UNAS NOTAS SOBRE LA EMIGRACION EN EL REINO UNIDO
El llamado “Reino Unido” está formado por Inglaterra, Gales,
Escocia e Irlanda del Norte o Ulster. La inmigración es baja en Escocia,
media en Gales y alta en Irlanda y sobre todo en Inglaterra. Ni siquiera en los
territorios con más inmigración, está se encuentra uniformemente distribuida:
hay guetos de inmigrantes (que van creciendo tanto en número como en amplitud)
al lado de zonas -especialmente rurales- con poca migración o que, simplemente,
desconocen el fenómeno (las “Tierra Altas” de Escocia, por ejemplo). Pero
el problema no es tanto la composición étnica o religiosa de la inmigración sino
las alteraciones que plantea. También en el Reino Unido se tiene la
sensación de que estos “halógenos” reciben mucho más de lo que aportan. Pero,
sobre todo, la percepción más vivida -y la que ha desatado la tensión acumulada
a partir de los incidentes que se están sucediendo tras el asesinato de las
tres niñas en Southport, por la población- se centra en el orden público.
Y es que, también en el Reino Unido se tiene la sensación de
que las políticas para la integración de los inmigrantes han ido fracasando
estrepitosamente. Tanto las de derechas, como las “progresistas”. A cuál peor.
Y el problema ha larvado, como en el resto de Europa Occidental, a fuego lento.
Inicialmente, los gobiernos que iban pasando por Downing Street trataban de
tranquilizar a la población y, apoyados por los grandes consorcios mediáticos,
sostenían justo lo contrario de lo que la población percibía en las calles: “la
delincuencia está controlada”, repetían que “no hay pruebas de una mayor
implicación de inmigrantes en actos delictivos”, “la delincuencia no crece, es
estable con tendencia a disminuir”…
En junio de 2018, el gobierno conservador, empezaba a sentirse
desbordado, así que optó por una actitud “revolucionaria”: a pesar de que no
se reconocía oficialmente que la mayor parte de delincuencia procedía de bolsas
de inmigración procedente de país islámicos y/o en vías de islamización, Theresa
May, entonces “primera ministro” conservadora, nombró a Sajid Javid, de origen
pakistaní como “ministro del interior”. Javid, obviamente, era musulmán y se
suponía que podría lidiar mejor con la delincuencia que empezaba a asolar el
Reino Unido. Era el primer musulmán que ocupaba un cargo ministerial.
Durante el breve mandado de Javid -al llegar Boris Johnson al
poder, lo nombró “ministro de economía”- el Reino Unido pasó del puesto 39
al puesto 46 en el “Índice de paz global” que mide la ausencia de violencia en
el interior de los países. No fue una buena señal. Tampoco lo fue el que la
inmigración creció igualmente -a pesar de que los británicos habían votado a
favor del Brexit creyendo que su gobierno resolvería autónomamente el problema
sin los lastres burocráticos de la UE: en realidad ocurrió todo lo contrario.
A pesar de que las estadísticas están “trucadas” (el número de
inmigrantes siempre parece constante o con leves aumentos o descensos, a causa
de las “naturalizaciones”), lo cierto es que en los últimos 25 años se ha
duplicado el número de inmigrantes que se instalan en aquellas islas y, especialmente,
en Inglaterra e Irlanda. Oficialmente, eran en el año 2000, 2.228.628 (un 8%) y
el 2020 4.644.423 (14%). Pero si se pregunta a la IA de Google, cuántos
inmigrantes viven en el Reino Unido, la cifra asciende a 9.359.587…, algo que
parece más próximo a la realidad.
Lo cierto es que es muy difícil saber cuántas personas de origen no
anglosajón y de antecedentes familiares no isleños, los que viven en Inglaterra
e Irlanda. Lo que si se ha sabido en los últimos meses es que “más del 60%”
de la población londinense ya es de origen extranjero (la cifra de ingleses de “pura
cepa” no pasaba de 36,8% cuando en 2011, suponían el 44,9%...) y que, según el
censo de 2021 “en algunas zonas de Inglaterra y Gales, los británicos ya
empiezan a ser una minoría”. Se aludía a Londres, Manchester, Leeds, Birmingham,
Leicester. Pero el dato realmente escalofriante y, al mismo tiempo, mas
significativo era que los musulmanes habían pasado del 4,9% en 2011 al 6,5%
en 2021, esto es, cuatro millones de personas.
Están en la tierra del Rey Arturo y de Stonehenge, en la tierra de
Shakespeare y de Joseph Turner, en la tierra de la carga de la Brigada Ligera y
del general Gordon… pero todo esto, es algo que no anima a la inmigración a
integrarse: es más, las grandes gestas británicas, la propia historia de
Inglaterra es considerada como una afrenta -por la colonización- por las bolsas
de inmigrantes. La “integración”, según conservadores y laboristas, pasaría por
atenuar la carga “patriótica” en los estudios desde primaria y “neutralizarla”.
Esta era la intención, pero no ha funcionado -ni en Inglaterra, ni
en lugar alguno del mundo- y lo que es peor, la
percepción directa de la población no puede neutralizarse con opacidad
informativa, manipulación de datos, ni siquiera con amenazas. El asesinato de
las tres niñas ha hecho estallar una caldera que lleva mucho tiempo incubando.
Y no hay forma de que esto pueda ocultarse. La censura y el apagón en los
medios fue espectacular y contribuyó a aumentar el clima de tensión.
NIGEL FARAGE, EL UKIP, Y EL REFORM UK
Las consignas que, por ejemplo, un partido moderado como el UKIP
(promotor con Nigel Farage de la campaña contra el Brexit, una campaña
típicamente británica) son significativas. Estas son las que la dirección del
partido está difundiendo estos días: “El gobierno debe prestar más
atención a las bandas islámicas que aterrorizan a los no musulmanes, rechazan
la democracia y los valores británicos y occidentales”, piden proscribir
la "Liga de Defensa Musulmana", el grupo armado islámico que ha
protagonizado agresiones y destrozos en barrios poblados con anglos. El UKIP
responsabiliza al gobierno de lo que está ocurriendo: “La Stasi Starmer
ha declarado la guerra a las familias patrióticas y a los ciudadanos comunes y
corrientes preocupados” y la consigna está siendo cada vez más seguida
en zonas autóctonas: “FIN DE LA INMIGRACIÓN MASIVA: Ya es suficiente”
y también manifiestan su exigencia de que el gobierno “ponga fin a la
inmigración masiva y descontrolada. No hemos votado por ello. La población ya
está harta”. Niegan las acusaciones del gobierno: “Esto no es
racismo, es no querer que maten a tus hijos”. Starmer lo tiene muy
difícil para convencer a los indecisos de que apoyen su política de mano tendidas
a las islamistas y represión a los ciudadanos británicos blancos. Es mucho más
fácil que el pueblo británico escuche la petición del UKIP que la del gobierno:
"El pueblo británico está
harto de ser ignorado y como colectivo exigimos un cambio real y significativo
por parte del gobierno. Para calmar las tensiones, el Partido Laborista debe
escuchar al pueblo".
Un viejo conocido de los “euroescépticos”, Nigel
Farage, antes líder del UKIP y ahora parlamentarios por Reform UK (en las
elecciones del 4 de julio, ganó el escaño de Clacton con el 46,2% de los votos,
junto a otros cuatro nuevos parlamentarios de esta formación) ha estado
presente en las protestas. Las encuestas,
antes de los incidentes le eran muy favorables ante el desplome del Partido
Conservador: “El Reform UK está ahora en segundo lugar después del
Laborismo con 87 escaños en este país. Vamos a por ti, Keir Starmer”, escribió
Farage en un twitt antes de que se iniciaran los incidentes.
Desde el ministerio del interior, el gobierno ha
señalado a Farage como uno de los “responsables de la desinformación” (es
el viejo “te lo digo para que no me lo digas”…) le han acusado de “ocultar la
verdad” y de “incitar a la violencia y crear teorías de la conspiración”.
También se la acusado de “incitar al motín” y de legitimar las protestar de
Steve Rotheram, alcalde de Liverpool, tras decir en un vídeo que “las
protestas no eran nada comparado con lo que podría suceder en el transcurso de
las próximas semanas”.
¿EL LIDER DE LAS PROTESTAS?
El gobierno Starmer ha señalado con el dedo a un “activista”
como responsable de las protestas, indicando que sobre él, “caerá todo el paso
de la ley”. Se trata de Tommy Robinson cuyo recorrido por las formaciones de
extrema-derecha es innegable: fue
miembro del British National Partido entre 2004 y 2005, pasó luego como
vicepresidente al British Freedom Party, fue uno de los fundadores de la
English Defence League en 2009 que movilizó en decenas de manifestaciones a
miles de ingleses con un único llamamiento contra la difusión del islam en las
islas británicas. Su primera protesta tuvo lugar frente a la mezquita central
de Londres, en Whitechapel, en junio de 2009. La EDL prosiguió su actividad hasta
que el gobierno Starmer decidió prohibirla al comienzo de los incidentes por el
asesinato de las niñas de Southport. En realidad, Robinson ya no estaba
vinculado a la EDL, sino que se había comprometido con los grupos PEGIDA que hace
diez años realizaron manifestaciones antiislamistas en varios países europeos, especialmente
en Alemania. En 2018, colaboró con el UKIP.
El resultado de todo este activismo fueron cuatro
condenas de prisión entre 2005 y 2009. Casado y padre de tres hijos. El
gobierno Starmer lo ha tratado de desprestigiar por todos los medios, aludiendo
a su relación con hinchas de fútbol, a sus condenas previas, y las acusaciones
de desacato e incluso por tratar de filmar en vídeo a los acusados de una
violación grupal en Carterbury… Se le vinculó -falsamente- al autor del ataque
a la mezquita de Finsbury Park en 2017. Esta mezquita era un semillero de
islamismo radical desde finales del anterior milenio y había sido cerrada en
2003. Robinson había respondido a un correo del atacante diciéndole simplemente
que “Hay una nación dentro de una nación que se está formando justo
debajo de la superficie del Reino Unido. Es una nación construida sobre el
odio, la violencia y el islam”. Tras el ataque, Robinson recordó que “La
mezquita donde ocurrió el ataque tiene una larga historia de crear terroristas
y yihadistas radicales y promover el odio y la segregación (…) No estoy
justificando el ataque, he dicho muchas veces que si el gobierno o la policía
no ordenar estos centros de odio crearán monstruos”. En el curso de la
rueda de prensa, Robinson no tuvo inconveniente en mostrar un Corán, “libro
violento y maldito”… Parece innegable que estas opiniones coinciden
con una parte creciente de la opinión pública inglesa. Tienden a aportar una
explicación a algo inexplicable: que Inglaterra es cada vez menos inglesa y que
la sociedad británica está viviendo un proceso de islamización y un paralelo
aumento asindótico de la delincuencia protagonizada por elementos no
anglosajones.
En tanto que padre de familia, le interesa
particularmente desarticular las redes de pedofilia y la islamización de la sociedad
que, como ha declarado en múltiples ocasiones, perjudica especialmente a sus hijas… Una de las campañas contra él más insistentes es
mostrándolo junto a un grupo de reclutas del ejército británico que vitorean su
nombre. El ministerio de defensa lanzó un comunicado en el que decía: "La ideología de extrema derecha está completamente en
desacuerdo con los valores y el espíritu de las fuerzas armadas. Las fuerzas
armadas tienen medidas sólidas para garantizar que quienes exhiben opiniones
extremistas no sean tolerados ni se les permita servir". La página que le
dedica Wikipedia es inusualmente larga y pormenorizada…
Las modernas técnicas de propaganda y de operaciones psicológicas
utilizadas por el gobierno británico para desprestigiar a Robinson, no pueden
evitar que un sector creciente de la población se identifique con él. No son solo “extremistas de derechas” los que identifican la
naturaleza del problema que ha terminado con la masacre de niños en Southport:
es una parte de la población que exige del gobierno medidas que ese mismo
gobierno no está en condiciones ya de dar.
En realidad, la revuelta que se está desarrollando en estos momentos es difícilmente digerible por el stablishment: no tiene un líder definido ni una sigla que pueda capitalizar las movilizaciones. Pero tiene el apoyo de la población anglosajona que, en la calle o en sus casas, siente que lo que está en juego es el futuro, el de sus hijos y el de su país.
LOS CHOQUES DE VANGUARDIAS, EN EL REINO UNIDO Y EN TODA EUROPA
En todas las academias militares se enseña que antes de una “gran
batalla”, siempre hay pequeños enfrentamientos entre unidades de ejércitos
enemigos, patrullas de reconocimiento, avanzadas, unidades de vanguardia que
protagonizan escaramuzas con el adversario. Estos pequeños choques, SIEMPRE
preceden a la balla decisiva. Pues bien, esto es lo que está ocurriendo en toda
Europa Occidental y del Norte desde, como mínimo, el inicio del milenio. La
primera señal de alerta fue la “intifada” francesa de 2005 que se prolongó
durante un mes y medio. Antes había tenido en El Ejido, choques étnicos tras tres
asesinatos de vecinos de esta población a manos de musulmanes. Ahora, estos
incidentes se repiten en el Reino Unido y durante muchos meses en Alemania las
manifestaciones de PEGIDA recordaron que también allí hay hartazgo.
La novedad es que ahora, estos “choques de vanguardias” tienen
lugar en el Reino Unido. Es lo normal, tal y como se están desarrollando los
hechos y la escalada de delincuencia y de criminalidad que se está viviendo en
Europa Occidental y del Norte. Puede sorprender a los que se limitan a leer los
informativos oficialistas, pertenecen solamente a redes sociales estilo
Facebook y Tiktok o a los que ven las televisiones generalistas… pero no son
una novedad para los que surfean y buscan información fidedigna en las “fuentes”.
Todos los que tienen cuenta en Twiter (X) -que, de momento, es el gran
garante de la libertad informativa- saben cómo están las cosas. Y si se
esfuerzan un poco y cotejan lo que dicen los medios británicos con los comunicados
emitidos por partidos como el UKIP, el BNP y demás, saben que se están viviendo
situaciones extremadamente tensas y desagradables desde hace 10 días en el
Reino Unido y que los incidentes se han ido extendiendo como una mancha de
aceite.
Desde los tiempos en los que Sajid Javid era ministro del
interior, se ha insistido en incorporar policías de origen no-británico e, incluso,
se ha incentivado la conversión de políticas de origen británico al islam. Y, por supuesto, el gobierno “laborista” de Keir Starmer, se ha
referido a los incidentes como “provocados por la extrema-derecha”. Parece
claro que, incluso a estas alturas, se niega a reconocer que, de no haber
existido el asesinato de tres niñas, y una situación permanente de tensión
generada por la islamización del Reino Unido y un agravamiento del orden
público, nada habría sucedido y no habría existido tensión acumulada. Los “tertulianos”
españoles más “objetivos”, cuando ya ha sido imposible ocultar algo más de una
semana de enfrentamientos cada vez más virulentos, aluden a “fakes” (el asesino
de las tres niñas, no sería de origen extranjero, o bien sería otro niño con
problemas psíquicos), han sido esos “fakes” los que han precipitado la
violencia y, finalmente, los “extremistas blancos” han dado “muestras de
racismo, xenofobia e intolerancia religiosa” incendiando mezquitas, bibliotecas,
hoteles e incluso puestos de policía.
Y, si es cierto manifestantes hostiles a la inmigración masiva
han atacado todos estos centros: lo que nuestros ilustres tertulianos no
explican el porqué. En principio, porque nadie puede negar que tres niñas
han sido asesinadas. En segundo lugar, porque -después de un par de días de negarse
a dar datos sobre el asesino y tratar de desmentir su origen africano, el
primer ministro inglés fue abucheado cuando trataba de hacerse la habitual foto
colocando un ramo de flores en el lugar donde las crías fueron asesinadas.
En tercer lugar, porque no se trata de “extremistas blancos”, sino de una
explosión de cólera por algo que se veía venir y que se ha ido ocultando
(en España, conocemos muy bien las técnicas de Marlaska y de los suyos para
atenuar el impacto de la inmigración masiva en la delincuencia, así que no
puede sorprendernos mucho). En cuarto lugar, porque la policía se ha visto
desbordada en varias ocasiones por los manifestantes y, cuando ha podido, ha
tratado a los manifestantes con una violencia inusitada achacándoles la única
responsabilidad de los disturbios, pero negándose a condenar la actitud agresiva
de los musulmanes con machetes y cuchillos desenfundados. Y, finalmente, el
olvido deliberado del hecho que ha desencadenado todo: el asesinato de tres
niñas.
No es la batalla final, pero son, una vez más, los tradicionales
choques entre vanguardias. Aún tardará un poco
-muy poco, en nuestra opinión- en estallar el conflicto en toda su virulencia.
Por el momento, los medios musulmanes están “crecidos”, en primer lugar, por el
éxito de sus candidatos en las pasadas elecciones municipales del mes de mayo.
En segundo lugar, por las palabras del primer ministro que ha anunciado un
nuevo cuerpo de policía para ¿proteger a los ciudadanos británicos? ¡¡¡NO, PARA
PROTEGER LAS MEZQUITAS!!! Y, finalmente, por la visión de la extrema
violencia con que los policías británicos actuaban contra los manifestantes…
británicos.
Lo que es importante para establecer la importancia de estos
incidentes es que, por primera vez, los manifestantes han denunciado y
atacado a la policía: están convencidos -y, nadie puede negarles que existen
razones sobradas para ellos- que el gobierno británico está más interesado por
proteger las mezquitas y los centros de “falsos refugiados” que a la población
y a la infancia británica.
Y si, también es cierto que se ha incendiado una biblioteca:
¿una muestra de barbarie? No es, desde luego algo que apoyemos, pero, puestos a
contar lo que ha sucedido realmente, es que en esa biblioteca de introdujeron
libros musulmanes para niños, mientras que se retiraban cuentos y libros para
autóctonos… Quien permite un genocidio cultural -y la penalización de las
culturas autóctonas sobre las halógenas debería ser considerado como “genocidio
cultural”- se arriesga a estallidos de cólera como éste.
Seamos claros: la “gran batalla”, el choque frontal se
aproxima. Y estos incidentes han demostrado de qué parte se inclina el gobierno
laborista de Starmer, qué órdenes transmite a su policía y qué “delitos” está
dispuesto a reprimir y cuáles a ocultar.
A estos hay que añadir que, tanto en el Reino Unido como en
Francia, en Bélgica, en Alemania, en España, incluso en Portugal que hasta hace
tres años estaba bastante libre de inmigración masiva, la situación se está volviendo
imposible en muchas direcciones. La primera de todas es que, cada vez
hay más zonas “liberadas” que están controladas por “bandas étnicas”. Más
vale hacerse a la idea de que, si en una guerra, lo importante es el “control
del territorio”, las bandas étnicas procedentes de la inmigración controlan barrios
enteros que operan como “santuarios” en donde resulta prácticamente imposible localizarlos
y detenerlos. Lo segundo es que, en lo que llevamos de años, en todos los
países europeos las “bandas étnicas” se están mostrando cada vez mejor
armadas (es frecuente que se recuperen alijos de AK-47 y otras armas de
guerra en operaciones policiales). Ahora sabemos que las inusitadas medidas
de seguridad tomadas por el Estado francés durante las olimpiadas, no se debían
tanto al “terrorismo islamistas” (prácticamente deshecho como realidad
orgánico-operativa tras la liquidación del ISIL) como de las “bandas étnicas”
que operan en Francia y que podrían “deslucir” una ceremonia y unos “juegos”
que, a estas alturas, podemos definir como los “peores de la historia”. En
efecto, ahora sabemos que “Mocro Maffia”, la mafia de origen marroquí que
controla el tráfico de drogas (de haschisch, pero no solo de haschisch, sino de
cocaína, éxtasis e inmigración ilegal) opera en toda Europa Occidental.
Ahora sabemos que las cárceles marroquíes se ha vaciado con la amnistía real
que ha puesto en libertad a 30.000 facinerosos, parte de los cuales ya está
operando en España. Y, ahora sabemos que el gobierno de la República del Congo,
también ha adoptado una medida similar, liberando -por no poder mantenerlos- a
10.000 presos comunes que, en estos momentos, están camino de Canarias…
Sabemos también que los ataques de los grupos de delincuentes magrebíes, tanto
de forma organizada como individual, son cada vez más audaces y, sobre todo,
conscientes de su impunidad. Que nadie nos diga que no podemos intuir cómo
va a terminar todo esto, ni que se nos reproche que creamos más en nuestra
percepción directa, a través de Twiter (X) que de las cifras oficiales de los
voceros del gobierno.
Mejor será que los europeos occidentales y del norte, nos vayamos
convenciendo de lo que tenemos por delante. Hay una palabra que suena cada vez
en las diferentes lenguas europeas y con distintos acentos, es una palabra
española: RECONQUISTA. Lo que están queriendo los patriotas británicos que
estos días están en las calles es RECONQUISTAR SU TERRITORIO Y RESTABLECER LA
SEGURIDAD. Es un problema EUROPEO.
DOS PESOS – DOS MEDIDAS
Si bien la English
Defence League ha sido disuelta por las autoridades, la Liga Islámica Arabe,
cuyo miembros están paramilitarizados, visten uniforme negro, incluida capucha,
que ha protagonizado estos días apaleamientos en lugares de reunión de
anglosajones (especialmente a la salida de pubs) y que son sospechosos de actos
blasfemos contra iglesias católicas y anglicanas, a pesar de utilizar visible y
notoriamente armas blancas, machetes y cuchillos ancestrales, no han sido
molestados, ni se han practicado detenciones en su entorno.
Esto ha generado una situación nueva por primera
vez en la historia de Europa: un gobierno, el laborista de Starmer, ha lanzado
a su policía contra su propio pueblo. Con los anglosajones, la policía no
ha dudado en realizar allanamientos sin garantías legales, detener a gentes
que, por su aspecto distan mucho de ser extremistas de derechas, sino que
corresponden al perfil de hombres y mujeres de clases populares, hartos de
soportar una situación incomprensible para los ministros del gobierno
habitualmente residente en Belgrabia o en el Distrito XVI de París…
Es cierto que, a partir de Theresa May, se ha
tratado de remediar el deterioro del orden público con la incorporación de
agentes de religión islámica, pensando que serían los mejores interlocutores
con su comunidad. Hoy, sabemos que no ha sido así.
Lo cierto es -y podemos establecerlo como
conclusión- que ingleses e irlandeses, de derechas y de izquierdas, unionistas
o separatistas, han dejado atrás odios ancestrales y han marchado juntos por
las calles, no solo en Inglaterra, sino también en las dos partes de la isla de
Irlanda: el Ulster y la República Libre de Irlanda, contra la delincuencia y la
inmigración masiva. Que a nadie se le olvide.
El otro rasgo nuevo de esta situación es la
actitud ante la policía: “o estás conmigo o están contra mí”, “o te dedicas
a detener a los delincuentes o eres un cuerpo perfectamente inútil” y “si vas a
defender las mezquitas y a los inmigrantes, ya no eres de los nuestros”…
Esto explica la violencia con la que los manifestantes han arremetido contra
vehículos policiales y comisarías y la actitud de la policía que, siguiendo las
órdenes de su gobierno, se enfrenta con sus vecinos e, incluso, habitualmente,
con su propia conciencia: pues la policía sabe, mejor que nadie, de dónde
procede la delincuencia y cómo han cambiado el aspecto de los barrios en los
que ellos mismos viven…
Queda establecer las conclusiones. Solamente
valdrá la pena hacerlo cuando la situación se calme y se apaguen los
incidentes. Pero, de lo que no queda la menor duda es que estos incidentes
dejarán una huella profunda en la sociedad británica. También allí habrá que
elegir entre la “dhimitud”, sumisión al islam propuesta por los gobiernos del
stablishment, o bien la conversión al islam o la guerra civil racial y social, cultural
y religiosa… Starmer ha elegido la primera, de eso no cabe la menor duda.
Chispazos de guerra civil racial, religiosa y social: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL REINO UNIDO? (I)
Chispazos de guerra civil racial, religiosa y social: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL REINO UNIDO? (II)
ALGUNAS CONCLUSIONES DIFÍCILMENTE REBATIBLES SOBRE LOS SUCESOS DEL REINO UNIDO