viernes, 12 de junio de 2020

DUALIDADES SIMBÓLICAS EN LA MASONERÍA (I) - LA PLOMADA Y EL NIVEL


Este artículo fue escrito en 1993. Debía formar parte de un libro que jamás terminé, dedicado a la “dualidad”, esto es al mundo que conocemos. Recopilé unas cuarenta parejas de símbolos complementarios, opuestos o, de alguna manera, vinculados en pares. Una parte de estos símbolos tenían que ver con el simbolismo masónico. Años después, tras abandonar el proyecto, esa parte, al refundí en un solo archivo y lo subí a la web Disidencias (la primera que tuve), en 1997 o 98. Me sorprendió que varias webs masónicas, desde entonces, hayan ido reproduciendo estos artículos y que, algunos, incluso, lo hayan reproducido como “documento masónico”, por supuesto sin indicar origen ni autor, y a veces, firmándolo con su propio nombre. Quiero aclarar que, no solamente no soy masón, sino que nunca lo he sido, nunca he tenido la tentación de serlo -a pesar de tener varios amigos que si lo son- y que estoy convencido de que la masonería es una fuerza disolvente del mundo tradicional, y lejos de ser la prolongación del gremio de constructores de catedrales, es, más bien, su inversión. Repasando estos artículos, me he dado cuenta que falta una dualidad que añadiré al final de la serie. Casi era la más evidente, es la que está en las puertas de toda logia masónica: las columnas Jakim y Boaz (Franco, “el anterior jefe del Estado”, al elegir un seudónimo para una obra antimasónica escrita por él, adoptó el de “Jakim Boor”, obviamente inspirado en esto).

I
La Plomada y el Nivel

Mientras la Plomada es el emblema del Seg.·. Vig.·. (Segundo Vigilante), el Nivel está asociado al Prim.·. Vig.·. (Primer Vigilante) o Vicepresidente de la Logia. La utilización de ambos instrumentos en albañilería es perfectamente opuesta entre sí: la Plomada sirve para trazar planos perpendiculares; el Nivel busca afirmar la horizontalidad.

Ambos elementos se empezaron a utilizar en la construcción de las pirámides egipcias. En su versión antigua consistía en un bastidor de madera parecido a una A, un ángulo de lados iguales y desde cuyo vértice que apuntaba hacia arriba pendía una plomada; una marca situada en el travesaño horizontal señalaba la verticalidad y debía coincidir con la plomada. Hoy, en albañilería este instrumento es completamente diferente, y ha sido sustituido por el llamado nivel de burbuja, pero permanece como símbolo de las hermandades de constructores (el «compagnonage»), y de la Masonería especulativa.

Algunos han querido ver en el diseño de este instrumento una esquematización del Azufre, elemento químico equivalente al alma humana. En cierta forma el Nivel se utiliza para fundamentar bien la construcción ulterior sobre un firme completamente horizontal; de la perfección de este instrumento originario dependerá la solidez de todo el conjunto. En ese sentido es, efectivamente, similar al alma, parte originaria del ser humano cuyo desarrollo y afirmación se pretende. Puede pensarse hasta qué punto resulta absurdo el que algunas Logias Masónicas hayan sustituido este instrumento por el nivel de burbuja, carente de cualquier simbolismo.

En los primeros Grados de la Masonería se considera muy importantes estos dos instrumentos que llegan incluso a simbolizar los dos primeros grados de Iniciación: así, el paso de la Plomada al Nivel comporta el paso del grado de Apr.·. (Aprendiz) al de Comp.·. (Compañero), el primero y segundo de la jerarquía Masónica. El primero es un Grado que comporta reflexión interior, aprendizaje y sumisión al maestro de la Logia; el Masón se convierte así en sujeto pasivo que recibe enseñanza y empieza a ser desbastado de su ignorancia. El segundo, por el contrario, es un Grado activo y expansivo: los conocimientos adquiridos en el primer nivel de Iniciación le permiten caminar por sí mismo en su interioridad. Pero nada de todo ello sería posible, si las bases de este trabajo no estuvieran sólidamente asentadas sobre un terreno bien equilibrado y horizontal; nada de todo ello, en definitiva, sería posible sin saber utilizar el Nivel.

En el plano moral, aquel en el que tan frecuentemente permanecen los masones actuales, el Nivel es tomado en su acepción ético—social como el referente de la igualdad, la vida en común y la ausencia de autoritarismo; en otras palabras, como el instrumento paradigmático del segundo término de la trilogía ideológica de la Masonería: «Igualdad».

Resulta difícil comprender, en cualquier caso, la relación entre la «Igualdad» Masónica y el complicado sistema jerarquizado en extremo que preside la organización interna de las Logias: en efecto, la igualdad es la antítesis de la jerarquía. Esta, por el contrario, es una de las acepciones simbólicas de la Plomada.

En tanto desciende verticalmente, supone distintos escalones de aptitud y preparación, la Plomada es superior a lo que mide; la tierra y su ley de la gravedad, atrayendo al plomo que pende del límite del hilo, dramatiza así la condición humana atraída por el elemento tierra. Indica también una dirección descendente y de caída que debe ser invertida mediante el uso del Nivel con el cual, como hemos dicho, se prepara la superficie sobre la que se asentaba el edificio construido ulteriormente.

Pero la Plomada tiene también un sentido superior. Al descender del aire a la tierra, lo que hace es poner en contacto dos órdenes de realidad: un polo celeste y un polo terrenal. Diversos símbolos son los que disponen de esta característica axial propia de comunicadores entre el cielo y la tierra. También indica una cierta correspondencia entre lo alto y lo bajo, entre las realizaciones trascendentes y lo contingente, entre el mundo del ser y el del devenir. Lo que va de uno a otro extremo de la Plomada es lo que va del principio metafísico a la manifestación de este principio en la actividad cotidiana; resume así perfectamente el concepto Masónico de cosmos.

Fue así como estos instrumentos que proceden de nuestro pasado más remoto y ancestral, rebasaron su modesto cometido de simples útiles de trabajo y sugirieron a los artífices que construyeron nuestras más hermosas catedrales, toda una serie de correlaciones simbólicas que iluminaron su existencia y contestaron a sus porqués. !Cómo no sentir añoranza de un tiempo en el que las herramientas hablaban a los hombres con el lenguaje de la metafísica!