viernes, 3 de agosto de 2012

Ganar tiempo… y detener a un moro


Info-krisis.- Las declaraciones del responsable del Banco Central Europeo fueron decepcionantes para los intereses franceses e italianos. Puede haber rescate… si hay “mas reformas”. Dicho de otra manera: si España pide ser rescatada (lo que implicaría que la máquina de hacer billetes en manos de Draghi deberá imprimir 300.000 millones de euros, un tercio de un billón) deberá acceder a realizar más reformas: un brutal aligeramiento de la administración, ya sea por vía de los despidos masivos o de la liquidación de organismos burocráticos, descenso de las pensiones, liquidación de los últimos bienes en manos del Estado, etc. Rajoy no puede acceder a esto, porque eso significaría inmediatamente el hundimiento electoral de su partido (que ya ha decepcionado a un 9% de los que le votaron hace 9 meses) y la convocatoria inmediata de elecciones anticipadas para evitar males mayores. Y ni siquiera está claro que con el “rescate” se soluciones algo: ¿se ha solucionado algo en Grecia en donde el primer rescate implicó la inevitabilidad de un segundo y una merma radical en las condiciones de vida de los griegos? Y eso que en Grecia no hay nada parecido al Estado de las autonomías (que incluso allí tendría mucha más lógica que aquí pues no en vano la Grecia clásica no tenía forma de Estado-Nación sino de Ciudades libres). Podemos imaginar lo que el “rescate” representará para España. Y porqué Rajoy se verá obligado a dimitir en caso de recurrir a esta opción (a la que, antes o después, será necesario demandar) sino porque la contracción de los recursos de la administración será tan brutal que Rajoy perderá apoyos internos (ante la imposibilidad de satisfacer a todas las redes clientelares del PP, que, por cierto, no son menores que las del PSOE).


Rescate implica, pues, convocatoria de elecciones anticipadas. En noviembre del año pasado, cuando los españoles acudimos a votar, era impensable que se repitiera el “error ZP”, todos pensamos que era imposible que las urnas dieran como vencedor a alguien con menos solvencia intelectual y política que Zapatero. A fin de cuentas, decíamos, ZP era una tipo con baraka que estaba en el momento que tenía que estar en el lugar adecuado: el congreso extraordinario del PSOE de 2000. En aquel momento, le bastó con poner cara como si escuchara lo que Maragall le decía (aquella zarandaja del “federalismo asimétrico”) para que los votos del PSC, poco proclives para votar a las otras dos candidaturas (la de Bono y la de los guerristas) se decantaran por la de aquel tipo desconocido que llegaba de León con un programa cuyo primer punto era la defensa de los inmigrantes (que en aquel momento eran inexistentes en León…). Decíamos que era imposible que el que pronto fuera llamado “el peor presidente de la democracia española” fuera sustituido por alguien todavía peor. Pero, así ha sido.

El primer toque de atención fue durante la campaña electoral cuando en el curso de un mitin Rajoy explicó con una seriedad pasmosa que había que liberalizar el suelo para que el sector de la construcción remontara… demostrando por eso mismo, que ni siquiera había entendido que el responsable de nuestra miseria era precisamente la primera liberalización del suelo realizada por Aznar que dio lugar a la burbuja inmobiliaria… Y Rajoy lo que pretendía era ¡demostrar que el aznarismo había abierto una etapa de progreso que solamente la impreparación de ZP había llevado al traste! Así que de lo que se trataba era de hacer, punto por punto, lo que la hizo Aznar para recorrer un nuevo camino de gloriosas cifras macroeconómicas… A partir de ese día empezamos a pensar si Rajoy no era otro nuevo producto del marketing político pero que lo ignoraba todo sobre la crisis y, por tanto, no solamente no era el presidente adecuado, sino que era el más inadecuado de todos los candidatos posibles. Los hechos que han ocurrido en estos ocho últimos meses así lo han confirmado.

La gestión del gobierno en todos los terrenos está resultando decepcionante para todos los que le votaron. Los ministros de Rajoy están dando sobradas muestras de impericia. Ahí está Gallardón en su flamante cargo de ministro de justicia y proponiendo una reforma de ley del aborto que elimine el supuesto de malformación del feto y mantenga el supuesto de daños psicológicos para la madre… que es como extender certificados en blanco de que tener un hijo vuelve gilipollas, sin embargo, que el feto salga con dos cabezas es como si te hubiera tocado la lotería. Sí, ya sé que en estas cosas no se puede frivolizar pero la reforma propuesta del aborto, más que una frivolidad es, simplemente, una mala broma de un mal ministro. Y luego Ana Mato, aquella a cuyo marido le regalaron un Jaguar los de la trama Gürtel y ni siquiera preguntó en razón de que le habían obsequiado. Por supuesto Ana Mato no tiene ni idea de sanidad, el puesto que ocupa (tampoco las anteriores ministras del PSOE tenía idea del ramo así que…) y por eso ha accedido al medicamentazo y al copago farmacéutico alegando que algunos fármacos de la lista podían ser sustituidos por otros nuevos… y más caros. Mientras, la gente está muriendo por falta de asistencia sanitaria. El ministro de Defensa sin darse cuenta de que no hay dinero ni para comprar grasa para las cadenas de los blindados, pero no se le ocurre retirar las tropas que siguen en aventuras exteriores generadas por otros (y lo decimos por el contingente destacado en Afganistán). El Ministro de Haciendo creyendo que aun gobierna sobre las autonomías y el de Economía intentando convencernos de que tenemos opciones ante los mercados y que, tras el bache de 2012, tenemos un horizonte de recuperación. La de Trabajo, en la inopia, alude a que el repunte del empleo en los tres últimos meses es producto de las reformas… cuando todo el mundo sabe que el ciclo del empleo empieza en mayo y termina en septiembre. Y así sucesivamente…

No podemos señalar ni a un solo ministro que haya tenido un papel brillante o simplemente destacado en el nuevo gobierno. Los ministros, en general, son ilustres desconocidos, desbordados por la situación y que ni siquiera son capaces de reformar sus departamentos, entre otras cosas porque no tienen ni idea de cómo gestionarlos, ni siquiera conocen los sectores al frente de los que se les ha colocado y precisan legiones de asesores y jefes de prensa que les resuman lo que deben decir ante las cámaras…  Además, los ministros aparecen poco en los medios porque, éstos han comprobado que no interesan a la opinión pública y que cuando aparece uno de ellos en una entrevista, los espectadores cambian de canal como cuando hay publicidad.

De los informativos, solamente retenemos que estamos ante una crisis brutal que dista todavía de haber llegado a sus consecuencias últimas (estas se alcanzarán con posterioridad a que el gobierno pida el “rescate”, no antes) y, si nos fijamos en las palabras, veremos que tanto PP como PSOE juegan a la contra: se echan los trastos a la cabeza mutuamente para evitar confesar la triste y trágica realidad de este momento: que no hay salida, que ningún partido puede ofrecer una salida, precisamente porque los errores acumulados desde que se redactó la constitución en 1978, desde el “café para todos” que siguió, desde la negociación de Felipe para el ingreso en la UE, desde que Aznar creó su modelo económico suicida, desde que Zapatero lejos de rectificarlo lo siguió manteniendo hasta bien entrada la crisis, y desde que Rajoy en plena campaña electoral anunció el retorno imposible al “modelo Aznar”… todo eso lo estamos pagando ahora. El pozo es tan profundo que habría que hacer tabla rasa de todo lo que ha vivido este país desde 1978 para que pudiéramos tener posibilidades de alcanzar una mínima normalidad.

Y eso es imposible porque el sistema está bien asentado sobre cuatro cimientos:

1)      la corrupción de toda la clase política en todos los niveles administrativos, primer pegamento y armadura interior del sistema hecha de complicidades, intereses espúreos, plutocracia y degeneración moral;

2)      el sistema autonómico tan innecesario como inviable pero convertido en agravio comparativo de unos frente a otros (si Cataluña tiene estatuto y lo reforma, porqué no lo va a tener Valencia y no lo va reformar, y así sucesivamente) que ha fragmentado a la clase política nacional en clases políticas regionales ansiosas;

3)      la colusión entre poder político nacional, autonómico y local, y poder mediático que ha llevado a la existencia de tertulianos y medios amamantados desde el poder y voceros de los distintos sectores de poder y, consiguientemente, al desprestigio de los medios de comunicación y a la caída en picado de ventas; y, finalmente

4)      las redes clientelares constituidas por la “banda de los cuatro” (PP+PSOE+CiU+PNV) que han creado una tupida malla de intereses imposible de desmantelar en tanto que son transversales y abarcan poder mediático, poder político, poder autonómico, poder municipal, sociedad civil, sectores de la patronal, etc.

Así pues, las cosas están mal y, lo que es peor, son inamovibles porque la estructura de poder en España lo es. Así que, para el gobierno se trata simplemente de ganar tiempo, esperar que haya un milagro en la economía mundial (que EEUU, China, Alemania) tiren del carro, se generen más exportaciones y un nuevo período de bonanza reavive el turismo y la construcción. Nada más. Y entre tanto generar confianza, demostrar que el Gobierno lo tiene todo controlado e incluso que sabe lo que se está haciendo. Por ejemplo, detener a un moro, olvidando que gracias a Aznar y a Zapatero hay 7.000.000 de inmigrantes imposibles de acomodar en el mercado de trabajo.

Lo de detener al moro viene a cuento de los últimos tres detenidos (que ni siquiera son moros) a los que se les ha ocupado ¡100 gramos de explosivos! de los que se dice que hubieran servido para “volar un autobús”. Si dejamos aparte que en 12 años se han detenido en torno a 400 “terroristas islámicos” en España (no “en torno a 90” como han dicho los medios) y que todos sin excepción han sido absueltos de delito de terrorismo y liberados o condenados por delitos propios de delincuentes comunes, si dejamos aparte que el único atentado que se puede colocar en la nómina de los islamistas es el 11-M y que la versión oficial del crimen y la versión judicial dejan tantos huecos sin explicar como un gruyere hasta el punto de que puede afirmarse que aquellos atentados fueron cualquier cosa menos atentados islamistas, convendremos en lo extraño de que hayan sido detenidos centenares de “terroristas islámicos” en España… ¡pero no hayan logrado colocar ni un petardo en una sinagoga de provincias!

Ignoro de dónde habrán salido los últimos tres detenidos. El hecho de que se les haya intervenido un zulo (vacío) y 100 gramos de explosivos (veremos qué explosivos son y si es detergente o simplemente producto para cortar droga) y que hayan pasado por Pakistán (lugar de compra de heroína barata, por cierto), permite pensar que por enésima vez (el aznarismo era diestro en este arte) se han detenido a tres delincuentes comunes, se les ha presentado como “peligrosos terroristas islámicos”, a la espera de que dentro de unos meses sean puestos en libertad acusados de delitos menores. Pero el Estado habrá demostrado que “está en guardia”. Y el ministro del interior de turno podrá haber anunciado triunfal una nueva desarticulación en medio de una sociedad desarticulada por la crisis a la que ya le da igual quienes han sido los pringados detenidos y porqué el gobierno les vende humo con la aquiescencia de los medios de comunicación que deberían de contabilizar los cientos de moros que han ocupado titulares espectaculares en los últimos 12 años, tras los cuales no había más que bandas de chorizos. Este país no tiene remedio.

Se suele creer que una intervención de España por parte de la UE haría que llegaran los “hombres de negro” a nuestro país para poner orden en todo esto. No, eso es falso. Con más prudencia, en economías mucho más sólidas que la nuestra, las cosas no son excesivamente diferentes. Ni siquiera en Alemania luce el pelo: cuando aquí se aluden a los “mini-contratos” de los que se dice que “han tenido éxito en Alemania” se está, simplemente, mintiendo: no se ha tratado más que de una forma de ocultar paro estructural generado por la inviabilidad de la economía globalizada. En cuanto a las quiebras bancarias, aquí sabemos porque se han hundido las Cajas, pero ignoramos que si hoy Alemania está tan interesada en rescatar a la banca española es por los créditos que concedieron bancos alemanes para alimentar la burbuja inmobiliaria española… ¿Es que los bancos alemanes no percibieron que estaba creciendo una burbuja imposible de controlar? ¿Es que el organismo que regula la banca en Alemania no fue capaz de ver que se estaban dando créditos interbancarios a instituciones españolas imposibles de pagar? Así pues, en todas partes cuecen habas, y no existe preparación técnica dentro del sistema capitalista sino que todo se subordina a la búsqueda de beneficios rápidos sino inmediatos, sin que el mañana importe mucho.

Por otra parte, llevamos 30 años en los que no hay elementos nuevos. Digamos que desde la subida al poder de Felipe González el sistema entró en agonía. La corrupción despuntó entonces a menos de 100 días de haber llegado al poder cuando RUMASA fue estatizada para ser vendida a los amigos. A partir de entonces, el hambre atrasada con la que podía haber llegado la izquierda se sació en pocos años. Pero quisieron más. Y, los de la competencia, no iban a ser menos. Así se inició una enloquecida carrera en todas las fracciones de la “banda de los cuatro” a ver quien mostraba más y mejores cualidades para idear nuevas formas de corrupción. Y se creó una omertá entre todos los partidos políticos (y entre ellos y los medios de comunicación amamantados por ellos) que ha permitido incluso que aparezcan dinastías de corruptos.

Véase en Cataluña: Jordi Pujol, responsable del hundimiento del primer banco en democracia, de Banca Catalana, que eludió el procesamiento apelando a que atacándolo a él se atacaba a Cataluña, cuyo brazo derecho durante 25 años, Maciá Alavedra, y su brazo derecho durante el mismo tiempo, Lluís Plenafeta, están procesados por CORRUPTOS, ha abandonado la política, pero su hijo, l’Oriol, jefe del grupo parlamentario de CiU en Madrid se ha visto implicado como conseguidor en la misma trama del empresario aquel que denunció a Pepinho Blanco como corrupto. El Caso Campeón, sobre corrupción en la asignación de ITV en Cataluña, alcanza al hijo del ex president de la Generalitat. De casta le viene al galgo… O como decía la coplilla: “Bandita sea la rama que al tronco sale…”

Esto no lo liquidan los “hombres de negro” de la UE que, en el fondo, lo único que vendrán a buscar es que sus amos cobren las deudas. En Grecia, a decir verdad, han explotado a las clases medias, pero no han sabido, podido ni querido hacer nada contra la corrupción. Esto solamente lo liquida el colapso del sistema. Y nos equivocamos si pensamos que esto va a durar eternamente. Todo tiene un límite y antes o después se toca fondo. Cuando se permanece mucho rato en el fondo, lo normal es ahogarse. Es imposible plantear programas, reformas, ideas nuevas, correcciones de rumbo y procesos de rectificación en las actuales circunstancias, con una población sufridora pero indolente, con una clase política desprestigiada pero inamovible, con unos medios que muy pocos siguen pero que influyen, y con unas instituciones inservibles pero dotadas de poder e inmunes a las reformas. Las ideas nuevas en estas circunstancias rebotan como el agua no puede traspasar un impermeable. El sistema se ha dotado de un impermeable que repele cualquier lluvia llegada del exterior. Cualquier lluvia, pero no una tempestad con los elementos desencadenados. Eso es precisamente, la esperanza: que venga una tormenta que lo descoyunte todo y a partir de cero, con los paredones chorreando y los campos abonados con el detritus generado a partir de la constitución de 1978, dé nuevos frutos.

Y luego siempre está la posibilidad más razonable que es la que aconsejamos a todos los jóvenes menores de 50 años y la que hemos puesto en práctica con nuestros hijos: que se vayan de España. Esto no tiene remedio. Lo más razonable parece irse de aquí y dejar lo que queda de España a los siete millones de inmigrantes que han llegado en los últimos 15 años. Sí, la solución no es muy patriótica, pero os aseguro que, hoy, fuera de España, los españoles estamos mucho mejor que en nuestro propio país. Jóvenes suficientemente preparados que aquí apenas cobrarían 1.400 euros llegan a los 3.000 ó 4.500 en otros países europeos y americanos.

Nuevamente “españolear” es un verbo que se conjuga en el extranjero, porque aquí no hay más opción que apechugar con lo que hay. Y no me negaréis que ver como agoniza nuestro propio país, por culpa de nuestro pueblo, es demasiado desagradable como para poder aceptarlo sin más. Aquí ya estamos demasiado hartos de que la incapacidad del gobierno venga acompañada del enésimo miembro de Al Qaeda detenido. El último en irse que apague la luz, que, total, los inmigrantes que queden ya tienen el puente hecho para evitar pagarla…

© Ernesto Milá – infokrisis – Ernesto-mila-rodri@gmail.com