jueves, 21 de mayo de 2020

José Antonio y la monarquía. Una posición no tan diáfana… (3 de 10) - LO QUE DICE LA BIOGRAFÍA APASIONADA


Hasta aquí hemos examinado los textos incluidos en las Obras Completas en los que se alude a la monarquía. No hay más, al menos ninguna referencia más que sea significativa y que aporte algo más que comentarios a la actualidad de aquel momento. Nada importante para nuestro estudio. Así pues, con esto ya tendríamos suficiente para establecer las relaciones de José Antonio con la monarquía: no hay ninguna crítica a la institución sino a sus formas degradadas (teoría del “derecho divino” y teoría de la monarquía parlamentaria, pero nunca a la concepción de la monarquía tradicional), incredulidad ante la posibilidad de que pudiera restaurar la monarquía en aquellos momentos, una negativa pertinaz a responder de manera clara y rotunda a la pregunta de “¿monarquía o república?” y, desde el primer momento, hasta unos días antes de su fusilamiento, un constante respeto a la institución.

Ahora bien, ¿era esto mismo lo que percibieron quienes conocieron de cerca a José Antonio Primo de Rivera? Para responder a esta cuestión hay que entrar en la Biografía Apasionada, en donde su autor dedica un amplio parágrafo a este tema (1)[.

Por lo dicho hasta aquí no sorprenderá ya a algunos el hecho de que en la Falange fundacional estuvieran presentes varios militantes y dirigentes monárquicos. A pesar de eso, en los medios monárquicos parece que el hecho de que José Antonio no hiciera ninguna alusión a la monarquía en el Discurso del Teatro de la Comedia creó cierto malestar. Ximénez de Sandoval escribe a este respecto:

El olvido absoluto que el Fundador de la Falange dedicara en su discurso del 29 de octubre a la Monarquía disgustó a muchos, aunque algunos otros creían que se debió a razones de «táctica». Dentro de la naciente Organización había muchos muchachos fervorosamente monárquicos y cabía aguardar de un momento a otro la ansiada declaración de la Falange para ayudarla económicamente y aprovechar su brío en servicio de la Causa de la Restauración” (2)

El “biógrafo apasionado” explica que no era este el pensamiento de José Antonio, sino que “creía todavía prematuro el momento para hablar del problema de la Restauración”:

“Restauración, sí, de España, que había quedado mucho más deshecha que la Dinastía con los últimos vaivenes revolucionarios. Restauración plena de todos los valores nacionales; reincorporación de las esencias tradicionales; revisión rigurosa de todo lo extraño, lo artificial, lo ajeno al meollo racial; revolución nacional, sí. Pero Restauración a tontas y a locas de una Dinastía sin haber situado, atacado y conquistado todas las bases corrompidas en que pudiera sostenerse; restaurar la Monarquía sin haber construido el Estado Nuevo al que ella pudiera dar solidez, recibiéndola también de él, le parecía necedad insigne” (3).

Sigue explicando Ximénez de Sandoval que tampoco veía clamor popular para la restauración de la monarquía y le parecía mucho más vivo el “sentido social” que debía de acompañar necesariamente a la cuestión nacional. Y añade: “Por nacimiento y tradición familiar, José Antonio era monárquico. Pero antes que monárquico era español” (4) [4]. Y cita una de las frases que le comentó en alguna ocasión: «Si volvieran Fernando e Isabel, en este mismo momento me declaraba monárquico». La frase encierra un matiz que no se le escapó al propio biógrafo: el “me declaraba monárquico” (lo que equivalía a afirmar públicamente algo que se llevaba en privado) en lugar de “me hago monárquico” (lo que equivaldría a una conversión, a un cambio de posición). Dice de su propia cosecha Ximénez de Sandoval con razón: “Declararse algo quiere decir confesar públicamente algo. Declararse supone «ser» algo, «llevar» algo oculto que se pone a la luz. José Antonio no decía «me haría» monárquico, sino me declararía. Luego, secretamente, lo era ya” (5).

Los que conocieron a José Antonio durante aquel período fundacional de la Falange, le preguntaron en varias ocasiones sobre este asunto. Con Francisco Bravo habló en varias ocasiones y también con Ximénez de Sandoval. Las respuestas que debió dar a Bravo no constan en su libro (6) en donde no existe alusión alguna a monárquico, monarquía, Alfonso XIII… Así pues, debemos de fiarnos de Ximénez de Sandoval cuando Bravo le cuenta las confidencias que recibió de José Antonio:

«Recuerdo que una tarde del verano de 1934, paseando en San Sebastián con él y con Aizpurúa, la conversación derivó hacia sus relaciones con quien encarnó la Monarquía. Aludimos a lo que se decía respecto a ingratitudes para con el Dictador, gastado en una empresa condenada al fracaso de antemano. No era fácil vencer la reserva de José Antonio en estas y otras muchas cuestiones. Más, desde luego, nunca asintió a los rumores aludidos. En cambio, nos dijo esto: –Después de la caída de mi padre, el Secretario del Rey dejó de felicitarme en su nombre el día de mi cumpleaños, como venía haciendo desde hacía varios años. Esto indicó que mis relaciones con Don Alfonso quedaban canceladas. Y cuando dijo esto no había el menor dejo de amargura ni de reproche. Jamás pudo inculpársele una resolución motivada en el despecho. Aristócrata por su finura espiritual tanto como por su casta, abominó de toda arma indelicada. Nunca sintió despecho. Era en plena persecución sañuda contra la memoria de su padre y jamás cayó en la tentación de usar el archivo del General, en el que indudablemente había demandas y pruebas de adulación suscritas por muchos de sus acusadores” (7)

Y añade, a continuación, el biógrafo:

“…aquellos quienes José Antonio tenía a raya con una sonrisa de conmiseración irónica le zaherían lanzando ese rumor: José Antonio no se declaraba monárquico por rencor personal a Don Alfonso XIII, a quien consideraba responsable de la caída del Dictador (8).

Había entre estos “un grupo de muchachos caballerescos y valientes que deseaban –como la distinguida señora de Bilbao– que José Antonio se declarase monárquico”, a lo que hubiera seguido la unión con Renovación Española. José Antonio no creía en esa posibilidad estratégica: repitió en varias ocasiones durante los meses posteriores al retorno de Calvo Sotelo de su exilio parisino, que no arrastraría a la joven generación a una lucha para la restauración de la monarquía. Sin embargo, los monárquicos estaban en el interior del partido tal como ha reconocido Ximénez de Sandoval. En realidad, en ese capítulo, el biógrafo, alude al núcleo de Ansaldo que sería expulsado del partido en 1934, en lo que puede considerarse el canto del cisne de los monárquicos alfonsinos dentro de Falange Española.


NOTAS


(1) Biografía Apasionada de José Antonio, Felipe Ximénez de Sandoval, Editorial Fuerza Nueva. Madrid 2007. Edición digital, págs. 200 a 207. Capítulo La cuestión monárquica.
[(2) Idem., pág. 200
(3) Id., pág. 202.
(4) Id., pág. 204.
(5) Id., pág. 202.
(6) Francisco Bravo Martínez, Historia de Falange Española de las JONS, Editora Nacional, Madrid 1940. Edición digital.
(7) Idem., pág. 204.

(8) Idem., pág. 204.