martes, 11 de agosto de 2020

CUANDO LOS COMUNISTAS SE PASABAN EN MASA EL FASCISMO (6 DE 10) - LA ORGANIZACIÓN DEL PPF

 

La realidad orgánica del PPF

El 16 de diciembre de 1936, Doriot habla en Clermont-Ferrand ante un pequeño auditorio de 200 personas en lo que no era nada más que una reunión privada. Sin embargo, también aquí el Frente Popular movilizó sus efectivos. Estallaron violentos disturbios en el centro de la ciudad, produciéndose numerosos heridos y destrozos en el mobiliario urbano y en los comercios de la zona. Estos incidentes apuntaban directamente contra la vida de Doriot que sufrió en esos años (entre 1936 y 1939) media docena de atentados o de intentos de agresión extremadamente graves. En 1937 su vehículo fue ametrallado en Mázières por miembros del PCF. Las balas impactaron en el vidrio trasero.

En medio de esta vorágine de violencia (en cierto sentido similar a la que sufrió Falange Española a partir de 1934, pero sin la efusión de sangre que se produjo en España), prosperar políticamente, implicaba emplear abundantes medios económicos, no solamente en agitación y propaganda, sino especialmente en el mantenimiento de un servicio de orden armado, permanentemente movilizado y siempre dispuesto a proteger al líder del partido, a las instalaciones del mismo y a las manifestaciones y mítines convocados. Se han hecho múltiples cábalas sobre el origen de esos medios, concluyéndose que en su mayor parte procedían de medios de la patronal francesa y de distintas bancas. Mientras duró el gobierno del Frente Popular, el PPF era la “mejor opción” a apoyar para contrarrestar la agresividad del PCF especialmente en los medios obreros. Durante el lanzamiento del PPF este flujo de fondos fue constante en la medida en que el Frente Popular había llegado al poder, pero a partir del verano de 1937, cuando la coalición de izquierdas empezó a tener problemas interior y sobre todo a partir de la constitución del gobierno Daladier el 10 de abril de 1938, cuando se dio por concluida esta experiencia, estos flujos disminuyeron a incluso cesaron.

Hasta ese momento, el PPF había realizado 2.000 reuniones y mítines. A finales de octubre de 1936, el partido declaraba 101.000 afiliados, que habrían ascendido a 120.000 en noviembre cuando se convocó el I Congreso. En abril del año siguiente, los efectivos ascendían a 280.000 (incluidos los 30.000 jóvenes afiliados a la Unión Popular de la Juventud Francesa, rama juvenil del partido) en diciembre, para pasar a ser 295.000 a mediados de enero de 1938. El crecimiento se seguiría manteniendo hasta la celebración del II Congreso del Partido en marzo de 1938 hasta alcanzar la cifra límite de 300.000 miembros en el otoño de ese año. A partir de ese momento, los efectivos disminuyeron (y entonces el PPF ya no dio oficialmente nuevas cifras de afiliación). Unos meses después, ya en el primer trimestre de 1939, los servicios de información franceses establecían que el PPF contaba con 50.000 afiliados… poco comparado con el Partido Social Francés del Coronel La Rocque (la formación creada después de la disolución de los Cruces de Fuego) que contaba en ese momento con 3.000.000 de afiliados. Por su parte, el PCF y la SFIO contaban cada uno con 600.000 miembros. A pesar de que los primeros meses de 1939 fueron bastante difíciles para el PPF (a raíz de la crisis interna provocada especialmente por la reacción de Doriot ante la coyuntura internacional) es probable que en esa época, las cifras de militancia fueran superiores a lo que registraba la inteligencia francesa: quizás en torno a los 100.000 afiliados.

La zona que había constituido inicialmente la cuna del partido, Saint-Denis y París-Norte, registraba una alta afiliación: 3.000 y 5.000 miembros respectivamente. Lo que pronto se conoció dentro del partido como “la República Autónoma de Marsella”, el grupo de Simon Sabiani en la región de Marsella, declaraba 15.000 afiliados y, en general, el partido disponía de una muy buena implantación en toda la costa mediterránea.

 Se conoce relativamente bien el origen social de todos estos miembros, a partir de las estadísticas realizadas entre los delegados del primer y segundo congreso del partido. En 1936, el 38,7% no habían militado políticamente en ninguna formación antes de afiliarse al partido, mientras que el 33% procedían de la izquierda (el 21,1% del PCF, el 8,6% de la SFIO y el 1,9% de los radicales). El 4,4% habían tenido una militancia previa en organizaciones católicas (especialmente la Juventud Obrera Católica y de la Alianza Democrática). Por su parte, un 23,6% procedían de la extrema-derecha (un 14,5% de los Cruces de Fuego y de los Voluntarios Nacionales del Coronel La Rocque, y un 5,1% de Action Française). Los grupos más o menos fascistizantes estaban representados muy débilmente (había presencia de unos pocos delegados que antes habían militado en las Juventudes Patrióticas de Taittinger, en Solidaridad Francesa de Jean Renaud y en el Francismo de Marcel Bucard).

En cuanto al origen socio-profesional se disponen de estadísticas realizadas en los dos congresos que pudo celebrar el partido antes de la Segunda Guerra Mundial. En el de 1936 aparecen un 49% como miembros de la clase obrera, pero dos años después esta cifra se reduce al 37%. Los comerciantes y las profesiones liberales permanecen casi igual, pasando del 21% al 22%. Los funcionarios y empleados están en torno al 40%. Esto indica claramente que se trataba de un partido interclasista y dar la razón al propio Doriot cuando explicó en el curso del I Congreso del PPF que “nuestro partido es ya una pequeña Francia reconciliada. Es el modelo de lo que Francia entera será mañana”. Esta idea sedujo particularmente a algunos intelectuales como Drieu y Jouvenel. Este último se vio seducido por el “tuteo revolucionario” definido por el partido como “la expresión de las relaciones calurosas entre los miembros dl partido”. El propio Jouvenel escribió: “Entrar en el PPF fue penetrar en un mundo para mí completamente nuevo, donde las actitudes, las relaciones, el lenguaje contrastaban con todo lo que me era familiar. Siempre me había declarado “de izquierda”, es decir, por l pueblo, pero le había constantemente ajeno (…). Es zambulléndome en Saint-Denis, adoptando el hábito de compartir la comida, de ser tuteado, es como he tomado contacto con el pueblo. Y me he visto profundamente sorprendido”.

Drieu y Jouvenel no son los únicos intelectuales que se han sumado al PPF, el premio Nobel Alexis Carrel figuró también entre sus afiliados, al igual que los profesores Ernest Fourneau (del Instituto Pasteur) o Victor Balthasar (de la Academia de Medicina). Pero el contingente mayor, por supuesto, procedía de los medios periodísticos y literarios: Georges Suarez, Ramón Fernández, Jean de Fonteny, Paul Chack, Abel Bonnard de la Academia Francesa, etc. Sin embargo, los intelectuales no elaboraron la línea política del PPF. Esta correspondió al núcleo que defendió las ponencias en el I Congreso. En donde algunos sí participaron fue en la traducción de esta línea en forma de artículos para L’Émancipation National o La Liberté, diarios que durante unos años contaron con el concurso de toda esta corte de intelectuales de prestigio. Ramón Fernández fue el intelectual que colaboró de manera más activa en la construcción del partido, organizando las profesiones liberales y a los intelectuales.

Sobre cómo el partido consiguió mantener un ritmo de actividad existen distintas versiones todas ellas sometidas a dudas y envueltas en tinieblas. Lo cierto es que en octubre de 1936, el PPF estuvo en condiciones de adquirir un inmueble de seis pisos en el número 10 de la rue des Pyramides, uno de los lugares más exclusivos de París, en donde instaló sus oficinas centrales. En noviembre de ese año, apareció la edición nacional de L’Emancipation cuyo lanzamiento coincidió con el I Congreso del PPF. Entre los gastos de lanzamiento del diario y los gastos de organización del congreso, la cifra empleada ascendió a 500.000 francos. En 1937, Doriot compró el local de un cine en Saint-Denis y el diario La Liberté, se lanzaron millones de carteles, panfletos y folletos informativos y se pagaron los gastos de dos mil reuniones y mítines, algunos de ellos en las salas más grandes del país. Es difícil saber cómo pudo financiarse todo este esfuerzo de agitación, propaganda y organización.

En 1936 los carnés de adhesión se vendía al precio de 3 francos al año y las cuotas mensuales ascendían a 5 francos (1 franco para los parados y 10 francos para los que cobraran al mes más de 2.000 francos). Sobre un total de 100.000 afiliados el primer año de vida del partido y dando por supuesto que la administración central conseguía cobrar 7 meses de promedio por afiliado (en lugar de 12), el partido no debía de obtener más de 3.800.000 francos por este concepto. Lugo estaban los ingresos por donaciones y las suscripciones a las revistas y el dinero que procedía de las campañas de suscripción o de apoyo a los diarios (L’Emancipation National obtuvo 100.000 francos en apenas 15 días d campaña, por ejemplo). Sin embargo, quedan todavía varios millones de francos anuales por cubrir para explicar cómo el partido pudo funcionar tan bien entre los años 1936 y 1938.

En los Archivos de la Prefectura de Policía existen varios dossiers relativos a este tema que mencionan subsidios procedentes de distintas patronales (Comités Central de Empresas Hulleras, Círculo de Cámaras Sindicales de Francia, Asociación Nacional de Expansión Económica), de grupos de presión (Unión de los Intereses Económicos), directores de diarios (como el semanario Cyrano o la revista Choc del Coronel Guillaume), de banqueros (Maurice Petsche) e industriales (Jean Ayral propietario de Mazda, de la empresa Violet Frères, de los industriales laneros del Norte, etc). Pero las aportaciones más fuertes, sin duda, no han dejado rastros a pesar de que hoy se sabe que procedían de Gabriel Le Roy Ladurie, director de la Banca Worms, y del Comité de las Forjas que entregó a Doriot  4.367.000 francos en 1937, 5.713.000 e 1938 y 1.593.999 en 1939.

Sabiani, por su parte, había obtenido subvenciones para su sección procedentes de la alta burguesía y de los armadores marselleses. No era un caso aislado. Cada delegación del PPF estaba obligada a buscar subsidios y subvenciones en su zona. Esto explica la muy desigual implantación del partido en todo el país. Allí donde existían responsables que habían sabido obtener subsidios de patronales o de industriales, allí el partido había conseguido realizar una amplia tarea propagandística. La dirección parisina, cubría solamente los gastos de los servicios centrales del partido, no la financiación de las delegaciones. Solamente, en algunos casos vinculados a los medios de comunicación –y especialmente a La Liberté que se convirtió desde el primer momento en un lastre deficitario para el PPF- la central tuvo que asumir el pago de los salarios.

Se produjeron algunos escándalos y desviaciones de fondos. Jean Le Can, dirigente del partido en Burdeos y al mismo tiempo gran contratista de obras poseedor de una inmensa fortuna, había aportado la cantidad necesaria para comprar el diario La Liberté que atravesaba por grandes dificultades económicas. En enero de 1938, Doriot se puso en contacto con Le Can comunicándole que no había dinero para pagar el salario de los trabajadores del diario. Tras dudarlo, Le Can aportó la cantidad que cubría esos gastos… pero unos meses después, los trabajadores seguían sin cobrar. Las explicaciones de Doriot no satisficieron a Le Can, el cual abandonó el partido, reconociéndole que est aventura política le había costado 1.000.000 de francos.

Otro caso, igualmente relacionado con La Liberté, se produjo cuando Doriot visitó en marzo de 1938 a la duquesa Pozzo di Borgo, cuyo marido, ex miembro del Partido Social Francés y enfrentado con el Coronel La Rocque, acababa de ser puesto en libertad después de seis meses de prisión preventiva al estar relacionado con la desarticulación de La Cagoule (ver el número VII de la Revista de Historia del Fascismo, La Cagoule: ramificaciones internacionales). Doriot le recordó la actividad periodística desempeñada por La Liberté en pro de la libertad de su marido, obteniendo un cheque de 500.000 francos en señal de agradecimiento. Doriot comentó a algunos colaboradores (de los que uno sin duda era informador de la policía, pues relató esta anécdota en un informe que todavía se conserva en los archivos) que “en vista del éxito, volvería a repetir el truco”… En realidad, el apoyo a la liberación de Pozzo di Borgo no se debía más que al enfrentamiento que este tenía con el Coronel La Rocque y a un intento de debilitar a este partido de la derecha.

Otros informes sugieren que Doriot habría solicitado fondos a la Prefectura de Policía. De ser cierto, se trataría de cantidades muy reducidas. En cualquier caso, todas estas anécdotas y chascarrillos demuestran que el partido se fortalecía… a costa de vender su independencia.

Otra fuente de ingresos del PPF fue el gobierno italiano. Victor Barthélemy, miembro de la dirección del partido, cuenta que en julio de 1937, se organizó en Niza un encuentro entre la federación del PPF de aquella zona en la cual Victor Arrighi, otro de los dirigentes del partido, le informó que acababa de retornar de Italia en donde había podido entrevistarse con el Conde Ciano y otros dirigentes fascistas de primera línea.  El partido recibió 300.000 francos procedentes de Italia, una suma relativamente modesta (José Antonio Primo de Rivera recibía igualmente 250.000 liras cada trimestre procedentes de la misma caja y a partir de mediados de 1935 y hasta su encarcelamiento. Por lo demás, el interlocutor de José Antonio y de Arrighi era el embajador en París, Amadeo Landini). A cambio, el PPF enviaba algunos informes políticos sobre la situación en Francia. El 7 de septiembre de 1936, consta que Arrighi se entrevistó con Landini y le comunicó que el crecimiento del partido seguía a buen ritmo pero que se precisaba dinero para transformar L’Emancipation National de semanario en diario. Para tentarlo le hizo saber que el PPF había sido “contactado” por el NSDAP, pero que, momentáneamente, habían rechazado una ayuda en esa dirección. Hay que recordar que en ese momento, las relaciones entre Alemania e Italia eran todavía tensas y oscilantes. Landini transmitió la petición, añadiendo que dudaba de la eficacia de la “carta Doriot”. Ciano, por s parte, anotó en su diario: “A Doriot le daremos dinero, no armas”, lo que implica que también había solicitado equipamiento para su servicio de orden. A partir de ese momento se regularizaron los envíos de dinero procedentes de Italia. El PPF pasó a ser el aliado preferencial italiano en Francia, a despecho de Bucard y del francismo.  No parece, sin embargo, que Doriot hubiera recibido dinero de Alemania, al menos hasta antes de producirse la ocupación en junio de 1940.

Con todos estos medios, el funcionamiento del partido quedaba garantizado. A pesar de ser un partido que, estatutariamente, era de apariencia democrática, en la práctica, la dirección era centralizada y no muy diferente de cualquier otro partido fascista (aun antes de que el PPF se decantara por esta opción). Los dos principios organizativos eran la disciplina y la obediencia al “jefe”. Doriot había dicho en la tribuna del I Congreso del PPF: “La disciplina es la disciplina. La admites o no la admites”. Añadiendo: “Los miembros del partido deben saber que luchan por la causa general y no por su causa personal”. Sostenía que los miembros del partido no son robots, “no deben pensar en serie. Por el contrario. La dirección del partido acoge siempre las observaciones, las sugestiones, las críticas corteses y objetivas. La dirección no es omnisciente. Tiene necesidad de aprender de la vida de los hombres (…) Considera el partido como un inmenso laboratorio de ideas”.

Doriot se enfrentaba con la dificultad de forjar un partido con una serie de militantes y afiliados procedentes de los lugares más heterogéneos. Esto planteaba algunos problemas, el primero de todos eran las infiltraciones, especialmente las procedentes del PCF. Para evitarlo, los miembros que aspiraban a entrar en el partido debían de añadir un currículo político lo más amplio posible que, en algunos casos, se comprobaba. Además, Doriot prohibió a los miembros de su partido asistir a mítines y reuniones de otras formaciones. Existía una censura de los artículos publicados en los medios del partido que algunos colaboradores soportaron mal y terminaron rompiendo (Pierre Andreu, dejó de colaborar en L’Emancipation después de denunciar el caso de un patrono de Saint-Denis al que acusaba de “comportamientos antisociales”; el artículo fue censurado, sin duda por tratarse de algún benefactor del PPF).

En realidad, a pesar de que existía un Buró Político y un Comité Central y la estructura exterior no difería en absoluto de la de cualquier otro partido político, lo cierto es que el liderazgo estaba fuertemente concentrado en Doriot y que sus prerrogativas eran muy superiores a las de cualquier otro “jefe” de partido en Francia, salvo en los casos de formaciones de extrema-derecha. Ahora Doriot concentraba más poder del que había concentrado nunca, algo que no se le escapó al siempre observador Drieu La Rochelle quien escribió sobre esta “sensible transformación” a la que definió como “una nueva y prodigiosa metamorfosis”. Jouvenel, por su parte, vio en él la “jefe fascista” que necesitaba Francia: “impregnado de duro amor que liga al jefe fascista a los que le siguen” y de “esta exigencia viril de una disciplina que es la esencia del fascismo”. Y, sin embargo, el partido, todavía no se había definido como “fascista”.