Ocultismo y Política en el Siglo XX constituye el único estudio
sobre las interferencias entre el mundo de lo mágico y lo oculto y la gestión
de la “cosa pública”. En esta obra se permanece lejos de las tentaciones
conspiranoicas y anti–históricas y el autor se limita a enumerar episodios históricos,
poco o nada conocidos incluyéndolos en el contexto histórico que les es propio.
Se trata de un ensayo que abarca todos los sectores del espectro político
porque en todos, derecha, izquierda y demócratas, aparecieron vinculaciones
entre la política y las corrientes ocultistas o neo–espiritualistas. Hemos
tenido una conversación con su autor y luego reproducimos el sumario de la obra.
¿Qué has querido expresar en este trabajo?
La política debería de ser el
arte de lo razonable y un ejercicio de la racionalidad. Sin embargo, en el
siglo XX, la política se percibió frecuentemente como aquel lugar en el que las
influencias irracionales irrumpían en el terreno de lo que debería ser la
racionalidad extrema: la gestión política. Aún hoy, cada día, los telediarios y
los posts publicados en redes
sociales nos confirman ininterrumpidamente en la persistencia de esta simbiosis.
Lo que he querido expresar en este trabajo es que estas tendencias no afectan a
un sector concreto del arco político: en efecto, derecha, centro e izquierda
están afectados por la irrupción de lo irracional en la vida de los gobiernos.
El ocultismo es una forma de pensamiento
irracional. El ocultista ve el cosmos como un lugar en el que se dan nexos inefables
entre las cosas (el primero de todos entre macrocosmos y microcosmos) y en el
que nada es independiente, ni ocurre por azar. Todo, en el ocultismo, tiene un
sentido y un fin y todo responde a un diseño teleológico previo. El “ocultismo”
–esto es, la fascinación por lo oculto, por sus teorías y por las prácticas que
deberían dar acceso al mundo oculto– empezó a estar presente entre los
humanistas del Renacimiento descubridores de los textos herméticos atribuidos a
Hermes Trimegisto. Personajes como Giordano Bruno, Marsilio Ficino, Pico della
Mirandola, etc, los grandes nombres de la cultura renacentista creyeron en la
existencia de una “cábala cristiana” y en la aplicación de la “magia natural” a
la vida cotidiana y a la interpretación del cosmos. Lo que siguió luego es
habitual en los procesos de decadencia: el “mundo mágico”, desaparecidas estas
grandes figuras de la cultura europea, olvidó la magia que quedó sólo como
patrimonio de determinadas sociedades secretas –los rosacruces, especialmente–
hasta que en 1717 se creó la Gran Logia de Londres. En los cincuenta años
siguientes, en los sectores periféricos de la masonería aparecieron corrientes
que aludían a “los superiores desconocidos”, a “ritos templarios”, a “ritos
egipcios”, temáticas que, en buena medida, se desarrollaron en el interior de
las logias masónicas y de los grupos martinistas. Cuando llegó el siglo XIX,
distintos autores, a partir de Fabre d’Olivet y de Saint Yves d’Alveydre, y,
posteriormente, con Eliphas Levi, Papus, y especialmente con Helena Petrovna
Blavatsky, formaron sus propias escuelas y dieron carta de naturaleza al
“ocultismo” tal como persistió y se conoció en el siglo XX. El ocultismo forma
parte, por tanto del llamado “pensamiento mágico”, es decir, una forma de
irracionalismo.
Así pues, en tu opinión ¿ha existido una relación entre ocultismo y
política?
Sí, desde luego, a partir del
siglo XIX. Entonces, buena parte de este submundo, se desarrollaba en el
interior de logias masónicas y así había sido desde el último tercio del XVIII.
Era raro encontrar un ocultista que no hubiera sido masón o martinista. En
nuestra obra, demostramos que el socialismo utópico fue alumbrado por místicos
de la peor especie que habían recibido una enseñanza fragmentaria e incompleta
en el interior de la masonería y de grupos rosacrucianos. De todas formas, en
nuestro estudio, hemos decidido centrarnos en el siglo XX y solamente damos
miradas retrospectivas al XIX cuando es absolutamente necesario.
¿Por qué reducir el campo de estudio al siglo XX?
Fundamentalmente por dos motivos:
en primer lugar porque los siglos XVIII y XIX ya han tenido muchos estudios
consagrados a examinar la influencia de los grupos ocultistas y de las
sociedades secretas, incluso estudios científicos, brillantes y exhaustivos.
Sin embargo, el siglo XX está huérfano de un estudio de conjunto sobre las
interrelaciones entre política y ocultismo. En segundo lugar, el siglo XX, para
los que tenemos más de cuarenta años, forma parte de “nuestro tiempo”.
Existiría un último motivo: lo poco que se ha escrito sobre este tema, está
consagrado al Tercer Reich y no creo exagerar si lo califico de pura basura.
Por otra parte, en nuestro trabajo Estudios
sobre la masonería (eminves, Barcelona, 2014), ya tocamos tangencialmente
esta cuestión. Todo ello nos ha llevado a centrarnos en el siglo XX, época en
la que los avances científicos y culturales parecían instalarnos en una época que
dejaba poco espacio para lo irracional. Y, sin embargo, lo irracional acompañó
a todos los espacios políticos a lo largo del siglo XX.
Has dicho “a todos los espacios políticos”. ¿Te refieres con ello a que
derecha, centro e izquierda tuvieron “tentaciones ocultistas”?
Exactamente. No se puede decir
que uno de estos tres sectores albergara más presencia irracional que los otros
dos. Existe una sospechosa distribución de corrientes ocultistas en los tres
hasta el punto de que resulta difícil establecer, cuál de todas estas
tendencias fue más irracional y en dónde existió más penetración de los
sectores ocultistas.
¿También en la izquierda?
Yo iría que, especialmente, en la
izquierda. De hecho, los tres primeros capítulos están dedicados a la
penetración del ocultismo y lo irracional en este sector político. Nos
centramos en tres casos: los “cosmistas rusos” y sus derivados (los “constructores
de Dios”) que formaron una tendencia dentro del Partido Bolchevique al que
Lenin la declaró la guerra a muerte y atacó en su obra Materialismo y empirocriticismo. La influencia de los cosmistas,
no sólo no fue erradicada, sino que se prolongó hasta los años sesenta dentro
de la industria cosmonáutica soviética. Se trataba de una corriente en la que
tenían cabida las creencias más siniestras, entre ellas prometer la vida eterna
a través del intercambio de sangres. De hecho, los cosmistas afirmaban que el
objetivo último del comunismo debía ser “vencer a la muerte”. Por otra parte,
las sectas secretas estuvieron en los primeros pasos de la revolución maoísta
en China, de la misma forma que, como he dicho, los socialistas utópicos del
siglo XIX (que tuvieron su continuación en los movimientos ecologistas del
siglo XX) estaban también vinculados a organizaciones místicas. El caso extremo
es el de alguna corriente trotskista, fracción extremista del marxismo–leninismo,
los “posadistas”, que sostenían seriamente que los marcianos eran trotskistas.
Lo argumentaban diciendo que si los marcianos podían viajar por el espacio, es
que tenían una civilización muy desarrollada y por tanto, debían ser marxistas,
siendo, dentro del marxismo, la interpretación “posadista” y trotskista la
corriente que mejor interpretaría a Marx. Por tanto, obviamente, los marcianos
debían de ser “posadistas”…
Supongo que hablarás de la Logia Thule y del ocultismo hitleriano…
Sí, y lo hago para desmitificar
el tema. Existieron misterios en el Tercer Reich, pero no están en donde
autores como Jacques Bergier y Louis Pauwels, autores de El Retorno de los Brujos, nos sugirieron. De hecho, lo que cuentan
estos dos autores sobre la teoría de la “tierra hueca” o la “teoría de las
glaciaciones” de Hans Horbiger y su importancia determinante en el seno del
Tercer Reich, es pura falacia. En cuanto a la Sociedad del Vril es mucho más
simple: jamás existió, es el producto de un novelista inglés, Bulwer Lytton,
que perteneció a la Golden Dawn y fue
Gran Maestre de la Societas Rosicruciana
in Anglia, pero no tuvo la menor relación con el nacional–socialismo, ni
siquiera en el tiempo, y por lo demás, sus novelas eran eso: relatos de
ficción, completamente imaginarios. En lo que se refiere a la Sociedad Thule
fue algo muy diferente a como suele presentarla la literatura sensacionalista.
De hecho, en 1926, esta Sociedad ya se había extinguido y no jugó absolutamente
ningún papel en el Tercer Reich, salvo el de haber estado presente en la
“prehistoria” del nacional–socialismo.
¿Haces referencia a la obra de Miguel Serrano?
No particularmente, entre otras
cosas porque su fallecimiento nos ha privado de un debate sobre sus fuentes y
sobre la validez de su obra. Serrano era, efectivamente, ocultista y siempre
tuvo simpatía por el Tercer Reich. Eso le llevó a realizar una síntesis
personal. Simplemente, creó una “mitología”. Lo que escribió hay que
clasificarlo como “literatura irracional”, en absoluto como una visión
histórica del nacional–socialismo, ni siquiera como una reflexión sobre
determinados aspectos de la ideología nacional–socialista. La suya es una
visión personal del nacional–socialismo. Nada más.
¿Entonces no hay nada “ocultista” en el nacional–socialismo?
Existen dos factores que sitúan
la discusión en otro terreno muy diferente. Existió un sector de la
administración del Tercer Reich que intentó aprovechar la mitología germánica
para despertar valores en las nuevas generaciones. Me estoy refiriendo a
Heinrich Himmler que, además, tuvo la idea de crear una “élite”, las SS. En las
SS, como en la sociedad alemana, como en toda la sociedad europea de la época,
había gente interesada por el ocultismo, pero, desde luego, no en una
proporción mayor que en cualquier otro país o grupo social del Reich. No se
trataba, pues, de una “élite esotérica”, sino de una élite cultural, científica
y profesional que incorporó, incluso, a sectores de la nobleza de sangre. Lo
que le interesaba a Himmler era vincular la historia de Germania a la casta
guerrera (a diferencia de Walter Darré, el otro impulsor de la Anhenerbe que enfatizaba el papel del
campesinado alemán). Las antiguas sagas nórdicas aportaban un valor precioso
para forjar el carácter de esa “casta guerrera” que deseaba construir el jefe
de las SS. Pero, no hay que olvidar que el Tercer Reich prohibió la difusión de
la ariosofía y de las organizaciones que la representaban, la Orden del Nuevo
Temple y la Orden de los Germanos. En cuanto a la Anhenerbe, era una sociedad de estudios sobre la antigüedad. De
estudios científicos, no esotéricos, ni ocultistas, si bien es cierto que
algunas de las ramas que investigaba, antropología, historia de las religiones,
hermenéutica simbólica, heráldica, tradiciones y costumbres populares,
contenían elementos que podemos calificar como “mágicos” y “espirituales” o, si
lo prefiere, “ocultos” (más que “ocultistas”). Todo esto tenía que ver con el
despertar de valores que quería insuflar Himmler en la sociedad alemana.
Aludías a dos factores que tuvieron que ver con el “mundo mágico” en el
nacional–socialismo. El entorno de Himmler era uno, ¿cuál era el otro?
Hitler, el propio führer… Hay algo en Hitler que es
extraño, que no se encuentra en ningún otro político de su tiempo, ni de la
modernidad que le siguió y que no parece reducible a las categorías políticas
convencionales. Todo en la vida de Hitler es anómalo: pintor bohemio, de cierto
talento, soldado condecorado, indiferente a la política en noviembre de 1918 y,
luego, seis meses después, obsesionado por la agitación y la propaganda,
“extranjero” en Baviera, desarraigado, soldado sin oficio ni beneficio que, en
apenas doce años, contra todo pronóstico, llega al poder suscitando el
movimiento de masas más formidable del siglo XX. En Hitler, en su personalidad,
es donde reside el verdadero misterio del nacional–socialismo. Pero, hay que
decirlo desde el principio, Hitler siempre fue refractario al ocultismo, a los
cenáculos ariosóficos y a las prácticas sectarias. Conocía la literatura
ariosófica, lo justo para saber que no le interesaba. Nunca fue un “iniciado”,
ni siquiera perteneció a la Sociedad Thule en la que sí participaron algunos de
sus primeros amigos y colaboradores, pero no como ocultistas ¡¡sino como militantes
en la contra–revolución de Baviera!! Hitler, el hombre que sufre el “síndrome
de Stendhal” al escuchar una ópera menor de Wagner, el Rienzi, el hombre del
que no se conocen relaciones sexuales, el vegetariano, el hombre normal que
conseguía atrapar, seducir e hipnotizar a las masas, que sobrevaloraba el poder
de la voluntad, que había renunciado a su personalidad para “ser uno” con
Alemania, era completamente refractario a las ideas ocultistas e incluso
escéptico en materia religiosa (consideraba que los progresos de las ciencias
darían respuestas a los problemas planteados por la religión y que, por tanto,
éstas tenderían a desaparecer por sí mismas). Alguien ha comparado a Hitler con
el flautista de Hammelin: llamado por los burgueses para acabar con las ratas
(los comunistas), esos mismos burgueses se negaron a pagarle y él, haciendo
sonar su música, se los llevó con él a sus hijos. Su muerte en el bunker de la
cancillería fue tan misteriosa como lo había sido su ascenso al poder. Es en
Hitler y no en otro lugar en donde debemos encontrar lo “mágico” en el Tercer
Reich, es decir, aquello que no puede ser interpretado simplemente mediante el
recurso a la racionalidad.
¿Y la sinarquía? ¿Existió verdaderamente? ¿Qué es la sinarquía?
Seguramente, la sinarquía es el
único sistema político que derivó directamente de la mente de un ocultista:
Saint Yves d’Alveydre. Décadas después de su muerte fue puesto en práctica en
Francia en un entorno conspirativo muy especial, clandestino, ultraconservador
y fascista, la Cagoule. Básicamente,
se trataba del reconocimiento de la necesidad de que el gobierno de una nación
estuviera dirigido por las fuerzas de la cultura, la política y economía. El
mismo nombre de “sinarquía” quiere decir “gobierno de varios”, aunque se
entienda también “gobierno de una élite”. La sinarquía es, sin duda, una de las
corrientes políticas más misteriosas del siglo XX porque nunca terminó de salir
completamente a la superficie. Nos queda, sin embargo, la seguridad de que su
programa se conoce perfectamente a través de una obra publicada en Francia
después de la Segunda Guerra Mundial y firmada con el seudónimo de “Geofrey de
Charnay”… uno de los fundadores de la Orden del Temple. Dedicamos un capítulo a
este episodio en el que se entremezclan asesinatos políticos, conspiradores,
tecnócratas y ocultistas.
En la parte dedicada a la “derecha”, además del Tercer Reich aludes al
fascismo italiano, al franquismo español y al peronismo argentino ¿tuvieron
algo que ver con el ocultismo?
En el caso del fascismo hago
constar una serie de elementos curiosos e incluso desconcertantes. En primer
lugar, existieron durante el fascismo, grupos “esotéricos” organizados. El
Grupo de Ur fue uno de ellos, pero no el único. Les dedico un amplio vistazo.
En Italia, el ocultismo había arraigado extraordinariamente durante el primer novecento y gozaba de buena salud cuando
Mussolini llegó al poder. Muchos ocultistas y teósofos colaboraron con el
Partido Nacional Fascista y a lo largo del Ventennio
siguieron desarrollando actividades. Es famoso, por ejemplo, que los miembros
de AMORC, con Spencer Lewis al frente, visitaron a Mussolini, o que Aleister
Crowley residió en los primeros años del fascismo en la isla de Cefalú y si fue
expulsado no fue a iniciativa de Mussolini sino por la presión de la prensa
británica. En las publicaciones fascistas fue relativamente frecuente que
existieron columnas dedicadas a estos temas, a pesar de que a partir de 1929,
tras firmar Mussolini el Concordato con la Santa Sede, la Iglesia permaneció
vigilante para evitar que el ocultismo y el esoterismo se difundieran entre la
juventud. En cuanto a España, obviamente el franquismo estuvo siempre vinculado
al catolicismo y, por tanto, alejado de las sectas ocultistas, pero aquí el
planteamiento que hemos adoptado en nuestro es otro y nos lleva a estudiar la
rivalidad que existió entre la Falange y el Opus Dei, que constituían dos tipos
de espiritualidad diferente, a las que, siguiendo a Evola, hemos llamado luz del norte y luz del sur respectivamente, es decir, la vía del guerrero y la vía del
sacerdote. Finalmente, el peronismo tiene dos características que vale la
pena señalar: la primera es que las dos esposas de Perón, Eva e Isabelita, tenían
habían realizado espiritistas. Esta tendencia hizo que López Rega, “el Brujo”
pudiera alcanzar un lugar privilegiado en el entorno de Perón y, especialmente,
utilizando a Isabelita. Por otra parte, López Rega, un ocultista clásico,
pertenecía a una curiosa asociación la Logia Anael de la que nos ocupamos
abundante y sistemáticamente en un capítulo.
Luego hablas de “los demócratas” ¿qué tipo de ocultismo identificas en
sus filas?
Mi tesis es que el siglo XX fue
el “siglo americano”. Por primera vez un estilo de vida y un imperio se difundieron
en todo el planeta. Los EEUU trasladaron sus valores incluso a países que
seguían otros sistemas políticos (China, por ejemplo, y su consigna de “un país dos sistemas”). Por eso nos ha
interesado viajar al origen de esos valores. Es una de las pocas ocasiones en
las que hacemos una incursión en el siglo XVIII y XIX, pero era absolutamente
imprescindible. Sabremos que los valores que han acompañado al americanismo son
los propios de la masonería, es más, los EEUU nacieron de tales valores y de la
actividad de las logias. Vale la pena tenerlo en cuenta para establecer su responsabilidad
sobre el diseño de la modernidad. Pero, ya en el siglo XX, a partir de 1945
aparece un nuevo tipo de institución: las asociaciones mundialistas derivadas
de la ONU, especialmente, la UNESCO que, no es solamente, el laboratorio de
ideas del “nuevo orden mundial”, sino el teatro en el que actúan miembros de
grupos ocultistas como Buena Voluntad
Mundial, Lucis Trusts o Triángulos,
inspiradas por la teósofa disidente Alice Ann Bailey. Se trata de un aspecto
poco conocido de estas asociaciones mundialistas, pero al que dedicamos un
amplio estudio porque nos permite llegar hasta ideologías como la de la New Age o del zapaterismo…
¿Qué conclusiones sacas después de las 400 páginas de repaso de todas
estas implicaciones entre ocultismo y política?
Fundamentalmente, dos. La primera
es que estas interferencias se dieron lugar en el siglo XX, pero a medida que
el siglo fue declinando, inició su desaparición. Hoy, el ocultismo está
reducido a la mínima expresión y lo único que subsiste de todo este ambiente es
la New Age y el mundialismo. Todos
los grupos ocultistas se han visto reducidos a la mínima expresión, carecen de
influencia política o, simplemente, han desaparecido. La segunda es que, tales
influencias no fueron uniformes en cuanto a sus características; en cada país
revistieron una característica concreta y diferenciada. Quedaría una conclusión
final: así como la masonería fue el “movimiento” de la burguesía que impulsó a
las revoluciones burguesas; así como los partidos comunistas, fueron la punta
de lanza de las revoluciones proletarias; hoy, cuando ni la burguesía ni el proletariado
declinan, el nuevo orden mundial cuenta con otro tipo de organizaciones: son la
Trilateral, es el Consejo de Relaciones Exteriores, es, finalmente, el Club de
Bildelberg, el Foro de Davos, que agrupan a los titulares de las más grandes
acumulaciones de capital del planeta, a sus representantes y testaferros
políticos. Tienen sus propias reglas, su propia estructura ideológica y su
propia finalidad. A describirla le dedicamos el epílogo de la obra. Y lo
incluimos porque el Nuevo Orden Mundial nació justo cuando cayó el Muro de
Berlín: a finales del siglo XX.
SUMARIO DE LA OBRA
Introducción....................................................................... 9
Primera Parte - La
izquierda
I El
socialismo utópico y misticismo................................ 21
II El cosmismo y ocultismo............................................... 47
La Filosofía de la Causa Común. Fiodorov...................... 50
Los Constructores de Dios............................................ 59
Bogdanov: La Sangre es Vida......................................... 64
La estrella roja….......................................................... 71
El cosmismo y la cosmonáutica soviética....................... 74
III Sectas secretas en la revolución maoísta......................... 83
Segunda Parte - Las
derechas
I Sinarquía:
la conspiracion del dinero, la política y la cultura 95
El detonante: fabre d’Olivet ............................................. 96
La «Cagoule», con Franco, contra la
República............... 100
II
Esoterismo y Fascismo. Romanidad, neopaganismo,
tradición y ocultismo en la Italia del Ventennio.............. 107
tradición y ocultismo en la Italia del Ventennio.............. 107
Introducción................................................................. 107
Simbología y rituales del fascismo. Una
religión laica..... 109
Fascismo, neopaganismo y romanidad.......................... 115
Fascismo y Sociedad Teosófica...................................... 127
La Sociedad Antroposófica: semillero
intelectual............ 133
¿Y los rosacruces?......................................................... 141
Crowley en la Italia fascista........................................... 144
Revistas y editoriales ocultistas bajo el
fascismo............. 150
Esoterismo en las SS italianas........................................ 155
Mussolini y la videncia. Gustavo Rol.............................. 157
III Hitlerismo
y ocultismo: el gran equívoco....................... 160
Hitler y su presunta «identificación» con
la ariosofía...... 170
Hitler y su presunta «afición» por la
astrología.............. 189
La Sociedad Thule: Principio, fin y
renacimiento frustrado 198
La extraña personalidad de Hitler.................................. 220
1. Hitler mítico.......................................................... 224
2. ¿Médium, personalidad racional,
iniciado?............. 226
3. ¿Una apertura espontánea a la
trascendencia?........ 236
Una excentricidad llamada ariosofía.............................. 245
Las SS, proyecto y penetración ariosófica....................... 252
Alguna conclusión........................................................ 261
IV Polémicas espiritualistas en el interior
del franquismo... 263
Los campos enfrentados................................................ 266
El misterio del VICTOR................................................ 269
El Valle de los Caídos y su misterio............................... 273
La gran contradicción entre la Falange y el
Opus Dei...... 276
V Perón y la Logia Anael................................................... 291
La Logia Anael una extraña estructura
paramasónica..... 293
Las dos «Triple A»........................................................ 307
Los flecos de una sospecha............................................. 315
Los Caballeros del Fuego............................................... 318
Perón, masón y miembro de la logia
Propaganda–2........ 325
La profanación del cadáver de Perón y el ocultismo........ 331
Tercera Parte -
Democracia
I Masonería
y política...................................................... 337
La masonería norteamericana: madre de todos
los errores 337
Independencia americana: triunfo del ideal
masónico..... 339
La masonería americana a finales del siglo
XX................ 342
El papel masónico de Benjamin Franklin........................ 343
Sobre el nombre de América.......................................... 345
II El americanismo y sus tres
grandes despertares religiosos 348
El Primer y el Segundo Gran Despertar
Espiritual.......... 352
Los «cristianos renacidos»............................................ 357
El «Destino Manifiesto», mística de
dominación............ 365
El «dios» de Bush: religiosidad a la carta........................ 370
III La New
Age y su vertiente política.................................. 376
Las raíces «fabianas»..................................................... 376
Restos de la resaca contracultural.................................. 378
Mundialismo................................................................ 379
Ultraliberalismo y estrategias de acción......................... 381
Autarquía transpersonal............................................... 383
IV El
humanismo universalista.
El «pensamiento de Alicia»… de Alice Ann Bailey.......... 385
El «pensamiento de Alicia»… de Alice Ann Bailey.......... 385
La Sala de la Meditación en la central de
la ONU............ 392
Buena Voluntad Mundial y NNUU................................ 402
Robert Muller: el hombre de BVM en la ONU................ 407
Conclusiones....................................................................... 413
Carácterísticas de la obra:
Tamaño: 15 x 23 cm
Páginas: 434
Portada: cuatricomía plastificada
con solapas
Precio de venta al público: 23,00
€ (+ 4,00 € de gastos de envío)
Pedidos: eminves@gmail.com
© Ernesto Milà – ernesto.mila.rodri@gmail.com
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