CUANDO WASHINGTON YA NO MIRA A EUROPA
Pero cuando la tensión con la élite europea llegó a su punto
máximo fue cuando Vance aludió a la necesidad de que los países europeos
aumentaran su presupuesto de defensa hasta el 5% del total de sus presupuestos
generales. Todos los países europeos están muy por debajo de esa cifra (España
está en el 1,25%). Europa debe pagar su defensa y asegurarla… Eso es todo. Eso
o sentirse una colonia, no tanto un aliado como un siervo. No habrá una
garantía eterna de que las tropas norteamericanas seguirán garantizando en el
futuro la seguridad europea. Esta
dependerá, a partir de ahora de los propios europeos, con la ayuda del “amigo
americano”, pero no con éste como punta de lanza. La respuesta de la UE ha
sido demoledora: si cada país no puede aumentar su aportación a la defensa
europea, no hay problema, se crean “bonos europeos para la defensa” y asunto
resuelto. Es decir: en lugar de racionalizar el gasto público y disminuir
determinadas partidas presupuestarias superfluas, en cada país, se opta por
¡aumentar la deuda europea!
Sea cual sea la decisión final de los gobiernos europeos, no
podemos ignorar la realidad: si antes de las dos conferencias de Vance en
Europa existía una soga que unía la defensa de Europa a la de EEUU, después de
las conferencias, esta soga se ha transformado en un hilo. Esto equivale a
finiquitar la OTAN, al menos tal como se la ha entendido desde su fundación.
En 1949, la OTAN tenía cierta lógica. Se había entrado en la era de las
superpotencias y existía el riesgo de una confrontación entre USA y URSS, así
que había que elegir. Y el universo soviético no parecía el más tranquilizador
para nadie. Pero las cosas cambiaron cuando desapareció el Muro de Berlín en
1989. El propio presidente Bush aseguró a su homólogo ruso, Gorvachov que la
OTAN no realizaría movimientos fronterizos hacia el Este. Y la OTAN no cumplió.
Se fue extendiendo hasta las fronteras rusas aprovechando la debilidad del
período Eltsin. Hasta que, en Ucrania, una Rusia reconstruida, dijo “basta”.
Sabemos lo que siguió, una herencia que el presidente Trump quiere liquidar de
una vez por todas.
Si el conflicto ucraniano ocultaba el choque real de la OTAN, esto
es, de los EEUU con Rusia, por mediación de Ucrania, habrá paz cuando los dos
protagonistas principales, Rusia y EEUU lo acuerden y los actores segundarios,
Zelensky y la UE, deberán aceptar lo pactado. Es así de simple, por mucho que
no sea el “relato” que los medios de comunicación europeos, que mendigaban
limosnas a esa USAIDS (que hoy se encuentra en proceso de auditación y
cuyas conclusiones nos explicarán los comportamientos erráticos de determinados
medios de comunicación y ONGs occidentales y el destino de 50.000 millones de
dólares del contribuyente americano durante la administración Biden) no fuera
este. A los ucranianos, especialmente, les va a costar aceptar que no han
sido nada más que títeres en el “gran juego” geopolítico y sus muertos, no han
muerto por su patria, sino por los intereses del complejo militar-industrial
norteamericano.
EL MACRONISMO NO SE RESIGNA: RIDICULO Y ABSURDO
El pánico que siguió a la conferencia de Vance en la Conferencia
de Seguridad de Múnich, llevó al presidente francés a convocar una “cumple
europea de urgencia” para tratar, inicialmente sobre el envío de tropas europeas
a Ucrania… Ya que la conferencia Trump-Putin era inevitable, Macron aspiraba a
estar presente de manera “militar”, enviando un contingente de entre 40.000 y
200.000 soldados para “garantizar la paz“…
Si existía una propuesta que Rusia nunca hubiera aceptado es la de
convertir a Ucrania en una base avanzada de la OTAN, sin pertenecer a la OTAN…
Por otra parte, es fácil suponer que, antes o después, ese contingente sufría
bajas -¿vamos a olvidar que Zelensky lanzó un mísil sobre Polonia causando la
muerte de dos ancianos y responsabilizando a Rusia del ataque? ¿vamos a olvidar
la voladura del Nord-Stream construido por Rusia y Alemania para
transportar gas ruso Europa y del que hoy no hay la menor duda de que fue
realizado por Kiev? ¿vamos a olvidar los atentados de terroristas ordenados por
Zelensky que han asesinado a ciudadanos rusos en territorio ruso y que esas
bajas podían ser la excusa para el desencadenamiento de un conflicto
generalizado como ha pretendido hasta el último día de su mandato la
administración Biden?
Obviamente, la propuesta de Macron era tan absolutamente irreal
que no ha podido pasar del estadio de proyecto frustrado antes de nacer. Solamente
Starmer -otro de los políticos europeos más “damnificados” por Vance en la
Conferencia de Seguridad de Múnich a causa de su wokismo de estricta
observancia- ha avalado a Macron. Ni siquiera Alemania -que tiene en
perspectiva unas elecciones históricas- se ha mostrado partidaria de la idea.
En cuanto a países como España, la poca solvencia de su gobierno, su nula
credibilidad internacional y los numerosos procesos judiciales que afronta, no son,
desde luego, el mejor apoyo para la “causa ucraniana”.
Que la paz en Ucrania está garantizada a corto plazo, es un hecho.
Harina de otro costal es si Rusia pedirá la cabeza de Zelensky, o si se lo
comerán los propios ucranianos cuando, poco a poco, se vayan dando cuenta de
que han sido traicionados y vendidos por el comediante elevado presidente, o si
investigaciones judiciales ucranianas desvelarán las innumerables tramas de
corrupción en las que ha estado implicado el gobierno Zelensky desde el día uno
de su mandato, o, finalmente, si la justicia internacional ordenará su
detención a causa de las acciones terroristas ordenadas por él. Tras la
Conferencia de Riad, en la que Rusia (Serguéi Lavorv) y EEUU (Marcos rubio) se
han puesto de acuerdo en el plan de paz (acuerdo de alto el fuego, elecciones
generales en Ucrania, son los más significativos, dando por sentado que
Zelensky debe desaparecer).
En cuanto al ingreso de Ucrania en la UE, tampoco parece posible
mientras se mantengan las actuales circunstancias políticas y las condiciones
de ingreso. Como máximo, acuerdos preferenciales en materia agrícola y, también
como siempre, la UE -tan solidaria como siempre- se verá obligada a pagar la
reconstrucción del país.
“EUROPEOS, TENÉIS AL ENEMIGO DENTRO DE CASA”:
TERRORISMO Y
DELINCUENCIA
Vance ha puesto el dedo en la llaga de los países de la UE cuando
ha señalado el “enemigo”: “ustedes -ha dicho- tienen ya al enemigo dentro; más
vale que lo admitan”. No hay exageración ni ambigüedad en esas palabras: el día
antes de la conferencia un terrorista islámico dejaba a 28 heridos en las
calles de Múnich, de los que dos -madre e hija- morirían en los días siguientes,
poco antes en Grenoble otro atentado islamista causaba varios heridos, y otro
más en Viena, en otros países, Bélgica en concreto, se producían delitos
comunes en los que los criminales utilizaban armas de guerra… y se trataba de
hombres de “aspecto norteafricano”. En efecto, el enemigo ha entrado en la
fortaleza…
El enemigo está dentro. Ha entrado bajo la forma de inmigrantes
que piden asilo político, refugiados, ilegales, siempre musulmanes y con un
deseo de conquista demasiado evidente como para que hoy, aquí y ahora, pueda
negarse. En países como el Reino Unido se ocultan sistemáticamente sus delitos
y se juzga a quien los recuerda. En otros, como España, se da a terroristas
convictos y confesos la posibilidad de que hablen en el parlamento y acusen a
organismos de seguridad del Estado de lo que ellos son los únicos culpables.
El principio de prudencia debería de estar en vigor desde hace
décadas en el territorio de la UE. Y ese principio de prudencia dice que hoy,
aquí y ahora, el integrismo islámico es la única religión en nombre de la cual
se asesina. Y peor aún: el Corán es el único libro sagrado, en que están
incluidos consejos y orientaciones para que la “guerra santa” sea una forma de
expansión de la religión.
La aplicación del “principio de prudencia” debería:
1) Haber evitado al máximo la difusión del Islam en Europa, habida cuenta de la facilidad y rapidez con la que se desliza desde posiciones razonables a posiciones fundamentalistas.
2) Haber evitar al máximo la presencia de contingentes procedentes de países islámicos en Europa, especialmente desde que se demostró que eran inintegrables.
3) Haber actuado contundentemente contra los núcleos agresivos del yihadismo y de las mafias procedentes de países islámicos (especialmente contra la Mocro Mafia marroquí y contra las redes de tráfico de heroína argelinas), aplicando la legislación antirrerorista.
4) Haber evitado el ingreso de “refugiados políticos” procedentes de países con mayoría islámica, si no realizaban la petición en el consulado europeo más próximo al país de origen.
5) Haber defendido las costumbres y la tradición europea en el territorio de la Union, en lugar de todas las concesiones realizadas en la UE al islam.
Sin embargo, por una alucinación pasajera, inducida por el “relato”
de la Agenda 2030, los fantasmas del multiculturalismo, las ONGs-chiringuito de
“ayuda al refugiado”, ultrasubvencionadas, y por la “élite europea” vinculada
el “dinero viejo”, la UE ha dejado que “el enemigo” penetrada en su interior. En
estas condiciones, Europa no tiene defensa posible. No puede “velar” por
conflictos exteriores, cuando su seguridad interior es la que está en peligro y
cuando, presumiblemente, nos aproximamos a una “guerra civil”, racial,
religiosa y social, especialmente en los países en los que los contingentes de
inmigración islámica con más densos y muestran mayor conflictividad (Francia,
Bélgica, Alemania, Reino Unido, y zonas de España, en especial).
Los gobiernos de la UE creen que han vencido en la “lucha contra
el terrorismo”: ya no existe ETA ni el GRAPO, no existen las Brigadas Rojas, ni
la Fracción del Ejército Rojo, ni el IRA… así pues, ya no existe en Europa más
terrorismo que el integrismo islámico. Error. Quedarse ahí supone ignorar la
historia del “enemigo del Sur”.
En efecto, desde el siglo XII-XIII, las aguas del Mediterráneo se
han visto infestadas por piratas “berberiscos” y esta lacra se ha prolongado
hasta principios del siglo XIX. Las costas de la Europa del Sur, especialmente
de España, Francia e Italia, se han visto atacadas por raids de piratas
que han capturado a MILLONES de europeos, los han esclavizado o bien los han
cambiado por rescates contantes y sonantes. Que hoy en la UE se quiera olvidar
esta historia del esclavismo, numéricamente incluso, mucho más llamativa que el
esclavismo en dirección al nuevo continente, no quiere decir que en la orilla
sur del mediterráneo se haya olvidado también. De hecho, los piratas del
Magreb eran considerados “yihadistas” por sus propios conciudadanos. Durante
esos siglos, la piratería era una forma de vida como lo es hoy el ejercicio de
la delincuencia en Europa. Casi un derecho… El Magreb se habituó a que Europa
pagara el rescate de sus ciudadanos secuestrados. Aquellas aguas, trajeron
estos lodos.
Hoy, la realidad es que las acciones armadas de los yihadistas y
las operaciones de tráfico de drogas, extorsiones, y delitos de derecho común
de bandas armadas, formadas íntegramente por gentes procedentes de países de
mayoría islámica, obliga a considerar esta delincuencia como un problema de
“seguridad nacional” y a actuar sin piedad. Recuérdense a los más de 200
muertos el 11-M en Madrid, generados por una mezcla de pequeños narcos,
delincuentes de poca monta y fundamentalistas islámicos. Desde entonces, esa tendencia no ha hecho más que aumentar…
tanto como los ministerios del interior europeo se han preocupado por
enmascararla.
Cada Estado tiene derecho a elegir los ciudadanos que quiere y los
que rechaza. Y la UE no puede imponer, con la excusa de ser “refugiados
políticos”, puertas abiertas a una inmigración indeseable y que cada día es
rechazada por mayor número de europeos. Hubo un tiempo en el que la
inmigración llegaba para trabajar… ese tiempo ya ha quedado atrás, pero incluso
entonces, a pesar de que la mayoría de inmigrantes tenía intenciones limpias,
también es cierto que la mayoría de delincuentes que operaban en Europa
procedían de la inmigración.
LOS NUEVOS ELEMENTOS QUE ENTRAR EN LA ECUACIÓN
Esto es lo que ha recordado Vance a una “élite” caduca y que
siente amenazadas sus poltronas: hemos visto a Justin Trudeau y a Ursula von
der Leyen con los rostros crispados y acidez estomacal, a un Macron reducido a
la irrelevancia tratando de adoptar posturas de micro Napoleón, entre la
audiencia de Vance. La mayoría de ellos, pasaron por el Foro de Davos, en un
momento u otro de sus vidas, el “dinero viejo” los bendijo y llegaron a puestos
de máxima responsabilidad; pero este tiempo está concluyendo:
1) Por una parte, ya no hay alternancia entre “centro-derecha” y “centro-izquierda” en cada vez más países. Los dos pilares de los sistemas políticos desde 1945 están en crisis, especialmente el centro-izquierda desde la crisis económica de 2007-2011.
2) Esa alternancia está actualmente en un impase, sustituida por la teoría del “cinturón sanitario”, según el cual, todo partido que no sea ni de centro-derecha ni de centro-izquierda, calificado como “populista” debe ser aislado con mucha más fuerza en cuanto sea más mayoritario.
3) Pero el “cinturón sanitario” no resuelve los problemas reales. Dado que los problemas de inflación, descenso del poder adquisitivo, aumento de la presión fiscal, inmigración masiva e inseguridad, generados por la “partidocracia”, forma corrupta de democracia, van en aumento, los partidos del stablishment están cada vez más debilitados electoralmente y es completamente imposible que, a corto y medio plazo, puedan cerrar el paso al “populismo”.
4) Esto lleva a considerar a los gobiernos y a los regímenes europeos como débiles y poco dignos de confianza, extremadamente imperfectos y con un negro futuro por delante. Todo lo cual lleva a revisar la actitud de los EEUU hacia Europa, especialmente, cuando la actividad económica se está desplazando a la zona de Asia-Pacífico.
Y estas son las claves de la actitud del “nuevo sheriff” con
respecto a Europa. Es significativo que haya sido el vicepresidente de los EEUU
el que haya traído estas “malas noticias” a la “élite” europea. No ha sido por
casualidad. Hasta ahora, el vicepresidente era la figura con menos funciones de
la administración norteamericana. De hecho, estas reducían a sustituir al
presidente en caso de muerte o incapacidad. Piénsese en Kamala Harris que,
probablemente en los cuatro años en que ha sido vicepresidenta, ni siquiera ha
asimilado -como demostró en campaña electoral- las nociones mínimas de economía
o de política exterior. Salió del cargo, tan ignorante como entró. La
esperanza del “progresismo” norteamericano era que Donald Trump con 82 años ya
no podría acceder a otro mandato. Así pues, se trataba de salvar lo salvable y
prepararse para resistir desde 2025 a 2029, dando por sentado que la “era
Trump” terminaría con él.
Ahora el problema es mucho más grave: especialmente para el
ultraprogresismo norteamericano. El protagonismo que ha tomado Vance (pero no
solo Vance, también Marco Rubio al frente del Departamento de Estado) garantiza
que la “era Trump” puede prolongarse, como mínimo, por espacio de 12 años…
demasiado para que el “dinero viejo” y los grupos políticos del stablishment
puedan prolongar su hegemonía.
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