martes, 6 de agosto de 2024

Chispazos de guerra civil racial, religiosa y social: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL REINO UNIDO? (II de II)


UNAS NOTAS SOBRE LA EMIGRACION EN EL REINO UNIDO

El llamado “Reino Unido” está formado por Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte o Ulster. La inmigración es baja en Escocia, media en Gales y alta en Irlanda y sobre todo en Inglaterra. Ni siquiera en los territorios con más inmigración, está se encuentra uniformemente distribuida: hay guetos de inmigrantes (que van creciendo tanto en número como en amplitud) al lado de zonas -especialmente rurales- con poca migración o que, simplemente, desconocen el fenómeno (las “Tierra Altas” de Escocia, por ejemplo). Pero el problema no es tanto la composición étnica o religiosa de la inmigración sino las alteraciones que plantea. También en el Reino Unido se tiene la sensación de que estos “halógenos” reciben mucho más de lo que aportan. Pero, sobre todo, la percepción más vivida -y la que ha desatado la tensión acumulada a partir de los incidentes que se están sucediendo tras el asesinato de las tres niñas en Southport, por la población- se centra en el orden público.

Y es que, también en el Reino Unido se tiene la sensación de que las políticas para la integración de los inmigrantes han ido fracasando estrepitosamente. Tanto las de derechas, como las “progresistas”. A cuál peor. Y el problema ha larvado, como en el resto de Europa Occidental, a fuego lento. Inicialmente, los gobiernos que iban pasando por Downing Street trataban de tranquilizar a la población y, apoyados por los grandes consorcios mediáticos, sostenían justo lo contrario de lo que la población percibía en las calles: “la delincuencia está controlada”, repetían que “no hay pruebas de una mayor implicación de inmigrantes en actos delictivos”, “la delincuencia no crece, es estable con tendencia a disminuir”

En junio de 2018, el gobierno conservador, empezaba a sentirse desbordado, así que optó por una actitud “revolucionaria”: a pesar de que no se reconocía oficialmente que la mayor parte de delincuencia procedía de bolsas de inmigración procedente de país islámicos y/o en vías de islamización, Theresa May, entonces “primera ministro” conservadora, nombró a Sajid Javid, de origen pakistaní como “ministro del interior”. Javid, obviamente, era musulmán y se suponía que podría lidiar mejor con la delincuencia que empezaba a asolar el Reino Unido. Era el primer musulmán que ocupaba un cargo ministerial.

Durante el breve mandado de Javid -al llegar Boris Johnson al poder, lo nombró “ministro de economía”- el Reino Unido pasó del puesto 39 al puesto 46 en el “Índice de paz global” que mide la ausencia de violencia en el interior de los países. No fue una buena señal. Tampoco lo fue el que la inmigración creció igualmente -a pesar de que los británicos habían votado a favor del Brexit creyendo que su gobierno resolvería autónomamente el problema sin los lastres burocráticos de la UE: en realidad ocurrió todo lo contrario.

A pesar de que las estadísticas están “trucadas” (el número de inmigrantes siempre parece constante o con leves aumentos o descensos, a causa de las “naturalizaciones”), lo cierto es que en los últimos 25 años se ha duplicado el número de inmigrantes que se instalan en aquellas islas y, especialmente, en Inglaterra e Irlanda. Oficialmente, eran en el año 2000, 2.228.628 (un 8%) y el 2020 4.644.423 (14%). Pero si se pregunta a la IA de Google, cuántos inmigrantes viven en el Reino Unido, la cifra asciende a 9.359.587…, algo que parece más próximo a la realidad.

Lo cierto es que es muy difícil saber cuántas personas de origen no anglosajón y de antecedentes familiares no isleños, los que viven en Inglaterra e Irlanda. Lo que si se ha sabido en los últimos meses es que “más del 60%” de la población londinense ya es de origen extranjero (la cifra de ingleses de “pura cepa” no pasaba de 36,8% cuando en 2011, suponían el 44,9%...) y que, según el censo de 2021 “en algunas zonas de Inglaterra y Gales, los británicos ya empiezan a ser una minoría”. Se aludía a Londres, Manchester, Leeds, Birmingham, Leicester. Pero el dato realmente escalofriante y, al mismo tiempo, mas significativo era que los musulmanes habían pasado del 4,9% en 2011 al 6,5% en 2021, esto es, cuatro millones de personas.

Están en la tierra del Rey Arturo y de Stonehenge, en la tierra de Shakespeare y de Joseph Turner, en la tierra de la carga de la Brigada Ligera y del general Gordon… pero todo esto, es algo que no anima a la inmigración a integrarse: es más, las grandes gestas británicas, la propia historia de Inglaterra es considerada como una afrenta -por la colonización- por las bolsas de inmigrantes. La “integración”, según conservadores y laboristas, pasaría por atenuar la carga “patriótica” en los estudios desde primaria y “neutralizarla”.

Esta era la intención, pero no ha funcionado -ni en Inglaterra, ni en lugar alguno del mundo- y lo que es peor, la percepción directa de la población no puede neutralizarse con opacidad informativa, manipulación de datos, ni siquiera con amenazas. El asesinato de las tres niñas ha hecho estallar una caldera que lleva mucho tiempo incubando. Y no hay forma de que esto pueda ocultarse. La censura y el apagón en los medios fue espectacular y contribuyó a aumentar el clima de tensión.

NIGEL FARAGE, EL UKIP, Y EL REFORM UK

Las consignas que, por ejemplo, un partido moderado como el UKIP (promotor con Nigel Farage de la campaña contra el Brexit, una campaña típicamente británica) son significativas. Estas son las que la dirección del partido está difundiendo estos días: “El gobierno debe prestar más atención a las bandas islámicas que aterrorizan a los no musulmanes, rechazan la democracia y los valores británicos y occidentales”, piden proscribir la "Liga de Defensa Musulmana", el grupo armado islámico que ha protagonizado agresiones y destrozos en barrios poblados con anglos. El UKIP responsabiliza al gobierno de lo que está ocurriendo: “La Stasi Starmer ha declarado la guerra a las familias patrióticas y a los ciudadanos comunes y corrientes preocupados” y la consigna está siendo cada vez más seguida en zonas autóctonas: “FIN DE LA INMIGRACIÓN MASIVA: Ya es suficiente” y también manifiestan su exigencia de que el gobierno “ponga fin a la inmigración masiva y descontrolada. No hemos votado por ello. La población ya está harta”. Niegan las acusaciones del gobierno: “Esto no es racismo, es no querer que maten a tus hijos”. Starmer lo tiene muy difícil para convencer a los indecisos de que apoyen su política de mano tendidas a las islamistas y represión a los ciudadanos británicos blancos. Es mucho más fácil que el pueblo británico escuche la petición del UKIP que la del gobierno: "El pueblo británico está harto de ser ignorado y como colectivo exigimos un cambio real y significativo por parte del gobierno. Para calmar las tensiones, el Partido Laborista debe escuchar al pueblo".

Un viejo conocido de los “euroescépticos”, Nigel Farage, antes líder del UKIP y ahora parlamentarios por Reform UK (en las elecciones del 4 de julio, ganó el escaño de Clacton con el 46,2% de los votos, junto a otros cuatro nuevos parlamentarios de esta formación) ha estado presente en las protestas. Las encuestas, antes de los incidentes le eran muy favorables ante el desplome del Partido Conservador: “El Reform UK está ahora en segundo lugar después del Laborismo con 87 escaños en este país. Vamos a por ti, Keir Starmer”, escribió Farage en un twitt antes de que se iniciaran los incidentes.

Desde el ministerio del interior, el gobierno ha señalado a Farage como uno de los “responsables de la desinformación” (es el viejo “te lo digo para que no me lo digas”…) le han acusado de “ocultar la verdad” y de “incitar a la violencia y crear teorías de la conspiración”. También se la acusado de “incitar al motín” y de legitimar las protestar de Steve Rotheram, alcalde de Liverpool, tras decir en un vídeo que “las protestas no eran nada comparado con lo que podría suceder en el transcurso de las próximas semanas”.

¿EL LIDER DE LAS PROTESTAS?

El gobierno Starmer ha señalado con el dedo a un “activista” como responsable de las protestas, indicando que sobre él, “caerá todo el paso de la ley”. Se trata de Tommy Robinson cuyo recorrido por las formaciones de extrema-derecha es innegable: fue miembro del British National Partido entre 2004 y 2005, pasó luego como vicepresidente al British Freedom Party, fue uno de los fundadores de la English Defence League en 2009 que movilizó en decenas de manifestaciones a miles de ingleses con un único llamamiento contra la difusión del islam en las islas británicas. Su primera protesta tuvo lugar frente a la mezquita central de Londres, en Whitechapel, en junio de 2009. La EDL prosiguió su actividad hasta que el gobierno Starmer decidió prohibirla al comienzo de los incidentes por el asesinato de las niñas de Southport. En realidad, Robinson ya no estaba vinculado a la EDL, sino que se había comprometido con los grupos PEGIDA que hace diez años realizaron manifestaciones antiislamistas en varios países europeos, especialmente en Alemania. En 2018, colaboró con el UKIP.

El resultado de todo este activismo fueron cuatro condenas de prisión entre 2005 y 2009. Casado y padre de tres hijos. El gobierno Starmer lo ha tratado de desprestigiar por todos los medios, aludiendo a su relación con hinchas de fútbol, a sus condenas previas, y las acusaciones de desacato e incluso por tratar de filmar en vídeo a los acusados de una violación grupal en Carterbury… Se le vinculó -falsamente- al autor del ataque a la mezquita de Finsbury Park en 2017. Esta mezquita era un semillero de islamismo radical desde finales del anterior milenio y había sido cerrada en 2003. Robinson había respondido a un correo del atacante diciéndole simplemente que “Hay una nación dentro de una nación que se está formando justo debajo de la superficie del Reino Unido. Es una nación construida sobre el odio, la violencia y el islam”. Tras el ataque, Robinson recordó que “La mezquita donde ocurrió el ataque tiene una larga historia de crear terroristas y yihadistas radicales y promover el odio y la segregación (…) No estoy justificando el ataque, he dicho muchas veces que si el gobierno o la policía no ordenar estos centros de odio crearán monstruos”. En el curso de la rueda de prensa, Robinson no tuvo inconveniente en mostrar un Corán, “libro violento y maldito” Parece innegable que estas opiniones coinciden con una parte creciente de la opinión pública inglesa. Tienden a aportar una explicación a algo inexplicable: que Inglaterra es cada vez menos inglesa y que la sociedad británica está viviendo un proceso de islamización y un paralelo aumento asindótico de la delincuencia protagonizada por elementos no anglosajones.

En tanto que padre de familia, le interesa particularmente desarticular las redes de pedofilia y la islamización de la sociedad que, como ha declarado en múltiples ocasiones, perjudica especialmente a sus hijas… Una de las campañas contra él más insistentes es mostrándolo junto a un grupo de reclutas del ejército británico que vitorean su nombre. El ministerio de defensa lanzó un comunicado en el que decía: "La ideología de extrema derecha está completamente en desacuerdo con los valores y el espíritu de las fuerzas armadas. Las fuerzas armadas tienen medidas sólidas para garantizar que quienes exhiben opiniones extremistas no sean tolerados ni se les permita servir". La página que le dedica Wikipedia es inusualmente larga y pormenorizada…

Las modernas técnicas de propaganda y de operaciones psicológicas utilizadas por el gobierno británico para desprestigiar a Robinson, no pueden evitar que un sector creciente de la población se identifique con él. No son solo “extremistas de derechas” los que identifican la naturaleza del problema que ha terminado con la masacre de niños en Southport: es una parte de la población que exige del gobierno medidas que ese mismo gobierno no está en condiciones ya de dar.

En realidad, la revuelta que se está desarrollando en estos momentos es difícilmente digerible por el stablishment: no tiene un líder definido ni una sigla que pueda capitalizar las movilizaciones. Pero tiene el apoyo de la población anglosajona que, en la calle o en sus casas, siente que lo que está en juego es el futuro, el de sus hijos y el de su país.

LOS CHOQUES DE VANGUARDIAS, EN EL REINO UNIDO Y EN TODA EUROPA

En todas las academias militares se enseña que antes de una “gran batalla”, siempre hay pequeños enfrentamientos entre unidades de ejércitos enemigos, patrullas de reconocimiento, avanzadas, unidades de vanguardia que protagonizan escaramuzas con el adversario. Estos pequeños choques, SIEMPRE preceden a la balla decisiva. Pues bien, esto es lo que está ocurriendo en toda Europa Occidental y del Norte desde, como mínimo, el inicio del milenio. La primera señal de alerta fue la “intifada” francesa de 2005 que se prolongó durante un mes y medio. Antes había tenido en El Ejido, choques étnicos tras tres asesinatos de vecinos de esta población a manos de musulmanes. Ahora, estos incidentes se repiten en el Reino Unido y durante muchos meses en Alemania las manifestaciones de PEGIDA recordaron que también allí hay hartazgo.

La novedad es que ahora, estos “choques de vanguardias” tienen lugar en el Reino Unido. Es lo normal, tal y como se están desarrollando los hechos y la escalada de delincuencia y de criminalidad que se está viviendo en Europa Occidental y del Norte. Puede sorprender a los que se limitan a leer los informativos oficialistas, pertenecen solamente a redes sociales estilo Facebook y Tiktok o a los que ven las televisiones generalistas… pero no son una novedad para los que surfean y buscan información fidedigna en las “fuentes”. Todos los que tienen cuenta en Twiter (X) -que, de momento, es el gran garante de la libertad informativa- saben cómo están las cosas. Y si se esfuerzan un poco y cotejan lo que dicen los medios británicos con los comunicados emitidos por partidos como el UKIP, el BNP y demás, saben que se están viviendo situaciones extremadamente tensas y desagradables desde hace 10 días en el Reino Unido y que los incidentes se han ido extendiendo como una mancha de aceite.

Desde los tiempos en los que Sajid Javid era ministro del interior, se ha insistido en incorporar policías de origen no-británico e, incluso, se ha incentivado la conversión de políticas de origen británico al islam. Y, por supuesto, el gobierno “laborista” de Keir Starmer, se ha referido a los incidentes como “provocados por la extrema-derecha”. Parece claro que, incluso a estas alturas, se niega a reconocer que, de no haber existido el asesinato de tres niñas, y una situación permanente de tensión generada por la islamización del Reino Unido y un agravamiento del orden público, nada habría sucedido y no habría existido tensión acumulada. Los “tertulianos” españoles más “objetivos”, cuando ya ha sido imposible ocultar algo más de una semana de enfrentamientos cada vez más virulentos, aluden a “fakes” (el asesino de las tres niñas, no sería de origen extranjero, o bien sería otro niño con problemas psíquicos), han sido esos “fakes” los que han precipitado la violencia y, finalmente, los “extremistas blancos” han dado “muestras de racismo, xenofobia e intolerancia religiosa” incendiando mezquitas, bibliotecas, hoteles e incluso puestos de policía.

Y, si es cierto manifestantes hostiles a la inmigración masiva han atacado todos estos centros: lo que nuestros ilustres tertulianos no explican el porqué. En principio, porque nadie puede negar que tres niñas han sido asesinadas. En segundo lugar, porque -después de un par de días de negarse a dar datos sobre el asesino y tratar de desmentir su origen africano, el primer ministro inglés fue abucheado cuando trataba de hacerse la habitual foto colocando un ramo de flores en el lugar donde las crías fueron asesinadas. En tercer lugar, porque no se trata de “extremistas blancos”, sino de una explosión de cólera por algo que se veía venir y que se ha ido ocultando (en España, conocemos muy bien las técnicas de Marlaska y de los suyos para atenuar el impacto de la inmigración masiva en la delincuencia, así que no puede sorprendernos mucho). En cuarto lugar, porque la policía se ha visto desbordada en varias ocasiones por los manifestantes y, cuando ha podido, ha tratado a los manifestantes con una violencia inusitada achacándoles la única responsabilidad de los disturbios, pero negándose a condenar la actitud agresiva de los musulmanes con machetes y cuchillos desenfundados. Y, finalmente, el olvido deliberado del hecho que ha desencadenado todo: el asesinato de tres niñas.

No es la batalla final, pero son, una vez más, los tradicionales choques entre vanguardias. Aún tardará un poco -muy poco, en nuestra opinión- en estallar el conflicto en toda su virulencia. Por el momento, los medios musulmanes están “crecidos”, en primer lugar, por el éxito de sus candidatos en las pasadas elecciones municipales del mes de mayo. En segundo lugar, por las palabras del primer ministro que ha anunciado un nuevo cuerpo de policía para ¿proteger a los ciudadanos británicos? ¡¡¡NO, PARA PROTEGER LAS MEZQUITAS!!! Y, finalmente, por la visión de la extrema violencia con que los policías británicos actuaban contra los manifestantes… británicos.

Lo que es importante para establecer la importancia de estos incidentes es que, por primera vez, los manifestantes han denunciado y atacado a la policía: están convencidos -y, nadie puede negarles que existen razones sobradas para ellos- que el gobierno británico está más interesado por proteger las mezquitas y los centros de “falsos refugiados” que a la población y a la infancia británica.

Y si, también es cierto que se ha incendiado una biblioteca: ¿una muestra de barbarie? No es, desde luego algo que apoyemos, pero, puestos a contar lo que ha sucedido realmente, es que en esa biblioteca de introdujeron libros musulmanes para niños, mientras que se retiraban cuentos y libros para autóctonos… Quien permite un genocidio cultural -y la penalización de las culturas autóctonas sobre las halógenas debería ser considerado como “genocidio cultural”- se arriesga a estallidos de cólera como éste.

Seamos claros: la “gran batalla”, el choque frontal se aproxima. Y estos incidentes han demostrado de qué parte se inclina el gobierno laborista de Starmer, qué órdenes transmite a su policía y qué “delitos” está dispuesto a reprimir y cuáles a ocultar.

A estos hay que añadir que, tanto en el Reino Unido como en Francia, en Bélgica, en Alemania, en España, incluso en Portugal que hasta hace tres años estaba bastante libre de inmigración masiva, la situación se está volviendo imposible en muchas direcciones. La primera de todas es que, cada vez hay más zonas “liberadas” que están controladas por “bandas étnicas”. Más vale hacerse a la idea de que, si en una guerra, lo importante es el “control del territorio”, las bandas étnicas procedentes de la inmigración controlan barrios enteros que operan como “santuarios” en donde resulta prácticamente imposible localizarlos y detenerlos. Lo segundo es que, en lo que llevamos de años, en todos los países europeos las “bandas étnicas” se están mostrando cada vez mejor armadas (es frecuente que se recuperen alijos de AK-47 y otras armas de guerra en operaciones policiales). Ahora sabemos que las inusitadas medidas de seguridad tomadas por el Estado francés durante las olimpiadas, no se debían tanto al “terrorismo islamistas” (prácticamente deshecho como realidad orgánico-operativa tras la liquidación del ISIL) como de las “bandas étnicas” que operan en Francia y que podrían “deslucir” una ceremonia y unos “juegos” que, a estas alturas, podemos definir como los “peores de la historia”. En efecto, ahora sabemos que “Mocro Maffia”, la mafia de origen marroquí que controla el tráfico de drogas (de haschisch, pero no solo de haschisch, sino de cocaína, éxtasis e inmigración ilegal) opera en toda Europa Occidental. Ahora sabemos que las cárceles marroquíes se ha vaciado con la amnistía real que ha puesto en libertad a 30.000 facinerosos, parte de los cuales ya está operando en España. Y, ahora sabemos que el gobierno de la República del Congo, también ha adoptado una medida similar, liberando -por no poder mantenerlos- a 10.000 presos comunes que, en estos momentos, están camino de Canarias… Sabemos también que los ataques de los grupos de delincuentes magrebíes, tanto de forma organizada como individual, son cada vez más audaces y, sobre todo, conscientes de su impunidad. Que nadie nos diga que no podemos intuir cómo va a terminar todo esto, ni que se nos reproche que creamos más en nuestra percepción directa, a través de Twiter (X) que de las cifras oficiales de los voceros del gobierno.

Mejor será que los europeos occidentales y del norte, nos vayamos convenciendo de lo que tenemos por delante. Hay una palabra que suena cada vez en las diferentes lenguas europeas y con distintos acentos, es una palabra española: RECONQUISTA. Lo que están queriendo los patriotas británicos que estos días están en las calles es RECONQUISTAR SU TERRITORIO Y RESTABLECER LA SEGURIDAD. Es un problema EUROPEO.

DOS PESOS – DOS MEDIDAS

Si bien la English Defence League ha sido disuelta por las autoridades, la Liga Islámica Arabe, cuyo miembros están paramilitarizados, visten uniforme negro, incluida capucha, que ha protagonizado estos días apaleamientos en lugares de reunión de anglosajones (especialmente a la salida de pubs) y que son sospechosos de actos blasfemos contra iglesias católicas y anglicanas, a pesar de utilizar visible y notoriamente armas blancas, machetes y cuchillos ancestrales, no han sido molestados, ni se han practicado detenciones en su entorno.

Esto ha generado una situación nueva por primera vez en la historia de Europa: un gobierno, el laborista de Starmer, ha lanzado a su policía contra su propio pueblo. Con los anglosajones, la policía no ha dudado en realizar allanamientos sin garantías legales, detener a gentes que, por su aspecto distan mucho de ser extremistas de derechas, sino que corresponden al perfil de hombres y mujeres de clases populares, hartos de soportar una situación incomprensible para los ministros del gobierno habitualmente residente en Belgrabia o en el Distrito XVI de París…

Es cierto que, a partir de Theresa May, se ha tratado de remediar el deterioro del orden público con la incorporación de agentes de religión islámica, pensando que serían los mejores interlocutores con su comunidad. Hoy, sabemos que no ha sido así.

Lo cierto es -y podemos establecerlo como conclusión- que ingleses e irlandeses, de derechas y de izquierdas, unionistas o separatistas, han dejado atrás odios ancestrales y han marchado juntos por las calles, no solo en Inglaterra, sino también en las dos partes de la isla de Irlanda: el Ulster y la República Libre de Irlanda, contra la delincuencia y la inmigración masiva. Que a nadie se le olvide.

El otro rasgo nuevo de esta situación es la actitud ante la policía: “o estás conmigo o están contra mí”, “o te dedicas a detener a los delincuentes o eres un cuerpo perfectamente inútil” y “si vas a defender las mezquitas y a los inmigrantes, ya no eres de los nuestros”… Esto explica la violencia con la que los manifestantes han arremetido contra vehículos policiales y comisarías y la actitud de la policía que, siguiendo las órdenes de su gobierno, se enfrenta con sus vecinos e, incluso, habitualmente, con su propia conciencia: pues la policía sabe, mejor que nadie, de dónde procede la delincuencia y cómo han cambiado el aspecto de los barrios en los que ellos mismos viven…

Queda establecer las conclusiones. Solamente valdrá la pena hacerlo cuando la situación se calme y se apaguen los incidentes. Pero, de lo que no queda la menor duda es que estos incidentes dejarán una huella profunda en la sociedad británica. También allí habrá que elegir entre la “dhimitud”, sumisión al islam propuesta por los gobiernos del stablishment, o bien la conversión al islam o la guerra civil racial y social, cultural y religiosa… Starmer ha elegido la primera, de eso no cabe la menor duda.


Chispazos de guerra civil racial, religiosa y social: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL REINO UNIDO? (I)

Chispazos de guerra civil racial, religiosa y social: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL REINO UNIDO? (II)

ALGUNAS CONCLUSIONES DIFÍCILMENTE REBATIBLES SOBRE LOS SUCESOS DEL REINO UNIDO