Info|Krisis.- Ante la proximidad del 9-N, creo
que vale la pena recordar algunos elementos que concurren en el “problema
catalán” y que son los argumentos por los que el autor de estas líneas rechaza
la posibilidad de acudir a votar. No es un trabajo orgánico, ni siquiera
exhaustivo, es simplemente un recordatorio personal de aspectos relevantes
ninguno de los cuales, absolutamente ninguno, ha sido recordado ni sugerido por
los medios de comunicación dependientes directamente o alimentados por la
Generalitat. Estos puntos aspiran solo a estimular la capacidad crítica de los
ciudadanos llamados a las urnas. Puestos a votar, hace falta saber qué es lo
que se vota y quién convoca a las urnas. En estas líneas, esperamos que los
lectores tengan claro estos aspectos.
PRIMERA PARTE:
EN EL FIN DE UN CICLO POLÍTICO
EN EL FIN DE UN CICLO POLÍTICO
I. La Generalitat no tiene ni legalidad ni legitimidad para convocar
referéndums
La retahíla de corruptelas de las
que todo aquel que quería enterarse, podía conocer desde mediados de los años
ochenta y que ha acompañado desde entonces a la Generalitat de Cataluña,
afectando a sus máximos dignatarios y las sospechas que hoy planean sobre el
actual gobierno de la Generalitat, la deslegitimizan
por completo para cualquier otra cosa que no sea para declarar ante los
juzgados de guardia. Es posible que a la presidencia de la Generalitat
todavía le correspondan hacer uso de sus atribuciones legales (entre las que,
por cierto, no se encuentra la convocatoria de un referéndum soberanista), pero
ha perdido desde hace tiempo la
legitimidad moral para ejercer cualquier tarea de gobierno. La extensión de
la corrupción y su carácter sistémico y anidado en su interior, hubiera
recomendado desde hace décadas la suspensión
temporal de la autonomía catalana y la realización de una auditoría capaz de
presentar los distintos niveles de responsabilidad moral y criminal de los
dirigentes del gobierno autónomo catalán. Pero, dado que en esto de la
corrupción, Cataluña demuestra formar parte del Estado Español y éste está a su
vez, en todos los niveles administrativos, se encuentra afectado por esta lacra,
la Generalitat nacionalista ha podido seguir manteniendo su impunidad.
Obviamente, en las actuales circunstancias, la solución a este problema no consiste en un referéndum soberanista,
sino en una nueva constitución que entierre el “Estado de las Autonomías”, el
“Estado de la corrupción” y el “Estado de la partidocracia”, las tres lacras
producto de la constitución de 1978.