jueves, 16 de mayo de 2024

JULIUS EVOLA ACUSADO EN EL PRIMER CASO DE APLICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN ANTIFASCISTA

 

Los espíritus libres de Acción Literaria Dunedain me ofrecieron la oportunidad de explicar -estos días que la cosa va de procesos (por cierto Pedro y su equipo de abogados defensores) vista, suerte y al toro)- la primera vez que se puso en práctica en Italia la Ley Scelba que penaba la "apología del fascismo" y la "reconstrucción del disuelto partido fascista" y que tuvo como principal acusado a Julius Evola, acusado de haber escrito tres artículos en una revista considerada como "neofascista" (Imperium) y de ser el "responsable intelectual" de los clandestinos Fascios de Acción Revolucionaria, considerados como "grupo terrorista". Aquí cuento la historia de la peripecia jurídica.


EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL DE LOS "NUEVOS CATALANES"

Por alguna extraña jugada del destino, las torres de la Sagrada Familia, recuerdan poco a los campanarios de las iglesias europeas y mucho más a los minaretes de las mezquitas árabes. Cuando se inicio su construcción en 1882, Barcelona era una ciudad católica: ultracatólica, incluso. Cuando faltan tres años para acabar el loco proyecto gaudiniano, las iglesias barcelonesas están vacías, pero en toda la provincia hay 40 mezquitas repletas y decenas de “puntos de oración” musulmanes igualmente concurridos. Por eso es pertinente preguntarse durante cuánto tiempo las torres de la Sagrada Familia seguirán marcando un templo católico o, a la vista de la velocidad de los cambios sociales, étnicos y religiosos que se están dando en la sociedad catalana, no quedará más salida que transformarla en la mezquita con la que ansían los musulmanes barceloneses. ¿Exageramos? En realidad, no. Los musulmanes cada vez pesan más en la política catalana y española. ¿La prueba? Las últimas elecciones regionales…

CIFRAS CANTAN

En las pasadas elecciones catalanas del 12 de mayo, 243.003 “nuevos catalanes” se han incorporado a las listas. En la práctica, cada año, en Cataluña, se “naturalizan” entre 40 y 50.000 inmigrantes. Las cifras son oficiales: proceden del Instituto de Estadística de Cataluña, así que pueden darse por buenas. No hay que confundir “naturalizados” con “inmigrantes”: cuando un inmigrante se “naturaliza”, desaparece del censo de inmigración y reaparece como ciudadano catalán y español. Las naturalizaciones se vienen produciendo desde el primer lustro del milenio. Ahora, en 2024, ya no basta con saber cuánta inmigración reside en Cataluña, sino cuántas personas nacidas en el extranjero o hijos de padres nacidos en el extranjero, residen en Cataluña. Eso nos da una foto puntual de la composición étnico-social de la población que vive en esa región. Existe unanimidad en el CIS de Tezanos y en su réplica catalana, para eludir el papel que ha jugado este grupo social en las recientes elecciones regionales. Y no es de extrañar…

Las cifras oficiales de la gencat son: el 1 de enero de 2023, residían en Cataluña 1.363.981 extranjeros que representaban el 17,2% de la población catalana. El número de extranjeros aumentó un 10’2% respecto al 1 de enero de 2022. Ese aumento se reflejó en TODAS las comarcas catalanas, pero muy especialmente en la “Cataluña profunda” (o “Cataluña interior”, o “Montaña catalana): La Cerdaña, el Ripollés, la Garrotxa (con un 16, un 15 y un 13% de aumento en un solo año, respectivamente) y en el Barcelonés (con un 13% de aumento). Solamente en 2022, 48.901 residentes extranjeros en Cataluña obtuvieron la nacionalidad española.

Las mayores concentraciones de población extranjera -siempre según la gencat- están presentes en la Segarra (28’8%), el Alt Empordà (25’4%) y el Barcelonés (22,6%) y, las menores concentraciones en el Vallés Oriental, la Anoia y el Moianés, con un 10% cada una. En general, en Cataluña, en estos momentos -y siempre “oficialmente”- hay 46 municipios más de un 25% de población extranjera: Guissona (52’7%), Castellló d’Empúries (44’9%), La Portella (39,8%), Lloret de Mar (38,8%), y Salt (37,8%).

Incluso la gencat tiene que reconocer que la comunidad extranjera más habitual presente en Cataluña es originaria de Marruecos. Oficialmente 235.054 marroquíes están presentes (hombres 56,8%, mujeres 43,2%), seguidos de rumanos (86,751 personas). Luego, la estadística nos habla de la población europea y americana que reside en Cataluña, para minimizar la importancia de la “población africana”: esta sería de un 23,9%, mientras que la europea sería de un 31,5% y la americana de un 30’8%. Pero estas cifras son irreales: parte de los “europeos” que viven en territorio catalán, lo son “de papeles”, pero no de cultura, ni de origen, ni de religión. Esto vale para una parte de los 45.000 “franceses” o para los 80.000 “italianos” que viven oficialmente en Cataluña.

DEL ”SOMOS SEIS MILLONES” AL “SOMOS OCHO MILLONES”

Históricamente, desde los tiempos del clan Pujol al frente de la gencat, los magrebíes se han visto privilegiados en Cataluña: el fenómeno se inició mucho antes que en el resto de España. En 1990 se hizo necesario “importar” mano de obra para concluir a tiempo las obras vinculadas a las Olimpiadas de 1992 y se recurrió a Marruecos. Pujol envió al ex secretario general de ERC, y ex fundador del Partit per l’Independencia, Angel Colom i Colom, como “Delegado de la Generalidad de Cataluña en Marruecos”, en 1999, cuando ya se había decidido priorizar la inmigración magrebí sobre la hispanoparlamente. La gestión del ex sacerdote Colom aumentó ese flujo marroquí, hasta el punto de que Artur Mas, puso a Colom al frente de la “Fundació Nous Catalans”.

El 1 de noviembre de 2023, la población catalana superó los 8.000.000 de habitantes, concretamente 8.005.785. Pero, teniendo en cuenta que desde mediados de los años 70 el flujo de inmigración interior hacia Cataluña ha cesado y teniendo en cuenta que la tasa de natalidad de la población catalana descendió en los años 80 y, en la actualidad, es una de las más bajas del mundo, hay que pensar que la diferencia entre los 6.000.000 de “catalanes” de los que alardeaba el clan Pujol en los años 80 (“Som sis millions”) a los 8.000.000 actuales, se debe a la llegada de inmigración procedente del exterior.

Si tenemos en cuenta, que la natalidad catalana está desde los 80 por debajo de la “tasa de reposición”, necesaria para mantener estable la población (estimada en 2,1 hijos por pareja), a pesar de la opacidad deliberada de las estadísticas, no cuesta mucho admitir, a tenor de la tasa de mortalidad en Cataluña (9’03 por cada 1.000 habitantes) que esos 2.000.000 más que registran los censos catalanes se ha debido SOLO y EXCLUSIVAMENTE a la inmigración.

Si esto es así -y no hay posibilidades estadísticas de que sea de otra manera- está suficientemente claro que la población residente en Cataluña, de origen extranjero, con hijos nacidos en España, pero de padres extranjeros, no es de 1.363.981, sino, COMO MÍNIMO, de 2.000.000 y si incorporamos, inmigrantes ilegales, recién llegados, no empadronados, y la corrección que implica las tasas de natalidad por debajo de la de reposición del grupo étnico autóctono, estaremos cerca de 2.500.000Esto implica que la población “extranjera” en Cataluña no es un 17% del total, sino ¡DEL 31%! Lo que coincide mucho más con la percepción que el ciudadano tiene al salir a la calle.

DOS BLOQUES POLITICOS, DOS ACTITUDES ANTE LA INMIGRACIÓN

Es innegable que todo esto tiene repercusiones sobre el comportamiento electoral de los votantes: y esto es lo que se ha reflejado en las recientes elecciones a la gencat, y explica en parte, la ganancia de votos del PSC, así como el apabullante descalabro de ERC, el ascenso de Alliança Catalana y el mantenimiento de posiciones de Vox.

La primera consideración a realizar es que un partido puede figurar entre los “conservadores” cuando apuesta por medidas de control de la inmigración, de la seguridad y enfatiza los problemas de “convivencia”. Por el contrario, un partido puede considerarse como “progresista” cuando alude a “favorecer la integración” y a que los “nuevos catalanes” disfruten de los mismos derechos sociales y ciudadanos.

Este esquema de valores marca hoy las diferencias entre unos y otros en relación a la inmigración. Resulta muy claro que los “nuevos catalanes” se decantarán masivamente por las opciones “progresistas” (por muy reaccionarias y ultraconservadoras que sean sus criterios en lo religioso y en sus proyecciones sociales).

El bloque “progresista” en Cataluña, está formado por el PSC, En Común-Podemos, ERC y la CUP. En el bloque “conservador”, figuran Alliança Catalana, Junts, el PP y Vox. Ahora bien, en los dos bloques existen matices y diferencias:

- Comuns-Podemos, se ha empequeñecido demasiado para llamar la atención de los “naturalizados”, a pesar de que su programa proponía la derogación de la Ley de Extranjería y el cierre de los CIEs.

- A este mismo problema se añade otro para la CUP: su imagen ha quedado vinculada al independentismo radical, pero también a las minorías LGTBIQ+ más desmadradas, algo que repugna a la mayor parte de la inmigración magrebí. Con todo, presentaban a una mujer de origen turco en el puesto 19 de su lista por Barcelona.

- ERC, por su parte, ha incorporado a candidatos musulmanes en una tendencia que viene registrándose en ese partido desde el tránsito de Carod-Rovira por la secretaría general en el primer lustro del milenio. Carod aludió constantemente al “Islam catalán”, a diferencia de un Heribert Barrera, dirigente histórico del partido que ya declaró a mediados de los 90 que la inmigración era un riesgo para la identidad catalana. Con esta apuesta, ERC quería situarse en vanguardia de la izquierda progresista europea, olvidando que su electorado era, en principio, nacionalista, y que los problemas de convivencia planteados por los “nuevos catalanes” y sus dificultades de integración -y el mismo desinterés de los “nuevos catalanes”- iban a ir mermando su electorado, mucho más que atraer el voto de la inmigración: los imanes y las asociaciones de inmigrantes, eran conscientes de que incorporarlos a listas electorales no era gratis, sino que se realizaba a cambio de algo. Y ese algo era aprender catalán…

- La última opción, el PSC, ha sido la más inteligente: “reconocimiento de la diversidad y de la defensa de la igualdad de oportunidades, combatir los discursos xenófobos, facilitar el conocimiento de las lenguas originarias en la escuela, política de subsidios y subvenciones, medicina universal… Y, claro, está, han terminado llevándose el “gato al agua”. Sin olvidar que, en sus listas electorales llevaba a tres candidatos de origen marroquí (dos por Barcelona y uno por Lérida).

Incluso dentro del bloque “conservador”, en sus listas electorales aparecían -eso sí en lugares “discretos”- apellidos no españoles:

- en la lista de Ciudadanos, encontramos un pakistaní en el puesto 58 de la lista por Barcelona. En el puesto 78 de la lista por Barcelona del PP encontramos, igualmente, a una socióloga de origen marroquí.

- Junts ha evitado cualquier referencia a la inmigración y se ha limitado a alinearse con el resto de partidos de su bloque, pidiendo la “expulsión de inmigrantes multirreincidentes” y recordando la necesidad de una “inmigración regulada” y, cómo no, la gestión para la gencat de los flujos migratorios… Obviamente, este discurso se debe, en grandísima medida, al carácter conservador de su electorado natural (heredero de CDC) y del riesgo que constituía para Junts, especialmente en la provincia de Gerona, la irrupción de Alliança Catalana. En el puesto 19 de la candidatura de Junts por Barcelona se presentaba una mujer de origen marroquí que lleva años colaborando con CDC.

- En cuanto al PP, ha incorporado solo en la última semana electoral la temática inmigracionista. Hasta ese momento, en el que el PP cambió el chip de su mensaje electoral, centrándolo en la necesidad de contener la inmigración y adoptar medidas enérgicas para detener la “islamización de Cataluña”, las propuestas del PP en esta materia eran poco menos que cero. El objetivo de superar a Vox en número de votos, les ha obligado a introducir esta variante en el discurso, justo en el momento en que una parte de sus electores empezaban a mirar con simpatía cambiar su voto a Vox.

- Por su parte, Vox, parece (junto con Alliança Catalana y Frente Obrero) la “opción más segura” contra la inmigración masiva: los tres partidos, vinculan directamente inmigración e inseguridad, abogan por un control efectivo de fronteras, el retorno de menores no acompañados y las repatriaciones masivas.

EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL DE LOS “NATURALIZADOS”

Así están los bloques. Obviamente, el bloque “conservador”, por el momento, no parece la opción elegida por los “nuevos catalanes” y, en cuando a las opciones “progresistas”, la debilidad de En Comú y de CUP, ni siquiera han sido percibidas como opción realista pos los antiguos inmigrantes, hoy transformados en “nuevos catalanes”. ¿ERC? A pesar de introducir en sus listas a algo menos de una decena de inmigrantes magrebíes o descendientes de tales, se trataba, o bien de mujeres o de personajes poco conocidos en su propia comunidad. Por otra parte, ERC, si bien es cierto que era un “partido de gobierno” en Cataluña, también es cierto que su influencia se detenía más allá del Ebro. Y el inmigrante tiene claro que irá allí a donde se le ofrezcan mejores garantías, más subsidios, mayores subvenciones y más facilidades para establecerse y desarrollar allí la actividad que le apetezca (y pueda). La inmigración no piensa en términos “nacionalistas” (y ERC, lo es), piensa en términos de “umma”, de comunidad islámica por encima de las fronteras. Eso hace que, para los “nuevos catalanes” (en su mayoría magrebíes), la única opción aceptable (y propuesta explícitamente en algunas mezquitas) haya sido el PSC.

El PSC, por mucho que se vanagloria de su “autonomía”, no es más que el apéndice del pedrosanchismo en Cataluña. El votante musulmán no ha votado a Illa, sino al amigo de Mohamed VI, al que ha dado la razón a Marruecos en la cuestión del Sáhara, al que cada dos por tres acude, él o su Begoña, a Rabat, el que, además, apuesta por el reconocimiento del Estado Palestino, a un partido, en definitiva, que no es sólo catalán, sino que, ante todo, tiene una dimensión de Estado.

Eso explica el crecimiento en votos del PSC, a pesar del desastre de las mascarillas, las medidas absurdas que promovió durante la pandemia, las sospechas de corrupción, el eclecticismo oportunista y sin escrúpulos que siempre ha hecho gala este partido, el desencadenante de la “crisis soberanista” que no fue otro que Maragall y su propuesta de “nou estatut” cuando no existía absolutamente ninguna demanda social en esa dirección y que, para colmo, demuestra, en los ayuntamientos gobernados por los socialistas que está más abierto a conceder beneficios, subsidios y subvenciones, especialmente, a los magrebíes.

Las cifras confirman esta hipótesis. ¿De dónde han salido los 225.000 votos más que ha obtenido el PSC en estas elecciones? No, desde luego, de los votantes del extinto Ciudadanos, que, sobre todo, eran antiindependentistas y, por tanto, consciente de que se había llegado al “procés” por lo errores del PSC. Es posible que algunos de los 30.000 votos que haya perdido En Comú (el “Welcome refugies” que colocó la Colau durante años en el balcón del ayuntamiento de Barcelona no les ha servido de mucho) hayan ido a parar al PSC. Y, en cuanto a la merma de votos de ERC, está claro que han alimentado la abstención, el voto en blanco y el voto nulo.

La estadística por grupos sociales publicada por elDiario.es, es significativa: en el porcentaje de votos que fueron a parar a cada partido entre los que “nacieron en el extranjero”, el PSC está por delante, especialmente en donde son más del 25% de la población (el 31%). Solamente en aquellos núcleos de población entre los el porcentaje de inmigración está entre el 22% y el 25%, Junts obtuvo un resultado significativo, por delante del PSC.

En las anteriores elecciones (2021), los votantes registrados fueron 5.624.067, mientras que en las de 2024 han sido 5.754.840, es decir, en torno a 125.000 más. Sin embargo, la abstención en ambas convocatorias fue alta (48% en 2021 y 42% en 2024). Si, antes hemos dicho, que la media de “naturalizaciones” anuales viene a ser en los últimos años de 42.000, llegaremos a la conclusión de que desde las anteriores elecciones han realizado el trámite administrativo de adquirir la nacionalidad española 168.000 inmigrantes mayores de edad. Se sabe, por ejemplo, que en estas últimas elecciones catalanas tenían derecho a voto 170.000 musulmanes.

Es cierto que los niveles de abstención entre la comunidad de “nuevos catalanes” es superior al índice de abstención de la población autóctona. Pero también es cierto, como hemos visto que, entre los musulmanes que han votado en las últimas elecciones autonómicas, el PSC ha sido la opción preferida e, incluso, la única de la que consta que algunos “líderes religiosos” musulmanes han apoyado.

Si bien no todas las zonas en donde hay más acumulación de inmigración, en las zonas más significadas, si se ha producido la victoria socialista: en Salt, por ejemplo, el PSC ha gado con un 26,4%, en Lloret de Mar con un 31,59%, en Mataró con un 28,89%, en Castelló d’Empuries con un 26,14%. En la web de Onda Cero se pueden comprobar estos datos. En La Portella y Guissona, en cambio, dos de los municipios, se ha impuesto Junts.

CUATRO CONCLUSIONES MUY REALISTAS:

Nuestras conclusiones, a falta de un estudio más pormenorizado, municipio por municipio y comarca por comarca, son:

1) El independentismo -y concretamente ERC- ha fracasado en su intento de incorporar el “voto inmigrante” a su haber electoral.

2) Tanto la actitud condescendiente de Junts como la mucho más activa a favor de la inmigración masiva de ERC, ha generado una merma de votos en esta segunda que se ha canalizado hacia Alliança Catalana.

3) El PP ha tenido que reconocer en el último tramo de la campaña que la inmigración (y los problemas que la población asocia al fenómeno) es el tema que está orientando más votos hacia Vox.

4) El PSC es la fuerza que más se ha beneficiado del voto de los “nuevos catalanes”, de la misma forma que el PSOE en las elecciones de 2023 fue el partido que más fue apoyado por los recién naturalizados.

CUATRO PREVISIONES (HIPOTÉTICAS… PERO NO TANTO)

a) En España no pasará nada que no haya pasado antes en otros países de Europa Occidental en relación a la inmigración africana (magrebí y subsahariana). Lo que está ocurriendo desde Suecia hasta Francia y desde Irlanda hasta Grecia, es lo que está empezando a ocurrir en España: una islamización creciente de estas sociedades, favorecida por su natalidad desbordante y por el ocaso de la autóctona.

b) En un primer momento, se mantendrán indiferentes a la política de cada país, votarán únicamente al partido del que esperen obtener más beneficios y que tenga suficiente importancia como para garantizar su cumplimiento. En España, ese partido es el PSOE. Sin rival posible. Es la táctica adoptada en una situación de “defensiva estratégica” (cuando el radicalismo islámico no cuenta con comunidades con masa crítica suficiente).

c) En un segundo momento, cuando la demografía les sea favorable, pasarán a una situación de “ofensiva estratégica”: presentarán candidaturas propias, especialmente en elecciones municipales especialmente en zonas donde sean mayoría. En el Reino Unido, en las pasadas elecciones municipales del 3 de mayo, ya se ha entrado en esa fase en varias grandes ciudades.  A partir de ahí, tratarán de imponer la sharia.

d) Allí donde la demografía no juegue a su favor, jugando con la debilidad de la clase política europea, amenazarán con la yihad (“sexto pilar del islam”). En la actualidad, estamos asistiendo a los primeros chispazos de guerra étnica, los habituales enfrentamientos entre vanguardias de dos ejércitos que preludian la batalla futura (entre fuerzas de seguridad y grupos de delincuentes cada vez más armados y cada vez más peligrosos que proceden a “liberar territorios”: barrios y zonas controladas por la delincuencia). Francia es el país que tiene más posibilidades de vivir esta situación de guerra étnica. Y, dentro de España, Cataluña se aproxima a una coyuntura similar.








 

lunes, 13 de mayo de 2024

ELECCIONES CATALANAS: OTRA PRUEBA DE QUE EL SISTEMA HA ENCALLADO

El resultado de las elecciones a la gencat confirma, una vez más, que algo no funciona. Incluso que algo “huele a podrido” en el sistema político español (del que la gencat forma parte). Podemos extraer diez conclusiones difícilmente cuestionables y todas ellas absolutamente negativos. Después de su enumeración, la única conclusión a la que podemos llegar es que, una vez más, estas elecciones, lejos de resolver la gobernabilidad de Cataluña, la complican. Y no solo eso, sino que se ha complicado, todavía más si cabía, la gobernabilidad (y el futuro) de España. El fracaso del sistema puede medirse casi más por la posición ocupada por España en “eurovisión” (cuarto por la cola) que por el resultado de las elecciones catalanas: pero ambos son hijos de una misma crisis política y moral.

1. LOS TRES CANDIDATOS MÁS VOTADOS: 

UN INDICATIVO DEL ESTADO MORAL DE CATALUÑA

¿Quién es Illa? El ministro de la pandemia: ignorante de todo lo que era la sanidad, el ministro de las mascarillas inútiles, de los tests averiados y de las medidas absurdas. ¿Quién es Puigdemont? Un don nadie, vividor, seguramente el político que ha hecho caer el mayor de los ridículos a Cataluña con aquel referéndum ilegal, la creación de “comisiones de desenganche” dos años antes de conocer si iba a celebrarse la consulta y cuál iba a ser el resultado; el tipo que dejó colgados a sus compañeros (que se chuparon cuatro años de cárcel, mientras él se establecía como un marajá en Waterloo) y que declaró la “República Catalana” para dejarla en suspenso veinte segundos después. Y, finalmente ¿quién es Aragonés? Un nene de pueblo, sin carisma, que se ha sentado por carambola en la poltrona de Sant Jaume, que no ha resuelto ni un solo problema real en la región y que, además, convocó unas elecciones anticipadas, para perderlas… Pues bien, estos tres candidatos, suponen casi 2.000.000 de votos. Resultaría muy difícil que alguien, mínimamente razonable, viera en estos tres candidatos, valores positivos, méritos políticos e idoneidad para gobernar. A partir de aquí, la constatación de que el sistema hace tiempo que ha dejado de funcionar (y los gobiernos autonómicos dejado de gobernar) es inevitable. Si se ha dado este resultado es, simplemente, porque los partidos mayoritarios, cada uno por su parte, han logrado imponer su “relato” a unos electores que hace tiempo han dejado de pensar por sí mismos, e incluso, que han dejado de salir y mirar a la calle, viendo la situación en la que está Cataluña.

2. DÍA DE LAS VOTACIONES: 

CAOS EN LOS TRANSPORTES

Se esperaba un día primaveral tranquilo. Alguna nube en el cielo, pero nada alarmante. Los votantes acudirían a las urnas “masivamente” (lo había dicho el CIS). A partir de las 21:00 horas los tertulianos comentarían los resultados y cada partido diría lo que su lógica le correspondía. Pero, desde primera hora del domingo, la noticia fue otra: caos en Barcelona. Un robo de cable de cobre había detenido todos los accesos a Barcelona en trenes de cercanías. El robo se había producido la noche anterior y las 17:15 horas del domingo la R3 seguía sin servicio y el resto de líneas funcionaban con circulación limitada.  La sobretensión había provocado “pequeños fuegos” en túneles de Barcelona obligando a los bomberos a intervenir… La cuestión no es de quién depende hoy la red de “cercanías”, ERC lo reivindicó hace unos meses y pactó la transferencia de manera progresiva. Importa poco de quien depende: la red de “cercanías” en Cataluña, hoy por hoy, es un desastre. Los robos de cobre se vienen sucediendo masivamente desde ¡2004! A pesar de que se trata de un tipo de delito fácil de combatir (el cobre se vende a chatarreros, así que basta con investigarlos, vigilarlos, para localizar las redes de ladrones -siempre inmigrantes, habitualmente “romanís”-) y realizar cambios en la legislación considerando “terrorismo” este tipo de actividad delictiva que pone en peligro la vida de los usuarios. Nadie parece interesado en nada de todo esto: ni los “Mossos”, ni los ministerios del interior del Estado, ni “el legislador”, han hecho en estos últimos veinte años nada para resolver este problema. Es más, sigue en aumento. ¡Veinte años! No es poco. Es significativo del fracaso del sistema a la hora de combatir algo tan mangantón y miserable como el robo de cobre. Ni eso, el sistema es capaz de afrontar.

3. PARTICIPACIÓN: LAS “3 D”: 

DESAFECCIÓN – DESCONFIANZA – DESÁNIMO

El CIS preveía una asistencia a las urnas desmesurada, acaso superior al 80%. Algo parecido a lo que había ocurrido en Galicia: movilización del electorado. En realidad, el 42% del electorado (mas el voto nulo y el voto en blanco: 40.000 ciudadanos que se han tomado la molestia de ir a votar y de no entregar a nadie su voto) ha preferido quedarse en casa y dar la espalda ¿a causa de las candidaturas? ¿o más bien, a causa un sistema del que ya no pueden esperar gran cosa? ¿o porque son “nuevos españoles” a los que lo que ocurra aquí les importa poco? A eso se le llama “desafección”, término muy de moda en el ruedo político. En realidad, es el resultado de 20 años de nacionalismo e independentismo, dando la matraca a través de los medios de comunicación catalana, del fracaso de la asonada independentista con su referéndum mangui, del cansancio de ver cada día más problemas en el día a día y unos gobiernos (y medios de comunicación regionales) que siguen achacándolo todo a “Madrid”, impávidos ante la falta de inversiones en infraestructuras (las restricciones de agua han sido antológicas en Cataluña), que miran a otra parte y eluden la inseguridad creciente, que en lugar de preocuparse por la islamización de Cataluña, optan por incorporar magrebíes a sus listas, etc, etc, etc. Todo esto explica suficientemente la decepción del 42% del electorado y de por qué en Cataluña, las “tres D” (desafección, desconfianza, desánimo) son hoy la primera opción del electorado.

4. EL INDEPENDENTISMO RABIOSO CON SU DERROTA

Los titulares de los medios son rotundos: “El independentismo ha sido derrotado en las urnas”. En realidad, el independentismo nunca ha tenido la opción de “vencer” en la sociedad catalana. Es cierto que algunas candidaturas “nacionalistas” y/o “independentistas” han obtenido mayorías parlamentarias en algunas legislaturas, pero, de ahí a aceptar la independencia hay un trecho. En primer lugar, la lengua catalana es utilizada hoy como primera lengua por un 35%. Ese es el “techo” del independentismo (y no todos los que hablamos catalán les votamos). En algunos momentos, los dineros de la gencat han dado la sensación a través de los medios de comunicación (todos ellos subvencionados) de que la intención de voto nacionalista llegaba hasta el 51-52% (como máximo). Era un espejismo puntual que surgía como respuesta a fracasos del gobierno del Estado o bien, el resultado de una crisis económica. Pero, en Cataluña, en la calle, los “creyentes” en que la independencia lo resolvería todo SIEMPRE han sido minoría. Por tanto, nunca han existido posibilidades reales de secesión (véase el histórico de este blog, donde siempre hemos mantenido el mismo criterio). Ahora bien, después de gestionar la gencat (solos o en compañía de otros) desde finales de los 70, nacionalistas e independentistas consideran a esta institución como patrimonio exclusivo de sus siglas. ERC y Junts son “algo” porque están presentes en la gencat. Ahí han insertado a lo largo de las décadas, a decenas de miles de los suyos que han hecho de la institución su modus vivendi. Perder la gencat o situarse ante el riesgo de compartir su gestión con otro partido, les enfurece y les sitúa ante el abismo: sin el apoyo de la gencat, el nacionalismo muere. Para el nacionalismo, la gencat no es más que un peldaño necesario para alcanzar la independencia (y la independencia es el objetivo final de todo nacionalismo). Contrariamente al “relato” del PSOE, el resultado del domingo en Cataluña no contribuirá a que los independentistas acepten su derrota, sino todo lo contrario: los radicalizará. Hasta un gatito doméstico herido o amenazado, muestra los dientes y las uñas…

5. SIN GOBIERNO HASTA EL VERANO

(CUANDO TODOS ESTÉN DE VACIONES)

Durante una semana se hablará mucho de estos resultados. Luego, en junio volveremos a las urnas en circunscripción única. Ni antes ni de después de las elecciones europeas se creará un gobierno en Cataluña. Aragonés seguirá presidiendo la gencat, y hacia finales de julio o principios de agosto, cuando toda Cataluña esté de vacaciones o rebasados por el turismo, más preocupados que nunca por la delincuencia y los incendios forestales, el calor y los sofocos, cuando sabremos quién gobernará en el futuro la gencat o la fecha de nuevas elecciones. Pero que nadie espere y, mucho menos, que nadie crea en las declaraciones de los políticos de aquí a las elecciones europeas. Todos lo harán en función de las preferencias de su electorado y de su lógica para presentarse como la opción más atractiva. A esto, en “socialité” se le llama “postureo”. El postureo es pura frivolidad. Pero lo que se dirime en política es el futuro de los pueblos. ¿Puede asumirse postureo en estas circunstancias? Vamos a citar algunos elementos que, por sí mismos, harían necesario un “gobierno de salvación catalana”: durante el “procés” se fueron 8.700 empresas de Cataluña, empresas importantes (de 6 empresas del IBEX, se fueron 5), en 2022 volvieron a repuntar las “fugas” de empresas a otros destinos fiscales, el PIB actual de Cataluña, no solamente no es el primero del Estado, sino que está POR DEBAJO de la media del PIB de las regiones españolas. La inversión internacional en Cataluña se ha hundido: de cada 5 euros que entran en España, 5 euros se invierten en Madrid. La banca ha desertado de Cataluña: solamente quedan dos bancos domiciliados fiscalmente en la región (la Caixa de Guisona y la Caixa de Ingenieros, que ni los propios catalanes saben que existen)… Si las cifras económicas demuestran el fracaso inapelable de la gencat y del nacionalismo, basta salir a la calle y ver el panorama de la sociedad catalana: entre un 20 y un 25% de “nuevos catalanes” dan un tono multicultural que, cada vez más, alarma a los ciudadanos. Nada de todo esto cambiará forme quien forme gobierno en la gencat en verano. Cada vez los catalanes son más conscientes de esta realidad.

6. ERC Y SUS DOS ALMAS

El gran derrotado en las elecciones catalanas es ERC. Se suele ver a este partido como el “motor” del independentismo. No, el verdadero “motor del independentismo” fue el PSC con Maragall, al que se le “acopló” la ERC de Carod Rovira. A partir de aquí, se trataba de quién atraía más votos con esta orientación. ERC jugó a restar votos a CiU. A fin de cuentas, el destino de todo nacionalismo es buscar la independencia. El resultado fue el “procés”. Aquello fracasó y el fracaso le corresponde ex aequo a Junts (ex CDC) y a ERC. Pero solamente ERC reflexionó: fue así como aparecieron las “dos almas” de este partido. Una sostenía que la independencia era difícil de obtener y que había que mirar el nombre del partido (Esquerra = izquierda) para orientar el partido hacia política sociales “progresistas” y a alianzas con fuerzas del mismo cariz (PSOE, Podemos, Bildu, BNG, etc). Era el “alma” representada por Rufián. La otra “alma” era la de los que dirigentes que “habían chupado talego” (los Junqueras y su equipo) que sostenían que había que insistir en el independentismo, pero con “moderación”, negociando siempre con la izquierda del Estado. Aragonés pertenece a esta última tendencia. Y las políticas de pactos con el PSOE, de negociación y de “alta política” con el pedrosanchismo, los ha llevado a un batacazo histórico, con el riesgo de volver a la irrelevancia que esta sigla tuvo en los años 80. ERC está obligada a revisar su estrategia y a prescindir de una de sus dos almas: o bien sigue una loca carrera con Junts para demostrar quién es más independentista, o bien niegan sus raíces (ERC es, desde Macià un partido independentista por encima de cualquier otra cosa) y se orientan a recuperar los votos nacionalistas, hoy pasados a la abstención o al PSC.

7. EL PP Y VOX.

NOTICIAS DEL “PROGRAMA COMÚN DE LA DERECHA”

El PP ha logrado el que parecía ser su único objetivo: superar a Vox en número de votos y recuperar una mínima relevancia en Cataluña. Pueden darse con un canto en los dientes: han aumentado en votos (procedentes del extinto Ciudadanos) y de diputados. Ahora, ya no están tan lejos de ERC. Incluso se han impuesto en algunos barrios de Barcelona. Pero no han conseguido -como no consiguieron en el País Vasco- liquidar a Vox y volver a la situación de “sin enemigos a mi derecha”. Es más, Vox, a pesar de no haber crecido en diputados, si ha crecido en votos (30.000 más que en las anteriores elecciones). Pero la cuestión no es esta, sino que lo que puede parecer lógico en Madrid, no lo es tanto en Cataluña: aquí haría falta una fuerza política inequívocamente “constitucionalista” (yo diría más bien, “española”) que estuviera entre las grandes alternativas. Es posible porque un partido improvisado como Ciudadanos, hace dos legislaturas fue el mayoritario. Para ello es preciso concentrar fuerzas. En otras palabras: en Cataluña (y en el País Vasco), más que en ningún otro lugar del Estado, la existencia de un “programa común de la derecha nacional”, es más que necesario. El sistema electoral catalán hubiera conseguido que, de presentarse juntos, PP y Vox, hubieran obtenido, no la suma de los diputados que han alcanzado el domingo, sino que se hubieran situado por encima de ERC. El PP catalán se dio cuenta el martes antes de las elecciones de que el programa de Vox era mucho más atractivo: aludía a la inmigración y a la islamización de la región. Y eso generaba un gran tirón en el electorado. Así que, a última hora, “descubrió” esta temática (ni siquiera en la propaganda electoral impresa del PP este tema estaba presente). Feijóo sigue creyendo que existe espacio para el centro-derecha… Y sigue creyendo -aunque cada vez lo diga menos- que su primera opción electoral es… el PSOE. Una especie de Casado algo más afortunado. Vox tiene cartas suficientes en las elecciones europeas para sobrevivir y crecer: su propaganda se centrará en que el PP y el PSOE están de acuerdo y votan lo mismo en el parlamento de Estrasburgo en el 90% de las votaciones… Un “programa común de la derecha” es inviable con Feijóo.

8. LO BUENO PARA ILLA NO LO ES PARA SU PATRÓN

Illa quiere ser presidente de la gencat. Pero Illa es el virrey nombrado por Pedro Sánchez, e Illa hará lo que quiera y lo que beneficie a Pedro Sánchez. Y Sánchez depende de Puigdemont para seguir siendo presidente. Así que, a partir de ahora, Puigdemont redoblará su presión sobre Sánchez. Conocemos cuál será el primer argumento que utilizará: Junts ha quedado en segundo lugar en las elecciones catalanas… de la misma forma que el PSOE quedó el segundo lugar en las elecciones generales de 2023. Así que Puigdemont aspirará a la presidencia de la gencat desde su segundo lugar y a expensas de Illa. Si, de momento, Junts se mostrará moderado es, simplemente porque espera como agua de mayo la aprobación de la amnistía. Sabe que, si cae Sánchez, jamás volverá a España como no sea pasando por la prisión y el juicio. Por tanto, presionará, pero no hasta hacer caer a Sánchez. Pero todo, en el mismo momento que se apruebe la amnistía en el congreso, horas o minutos después la ley será recurrida… quedando en suspenso hasta qué este dirima el pleito. ¿Apoyará ERC a Illa? Antes deberá resolver el problema de sus “dos almas”. ¿Podrá gobernar Illa apoyado por dos partidos que han perdido una riada de votos (Comuns y ERC)? ¿Cuál será la actitud de Sánchez? Todo dependerá del resultado de las elecciones europeas: si el PSOE no retrocede mucho, Sánchez esperará a otoño para convocar elecciones generales y tratar de ganarlas alardeando del éxito catalán. Si el PSOE tiene un bajón notable en las europeas, proseguirá la larga agonía, la inestabilidad y la debilidad del gobierno. Por tanto, la victoria de Illa es pírrica: ha ganado… harina de otro costal es que pueda hacer algo con esa victoria.


9. POLARIZACIÓN TAMBIÉN EN CATALUÑA 

(PERO DE GEOMETRÍA VARIABLE)

Lo más significativo en la política mundial en los últimos 5 años es la “polarización”: conservadurismo – progresismo. Se ha producido a partir del intento del “progresismo” de forzar el ritmo de sus “reformas”, aplicando procedimientos radicales de “ingeniería social” (“estudios de género”, LGTBIQ+, wokismo, corrección política, transhumanismo), que han suscitado reacciones en contra, radicalizando a la derecha y adoptando posiciones igualmente enérgicas al “progresismo”, pero en sentido contrario. Los centrismos -mal que le pese a Feijóo- están desapareciendo en todos los países. Lo que ocurre es que en Cataluña existe una “polarización de geometría variable”. Esta misma polarización se ha dado en Cataluña, pero en términos relativamente diferentes: Cataluña está partida en dos. Por un lado, el nacionalismo independentista y por otro lado el españolismo estatalista. El PSOE aspira, todavía hoy, a situarse en una posición “centrista”: ni independentismo, ni estatalismo… federalismo, lo que equivale a generar un problema más en lugar de resolver otro. Esta posición está llamada a disminuir ante la realidad social catalana: cada vez más inmigración, independentistas radicalizados por su derrota e incapaces de extraer conclusiones, islamización de la sociedad catalana, irrelevancia económica creciente de Cataluña en España, malestar por una delincuencia cada vez más incontrolada y un “afrancesamiento” de Cataluña, etc. El hecho es que cada vez hay más fuerzas políticas, minoritarias aun, que advierten algunos de estos problemas: a pesar de que Alliança Catalana haya obtenido solo dos escaños y sea irrelevante, es un indicativo de la alarma que vive la sociedad catalana, incluso los 10.000 votos del Frente Obrero, sugieren que hay ciudadanos que identifican los riesgos de la actual deriva catalana.

10. LAS TRES OPCIONES: 

SOCIOVERGENCIA–TRIPARTITO–NUEVAS ELECCIONES

Algunos analistas han hablado de resucitar la “sociovergencia” (el pacto entre el PSC y CiU, que hoy estaría protagonizado por Junts) y que daría una mayoría suficiente para gobernar. Difícil, porque Puigdemont ha dicho por activa y por pasiva que quiere ser “president”. El PSC no podría admitir algo así, por mucho que le interesara a Sánchez para garantizar su gobernabilidad. Y, por lo demás, ¿Qué propondría un gobierno así? ¿un referéndum pactado? A pesar de que los resultados serían negativos para los independentistas, la sigla PSOE correría el riesgo de perder votos en el resto de España. Todas las partes saldrían afectadas negativamente en sus perspectivas electorales. La segunda opción sería revalidar un tripartido formado por Comuns, ERC y PSC que daría una mayoría justísima (por un solo voto). Pero, esto tendría como resultado un gobierno demasiado débil en el que una de sus partes es un simple cadáver político ambulante (Comuns, con la Colau desaparecida) y ERC un derrotado que no quiere correr el riesgo de recibir el “abrazo del oso” y que decepcionaría a parte de su electorado. Este gobierno entraría en contradicción con el gobierno del Estado. Implicaría aun más la precariedad del gobierno Sánchez y su necesidad de negociar con Puigdemont o de caer en cualquier momento. Solución, pues, difícil. Así que a partir de agosto se valorará la última opción: celebrar nuevas elecciones para desencallar la situación, a menos que Sánchez, a la vista de cómo le hayan ido las elecciones europeas, decida dar un golpe de timón, convocar nuevas elecciones en el Estado, coger a contrapié al PP y en situación de debilidad extrema a Sumar y a los restos en putrefacción de Podemos y sacudirse la tutela de Junts. Así pues, en nuestra opinión, la cuestión es si las nuevas elecciones -que parecen inevitables en Cataluña- serán anteriores, posteriores o coincidirán con unas elecciones anticipadas en el Estado.

CONCLUSIONES

¿Entienden ahora porque hemos hablado al principio de que el “sistema no funciona”? Da la sensación de que esto ya no da mas de sí. Es una situación parecida a la de Italia antes de la “operación manos limpias”: después de treinta años de un sistema corrupto e inviable, finalmente, aquello se derrumbó. España va por la misma ronda y habríamos entrado en ella si el sistema creado en 1978 no se hubiera blindado ante todo tipo de investigaciones sobre su gestión -con sus famosas “garantías judiciales” que han impedido enjuiciar a ministros y altos cargos-, pero ahora muchos empiezan a entender que, efectivamente, el “golpe de timón” no es un simple cambio de gobierno y unas elecciones -en las que un electorado cada vez más desinformado, apático, decepcionado, sometido a bombardeos de fakes, sondeos ful del CIS, etc, etc- en las que el votante acudirá mansamente a las urnas eligiendo a cual peor. El sistema tiende a una inestabilidad creciente. Al caos. En Cataluña y en España. Eso es todo. Nadie lo reconoce porque quien debería hacerlo es parte beneficiada: desde los tertulianos y la prensa convencional, hasta el último de los diputados -habitualmente, gentes sin oficio ni beneficio, cuyas ambiciones suelen estar muy por encima de sus capacidades- que un acta les permite vivir los siguientes cuatro años… para los que el destino propio es mucho más importante que el de su nación o su región. A pesar de los cambios en el mapa electoral de Cataluña, la triste realidad es que, ayer vivimos otro amanecer del Día de la Marmota, con la diferencia de que, en la película que todos recordamos, la situación del protagonista mejora cada día y en la política española y catalana todo tiende a empeorar.

 








jueves, 9 de mayo de 2024

LA ESCLAVITUD EN EL ISLAM TODAVÍA SIGUE VIGENTE (y siempre ha apuntado contra Europa)


Introducción a La esclavitud en el Islam, libro que estará disponible en breve.

Durante siglos, especialmente del XVI a principios del XIX, nuestras costas fueron hostigadas por piratas berberiscos. Querían vengar la “pérdida de Al-Andalus” (esto es, la Reconquista). La captura de poblaciones costeras del norte del Mediterráneo para venderlas en los mercados de esclavos del Magreb o negociar su rescate se convirtió en una práctica habitual entre las poblaciones del norte de África. Quienes practicaban estas razzias, que hacían imposible la vida en nuestras costas, eran considerados “yihâdistas”. Este comercio de esclavos europeos existió, por mucho que los “multiculturalistas” de hoy quieran olvidarlo. 

Todavía ningún gobierno del Magreb se ha disculpado por estos actos.

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LA CAÍDA DEL PRIMER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

EUROPA NECESITA TRABAJADORES

Hoy, ya nadie puede dudar que el primer argumento que se utilizó para justificar la presencia de compactos núcleos musulmanes en Europa Occidentalaquel que afirmaba que eran necesarios inyectar inmigrantes para pagar las pensiones de los abuelos…– era una simple falacia. La realidad es que, las pensiones de los abuelos –yo lo soy– pierden cada día poder adquisitivo porque a los gobiernos de nuestro entorno les es necesario comprar la “paz étnica y social” subvencionando a los recién llegados. No hay dinero para todos. Y los que llevan las de perder es la parte más débil: los jubilados. La inmigración es hoy una pesada carga económica para todos los Estados que se han negado durante décadas a controlarla.

Desde, como mínimo, 2008, la inmigración ha variado su carácter; hasta ese momento, podía pensarse que los motivos del desplazamiento hacia España se debían a la posibilidad de integrarse en nuestro mercado laboral y, en especial, en el sector de la construcción. Pero, desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, con la mecanización progresiva de la agricultura, las deslocalizaciones y el proceso de desindustrialización creciente, es casi seguro que, hoy, pocos de los inmigrantes que llegan a España, –especialmente los que no tienen ningún tipo de cualificación profesional (esto es, la mayoría)–, tengan como proyecto personal integrarse en el mercado laboral y vivir del propio trabajo, ahorrar para volver al país de origen con capital suficiente para emprender una nueva vida.

Se suele creer que las motivaciones de los inmigrantes en el siglo XXI son las mismas que las de los españoles, portugueses e italianos que se desplazaron a Francia, Suiza, Alemania, Benelux, en los años 50 y 60, para reconstruir países que habían sido demolidos por la Segunda Guerra Mundial. En aquella inmigración existía la voluntad de trabajar durante unos años en unos países con unos niveles salariales mucho más altos, poder ahorrar llevando una vida austera (pero no miserable), acumular cierto patrimonio que les permitiera abrir un pequeño negocio o, simplemente, comprar una vivienda al regresar a la Patria. Esa inmigración, no es la actual.

Nuestros inmigrantes querían regresar –en grandísima medida– al país que habían abandonado. Iban a trabajar, a esforzarse, a partirse el espinazo para llevar a la práctica un proyecto personal legítimo y que enriquecía a todas las partes: a los receptores de inmigración porque sabían que los recién llegados eran gente dura y dispuesta a trabajar. A los inmigrantes porque, a cambio de su trabajo, recibían un salario muy superior al del mismo oficio en España y podían ahorrar. Al país emisor de inmigrantes porque allí recibían formación y volvían con una capacitación laboral superior a la que habían partido, sin olvidar que su trabajo en el extranjero generaba unas divisas preciosas en aquel momento para garantizar intercambios comerciales. Aquellos inmigrantes –nuestra inmigración– no planteaban problemas de convivencia, ni choques culturales; fieles al dicho “donde fueres, haz lo que vieres”, nuestra gente se integró perfectamente en la sociedad que los recibió. Nada de todo esto vale para el actual fenómeno migratorio.

Ya no hay países en Europa Occidental que precisen ser reconstruidos después de una guerra. Tampoco hay un mercado laboral en expansión que permita pensar que, sin un alto nivel de cualificación y sólo en determinadas profesiones, vayan a encontrar trabajo bien remunerado. Ni siquiera para españoles, los salarios medios –a la vista del coste de la vida– permiten ahorrar gran cosa. Ningún inmigrante, en su sano juicio, puede transmitir a otros como él que residen en su propio país, la idea de que valga la pena venir a España para trabajar: la realidad es que, aquí y ahora, el poco trabajo que existe para gentes con poca o nula cualificación profesional, no permite ni vivir dignamente, ni mucho menos ahorrar. Entonces ¿por qué viene la inmigración?

Vale la pena no engañarse al respecto. Y los medios de comunicación, así como los diferentes gobiernos, de derechas y de izquierdas, llevan casi treinta años engañándose y falseando datos, cifras y circunstancias. No hay otra forma de definir la actitud de quienes niegan los problemas que se han generado a causa de la inmigración ilegal, masiva y descontrolada.

LA CAÍDA DEL SEGUNDO ARGUMEN IMIGRACIONISTA: 

“WELCOME REFUGIES”

Si bien es cierto que, hoy, ya nadie se atreve a sostener que, gracias a la inmigración, se van a poder “pagar las pensiones de los abuelos”, las justificaciones se han convertido en cada vez más extemporáneas, ridículas, ignorantes e, incluso, frecuentemente, entre los portavoces gubernamentales, zafias. Caído el mito de “las pensiones de los abuelos”, el nuevo argumento nos decía que los inmigrantes no eran tales: que se trata de “refugiados”. Ser “refugiado”, al parecer, hace obligada la “solidaridad”. El perseguido merece protección y ayuda para salvarlo de su perseguidor… En algunos casos, los menos, los recién llegados son “refugiados”. Pero, incluso, en esas circunstancias, cabe preguntarse: ¿y por qué un “refugiado afgano” elegirá vivir en Europa Occidental y no en Paquistán, en la India o, incluso en el sudeste asiático, países mucho más próximos, en todos los sentidos, a su patria originaria?

Por otra parte, si existen “refugiados” es porque tal o cual país los genera y la situación allí es insoportable, por tanto, si se trata de admitir, por ejemplo, subsaharianos, vale la pena recordar que, en cualquiera de aquellos países, en toda África y en buena parte de Asia, casi sin excepción, la “democracia” es una palabra que no tiene el mismo significado que en Europa. De los 1.200 millones de africanos, la inmensa mayoría podrían ser considerados como “aspirantes a refugiados”, a la vista de que existen diferencias abismales entre los “derechos humanos” tal como se contemplan en Europa y como se practican en África.

Pero, Europa no puede admitir a 1.200 millones de inmigrantes que, por lo demás, deberían entender que ellos, para prosperar, sería oportuno que trataran de hacer cambios en su país, antes que adoptar la solución más cómoda de mudarse a otro… ¿a cuál? Y esta es el nudo de la cuestión: no se trata de países en los que exista un mercado laboral floreciente, ni aquellos otros más próximos al lugar de origen, para mantener el contacto con sus raíces, sino de aquellos en los se vive mejor y, lo que es aún más importante, donde se garantizan subvenciones solamente por llegar y en donde todo, absolutamente todo, está permitido (o poco menos). Ese es el centro de la cuestión que políticos y medios pretenden escamotearnos.

No hay nada más opaco en la actual democracia española que la suma total de subvenciones que reciben los no nacidos en España y sus hijos nacidos aquí. La falta de transparencia es, precisamente, lo que permite sospechar. Recientemente se ha publicado la cifra de que algo más de 2.000.000 de inmigrantes viven de subsidios públicos. El misterio está lejos de quedar resuelto, porque no se dice cuántos antiguos inmigrantes que han logrado naturalizarse como “españoles”, siguen subsidiados. Por otra parte, haría falta especificar qué tipo de subsidios reciben: en España existen muchos de tipos de ayudas y de pensiones no contributivas. Todo ello hace sospechar que las cifras son muchísimo mayores y es legítimo pensar que pueden ser, incluso, el doble o el triple, incluso, de las dadas. Por lo demás, no se especifica el volumen total de subsidios y subvenciones por distintos conceptos, ni los dados por las distintas administraciones, que van a parar a lo que en Francia se ha llamado “la aspiradora de recursos públicos”, esto es, la inmigración. La opacidad de las cifras, en efecto, no hace nada más que aumentar las sospechas.

LA CAIDA DEL TERCER ARGUMENTO INMIGRACIONISTA: 

“VIENEN PARA CONTRARRESTAR LA BAJA NATALIDAD”

Luego está el argumento de la crisis de la natalidad en España. Era lo que podía esperarse: la elevación constante del coste de la vida, hace imposible el que se puedan formar parejas e, incluso, que una vez formadas, decidan tener hijos. La paternidad es una aventura que muy pocos se atreven a afrontar. Para hacerlo es preciso tener seguridad de que se podrá mantener a los hijos. Nadie está dispuesto a ofrecer tales garantías. Sin embargo, es un problema político: hubiera bastado con atribuir prioridad en beneficios sociales y ventajas fiscales a las parejas españolas que deseen tener hijos, garantizar su prioridad a la hora de obtener viviendas sociales, y simples campañas en pro de la natalidad, para que se estimulara la natalidad entre nuestra gente. No se hizo, ni se tiene intención de hacer. Si se hubiera empezado a hacer en 1996, cuando Aznar abrió las puertas a la inmigración, hoy tendríamos una generación de 28 años y un país homogéneo. Se hizo –y se hace– justo lo contrario: confiar en que gentes llegadas de todo el mundo salvarían la natalidad en España.

Desde el año 2000, en las cuatro provincias catalanas los nacidos en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero de cada año, son en su inmensa mayoría hijos de nacidos en el extranjero. Pero, salvo entre las mujeres subsaharianas, el número de hijos va disminuyendo incluso dentro de la inmigración. Los inmigrantes andinos, por ejemplo, se han configurado como los primeros y principales usuarios de los servicios de aborto gratuito y de “píldora del día después”. La ruptura de la unidad étnica de España ni siquiera ha servido para que la natalidad remonte o para que se repueblen zonas “vacías”.

LA ÚLTIMA TRINCHERA INMIGRACIONISTA: 

“TENEMOS UNA DEUDA CON EL TERCER MUNDO Y SE LA VAMOS A PAGAR”

Caído el mito de “los que vienen a pagar las pensiones”, en un momento en el que ningún alcalde que quisiera mantenerse en el consistorio se atreve a colocar pancartas con el “Welcome refugies”, cuando se ha visto a las claras que la inmigración no resuelve el problema de los nacimientos, sino que complica la convivencia, ahora, como última trinchera inmigracionista, el argumentario se ha desplazado a otro frente; nos dicen: “estamos obligados a admitir a todos los inmigrantes que quieran establecerse en nuestro suelo y a mantenerlos, incluso, porque, se lo debemos”.

Nos dicen que Europa “debe” a los inmigrantes del Tercer Mundo el haberlos explotado como colonias. Repiten, para bloquear a los más sensibles, que los europeos “somos responsables” de haber esclavizado a los africanos y que les debemos una compensación. Por eso están aquí, por eso estamos obligados a subsidiarlos… Es un argumento que tiene su fuerza, pero que no deja de ser otra falacia.

No solamente no fuimos esclavistas –valdría la pena, ya que estamos en esto, elaborar un censo de familias europeas que se dedicaron a la trata de esclavos, porque sería, en última instancia, a ellos a los que les correspondería pagar indemnizaciones, no a la totalidad de un pueblo– sino que, además, durante siglos, los europeos que vivían en las costas mediterráneas (pero, también, incluso en las del sur de Gran Bretaña y en Irlanda) corrían el riesgo de ser secuestrados ellos y sus hijos, saqueados sus bienes e incendiados sus pueblos, por parte de piratas berberiscos; una práctica que se prolongó hasta principios del siglo XIX. Unos fueron esclavizados de por vida, los otros extorsionados pidiendo fabulosos rescates, otros murieron sin dejar huellas… Sin olvidar, claro está, que el grueso de traficantes que capturaban esclavos en África eran árabes y que se beneficiaban de pactos con tribus africanas que los obtenían de tribus vecinas.

Sería bueno presentar una reclamación de cantidad por los millones de europeos, especialmente de los países mediterráneos, de los países eslavos, e incluso del Reino Unido, que fueron secuestrados, esclavizados, obligados a vivir en condiciones infrahumanas, asesinados y muertos de agotamiento en tierras del Magreb

Aquellas exacciones berberiscas han dejado recuerdos imborrables en nuestro folklore, en nuestra literatura e, incluso, en la configuración de las costas (las “torres de guaita” tan habituales en la costa catalana no eran para admirar la belleza del Mediterráneo, sino para vigilar la llegada de piratas berberiscos). Aquel valeroso soldado que recibió dos disparos de arcabuz en el pecho y en el brazo izquierdo, en la gloriosa jornada de Lepanto, Miguel de Cervantes, dejó constancia en El Quijote de sus nueve años de cautiverio en Argel.

Los grandes olvidados de la historia europea, son los millones de antepasados esclavizados en tierras islámicas. Los europeos no somos los “malvados” de esta historia. El colonialismo se explica en gran medida por las constantes molestias generadas por la piratería islámica, berberisca y otomana. Quienes la practicaban eran asimilados a yihadistas: y lo hacían con saña y con odio acumulado. La negativa a erradicar la esclavitud, hizo necesaria la intervención europea con la consiguiente disolución de los “mercados de esclavos” que todavía existía en el siglo XIX en el Magreb. No “debemos” nada: nos deben una reparación de aquellos crímenes contra los pueblos europeos.

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Hemos reunido en este volumen, distintos trabajos sobre esta temática, publicados en lengua francesa e inglesa. Se trata de comentarios y entrevistas con autores de trabajos más amplios sobre la temática que constituye el leit–motiv de esta obra. El interesado podrá recurrir a ellos si desea ampliar la información aquí contenida.

La intención de presentar los escritos que siguen es bloquear la última trinchera inmigracionista. Al concluir la lectura de estas páginas, el lector habrá acumulado una cascada de datos que le permitirán demostrar esta última falacia y entender por qué algunos, desde hace décadas, venimos insistiendo en que el único peligro que tiene Europa en sus fronteras exteriores procede del Sur.

Ernesto Milá