INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

miércoles, 15 de noviembre de 2023

¿Cuándo un golpe de Estado es la “solución final” a la hay que recurrir? (4): CONDICIONES NECESARIAS PARA UN GOLPE DE ESTADO

A pesar de que todos los indicativos político-económicos sugieran la proximidad de una crisis terminal para un país, la persistencia y agravación de tal situación, es condición necesaria, pero no suficiente como para que estalle un movimiento de rectificación que rompa las dinámicas existentes hasta ese momento. Hacen falta otros elementos, a los que llamaremos “condiciones objetivas” para un “golpe de timón”. Son ocho. Los enumeramos

A) Extendido deseo de cambio

El hartazgo extendido entre la población es otra de las condiciones objetivas que indican la posibilidad de que se produzca un golpe de Estado. Las masas precisan de una “levadura”, esto es, de un movimiento organizado que las movilice, les dé rostro, objetivos y convierta su frustración en fermento de rebelión. No vamos aquí a describir los elementos que deben estar presentes en un “movimiento organizado de protesta nacional”, pero sí a insistir en el hecho de que si ese movimiento -de carácter político- no es capaz de operar la mutación de la desesperación en deseo de cambio, extendido a un amplio sector de la población; las experiencias históricas demuestran que con que un 20% de la población apoye ruidosamente y afirme su deseo de cambio, es suficiente: con menos, ese movimiento quedaría diluido. Ese 20% constituye lo que podríamos llamar “fracción activa de las masas”.

B) Sensación de que el régimen ha agotado todas sus posibilidades

Es importante que esas masas sean conscientes, no tanto de lo que quieren, como de aquello que rechazan. Deben estar convencidos de que el régimen ha apurado ya todas sus posibilidades, que ya no quedan opciones que explorar dentro del régimen y que éste ha fracasado. Se trata, por tanto, de sustituirlo antes de que ocurra algo irremediable. Que ya no da más de sí y que cualquier hora que pasa implica unos centímetros más en el hundimiento del país. No es algo difícil de demostrar, es el argumento por excelencia: “no hay opciones dentro del régimen; no podemos confiar en los que llevan tantas décadas fracasando y hundiéndonos poco a poco”. Se ha llegado a una hora en la que ya no pueden pensarse en soluciones “reformistas”: si hubiera sido posible cualquier reforma, hace tiempo que se habría puesto en práctica. Si no se ha hecho es porque los partidos mayoritarios se sienten cómodos con la actual situación: ellos no pierden nada, el ciudadano, en cambio, se arriesga a perderlo todo, incluido el futuro de sus hijos.

C) Insolidaridad de las masas con el régimen

Cuando llega el momento en que un sector de la población exterioriza su desprecio hacia las instituciones, desconfía de ellas, cuando se ha generalizado la sensación de que se trata de estructuras burocráticas inútiles que solamente enriquecen a los staffs de los partidos políticos y a los que están habituados a hacer buenos negocios a la sombra del poder, en ese momento, cualquier petición -por razonable que pueda ser- del gobierno pidiendo a los ciudadanos apretarse el cinturón, realizar algún esfuerzo en no importa qué dirección, caerá en saco roto. No se trata de que a las masas no les importe el futuro de las distintas opciones que han gobernado hasta ayer, se trata de que anide en ellas una desconfiaza absoluta, insalvable, irrecuperable, irrenunciable, no solo ante la clase política del régimen, sino ante el mismo régimen. Cuando se llega ese punto, cuando los representantes del régimen son abucheados en sus apariciones públicas, cuando la abstención electoral se sitúa en torno al 40%, cuando aumenta desmesuradamente la cantidad de votos nulos y en blanco, o, simplemente, cuando sistemáticamente se impide que las medidas adoptadas sean respetadas y acatadas por una fracción activa de la población, eso sugiere que ese régimen ha entrado en una etapa de disgregación: se generarán abandonos, dimisiones, silencios significativos y se percibirá nerviosismo e histeria en los responsables gubernamentales, signos inequívocos de una situación de desgaste terminal.

D) Escasa credibilidad de los portavoces del régimen

Hay un momento en el que los portavoces del régimen dejan de ser tomados en consideración: cualquier cosa que digan es, entonces, tomado con reservas por un sector amplio de la población. Han dejado de creer en promesas, pero también informaciones y datos, propuestas y medidas adoptadas por el régimen. Cuando en un bar de barriada, el público que escucha un discurso gubernamental, exterioriza burlas, incredulidad o, incluso, odio inconmensurable, todo eso sugiere que el nivel de putrefacción del régimen está muy avanzado y que el gobierno de turno carece por completo de credibilidad, diga lo que diga. De todas las “condiciones objetivas” que estamos enumerando, esta es la más significativa y lógica: desde hace tanto tiempo, a través de los medios de comunicación, se dan explicaciones sobre tal o cual fenómeno, que luego resultan ser falsas (¡incluso en meteorología!), que lo normal era que la confianza de la población en su gobierno quedara progresivamente mermada. No se trata de exteriorizar discrepancias y de utilizar razonamientos lógicos, se trata, simplemente, de que cualquier afirmación que haga un portavoz del régimen caiga en la sima de la indiferencia y termine llegando al pozo de la hostilidad.

E) Existencia de una minoría organizada de las masas opuesta al régimen

No hay que confundir la “fracción activa de las masas” con la “clase política dirigente”, núcleo central y directorio del movimiento de cambio socio-político. Estamos refiriéndonos a un grupo pequeño, pero extremadamente diversificado, con capacidad para introducirse en cualquier ambiente y transmitir la llama de la agitación. Obviamente, sus miembros deben de pertenecer a distintos grupos sociales y estar unidos por una voluntad y un programa. No es necesario que constituyan un movimiento político propiamente dicha: es, más bien, una red lo que se precisa. Red de contactos, red transmisión de sugestiones y orientaciones, red de coordinación, red de planificación, pero también de acción. Para ser efectiva, una red de este tipo debe tener una característica esencial: sus miembros deben ser “mejores” que las personalidades del régimen, nombres de prestigio en sus respectivos campos de acción, conscientes de lo que se están jugando y de lo que está en juego. No puede tratarse de ambiciosos tornadizos y sin escrúpulos (de estos ya hay suficientes en las bancadas parlamentarias y en las filas del régimen), deben encarnar valores morales y responsabilidades que hayan puesto de manifiesto y cualificaciones profesionales que nos hayan situado como personajes conocidos, respetados e incuestionables en sus sectores de actividad. No se trata de encontrar “influencers” que se sumen, sino de cualificaciones mucho más exigentes. A fin de cuentas, de lo que se trata es de sustituir a una clase política dirigente, corrupta, degenerada y sin escrúpulos, por otra, sino por un grupo de personas que garantices: patriotismo, eficiencia en la gestión y competencia. De la calidad de quienes compongan este núcleo central, dependerá en grandísima medida, el éxito o el fracaso de lo que seguirá después. Un núcleo central dirigente, no puede apelar a “los más”, sino a “los mejores”.

F) Extendido movimiento de protesta popular

Cuando el centro dirigente, o la dinámica misma de las circunstancias, hacen que el régimen se enfrente a la posibilidad de perder el control en las calles, es cuando comenzarán los abandonos, las deserciones y los “cambios de camisa”. Ha ocurrido siempre y siempre volverá a ocurrir: las gentes se adhieren a un movimiento por convencimiento, por inercia o por miedo. Sea como fuere, cuando el régimen pierde el control de las masas, cuando estallan protestas, revueltas, motines a lo largo y ancho del país, suele ser el momento en el que las personalidades del régimen se dan cuenta de que solamente tienen de su parte “papeles”, en forma de leyes que han ido aprobando desde los orígenes mismos del régimen, pero que lo escrito en cualquier ley puede ser sustituido, derogado o vuelto en sentido contrario. En ese momento, es cuando las voluntades flaquean, sobre todo, si los que se manifiestan en las calles están apoyados por personalidades de prestigio en instituciones políticas, culturales, sociales o en estructuras jerárquicas. Lo esencial de los movimientos de protesta popular es que transmitan miedo a los responsables del régimen, les enseñen que están próximos al final y que ese final puede ser terrible para ellos. De la misma forma que en la Revolución Francesa la nobleza cedió sin prácticamente combatir, en especial después de los primeros asaltos a los palacios. Terminó habiendo más nobles en los hoteles de Londres que en las cárceles de la guillotina. En efecto, al presentir el final, el ver a masas cada vez más encolerizadas, los más prefieren siempre la huida.

G) Sinergia con movimientos similares existentes en otros países.

Un movimiento de reconstrucción nacional, por el hecho de ser “nacional” no debe encerrarse en el interior de las fronteras de su nación. Debe, por el contrario, abrirse a la colaboración con otras fuerzas políticas y sociales presentes en otros países del mismo entorno geográfico. En España, ciertamente, estamos viviendo una situación de crisis permanente, pero no es, contrariamente a lo que pueda pensarse, un rasgo “nacional”: en todos los países de Europa Occidental (en Italia y en Portugal, en Bélgica y en Holanda, en Suecia, especialmente, y, por supuesto en Francia y en parte de Alemania) se está asistiendo al desmoronamiento acelerado de la sociedad y de las instituciones. Quizás Francia esté en vanguardia de todos estos procesos, pero también allí la polarización del electorado en dos bloques sugiere que se ha llegado a un punto límite y que, en breve aparecerán todas las “condiciones objetivas” necesarias para que se produzcan movimientos políticos tendentes a restaurar los tres principios que se reconocían como esenciales en la época del Divino Augusto: “Paz, Justicia, Orden”. El movimiento de cambio debe, necesariamente, contactar y coordinarse con otros movimientos similares presentes en toda la “Europa de la crisis” y con cualquier país o movimiento político que reconozca la necesidad de una intervención decisiva para restaurar “Paz – Justicia – Orden”. Cuando falta alguno de estos tres elementos, no existe “seguridad” y, sin seguridad, no puede ejercerse ninguno de los derechos humanos que pasan a ser mera palabrería sentimental. En toda Europa Occidental existen movimientos de resistencia, que, sin duda, pueden encontrar eco en el resto de Europa y en otros países: se trata de coordinar esfuerzos de cara, tanto a generar el efecto contagio en otros países como garantizar el apoyo de sus gobiernos o de parte de su sociedad, en el proyecto de regeneración nacional y presentar como comprensible y necesario en otros países.

H) Descontento extendido entre los poderes fácticos

No es lo mismo el que, en una granja aislada, lejos de una capital de provincia e, incluso, alejada de la granja contigua, exista una familia que manifieste ruidosamente su protesta ante el régimen, que el hecho de que, en una gran ciudad, en algún barrio, se produzca una protesta popular contra las condiciones de vida y contra la actuación del gobierno. Para que una protesta pueda irradiar desde zonas agrícolas, hará falta que existe cierta densidad de población. Sin embargo, en ciudad, las protestas se extienden con mucha rapidez. Pero, incluso, dentro de una ciudad, no todos los sectores que viven en ella tienen la misma influencia y el mismo peso social. Wellington decía que el tricornio de Napoleón valía por 50.000 soldados. En efecto, hay sectores sociales que son, en vistas a un movimiento de cambio, mucho más importantes que otros. Se les ha llamado tiempo atrás “poderes fácticos”: poderes que existen en la sociedad aun cuando carezca de poder político directo, pero que ante situaciones de crisis, están obligados a dar ejemplo a la ciudadanía y a asumir sus responsabilidades: magistratura, milicia, fuerzas de seguridad, cuerpos funcionariales, por ejemplo. En otro tiempo, era inevitable añadir la nobleza y el clero, pero la nobleza ha desertado de cualquier responsabilidad en el futuro de la nación y el clero español, envejecido y desorientado, tienen hoy un peso escaso, incluso despreciable.

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¿Se dan todas estas circunstancias en España? Rotundamente no. Por tanto, hoy no es posible que nadie pueda dar un golpe de Estado en nuestro país. ¿Hay que felicitarse por ello? Seguramente, pero hay que tener en cuenta que a pesar de que no estén presentes en los porcentajes correctos todas estas “condiciones objetivas”, no es menos cierto que casi todas, en mayor o menor medida, revolotean sobre la arena política española. Este elemento es extremadamente importante a tenor de la evolución que hemos previsto de la situación política española en los próximos años.

Podemos establecer así la situación actual de cada una de estas “condiciones objetivas” cuando el gobierno Frankenstein 2.0. de Pedro Sánchez se prepara para el que todos auguramos como el ciclo más inestable de la política española desde la primavera de 1936:

A) Extendido deseo de cambio                                                                            CRECIENTE

B) Sensación de que el régimen ha agotado todas sus posibilidades            INCIPIENTE

C) Insolidaridad de las masas con el régimen                                                    CRECIENTE

D) Escasa credibilidad de los portavoces del régimen                                      CRECIENTE

E) Existencia de una minoría organizada de las masas opuesta al régimen   MÍNIMA

F) Extendido movimiento de protesta popular                                                    MÍNIMO

G) Sinergia con movimientos similares existentes en otros países                 MÍNIMO

H) Descontento extendido entre los poderes fácticos                                       INCIPIENTE

Por tanto, puede deducirse que, cuando estamos próximos al “estreno” del Frankenstein 2.0. las “condiciones objetivas” para que se dé una salida “atípica” al régimen surgido en 1978 son sólo INCIPIENTES. Si en una escala de este tipo, las gradaciones son “óptima”, “buena”, “creciente”, “incipiente”, “mínima” y “nula” y aceptamos que, para que pueda producirse un golpe de Estado, deben alcanzar la condición de “óptimas” en las ocho condiciones, deberemos aceptar que, a fecha 15 de noviembre de 2023, nos encontramos en una fase en la que tales condiciones se sitúan entre “incipiente” y “creciente”... con todo lo que ello implica, especialmente, porque nadie, absolutamente nadie, ni en este país, ni en el extranjero, ve posibilidades de que en los próximos meses vaya mejorando la situación política, social y económica, sino que tenderán a manifestarse brutalmente los elementos que hemos señalado como presentes en nuestro análisis sobre EL VERDADERO ESTADO DE LA NACIÓN

A partir de ahí, el régimen se enfrentará a una doble alternativa: 

- la de MÍNIMOS: un cambio de gobierno y a una ruptura radical con las experiencia socialistas desde 2004, lo que equivale a un problemático gobierno del "bloque de la derecha", a la vista de que cabe pensar si todavía puede resolverse la situación económico-social del país y proceder a la necesaria reforma constitucional.

- la de MÁXIMOS: a un cambio de régimen. Dado que resulta imposible que existan "consensos" suficientes para ese cambio, la única vía posible es la del "golpe de Estado".


LINKS DE LA SERIE

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (1) – Sobre las dictaduras de nuestro tiempo y España

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (2) – Cuando un golpe de Estado puede ser la solución a recurrir

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (3) - ¿Hay solución dentro de la constitución?

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (4) – Condiciones necesarias para un golpe de Estado

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (5) – La técnica golpista: justificaciones

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (6) – La técnica golpista: la práctica (A)

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (7) – La técnica golpista: la práctica (B)









, publicado en Info-Krisis.