viernes, 1 de febrero de 2013

Relativizando a Bárcenas. Situando la corrupción.


Info-krisis.- El Caso Bárcenas parece dar la sensación de que finalmente se dado con el núcleo duro de la corrupción en el PP. Por fin, se tiene la constancia de que un presidente del gobierno cobra en “B”. Así pues, el PP es -se nos dice- un partido de corruptos… No vamos a ser nosotros quienes vamos a negar esta afirmación. Pero es bueno que las hojas nos dejen ver el bosque. En efecto, el problema no es si el PP ha sido pillado en falta (como hace veinte años el caso Malesa, Filesa y Time Export demostró que también el PSOE utilizaba canales ilegales de financiación o que el GAL había pasado de ser una iniciativa para acabar con ETA a un intento –triunfal, por lo demás- de saquear los fondos reservados del ministerio del interior) sino reconocer que la corrupción abarca a todas las instituciones, a todos los partidos y a todas las autoridades de la nación. Y es que, aquí, compañeros, aquí no se salva ni dios. Y todo lo que sea protestar ante Génova, pero no hacerlo ante Ferraz o ante la sede catalana de CiU, y, por supuesto, ante las sedes de los sindicatos, ante el Palacio Real o ante el congreso de los diputados o frente al senado, todo lo que no sea eso, es no ver el bosque de la corrupción y maravillarnos solamente con el negro oscuro de las hojas.

¿Qué ha pasado en los últimos meses en España? Ha pasado que el PP se equivocó cargando contra CiU desvelando algunos de entre sus más sórdidos casos de corrupción para inducirle a que desactivara su plan independentista. 

Es evidente que CiU apenas podía hacer gran cosa ante esta embestida, sino prepararse para lo peor, ser consciente de que el gran beneficiado sería ERC y Ciudatans y repetir por activa y por pasiva aquello de que todo se trataba de un “ataque contra Cataluña”. El “servicio de información” de los Mossos d’Esquadra no daba para mucho más, así que CiU no pudo por menos que espolear a su inquilino (los Pujol, como se sabe, compraron el edificio en el que está la sede de PRISA hace unos años) para que desencadenada la ofensiva contra el PP. De ahí que en pocas semanas el caso Bárcenas haya pasado a primera plana.

Y, luego, naturalmente, estaba el PSOE que seguía con cadáveres en el armario. Como todas las fundaciones la del PSOE, "Ideas", que había surgido de la fusión de otra cuatro entidades menores, era la que peor olía. Así que era fácil revisar superficialmente sus cuentas y encontrar también aquí falta y pecado. Un par de “golfos”, Carlos Mulas y señora, pagaron el pato no siendo más culpables que cualquier otro.

En Barcelona se cuenta una historia. Hace un par de décadas, uno de los dirigentes del PP de la época, un tal Lacalle, fue también “pillado en falta”. Al parecer le habían entregado un dinero a modo de subvención para el PP, que él, a su vez, no había entregado al partido… Vidal-Quadras, ironizando, vino a decir que sí, que eso lo hacía todo el mundo, pero que a Lacalle lo habían pillado. Y tenía toda la razón: aquí, vale la pena que no lo olvidemos, se lo lleva crudo toda la clase política, lo que ocurre es que algunos, por su imprudencia, por su mala cabeza, por sus limitaciones o, simplemente, por su estupidez y descaro, los pillan de marrón. En especial a los que se creen impunes: son los Bárcenas, los Urdangarín, los Mulas…

El régimen político español está basado en lo que durante la guerra fría se llamó “destrucción mutua asegurada” que se basa en aquello de “yo no te acuso para que tu no me acuses, porque si tú me acusas a mí y yo te acuso a ti, ninguno de los dos sobrevivimos. Así que mejor guardar las acusaciones en el cajón de los dossiers: tu sabes que yo los tengo y yo sé que tu los tienes y nos callamos para garantizar que seguiremos medrando por los siglos de los siglos”. No sé si he logrado transmitir el contenido la “ley de hierro” del régimen nacido en 1978.

Lo que ha ocurrido es que el PP quiso abrir un “frente parcial” contra CiU (en un intento de desactivar su independentismo), olvidando que no existe “clase política catalana corrupta”, solamente, sino que ésta forma parte de una “clase político-mediática corrupta y corruptora”.

Bárcenas existen muchos. No solo en el PP sino hasta en el último partido que goce del favor mediático. El problema no es si ha repartido sobres a mansalva –que seguro que los ha repartido- sino de dónde vino ese dinero. Es fácil intuirlo: de industriales, empresarios y especuladores que querían acceder a contratos públicos o a información privilegiada. Para poder hacerlo, hay que realizar anticipos como signo de buena voluntad. Lo hacen todos lo que tocan poder. ¿O es que pensáis que todos esos miles de millones de euros dados graciosamente a las ONGs y a las asociaciones más absurdas se dan gratuitamente? ¿Es que ignoráis que conllevan una contrapartida en comisiones (yo te doy tanto y tu me das la comisión de cuanto)? ¿Es que ignoráis que en los préstamos internacionales al desarrollo, TODAS, ABSOLUTAMENTE TODAS las partes que participan en la negociación reciben su comisión que nunca es más baja de un 5%? ¿Por qué creéis que todos los presidentes del gobierno y todos los que han ostentado algún cargo en el que se han distribuido subsidios y subvenciones abandonan el cargo “calzados y bien calzados”? Y, la pregunta del millón ¿por qué los medios de comunicación no aluden a nada de todo esto?

Esto se evitaría mediante una “ley de financiación de partidos” que apenas costaría un par de días de debate en el parlamento y media hora de votación en el senado. Es obvio porqué los partidos no quieren saber nada de este tema.

Pero aún hay más: la mayor corrupción no es esta sino que, además, se emplee dinero público en la financiación de entidades de derecho privado como son partidos y sindicatos.

Hace falta movilizarse contra la corrupción, aquí y ahora, ya, pero hace falta tener en cuenta que allí donde hay un partido mayoritario allí hay una banda de corruptos. Hace falta, sobre todo, no olvidar que nos encontramos en una etapa de crisis política (de fin de régimen) en la que la corrupción se ha enseñoreado de todo el sistema, de arriba (desde la monarquía) hasta abajo (los ayuntamientos). El régimen de 1978, régimen de la corrupción, agoniza. No cometamos el error de ignorar el por qué: por haber incubado durante tres décadas corrupción y por haberlo negado por activa y por pasiva con argumentos como “los políticos corruptos son una excepción”, “la clase política, en general, es honesta”, zarandajas que ya no sirven.

© Ernesto Milá – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com