lunes, 18 de mayo de 2020

UN GOBIERNO SIN AUTORIDAD Y UNA SALIDA DESCONTROLADA AL CONFINAMIENTO


Que nuestro gobierno lo ha hecho de la peor manera posible, lo da el hecho de que seamos “líderes” en mortandad por el virus. Líderes mundiales. Sin discusión. El gobierno, opta por presentar las cifras de mortalidad “en bruto”, eludiendo el hecho de que si en EEUU es donde se ha producido mayor número de fallecimientos se debe a que el país tiene 328 millones de habitantes. Utilizando cifras en bruto, el gobierno enmascara el hecho estadístico muy cierto y real de que la prevalencia de la enfermedad en porcentaje por población es:
           - España:         0’060% de mortandad sobre la población total
           - Reino Unido: 0,052% de mortandad sobre la población total
           - Italia:           0’052% de mortandad sobre la población total
           - Francia:        0’041% de mortandad sobre la población total
           - EEUU:           0,027% de mortandad sobre la población total
           - Portugal:      0’012% de mortandad sobre la población total
Esta es la triste realidad que plantea la cuestión de por qué en países vecinos muy similares al nuestro (Portugal, Francia, Italia) la tasa de mortandad es menor o muchísimo menor (caso de Portugal).

Particularmente espectacular en nuestro país fue la rapidez del contagio, la improvisación y falta de conocimiento del problema con que el gobierno abordó la crisis (imitando lo que había hecho Italia, sin preocuparse de formar un gabinete de crisis, formado, no solo epidemiólogos, sino médicos de otras especialidades, psicólogos, economistas, asociaciones de comerciantes, sindicatos obreros y patronales, asociaciones juveniles, militares y FOP y, claro está, representante de todos los partidos políticos con grupo parlamentario propio. Si era una “situación extrema”, se trataba de adoptar MEDIDAS EXCEPCIONALES, incluso en lo que a representatividad y toda de decisiones se refiere.

Claro está que esto se hubiera parecido mucho a un “parlamento corporativo”, así que el peor gobierno de España para la peor crisis desde la Guerra Civil, optó por la pantomima de seguir considerando que el parlamento seguía valiendo como “poder legislativo”… un parlamento, como siempre vacío, pero que, al menos en esta ocasión se mostraba como tal sin el más mínimo pudor.

Lo que ha ocurrido a lo largo de estos dos meses de confinamiento ha oscilado entre la tragedia y la astracanada:
- tragedia por los muertos, por los contagiados, por haber generado una situación económica irrecuperable e injustificada (especialmente si tenemos en cuenta que en 2018 la epidemia de gripe causó ¡15.000 muertos! sin que generara alarma social ni confinamientos, ni siquiera tuviera espacio en tertulias ni informativos), tragedia por la oscuridad con la que se presenta el futuro para un amplísimo sector de la población, sin olvidar las urgencias colapsadas, los féretros amontonados y los gritos de dolor de los internados en Ifema que podían oír los dramas que ocurrían en torno suyo.
- astracanada por las comparecencias diarias de ministros, militares uniformados, presuntos especialistas que, más que aclarar la situación, la complicaban más y más (la ministra Celá de “educación”, alcanzó las más altas cotas de la estupidez presentando las medidas ininteligibles e inaplicables para concluir el curso escolar y la de trabajo tampoco le fue a la zaga tratando de demostrar que la situación del paso no era dramática); el que un país que en otro tiempo tenía una alta producción textil, estuviera prácticamente desabastecido de mascarillas durante cinco-seis semanas y que hubiera que comprarlas en el otro extremo del mundo; el que se vendieran tests inútiles; el que, a medio camino, se modificaran los criterios para contabilizar muertos; las continuas rectificaciones; el protagonismo que querían asumir las autonomías para no desdibujarse y una izquierda radical que no quería que la UME entrara en acción, o en Cataluña, un geriátrico -con alta tasa de mortandad- que se opuso a que lo desinfetaran militares; la transmisión de órdenes que se han modificado completamente y de situaciones absurdas (no nadar en la playa pero si hacer surf, mantener “distancia social” en aglomeraciones, abrir agencias de viajes y hoteles cuando no hay ni habrá en mucho tiempo turistas, ni posibilidad de hacer turismo, etc, etc, etc).
Aquí, vale la pena detenerse un momento: hoy, no puede reprocharse a la población que haga -como está haciendo en un altísimo porcentaje- lo que le venga en gana. Es suicida (o puede serlo), pero es el resultado de una SATURACIÓN INFORMATIVA QUE HA CONTINUADOS DURANTE 10 SEMANAS EN EL CURSO DE LAS CUALES HEMOS VISTO CONSTANTEMENTE A MINISTROS QUE INTENTABAN PROMOCIONARSE DEMOSTRANDO UNA EFICACIA Y CLARIDAD DE IDEAS QUE NO TENIAN Y QUE HA SERVIDO PARA HARTAR A LA CIUDADANÍA, ALEJARLA DE LOS ESPACIOS PUBLICITARIOS DEL GOBIERNO Y, A LA POSTRE, GENERAR CONFUSIÓN.



Detrás de todo esto lo que hay es una incomprensión y una incapacidad para DAR ÓRDENES Y POR EJERCER LA AUTORIDAD. Todo aquel que ha sido -al menos en un período de su vida- militar o ha permanecido cerca de la milicia sabe cómo debe darse una orden y lo que es el LENGUAJE LACÓNICO.
- Lenguaje lacónico: el propio de Laconia, Esparta, caracterizado por seguir al pie de la letra el principio clásico de “nada de más” (evitar palabras superfluas), exacto y preciso y que no permite dudas.- Orden: acción imperativa y perentoria, caracterizada por su brevedad y claridad, breve como un disparo, que transmite con claridad indubitable un comportamiento a adoptar.- Autoridad: posibilidad efectiva de hacer cumplir una orden. Prestigio de un poder ante la población que acepta su guía y su dirección en la convicción de que es lo que conviene hacer ante cualquier situación.
En lugar de eso hemos visto VERBORREA en ministros y “especialistas”, sugerencias contradictorias, variaciones continuas, agujeros negros en la interpretación, planes mal formulados y sin posibilidades de llevarse a la práctica en muchísimos casos, o absurdos por completo en otros. El gobierno NI HA TENIDO AUTORIDAD, NI SIQUIERA SABE LO QUE ES. Está en La Moncloa porque un público desinformado cree que democracia es votar una vez cada cuatro años al que mienta más y mejor, pero el compromiso del elector termina en cuando deposita su papeleta electoral. Y, por otra parte, el gobierno NO HA SABIDO GANAR AUTORIDAD MORAL al haber realizado una gestión ignorante, contradictoria y confusa de la crisis.

Y así hemos llegado a la situación actual (en mi pueblo, tres mil habitantes, cincuenta contagios, ningún muerto conocido), hoy el 80% de la gente ya no tomaba ninguna medida de seguridad, la única terraza abierta, estaba repleta de gente, sin medidas de seguridad ni gaitas. Apenas el 20% de la población sigue llevando máscara y muchos de estos solamente se le ponen cuando suben al tren o acuden a la farmacia…
Milagro será que no haya un repunte. Ahora bien, si no lo hay, con solamente un 5% de la población que haya desarrollado anticuerpos, podemos estar seguros de que las semanas del confinamiento no han servido absolutamente para nada.

Copio y pego un artículo de El Periódico de Barcelona en el que alguien se sorprende de cómo está la situación allí, a pesar de estar en la fase 0:
“Pues bien, el primer día me puse la mascarilla, me calcé mis bambas y acordé con mi pareja que no fuéramos pegados corriendo. Cuando salimos de casa, el sol brillaba tanto que casi me dejó ciego (tirando un poco del mito de la caverna de Platón). Lo primero que vi fue un grupo de ciclistas. Pensando en la buena fe de la gente y en que la mayoría de mis amigos comparten piso, imaginé que aquello era normal. Fui corriendo hasta la playa y vi que todo el mundo era Neo, es decir, nadie se protegía, todo el mundo se abrazaba. Me recordó a los rebeldes de Zion de la última película de la serie Matrix. Pensé "¡Hostia, no entiendo nada! ¿Estamos en fase 0? ¿Matrix me tiene condicionado?". Volví a casa sin comprender nada.Al día siguiente, decidí cambiar de hora. Me acerqué al parque de la España Industrial. También parecía Zion, pero en este caso la gente allí estaba haciendo bellote y jugando partidos de básket, todos con la camiseta de Michael Jordan. Parecía aquello el documental 'Last Dance' de Netflix, aquellos partidos que veían mis ojos me recordaban a los Detroit Pistons de Rodman: defensas duras y contacto con el adversario.Al volver a casa, llamé a mi amigo Ferran, le comenté lo sucedido, no entendía nada, solo me dijo: "El Ferran te apoya". ¿En qué fase estamos?”.
Y ahora el peor -con mucho- gobierno de la democracia al que el término “gobierno” incluso le viene grande, ni siquiera tiene idea de lo que quiere hacer (y, aunque la tuviera, carece de autoridad y de prestigio como para ser tomado en serio), ni mucho menos de lo que hay que hacer y no digamos de qué hacer en el futuro. A fin de cuentas es lo que hemos votado.