Info|krisis.- Existe una extraña entidad en el interior de
la Secretaría General de Inmigración y Emigración llamado Observatorio
Permanente de la Inmigración (OPI). Llama la atención de un “observatorio” no
observe, si bien desde George Orwell y su 1984 sabemos que “la verdad es la mentira y la mentira la verdad” (lema del
Ministerio de la Verdad de la novela) o que “nada
es lo que parece” o que, en definitiva, determinados organismos han sido
construidos solamente para mentir justificando sus alteraciones de la realidad
con el pobre argumento de que determinadas verdades podrían causar “alarma
social” y, lo que es mucho más importante, podrían espolear el apoyo del
electorado a opciones que desde hace años vienen alertando sobre el riesgo que
la inmigración masiva y descontrolada.
Todo esto viene a cuento de que el 1 de marzo
de 2012 el OPI explicó con una seriedad pasmosa que “El número de extranjeros residentes en España al
finalizar el año 2011 asciende a 5.251.094, según los últimos datos del Informe
Trimestral Extranjeros residentes en España. Principales Resultados”. Es decir que, oficialmente, estas son las cifras de
inmigración para un organismo oficial. Y sin embargo, son pura ficción, una
mentira absoluta, mentira estadística al fin y al cabo.
Lo sorprendente no era solamente eso, sino que en ese
mismo documento se añadía hecho público por el Ministerio de Empleo y Seguridad
Social, “refleja un incremento total de
324.486 residentes extranjeros, durante el año pasado”… ¿Cómo es posible
que en tiempos de crisis, cuando España está en las portadas de toda la prensa
mundial, un organismo gubernamental reconozca con una indiferencia pasmosa que
siguen llegan masivamente inmigrantes que, de hecho, son inexpulsables
simplemente por haber llegado hasta aquí y que en apenas dos años de residir
ilegalmente (mantenidos por quién) obtendrán su “regularización por arraigo”
teniendo en cuenta que en los años de llegada de más inmigración esta era
apenas el doble de la que llega ahora? La medida de lo que estas cifras suponen
para nuestro país lo da el hecho de que en Francia, Sarkozy, durante la campaña
electoral de las elecciones presidenciales de 2012, proponía que la entrada
anual de inmigrantes descendiera de 200.000 a 100.000 y Marina Le Pen de
200.000 a 10.000 y, siempre y cuando fueran necesarios para un mercado laboral
extraordinariamente más vigoroso que el español.
La verdad solo es una pero la mentira siempre encuentra
por muchos voceros. Estas cifras de la inmigración rondado los 5.000.000
aparece en estudios de todo tipo, incluso de los más sesudos, sobre la
inmigración: la conclusión que extrae la prensa es “se están yendo” (véase El
Mundo, 04.04.12, entre otras decenas de informaciones similares publicadas
en los tres últimos años…) con el corolario de que “dejan de ser un problema”. Y no es así, es justamente lo
contrario. El Estado sigue permitiendo que vayan llegando inmigrantes, no desde
luego los 600-650.000 que llegaban en los años 2004-2006, sino de manera algo
más ralentizada, pero nunca inferior a 325.000 al año tal como reconoce la OPI
en su estadística publicada en marzo…
Ahora bien, como en todo, hay oficinas “más serias” y
oficinas “menos serias”. La función de la OPI no es otra que tranquilizar a la
población propagando la idea de que “bueno,
no hay tanta inmigración como parece, y, por supuesto, no hay ningún problema”.
La OPI parece un negociado del
Ministerio de la Verdad orwelliano. Así pues, nada de “alarma social”, nada de
movilizaciones en defensa de lo autóctona ante una aparentemente inexistente
invasión, etc. Ahora bien, la experiencia dice que cuando exista una
contradicción entre las cifras aportadas por una estadística y lo que percibe
tu vista, haz caso a tus ojos… y si lo que percibes en vivo y en directo está
avalado, además, por alguna estadística, créetela, no por sí mismo, sino porque
confirma lo que tienes ante la vista.
Ya es significativo que, dando una de cal y otra de
arena, la OPI reconozca la llegada de 325.000 inmigrantes más en 2011, pero
mucho más significativo es que los datos publicados por el Instituto Nacional
de Estadística el 19 de abril de 2012, un avance del padrón municipal a 1 de
enero de 2012, las cifras sean un 25% distintas y al alza: según el INE existían
en ese momento 7.173.999 personas extranjeras empadronadas en España representando
un 15,20% de la población).
¿A qué se debe este desfase entre las cifras de la OPI y
las del INE? ¿a qué estadística hay que creer? En realidad, las estadísticas de
la OPI son incompletas y, por tanto, deliberadamente construidas para ser
engañosas: se publican durante el primer trimestre del año, y por tanto
incluyen las cifras del padrón municipal de 1 de enero del año anterior… que ya
han dejado de ser actuales y reflejan, no una fotografía del momento en el que
se publica la estadística, sino una retrospectiva de cómo mínimo 15 meses
atrás. Es la primera mentira: dar por ciertos datos que solamente lo eran hace
15 meses.
Luego hay otra falsedad no menos importante. Inmigrante
es todo aquel que ha nacido en el extranjero, ha tenido otra nacionalidad y ha
venido a España para residir y, en principio, para trabajar. El hecho de que
alguien lleve diez años en España y pida la doble nacionalidad, no quita el
hecho de que esa persona, aunque tenga la nacionalidad española por un mero
acto administrativo, sigue siendo un inmigrante. Una de las cifras mejor
guardadas en los últimos cinco años es el número de inmigrantes que han sido
obsequiados con la nacionalidad española.
Si tenemos en cuenta que la nacionalidad española se da
después de 10 años de residencia, es evidente que este año tendrán acceso a la
naturalización todos los inmigrantes que llegaron en 2002 o antes: por entonces
la cifra de inmigrantes era de 3.000.000 (2.200.000 según las estadísticas
oficiales de la época…), es decir, que en la actualidad buena parte de esos
inmigrantes ya han solicitado y obtenido la nacionalidad española.
Como se sabe en España se sigue considerando el Ius sanguinis (la nacionalidad se
transmite por la sangre, esto es, por la familia) sin embargo y de manera
creciente se ha incorporado el Ius solis
(según el cual los nacidos en territorio nacional obtienen la nacionalidad de
manera automática si alguno de los progenitores hubiese nacido en España o si
los padres proceden de países que permiten la transmisión automática de la
nacionalidad a los hijos). Siendo el tiempo para solicitar nacionalidad
española de 10 años de residencia permanente en España, en algunos casos los
plazos son más breves: los refugiados políticos pueden obtener la nacionalidad
a los cinco años, los ecuato-guineanos, filipinos, iberoamericanos, y sefardíes
¡a los dos años! Y los nacidos fuera de España cuyos abuelos sean españoles,
apenas un año; los niños que hayan estado bajo tutela de un ciudadano o de
instituciones españolas durante dos años, les basta un año. Finalmente, a
cualquier nacido en territorio nacional, hijo de inmigrantes, le basta con un
año para ser considerado español… Ius
sanguinis sí, pero relativo y arrinconado por un Ius solis cada vez más presente y dominante.
Y este es el problema: que no existe absolutamente
ninguna cifra ni estadística que indique el número de naturalizaciones que se
han realizado en España en los últimos años. Es el gran secreto nacional. Se
sabe solamente el número de inmigrantes que han obtenido la nacionalidad
española después de 10 años de residencia aquí: algo más de un millón.
De tanto en tanto la prensa ha dado algunas cifras
parciales y casi crípticas: El Mundo,
por ejemplo, afirmaba que se habían producido un total de 386.863 casos de
inmigrantes que habían obtenido la nacionalidad española a partir del 2000… sí,
pero sólo hasta la fecha en que se emitió la noticia: el 26 de julio de 2009.
Es decir, que estos eran los naturalizados que habían llegado, en su mayoría,
en 1998… ¡pero es que la riada migratoria se inició un año antes y en ese
momento no habría en España más de 500.000 inmigrantes!
Sin embargo, la noticia de El Mundo tiene un comentario interesante: “Según datos de la Dirección
General del Registro y Notariado, la cifra de nuevas nacionalidades por
residencia no ha parado de crecer desde el año 2000, cuando fueron
11.996 las personas que accedieron al D.N.I, frente a las 21.805 de 2002, las
38.334 que lo hicieron en 2004 o las más de 62.300 que juraron la Constitución
en 2006. Así, los datos oficiales revelan que en 2007 el número de nuevos
nacionales ascendió a 71.806, cifra que se vio incrementada en 2008, cuando
fueron 84.171 los extranjeros que se nacionalizaron. Sólo entre enero y abril de 2009, la cifra de solicitudes ascendió a
47.900, de las que se cristalizaron 10.291”. Y aquí terminan las cifras.
En otras palabras: el problema empieza justamente en 2009, porque fue a partir
de 1998 cuando empezó la riada migratoria. Y si tenemos en cuenta que en 2009
fueron en torno a 200.000 los nacionalizados, en los tres años siguientes (y en
los que vendrán) como mínimo hasta 2019 ¡las cifras de naturalizados no dejarán
de crecer! Es posible incluso que en 2015 (a diez años de la regularización
masiva de 2005, año en el que entraron casi 800.000 inmigrantes, cifra récord)
soliciten la nacionalidad en torno a 500.000 inmigrantes.
Por su parte, el 25 de julio
de 2011, El País dio unas cifras
fragmentarias pero que indicaban las dimensiones que está adquiriendo el
problema: cada día se estaban naturalizando 300 extranjeros, lo que permite
pensar que ese año se naturalizaron 100.000 personas. Añadía El País: “Las
naturalizaciones de inmigrantes por residencia se han disparado hasta
multiplicarse por diez en una década: 123.718 en 2010; 11.996 en 2000, según
datos del Ministerio de Justicia”. Y más adelante añade otro
comentario no carente de interés ¿Por qué adquieren la nacionalidad? "Piden la nacionalidad para evitar la
legislación de extranjería que cada día es más dura. Si se quedan en paro y no
tienen papeles, les podrían expulsar. Si son españoles, el riesgo desaparece”…
dicho de otra manera: piden la nacionalidad para que los mantenga el Estado
Español. O si se quiere, dicho de manera aún más clara: no buscan la
nacionalidad ni por patriotismo, ni por identidad, sino simplemente porque
tener doble nacionalidad es mucho más cómodo que tener una sola…
Podemos
intuir pues que si en 2008 la cifra de naturalizaciones era de en torno a
400.000 inmigrantes y a partir de ahí la cifra empezó a subir (por pura lógica
de las llegadas masivas producidas diez años antes) y si en 2010 se habían
naturalizado casi 125.000, habrá que pensar que el año anterior lo hicieron
otros 100.000 y en los dos siguientes debieron ser –a falta de cifras, pero por
la progresión lógica- 150.000 en 2011 y en torno a 200.000 en 2012… no es raro
que el Ministerio de Justicia guarde estos datos como uno de sus secretos mejor
guardados. La cifra de naturalizados españoles ronda el millón, seguramente por
encima. Y eso sin tener en cuenta la cifra de nacidos hijos de extranjeros que
llevan un año en España…
© Vicente Torrico y Ernesto Milá.