El PSOE se está
descomponiendo cada día un poco más. Como siempre, las ratas terminarán huyendo
en cuanto perciban que el barco no les garantizará la poltrona. De hecho, las
ratas siempre están allí donde está la poltrona. El caso del PSC es
paradigmático: después de pérdidas por goteo de dirigentes a favor de ERC e
incluso de CiU, el partido se prepara para el estallido final. En el próximo
congreso extraordinario la crisis se dramatizará ante una Cataluña convulsa que
tiene cada vez más cerca su “otoño más caliente” (del 11-S al 9-N). Cataluña
todavía no se ha hecho a la idea de cómo será su mapa político sin el PSC. Vale
la pena remontarse a la génesis de esta crisis y preguntarse cómo será el mapa
político catalán tras el próximo velatorio al PSC.
El Partido Socialista de Cataluña se equivoca
cuando cree que la explicación a la pérdida de más del 50% de votos que ha
sufrido en las pasadas elecciones europeas se debe a la actitud anti-referéndum
que Pere Navarro pactó con el PSOE. De hecho, lo que ocurre es justo lo
contrario, fue el nacionalismo socialista presente en el PSC desde mediados de
los años 90, lo que ha ido preparando el declive definitivo de esta sigla.
Las causas remotas de
la crisis del PSC
El PSC, con Maragall y su equipo al frente es
el gran culpable de la actual crisis soberanista. Durante años, Maragall
predicó –acaso por su mezcla de gin-tonics
con un cerebro dañado por el alzhéimer- el “federalismo asimétrico” como
alternativa al Estado de las Autonomías. Tal federalismo era “asimétrico” en la
medida en que Cataluña debía ser “más” autónoma que cualquier otra comunidad autónoma
(salvo, Euzkadi). Con eso creía contrarrestar la influencia del nacionalismo
entre el electorado. Se equivocaba, claro.
Fue esta posición y la progresiva
“catalanización” del PSC lo que fue alejándole, poco a poco, de sus electores
tradicionales (las clases trabajadoras castellano-parlantes mayoritarias en
Cataluña) como antes le había ocurrido al PSUC y a su prolongación Iniciativa
per Catalunya. Eso mismo explica también el que el PP, a pesar de su carácter
de partido de centro-derecha liberal, pudiera acomodarse en el cinturón
industrial de Barcelona: a un sector del electorado le daba más miedo el
catalanismo del que hacía gala CiU-ERC que el liberalismo estatalista del PP. A
partir de los años 90, bolsas de electores castellano-parlantes variaron 180º
su voto en beneficio del PP.
Esa actitud fue la que impidió que el PSC no
pudiera gobernar en Cataluña hasta el 2003, después de casi un cuarto de siglo
de gobierno monocolor de CiU. Cuando más “nacionalismo” insertaba el PSC en su
programa, más votos perdía. Finalmente, cuando Maragall cometió el error
histórico de gobernar con ERC, el PSC apretó el botón de su autodestrucción.
Porque ERC no era partidaria del “federalismo asimétrico”, sino de la
independencia pura y simple. El estado de salud de Maragall y sus altos niveles
de confusión mental propios de su enfermedad, hicieron el resto: Carod Rovira
imprimió siempre el ritmo del tripartito, bloqueó durante siete años la
política catalana con el debate sobre el Nou Estatut, su aprobación, el tira y
afloja con Madrid y la sentencia adversa del Tribunal Constitucional… y abrió
el camino a la actual situación.
Radiografía del PSC
El PSC es una especie de monstruo del doctor
Frankenstein que, desde su origen tiene distintas familias: socialdemócratas nacionalistas
(procedentes del antiguo PSC-Reagrupament), socialistas federalistas
(integrantes originariamente del PSC-Congrés), socialistas marxistas y estatalistas
(procedentes de la antigua Federación Catalana del PSOE), y oportunistas de
todos los pelajes (habitualmente llegados del PSUC y de la extrema-izquierda trotskistas,
maoísta y libertaria) que adoptan una u otra postura según conveniencias
personales.
Es cierto que el sector “nacionalista”
(acrecentado por un pequeño grupo de nombres salidos de las 200 familias que
han gobernado Cataluña en los dos últimos siglos, con la familia Maragall en
primer lugar) es minoritario y que apenas representa un 20% del partido y es
cierto también que este “nacionalismo” es muy diferente al de CiU, pero en la
práctica y en las actuales circunstancias de aquella autonomía, aceptar el
“derecho a decidir” es, simplemente, apoyar objetivamente las tesis
nacionalistas.
Si Pere Navarro ha dimitido ha sido porque el
“sector crítico nacionalista” ha difundido la fácil explicación de que el
fracaso del 25-M se debe a la negativa de la dirección a defender al “derecho a
decidir” (esto es, el referéndum del 9-N). Miquel Iceta, el único candidato
presentado hasta ahora para cubrir el cargo de Secretario General, muy conocido
en el mundo gay que sintonizó
perfectamente con el zapaterismo y que ocupó altos cargos durante el
tripartito. Insistirá en el “derecho a decidir” y, el electorado del PSC, lejos
de responder positivamente, seguirá menguando: hoy, en realidad, el gran
problema de este partido es que carece de un sustrato social amplio que le
proporcione fuerza social suficiente como para tener peso político. Ese
sustrato solamente podía estar compuesto por las clases trabajadoras…
mayoritariamente castellano-parlantes. Adiós PSC, adiós.
El futuro mapa
político catalán
¿Y ahora qué? ¿Cómo será el mapa electoral
catalán en el período post-PSC? Es muy simple: el PSC, seguramente terminará
escindiéndose o, en cualquier caso, quedándose con una influencia residual. La
existencia de un PSC catalanista y nacionalista, centrifugador a la postre, es
otra amenaza que perjudica la estabilidad del PSOE en el resto del Estado. Si
el PSOE no afrontara también en estos momentos una crisis de sucesión derivada
también de los resultados del 25-M, ya habría forzado la escisión de los
“estatalistas”. Nacionalista o socialdemócrata, el PSC a partir de ahora se va
a convertir en cada vez más marginal. Una parte de sus votos, indudablemente,
irán a parar a Ciutadans, otra menor a UPyD (cuya implantación en Cataluña es
muy débil), pocos votos se integrarán en ICV que no es más que ecosocialismo
nacionalista y menos aún para Podemos.
La posibilidad de que votantes del PSC se
conviertan en adictos al PP es mínima. La crisis de este partido evidenciada
con los resultados del 25-M impide tales tránsitos. De hecho, ya en 2003, el PP
había perdido buena parte del terreno ganado en la década anterior entre las
clases trabajadoras al producirse la innoble actitud de Aznar en la cuestión de
la guerra de Iraq y de la superchería de las “armas de destrucción
masiva”. Hoy los problemas de las clases
trabajadoras catalanas son muy diferentes y se reducen a pérdida de derechos
sociales e inseguridad laboral impuestos por la globalización, de una lado, y
de otro, el vivir en zonas fronterizas con la inmigración masiva de carácter
islámico presente en Cataluña y competir por puestos de trabajo y ayudas
sociales.
El papel de PxC en la
futura política catalana
Es evidente quién puede ser el gran
beneficiario del hundimiento electoral del PSC, PxC, a condición de asumir que
una postura “españolista” que no quiso asumir la anterior dirección, y que
junto con una nítida actitud antiglobalización y anti-inmigración debería de
abrirle las puertas al parlamento autonómico (a condición de conseguir en el
plazo más breve posible dar un nuevo rostro a su formación en sustitución de
Anglada). PxC tiene un electorado natural en las clases trabajadoras catalanas y
lo obtendrá abandonando la veleidad “catalanista” que ya le ha impedido entrar
en el Parlament de Catalunya en dos ocasiones. Hay futuro para PxC en el
próximo mapa político catalán.
El mapa político catalán ya no se configurará
en función de derechas e izquierdas, sino de nacionalismo y antinacionalismo. A
un lado estará una CiU descompuesta y disminuida con la pérdida de buena parte
de UDC. ERC será durante un período el partido mayoritario en algunas zonas del
Norte de Cataluña y casi ausente en el cinturón industrial de Barcelona y
extremadamente débiles en el Sur de Cataluña a medida que se aproxima la
frontera con la Comunidad Valenciana. Es difícil que las CUP logren mantener
sus posiciones y todo induce a pensar que permanecerán como un grupo residual
independentista, borrokas catalanes, balarrasas del independentismo. Lo que
sobreviva del PSC dirigido por Iceta se situará en esta área acompañado del
“voto cerril” que siempre ha votado a esta sigla y no está dispuesto a
renunciar a ella pase lo que pase. En el otro lado, se encontrará el PP, UDC,
UPyD y Ciutadans y aquel partido que recupere los votos perdidos por el PSC.
Grupos como Podemos o ICV se manifestarán a favor del “derecho a decidir” pero
en contra del independentismo; esa ambigüedad cristalizará en su incapacidad
para crecer.
La actitud del PSC en estos últimos años
consistente en adoptar una posición equidistante entre independentismo y
españolismo se ha mostrado suicida. No hay término medio posible cuando el
debate se da en los términos en los que se está dando en Cataluña: cara o cruz,
independentismo o estatalismo, la moneda nunca cae de canto…
Todo esto generará una fractura vertical en la
sociedad catalana: independentismo nacionalista frente a españolismo
antiindependentista, sin olvidar a 1.250.000 inmigrantes subsidiados imposibles
de acoplar en el mercado laboral catalán, cortejados por la izquierda
independentista para que apoyen la secesión. Sería imposible encontrar un
esquema mejor sobre el que relanzar a PxC con posibilidades de que se
convirtiera a la vuelta de pocos años en una de las fuerzas imprescindibles de
la política catalana, mucho más si tenemos en cuenta que tanto el PP como
Ciutadans o UPyD se mueven en el reino de las ambigüedades y su moderación a
nivel de propuestas, especialmente en materia de inmigración y globalización,
deja un amplio espacio para el relanzamiento de PxC.
La crisis del PSC, como la de CiU, no son más
que los episodios más de la crisis política generalizada que se está
produciendo en todo el Estado (no en vano, Cataluña es España…). El principal
rasgo de esta crisis es el fin del bipartidismo y la salida a la superficie de
otras fuerzas políticas hasta ahora comprimidas, a nivel estatal por el PP y el
PSOE y a escala catalana por CiU y el PSC. Pues bien, esa era ha concluido…