miércoles, 20 de febrero de 2019

365 QUEJÍOS (274) – DEL MOVIMIENTO SOCIAL ITALIANO A LOS POPULISMOS


En los años 70, personalmente tenía un deseo en política: que una vez terminado el franquismo (que era evidente, concluía con la vida de su fundador), en España apareciera un partido similar al Movimiento Social Italiano que, en aquel momento tenía entre un 10 y un 12% de los votos. Ciertamente, no hay que idealizar a aquel partido, bajo cuya sigla -como en todo partido- se cobijaba tanto lo mejor como lo peor, pero si es cierto que, durante su medio siglo de existencia, el MSI fue fiel a sus orígenes y, cuando estos quedaban ya muy lejanos, concluyó su ciclo en una especie de harakiri gestionado por Gianfranco Fini.

Hace unos meses, traduje para el número 54 de la Revista de Historia del Fascismo la obra escrita por Massimo Magliaro, que fuera brazo derecho de Giorgio Almirante en materia de prensa, durante la etapa en la que estuvo al frente de la Secretaría General del partido. Magliaro habla perfectamente castellano, así que las pocas dudas que surgieron durante la traducción, él mismo se encargó de solventarlas, e incluso, para la edición española amplió el contenido de la obra. Actualmente el mismo volumen se encuentra publicado por les Cahiers d’Histoire du Nationalisme, dirigida por Roland Hélie y hace unos días el autor me pidió un postfacio para la nueva edición italiana. La originalidad de este trabajo es que recopila, por fechas, los principales hitos del MSI desde 1945 hasta 1995. En cuanto a la edición española de esta obra, hoy mismo, hemos recibido la primera reimpresión, siendo uno de los 60 números de la RHF que más interés ha atraído. No es para menos.

La reimpresión de esta obra es lo que nos permite traerla a colación a la hora de comparar los “nuevos populismos” con lo que fue el MSI. Hay que deshacer un equívoco que permanentemente es reiterado por los medios de comunicación: nada que ver entre “nuevos populismos” y “neo-fascismo”. El MSI fue un movimiento neo-fascista: su inspiración originaria era la andadura de la República Social Italiana y los files a esa forma final de fascismo, constituyeron los primeros cuadros del movimiento. Éste, fue creciendo, absorbiendo, poco a poco, el espacio de los monárquicos, luego el de los liberales e incluso royendo las bases de la Democracia Cristiana. Muy fuerte en el Sur de Italia, fuerte en el Centro y débil en el Norte del país, el MSI atravesó distintos períodos, pero siempre contó con unas juventudes fuertemente ideologizadas y de las que, frecuentemente, se desgajaron sectores que dieron vida a los llamados, movimientos extra-parlamentarios neo-fascistas.

El neofascismo de los años 50-80, se nutría especialmente por los que se reconocían en el fascismo histórico y en el fascismo de la República Social, luego acaparaba una parte del voto de protesta y, en sus últimas fases, el voto sensibilizado por la corrupción del sistema político italiano. Murió cuando sus orígenes quedaban lejos y las nuevas generaciones ya lo ignoraban casi todo del fascismo histórico y los que conocieron al fascismo republicano de Saló estaban desapareciendo por la edad. Fini creyó que era un buen momento para abrir el partido y declararse “post-fascista”. En realidad, la transformación no fue todo lo bien que hubiera cabido esperar y el nuevo partido terminó por difuminarse dentro del magna berlusconiano para luego desintegrarse.

El populismo moderno es otra cosa. A diferencia del MSI -que siempre propuso un sistema corporativo-, los populistas no cuestionan la forma actual de las constituciones de sus respectivos países, tampoco tienen una doctrina política claramente definida, picotean de aquí y de allí, son conscientes de la dificultad para elaborar un corpus doctrinal coherente y se limitan a ser partidos de protesta (como lo fue el MSI, pero rebajando sus exigencias a los límites constitucionales) y alertan sobre los riesgos de la inmigración masiva, del neoliberalismo salvaje y de la globalización, salen en defensa de los intereses del ciudadano de a pie y, si en algo se parecen al viejo MSI, es en cierto transversalismo, presente en unos más que en otros (entendiendo por transversalismo, la inclusión en sus programas de temas propios de la derecha en materia nacional y de la izquierda en materia social).

Para los que procedemos del neo-fascismo, las ideas y los principios del “populismo” pueden parecer pobres y limitados, bienintencionados en el mejor de los casos y oportunistas en el peor. Todo depende de lo que se pretenda: si se quiera “hacer política”, la vía pasa -en Italia y en toda Europa, aquí y ahora- por el “populismo”. Si hoy lo que se quiere hacer es “testimonialismo”, indudablemente, el ejemplo del MSI fue el partido-faro del neo-fascismo. Si no se tiene claro este punto, cualquier esfuerzo en una dirección u otra es tiempo perdido.

En España, hasta mediados de los años noventa, todo inducía a pensar que un partido como el MSI hubiera tenido cierto eco en el electorado. A pesar de que Fuerza Nueva participó con el MSI (y con el Parti des Forces Nouvelles) en el primer intento de crear un frente común en lo que fue la “eurodestra”, lo cierto es que el partido de Blas Piñar estaba concebido según otros parámetros muy distantes del MSI, especialmente en materia religiosa. La imagen paramilitarizada que dio Fuerza Nueva había abandonada completamente por el MSI desde mediados de los 60.

Los errores se pagan y el tiempo de vigencia del “neo-fascismo” se agotó sin que Fuerza Nueva pudiera estabilizarse, ni surgiera ninguna formación posterior… hasta que en 2018 se produce la irrupción del “populismo” en Vox. Parece claro que, fuera de algunas coincidencias generales, propias de partidos situados a la derecha del espectro político, Vox y Fuerza Nueva se parecen como un huevo a una castaña, por mucho que los tertulianos habituales tiendan a equipararlos… como quien equipara un partido de estructura marxista-leninista, organizado en función del “centralismo-democrático”, como fue el PCE, con el actual Podemos.

Vale la pena no engañarse, ni engañar. Pero, a pesar de que la experiencia del Movimiento Social Italiano sea irrepetible, incluso en Italia, vale la pena conocerla. Precisamente, el hecho de que. en los años de la transición, incluso los que daban la mano a Giorgio Almirante y arengaban a las masas junto a él, lo desconocieran todo sobre este partido, fue lo que garantizó su fracaso. Porque, en la transición española, hubiera sido mucho más adecuado adaptar el “formato MSI” a nuestro país, que rescatar una especie de revival de Renovación Española cuarenta años después de la desaparición de ese partido. Porque eso fue Fuerza Nueva, en el fondo.
  
http://eminves.blogspot.com/2018/03/rhf-54.html