(lo que queda de los altos hornos de Sagunto: un parque turístico...)
Reflexiones en torno a una conferencia sobre la reconversión industrial
Hasta hoy no había tenido ocasión de leer el texto de la conferencia
pronunciada por Carlos Martínez-Cava. Me parece muy interesante, ajustado a la
realidad y que refleja el dramatismo de aquella verdadera traición al país. La
reconversión fue, en efecto, el pago a la deuda contraída por González con la
locomotora franco-alemana de la época.
Precisamente hace unos días estaba leyendo algunos textos esclarecedores sobre la economía del Tercer
Reich. Es claro que Hitler quería una "Europa Alemana" y para ello
actuó en tres frentes: en primer lugar resolver la "cuestión social"
(1933-1936), luego generar un centro germánico de poder
geopolítico-económico-industrial (con la remilitarización del Sarre, la
incorporación de los Sudetes, el Anchluss, la incorporación del territorio de
Memel, la satelización del cuatrilátero de Bohemia-Moravia en forma de
protectorado y Eslovenia, el acuerdo estratégico con Hungría y, por fin, el
Pacto Antikomintern) y, finalmente, practicó una política de acuerdos de paz con
distintos países (empezando por el acuerdo con Polonia y luego el acuerdo naval
con Inglaterra, los Acuerdos de Munich, etc). Era evidente que con un polo en
Europa central de esa magnitud, la vida de todo el continente giraría en torno a Alemania automáticamente. Así pues, es indudable que Hitler quería una "Europa
Alemana"... que es muy diferente a esa otra "Europa alemana" que
tenemos hoy. Aquella Europa se basaba en un "nuevo orden europeo" con tes orientaciones: Alemania potencia continental en Europa - Inglaterra potencia
oceánica - Italia potencia mediterránea.
La división de Europa entre un eje central (el "motor
franco-alemán") y la periferia europea (en la que nos encontramos) fue solamente una forma de anticiparse a la globalización y adoptar ante ella una resigmada postura defensiva (solamente sobrevivirían
las economías más fuertes y esto a costa de ser "competitivas"
importando mano de obra masiva para rebajar costes). Previeron que no había
espacio para todos los actores nacionales en la economía globalizada... y
acertaron. Lo que no previeron es que ellos mismos -Francia y Alemania- serían
víctimas de ese proceso en una fase siguiente: Francia se vio muy afectada por
la crisis de 2007, Alemania tardó más en llegar pero en 2015, cuando China
realizó cuatro devaluaciones sucesivas, Alemania se vio obligada a ganar
rápidamente competitividad importando en pocos meses a un millón de inmigrantes
(con la etiqueta de "refugiados").
Ahora, Europa tiene crisis e inmigración masiva, inintegrable e
inexpulsable. Países como España se limitan a sobrevivir como pueden (y el país
sobrevivirá mientras el turismo siga llegando y el porro continúe atontando las
conciencias). Por primera vez la consigna de los "punkies" de los 80
es la que mejor conviene a todos los europeos: "No hay futuro".
Si a mediados de 2016 se vio en el Brexit una esperanza, si la elección de
Trump supuso un segundo golpe al "stablishment", la derrota del Front
National y la victoria de Macron han sido elementos suficientes como para
volver al status anterior al Brexit que se mantendrá hasta que la paz étnica se
rompa definitivamente en Francia y el conflicto étnico se extienda por Alemania y penetre en España a través de Cataluña (en
donde cada vez más, el verdadero problema no es el independentismo sin futuro,
sino una sociedad sin nacimientos y con 1.000.000 de islamistas que crecen a
velocidad de 4 a 1 en relación a la población autóctona).
La "Europa Alemana" de Hitler nos obligaba al reconocimiento de
la existencia de una potencia hegemónica en el continente. El resultado del
conflicto de 1939-45 fueron 40 años de guerra fría, la destrucción de las
cuatro potencias europeas (Francia, Inglaterra, Alemania e Italia) y sus
sustitución por el americanismo y el sovietismo. Cuando cayó el muro de Berlín,
aquello no supuso la victoria de Europa, sino del americanismo. Unos años
después, éste había mutado en globalización. Europa perdió. Primero perdió la
perifería en la que nos encontrábamos. Luego perdió el eje franco-alemán. Hoy
podemos decir que los destinos del mundo ya no pasan ni remotamente por Europa
y que el continente se ha convertido en territorio de la barbarie. Tal es la
obra de la Unión Europa. Para España, el principio del fin se situó entre la
llegada de los socialistas al poder en 1983 y la firma del tratado de adhesión
a la Unión Europea.
El signo de que se ha superado aquella infamia solamente lo puede dar el
procesamiento y consiguiente condena por traición de Felipe González. En vivo o
en efigie... poco importa.
EL ARRASAMIENTO
UNA CRONICA DE LA RECONVERSION
INDUSTRIAL
(texto de la conferencia pronunciada por
(texto de la conferencia pronunciada por
Carlos Marínez Cava-Arenas)
6 de octubre de 1984. Ese día se
obtuvo el último planchón de acero en Sagunto. En ese momento cayó el telón de
cierre sobre nuestra industria siderúrgica.
Contemplando aquella imagen -a la que
acudo con alguna frecuencia- porque me parece detenida en el tiempo, siento lo
mismo que ante aquellos y míticos buques que se hundieron en el océano en frías
noches de abril de principios de siglo. El mismo silencio de horror y vacío.
¿Qué ocurrió en España -¿o qué
dejamos que ocurriera?- para que toda nuestra gran Industria fuera desmantelada
convirtiéndonos en un miembro más de la Unión Europea y en un país de
servicios, de turismo y ladrillo sin más pujanza que ser la sombrilla de
extranjeros que acuden a tomar el sol?
El paso de todos estos años nos
permite, quizá, tomar la distancia y la altura suficiente para interpretar lo
que ocurrió con otros ojos distintos a los que se vieron envueltos en la
vorágine de cierres, huelgas, negociaciones a callejón cerrado y el papel de
aquellos sindicatos que acabaron aceptando lo que debió ser innegociable.
¿Qué lugar ocupaba España ,
industrialmente hablando, en 1975 al finalizar aquel régimen surgido de la
guerra civil de 1936?
En 1935 España era un
país del Tercer Mundo con un nivel de vida inferior al de Checoslovaquia o
Polonia. Y en 1975 era la décima
potencia industrial del mundo, un país donde el hambre había sido reducida a
mera anécdota y cuyo nivel de vida se acercaba más al de Italia que al de
Marruecos
Gonzalo Fernández de la Mora en su libro de memorias Río arriba refería una conversación con Kissinger, durante la cual el
turbio secretario se extrañaba porque don Gonzalo no quisiera que Franco se
muriera nunca, retrasando así la entrada de España en la
"modernidad".
Don Gonzalo le dijo a Kissinger que estaba convencido de que un año
más de vida de Franco suponía un año más de avances, de modernización y de
soberanía, y que eso se frenaría en seco con la llegada de la partitocracia
(que él había criticado bastante porque era contrario a las ideologías: ahí
está su ensayo El crepúsculo
de las ideologías). Y que la gente de Kissinger les obligaría, finalmente, a esa
partitocracia
Los resultados fueron
conocidos. Pero valga esta enumeración para saber de dónde veníamos y qué
tenemos hoy:
1975.- España era 2ª potencia mundial en el
sector servicios.
1975.- España tenía la 2ª flota pesquera del mundo faenando libremente en los principales caladeros del planeta.
1975.- España era el tercer productor mundial, en astilleros
1975.- España 9ª potencia industrial del mundo.
1975.- La industria representaba el 36% del PIB. En la actualidad no llega al 15% del PIB.
1975.- 7.3% de deuda sobre el PIB (96% en 2014).
1975.- El Impuesto de Tráfico de Empresa, (ITE, actual IVA) era del 2%. (Actualmente se aplica el 21%)
1975.- La presión fiscal era el 18’4%. En 2013 era 32’9%.
1975.- España tenía la 2ª flota pesquera del mundo faenando libremente en los principales caladeros del planeta.
1975.- España era el tercer productor mundial, en astilleros
1975.- España 9ª potencia industrial del mundo.
1975.- La industria representaba el 36% del PIB. En la actualidad no llega al 15% del PIB.
1975.- 7.3% de deuda sobre el PIB (96% en 2014).
1975.- El Impuesto de Tráfico de Empresa, (ITE, actual IVA) era del 2%. (Actualmente se aplica el 21%)
1975.- La presión fiscal era el 18’4%. En 2013 era 32’9%.
Aquel
proceso de reconversión industrial significaría el desmantelamiento de la gran
parte de la industria pesada que
se había ido construyendo desde la autarquía de los
primeros años del franquismo en
torno al INI,
concentrada en determinadas zonas con un tejido
industrial más
sensible y menos diversificado, como
por ejemplo Asturias, que se ha calificado de monocultivo
industrial (HUNOSA, ENSIDESA), la ría de Bilbao (Altos Hornos de Vizcaya,
AHV), Sagunto (Altos Hornos del Mediterráneo,
AHM), Ferrol (astilleros
públicos tanto militares como civiles) Cartagena (astilleros e industria química) o la bahía de Cádiz (astilleros). La coincidencia en el
tiempo con la muerte de Franco y el inicio de la Transición Española hizo que se aplazaran políticas impopulares por el temor a
la conflictividad social correspondiente. También influyó el hecho de que el boicot petrolífero
de la OPEP en el momento inicial de la crisis no
afectara a España, por ser un país que no reconocía a Israel.
Las
políticas de reconversión, por tanto, se tomaron a partir de los años 1980. Estas medidas se tomaron en España en 1981 y
supusieron recortes importantes en la capacidad productiva de las empresas de
diversos sectores (naval, siderurgia, etc.), para lo que se intentó —sin éxito—
canalizar la producción hacia otras nuevas ramas industriales con mejores
expectativas.
La
incorporación a la Comunidad Económica Europea (1986)
obligó a un proceso culminante de desmantelamiento industrial denominado como
reconversión industrial durante el mandato de Felipe González a partir de 1986.1
Más nada de todo esto es
imposible de analizar sin el proceso de intervención sobre nuestra Soberanía
Nacional que no comienza tras 1975, sino que hemos de buscarlo incluso tras el
triunfo nacional de 1939 y que toma cuerpo tras el comienzo de la derrota de
las fuerzas del Eje y el predominio norteamericano sobre toda Europa.
En la obra de
Joan E. Garcés, “Soberanos e intervenidos” se nos ofrece un amplio relato cómo
todo esto fue posible. De cómo lo que pudo ser una Nación Soberana acabó siendo
una pseudo democracia tutelada desde su primera y fundamental norma
constitucional hasta las directrices para que toda la industria española fuera
desmantelada o paralizada.
Ya desde 1942 EEUU daba por
asegurado que España nunca entraría a apoyar el Eje en su contienda bélica.
Asi, desde aquellos años cuarenta del siglo XX las relaciones exteriores de
España fueron estructuradas en torno a su integración
en los mercados y espacios político-militares de la Potencia hegemónica que
reemplazó a la germánica y británica. Para los EEUU los objetivos principales
en España radicaban en utilizar militarmente sin traba su territorio (a través
de bases permanentes), y en configurar su sistema económico conforme a
parámetros sociopolíticos “favorables a los objetivos de EEUU” y articularlos
“con el Oeste sobre bases sólidas y duraderas. La mejor oportunidad para ello
es la solicitud de España de asociarse a la Comunidad Economica Europea” (así
rezaba un documento norte americano fechado en 1962). Sólo de este modo se
podían entender las palabras de Laureano Lopez Rodó deseando que EEUU apadrinara el ingreso de
España en el Mercado Comun el 5 de marzo de 1962.
Aquellas presiones del entorno
falangista (previas a la defenestración definitiva y la entrada de todo aquel
sector tecnocrático del Opus Dei) para subir los salarios a los trabajadores
españoles eran analizadas por esa tutela en el exterior norte americana como
que , de hacerse, “sería a costa de las clases que sostenían a aquel gobierno,
y requerirían controles estatales a costa de las clases propietarias que eran
el espinazo del régimen”.
En 1961, por primera vez desde 1939,
tuvo lugar una importante huelga en Asturias que fue duramente reprimida por
Manuel Fraga Iribarne. La preocupación norteamericana porque España siguiera
“orientada hacia el Oeste” llevó a planificar ya entonces la sucesión y formas
políticas tras la desaparición del franquismo. La obsesion de la CIA era
conseguir que el Estado español tolerase primero, y legalizare después, un
partido socialista y otro democrático que deberían actuar en dualidad para
evitar que a un régimen nuevo y débil sucediera el comunismo.
La geopolítica actuó en paralelo y
del mismo modo el opositor portugués Soares comenzó a recibir financiación de
Bonn para levantar un partido socialista portugués.
Tras el magnicidio de Carrero Blanco
los “partidos” a crear, fueron diseñados como si de sucursales de un centro
estratégico supranacional se tratara, cuyos cuadros cooptados debían
constituirse en gestores-delegados territoriales o funcionales. A los
“electores” les fue asignado la función de “consumidores” del producto, del
mercadeo de votos entre equipos cooptados que competirían entre si en régimen
de oligopolio.
Desde la RFA se financió aquel
Suresnes que, con el apoyo de Francia y Alemania, dio el liderazgo a un joven
Felipe González. El posfranquismo que llegó no puede entenderse sin la
existencia de esos grupos cooptados con criterio empresarial, aunque revestidos
de siglas históricas, que de pronto aparecieron a la luz ante una ciudadanía
privada durante 40 años de derechos políticos. Así, el 15 de junio de 1977 se
abrieron las urnas a los españoles sin reconocer libertad para elegir forma de
Estado o de gobierno. Los propios jefes políticos cooptados designaron a los
candidatos en listas cerradas y bloquedas de ámbito provincial. Se aseguraron
el control del Parlamento. De este modo se entrego la Soberania interior.
Años más tarde, Felipe González
entregaría la Soberanía exterior con la integración de España en la OTAN.
Así se armonizaron los dos vértices
de un proyecto único. Por un lado, los sectores que habían sostenido el régimen
anterior preservaban sus estructuras socio económicas, y, por otro, los centros
de decisión de la Coalición de la Guerra Fria reafirmaban su dominio sobre el
territorio, economía y recursos españoles.
Para entender del todo el papel de
democracia tutelada y soberanía robada que le dieron a España basta leer las
conclusiones de la Comisión Trilateral
de 1975 que se aplicaron en cuanto el Gobierno de Jimmy Carter tomo las
riendas norte americanas:
a
Descentralizar la administración publica
b
Convertir los parlamentos en órganos mas técnicos y menos políticos
c
Personalizar el poder
d
Hacer de los partidos órganos de gestión mas que de discurso político
e
En las empresas, COMBATIR LA PRESION A FAVOR DE LA AUTOGESTION O DE LA
PARTICIPACIÓN DE LOS TRABAJADORES EN SU DIRECCION.
No le falta por ello, ninguna razón
a Joan Garcés cuando afirma en la obra citada que en “la España de 1977 la
aplicación de los postulados de la Trilateral significó sustituir la movilización
en torno de reivindicaciones de soberanía y libertad democráticas por la apatía
e indiferencia, inherentes a una democracia controlada, que legitimara la
sucesión del franquismo sin alterar las estructuras que lo sustentaban –excepto
en lo que facilitara la circulación del capital internacional-.
Asi,
a los españoles se les redacto en 1977-1978 un texto constitucional
preparado para la integración-disolución del Estado en la europa de la guerra
fría. En esa Constitución las cesiones de Soberania son prácticamente
ilimitadas, superiores a las impuestas a Alemania e Italia tras su derrota en
1945. Un ejemplo: basta una ley organica para transferir a organizaciones
internacionales competencias inherentes al Estado sin ninguna limitación
(articulo 93 CE). La otra desintegración nacional vino via articulo 150.2 de
esa misma constitución al entregar a las CCAA poderes igualmente inherentes al
Estado.
Bajo estas condiciones y tras los
hechos del 23 de febrero de 1981 (nunca aclarados en su trasfondo verdadero) se
llega con la dimisión de Adolfo Suarez (paralela a la marcha de Jimmy Carter)
al triunfo socialista de octubre de 1982. Triunfo que diarios como “El Pais”
saludaron como de “jóvenes nacionalistas que habían crecido bajo las hogueras
del frente de juventudes”. Y nada mas lejos de ello, como muy rápido se tuvo
ocasión de ver.
El Gobierno socialista tuvo encima
de su mesa el que se conoció como “Informe Kawasaki” elaborado por la KAWASAKI
STEEL CORPORATION que concluia que el futuro industrial de España pasaba por
terminar de construir en Sagunto la nueva siderurgia integral (conocida como IV
Planta) de dimensiones similares a las que se estaban estableciendo en Japon y
Europa Occidental. El por qué debía hacerse en Sagunto se explicaba por la
cercanía a los principales mercados del mediterráneo y la preexistencia en
Sagunto de la vieja fábrica siderúrgica con 5.000 obreros cualificados.
El Informe KAWASAKI apostaba por
Sagunto en contral de los sindicatos españoles que querían potenciar las
tradicionales plantas de Asturias (ENSIDESA) y Vascongadas (Altos Hornos de
Vizcaya).
En 1983 el Gobierno de Felipe
González tuvo que optar. O tomaba una decisión que proyectaría a España,
nuevamente, por los mercados punteros manteniendo su posición de supremacía
industrial mundial o apostaba por el mal menor y daba satisfacción a sus bases
sindicales.
Ello sucedía en los momentos de
negociación final de la entrada de España en el Mercado Común y la postura
francesa contraria a nuestra capacidad siderúrgica que podría hacer mucho
daño a sus instalaciones en construcción
de Marsella.
Entonces Felipe Gonzalez desechó ese
Informe KAWASAKI y decidió hacer lo contrario de lo que se estaba haciendo en
Europa: apostó por las tradicionale siderurgias y renunció al proyecto de una
nueva industria puntera en Sagunto, condenando con ello al desastre a todos.
El resultado fue conocido: entrada
en el Mercado Común y pronto Francia corria a suministrarnos los productos que
ya fabricaban en su nueva planta de Marsella.
El coste de aquello no solo llevo al
cierre de Sagunto. En los 90 los Altos Hornos de Vizcaya se demostraron
inviables y las instalaciones fueron desmanteladas tras haber empleado una
cantidad enorme de recursos públicos que ni siquiera había servido para un
agradecimiento del sector nacionalista vasco. Aun hoy, se ha de escuchar por el
PNV que aquellos gobiernos socialistas abandonaron a su suerte los Altos
Hornos.
Asturias siguió similar camino, y
tras millonarias inversiones y reducciones de plantilla acabó cerrando.
Lejos de agradecérselo, los
sindicatos del régimen le organizaron una huelga general a Felipe González en
1988.
El coste de aquello se cifró en
2.700.000 empleos directos e indirectos.
Los sindicatos llegaron a afirmar ,
por boca de CCOO, que la política de reconversión del PSOE era mucho peor que
la desarrollada por la UCD ya que limitaba la participación sindical y daba el
control al Estado sobre los fondos destinados a la reconversión, remarcando que
la obsesión de aquellos gobiernos era la congelación salarial.
UGT señalo siempre que la opción de
destrucción industrial adoptada por los gobiernos socialistas suponían aceptar
para España un consumo interno anormalmente bajo, mas propio de un país tercer
mundista que de una nación en avanzado estado de desarrollo, y que esto suponía
que , cuando llegara la reactivación del mercado internacional, habría que
importar. Y así sucedió.
Todos los planes que se hicieron de
recolocación demostraron ser un fracaso absoluto.
Dejar la creación de empleo, la
reindustrialización, en manos de iniciativas privadas exclusivamente, con una
serie de beneficios fiscales, no condujo a la creación de empleo. Tal como se
demostró en Vascongadas después de años dando ayudas fiscales a las aceriales.
En 1993 se reconocía que todo
aquello vino impuesto por Maastricht.
Miguel Boyer vendió los monopolios
de petróleo y gas por la decima parte de sus activos. Convirtió los monopolios
públicos con precios administrados en monopolio privado con precios libres.
La moratoria nuclear provocó que se
desmantelaran cuatro grandes centrales nucleares casi terminadas. Se
paralizaron seis a punto de ser construidas. El resultado de ello es que , en
España, la electricidad cuesta el doble que en Europa.
Nuestra cabaña lechera fue reducida
a favor de Europa
La Flota pesquera española, que era
la mayor de Europa y tercera del mundo quedó desmantelada.
Y mientras todo ello sucedía ,
aquellos gobiernos socialistas prometían reformas que crearían 800.000 puestos
de trabajo, mantenimiento del poder adquisitivo y jubilaciones a los 64 años…
Pronto se vio que aquella social
democracia abrazaba sin pudor la ideología mundialista mas comprometida con el
capitalismo. Y ese PSOE que prometió 800.000 puestos de trabajo, pronto hizo
pasar a España de un paro 0 en 1975 a 2.710.500 parados ya en septiembre de
1984.
Se cedió a las peticiones de la CEOE
y se abandonó la propuesta de jubilación a los 64 y las contrataciones
temporales –que no estaban en los programas electorales- fueron legisladas por
los socialistas de Felipe González, autorizándose hasta 14 formas distintas de
contratación temporal (diciendo Almunia en aquel momento que gracias a aquellas
reformas se producirían 1.000 empleos diarios).
El PSOE asumió la filosofía de
aquella CEOE por virtud de la cual la
precarización era la única forma de crear empleo.
Toda la reconversión la concluyó el
PSOE. A su fin , cayó el Muro de Berlín
y con el llegó la ideología de ese “fin de la historia” que proclamaba Francis
Fukuyama: la expansión de un mundo único y la globalización como única verdad.
Los gobiernos que llegaron del PP
con la ayuda inestimable de los nacionalistas (esta vez catalanes) recortaron
las prestaciones por desempleo tanto en cuantia como en duración (cuando en
aquel momento ya había 1.3 millones de españoles que no recibían ningún tipo de
prestación). Aquel gobierno de Aznar se justificó en que eran exigencias de
Maastricht. No hacia falta que lo dijera. Nosotros ya lo sabíamos desde la
redacción misma de aquel articulo 93 de la Constitucion que entregaba nuestra
Soberania al exterior…
Aquella agenda prevista por la
Comisión Trilateral en 1975 de la existencia de dos partidos mayoritarios se
estaba cumpliendo a la perfección: Durante los años 80 el PSOE no solo se había
derechizado a sí mismo, sino que había trabajado para derechizar a la sociedad.
Las políticas pro capitalistas aprobadas durante 14 largos años abrieron el
camino a la victoria del partido popular en 1996 que, una vez en el poder,
procedió a aplicar su agenda neo liberal , privatizando todo lo que quedara de
empresas publicas de lo que había sido el Poder Industrial de España conseguido
con el esfuerzo de nuestros padres y abuelos.
No le ha faltado razón a Roberto Centeno cuando ha bautizado a los llamados
“Padres de la Transición” como “Padres de la Traición”.
El culmen de todo ese proceso fue
Aznar. Con él llegó el gran endeudamiento. Con él se intensificaron las
transferencias de educación a las comunidades autónomas (paso gigante como dijo
Centeno con toda razón en la desvertebración física y moral de España). Se
transfirió la Sanidad, eliminando las ventajas de las economías de escala y
elevando los gastos de gestión y administración. Se cedió Tráfico, Justicia,
Educación, Cultura, Empleo, Puertos. Se elimino la figura del Gobernador Civil
y se aceptó la Ley de Politica Lingüística.
Podemos afirmar que tras la
reconversión política, llegó la Industrial y a continuación el definitivo
desmantelamiento del Estado.
Sólo desde el entendimiento de lo
que ocurrió podrá ser posible la edificación de otra España donde la Soberania
sea la fuerza que otorgue a todos los españoles sin distinción de origen ni
clase un régimen nuevo de justicia y paz.
Muchas gracias.