El 14 de octubre Drieu se dirigió en las columnas del diario a Daladier: “Usted ha vuelto de Munich cubierto de vergüenza”. Y concluye: “Munich es la victoria de la razón, pero una victoria pagada muy caro”. Hitler ha aparecido en Francia, incluso en el interior del PPF, como el hombre que quiere la guerra: “satisfaciendo una reivindicación justa, aspira a desarrollar la hegemonía alemana sobre Europa”.

El 7 de octubre, consciente de que las opiniones sobre la cuestión estaban generando problemas internos en el partido, Doriot publica un mensaje de dos páginas en el diario con el título de “Francia no ha traicionado a Checoslovaquia”, en el que hacía un análisis histórico el conflicto y recordaba las posiciones del PPF en materia de política exterior. El 14 de octubre publicó otro llamamiento a una reconstrucción nacional especialmente en materia de política exterior. En estas circunstancias se reunió el Consejo Nacional del PPF el 15 y 16 de octubre. En el curso de los debates aparecieron varias críticas al “jefe”. Éste leyó un discurso de 13 folios donde exponía que Francia debía aceptar la retirada que supuso el pacto de Munich para evitar una catástrofe militar y que, a partir de ese momento, le era preciso utilizar el tiempo ganado para reforzar su armamento. Bertrand de Jouvenel intervino en primer lugar (su padre, embajador de Francia, era amigo del presidente checoslovaco Benes y él mismo se encontraba en Praga cuando estalló la crisis. Afirmó que la bandera de Francia había sido lacerada y pisoteada. Pierre Pucheau demostró que la anexión de los Sudetes representaba una merma económica para Francia. Henri Barbé, por su parte, señaló que la debilidad militar francesa era incompatible con adoptar posiciones de fuerza. En la misma línea, Henri Lèbre y Claude Jeantet sostuvieron la posición de Doriot recordando que la opinión pública francesa había apoyado unánimemente los acuerdos de Munich.

Fue entonces cuando el debate dio un giro. Pucheu viendo que su ofensiva contra Doriot no tenía mayoría en el Consejo Nacional, cambió de argumentación. Aludió a la vida privada de Doriot a la que calificó como “disoluta”, criticó la aceptación de subsidios procedentes de Italia. Paul Marion en la sesión del día siguiente, recordó que el 30 de noviembre, el Conde Ciano había pronunciado un discurso en la Cámara de los Fascios y las Corporaciones en el que había aludido a “las aspiraciones naturales del pueblo italiano” sobre Córcega, Niza, Túnez y Saboya, siendo entusiásticamente contestados con un “A Noi!” por los diputados presentes”. El Buró Político respaldó igualmente la línea de Doriot, pero no pudo evitar que, especialmente las críticas formuladas a su vida personal se trasladaran a la siguiente reunión del mismo organismo que tuvo lugar a principios de 1939. En el curso de esa reunión, Pucheu renovó los ataques a la vida privada de Doriot y a su política exterior. Pero en esa ocasión estuvo acompañado por Arrighi, Jean Fontenou, Loustau y Paringaux quienes dimitieron en bloque. Fabre-Luce les había precedido unos días antes y Drieu se había ido silenciosamente dejando de publicar artículos en los medios del partido desde la anterior reunión del Buró Político. Otros, como Popelin y Maud’huy, sin dimitir, dejaron de participar en la dirección. Barbé también había abandonado el partido en el mes de noviembre. En pocas semanas, el PPF había perdido a sus intelectuales más brillantes y a algunos de sus cuadros más conocidos.

¿Qué había de cierto en los reproches formulados contra la “vida privada” de Doriot? Jean Paul Brunt recuerda en su biografía de Doriot que “la historia demuestra que la vida privada dudosa de infinidad de hombres no ha impedido que fueran grandes jefes de Estado”. Pierre Pucheu, verosímilmente, se sentía decepcionado por la escasa influencia de sus tesis sobre la línea política de Doriot. Pucheu, amigo de Robert Brasillach y de Jean Paul Sartre a los que conoció en la École Normale Supérieure de París, tras haber intentado destacar como escritor, se pasó al mundo de los negocios, deslumbrado por el capitalismo. Fue en la industria del acero en la que destacó convirtiéndose en la cabeza visible, en pocos años, del Cartel d’Acier, el mayor monopolio sobre este material estratégico. A partir de la crisis del 6 de febrero de 1934, se interesó por la política, ingresó en los Cruces de Fuego de La Rocque y luego en el PPF. Procedía, pues, de un medio social que no solamente entraba en contradicción con la base obrera del partido, sino que además era antagónico. Durante el gobierno de Vichy sería uno de sus más activos apoyos destacando como “tecnócrata”. Capturado en Argel después del desembarco norteamericano, fue el primer “colaboracionista” fusilado por De Gaulle. Incluso Pucheu que constituyó la punta de lanza en el ataque contra Doriot y, la totalidad de los que en aquel momento se dieron de baja en el partido, reconocerían más tarde que la línea política de Doriot en ese momento había sido la correcta y ellos mismos la compartieron luego. Víctor Barthélemy, testigo privilegiado de aquellos episodios, concluyó que los ataques a la vida privada de Doriot no eran más que excusas para reforzar los ataques a su línea política.

Ahora bien… sí es rigurosamente cierto que entre finales de 1937 y principios de 1938 tuvo lugar un cambio en los hábitos de vida de Doriot, algo que no pasó desapercibido ni para su entorno inmediato, ni para los servicios de información. Es posible que tuviera que ver con las relaciones con su mujer y sus hijos. A partir de ese momento deja de dormir en casa y suele hacerlo en la sede del partido. Tampoco va a casa a comer y prefiere hacerlo en restaurantes sin reparar en gastos. Suele ir a restaurantes refinados, degustar vinos selectos e ir acompañados por amigos y camaradas. El resultado directo no pasa desapercibido a quienes lo ven: la obesidad. Fabre-Luce reproduce una frase que le comunicó Paul Marion: “Doriot había cambiado. Intentó sinceramente elevarse  la altura de las esperanzas que se habían depositado en él. Cuando la corriente se invirtió pasó a consolarse en los burdeles”.

Sin embargo, la crisis en la dirección del PPF apenas afectó al partido. No se había tratado ni de una escisión, ni siquiera de dimisiones escandalosas que aceptaran continuar la pelea en medios de comunicación. En realidad, las dificultades procedían de la coyuntura (caída del Frente Popular con nueva situación en Francia y pacto de Munich con nueva situación en Europa). Lo primero hace del PPF un partido inútil para la derecha, un partido, incluso, que en razón de su anticomunismo exacerbado podría suponer un obstáculo ante el segundo problema, el pacto de Munich, que requería, para afrontarlo, un amplio consenso en la sociedad francesa: una “unión nacional”. La buena noticia era que la Asamblea Nacional había aprobado el reparto proporcional de los diputados del Partido Radical que querían sacudirse la dependencia que tenía su grupo de socialistas y comunistas. El PPF, con la nueva distribución de escaños hubiera podido obtener entre 50 y 60 diputados.