El 17 de agosto de 2017 no lo
recordaré por ser el 40º aniversario de mi matrimonio, ni siguiera porque fuera
el 72º aniversario de la publicación de Rebelión
en la Granja de George Orwell, sino porque fue el día en que empezó en
España la guerra civil etno–religiosa en mi patria. El 17 de agosto lo
recordaré mientras viva porque en esas Ramblas en las que habré paseado en
miles de ocasiones y a las que he dedicado decenas de folios y algún libro, fueron
asesinadas 13 personas y otras 100 resultaron heridas. Aquel kilómetro de
Ciudad Condal en la que hasta no hace mucho uno podía ver auténticas librerías
al aire libre (kioscos hoy convertidos en tiendas de gadgets para turistas),
comprar animales de compañía (la Rahola prohibió que se vendieran), floristerías
(hoy a título residual entre manteros y más y más y muchos más puestos de
gadgets para turistas), lo vimos en fotos de nunca hubiéramos querido ver
convertido en un sembrado de cadáveres.
UN ATENTADO “CANTADO”
Todo lo que ocurrió ayer pudo
haberse evitado. Estaba cantado que en Barcelona, de un momento a otro, iba a
producirse un atentado yihadista y que sería en el centro. Un mes antes lo
había pronosticado en la conferencia sobre ¿Qué es el yihadismo? Que di en la
sede de E2000 en Valencia. “Será pronto y será en Barcelona”. ¿Qué porqué pude
ejercer de Casandra con tanta precisión? Es simple:
1) Por que en Cataluña se
encuentra la mayor acumulación de islamistas radicales de todo el Estado.
2) Porque en Cataluña hay un
millón de islamistas y entre 600 y 800 entre mezquitas y “puntos de oración”.
3) Porque Cataluña es la zona más
indefensa de España donde ni hay ejército, ni hay fuerza armada capaz de
afrontar una ofensiva terrorista en regla.
4) Porque Cataluña es el eslabón
más débil de toda Europa a causa del “proceso soberanista” y de la incapacidad
de la Generalitat para entender el problema yihadista.
Por todo eso, el contagio
yihadista en España debería pasar por Cataluña. Y, finalmente, porque eso que
se llama “Autonomía Catalana” es un “centro” (Barcelona) y una periferia
multiforme (el resto de Cataluña). Si iban a golpear, iban a hacerlo en la
capital (Barcelona) o en zonas con un altísimo porcentaje islamista (costa de
Tarragona).
UN ATENTADO QUE PODÍA HABERSE PREVISTO
Digo que “podía haberse evitado”.
Y también por varios motivos, algunos próximos y otros lejanos:
1) Podía haberse evitado si la
inmigración que llegó a España desde 1996 hubiera sido controlada y ordenada
(en cambio fue salvaje, caótica y desordenada,
2) Podía haberse evitado si en
esa misma fecha Jordi Pujol no hubiera orientado hacia Cataluña un flujo masivo
de inmigración magrebí, evitando al máximo la llegada de hispano–parlantes
iberoamericanos.
3) Podía haberse evitado si desde
la época de los tripartitos hubiera quedado algo en Cataluña de principio de
autoridad, pero la única obsesión era, primero “el nou estatut”, luego “el
procés”, más tarde el “referéndum” del 9–N y, finalmente, el 1–O.
4) Podía haberse evitado si las
autoridades de la Generalitat no hubieran aludido constantemente a una ficción
inexistente: “el islam catalá” que creían que podía desequilibrar a su favor el
“proceso soberanista” aportando un millón de votos de la inmigración. El Islam
es universal y la lengua sagrada no es el catalán sino el árabe en el que fue
escrito el Corán. Olvidarlo constituye el “error fatal” de la Generalitat que
solo ha cosechado la sonrisa falsa de las instituciones musulmanas
beneficiarias de los subsidios y subvenciones.
5) Podía haberse evitado si desde
2002 hasta 2010, las autoridades de interior no hubieran sido tan optimistas en
la desarticulación de grupos islamistas que hasta entonces no se había
propuesto seriamente atentar, sino que enviaban ayuda a yihadistas de
Palestina, Iraq o Afganistán. El “nuevo yihadismo” es otra cosa (y remitimos a nuestra
obra Conocer
el Yihadismo para entenderlo) y los medios convencionales, o el “amigo
americano”, no están en condiciones de aportar información de inteligencia
sobre las células yihadistas por la naturaleza compulsiva misma de esta forma
de terrorismo.
De estas cinco razones, solamente
la última resulta algo difusa: en efecto, no puede evitarse que cuatro locos
ansiosos por conocer las mieles del paraíso de Alá, preparen, sin contacto con
nadie, un atentado criminal… Pero las otras cinco razones están ahí para quien
quiera entenderlas. Y, claro, si el ayuntamiento de BCN o la consejería de
interior hubieran colocado los bolardos, tal como recomendó en su momento el
Ministerio del Interior, se hubiera impedido, al menos, que la furgoneta
asesina hubiera realizado su macabro recorrido zigzagueante de ¡¡¡600 metros!!!
¿QUÉ SUCEDIÓ EL 17 DE AGOSTO?
Sea como fuere en pocas horas se
han sucedido momentos de gran tensión en Cataluña:
1) La explosión de Alcanar
(última población catalana en la misma “frontera” con el Reino de Valencia).
Una explosión en la noche del jueves, a las 23:17 causó un muerto y siete
heridos. Allí se encontraban una veintena de personas manipulando bombonas de
butano y propano. Era evidente que estaban tratando de fabricar una bomba y que
algo falló.
2) El atropello masivo de las
Ramblas que ha causado 13 muertos y un centenar de heridos realizado por una
furgoneta que pudo recorrer inexplicablemente 600 metros del paseo más vigilado
de la Ciudad Condal desde la Plaza de Cataluña hasta el Liceo, una zona –aparentemente–
vigilada por mozos de escuadra armados y que tiene a 50 metros una comisaría de
la Guardia Urbana. Los asesinos ¡¡pudieron huir a pie!! a través de una, el
Raval, en el que la tasa de población islamista está próxima al 50%.
3) El extraño incidente ocurrido
en la Diagonal en la que un coche se saltó un control, hirió a un agente y fue
muerto, sin que hasta el momento haya logrado encontrarse una relación entre el
episodio y el atentado.
4) La detención de dos
individuos, de origen magrebí, al parecer vinculados con el alquiler de las dos
furgonetas y con la explosión de Alcanar y presentados a última hora de la
tarde como relacionados de alguna manera a los atentados.
5) Atentado a la 1:00 de la
madrugada en Cambrils con furgoneta intentado arrollar, siendo abatidos cinco
terroristas, según se ha dicho, que llevaban encima cinturones explosivos.
LAS CONSECUENCIAS DE LOS SUCESOS DEL 17 DE AGOSTO
Si esto es lo que ha ocurrido y
los motivos por los que ha ocurrido, vale la pena ahora preguntarse por las
consecuencias:
1) El terrorismo yihadista se ha instalado en España después de una
década de cese del terrorismo etarra. A los matarifes nacionalistas les suceden
los fanáticos religiosos propensos al asesinato low–cost. Porque este
terrorismo está directamente unido –por mucho que se quiera ignorar o pasar de
puntillas– a las creencias de la comunidad islámica sobre la “guerra santa”
como pilar de su fe. El “nuevo yihadismo” ya está aquí y actuará justo en las
zonas de mayor concentración de población islamista. Es inevitable. Combatirlo
eficazmente implica necesariamente que cualquier islamista es sospechoso de
poder derivar en algún momento de su vida hacia el yihadismo. Recomendamos para
comprender esta problemática (“no todos los islamistas son yihadistas, pero sí
que todos los yihadistas son islamistas”) la lectura de Conocer
el yihadismo. Dudamos mucho que la Generalitat de Catalunya o el Estado
Español (e incluso la Unión Europea) acepten este razonamiento tan simple y que
cualquier conocedor mínimo de lo que es la inteligencia antiterrorista, no dudará.
Cataluña, España, Europa necesitan los casi 50 millones de islamistas que el
neoliberalismo ha traído al Viejo Continente para “ganar competitividad” y
lograr que los niveles salariales se contraigan por la ley de la oferta y la
demanda. Así que Europa deberá elegir entre reducir a menos de la mitad esta
cifra o bien arriesgarse a una situación de inestabilidad terrorista permanente
y pérdida de identidad cultural, que finalmente contribuirá a hundir más su
economía y generar más problemas sociales.
2) El terrorismo yihadista ha hecho pasar a segundo plano, bruscamente, la
tensión sobre el proceso independentista y va a ser difícil que recupere
actualidad. Las negligencias (especialmente en el tema de los bolardos) van
a salpicar a la consejería de interior y al ayuntamiento de Barcelona. No se
puede olvidar lo dicho al principio: las legiones de magrebíes fueron traídas
directa y deliberadamente por Jordi Pujol, quien destacó en Marruecos como “embajador”
a uno de los personajes más nefastos de la política catalana: Angel Colom. A él
y a Carod Rovira de deben las divagaciones ignorantes sobre la existencia del “islam
catalán” y sus posibilidades de apoyar el “procés soberanista”. Sin olvidar que
la eficacia de los mozos de escuadra no ha sido la que cabría esperar: y todavía
falta saber cuántos estaban de guardia en las Ramblas cuando ocurrió el
atentado y porqué no consiguieron detener a una furgoneta que fue arrasando implacablemente
durante 600 metros. Así mismo, es evidente que el gobierno de Puigdemont ha
sido tomado a contrapié por este atentado, cuando estaba completamente volcado
sobre la que debería ser última parte del largo proceso independentista. A
partir de ahora el problema que se le plantea es: ¿Cataluña es lo
suficientemente fuerte como para afrontar una ofensiva yihadista como “Estado
independiente”? La respuesta es, simplemente, no.
3) El turismo va a experimentar una merma: la inmensa mayoría de las
víctimas y de los heridos parecen ser turistas y el atentado ha tenido un
relieve excepcional en la prensa extranjera. Veremos si Barcelona se recupera
del batacazo económico que va a suponer este atentado (y los que,
inevitablemente, seguirán). Lo que esto significa para Barcelona es dramático
porque la ciudad no tiene otra forma de subsistir en este momento más que el
turismo: el sector inmobiliario se apoya en el turismo, el sector hostelero
(que ha realizado últimamente inversiones multimillonarias comprando palacios
del Ensanche para ofrecerlos como “apartamentos turísticos” en Internet) el
único en el que invierte en Cataluña la alta burguesía regional, los cientos de
miles de inmigrantes que viven en BCN dedicados a actividades relacionados con
la hostelería y corren el riesgo de perder sus puestos de trabajo, aumentando
las bolsas de descontento, ofrecen un panorama sombrío, especialmente, porque
éste no ha sido un atentado “único y excepcional”, sino que, verosímilmente, va
a ser el punto de partida para una guerra civil etno–religiosa en Cataluña,
eslabón más débil de toda Europa y donde hay una mayor concentración de islamistas.
4) La Comunidad Islámica de España ha demostrado cuál es su posición: la
ambigüedad. En el comunicado emitido puede leerse: “Ante este hecho criminal, la Comisión
Islámica de España reitera su pleno compromiso en la lucha CONTRA CUALQUIER
TIPO DE TERRORISMO, y espera que los responsables de estos atentados puedan ser
detenidos y llevados ante la justicia cuanto antes”, sin
mencionar que se trata de un atentado yihadista y recurriendo a una calculaba ambigüedad.
Cualquier diagnóstico sobre el nuevo terrorismo que no registre el hecho
esencial de que sus protagonistas son islamistas de aluvión, con una visión muy
general, primitiva y básica del islam, que creen que “inmolándose” renacerán en
un entorno paradisíaco y sensualista, imposibilita para adoptar medidas
coherentes y eficaces. Estas son: limitaciones a la predicación de ciertos
temas propios del islam (la guerra santa), control sobre las mezquitas y sobre
los imanes, consideración del islam como un conjunto de creencias diferentes a
cualquier otra religión y, por tanto, con necesidad de un estatuto especial
(nadie de ninguna religión, en ningún lugar del mundo mata por su fe), censura
de algunos fragmentos del Corán, obligatoriedad de enseñar en las mezquitas y
escuelas coránicas que lo dicho sobre la “guerra santa” es “simbólico” y que el
yihadista muerto no recibirá “siete palacios de jade cada uno con siete harenes
de setenta y siete huríes y vivirá en estado de erección permanente con treinta
y tres años eternamente”…
LA HORA DE LAS
CONCLUSIONES
1) En 1909 tuvo lugar en Cataluña la llamada “semana trágica”: hoy se
repiten las mismas consecuencias. Estalló en un momento en el que el
nacionalismo aspiraba a un programa de máximos. Sin embargo, aquellos
incidentes demostraron a la alta burguesía catalana que la clase obrera
instalada en la periferia de Barcelona y en las cuencas industriales podía
poner en peligro su proyecto. Y lo que era todavía peor, que debían recurrir al
ejército español para poder salvaguardar sus intereses de clase. Dieron marcha
atrás. Algo más de cien años se repite la misma situación: ya no hay clase
obrera y no hay sindicatos dignos de tal nombre, pero hay casi dos millones de
inmigrantes instalados en Cataluña que, al menos en lo que a islamistas se
refiere, no están dispuestos a integrarse sino es bajo sus condiciones. Siempre
hemos dicho que la independencia de Cataluña es imposible por muchos motivos,
pero uno de ellos –sin duda el más importante después del rechazo de la UE a
estas aventuras– es que una Cataluña independiente, con una tasa de natalidad
bajo mínimos, tendría en el islamismo inintegrable a su sector más activo y
combativo, dispuesto a hacer triunfar sus principios, y a integrar antes al “nou
Estat” en la Liga Árabe que en la Unión Europea. Porque, y esto es lo que la
Generalitat se niega a admitir: el islamismo es inintegrable como se ha
demostrado ampliamente en toda Europa.
2) Los Mozos de escuadra son una encomiable fuerza policial… pero
quienes los integran tienen mentalidad funcionarial, no policial. Para coger
un arma y disparar contra un delincuente o un terrorista hace falta estar hecho
de una pasta que no se amasa, ni fermenta, ni madura en la escuela de policía
catalana (el Institut de Seguretat Pública de Catalunya). A partir del último
relevo en la institución, se ha acentuado el control político sobre este cuerpo…
lo que no es la mejor garantía para su eficacia. Sin olvidar que durante el
tiempo del tripartito, la institución estuvo bajo el control de Joan Saura
(ICV) más preocupado porque los Mossos “respetaran los derechos humanos” en las
comisarías, que por su eficacia policial.
3) A esto se une otro problema: en Cataluña “la autoridad” es algo que
ya ni sabe lo que es. A fuerza de desafiar la Generalitat al Estado con el
tema independentista, cada ciudadano entiende que puede hacer lo que le dé la
gana a despecho de cualquier ley. No es por casualidad que Cataluña entera esté
cubierta de manteros en los últimos veinte años, por mucho que esta actividad
lesione a lo queda de pequeño comercio. No es por casualidad que los narcopisos
hayan terminado de ahogar cualquier intento de dignificar el Raval. No es por
casualidad que en torno a las Ramblas haya 200 “clubs de cannabis”. No es por
casualidad que Barcelona sea el centro de los okupas europeos. No es por
casualidad que banbadas de turistas borrachos hagan su ley en las zonas
costeras y no solo en la Barceloneta. No es por casualidad que la primera tarea
de las policías locales y de los mismos mozos de escuadra sea poner multas de
tráfico. Y así sucesivamente.
4) No es que en el resto de España vayan mejor las cosas, es que en
Cataluña es, de todo el Estado, en donde la sociedad está más descoyuntada, más
atomizada, el poder político es más difuso (el PP en el Estado, la
Generalitat en manos de nacionalistas, el ayuntamiento en manos de ineptos
seudopodemitas, sin olvidar, claro está, los “consejos comarcales” y, menos
mal, que nadie se acuerda de las “veguerías” a las que incluso ERC parece haber
renunciado…). Quizás como resaca del franquismo, el caso es que desde hace
décadas cualquier referencia a la “autoridad” y a su ejercicio goza de mala
prensa en Cataluña en donde se ha instalado el “hago lo que me da la gana”.
5) La LOGSE, para colmo, ha terminado de liquidar la posibilidad de que
las nuevas generaciones tuvieran capacidad crítica, formación cultural,
preparación. Sí, la LOGSE no es una originalidad catalana, sino el concurso
de la ineptitud socialista para confeccionar leyes de educación y la pasividad
del PP en la materia. Y, además, en Cataluña a la malhadada LOGSE se unen las
originalidades nacionalistas que se enseñan en las escuelas, hijas sin
excepción de una interpretación nacionalista de la historia que genera entre
carcajadas y tristeza al escucharse sus “hitos”.
6) Cataluña no tiene remedio en una España que no va mejor. De hecho,
si hoy Cataluña sigue siendo España es precisamente por esa comunidad de
desgracias, de limitaciones y de adversidades. Los atentados del 17 de
agosto e incluso el hecho de que todo empezara en Alcanar, en la frontera entre
Cataluña y Valencia y no muy lejos de Aragón, es casi simbólico. Los
terroristas igual podían hacer recorrido los 150 que les separaban de Valencia
que los 150 que les separaban de Barcelona. Si optaron por ir hacia el norte
es, simplemente, porque ahí hay más islamistas y es donde su acción podía tener
más impacto. Y Cataluña no tiene ya ni vitalidad, ni sus autoridades prestigio
ni fuerza moral, para afrontar este terrorismo como merece.
¿La conclusión? La que no hubiera
querido nunca: “Preparaos para lo que se
avecina. Esto no ha hecho más que comenzar? ¿El independentismo? No, colegas, la
hora en la que se creaban naciones como churros ya ha pasado; el verdadero
problema es el yihadismo”