viernes, 27 de enero de 2023

Ante el asesinato de Diego Valencia, sacristán de Algeciras y hombre bueno


Nadie en España conocía a Diego Valencia, salvo en Algeciras donde era extremadamente popular. El duelo espontáneo que en estos momentos embarga a aquella población, así lo confirma. Era uno de esos españoles honrados, apegados a sus tradiciones y que dedicaba buena parte de su jornada a trabajar para ellas. Era católico. Descanse en paz.

En cuanto a su asesino, no cabe absolutamente la más mínima duda que se trataba de un perturbado. Pero ¿qué yihadista no es un perturbado? Aquí ya no se trata de admitir o no a gentes que viven su religión de una forma más o menos intensa, sino de un problema de locura “maridada” con instinto asesino. Y hoy, quien aspira a hacer triunfar su credo religioso y cree que asesinar a machetazos a un sacristán (pensando que era el sacerdote), es simplemente un tarado peligroso.

Lo más preocupante de este nuevo asesinato yihadista, ha sido el silencio de la izquierda que va a pesar como una losa sobre este sector político que también en España puede ser calificado como “etnocida”. Doblemente etnocida: mira a otro lado cuando se produce un crimen de este tipo y se niega a revisar su política suicida de inmigración.

En cuanto a los islamistas “moderados” que cuando hay uno de estos crímenes, abrazan a los familiares de las víctimas, cabría decirles que su sinceridad se demostraría afirmando en voz bien alta que no comparten las alusiones del Corán a la “guerra santa”. Estamos tan hartos de los asesinatos de europeos en nombre de párrafos del Corán como de quienes siguen aceptando que la “yihad” es uno de los “pilares del islam” aunque ellos no lo practiquen.

En un país con un estándar “democrático” digno de tal nombre, un ministro que no adopta absolutamente ninguna medida para liberar a la sociedad de esta plaga, debería dimitir. Porque los tribunales habían dictaminado que el asesino debía ser expulsado de España. El 95% de las “órdenes de expulsión” se quedan en una simple carta que recibe el interesado y a la que, por supuesto, no hace el mínimo caso. No es que Marlaska sea un ministro del interior mucho peor que los anteriores, es que llevamos un cuarto de siglo con ministros, del PP o del PSOE, que hacen exactamente lo mismo. Cuando en mayo, los ingenuos vayan a votar, que recuerden esto: el PSOE hace exactamente lo que el PP hizo desde el aznarato (y no solamente en esta materia).

Por nuestra parte, queremos honrar la memoria de Diego Valencia, reproduciendo un texto que escribimos en 2017 y en el que se resume TODO LO QUE HAY QUE SABER SOBRE EL ISLAMISMO RADICAL Y EL ISLAM. Vale la pena recordarlo hoy, porque si algunas de las sugerencias de este texto se hubieran aplicado -o si la lógica y el sentido común formara parte del ejercicio de la política en Europa Occidental, no estaríamos viviendo chispazos de guerra civil, a la vez racial, social y religiosa.

¡LAS VIDAS DE LOS EUROPEOS IMPORTAN!
(aunque para los gobiernos no seamos más que “votos”)

DESCANSE EN PAZ DIEGO VALENCIA


  

La yihad en Europa:


diagnosticarla, prevenirla y contenerla

 

PRIMERA PARTE
SITUAR EL PROBLEMA DEL YIHADISMO EN EUROPA

La reciente firma del “pacto antiterrorista” entre PP y PSOE hace sonreír a quienes son conscientes de que el Estado tiene suficientes recursos legales a su alcance como para que esta escenificación sea algo más que un ensayo de “Gran Coalición”. La principal deficiencia de este pacto es mantenerse en lo políticamente correcto y no reconocer que en el interior del Islam la diferencia entre “radicales”, “fundamentalistas” y “moderados” es muy tenue y bastante intranquilizadora para quienes no comparten esta religión. Así pues, vale la pena afrontar el problema de cara y sin tapujos, sin ejercicios de islamofobia, pero realizando un ejercicio de racionalidad.

Se reconoce que la inmensa mayoría de musulmanes no se reconocen en las prácticas criminales del fundamentalismo islámico y del yihadismo. Pero, con la misma firmeza hay que reconoce el hecho consumado de que los únicos crímenes que hoy en día se realizan en nombre de una religión, se están realizando bajo el grito de “Alá akbar”. Y esto da pie a algunas reflexiones.

1. Situar los atentados yihadistas en Europa

El hecho de que en España y en Europa exista una amplia y sana tolerancia religiosa, no implica afirmar apresuradamente que “todas las religiones son iguales” o que “todas tienden a relacionar al hombre con Dios” y, por tanto, todas son igualmente dignas. No se trata tampoco, de sacar las castañas del fuego a los islamistas “moderados”, afirmando después de cada atentado fundamentalista, como suele hacer la clase política europea e incluso el Papa, que “el Islam, porque el Islam es paz y amor” o que “el terrorismo no tiene nada que ver con la religión islámica”.

Hemos oído repetir estos mantras a toda la vieja y desgastada clase política, incluso al jefe de la iglesia católica y, por supuesto, a la legión de multiculturalistas; tal es su balance sobre los recientes atentados de París: la política del avestruz. Pero no reconocer los problemas, no es, desde luego, el mejor camino para resolverlos.

Los atentados cometidos en Francia al grito de “Alá akbar” y las redadas contra yihadistas en España son el resultado de cuatro causas:

1) La presencia de inmigración masiva y descontrolada que ha facilitado las llegadas de fuertes contingentes islamistas entre los que se han introducido fundamentalistas y yihadistas.

2) La radicalización de un sector del islamismo promovida por el wahabismo saudí (del que ahora sabemos que financió a Bin Laden) y facilitado por los conflictos que asolan Asia Central y Oriente Medio.

3) La crisis económica que, entre otros grupos sociales, afecta a determinados de inmigrantes a causa de su escasa formación profesional y

4) La imposibilidad manifiesta de integrar a la inmigración islamista en las sociedades de toda Europa y el hecho de que, ante la crisis, refuercen su identidad aferrándose al Islam.

Estos cuatro factores han actuado en sinergia dando como resultado un terrorismo yihadista que se configura como una amenaza en Europa; en el momento actual, como la única de carácter terrorista.

Las acciones de terrorismo yihadista que se produjeron en el mes de enero, no son otra cosa más que las habituales escaramuzas generadas por las vanguardias de un ejército en su avance hacia el “enemigo”. Siempre, en esos casos, se producen choques esporádicos, ataques de sondeo y acciones de guerrilla, a la espera de reunir fuerzas para acometer el ataque definitivo.

  • -  Se engaña quien crea que estos ataques terroristas son el fruto de la casualidad, acciones propias de desalmados o episodios aislados.
  • -  Se engaña quien no sea capaz de relacionar las cuatro causas que hemos enunciado con este efecto.
  • -  Se engaña –o pretende engañar– quien afirma que la religión no tiene nada que ver con esto episodios y que se trata sólo de terrorismo.
  • -  Se engaña quien crea que mediante un esfuerzo de integración de la minoría islámica se conjurará el problema: eso es precisamente lo que lleva 30 años intentándose sin éxito en toda Europa.
  • - Se engaña –y deliberadamente quiere engañar– quien afirma que el terrorismo islamista es la respuesta a la “xenofobia y al racismo”.

LOS ATAQUES DEL TERRORISMO YIHADISTA EN EUROPA INDICAN EL FRACASO DE LAS POLÍTICAS DE INTEGRACIÓN Y LOS RESULTADOS MÁS PERVERSOS Y EXTREMOS DE LAS OLEADAS DE INMIGRACIÓN MASIVA PERMITIDAS POR LOS GOBIERNOS EUROPEOS A FIN DE GANAR “COMPETIVIDAD” PARA SUS ECONOMÍAS, MEDIANTE LA IMPORTACIÓN DE MANO DE OBRA PARA LOGRAR QUE BAJE EL PRECIO DE LA FUERZA DE TRABAJO.

En España, la inmigración se ha ido convirtiendo en problema a partir de 1996 cuando empezaron a llegar contingentes de trabajadores procedentes de todo el mundo sin que los distintos gobiernos que se han ido sucediendo demostraran el más mínimo interés en regular los flujos, contenerlos, orientarlos o, simplemente, preguntarse si la inmigración favorecía o no a la sociedad española. Europa, para ser competitiva en un mundo globalizado, puede optar por devaluar la moneda o bajar el precio de la mano de obra: y esto último fue lo que se hizo.

Los Estados europeos optaron por dar vía libre al establecimiento de la inmigración, sin medir las consecuencias de carácter antropológico y cultural y los costes que podían tener para las sociedades de acogida. La mitad de la inmigración que ha llegado a Europa en los últimos veinte años procede de países islámicos. Esta bolsa de inmigrantes se ha manifestado imposible de integrar en todo el continente, a pesar de que la inyección de fondos para esa tarea ha sido prácticamente ilimitada y siempre creciente. En esta incapacidad para integrarse juega un papel fundamental la religión islámica.

2. El yihadismo es una derivación del fundamentalismo islámico.

Para un europeo leer el Corán significa, simplemente, llevarse alguna sorpresa y no tanto por ser el libro de referencia de los creyentes en el Islam como por lo descarnado y cruel que destilan algunos fragmentos que, de ser tomados en serio por creyentes en esta religión, inmediatamente los sitúan fuera de la legalidad vigente en Europa. No se trata, pues, de que este libro pertenezca a otro tiempo, a otra cultura y a otra tradición que tiene muy poco o nada que ver con todos los valores que se han compartido en Europa, sino que una lectura literal del texto puede dar lugar a una práctica extremista y peligrosa, como ya se ha visto en los focos de tensión del mundo árabe, Asia Central y Oriente Medio, y empieza a protagonizar actos de terrorismo en Europa.

Hemos utilizado la traducción del Corán colocada on line en una página de sincretismos religiosos –http://www.inmental.net/enindex.html– en la que se encuentran otros muchos textos de otras religiones. Si hemos elegido esta traducción y no otra es para que el lector pueda comparar el Corán con otros textos de grandes religiones.

El término “guerra” aparece en el Corán en 15 ocasiones y no como una palabra más, ni como una alegoría, sino como algo que se recomienda para ser recompensado por Alá. Hacer la guerra en nombre de Alá, aproxima al “paraíso”. Ser “infiel” implica, por el contrario, a hacerse acreedor de cualquier castigo: la guerra, el primero de todos. Véase por ejemplo lo que dice el Corán:

“Retribución de quienes hacen la guerra a Dios y a Su Enviado y se dan a corromper en la tierra: serán muertos sin piedad, o crucificados, o amputados de manos y pies opuestos, o desterrados del país. Sufrirán ignominia en la vida de acá y terrible castigo en la otra. 34. Quedan exceptuados quienes se arrepientan antes de caer en vuestras manos”. (Sura 5)

O bien este otro fragmento que va en la misma dirección:

“55. Los seres peores, para Dios, son los que, habiendo sido infieles en el pasado, se obstinan en su incredulidad. 57. Si, pues, das con ellos en la guerra, que sirva de escarmiento a los que les siguen. Quizás, así, se dejen amonestar. 59. ¡Que no crean los infieles que van a escapar! ¡No podrán! 60. ¡Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que podáis para amedrentar al enemigo de Dios y vuestro y a otros fuera de ellos, que no conocéis pero que Dios conoce!” (Sura 8)

Es importante destacar que los llamamientos a la yihad no van dedicados a los “guerreros”, a una casta en concreto, sino a toda la comunidad de los fieles y de manera muy explícita. Esto explica, por sí mismo, la increíble facilidad que ha demostrado el Islam “moderado” para deslizarse, brusca y rápidamente, hacia sus posiciones más extremistas: lo hemos visto en Irán, en Egipto, en Libia, en Argelia, en Iraq, en Siria, en Marruecos… ¡El “espíritu” y la “letra” de estos fragmentos del Corán son una lección de odio para quien se lo toma literalmente…! basta que aparezca un imán fundamentalista para que sean estos fragmentos los que recalque, o bien basta que el fiel “moderado” lea el Corán para que se convierta en un yihadista radical, si quiere gozar de todas las ventajas y dones que Alá entrega a quienes participan en la yihad. Nadie pues, en el islam está exento de la obligación de practicar la yihad, tal como atestigua este fragmento:

“38. ¡Creyentes! ¿Qué os pasa? ¿Por qué, cuando se os dice: «¡Id a la guerra por la causa de Dios!», permanecéis clavados en tierra? ¿Preferís la vida de acá a la otra? Y ¿qué es el breve disfrute de la vida de acá comparado con la otra, sino bien poco...? 39. Si no vais a la guerra, os infligirá un doloroso castigo. Hará que otro pueblo os sustituya, sin que podáis causarle ningún daño. Dios es omnipotente. 41. ¡Id a la guerra, tanto si os es fácil como si os es difícil! ¡Luchad por Dios con vuestra hacienda y vuestras personas! Es mejor para vosotros. Si supierais... 42. Si se hubiera tratado de una ventaja inmediata o de un viaje corto, te habrían seguido, pero el objetivo les ha parecido distante. Jurarán por Dios: «Si hubiéramos podido, os habríamos acompañado a la guerra». Se pierden a sí mismos. Dios sabe que mienten”.  (Sura 9).

El islamista que no acude a la llamada de la yihad, simplemente, “se pierde a sí mismo”… Más adelante, por si esto no hubiera quedado claro, el Corán insiste en el mismo orden de ideas:

“81. Los dejados atrás se alegraron de poder quedarse en casa en contra del Enviado de Dios. Les repugnaba luchar por Dios con su hacienda y sus personas y decían: «No vayáis a la guerra con este calor». Di: «El fuego de la gehena es aún más caliente». Si entendieran... 82. ¡Que rían, pues, un poco! Ya llorarán, y mucho, como retribución de lo que han cometido”. (Sura 9)

No practicar la yihad, pues, implica conocer el “fuego de la gehena” (el infierno). Y luego está el odio, la saña, la crueldad sistemática, recomendada en la Sura 47, completamente alejada de la lucha con honor y sin odio ni rencor:

“4. Cuando sostengáis, pues, un encuentro con los infieles, descargad los golpes en el cuello hasta someterlos. Entonces, atadlos fuertemente”. (Sura 47).

El yihadista recibirá de Alá un mayor reconocimiento y, sobre todo, más “premios”:

“95. Los creyentes que se quedan en casa, sin estar impedidos, no son iguales que los que combaten por Dios con su hacienda y sus personas. Dios ha puesto a los que combaten con su hacienda y sus personas un grado por encima de los que se quedan en casa. A todos, sin embargo, ha prometido Dios lo mejor, pero Dios ha distinguido a los combatientes por encima de quienes se quedan en casa con una magnífica recompensa” (Sura 4).

Este otro fragmento sentencia que la muerte es la única “retribución” de los infieles:

“190. Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros. 191. Matadles donde deis con ellos, y expulsadles de donde os hayan expulsado. Tentar es más grave que matar. No combatáis contra ellos junto a la Mezquita Sagrada, a no ser que os ataquen allí. Así que, si combaten contra vosotros, matadles: ésa es la retribución de los infieles”. (Sura 2).

Todo sea, en cualquier caso, por el botín: “94. Dios ofrece abundantes ocasiones de obtener botín” (Sura 4)

En realidad, toda la Sura 8 está dedicada a este tema y se titula, precisamente: El Botín (Al–Anfal), cuyo primer versículo es explícito: “1. Te preguntan por el botín. Di: «El botín pertenece a Dios y al Enviado».” Y, cómo no, las mujeres infieles son consideradas en tanto que “botín”: “50. ¡Profeta! Hemos declarado lícitas para ti a tus esposas, a las que has dado dote, a las esclavas que Dios te ha dado como botín de guerra” (Sura 33).

No creemos que valga la pena insistir mucho más. Resulta evidente, por el espíritu y por la letra de estos fragmentos hablan por sí mismos y demuestran que no se está aludiendo a símbolos morales, ni puede ser entendido por nadie de esa manera: se está hablando de guerra pura y simple, de botines y de formas de matar, se alude explícitamente a que el yihadismo es la forma más elevada de práctica el islamismo, por encima de cualquier otra.

Es evidente que todos los textos sagrados, escritos en épocas muy distantes a la nuestra, para sociedades primitivas, cometen los mismos excesos. Encontraríamos, así mismo, frases similares en el Antiguo Testamento, sin embargo, hay que reconocer que, en la actualidad, ¡solamente hay una religión, sólo una, que considera estos versículos como preceptos y que está dispuesto a ponerlos en práctica! Y lo que es peor: algunos de sus miembros se han deslizado hacia el fundamentalismo y de ahí al yihadismo ¡y los está poniendo en práctica!

Nunca se insistirá suficientemente en este orden de ideas: a la vista de estos fragmentos, el fiel islamista “moderado”, carece completamente de argumentaciones cuando el islamista “radical” se los recuerda. Por eso hemos iniciado esta exposición diciendo:

EL ISLAM NO ES NECESARIAMENTE NI YIHADISMO, NI FUNDAMENTALISMO,
PERO EL YIHADISMO Y EL FUNDAMENTALISMO SON SIEMPRE DERIVACIONES DEL ISLAM GENERADAS POR UNA ESTRICTA OBSERVANCIA DE SU LETRA.
VARIAS RELIGIONES EN SUS TEXTOS SAGRADOS INCLUYEN EXALTACIONES DE LA VIOLENCIA, PERO NINGUNA HOY GENERA TERRORISMO…
SALVO LA CONCEPCIÓN FUNDAMENTALISTA Y YIHADISTA DEL ISLAM.

-          De ahí la necesidad de prevenirse contra esa forma de islamismo.

-          De ahí la peligrosidad de convivir con islamistas radicales.

-          De ahí la trampa que no entienden los islamófilos: que el Corán premia al yihadismo.

-          De ahí la necesidad de que el islam tenga una regulación distinta a otras religiones.

-          De ahí que el mismo Corán aparezca como un inaceptable texto de odio religioso.

3. Datos sobre el Islam en España

A pesar de que todas las partes evitan dar cifras y, a pesar de que, generalmente, se juega con subterfugios para evitar dar las cifras reales (unas veces se alude a “islamistas españoles”, otras a “inmigrantes procedentes de países magrebíes”, pero se evita incluir a la inmigración subsahariana y a la paquistaní), sumando todos los datos sobre el tema podemos afirmar que en estos momentos no existen menos de 2.750.000 de islamistas sobre territorio español.

En España en estos momentos hay 1.000.000 de marroquíes, 100.000 paquistaníes, 75.000 argelinos, 250.000 subsaharianos y en torno a 75.000 procedentes de Albania, Kosovo y Bosnia islamizadas, etc. Lo que da un total de 1.500.000 de inmigrantes procedentes de países islamistas. Si tenemos en cuenta, los nacidos en España hijos de estos islamistas (con una tasa de reproducción algo más de cuatro veces superior a la de la población autóctona) y si tenemos en cuenta que desde 2006 se han ido multiplicando a velocidad creciente el número de inmigrantes a los que se les ha dado la nacionalidad española (en torno a 2.00.000) de los que una parte importante es de religión islámica, la cifra de 2.000.000 islamistas entre nosotros parece más que razonable. Un 4,65% de la población total.

Es significativa la dificultad que se encuentra para encontrar datos actualizados o realistas. En la actualidad, existen en torno a 5.000.000 inmigrantes regularizados, en torno a 250.000 sin regularizar y 2.500.000 que han desaparecido de la lista de inmigrantes regularizados, para reaparecer como ciudadanos españoles. En total: 8.000.000. Estas son las cifras más reales y verosímiles de inmigración

Pero el problema se agrava porque la inmigración, y más en concreto la inmigración islámica, no está distribuida de manera homogénea por todo el territorio nacional, sino concentrada en determinadas zonas: Cataluña, con mucho, es la comunidad con más presencia islamista (entre 750.000 y 900.000), seguido por Madrid (entre 250.000 y 350.000), Andalucía (entre 250.000 y 300.000), Murcia (entre 75.000 y 100.000), Ceuta y Melilla (75.000 y 100.000), Canarias (entre 75.000 y 90.000), Baleares (entre 30.000 y 70.000), Castilla la Mancha (entre 40.000 y 75.000), Castilla León (entre 30.000 y 40.000), País Vasco (entre 25.000 y 30.000), Extremadura (entre 25.000 y 30.000), Navarra (entre 15.000 y 20.000), La Rioja (entre 10.000 y 20.000), Asturias (entre 4.000 y 7.000), Cantabria (entre 3.000 y 6.500). La falta de cifras oficiales creíbles hace imposible ser más precisos en estas estimaciones.

Las cifras que dan las comunidades islámicas en España no aportan gran cosa. El único dato significativo es que en 2013 existían en España 1.177 mezquitas, lo que encaja bastante bien con la cifra que hemos dado de islamistas en España (2.000.000) y si tenemos en cuenta que las mujeres no suelen asistir a las oraciones de los viernes, salvo en alguna festividad especial, la asistencia promedio por mezquita sería de 850 islamistas.

5. El panorama religioso español

Creyentes o agnósticos, nadie puede dudar que la religión tradicional de España ha sido el catolicismo. El 92% de la población estaría bautizado, pero apenas el 15% asistiría regularmente a ceremonias religiosas, lo que ya evidencia una profunda crisis de fe.

El cuadro de la crisis religiosa española se evidencia aún más por el descenso de vocaciones religiosas. En 2001 existían 41.137 residentes en instituciones religiosas (conventos, seminarios, abadías, monasterios), pero sólo quince años después esta cifra ha caído a 18.000. Otra cifra preocupante es la de sacerdotes y su edad media. Mientras que las cifras de sacerdotes fueron descendiendo desde 1975 (24.300) hasta 2005 (19.307), incrementándose luego hasta 24.778 en 2010, lo cierto es que esta cifra no tiene en cuenta la edad media del sacerdocio autóctono (en torno a 55 años) y cuántos de estos nuevos sacerdotes son de origen extranjero. Así mismo en las comunidades femeninas, están ya hoy mayoritariamente compuestas por monjas procedentes del exterior.

Sin embargo, esta pérdida la fe católica y esta disminución del número de fieles y de la influencia de la Iglesia Católica, contrasta con el aumento del número de fieles de otras confesiones. La inmigración ha sido el factor que ha renovado el catolicismo español (especialmente en sacerdotes y en monjas), sin embargo, ha hecho otro tanto –y quizás con más vigor– con sectas (lo que se suele llamar “nuevos modelos religiosos”) y confesiones evangélicas. Así mismo, han irrumpido con fuerza formas religiosas inclasificables o simples supersticiones animistas llegadas de África o del Caribe. Pero, en cualquier caso, el grupo que demuestra avanzar con más fuerza y que presiona para obtener privilegios, es el islamismo.

Esta presión viene favorecida por la actitud de cierta izquierda que contempla al catolicismo como el “rival histórico” y que, sorprendente y paralelamente, practica una innegable islamofilia que va desde reivindicar para el Islam determinados edificios religiosos, permitir la enseñanza de la religión islámica en las escuelas (en plena campaña contra la presencia católica en la enseñanza), permitir el uso del velo islámico, callar ante la proliferación de burkas, regalar terrenos para la construcción de mezquitas o simplemente favorecer la actividad de ONGs ultra-subvencionadas que solamente prestan ayuda a islamistas… mientras, paralelamente, se lleva a juzgados a Organizaciones de Apoyo a la Población Española.

Es cierto que esta tendencia aparece no solamente en la izquierda, sino que incluso sectores de la derecha liberal la han asumido de la manera más desaprensiva. En la medida en la que el islamismo crece en España y que los procesos de concesión de la nacionalidad española generan una bolsa de votos mayor, los partidos políticos, de derechas y de izquierdas, lanzar sus redes, prometiendo concesiones y procurando conseguir una clientela alternativa a la pérdida de electores españoles… Ignoran que, en toda Europa, la participación política de los islamistas a través de los partidos tradicionales es mínima.

6. “Principio de prudencia” y “principio de contención”

Sin embargo, a pesar de que los fieles católicos de a pie y buena parte de la población española lo ignoren, la distancia que separa hoy al catolicismo que asiste regularmente a los oficios religiosos, de los asistentes a las mezquitas, está apenas separada por una relación de 4 a 1 que, en realidad es menor si tenemos en cuenta que las mujeres musulmanas, son islamistas pero, por tradición, no acuden a las mezquitas, mientras que la asistencia mayoritaria en las iglesias católicas corresponde precisamente a mujeres.

Si tenemos en cuenta que el porcentaje de inmigrantes procedentes de países islámicos e hijos de estos inmigrantes nacidos en España, alcanza un 4,65% y que la identidad religiosa de la inmensa mayoría de ellos es fuerte o muy fuerte, el hecho de que apenas el 14% de los que viven en España (incluidos inmigrantes iberoamericanos) vaya a los oficios religiosos, indica que, en realidad, por cada tres católicos practicantes, existe un islamista. La llegada de más inmigrantes, el efecto llamada, las reagrupaciones familiares y los nacimientos, el atractivo de los subsidios en todos los terrenos, harán que en apenas 20 años estas cifras tiendan a igualarse, como ya ocurre en Francia, Alemania y Reino Unido, en donde el islamismo incluso es posible que sea hoy la religión con más seguimiento, por delante de anglicanos, protestantes o católicos.

Existe pues, crisis de fe, en Europa, pero esta crisis no afecta al Islam. Tal como Tarik Ramadán –uno de los “intelectuales” islamistas más activos en Europa– ha repetido en numerosas ocasiones, el Islam aspira a una “doble legislación”, es decir, la promulgación de leyes aplicables para musulmanes que serían necesariamente diferentes de las aplicables a agnósticos o miembros de otras confesiones. La imposición y visibilidad de los signos externos de la religión islámica es otra de las exigencias que plantean. Antes era la creación de cementerios islamistas, ahora es la lucha por la altura de los minaretes de las mezquitas que para la religión musulmana es signo de su grado de implantación. Las comidas halal en las cárceles (en España existen 12 “imanes penitenciarios” para asistir a los presos de esa religión), hospitales y aviones, el reconocimiento de festividades propias de la comunidad islámica y la reivindicación de la alimentación tradicional para esos días, la exigencia de rituales especiales para sacrificar corderos durante el Ramadán

Estamos, pues, ante una ofensiva del islamismo que primero exige derechos, luego doble legislación y, finalmente, sumisión. Y esto en una sociedad como la española que se define constitucionalmente como laica.

Nada de todo esto puede ser considerado como “integración”. Para los inmigrantes islamistas y para sus hijos y nietos, el “donde fueres haz lo que vieres” no tiene vigor. Y este es justamente el problema: “moderado” o “radical”, el islamismo se ha mostrado completamente refractario a la integración. Todos los esfuerzos tendentes a integrar a las bolsas islamistas, absolutamente en todos los países europeos, han fracasado sin excepción, aun a pesar de haber contado con inyecciones multimillonarias de fondos. Hoy, para quien tenga ojos y quiera verlo, no parece haber ninguna política de integración posible, capaz de hacer de los islamistas ciudadanos que asuman la legislación y las costumbres europeas.

Si los ideadores de los programas de integración se hubieran tomado la molestia de leer el Corán y si hubieran realizado estudios sobre la religión islámica, habrían advertido que la religión constituye un todo con la concepción de la sociedad, de la familia, del Estado, del poder y de la trascendencia, con la legislación y el concepto de lo político: un todo sin fisuras de muy difícil encaje con las sociedades europeas de acogida, a menos que estas cambien de arriba abajo sus valores y s ordenamiento jurídico.

El problema de fondo es si, tal como está formulado en el Corán, tal como se enseña en las mezquitas, con el nivel de prescripciones y mandatos que contiene, con la forma de organización político–social que sostiene, con los contenidos y formas de predicación que alienta… ¿es compatible el Islam en España o en Europa? ¿Pueden armonizarse las creencias y los objetivos islamistas con las legislaciones y las tradiciones europeas? Aplicar el “principio de prudencia” en este tema sería lo razonable.

Para que el islamismo pudiera ser compatible con Europa tendría que cambiar. Y solamente en función de ese cambio, podría tener un lugar entre nosotros. Así pues, el problema no es de “xenofobia o racismo”, sino de que los contenidos de la religión islámica, tal como los expone el Corán y tal como diariamente son vividos por los fieles de esta religión pertenecientes a sus alas fundamentalista o yihadista, generan dudas e inquietudes sobre cómo se comportarán estas comunidades en Europa cuando sean mayoritarias.

El problema se agrava en España porque durante ocho siglos el islamismo estuvo presente en nuestro país como fuerza invasora. Para los musulmanes, el hecho de que incluso durante apenas unos años (70 en el caso de Barcelona) estuviera bajo el control musulmán, ya implica que, sólo por eso, es “tierra sagrada del Islam” y hace posible que sea frecuente el que los imanes radicales de todo el mundo enseñen en las escuelas que “Al–Andalus es tierra islámica usurpada por infieles y cruzados”. Insensateces como esta harían sonreír, sino fuera porque existen quienes lo creen firmemente y que están dispuestos a matar y a morir para reintegrar España a la Umma islámica.

Es preciso asumir esta constante histórica: allí en donde el fundamentalismo y el yihadismo va ganando peso y sus reivindicaciones son atendidas, tales concesiones nunca son percibidas como signo de generosidad o mano tendida, sino como síntoma de debilidad de los infieles. Y, por tanto, hacen que aumente la presión contra ellos.

De ahí el fracaso de todas las políticas de integración practicadas en Europa. No puede integrarse a quien no quiere ser integrado. Es imposible integrar a quien no aspira a cambiar sino a imponer sus creencias.

Así pues, además de utilizar el “principio de prudencia” ante el fundamentalismo islamista, es preciso considerarlo como una entidad que, primero mediante la inmigración y la demografía, luego mediante la yihad prescrita en el Corán, quiere derribar nuestro orden y nuestras tradiciones, imponiendo aquello que vemos todos los días en los informativos y que está ocurriendo en Oriente Medio y Asia Central. Una mezcla de primitivismo y salvajismo propio de cualquier conflicto armado, pero con el agravante de que la justificación es… religiosa y, por tanto, aceptable para los fieles de esa religión. Degollar, decapitar, castigar con el látigo, cortar la mano, prohibir incluso las más ingenuas actividades… todo ello está ahí practicado hoy por el yihadismo.

Por eso, además del “principio de prudencia” en relación al islamismo, debemos armarnos con el “principio de contención”: tenemos el derecho a defendernos de algo que viene de fuera, que nos ha sido impuesto desde fuera y que no tiene lugar entre nosotros.
Si alguien quiere vivir entre nosotros, no somos nosotros quienes tenemos que cambiar, sino ellos. Si alguien nos ofrece una alternativa repleta de primitivismo, crueldad, discriminaciones, prohibiciones y salvajismo ¡no somos nosotros los que vamos a tener que cambiar, son ellos, al menos si quieren vivir entre nosotros!

6. La irrupción del yihadismo radical

Hoy estamos muy lejos de los atentados del 11–M sobre los que siempre han planeado dudas sobre su autoría y que nadie, ni sentencia judicial en firme, ni investigaciones periodísticas han logrado atribuir al fundamentalismo islámico. Ni quedó claro que la autoría de los atentados fuera cometida por fundamentalistas, sino que ni siquiera las investigaciones lograron identificar al “autor intelectual” que ideó y planificó los atentados.

Es probable que fueran una de las muchas operaciones de “bandera falsa” que proliferaron en todo el mundo en aquellos años y cuyas características fueron siempre las mismas: la existencia de verdaderos agujeros negros en la investigación, falsificación de pruebas, abundancia de testigos falsos (o, como mínimo, interesados y sospechosos), implicación de pequeños delincuentes de origen magrebí, abundancia de confidentes policiales entre los implicados, muertes misteriosas que cortaban las pistas (los “suicidados” en el piso de Leganés), maniobras de intoxicación sobre quienes investigaban versiones alternativas, etc. Es decir, todos los elementos habituales en una operación “bandera falsa” destinada a hacer pesar responsabilidades a un ambiente concreto (e irrelevante) para justificar movimientos políticos de envergadura o inducir a la población a cambiar de preferencias.

Los 192 muertos de los atentados del 11–M siguen hoy impunes. Es bueno recordarlo. Si los islamistas entraban en la trama en algún lugar, era, sin duda, en aspectos muy secundarios y, como cabezas de turco.  Y con la misma rotundidad que decimos esto, afirmamos que en la actualidad se está gestando un terrorismo islámico muy real del cual las primeras muestras son:

-   la presencia de yihadistas “españoles” en guerras de Oriente Medio y Asia Central,

-   la aparición cada vez con más frecuencia de imanes con predicaciones extremistas en mezquitas españoles,

-  un aumento de la presión y de las reivindicaciones de los sectores más fundamentalistas de la comunidad islamista sobre el Estado,

-  las detenciones cada vez más frecuentes de implicados en redes de apoyo a los yihadistas de todo el mundo y

-   la creciente visibilidad en la calle del uso de prendas y velos de carácter religioso que responden, en gran medida, al aumento de la audiencia del fundamentalismo islámico.

Han pasado 12 años desde los atentados del 11–M. Entonces no existía un fundamentalismo islamista organizado. No existían yihadistas españoles. No existía un caldo de cultivo de 2.000.000 de islamistas en nuestro país. Apenas existían dos centenares de mezquitas, no las más de mil que existen hoy. Entonces, la inmensa mayoría de islamistas tenían pasaporte extranjero y la condición de inmigrantes: ¡hoy buena parte de ellos tienen pasaporte español y acaban de estrenar su nueva nacionalidad!

La crisis económica iniciada en 2007 ha favorecido la irrupción del islamismo radical. En la medida en que los inmigrantes procedentes de países islamistas tienen poca formación profesional, se han visto apartados del mercado laboral. No sólo consumen recursos del Estado superiores a los impuestos que tributan, sino que el número de islamistas presos ha aumentado espectacularmente: de los 75.000 presos que hay en España 30.000 no han nacido aquí. Y de estos: más de 15.000 –¡UNA QUINTA PARTE!– son islamistas. Es bueno recordarlo porque, tradicionalmente, las prisiones se han convertido en los focos de contaminación islamista, pudrideros de radicalización de posturas religiosas y escenario en donde han contactado individuos dispuestos a la comisión de acciones terroristas.

La falta de trabajo, el vivir de subsidios y subvenciones del Estado, el atribuir las propias situaciones de crisis a terceros (nunca al reconocimiento de falta de formación profesional), el odio social que genera el no tener acceso a los escaparates del consumo, todo ello, ha dado como resultado el que sectores “moderados” del islamismo presente en España se estén deslizando en estos momentos hacia actitudes más radicales que se traducen en las posiciones que ya hemos visto.

En Francia, las cosas están solo un poco más degradadas a la vista de que el fenómeno migratorio es más viejo que en España. Allí, no solamente se recluta a yihadistas para guerras en el exterior: en Francia ya han comenzado los atentados en el territorio metropolitano. Algo que en España podemos esperar en apenas pocos años o incluso pocos meses.

7. Diccionario de responsables: ¿Quiénes han traído el Islam a España?

Esta situación tiene responsables. Unos cuantos políticos y funcionarios abrieron las puertas de nuestro país al Islam sin preocuparse si con los fieles de a pie entraban fundamentalistas y yihadistas. No ha sido su único error pero sí uno de los mayores que han cometido y de los nadie hasta ahora les ha pedido responsabilidades. Tienen nombres y apellidos, rostro e historial:-

-        Son los Aznar (que abrió las puertas a la inmigración para favorecer su “modelo económico”), son los Pujol (que recondujeron deliberadamente a inmigración marroquí a Cataluña para evitar la llegada de andinos castellanoparlante), son los Zapatero (con sus ensoñaciones humanistas y multiculturalistas de las que la Alianza de Civilizaciones fue el producto más mediático, siendo el más trágico la regularización masiva de febrero–mayo de 2005 con el efecto llamada que siguió) , son los Rajoy (que siguen regularizando inmigración y permanecen mudos ante las instituciones europeas ante los asaltos diarios a las vallas de Ceuta y Melilla), son los Carod–Rovira (que en su inmensa estupidez creyeron que podía existir un “islam catalán” cuando la esencia del Islam es universalista).

-          Son los ministros de interior que impidieron que los servicios de seguridad del Estado reaccionaran contra las oleadas de inmigración. Vale la pena recordar sus nombres: los Mayor Oreja, los Rajoy, los Acebes, los Alonso, los Rubalcaba, los Fernández Díaz… Podían preservar las fronteras, la soberanía territorial, podían y debían hacerlo, en razón de su cargo, y en lugar de eso se han limitado a inaugurar cárceles, hablar y hablar y mirar a otro lado, mientras cruzaban ilegalmente nuestras fronteras 8.000.000 de inmigrantes. Ni defendieron a nuestra sociedad ni a nuestras fronteras.

-          Son los ministros de trabajo y de economía que permitieron que el mercado de trabajo quedara completamente descoyuntado a partir de 1996 con la llegada de 8.000.000 de inmigrantes en los siguientes veinte años, cuando en el mejor momento de nuestro empleo existían 2.000.000 de parados. ¿Sus nombres? Los Arenas, Pimentel, Aparicio, Zaplana, Bañez por el PP y los Caldera, Corbacho, Gómez por el PSOE. Sin olvidar, por supuesto, a los desaprensivos y traidores a los trabajadores que han dirigido los sindicatos en este período (Antonio Gutiérrez, Fernández Toxo, Cándido Méndez

-          Son los presidentes de la CEOE (los Cuevas, los Díaz Ferrán, los Rosell) cuyas exigencias de cada vez más inmigración iban paralelas a las ofertas de cada vez salarios más bajos, beneficiando así a la patronal de la construcción y de hostelería, a la patronal agrícola, pero perjudicando a toda la nación.

Junto a este orden de responsabilidades, existen niveles menores que, a modo de correas de transmisión, han conseguido narcotizar a la sociedad española y dejarla indefensa e inerme ante la amenaza yihadista y el fundamentalismo. ONGs que han manejado cientos de millones de euros cedidos por el Estado, tertulianos que condenaban una “xenofobia y el racismo” inexistentes ocultando la verdadera naturaleza del problema, oportunistas sin escrúpulos que han dicho aquello que creían que podía catapultar más y mejor sus ingresos.

Los culpables pertenecen a siglas que todavía hoy están dirigiendo ayuntamientos, comunidades autónomas y al propio país. Forman parte de la clase política degenerada, los mismos que han introducido el virus de la corrupción; los mismos cuyos errores nos llevaron a la actual crisis económicas; los mismos que cada día desde hace ocho años, mienten prometiendo una recuperación que no llega, una luz al final del túnel que es, más bien, la luz que se ve desde el fondo de un pozo, los brotes verdes que son solamente de las plantas carnívoras que crecen en las sedes de la “banda de los cuatro” (PP+PSOE+CiU+PNV); los políticos que han hecho de la mentira, el desgobierno y la rapacidad su práctica cotidiana, que se han sometido a las exigencias de los “señores del dinero” de cuya mano comen, y que hoy están cada vez más aislados en su torre de marfil. Pues bien, entre sus crímenes, figura el haber abierto las puertas al fundamentalismo y al yihadismo en España.

SEGUNDA PARTE
PROGRAMA DE CONTENCIÓN DEL YIHADISMO RADICAL

Todo lo anterior genera un conflicto que irá ampliándose en años venideros y ante el cual tenemos que estar preparados. Las palabras tranquilizadoras, las equidistancias entre “xenofobia y racismo” y “terrorismo islámico” de las que hacen gala los gobiernos europeos para justificar sus políticas de medias tintas y manos tendidas a las cimitarras y al salvajismo yihadista, las falsas ilusiones sobre la existencia, posibilidades y futuro del “islamismo moderado”, las estupideces que hemos oído en los días posteriores a los atentados de Paris (“Yo soy Charlie–Hebdo”, “Todo está perdonado”, “el yihadismo no es religión”…), todo esto, absolutamente todo debe de ser contestado mediante un programa concreto de defensa de las sociedades y de la identidad europea. Este programa debe ser radical (apuntar contra las raíces del problema) y completo (contemplar todas las implicaciones del problema).

Por ello, proponemos un programa de 15 puntos para la contención del yihadismo y del fundamentalismo y por una política de prudencia ante la inmigración procedente de países de mayoría islámica:

1. Legislación especial sobre el fundamentalismo islámico: el Islam, en su tendencia fundamentalista y yihadista, ha demostrado ser una religión diferente a cualquier otra, la única creencia religiosa en cuyo nombre se mata, excluyente ante cualquier otra y a la que no se le puede aplicar la misma legislación sobre libertad religiosa vigente para el resto.

2. Exigencia de condena explícita a la yihad mediante juramento para los islamistas que pretendan residir en Europa: todo aquel islamista que pretenda convivir en Europa durante toda la vida o por un período más o menos corto, deberá pronunciarse de manera explícita contra cualquier forma de yihad para obtener visado o permiso de residencia.

3. Prohibición de la difusión del Corán en Europa mientras contenga versículos induciendo a la yihad: el contenido original del Corán no sería un problema si fuera sólo un objeto de estudio antropológico, histórico o cultural, pero en la medida en que es un manifiesto religioso no puede ser difundido en Europa incluyendo llamamientos a la yihad o al odio.

4. Privación de la nacionalidad española a los yihadistas: el acto administrativo por el cual se concede la nacionalidad a un inmigrante o a un nacido hijo de inmigrantes, debe ser revocado en el momento en el que existan sospechas de que esa persona apoya el yihadismo. En caso de ser hijo de españoles, deberá ser considerado como miembro de “banda armada” y juzgado.

5. Prohibición del uso público de signos religiosos ajenos o contrarios a nuestra tradición: la cada vez más frecuente exhibición de prendas de contenido religioso, especialmente por parte de las mujeres, debe terminar. Dejando aparte la ilegalidad de cubrirse el rostro, el rechazo se fundamenta en el principio de laicidad de las sociedades europeas.

6. Cierre de las mezquitas en las que haya predicación radical: la inflación de mezquitas en las que se predica el fundamentalismo debe concluir. El yihadismo ha sido transferido a la comunidad islámica inmigrante a través de las mezquitas y de los imanes radicales. No puede tolerarse la prédica del terrorismo bajo la excusa de la “libertad religiosa”.

7. Control sobre los imanes y sobre los profesores de escuelas coránicas: decir que el islamismo no tiene nada que ver con el terrorismo implica dejar vía libre a la predicación de ideas yihadistas (luego, islamistas) en las mezquitas y en las escuelas coránicas. Es preciso controlar estos centros como es preciso controlar la difusión de infecciones.

8. Limitación de la inmigración procedente de países con mayoría islámica: un país cuando es libre cuando puede elegir qué tipo de inmigración prefiere y procedente de dónde. La experiencia demuestra la conflictividad de los núcleos de inmigrantes procedentes de países islámicos: la limitación de acceso a ciudadanos de esos países es la consecuencia directa.

9. Prohibición del envío de fondos para la extensión de cualquier doctrina religiosa: es preciso que el Estado cierre el flujo de fondos en dos direcciones, de los países islamistas a las comunidades islámicas en territorio europeo y de estas a los yihadistas que operan en los distintos focos de conflicto. Cierre de redes de negocios cuyos beneficios de utilizan en actividades islamistas radicales.

10. Política de defensa de la identidad y de la tradición europea: El Estado no es neutro. Tiene la obligación de defender nuestro patrimonio y nuestra identidad cultural. En España y en toda la UE, la historia demuestra que nuestra identidad se ha forjado frente al Islam y contra el Islam. Los valores de Europa son valores opuestos a los defendidos por el fundamentalismo y el yihadismo. El Estado debe defender esta tradición.

11. Cordón sanitario ante los Estados Islámicos en los Balcanes: La política de los EEUU ha permitido la aparición en Europa de entes islámicos (Kósovo, Bosnia, Albania, Macedonia) que forman el “corredor turco de los Balcanes”, zona de tránsito de droga, teatro de bandas de delincuentes y de contaminación yihadista. Esta es la no–Europa. No tiene lugar en la UE.

12. Política exterior de neutralidad vigilante en Oriente Medio: Nuestro país y la UE deben permanecer neutrales ante el conflicto, instando a las partes a la negociación para resolver los conflictos planteados y tutelando la seguridad de las comunidades cristianas en aquellos países.

13. Retirada de los contingentes militares españoles en países islámicos: Los contingentes militares españoles destacados en los teatros de operaciones de Oriente Medio deben ser repatriados. Nada esencial para nuestra defensa nacional se juega en esos países y la tarea de interposición entre las partes debe de realizarse mediante medios diplomáticos.

14. Reducir al mínimo la presencia del islamismo fundamentalista en Europa: mientras la amenaza yihadista no sea conjurada en todo el Viejo Continente,  resulta imposible considerar al fundamentalismo islamista como una religión entre cualquier otra, por tanto, deben arbitrarse todos los medios para reducir la presencia de islamistas en el continente, en beneficio de otros grupos menos conflictivos.

15. Control activo sobre los flujos migratorios: la actuación del yihadismo en Europa es uno de los “daños colaterales” generados por la inmigración masiva y descontrolada, permitida en los últimos 20 años por los gobiernos de la UE. La imposibilidad para integrar a estos flujos, los trastornos generados en el mercado laboral, afirman la necesidad de cortar las políticas de integración en beneficio de las de contención.

Llamamos a todos los partidos a incorporar estos puntos en el contexto de un programa de contención y prudencia ante el islamismo radical y la sospecha de yihadismo.

Llamamos a la asistencia a las manifestaciones convocadas que expresen la protesta y el sentir de los ciudadanos ante la ofensiva del islamismo radical y ante la dejadez, las políticas del avestruz y la islamofilia de los grupos que nos han llevado hasta donde estamos.