jueves, 29 de agosto de 2013

Cataluña: ¿La hipótesis de la ruptura necesaria?


Infokrisis.- Vaya por anticipado que abomino de la independencia de Cataluña y que, desde muy joven he albergado el más profundo desprecio hacia todos aquellos que la han propuesto. Añadamos, a continuación, que no albergo dudas –como demostraré más adelante– sobre la imposibilidad de que se produzca tal secesión.

Dicho lo cual, hace falta reflexionar lo que supondría tal ruptura. Justo es reconocer que tendría repercusiones  no totalmente negativas tanto para Cataluña como para lo que quedase de España. Este es el tema que voy a tratar de analizar en las líneas que siguen.


1. La teoría de la gangrena y el padrastro

Un padrastro es apenas un pequeño pellejo próximo a la cutícula que con cierta frecuencia tiende a desprenderse. No es ni siquiera una dolencia leve: al cabo de unos días el padrastro desaparece aun cuando nadie se haya fijado en él.

Diferentes es cuando uno se hace una pequeña herida que sangra: si esa herida no se cuida, puede tener efectos negativos sobre el organismo. Imaginemos un desaprensivo que, ni se ha curado la herida en uno de sus dedos, cuyo organismo tiene el sistema inmunológico disminuido, y que, para colmo, se le ocurre revolcarse en heces fecales. Lo más probable es que esa herida se gangrene y que en un plano más o menos breve haya que amputar el dedo, la mano, el antebrazo o el brazo entero para evitar que la gangrena invada todo el cuerpo.

Análogamente, en lo relativo al “problema catalán”, el padrastro eran los pequeños grupos independentistas que surgieron a finales de los años 60 (el PSAN, el Front Nacional de Catalunya, el Front d’Alliberament Català, etc.), grupos sin mucha historia, sin apenas seguidores y cuyos miembros cabían en un microbús. Grupos ridículos compuestos por gentes en su mayoría ridículos que dieron lugar a iniciativas de mera copia de ETA, no menos ridículos, entre los que figuran el FAC y Terra Lliure… Meros padrastros en un organismo completamente inmune a sus soflamas.

Pero luego, con la constitución de 1978 y el nuevo régimen todo esto cambió: a pesar de que el papel de los nacionalistas catalanes en la lucha por la democracia había sido poco menos que intrascendente (unas cuantas banderas catalanas colocadas en los 20 años posteriores al final de la guerra civil, habitualmente en lugares inaccesibles y poco visibles para la ciudadanía y la detención de Pujol), los nacionalistas catalanes jugaron fuerte su baza acaso porque contaban con un negociador extremadamente hábil –Miquel Roca–; en aquella ocasión los “padres de la constitución”, Fraga el primero de todos, aceptó un sistema electoral que permitía a los nacionalistas estar sobre-representados y  actuar como tercera fuerza cuando ni el centro-derecha ni el centro-izquierda carecieran de mayoría absoluta. El padrastro se transformó el pústula purulenta: a partir de entonces, CiU empezó a jugar la carta del chantaje (“más autonomía a cambio de apoyo a no importa qué gobierno en Madrid”). No fue Cataluña quien se benefició, sino la clase política dirigente de CiU, la alta burguesía catalana, que obtuvo una acumulación de capital suficiente como para dejar de invertir en su propia tierra y hacerla en los lugares más alejados del planeta a medida que la globalización avanzaba. La Generalitat no fue más que el segundo frente de acción, especialmente, a partir del nuevo milenio y con años del “tripartito”, en el que la alta burguesía catalana dejó de utilizar a la estructura burocrático-administrativa de la Generalitat  para realizar buenos negocios, dejando a los segundones (Artur Mas entre ellos) que fueran muñendo la vaca burocrática: la cuota de beneficios de estos iba en razón directa el nivel de autonomía.

En 2010, cuando llega Mas al poder, la situación de Cataluña es completamente diferente a la que se daba cuando se hizo cargo de la Generalitat Jordi Pujol, treinta años antes. Y la pústula, convertida en gangrena, corrompía el cuerpo del Estado Español a velocidad creciente agravada por la crisis económica estallada en 2007. Mas dio al pueblo catalán una respuesta extremadamente simple a un problema extremadamente complejo: “España nos roba” (los medios de comunicación catalanes y los comunicadores locales, comprados al peso, no se preocuparon siquiera por afirmar que la autonomía catalana llegaba incluso a la corrupción y que ésta en Cataluña era un producto exclusivamente local). Cuando a lo largo de 2012 la situación económica se fue oscureciendo más y se evidenció que Artur Mas carecía del prestigio social, de la habilidad maniobrera y de la prudencia de Pujol, y cada vez más necesitaba de más y más fondos para aliviar la precaria situación económica  de la Generalitat, tuvo la “brillante” idea de estimular artificialmente el independentismo (hasta ese momento residual) inyectando fondos (concretamente 11 millones de euros) con el fin de generar un fantasma que exhibir ante Madrid: “Si no me dais dinero, vendrán estos que son los peligrosos…”. Se produjo la demostración del 11 de septiembre del 2012 (que hasta entonces y desde 1978, no había visto masas movilizadas) y el posterior viaje de Mas a Madrid. Pero el problema era que en esta ocasión algo había cambiado: ni él tenía prestigio político y el alardear de “1.500.000 de catalanes independentistas” (en realidad, no más de 200.000) no bastaban para contrarrestar el hecho objetivo de que el Estado Español carecía de dinero, la troika de Bruselas seguía de cerca sus inversiones y ya no había apenas dinero extra para que los altos funcionarios de la Generalitat y los amigos de CiU se lo pudieran repartir… Cuando Artur Mas retornó comprobó horrorizado que había creado un monstruo (el independentismo) que corría el riesgo de comérselo a él.

Si no prosiguió al mismo ritmo con la deriva independentista fue precisamente porque el gobierno Rajoy respondió insinuando lo que podía ocurrir: los ingentes casos de corrupción que hasta ese momento se habían ocultado y que abarcaban a toda la cúpula de CiU, podían salir a la superficie. El que la cosa iba en serio CiU lo entendió cuando el primogénito de los Pujol y el líder político de la familia, Oriol, pasaron a ser carne de juzgados con todas las posibilidades de oler a presidio en pocos meses. La familia Pujol utilizó a El País para contrarrestar  esta campaña con otra parecida, la que situó desde hace seis meses a Luis Bárcenas en el centro de la actualidad. El resultado general ha sido perjudicial para las dos partes: la sensación de que toda la clase política esta corrupta es igual en Barcelona como en Madrid y el desinterés de cada vez más ciudadanos por la política va en aumento.

Pero Artur Mas se encontró con que un partido que carece (y ha carecido desde los años 30) de personajes sensatos y dotados de “seny”, Esquerra Republicana, creciera como nunca antes lo había hecho recurriendo aprovechando la crisis de la corrupción que se abatía sobre CiU y las dudas sobre la verdadera posición de CiU en relación a la independencia. ERC se hizo fácilmente con la bandera enarbolada por CiU hasta entonces: “España nos roba”. Hoy, ERC apoya al gobierno de CiU pero le exige que dé una fecha para el referendo independentista. Cuando se dé y el gobierno español se vea obligado por ley a impedirlo, puede ocurrir cualquier cosa.

En definitiva: en 2013 el padrastro, devenido luego pústula purulenta, más tarde herida sin cicatrizar y finalmente gangrena creciente, abarca entre un 20 y un 25% de la población catalana. Una cantidad similar, los hispanoparlantes y los catalanoparlantes “españolistas”, supone un porcentaje similar y el resto de población, entre un 50 y un 60% son indiferentes y apáticos ante cualquier cosa que suponga tomar una posición política.

2. Prospectiva de los próximos tres años

Tal es la situación y así como lo hemos resumido, se ha llegado a ella. Falta intuir como puede evolucionar en los próximos meses. Es evidente que hay dos fechas claves: 11-S de 2013 (pasado mañana) y 11-S de 2014 (400 aniversario de la caída de Barcelona en manos borbónicas). En estas dos fechas, los independentistas radicales van a intentar quemar sus naves, especialmente ERC (las CUP pintan poco al ser un batiburrillo de grupos locales) y en el interior de CiU hay cualquier tipo de posición y su contraria, al igual que en el interior del PSC.

¿Qué puede ocurrir en un plano como máximo de dos años y medio? Hay varias posibilidades:

1) Se rompe el frente nacionalista compuesto por el gobierno Mas apoyado exteriormente por CiU: Mas no da una fecha para el referendo y ERC pierde la paciencia y cree que su hora ha llegado (no hay que olvidar que Lluís Companys era dirigente de ERC y que cada vez que se asomaba a un balcón tenía la mala ocurrencia de proclamar la independencia de Cataluña…). En esa hipótesis pueden ocurrir dos cosas: o Mas se asusta y dar marcha atrás (con lo que ERC puede realizar el “surpaso” en las próximas elecciones autonómicas) o bien Mas se “lanza al monte” y obliga al Estado Español a convertirlo en mártir. Y en esta última posibilidad hay otras dos posibilidades: o bien el Estado Español negocia con Mas o bien actúa fulminantemente (suspensión de la autonomía de Cataluña y detención de Mas).

2)  A la vista de movilizaciones más o menos masivas en los dos 11-S, el frente nacionalista se consolida y opta por la ruptura con el resto del Estado, creando una situación de hecho. En Madrid, mientras, el gobierno Rajoy debilitado por los casos de corrupción, por su incapacidad para sacar a España de la crisis económica, dentro de una situación internacional extremadamente tensa (futura IV Guerra del Golfo con el consiguiente aumento del carburante y las repercusiones de éste en los precios de los productos, que será mucho mayor que en cualquier otra época en la medida en que la economía mundial globalizada es dependiente como nunca de los transportes de mercancías), desprestigiado por su falta de iniciativa para encarar los problemas y en un momento en el que las encuestas auguran una caída en picado del PP y del PSOE… pero un aumento de IU, lo que abre la posibilidad a un remedo de “frente popular” como futuro gobierno, en esas circunstancias pueden darse dos hipótesis: o bien el Estado no reacciona ante la secesión catalana, o bien algunos sectores reaccionan, las fuerzas armadas se cansan de ser el convidado de piedra y advierten a Rajoy (o a su sustituto) de lo que está en juego y el gobierno “de Madrid”, se ve obligado a actuar en consecuencia, optando por la vía disuasiva (suspensión de la autonomía catalana, detención de Mas, etc.)

Este cuadro de posibilidades es, sin duda, el más probable que se produzca en un plazo de entre 1 y 3 años.

3. La hipótesis de la amputación necesaria

Queda la opción radical. La amputación unilateral del miembro gangrenado. La Generalitat alardea que Cataluña quiere tener “derecho a decidir”… pues bien, que lo tenga. Es evidente que una consulta de ese tipo no va a ser libre por la sencilla razón de que la Generalitat lleva 30 años amamantando a los medios de comunicación catalanes y, si bien es cierto que la prensa catalana cada vez tiene menos influencia y que hoy resulta milagroso y digno de fotografiarse a un ciudadano leyendo en la calle, no ya el Avui (fusionado por falta de lectores al Punt Diari, también huérfano de compradores), sino las ediciones catalanas de La Vanguardia (que se regala en los trenes de cercanías) y de El Periódico (con Z al borde del espasmo final), si bien es cierto que la obsesiva TV pública de la Generalitat ha perdido audiencia en los últimos años, no es menos cierto que el régimen de clientelismo y el lavado de cerebro de treinta años de educación nacionalista, daría como resultado un resultado falso y crecido en relación al nacionalismo… Así pues, ¿para qué un referéndum falseado por treinta años de preparación previa y por un engorde artificial de los medios de comunicación catalanes a favor del nacionalismo?

Es más, en caso de no celebrarse el referendo lo que se haría es dar la razón a ERC, con lo que en los años siguientes, ad infinitum, se prolongaría la agonía: unos seguirían echando la culpa a “Madrid” de los males de Cataluña y el “españolismo” seguiría sin obtener un espacio ni en los medios de comunicación catalanes. Dicho de otra forma: si en 2014, Cataluña no es independiente, la agonía proseguiría permanentemente. Nacionalistas e independentistas seguirían victimizándose y seguirían transmitiendo en sus medios y en su sistema de enseñanza una versión de la historia de Cataluña digna de los hermanos Marx… hasta que en el futuro, vieran de nuevo la posibilidad de otro referendo en el que el resultado le fuera más benévolo para su causa. Y si no, el siguiente…

Pero hay otra hipótesis: La Generalitat quiere independizarse, pues bien, que se independice y, de hecho, ya está tardando. Cualquier retraso en proclamar la independencia es proseguir la agonía y esta debe terminar en cualquier caso porque aburre a muchos. El diálogo de sordos al que se ha llegado en Cataluña es hoy increíble: por mucho que la Unión Europea diga que no admitirá a Cataluña como “nuevo Estado”, los independentistas persisten en proclamar “Cataluña, nuevo Estado de la UE”… Por mucho que en 2012-13 se hayan ido de Cataluña MIL EMPRESA que prefieren horizontes más tranquilos al otro lado del Ebro y ni una sola de esa parte haya desplazado su sede social y fiscal a Cataluña, muchos siguen creyendo que la independencia catalana sigue siendo completamente viable. Ignorando que el “día después”, vender un producto catalán en España (hoy principal mercado de Cataluña) será una tarea poco menos que imposible y que el boicot al cava catalán que tuvo lugar hace unos años será un juego de niños comparado con el rechazo visceral a cualquier marca y producto fabricado en Cataluña, a pesar de advertirles a los nacionalistas e independentistas que los Mossos d’Esquadra (que nosotros mismos hemos visto retroceder en las jornadas del 11-M ante críos escuálidos y porreros desnutridos) no van a estar en condiciones de contener a las legiones de inmigrantes asentadas en Cataluña sin el concurso de la Guardia Civil y de los antidisturbios de la Policía Nacional, a pesar de que entre 500.000 y 1.000.000 de ciudadanos catalanes llegados con la inmigración interior de los años 50-80, optarán simplemente por irse de Cataluña y que otros muchos optarán por exigir la nacionalidad española, a pesar de que la tasa de natalidad específicamente catalana está bajo mínimos, mientras que la de africanos, paquistaníes y marroquíes se sitúa en torno a 4 hijos pro familia lo que en apenas 20 años situaría a una Cataluña desalojada progresivamente por los castellanoparlantes y por los “españolistas”, más cerca de la Liga Árabe que de la Unión Europea, a pesar incluso de que el Barça debería limitarse a una liguilla desprovista del más mínimo interés y que aburriría hasta a las piedras y de que, finalmente, para sobrevivir la Generalitat independiente debería de vender cada vez más patrimonio para abrirse a tiburones extranjeros, a pesar de todo esto, decimos, hay catalanes que quieren ser independientes y que ningún argumento lógico ni racional convencerá de lo contrario… ¡que lo sean! ¡Que vivan la experiencia de lo que es ser independiente y experimenten que, no solamente, no mejora la situación del ciudadano medio, sino que empeora, que si Kosovo es un Estado dirigido por bandidos, en una Cataluña en la que los casos de corrupción son extraordinariamente altos, la independencia tendría mucho más que ver con Kosovo que con los Estados Bálticos!

Lo que estamos diciendo es que una Cataluña independiente es inviable, pero que no hay argumentos racionales que puedan ser admitidos por los nacionalistas e independentistas para que abandonen esa quimera: la práctica, la vía de la independencia y sus resultados deletéreos para Cataluña serían la mejor escuela y el mejor ejemplo para someter al independentismo a la prueba de la realidad y demostrar por la vía del holocausto catalán, su inviabilidad. A fin de cuentas la historia de Cataluña es la historia de una derrota permanente desde la Batalla de Muret (asumiendo el hecho de que el protagonista de aquel episodio no fue “catalán”, sino el Rey de la Corona de Aragón y que “Cataluña” en aquella época no existía sino que en el actual territorio de la autonomía catalana existían una serie de condados, sin la más mínima “vocación nacional” que aparece solamente en el último tercio del siglo XIX). Una derrota más, la de la Cataluña independiente, coronaría el pastel de la historia de Cataluña (que por cierto tuvo en el siglo XIX al siglo más español de toda su historia, un siglo que no gusta a los historiadores nacionalistas a la vista de que fueron muy pocos los catalanes que apoyaron a Napoleón, sino que desde el Bruch hasta la sublevación de los menestrales en la Barcelona ocupada, y más tarde con el esfuerzo catalán para mantener Cuba y Maracaibo y antes con el compromiso catalán en defender a España del contagio de la Revolución Francesa, episodios frente a los cuales la Oda a la Patria de Aribau era completamente intrascendente en el supuesto de que tuviera algo que ver con el nacionalismo).

¿España debe amputarse el cáncer catalán lo antes posible? Como toda decisión drástica, tendría sus repercusiones positivas y negativas. La hemos visto lo que ocurriría en la Cataluña independiente: experimentaría el vacío bajo sus pies y la independencia ya operaría a modo de vacuna, generaría anticuerpos y sobre todo espabilaría conciencias hoy adormecidas o simplemente engañadas por el nacionalismo. Lo cual no es poco. El nacionalismo y el independentismo quedarían completamente desprestigiados y ya no habría argumentos que presentar contra ellos que el sentimentalismo y la irracionalidad invalidarían: la realidad se impondría y la inviabilidad de la independencia quedaría evidenciada por la vía de la práctica. En ningún caso –y esto es importante- la independencia de Cataluña es viable ni podría afirmarse, ni triunfar, ni siquiera servir para mejorar el nivel de vida de los catalanes…

4. La necesidad de un “traumatismo nacional”

Ahora bien, ¿qué ocurriría en el resto del Estado? Los efectos de la independencia serían extremadamente interesantes de examinar e intuir.

A veces hacen falta cataclismos para que los pueblos reaccionen. La generación del 98 es hija de la pérdida de Cuba y Filipinas, el formidable impulso de la Reconquista fue la respuesta a la presencia islámica en la Península que se prolongó hasta Lepanto. Los pueblos solamente reaccionan ante las crisis profundas que los sitúan sobre el abismo.

En la actualidad nuestro pueblo vive la prolongación de una situación histórica de apatía (que se prolonga, por supuesto, en Cataluña demostrando así la españolidad de aquel territorio) y lo que es peor: desde 1986-87 se puso en evidencia que la constitución de 1978 no era una panacea universal, sino una norma envejecida prematuramente que había instaurado la corrupción como característica principal del sistema (como fue el caciquismo durante la Restauración) y que la democracia instaurada por los “padres de la constitución” no era tal, sino más bien una partidocracia, el “Estado de las Autonomías” un monstruoso engranaje burocrático administrativo especializado en la volatilización de miles de millones de recursos públicos, la entrada en la OTAN y en la UE nos produjo pérdida de soberanía y generó (y genera) más problemas que ventajas, la ausencia de “centros imputación” ha hecho que la ineficacia en la gestión pública no tenga culpables con cara y ojos que deban responder ante la opinión pública, etc, etc. No es el momento de realizar la crítica a la constitución de 1978 que, para cualquiera que examine el desastre que ha generado, no dudará ni un momento en certificarla absolutamente muerta y en estado de putrefacción avanzado.

Si ese estado de la constitución del 78 no ser reconoce, ni nadie hace nada por aliviarlo es precisamente porque LA TOTALIDAD DE LA CLASE POLÍTICA, TANTO DEL PODER COMO DE LA OPOSICIÓN, DE TODOS LOS NIVELES ADMINISTRATIVOS, SE BENEFICIA… y, desde La República de Platón se sabe que ningún político adopta ninguna decisión que perjudique a sus intereses. Así pues, despidámonos de la posibilidad de que las fuerzas que componen la “centralidad” del sistema político actual puedan traer reformas y correcciones por avanzado que esté la putrefacción en el interior del sistema. Un sistema político como el español ha sido diseñado no para otorgarle estabilidad a él SINO A LA CLASE POLÍTICA QUE LO ADMINISTRA POR ELEVADO QUE SEA SU NIVEL DE INEFICIENCIA Y SU FRACASO HISTÓRICO.

Un sistema político como el español solamente puede reformarse mediante un electroshock similar al que supondría la amputación de una parte del Estado: tal posibilidad evidenciaría el fracaso del régimen de 1978 de manera inapelable: el fracaso de la “instauración monárquica” convertida en otra más de las instituciones corruptas del Estado, el fracaso del parlamento partidocrático pozo de ineptitudes y refugio de incapaces, el fracaso del Estado de las Autonomías que, poco a poco, ha ido asesinando al Estado del Bienestar, el fracaso de las Diputaciones reducido a ente de utilidad misteriosa refugio de los segundones de los partidos mayoritarios, el fracaso de los municipios que reproducen a escala local los males de la partidocracia… fracaso de las políticas de centro-derecha y de centro-izquierda que comen de la mano, ambas, de la globalización. Seamos claros: NO VEMOS ABSOLUTAMENTE NI UN SOLO EFECTO SALUDABLE EN 30 AÑOS DE PARTIDOCRACIA, SINO TODO LO CONTRARIO.

Lamentablemente de esta situación no puede salirse, a la vista de la arquitectura constitucional, mediante una reforma: hace falta un ELECTROSHOCK y la amputación de una parte del Estado puede tener ese efecto revivificador, el efecto de un traumatismo que, por una parte, hunda a los partidos políticos que desde hace 35 años constituyen la columna vertebral del sistema, por otra sacuda de su apatía a un sector de la población, especialmente a las clases medias, que perciban claramente el fracaso de la constitución de 1978 y el agotamiento de ese ciclo histórico, que movilicen a sectores del pueblo español más allá de los partidos tradicionales y contra ellos y que impongan UNA NUEVA LEGALIDAD QUE DERIVE DE LA LEGITIMIDAD DE SUS OPCIONES.

Lo que el pueblo español debe entender es que en estos momentos el Estado se enfrenta a una doble posibilidad: o bien a la posibilidad de su REFORMA RADICAL, o bien a la posibilidad de su LARGA AGONÍA. Para lo primero hace falta modificar la relación de las fuerzas políticas actuales y para ello es preciso que se evidencie sin paliativos el fracaso del centro-derecha y del centro-izquierda. La pérdida de una parte del Estado evidenciaría dramáticamente este fracaso. La otra posibilidad es la de “larga agonía”: sin “traumatismo nacional”, el sistema se mostrará irreformable y, lo que es peor, si se produce alguna corrección, será simplemente para garantizar que el centro-derecha y el centro-izquierda mejoren y eternicen aun más su privilegiada posición (en Francia y en Italia, las modificaciones legislativas han tendido precisamente a esa finalidad, no a aumentar la representatividad, sino a garantizar que solamente los partidos mayoritarios seguirán siéndolo y que ningún otro conseguirá hacerse con espacios políticos de importancia).

La amputación de Cataluña sería ese “traumatismo nacional” necesario para movilizar voluntades en el resto del Estado, para lanzar a las masas a la calle exigiendo un nuevo modelo constitucional a la vista de que el anterior se ha saldado con una crisis nacional. Solamente en momentos de crisis los pueblos se preguntan cuál es su misión y su destino y están en condiciones de elaborar proyectos ambiciosos, adoptar rumbos hasta entonces cerrados, prohibidos o inéditos, y hacer de un fracaso, la plataforma sobre la que asentar futuras ofensivas históricas.

La inviabilidad de la independencia de Cataluña, haría que a corto plazo, comprobado de manera inapelable el fracaso de la ensoñación nacionalista de una vez para siempre. Lo traumático de una amputación de este tipo estaría en condiciones de cortar, sino la apatía histórica de nuestro pueblo (véase los artículos sobre “el macizo de la raza” en infokrisis), si al menos, impulsaría a elites patrióticas a formular la reconstrucción de España sobre bases nuevas y, especialmente, sobre un nuevo modelo político, edificado sobre las cenizas de la constitución de 1978. Por todo ello, lejos de ser un hecho negativo, la independencia de Cataluña supondría una oportunidad histórica sin precedentes para movilizar a los sectores más conscientes del país en torno a una política patriótica de reconstrucción nacional que hoy nos está vedada a causa de la imposibilidad de alterar los fundamentos del régimen fracasado.

5. Los elementos de incertidumbre

Obviamente estamos realizando lo que se conoce como un “jeu d’esprit”, la mera posibilidad de independencia de Cataluña nos produce la suficiente náusea como para que nos neguemos a aceptarla. Sin embargo, es preciso ir hasta el final de la “hipótesis de la amputación necesaria” que hemos enunciado.

En efecto, toda esa teoría falla por varios elementos:

- La imposibilidad de una Cataluña independiente, certificada por la UE e incluso por la propia realidad sociológica catalana, hace que el proyecto independentista tanto hoy como dentro de tres años, siga siendo una locura sin fundamento. Lo más probable es que Artur Mas, situado ante el abismo y sin ganas de convertirse en mártir, siendo el primero –además- en asumir la imposibilidad de la independencia (de hecho, él lo que dice solamente es que reivindica el “derecho a decidir”, calculada ambigüedad, para evitar males mayores).

- ERC es el típico partido cuyos resultados electorales son un “diente de sierra”, constantes subidas y bajadas, imposibilidad para fijar resultados, mediocridad de su clase política, antecedentes históricos que lo definen como partido aventurerista representante de la “rauxa” catalana, carente por completo de “seny” y, por tanto, con capacidad para pasar de 100 a 10 en breve espacio.

- La hipótesis de la amputación parte de la necesidad de superar el régimen de 1978… pero parece excesivamente optimista sobre la consideración de que un traumatismo como la secesión de una parte del Estado consiguiera ser un revulsivo para que una parte del pueblo español reaccionara. La primera sensación que une tiene, a la que observa objetivamente esta hipótesis, es que la falta de educación política, cultural e incluso humana, el nivel de apatía, desinterés y abulia de nuestro pueblo hacia todo aquello que no sea satisfacción de lo más inmediato, queda fuera de su alcance. Falta una elite nacional y no parece que haya presagio alguno en el horizonte que puede intuir su proximidad.

- Lo más probable es que a la vista de esta falta de energía, nervio y músculo de la nación española, al proceso independentista catalán siguiera el vasco y por esa misma vía se llegara a l balcanización total del país…

Lo dramático es hoy reconocer que la actual situación no tiene salida, ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo, salida favorable para ninguna de las dos partes. Pero es todavía más dramático pensar que la mayoría de la población, tanto en España como en esa parte de España que es Cataluña, la mayor parte de la población sigue ajena a todo y despreocupada con esa mezcla de apatía entre irresponsable e infantil (o infantil por irresponsable) que se ha apoderado de nuestro pueblo.

6. El riesgo real.

Artur Mas, en su infinita incapacidad para gobernar Cataluña ha abonado un fantasma, el independentismo. Este fantasma, como todos, tiene una existencia virtual mucho más que real.  Pero la sensación que uno tiene es que Mas está jugando a la ruleta rusa y no con su sien sino con la del pueblo catalán: ¿cuánto tiempo tardará en haber un muerto? Es evidente que cada partido de fútbol de “máxima rivalidad” es una ocasión para que se desaten los odios alimentados por una y otra parte. 

Cualquiera que deseara que estallase una chispa en España podría excitar los ánimos provocando un enfrentamiento y el muerto providencial que haría que las posiciones por una y por otra parte se radicalizaran hasta el punto de no retorno. Así empezaron las guerras Balcánicas… y es que con esto de los nacionalismos y del independentismo no se juega y CiU lleva demasiado jugando a lo que en Cataluña se llama “la puta i la ramoneta”… que se entiende en todas las lenguas del Estado.

© Ernesto Milá – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com