lunes, 20 de noviembre de 2023

LO QUE REPRESENTA PARA ESPAÑA LA VICTORIA DE JAVIER MILEI

"El peluca Milei” ha arrasado en la querida República Argentina. Entre “la casta”, “el stablishment” y el salto al vacío, Argentina ha optado por lo segundo. En las anormales condiciones político económicas que vive aquel país desde mediados de los 80, el electorado siempre había optado por el juego de la alternancia: Unión Cívica Radical (Alfonsín en 1983). Partido Justicialista (Menem), nuevamente UCR (De la Rua), otro ciclo peronista (Duhalde), luego un largo período de “kirchnerismo” y el caos final de la derecha progresista de Mauricio Macri. Ese período ha terminado.

Durante este largo período de 40 años, Argentina se ha ido hundiendo más y más en la miseria, en la corrupción y en los problemas económicos sin salida; todo ello, mientras se iba engordando la clase política, la burocracia, la administración federal y las provincias (equivalente a las autonomías) y el despilfarro. 

Se calcula que el 30% de los argentinos que trabajan pueden ser considerados como “pobres”, de hecho un 43% de ciudadanos son “pobres” oficiales y un 11% están en el área de la “pobreza extrema”, con un gasto estatal desmesurado, con unos salarios que se mantienen a los mismos niveles de 2003-2004, con un PIB que está un 14% por debajo del que tenía en 2011 y una productividad idéntica a la de los años 50… “Corralitos”, inflación y riesgo de hiperinflación, estancamiento, fuga de capitales y enriquecimiento del stablishment, son los elementos que han pesado como una losa en el resultado de la segunda vuelta (“el balotage”) de las elecciones argentinas celebradas ayer.

El electorado ha enterrado a la casta. Ciertamente, la casta ha hecho todos los méritos para ser enterrada: amparada en su convicción de que “lo que ha sido siempre, seguirá siendo”, se le ocurrió avalar la candidatura de Sergio Massa autodefinido como “peronista progresista” (esto es “no-peronista”) y ministro de economía desde julio de 2022… es decir, uno de los últimos responsables del caos económico argentino y uno de los rostros más característicos de la casta. Al llegar Massa a la cartera de economía exigió la fusión de los tres ministerios que tocaban temas similares (desarrollo, agricultura y ganadería y pesca). Así que, cuando el país acumuló una inflación del 94’8% en 2022, el fracaso de su gestión se hizo inapelable. Era el candidato más indicado para unas elecciones “normales”, pero no el candidato para enfrentarse al “peluca Milei”, por lo demás, economista notable.

Milei tiene dos rostros bien diferenciados: uno el de analista preciso de los males argentinos, que diagnostica sin reservas, y otro -mucho más discutible- como discípulo ultra-neo-liberal de la Escuela Austríaca de Economía. Si bien es raro el argentino que no coincida con Milei en su crítica al “stablishment”, es mucho más discutible que sus fórmulas neo-liberales puedan tener éxito. De todas formas, el electorado ha decidido de manera inapelable: Milei ha vencido con 55,7% de los votos y con una participación del 76%.

El casi medio millón de ciudadanos argentinos que se encuentran en España, ha votado masivamente a su favor, para desesperación de una minoría de absolutos oportunistas que no encontraron acomodo en la casta de su país y que milonguearon (y obtuvieron) una plaza entre la carpetovetónica: Sor Lucía Caram y Gerardo Pisarelo.

¿Y ahora qué? El tiempo dirá si las soluciones aportadas por Milei son practicables, si tiene energía y peso político suficiente como para poder aplicarlas con un parlamento en el que es, por el momento, minoritario. No nos queda sino desear la mayor de las suertes para el pueblo argentino y un deseo de que vuelva a encarrilarse en la historia y a destacar, como en otras épocas, como faro para el subcontinente, posición que le ha hurtado una casta política miserable y corrupta.

¿Cómo afecta la victoria de Milei a España?

Hay que recordar que en Argentina lo que ha sido derrotado es el stablishment. La izquierda ha resultado barrida: allí no es tan fácil como en Europa Occidental reemplazar los votos de los trabajadores que se han fugado de la izquierda por nuevos votos procedentes de la inmigración. Pero hay algo mucho más importante. La victoria de Milei rompe la tendencia a que gobernaran en los grandes países iberoamericanos, agentes del llamado Grupo de Puebla.

Como es perceptible, desde la crisis de 2007-2011, la Internacional Socialista es poco menos que un cadáver, sin políticas propias, doctrinalmente perdida y rota entre tendencias cada vez más dispares y con el proyecto nacido más de medio siglo antes en Bad Godesberg, diluido en la nada. Así que la izquierda ha tratado de recomponerse estructurando foros ad hoc que abarca desde el centro-izquierda a la extrema-izquierda, aludiendo “al socialismo del siglo XXI”, al “socialismo democrático” y, por supuesto, a los “estudios de género”, a la “corrección política”, a la Agenda 2030 y demás productos de rebajas del supermercado izquierdista (incluida la “ideología woke”, última incorporación).

Desde la fundación del Grupo de Puebla se han celebrado nueve reuniones: muchas entre julio de 2019 y octubre de 2023. Han participado -y esto es lo importante-  Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales, Dilma Rousef, Michelle Bachelet, Ernesto Samper, Rafael Correa, José Mújica, y el inefable José Luis Rodríguez Zapatero… junto a Pedro Sánchez, Yolanda Díaz, Irene Montero, Enrique Santiago (secretario general del PCE), Gerardo Pisarello (la peste argentina), Baltasar Garzón y demás…

En la actualidad, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y España están dirigidos por miembros del Grupo de Puebla.

Pero, en la segunda mitad de 2023, han empezado los problemas: por una parte, el gobierno recientemente elegido en España, por los pelos (incluso a contrapelo) es una traducción exacta de las aspiraciones del Grupo de Puebla (y, veremos lo que aguanta), por otra parte, en El Salvador, Bukele ha literalmente barrido el stablishment local con una política que cuenta con el apoyo unánime de la población (salvo de los “maras” encarcelados sin contemplaciones y de la casta que ha quedado marginada de los centros de decisión). En las elecciones ecuatorianas se impuso la Acción Democrática Nacional, conservadora y neoliberal, mientras que en Uruguay gobierna desde 2019 el Partido Nacional, conservador… El desprestigio de Boric en Chile y el rechazo a su proyecto constitucional, garantiza que pertenece más al pasado que al futuro.

En otras palabras, el Grupo de Pueblo ya no goza de la buena salud que tenía a principios de año y todo induce a pensar, tras la victoria de Milei, que sus mejores horas ya han quedado atrás.

Esta victoria de un movimiento opuesto a la hegemonía cultural de la izquierda progresista, en ruptura con el stablishment y que quiere ensayar ideas nuevas, ha supuesto una nueva puñalada para las virgencitas desconsoladas de la izquierda española: en un tuit, Yolanda Díaz calificaba la victoria de Milei, de “día triste para el bloque democrático” y Ione Belarra afirmaba con una seriedad pasmosa que “la victoria de Milei, con un programa abiertamente antidemocrática (…) es una pésima noticia para el mundo”, rematando con una proclama, esta sí, antidemocrática: “a esta derecha asalvajada se le frena con más derechos y valentía”.

De la Moncloa no ha salido comunicado alguno. Sin duda, al fort apache sitiado de Pedro Sánchez, no le han llegado las noticias de que también de Iberoamérica soplan vientos en contra. Sin contar, por supuesto, la dimisión de Antonio Costa en Portugal, primer ministro portugués y secretario general del Partido Socialista, había sido detenido por un caso de corrupción relacionado con las minas de litio… También era, como no podía ser de otra manera, del Grupo de Puebla…