miércoles, 22 de mayo de 2013

Jeune Nation: donde Venner inició su militancia política



Reproducimos a continuación el artículo publicado en la Revista de Historia del Fascismo en el que se retrata la trayectoria del movimiento Jeune Nation. Si hemos decidido publicar este artículo precisamente ahora es porque, Dominique Venner afiló en este movimiento por primer vez sus armas como militante político. Ahora, en el momento de su muerte sacrificial, creemos que vale la pena repasar la trayectoria del que en vida fue uno de nuestros maestros de pensamiento y en la hora de su sacrificio, un ejemplo.


1949-1962: Jeune Nation
Cuando el nacionalismo francés renació
El quinquenio que abarca de 1944 a 1949 supuso la desaparición del fascismo francés que solamente puede considerarse “reinstaurado” en su forma “neo” con la fundación del grupo Jeune Nation.  Desde el principio de su azarosa historia este grupo optó por decisión propia por una vía extraparlamentaria y activista. Fue el primer grupo político de postguerra que utilizó como emblema la cruz céltica. Su historia empieza con la resurrección del nacionalismo francés y termina con la debacle de la OAS.


A partir de enero-febrero de 1944, los militantes de los distintos partidos fascistas franceses empezaron a ser objeto de atentados por parte de la resistencia. El Partido Popular Francés de Jacques Doriot era, sin duda, la organización más potente y frente a éste el Rassemblement National Populaire de Marcel Deat y el resto de grupúsculos palidecían. Sin embargo, el PPF afrontaba la competencia de la Milicia de Darnand que parecía agrupar a los elementos más activistas de la “colaboración”. Ciertamente, los militantes del PPF estaban mayoritariamente presentes en la Légion des Volontaires Français contre le Bolchevisme y en las Waffen SS franceses, pero esta militancia tuvo como consecuencia el que este partido se desangrara en los frentes y sus cuadros –entre ellos el propio Doriot- trasladados al frente del Este estuvieran lejos del escenario político francés. La Milicia, en cambio, actuaba como una especie de fuerza auxiliar de los alemanes en su lucha contra la resistencia. Más adelante, los restos de esta fuerza paramilitar serían transferidos por los alemanes a Italia para que luchar contra los partisanos.

1944-1949: los años oscuros

En 1944 estaba demasiado claro que el nacionalismo francés había experimentado una lacerante ruptura en los cuatro años anteriores que siguieron a junio de 1940, cuando el Mariscal Petain oficializó la rendición. Partidos como Action Française que nunca habían ocultado junto a su nacionalismo cierto antigermanismo, se vieron rotos entre las posibilidades de colaborar con el régimen de Vichy con el que se identificaban, pero cuya alineación con el III Reich deploraban. Maurras, por otra parte, jamás estimuló la colaboración, ni elogió en escrito o discurso alguno a los ejércitos que habían vencido a las fuerzas francesas; otros de sus partidarios, en cambio, optaron por ingresar en la resistencia y otros, por el contrario, en superar esa contradicción, sublimándola en la lucha antibolchevique ingresando en las fuerzas regulares que con los colores de la Wermartch o de las Waffen SS combatieron en el frente del Este. En otros partidos se dieron idénticos dramas. También, es preciso recordarlo, hubo sectores que optaron por abandonar la lucha política ante la imposibilidad de adoptar una decisión sin reservas mentales.
Tras el desembarco en Normandía y en las costas del Sur de Francia, la resistencia aumentó sus atentados contra los elementos considerados como “colaboracionistas” (blancos, por lo demás, en su indefensión mucho más fáciles que las unidades militares alemanes que incluso en la derrota conservaron su disciplina, eficacia y capacidad de respuesta armada). Entre junio-julio de 1944 y abril de 1945 algunos colaboracionistas huyeron a España o incluso fuera de Europa, otros se dejaron detener esperando un juicio justo, los hubo que siguieron a los alemanes en su retirada y también quienes como Drieu la Rochelle se suicidaron.
La “liberación” (así se llamó al desembarco anglo-norteamericano en Francia) supuso un trauma para todos los que no habían optado netamente por la resistencia. En los dos años que siguieron a junio de 1944, 15.000 militantes y simpatizantes de los partidos fascistas o colaboracionistas fueron fusilados por tribunales improvisados o en ajustes de cuentas y otros 250.000 fueron condenados a penas de prisión y “degradación nacional”. En los años siguientes se hizo imposible pensar en la reconstrucción de partidos neofascistas que fueran una prolongación de los existentes antes de la guerra.
Hubo que esperar a enero de 1945 para que empezaran a aparecer hojas y periódicos de escasa difusión y aparición irregular que, de alguna manera, parecían ser representantes de lo que luego se llamaría en Francia “oposición nacional”. Algunos de estas revistas eran de tono “maurrasiano”  (Les Documents Nationaux) y tendían a defender las viejas ideas que dieron vida a Action Française cuarenta años antes. Prohibido el movimiento por los vencedores, la revista tardó poco en transformarse en el semanario Aspects de la France que todavía hoy sigue publicándose.
En cuanto a los “petainistas” estuvieron en condiciones en octubre de 1945 de lanzar la publicación inicialmente cyclostilada Questions-Actuelles fundada por René Malliavin que se transformaría en 1947 en Écrits de Paris con formato de revista mensual y que unos meses después sería la matriz del semanario Rivarol. Ambas publicaciones siguen publicándose hoy 65 años después (Rivarol acaba de llegar en el momento en que escribimos estas líneas al número 3.000). Media docena de boletines neofascistas más –algunos de ellos tan radicales como clandestinos- completaban el escenario de la postguerra francesa. Había cierto número de publicaciones, pero no aparecía ningún partido decidido a recuperar la llama y, especialmente, con capacidad y cuadros suficientes como para hacerlo.
En 1949 parecían despuntar dos líderes con aspiraciones de encabezar la formación de un partido neofascista: de un lado un antiguo militante del Partido Comunista Internacionalista, René Binet, que encabezaba a un pequeño sector decidido a formar un partido de carácter racista y extremadamente radical especialmente en lo social; de otro, figuraba Pierre Sidos, hijo de un miembro de la Milice fusilado por los resistentes que como sus hermanos llevaba el nacionalismo en las venas. Sidos estaba desprovisto de cualquier connotación racista y defendía una orientación muy parecida a la de Maurras, jamás había ocultado que se trataba de un nacionalista clásico y que no creía ni en las elecciones ni en la democracia formal. Sería éste último quien participara en la fundación del primer partido digno de tal nombre de orientación neofascista en la Francia de la postguerra: Jeune Nation.



Los primeros años: anti-imperialismo y “grandeur”

Jeune Nation apareció de la mano de los hermanos Sidos, especialmente de Pierre y del que luego alcanzaría fama mundial como abogado del General Salan y de los golpistas de Argel, Jean Louis Tixier Vignancour. Sidos, muy joven, había conocido ya los campos de concentración mientras esperaba juicio por haber militado en los “cadetes” del Francismo (otro movimiento fascista francés de la preguerra).  Pierre Sidos, junto con Albert Heuclin y Tixier-Vignancourt ya veterano abogado, fundaron en 1949, con el nombre de “la Jeune Nation” un círculo que no lograría llamar la atención hasta 1953. François Duprat dirá de estos primeros años que: “Los principios fueron difíciles, las reuniones siguieron estando durante varios años desesperadamente vacías”.
¿Cuál era el eje de agitación de “la Jeune Nation” en aquellos primeros años? La “grandeur” francesa que luego sería recuperada como eslogan electoral por De Gaulle. Sidos y sus primeros camaradas eran fundamental nacionalistas (es decir “patriotas radicales” a diferencia de lo que en Francia se conoce como “nationaux”, o “patriotas moderados”) y en aquellos momentos había un tema de movilización que concentraba su atención: la guerra de Indochina. Quizás el elemento más dramático que aparece en la postguerra francesa desde que callaron las armas en Europa mayo de 1945 fue el desmantelamiento de los imperios coloniales. Veinticinco años después tanto el imperio británico como el francés, como el belga o el holandés, dejarían completamente de existir: era la parte no hablada en Yalta pero sin duda pactada por las que ya en 1944 se presentían como las dos grandes potencias que, a partir de entonces iban a facilitar los procesos de “descolonización” no tanto por amor a la “libertad de los pueblos” como para debilitar a las antiguas naciones europeas.
Lo primero que llama la atención a lo largo de los años que se prolongó la experiencia de Jeune Nation fue la toma de conciencia de que había que actuar en dos frentes: contra las dos potencias que, no solamente se habían repartido Europa en dos zonas de influencia, sino que estaban hincando la piqueta de demolición en los antiguos imperios europeos. Eran los tiempos en los que Ho-Chi-Min y el general Giap combatían al ejército colonial francés en Indochina.
A diferencia de los primeros grupos neofascistas italianos (en la ambigüedad de l’Uomo Qualunque pero también en la mayoría de direcciones del Movimiento Social Italiano a lo largo de toda la postguerra) que no solamente no adoptaron jamás una postura antinorteamericana sino que incluso aceptaron asesoramiento y ayuda de agentes de aquel país, en Francia, Jeune Nation defendió en todo momento el “US reembarquez”, alternativa al izquierdista “US go-home”. Los distintos movimientos que sucederían en los años 60 a Jeune Nation (especialmente la Federation des Étudiants Nationalistes, creada como rama juvenil del partido) heredarían también esta orientación anti-norteamericana que solamente sería rota con la aparición de Alain Robert, primero en Occident (disidencia de la FEN), luego en Ordre Nouveau y finalmente en Forces Nouvelles en donde existió siempre cierta ambigüedad en relación a la “cuestión norteamericana”.

Con los excombatientes contra el comunismo

El énfasis puesto por Jeune Nation en la defensa del imperio se traduciría en que algunos de sus militantes tras pasar su período de servicio militar en Indochina participaron en la creación de la Association des Anciens Combattants d’Indochine et de Corée a partir de 1953. Aquellos jóvenes que habían vivido experiencias bélicas traumáticas en países remotos y que, en buena medida se habían identificado con las poblaciones autóctonos cuya vinculación a Francia habían ido a defender, desesperadamente buscaron alguna fuerza política que asumiera sin reservas el mantenimiento del Imperio. En 1953, uno de estos jóvenes, Roger Holeindre que luego pasaría a ser corresponsal de Paris Match y más tarde presidente de la Association des Anciens Combattants de l’Union Française, miembro del Front National y diputado europeo por esta formación en varias legislaturas, tomó la palabra. Holeindre, ya por entonces bien conocido por los ex combatientes de Indochina y de Corea, consiguió galvanizar a la audiencia y garantizar que en los años siguientes, Jeune Nation sería considerado como partido de referencia para canalizar sus intereses políticos.
Sidos hizo todavía más visible esta tendencia desplegando un activismo agresivo en la calle especialmente contra los vendedores de L’Humanité, el diario del Partido Comunista. En los “raids de castigo” contra los propagandistas comunistas, los ex combatientes de Indochina y los jóvenes de Jeune Nation  volvieron a encontrarse y a forjar lazos y experiencias comunes.
Dos episodios fueron particularmente duros e hicieron que el nombre de Jeune Nation saltara a las primeras páginas de los diarios. En efecto, el 4 de marzo de 1954, Dien Bien Phu se encontraba asediado por las tropas del vietminh mientras que las calles de París fueron recorridas por una manifestación de solidaridad con las tropas sitiadas y sin salvación posible, Jeune Nation aprovechó para sumarse a la marcha junto con miles de antiguos combatientes de Indochina. La manifestación también aspiraba a denunciar la propuesta –bastante lógica por otra parte- de constituir una Comunidad Europea de Defensa que sería en lo militar lo que el Mercado Común Europeo fue luego en lo económico: una alternativa militar a la OTAN. Sin embargo, para los nacionalistas franceses radicales y moderados, incluso para los gaullistas, la propuesta era inasumible porque suponía una dejación de soberanía y la subordinación a un mando no totalmente francés de tropas y guarniciones francesas. Además, el partener de esa propuesta era el tradicional enemigo de Francia, Alemania y los tiempos aún no estaban maduros para que el nacionalismo francés aceptara una cooperación con quien Maurras y sus discípulos había considerado el enemigo secular. En el momento en el que la manifestación llegó a la Place de l’Eloite, donde el ministro de defensa Pleven debía colocar una corona se produjeron gritos, silbidos y protestas por parte de los manifestantes.
Unos meses después, el 8 de mayo de 1954, cuando Dien Bien Phu ya se había rendido y el desánimo cundía entre los patriotas franceses, un comando de apenas cuatro airados excombatientes de Indochina y de militantes de Jeune Nation, dirigidos por el propio Pierre Sidos, atacaron, como era su costumbre, una camioneta de reparto de L’Humanité dejando gravemente herido al conductor que moriría unos días después, no tanto a causa de la agresión como por una cirrosis hepática que padecía. Hasta ese momento la policía que no se había preocupado excesivamente de las operaciones anticomunistas de Jeune Nation, a partir de ese momento desencadenó una represión brutal que llevó a la cárcel a varias decenas de militantes la inmensa mayoría que no había participado en la agresión.

Disidencias y factores nuevos

En ese momento era demasiado evidente que Jeune Nation había adoptado una deriva activista que para sus miembros más moderados era problemática. El primero en retirarse fue Tixier-Vignancourt y el escenario elegido para dramatizar la ruptura fue el mitin convocado por el partido el 11 de noviembre de 1954. Allí, ambos líderes anunciaron el lanzamiento de dos movimientos distintos: mientras Sidos anunciaba la transformación del equipo de “la Jeune Nation” en partido “Jeune Nation”, Tixier proclamaría la fundación de su Rassemblement National.
Salvo su aparición en las páginas de sucesos y en las crónicas de la violencia política, Jeune Nation no había logrado alcanzar hasta ese momento una implantación militante excepcionalmente sólida. En aquellos momentos, su militancia no estaría formada por más de 500-600 activistas, la mayoría concentrados en París. A pesar de que a partir de 1954 su implantación iba aumentando poco a poco, en su conjunto representaba muy poco junto a la brutal irrupción del “poujadismo” y de su sigla la Unión des Comerçants et des Artisans, la UDCA que encarnaba en primer lugar al revuelta de los pequeños comerciantes contra las exacciones fiscales y en segundo lugar cierto desánimo por la situación del Estado y de la sociedad francesa de postguerra.
A diferencia de Jeune Nation, la UDCA no había renunciado a participar en las elecciones y, además, sobre el origen político de su líder no había dudas: Pierre Poujade, en efecto, había sido miembro de la Union Populaire de la Jeunesse de France, la organización juvenil del PPF de Jacques Doriot. Tras hacerse perdonar por ese “pecado de juventud” y haber militado en las filas del gaullismo, en 1953 fundó la UDCA que a partir del año siguiente se configurará como un fenómeno de masas.
Si la fundación de la UDCA resultó ser un elemento decisivo en la configuración del neo-fascismo moderado de la postguerra francesa, otro acontecimiento ocurrido en 1954 tuvo todavía mayor importancia en la radicalización de la situación y, consiguientemente, en el ascenso del papel político de una organización que no desdeñaba la práctica del activismo radical y violento como Jeune Nation. En efecto, en 1954 estalló la revuelta de Argel cuando todavía no se habían apagado los ecos de la derrota de Indochina.
Tanto la fundación de la UDCA como la revuelta de Argel facilitaban una posibilidad inmejorable de actuación al neofascismo francés y disponer de lo que no había estado al alcance del fascismo francés ni siquiera en los mejores momentos de los años 30. En efecto, la revuelta de los pequeños comerciantes hizo que el neofascismo pudiera maniobrar sobre una clase social concreta y utilizarla como arieta contra el Estado. Así mismo, la nueva situación generada en Argelia podría facilitar –como de hecho facilitó- el disponer de otra clase social completamente diferente (los pieds noires, colonos franceses residentes en Argelia) que iban a apoyar la vinculación de este territorio al Estado francés.  
Hasta 1954, la situación de la extrema-derecha francesa no era muy diferente de esta otra en la que se encuentra la extrema-derecha española. En ambos casos, las vinculaciones y los lastres con el pasado parecían demasiado evidentes como para poder crecer y obtener éxitos electorales. Si hasta 1954 los vínculos de los grupos neo-fascistas franceses con el “petainismo” parecían fuera de dudas (como ocurre con los grupos actuales de la extrema-derecha española que no consiguen divorciar su imagen del franquismo), a partir de ese momento, la crisis de la sociedad y del Estado francés (generado por la presión fiscal que acarreó la revuelta consiguiente de los pequeños comerciantes y por la insurrección del FLN argelino que implicó una radicalización del algo más de un millón de colonos, al igual que hoy la extrema-derecha española se beneficia de una situación de crisis económica, corrupción generalizada y llegada masiva de inmigrantes) crearon las “condiciones objetivas” para que el neo-fascismo francés “tocara el cielo”. Y lo haría a través de Jeune Nation y de la resistencia armada a favor de la permanencia de Argelia en Francia que protagonizó la Organisation de l’Armé Secrete, en cuyas células participaron los miembros del partido encabezado por Pierre Sidos.
En 1954 se generan una situación que persistirá en los ocho años siguientes y que crearán tensiones que estuvieron a punto de destruir a la República francesa.



Jeune Nation: la doctrina y los “modos”.

¿Qué proponía a mediados de los años 50 el movimiento Jeune Nation? Inicialmente se trataba de un “anti partido” que rechazaba la participación en los procesos electorales y no ocultaba su tendencia al golpismo y a considerar la conquista del Estado como un problema de audacia y de “movilización nacional” o “movilización de las fuerzas sanas de la nación”. A decir verdad, Jeune Nation prefigura a los movimientos extraparlamentarios que irrumpirían a derecha e izquierda del panorama político en el último tercio de los años 60 y en los primeros años 70.
De todas formas, su formulación estratégica y programática distaba mucho de estar completamente “cerradas”. Mientras que el otro sector del neo-fascismo francés de la época dirigido por René Binet había enfatizado la construcción de una doctrina política excepcionalmente rígida que partía del elemento “raza” para formular una teoría de la historia y del Estado (el dogmatismo de Binet era, sin duda, un residuo de su pasada militancia en filas trotskistas), en Jeune Nation los planteamientos eran extremadamente sumarios y al mismo tiempo mucho más accesibles para las masas. Paradójicamente, mientras que la actividad pública de Binet y de sus grupos nunca alcanzó el más mínimo relieve, la de Sidos y sus militantes llamó pronto la atención de los medios y se configuró como una columna activista y anticomunista singularmente dura. Sorprendentemente, Sidos y Binet mantuvieron siempre buenas relaciones a pesar de que cada uno de ellos se preocupaba por evitar que las ideas del otro penetraran en su propio movimiento.
Los dos líderes del neofascismo francés de postguerra tenían una concepción organizativa muy sumaria y que derivaba de los criterios derivados del fascismo histórico. Concebían sus movimientos como fuertemente jerarquizados, con estructura piramidal, dotados de una dirección colegiada, pero en la que existía un “primus interpares” (tal como reconoció Duprat) que si bien no tenía el poder y la potestad que el fascismo clásico atribuía al “führer” o al “duce”, tenía que responden de su gestión ante el resto de miembros de la dirección y sobre él recaían las mayores responsabilidades políticas y doctrinales.
A pesar de que Jeune Nation decía estar guiado por una “dirección nacional”, pronto quedó claro que el “alma” de la organización era Pierre Sidos y que éste tenía una extraña concepción de “lo político” en la que la “grandeur” francesa ocupaba un espacio central. Sin embargo, a pesar de esta tendencia, Jeune Nation no había podido evitar la concurrencia de otras fuerzas que se manifestaban a favor del mantenimiento de Argelia dentro del Estado francés, especialmente en la órbita del gaullismo de mediados de los años 50. El principal hándicap que debía superar la organización era que en su interior existían muchos nostálgicos de la “revolución nacional” y del “petainismo” que suponían un lastre en una sociedad francesa todavía no recuperado completamente de la tragedia de la guerra civil y, de otro lado, un activismo compulsivo pero orientado no tanto a la expansión del partido como a la militancia anticomunista (el PCF aparecía a los militantes de Jeune Nation como el principal aliado de los movimientos anticolonialistas en Indochina y Argelia y, por tanto, como un cuerpo ajeno y traidor a la grandeza de Francia).
Con estos planteamientos –anticomunismo y neopetainismo- era evidente que Jeune Nation, incluso con las “condiciones objetivas” más favorables tenía un “techo” político muy bajo. Faltaba la “chispa”, el elemento que diera brillantez, innovación y don de la oportunidad y que, al mismo tiempo, galvanizara la actividad expansiva y militante del movimiento. Esa persona sería desde 1956 Dominique Venner. Venner –hoy respetado historiador, autor de varios libros sobre historia de las armas y del siglo XX y director de la Revista de Historia Francesa- era perfectamente consciente de que el petainismo era historia y de que se estaban produciendo en la sociedad europea mutaciones suficientes como para obligar a los movimientos políticos que aspirasen a operar sobre la sociedad a cambiar de orientaciones. Estas intuiciones llevan a Venner a imponer algunas líneas de trabajo nuevas en Jeune Nation: el activismo proseguirá redoblado, contra los vendedores de L’Humanité y especialmente para ampliar el radio de acción del movimiento. El aplastamiento de la secesión húngara por los tanques rusos en 1956 supondrá la primera gran movilización de Jeune Nation realizada en función de un tema no específicamente relacionado con la “grandeur”.
Hasta la llegada de Venner, los ejes de agitación habían sido relativamente sumarios. Jeune Nation se presentaba como formación “revolucionaria” pero, al mismo tiempo, partidario de la conservación del Imperio Francés. Percibían al comunismo como algo exterior al cuerpo político de Francia y agente disgregador y desmoralizador. No dudaban en recordar que los excesos cometidos durante la depuración se habían debido a la acción de los partisanos comunistas y  que estos solamente se habían puesto en marcha después de que la URSS fuera atacada por el III Reich y no antes, mientras estuvo en vigor el Pacto Germano-Soviético. No ocultaban su antidemocratismo (“Arrojemos los diputados al Sena”) ni su voluntad de reconstruir el imperio que se iba disgregando (“Túnez, Marruecos, Reconquista”). Cuando tienen lugar los procesos electorales, Jeune Nation decretará inevitablemente la abstención. Será con la llegada de Venner cuando un movimiento en buena medida adormecido y sacudido solamente por la pérdida de las colonias cobre nueva vida.
En 1956 tienen lugar paralelamente dos sucesos traumáticos: la intervención anglo-francesa en Suez y la posterior retirada bajo presión norteamericana (lo que confirmaba que en Europa eran los EEUU quienes marcaban la pauta y ordenaban a las potencias europeas intervenir o no en operaciones en el exterior del continente) y los sucesos de Hungría. Ambos episodios dieron a Jeune Nation y a Venner excusas para relanzar el movimiento.

La expansión de Jeune Nation

El 8 de noviembre de 1956, el movimiento convocó una manifestación de protesta por la invasión y de solidaridad con los combatientes de Budapest, que debería terminar ante la sede del Partido Comunista. La convocatoria se realizó junto a otros movimientos anticomunistas y nacionalistas y agrupó a 300-400.000 personas en Place l’Etoile que marcharon sobre la sede del PCF. Los enfrentamientos con las milicias comunistas llegadas de la Banlieu y de las provincias para defender el inmueble no pudieron impedir que algunos manifestantes lograran penetrar en el interior de la sede del PCF e incendiar algunas dependencias causando cuatro muertos y varios cientos de heridos ante la pasividad casi total de la policía.
Gracias a su participación en esta manifestación y al activismo desarrollado por Venner y su equipo, el movimiento consiguió consolidar su estructura en París (con 300 activistas) y constituir algunas delegaciones en provincias. Otra manifestación de protesta por el asesinato de un capitán del ejército francés en Marruecos, que coincidió con la muerte en combate en Argelia de Henri Sidos, hermano de Pierre, dio posibilidades a Jeune Nation de estar presente en las calles de París el 31 de marzo de 1957. En el curso de esta manifestación, por primera vez se utilizaron banderas y emblemas con la cruz céltica que luego se convertiría en el emblema del neofascismo francés, siendo asumida posteriormente por el movimiento de Jean Thiriart, Jeune Europe. En el curso de esta manifestación, los miembros de Jeune Nation desbordaron a los organizadores de la misma (gaullistas) enfrentándose con la policía.
Otra manifestación convocada en noviembre de 1957 en protesta por las entregas de armas norteamericanas al presidente tunecino Abib Burguiba les dio posibilidad de mostrar sus sentimientos anti-yanquis. También aquí se produjeron violentos enfrentamientos con la policía pero el movimiento vio como sus efectivos crecían (ya agrupaban a 500 activistas en París) y su nombre pasaba a ser suficientemente conocido por los lectores de la prensa parisina. Los mítines del movimiento ya no estaban frecuentados solamente por nostálgicos petainistas, sino por hombres y mujeres alarmados por la pérdida de prestigio internacional de Francia y por el desmoronamiento acelerado de su imperio colonial. Dándose cuenta de que este era el principal factor de movilización, Sidos, Venner y Hueclin respondieron al llamamiento de la izquierda europea de convocar una jornada internacional contra el colonialismo, para convocar un mitin con la consigna “Hoy, Orléans es Argel”. Al año siguiente, en mayo, François Sidos y Dominique Venner terminarán en prisión tras los incidentes ocurridos durante la fiesta de Juana de Arco.  Aquel mes deparó más sobresaltos para Jeune Nation y para Francia entera.
En efecto, el 13 de mayo, cuando la situación en Argelia ya era excepcionalmente tensa y había arrastrado a la inestabilidad a la IV República, Jeune Nation convocó una manifestación que agrupó entre 3.000 y 4.000 personas que fueron detenidas en el acceso al Puente de la Concordia cuando pretendían marchar sobre la Asamblea Nacional (rememorando los sucesos de febrero de 1934. Véase RHF-1). Al día siguiente, Venner fue detenido y el 15 el gobierno disolvió al movimiento. Cuando eso ocurría, ya se había producido la sublevación de Argel y el escenario había cambiado completamente. El golpe de Estado esperado por muchos –pero no por Jeune Nation- acababa de producirse.
La disolución decretada por el gobierno, el arresto de Venner, lo precipitado del golpe, generaron un caos interior y falta de comunicación entre las delegaciones y la central política parisina. Duprat explica que “los elementos de JN del Sub-Peste y del Sud-Este reaccionaron enérgicamente y participaron en los primeros Comités de Salut Pública en formación. Otros militantes intentaron acelerar el proceso tomando el poder en el Sur, especialmente en Pau y Bayona en contacto con los paracaidistas”. Y el propio Duprat sabía de lo que estaba hablando porque a pesar de su juventud participó en el proyecto de toma del poder con el coronel Fossey-François, jefe de la base paracaidista de Bayona).

Argel como bastión

El movimiento cayó en algunas contradicciones. Inicialmente quiso ver en el retorno de De Gaulle un intento de resistencia a la pérdida de influencia internacional de Francia y a la disolución del Imperio y realizó campaña a favor del retorno del general a la escena política. Resultaba evidente que los militantes de Jeune Nation intentaban aprovechar el cambio de régimen para acrecentar su influencia, pero en ningún momento consiguieron desbordar a los gaullistas. Tras las primeras vacilaciones, cuando se supo la composición del nuevo gobierno quedó claro que no existían nexos comunes entre la derecha liberal y patriótica y la extrema-derecha neofascista, nacionalista y radical. A partir de entonces, los medios neofascistas franceses –en general, porque siempre hubo marchas atrás y regresiones- se distancian definitivamente del gaullismo. Divorcio que alcanzará su cénit con la firma de los acuerdos de Evian unos años después que, firmados por De Gaulle, que pondrían fin a la presencia francesa en Argelia. Como en otras ocasiones, el “Bonaparte” llamado para resolver la situación acababa precipitando el final contrariamente a los intereses e intenciones de quienes habían acudido a él… Jeune Nation, prohibida, pero tolerada lanzó entonces una revista quincenal cuya cabecera ostentaba el mismo nombre del movimiento, con una tirada de 5.000 ejemplares, tribuna a partir de la cual demostró su oposición total a la evolución de los acontecimientos y al entreguismo que el gobierno gaullista haría cada vez más visible. Sidos, a todo esto, pudo entrevistarse con representantes del gobierno para tratar de legalizar de nuevo a la organización que le propusieron como alternativa el nombre de “Jeune Nation Française”.
En las jornadas que siguieron se produjeron intentos de fusionar distintas fuerzas que habían ido surgiendo en el territorio metropolitano y en Argelia opuestos a lo que se reveló política gaullista de entrega de esta colonia. Sin embargo, a la hora de la verdad, retirados los Comités de Salud Pública teledirigidos por los poujadistas de la UDCA e incorporados algunos sectores patrióticos al proyecto gaullista, el Partido Nacionalista promovido por los antiguos miembros de Jeune Nation fue finalmente constituido el 6 de febrero de 1959 en el curso de un mitin en la sala de la Mutualité de París al que asistieron 2.000 personas. Nadie se llamaba a engaño: la nueva formación no era otra que Jeune Nation cuya revista (del mismo nombre) había pasado de ser quincenal a mensual pero duplicando la tirada. Entre el otoño de 1958 y el invierno de 1959, Jeune Nation, a pesar de la prohibición, de decenas de detenidos y de haber visto como su revista era secuestrada con cierta frecuencia, se encuentra en su mejor momento. Cuenta con delegaciones en el Sur y con la participación de militares prestigiosos, está presente en Toulouse, Lyon y Burdeos y ha estado en condiciones de estructurar en Argelia una fuerte sección que ampliará su radio de acción el 1º de noviembre de 1958 gracias a Joseph Ortiz, un antiguo miembro de los Comités de Salud Pública que constituirá de común acuerdo con la delegación de Jeune Nation en la colonia, el Front National Français que agrupaba a distintas fuerzas políticas implantadas allí partidarias de seguir manteniendo los vínculos con la metrópoli. Entre otros, participará en el FNF, un joven estudiante, Jean-Jacques Susini que tendrá luego un papel protagonista en la formación de la OAS y en el proceso golpista que reaparecerá en los años siguientes en Argel.
Tanto el FNF, como el Mouvement Nationaliste Étudiant creado por Susini, como algunos Comités de Salud Pública, participaron en el proyecto del Parti Nationaliste. Durante el mitin fundacional, Ortiz enardecerá a los asistentes al manifestar por primera vez su intención de defender la integridad de Francia (incluida la “provincia” argelina) con las armas en la mano. A la prensa no se le escapará el radicalismo de la nueva formación que no era nada más un frente vertebrado por Jeune Nation, organización cuyo peso político estaba subiendo y que pronto indujo al gobierno a tomar medidas contra él. Inmediatamente después del mitin de París, el primer ministro Michel Debré visitó Argel siendo recibido por una violenta manifestación convocada por la nueva formación. El 12 de febrero se produjeron registros en las sedes del movimiento en la metrópoli y al día siguiente sería prohibido batiendo un record: desde su fundación hasta su prohibición apenas había pasado una semana…
La medida, apenas afectó a la actividad de los militantes nacionalistas que siguieron actuando con las siglas preexistentes: FNF, MNE, Jeune Nation (que seguía siendo el nombre de la revista), o bien creando círculos regionales (Pensé Nationaliste en el Sur-Este, Action Nationaliste en Lyon). El eje central de toda esta estructura lo componían los antiguos cuadros de Jeune Nation que operaban a modo de columna vertebral de un “ambiente” cada vez más amplio y diversificado.
La fuerza que había adquirido el movimiento sorprendió a todos durante las elecciones municipales de marzo de 1959, cuando decretó la abstención y realizó una campaña que fue seguida por 2/3 partes de los electores europeos de Argel. Sin embargo, la represión y la prohibición hicieron mella en la fortaleza y en la coherencia del movimiento especialmente en París. Si tras el mitin de la Mutualité el Parti Nationaliste recibió 1700 adhesiones, tras la prohibición lo único que se mantuvo fue el núcleo central originario de Jeune Nation. En los meses siguientes, el gobierno entendió perfectamente que el movimiento era vulnerable. Cualquier artículo publicado en la revista Jeune Nation, alguna de cuyas lecturas pudiera dar a entender que se proponían acciones armadas para garantizar la permanencia de Argelia dentro del Estado francés, implicaba un inmediato secuestro de la edición hasta el punto de hacer imposible la aparición de la revista. Por otra parte, el mantenimiento de algunos cuadros en prisión hacía que otros menos dotados aprovecharan el vacío generado para aspirar a cargos de poder y esto generase tensiones internas que desgarraron lo que quedaba del movimiento en la metrópoli.

La creación de la FEN

Cuando llega 1960 un nuevo equipo compuesto por militantes llegados de las provincias se hace cargo del movimiento y le da un nuevo impulso reconstruyendo la organización. Entre otros figuraban François d’Orcival y Georges Schmelz que reconstruirán la organización universitaria y crearán Comités d’Ation pour l’Algérie Française. Nuevamente, las prohibiciones gubernamentales impidieron que el grupo prosperase en la metrópoli. Un mitin en el que debía participar Joseph Ortiz convocado para el 16 de octubre de 1959 fue prohibido y, en represalia, los miembros de Jeune Nation lanzaron granadas lacrimógenas contra una reunión socialista presidida por Mendèz-France. Sin embargo, esta nueva oleada de activismo no consiguió que la sección metropolitana alcanzara el nivel de importancia, envergadura y desarrollo que la sección argelina que, por entonces ya estaba convertida en una fuerza política hegemónica.
El “golpe de Argel” y las jornadas de las barricadas (véase artículo sobre la OAS en España, en RHF-2)  desorientaron a los militantes de Jeune Nation. La evidente responsabilidad de los miembros de Jeune Nation en Argel en los sucesos, hizo prever que la organización nuevamente sería sometida a una oleada represiva, lo que indujo a Sidos y a Venner a refugiarse en la clandestinidad. Estos acontecimientos tuvieron importancia a la hora de reorganizar de nuevo el movimiento, reorganización que tendría una imprevista importancia en la década que comenzaba.
En efecto, a causa de la nueva oleada represiva, los responsables universitarios del movimiento sugirieron la creación de un sindicato estudiantil que sirviera como estructura legal. Así nació, de la mano de François d’Orcival, Pierre Poichet y Georges Schmelz, la Fédération des Étudiants Nationalistes, la FEN, que más tarde pasaría a publicar Europa Action (ya muy influida por las tesis de Jean Thiriart (véase artículo Thiriart y La Nation Européenne en RHF-2) y que puede considerarse como el antecedente inmediato del GRECE (Groupe de Recherches et Études pour la Civilisation Européenne) núcleo originario de la “nouvelle droite” a partir de junio de 1968.
En aquel momento, la FEN cuenta con la decisión de sus militantes de igualar el nivel de actividad desarrollado por sus camaradas en Argel, dispone de un documento doctrinal y programático (el Manifeste de la Classe Soixante, manifiesto de la generación de los sesenta). Mientras, la situación argelina se iba degradando; a mediados de 1960 ya nadie dudaba que la intención de De Gaulle era conceder la independencia a Argelia. Y una vez más, cuando esta intención es inequívoca, el desarrollo de las secciones argelina y metropolita en desigual: mientras que en Argelia los militantes de Jeune Nation consiguen estructurar un Front de l’Algérie Française tomando la iniciativa de la situación, en Francia, una organización similar organizada por los moderados que gravitan en torno a Soustelle (que siempre había ocupado un espacio intermedio entre los moderados “nationaux” y los “gaullistas” situados más a la derecha, lo que hoy llamaríamos un espacio de derecha liberal) excluyen de un frente similar a la FEN y a Jeune Nation, que no estará presente en el Front National pour l’Algérie Française.
Cuando tengan lugar en el otoño de 1960 los procesos judiciales con las jornadas de las barricadas, Jeune Nation movilizará a sus efectivos y el 3 de octubre estará en condiciones de movilizar a 200 activistas que participaron en la manifestación de los ex combatientes en protesta por un manifiesto antimilitarista publicado por la izquierda francesa. Los militantes de Jeune Nation infiltrados en la manifestación desplegarán banderas francesas con la cruz céltica y darán gritos provocadores (“Fusilad a De Gaulle”) enfrentándose con el servicio de orden y rompiendo la manifestación dirigiendo una columna que se manifestará en las inmediaciones del Elíseo. Unos días después, nuevamente el nombre de Jeune Nation y de la FEN aparece en los medios de comunicación cuando sus militantes dispersan un mitin de la UNEF (sindicato estudiantil habitualmente controlado por los comunistas).  En las semanas siguientes proseguirán estos gestos activistas mientras se multiplican los contactos con los militares que tras el viaje de De Gaulle a Argel a principios de noviembre parecen dispuestos a promover una salida golpista. Pero cuando los sucesos parecen precipitarse, nuevamente Dominique Venner es detenido y estará ausente de las tensas jornadas golpistas.
Lo que sigue a partir de ese momento, no es ya la historia de Jeune Nation cuyos militantes participan en la resistencia armada por la “Argelia francesa”, sino la historia de la OAS. Fueron los grupos armados de Jeune Nation los que se enfrentaron a las unidades policiales cubriendo la retirada de los generales rebeldes escoltados por los golpistas del 1er. Regimiento de Paracaidistas. A consecuencia de estos incidentes todos los dirigentes de Jeune Nation y de la FEN en Argel debieron de pasar a la clandestinidad y emergerían más tarde en los comandos de la OAS. Otro episodio de la historia del nacionalismo francés daba comienzo.

© Ernesto Milá – infokrisis – Revistade Historia del Fascismo – eminves@gmail.com