Drumont, uno de los autores más influyentes en la Francia de las dos
últimas décadas del siglo XIX, había tenido un maestro y es lógico que le
dediquemos unas palabras para situar su pensamiento: Alphonse Toussenel. En una
obra escrita por Toussenel en 1886[1],
había dicho: “la responsabilidad de la miseria obrera, de la debilidad y de la
decadencia franceses incumbe al judío, rey por el capital en posesión de todos
los privilegios que formaban en otro tiempo la estructura de la realeza”. En
dicha obra presenta al judío como el “dueño incontestable de la finanza, de la
industria y de la prensa” y añade que “su fortuna no puede hacerse más que con
la ruina de los pueblos”. El judío, concluye, es el nuevo rey de Francia. Ante
el judío y su poder, el parlamento es “impotente”[2].
Ve en la historia de Francia un proceso de decadencia generado por los
judíos y el parlamentarismo y explica
que se ha llegado a un “feudalismo financiero” controlado por los judíos a
través del cual se controla al Estado. Sternhell, al comentar la figura de
Toussenel sentencia: “Por ello, los boulangistas, las bandas de Morés, los
Amarillos de Biétry y los hombres de Action Française considerarán a Toussenel
como su padre espiritual”[3].
Drumont será fiel a las ideas y los análisis de Toussenel y en realidad toda su
obra no supone más que una actualización de la obra del maestro[4].
A pesar de que no entra dentro de la perspectiva de este artículo el comparar
al “socialismo utópico” con el “socialismo nacional”, baste decir por ahora que
existió toda una corriente de esta variedad de socialismo que derivó hacia las
formulaciones que posteriormente compartiría desde Drumont, hasta Benoît Malon[5]
pasando por Biétry. Pues bien, la inmensa mayoría de socialistas utópicos
fueron antisemitas.
El nombre de Éduard Drumont está unido íntimamente a su periódico, La Libre Parole y este medio de prensa a
la causa antidreyfusard. La Ligue Antisemitique de France fue la extensión de este
formidable medio de prensa y de estas ideas nacionalistas y antisemitas. Maurras
reconoció que el nacionalismo francés tuvo en Drumont su origen y Barrès y
Barrès reconocieron también su tributo intelectual con él. Hijo de una familia
flamenca campesina, viajó a París a los 17 años y trabajó para el ayuntamiento
de la ciudad durante seis meses, pero su sueño era convertirse en periodista y
escritor. Colabora inicialmente con el Moniteur
du Bâtiment y luego en Diable à
Quatre y en L’Inflexible.
Finalmente recala en La Liberté en donde colaborará entre 1874 y 1886. Son
innumerables las publicaciones que contendrán sus artículos (Revue de la Révolution, Le Bien Public,
L'Univers, Le Nain Jaune, La Presse Théâtrale, La Chronique Illustrée, Le
Contemporain, La Revue de France, Le Gaulois, Le Petit Journal). No publica
artículos políticos sino literarios, su primera obra será una pieza de teatro
de un acto, Je déjeune à midi (1875)
y su primer libro, Mon Vieux Paris, apareció
en 1878, al que seguirán Les Fêtes Nationales
à Paris (1878) y Le Dernier des
Trémolin (1879). La primera obra en la que demuestra ciertas tendencias
políticas la escribe en 1880 dedicada a la muerte de Luis XIV. Sus detractores
dirán que es la evidencia más palpable de su legitimismo monárquico. Un jesuita
conseguirá convertirlo al catolicismo y convencerle para que escriba La France Juive que en pocos meses
alcanzará las 150 ediciones[6]
y le confirió una gran popularidad. Así mismo le conseguirá fondos para crear La Libre Parole. A partir de aquí
escribirá varios libros y folletos antisemitas: La France Juive devant l'opinion (1886), La Fin d'un monde (1889), La
Dernière Bataille (1890), Le
Testament d'un antisémite (1891), Le
Secret de Fourmies (1892). El éxito de todas estas obras le anima a
constituir la Ligue Nationale Antisémitique de Francia. Todas estas obras
tienen el mismo leit–motiv: la lucha
permanente y la incompatibilidad entre nacionalismo y judaísmo.
La Libre Parole (cuyo nombre completo era La
Libre Parole illustrée) apareció entre 1892 y 1924[7].
Sus redactores gustaban llamarse “socialistas” (y sin duda en esto prefiguran
también el fascismo entendido como síntesis de nacionalismo y de socialismo).
El diario se caracterizará por denunciar los escándalos de la III República y
alcanzará fama internación al aportar datos fidedignos y espectaculares sobre
el Escándalo de Panamá. Pero cuando las ventas de La Libre Parole llegaran a su cénit será durante los días del Caso
Dreyfus. Esta revista es la primera en proponer un antisemitismo
anticapitalista y percibir en el antisemitismo un factor de “unidad nacional”.
Sin embargo, al hacerse mayor Drumont pierde la energía juvenil y se va
moderando hasta converger con otras corrientes de la derecha nacionalista.
Drumont consideraba que Daudet podía heredar la dirección de su revista así que
intentó fusionarla con L’Action Française,
sin embargo, el proyecto fracasó y en los últimos años la revista moderó muchos
de sus contenidos y se fue alineando con las filas católicas conservadores lo
que le restó mordiente y agresividad, las ventas se resintieron y finalmente
terminó por desaparecer a finales de los años 20.
A finales del siglo XIX, Drumont, tanto en La Francia Judía como en su periódico consiguen “cristalizar los
sentimientos de enfermedad, frustración y decadencia ampliamente extendidos en
la época. Ha sabido traducir maravillosamente los sentimientos de temor frente
a un mundo en plena mutación, frente a un progreso técnico que rompe los marcos
tradicionales de vida. El éxito de Drumont es alimentado por este miedo a la
inestabilidad, a los cambios, a la desintegración (…) El antisemitismo moderno
canaliza y encuadra el conjunto de estos sentimientos, facilita una causa única
a un conjunto de fenómenos misteriosos, permite poner el dedo sobre un único
factor de explicación”[8].
Lo que se ha limitado a hacer Drumont es utilizar el antisemitismo para atacar
a la modernidad. Drumont ataca todos los aspectos que han irrumpido con la
modernidad y ve tras todos ellos la mano siniestra de los judíos. Su concepción
del mundo es orgánica, de ahí la fuerza y la coherencia de la ideología
antisemita que conduce al nacionalismo y se dirige a las distintas clases
sociales y familias espirituales que la constituyen: todas, la nación misma,
tienen como adversario al judío. Cuando aparezca el Círculo Proudhom[9]
todavía tenía vigencia el marco conceptual creado por Drumont cuarenta años
antes. Hay en Drumont un impulso “totalitario” en el mismo sentido en el que
luego aparecerá en el fascismo histórico: integrar a todos los grupos y clases
sociales, a las distintas confesiones religiosas y actitudes ante la vida, en
el aparato del Estado. Es evidente que su obra es altamente tributaria de las
esperanzas suscitadas por los tres años de boulangismo y que su pensamiento
puede ser calificado en rigor como “socialista nacional” apto para “obreros
revolucionarios” y para “cristianos conservadores”.
Con Drumont se percibe claramente la mutación que ha tenido lugar en
el pensamiento de la derecha a lo largo del siglo XIX: ya no se está ante una
derecha monárquica y tradicionalista, sino ante un nacionalismo plebeyo que
solamente alimenta desprecio por la vieja aristocracia y se siente distanciado
de la monarquía pre–revolucionaria. Ese tránsito lo realiza cuando percibe que
los “grandes señores” se pelean por ser recibidos en casa de los Rothschild y,
finalmente, porque “los conservadores no tienen el valor de unirse a nosotros
para intentar reconstruir la sociedad francesa sobre las bases de la justicia,
han preferido asociar su causa a la de la judería moribunda para hundirse con
ella”[10].
Uno de los dirigentes antisemitas y colaboradores de la Drumont, noble a su
vez, el Marques de Morès[11]
exige “tender la mano a los trabajadores”. Para ambos, el judío es el
responsable de la miseria obrera: “Dueño absoluto de la finanza, es también el
origen de las desgracias de la pequeña burguesía; inventor de la Revolución, ha
destruido las estructuras tradicionales que aseguraban la armonía de las
relaciones entre las clases”[12]
y Drumont añade: “ya que los judíos han creado una cuestión social, se
resolverá cargándola sobre sus espaldas”[13]
porque en el origen de la cuestión social se encuentra el judío como también se
le encuentra en la base de cualquier crisis económica. De ahí que la liberación
del judío sea para Drumont y el Marqués de Morès la exigencia previa para
lograr cualquier tipo de liberación nacional y social.
Las ideas económicas de Drumont son simples: recurre al ejemplo de
San Luis Rey de Francia del que dice que “puso directamente en relación al
productor y al consumidor, poniéndolos frente a frente y relegando al
intermediario a un plano secundario”. Y ve en la economía actual y en el papel
del judío la antítesis de este sistema económico. Percibe pronto que los más
afectados por este modelo económico basado en el papel preponderante de los
intermediarios y especuladores serán las capas de la pequeña burguesía,
aprisionadas por la gran industria y las grandes redes comerciales. Es pues
este grupo social el que será, necesariamente más receptivo a las tesis
antisemitas. Llega a escribir que este sector, “los vencidos de la burguesía”,
serán “la vanguardia del ejército socialista”[14].
Cuando Drumont se muestra como un gran visionario que augura la
aparición del cesarismo propio de los fascismos es cuando escribe que “un día
vendrá un hombre del pueblo, un jefe socialista que habrá rechazado imitar a
sus camaradas y dejarse subvencionar, como ellos, por la sinagoga, continuará
nuestra campaña; agrupará en tono a él a millares de seres despertados,
instruidos por nosotros expoliados de todas las clases, estos pequeños
comerciantes arruinados por los grandes almacenes, estos obreros de la ciudad y
del campo aplastados bajo los monopolios y a los que hemos mostrado donde
estaba el enemigo”[15].
Lo que está planteando Drumont una vez más es un mensaje dirigido a las capas
de la sociedad más afectadas por las mutaciones que tenían lugar a finales del
siglo XIX y experimentaban dificultades para adaptarse al ritmo de mutaciones
sociales que se estaban produciendo. Sternhell escribe: “el antisemitismo
social es una forma de revuelta contra el liberalismo económico y la sociedad
burguesa”[16].
La imagen del “judío generador de crisis” le permite establecer un puente de
unión entre la Francia tradicional y la Francia socialista, “lo nacional” y “lo
social” se ven así unidos por primera vez, tal como lo estarán posteriormente
en los escritos del Cercle Proudhom[17]
y, definitivamente, convertidos en potencial político ofensivo, en los
fascismos.
En 3 de noviembre de 1892, Drumont ingresa en la prisión de Saint–Pélagia
por una acusación contra el banquero Alphonse de Rothschild quien habría pagado
un soborno a la Banca de Francia para renovar sus privilegios. En el curso de
esta condena, Drumont recibió documentos confidenciales del barón de Reinach
sobre el escándalo de Panamá que publica en su revista añadiendo que “casi todo
el sistema político–financiero está en manos judías”. Cuando se celebre el
segundo proceso Dreyfus, Drumont se opondrá y reclamará sanciones contra Zola.
Ese mismo año se convierte en diputado por Argel poco después de que estallaran
graves disturbios antisemitas en aquella ciudad. En 1902, siempre infatigable
en sus iniciativas antisemitas, lanzará el Comité Nacional Anti Judío para
evitar, según explica, que impida que la República “verdaderamente francesa”,
sea sustituida por una “República judía”. Tras perder su acta de diputado
retorna a su oficio de periodista y en los últimos meses de su vida se retira a
una pequeña población del Yonne en donde muere en 1917. Casi un siglo después,
su memoria sigue siendo conservada y defendida por intelectuales y patriotas
franceses[18].
[1] Les Juifs, rois de l’époque. Histoire de la féodalité financière, Ed. Marpon et Flammarion, París 1886, 3ª edición
[2] Ibid., t. I, pág. 5-
[3] La Droite Revolutionnaire…, op. cit., pág. 185.
[4] Alphonse Toussenel (1803-1885) pasará a la historia como socialista utópico y uno de los discípulos de Fourier, del cual, verosímilmente, había heredado su antisemitismo (Fourier había escrito que “el judío, fatalmente, es el enemigo de la humanidad” a causa de su religión y el propio Toussenel en su libro sobre los judíos –op. cit., t. I, pág. XL- dice textualmente: los judíos que se arrogan el título de pueblo de Dios han sido el verdadero pueblo del infierno”, en lo que no es más que uno de los excesos antisemitas propios de casi todo el socialismo utópico francés). Sternhell dice que “el antisemitismo de Toussenel es, en muchos aspectos, un modelo casi perfecto del antisemitismo moderno” (op. cit., pág. 186). Redactor del diario La Paix, es conocido en Francia, además de cómo periodista y antisemita, por sus trabajos sobre naturalismo.
[5] Benoît Malon (1841-1893), hijo de campesinos pobres y se adhiere a la Asociación Internacional de Trabajadores (de la que llegaría a ser su máximo dirigente en Francia) en 1865 organizando distintas huelgas en Puteaux a partir de 1866. La prohibición de la AIT entraña su encarcelamiento de 1868 a 1870. Cuando sale empieza a trabajar en La Marsellaise de Henri Rochefort (el cual participa en la Comuna de París, nacionalista, antidreyfusard, boulangista y antisemita, siendo otro de los nombres del “socialismo nacional”. Condenado a varios años de prisión es liberado al proclamarse la República en 1870. En 1871 es diputado “socialista-revolucionario” pero dimite como protesta por la cesión de Alsacia-Lorena a Alemania. Tras la experiencia de la Comuna se exilia en Lugano. En 1871 se une a los bakuninistas de la AIT. En 1882 preside el congreso socialista de Saint-Etienne en donde rompen los “reformistas” con los “marxistas” de Guesde. Funda la Revue Socialiste con la intención de unir a todas las fracciones del socialismo francés) y publica diversas obras ideológicas que influyen en toda la primera generación de “socialistas nacionales”.
[6] Para Z. Sternhell, el libro “constituye
el mayor éxito literario de su siglo”, La Droite… op. cit., pág. 196.
[8] La Droite… op. cit., pág. 196-197
[9] Cfr. Revista de Historia del
Fascismo – VIII, artículo Georges
Valois y Le Faisceau.
[10] É. Drumont, Le Testament d’un
antisemite, citado por Z. Sternhell, La
Droite…, op. cit., pág. 198.
[11] Antoine-Amédée-Marie-Vincent Manca-Amat
de Vallombrosa, más conocido públicamente como el marqués
de Morès (1858-1896) miembro de una familia originaria de Cerdeña de origen
español, ingresó en la ademia militar de Saint Cyr obteniendo los galones de
teniente de caballería y siendo compañero de pupitre del mariscal Petain.
Enviado a Argelia participa en diversas operaciones contra los rebeldes. En
1882 abandona el ejército y se casa con la hija de un rico banquero
norteamericano. En 1883 se estableció en EEUU y se establece en Dakota del
Norte en donde fundará una ciudad a la que bautizará con el nombre de su mujer,
Medora. Crea un rancho y una compañía de diligencias. Participó en varios
duelos con pistola causando la muerte de sus oponentes. Se batió en duelo
también con Theodore Roosevelt. Gana enormes cantidades de dinero criando
ganado y edificando un matadero. En esa época se enfrenta a la coalición de
“barones del ganado” y de banqueros judíos que quieren tener un monopolio de la
carne. En 1886 vuelve a Francia arruinado, aun así se recupera y logra amasar
cierta fortuna. En 1887 se embarca para Bombay, luego visitará Calcuta y
finalmente el Nepal volviendo a Francia. Al año siguiente se establece en
Tonkin en donde intenta construir un ferrocarril desde la frontera china al
golfo de Tonkin. En Hong-Kong se batirá en duelo con otro aventurero francés,
Charles David de Mayrena, llamado el “rei de los Sedangs”. De retorno a Francia
empieza a dedicarse a la política fundando con Drumont la Ligue Antisémitique
de France y en 1891, al periclitar esta, crear el grupo Morès et se samis.
Mantiene contactos estrechísimos con los carniceros y matarifes de La Villette
que luego serán las tropas de choque siempre le acompañarán en sus aventuras
políticas. Se convierte en un hombre popular en el barrio de La Villette en
donde se le ve frecuentemente con sombrero de ala ancha y camisa roja de cow-boy. En 1892 denuncia en La Libre Parole a un grupo de carniceros
judíos de haber vendido carne en mal estado al ejército. Mantiene duelos con
diputados y militares de origen judío a los que acusa de traicionar a Francia.
En 1894 se establece en Argelia en donde funda el Parti Antisémite Algérien. Ahí
fragua la idea de una alianza entre Francia, España y el islam norteafricano
orientada contra el Reino Unido. Su proyecto consiste en aprovechar las tribus
nómadas argelinas para combatir la influencia inglesa en el norte de África.
Engañado por tuaregs es asesinado en la frontera entre Túnez y Libia. Sus
asesinos fueron condenados a muerte pero la viuda del marqués de Morès solicitó
el indulto. La mejor y más accesible biografía sobre el Marqués de Morès que
puede consultarse es la escrita por Alain Sanders, Le Marquis de Morès,
un aventurier tricolore 1858-1896, Ediciones Godefroy de Bouillon, París 1999. Sternhell dice
de él que “representaba la vieja Francia heroica, viril y altruista frente al
egoísmo burgués y a la explotación capitalista” (op. cit., pág 218).
[12] Drumont, La France Juive,
citado por Z. Sternhell, La Droite, op. cit.,
pág. 198.
[13] Ibidem., pág. 199.
[14] Drumont, La Fin d’un monde,
citado por Z. Sternhell, La Droite, op.
cit., pág. 200.
[15] Ibidem., pág. 200.
[16] La Droite, op. cit., pág.
201.
[17] Cfr. Revista de Historia del
Fascismo – VIII, artículo Georges
Valois y Le Faisceau
[18] En
1963 se fundó la asociación Les amis d'Édouard Drumont impulsada por Maurice
Bardèche en colaboración con Xavier Vallat, Jacques Ploncard d'Assac, Abel
Manouvriez, Hubert Biucchi et Henry Coston, reconociendo todos ellos ser
discípulos de Drumont. Buena parte del centenar de afiliados que tuvo procedían
de las filas de Action Française o de la extrema-derecha de la época. Se
reeditaron alguna de sus obras, en especial sus análisis sobre los Protocolos
de los Sabios de Sión (cfr. Revista de
Historia del Fascismo, nº VI, artículo Un
siglo de los Protocolos de los Sabios de Sión). A lo largo de los años 90
fallecieron la mayor parte de los miembros que habían fundado la asociación. En
2005 la asociación se reconstruyó instituyendo el premio literario Édouard
Drumont y logrando que se repusiera la placa que fue profanada por desconocidos
sobre su tumba en el cementerio del Pêre-Lechaise.
Cuando Francia era antisemita