INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

lunes, 7 de diciembre de 2020

> José Antonio, Falange y los CAUR (3 de 7) Los CAUR en España: una historia breve pero muy real (1ª parte)

Se ignora todo o casi todo sobre la actividad de los CAUR en España. Se conocen, como veremos resumidas, las relaciones que mantuvo José Antonio con esta organización italiana, pero se suele olvidar que Coselschi mantuvo otras relaciones en España. Hay de todas formas que hacer una precisión: una cosa fue la actividad diplomática italiana en España y los contactos tomados por los representantes oficiales del gobierno italiano con sectores políticos españoles y otra muy diferente los contactos tomados por el CAUR. Mientras que los CAUR permanecieron completamente ajenos a los movimientos nacionalistas catalanes, la embajada italiana en Barcelona mostró un interés ocasional por los movimientos soberanistas catalanes que llevaron a exponentes de Esquerra Republicana de Catalunya y de Estat Catalá a mantener contactos con la embajada italiana e incluso a ser sondeados por esta respecto a su actitud en relación a la Italia fascista (1). Intentaremos centrarnos en la actividad de los CAUR en España, a pesar de que, para ello sea preciso aludir inicialmente al llamado Convegno Volta de 1932.

En efecto, entre el 14 y el 20 de noviembre de 1932, tuvo lugar en las inmediaciones del Campidoglio, en Villa Farnesina, el llamado Congreso Volta de Ciencias Morales e Históricas que constituyó una de las reuniones más nutridas de la intelectualidad de derechas de Europa en aquel momento. Por Alemania participaron personalidades de la talla de Alfred Rosenberg, el economista Hjalmar Schacht, el propietario de un consorcio de comunicación, presidente del DNVP el partido de la derecha nacional alemana Hugenberg, Hermann Göring, el sociólogo y economista Werner Sombart, autores de la talla de Stephan Zweig o Gonzague de Raynold, historiadores como Brugmans, Carcopino o Dawson, el príncipe Karl Anton von Rohan adscrito a la Revolución Conservadora y representantes de Austria; el doctrinario monárquico Charles Petrie, el rumano Michele Manoilescu de la Guardia de Hierro y futuro ministro, mientras que por Italia tomaron la palabra Luigi Federzoni, Francesco Coppola de la Academia de Italia,  Alfredo Rocco, Vittorio Scialoja, Alberto De Stefani, Francesco Orestano, y un largo etcétera. Parte de los invitados extranjeros eran colaboradores habituales de la publicación Il Regime Fascista y especialmente de la página dirigida por Julius Evola, Diorama Filosófico (2). El representante por España fue Ernesto Giménez Caballero (3).

La intervención del escritor español no pasó desapercibida. Giménez Caballero leyó una primicia de su libro La nueva catolicidad que entonces tenía en fase de elaboración (4). GeCé llegó en esa ocasión al límite de su teoría de que el catolicismo negaba la realidad misma de Europa gracias a su vocación de religión universalista. La religión católica sería pues, la anti–Roma y la “europeidad” una mala subrogación de la catolicidad: “El “Principio” o “esencia” de “Europa” es el particularismo, la fuga, la centrifuguez. Il principio “católico”, “romano”, es el universalismo, la atracción, la integración”. De todas formas, lo importante no es constatar el efecto que esta declaración, inoportuna y desmesurada tuvo en la audiencia, especialmente en la procedente de los países del centro y norte de Europa, sino el constatar que, en 1932, Giménez Caballero era el “peón español” que solía asistir a encuentros culturales internacionales. A falta de un partido fascista en nuestro país en esa época (las JONS ese año estaban reducidas a la mínima expresión y apenas ejercían actividad alguna y La Conquista del Estado ya había dejado de publicarse, Giménez Caballero, durante el período posterior a la fundación de La Gaceta Literaria había tejido en Italia una red de relaciones con la jerarquía fascista y con la intelectualidad adicta al régimen (o, como en el caso de Curzio Malaparte, adicta hasta hacía poco…) que se situaba inevitablemente como el intelectual español más proclive a recibir invitaciones de este tipo.

Un año después del Congreso de la Fundación Volta, en el otoño de 1933, los CAUR empiezan a desarrollar una actividad desbordante. Coselschi viaja a Rumania y se entrevista, no solamente con Corneliu Zelea Codreanu y con los líderes de la Guardia de Hierro, sino con políticos mucho más conservadores situados a su derecha. Un oscuro funcionario de los CAUR, Pina Berchet, fue enviado a España en donde se entrevistó con José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma y el Doctor Albiñana, líder del Partido Nacionalista Español (5). Berchet era el presidente del CAUR de Milán e históricamente estas reuniones pueden ser consideradas como los primeros contactos de la iniciativa italiana con partidos políticos españoles. En esa época, hay que recordarlo, José Antonio todavía dudaba sobre si lanzarse o no al ruedo político, había abandonado ya su cargo en la Unión Monárquica Nacional, mientras el PNE estaba en ese momento presa de una gran atonía y sin apenas actividad, al igual que las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas. Sin embargo, éste era el partido que más se aproximaba al modelo italiano y, por lo demás, Ledesma no tuvo inconveniente en adherirse al proyecto (6). Por lo que se refiere a los nacional–sindicalistas portugueses, Coselschi se había puesto en contacto con el responsable de relaciones internacionales del Movimento Nacional Sindicalista, José Campo e Sousa, obteniendo una “amigable disponibilidad” (7).

La “fugacidad” con la que pasaron los CAUR en España es inseparable de la personalidad y de las ideas de Giménez Caballero. Identificaba la universalidad del fascismo con la universalidad del catolicismo romano y de la latinidad. Le repugnaba la “nacionalización” del fascismo en tanto que implicaba limitar esa “universalidad” a las fronteras nacionales. El suyo era un fascismo intelectual, personal y mal adaptado a cualquier disciplina de partido. A Giménez Caballero le corresponde el honor de haber introducido a Ramiro Ledesma en la política y de haberle interesado por el fascismo. Pero tras colaborar en los primeros pasos de La Conquista del Estado, le separó pronto de la iniciativa. Sus relaciones con Falange Española siguen el mismo sinuoso camino, con altibajos y sobre todo con ideas propias de las que la mejor no fue precisamente la fundación del Partido Económico Patronal Español (PEPE), acompañado por pequeños empresarios y comerciantes madrileños, lo que le permitirá aparecer como candidato de la derecha en las elecciones de febrero de 1936 aunque sin obtener escaño (8).

En el período en el que resulta asesinado el falangista Manuel Cuéllar (junio de 1934), Giménez Caballero participa en las actividades de la dirección falangista (9). Es importante fijar esta fecha en la vida de Giménez Caballero: un año antes, en 1933, poco antes de la fundación de Falange Española, el escritor se había puesto en contacto con Giuseppe Bottai, director de Critica Fascista, alertándole sobre José Antonio a quien describió en esa ocasión como “un ingenuo del que se aprovechan antifascistas y masones” (10). Obviamente, en los meses siguientes, Giménez Caballero se aproximó a José Antonio y cambió su opinión “convirtiéndose en el principal portavoz de la Falange” (11).

Poco antes del asesinato de Juan Cuéllar, uno de los hombres de confianza de Coselschi, Guido Ferruccio Calbazar, se había desplazado a España nombrando a Giménez Caballero representante oficial de los CAUR en Madrid con el encargo de formar un comité en la capital. Se designó como “fiduciario” del Comité de los CAUR en Madrid a Cesare A. Gullino (12) que trabajaba como periodista de la Agencia Stefani y del Corriere della Sera. En los meses siguientes, la revista Roma Universa, órgano de los CAUR, publicaron varios artículos de Giménez Caballero en los que insistía en las tesis que había expuesto en sus últimas obras.

En efecto, en 1932 había aparecido la obra de Giménez Caballero La nueva catolicidad que influenció directamente en la maduración ideológica en los distintos núcleos que darían vida al fascismo español. El libro, exaltado hasta lo “desmadrado”, muy en el estilo del autor sostenía que “el fascismo para España no es fascismo, sino ca–to–li–ci–dad” (13), idea que explica el por qué había roto un año antes con Ramiro Ledesma. Y también porqué, la obra fue apreciada en medios falangistas hasta el extremo de que David Jato dice de él que “era la más alta cima literaria de las nuevas ideas” (14).

Cuando tuvo lugar el Congreso de Montreux por la Universalidad de Roma organizado por los CAUR, el 16 y 17 de diciembre de 1934, participaron 12 delegaciones extranjeras (la Heimwehr austríaca, la Legión Nacional Belga y la Liga Nacional Corporativa del Trabajo por el mismo país, el Partido Obrero Nacional Socialista de Dinamarca, el Partido Francista por Francia, el Partido Social Nacional Griego, la Liga de la Juventud irlandesa, la Unión Nacional Lituana, la Unión Nacional noruega, el Frente Negro holandés, la Guardia de Hierro por Rumania, la Unión Nacional de la Juventud por Suecia y la Federación Fascista Suiza). Varias delegaciones no pudieron asistir: la Liga Nacional Corporativa de Manoilescu envió su adhesión, Antonio Eça de Queirós envió un mensaje a Coselschi expresando “toda la simpatía y solidaridad de ideas” y otro tanto hizo Ernesto Giménez Caballero en su calidad de “capo dell’ufficio stampa [jefe de prensa] della Falange Española de las JONS” (15). La nota de adhesión terminaba: “Ante el asombro de Europa, España levanta la mano saludando a Roma” (16).

En ese momento, Falange acaba de publicar su manifiesto de 27 puntos; era también la época en la que presentó su dimisión el Marqués de la Eliseda; había malestar en el interior del partido que se saldará unas semanas después con la salida de Ledesma y de algunos jonsistas. El envío de la nota de Giménez Caballero cuando se abrió la reunión de Montreux de 1934 es incuestionable y el mensaje se leyó en la apertura de sesiones cuando se enumeraron las delegaciones presentes. Sin embargo, contradictoriamente, el 19 de diciembre Falange Española publicaba una nota “redactada por José Antonio” en la que se indicaba que “Falange Española de las JONS no es un movimiento fascista”:

La noticia de que José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S., se disponía acudir a cierto Congreso internacional fascista que está celebrándose en Montreux es totalmente falsa. El jefe de la Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación por entender que el genuino carácter nacional del Movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional. Por otra parte, la Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista, tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas” (17).

A nadie se le escapa lo contradictorio de estas dos posiciones: un Giménez Caballero que se adhiere a la reunión de los CAUR y un José Antonio que se “niega terminantemente” a asistir según el comunicado. Se alegará que del desmentido joseantoniano han quedado rastros en las Obras Completas y que esa pequeña nota ha sido utilizada reiteradamente por los falangistas para culminar la discusión sobre si la Falange era o no fascista. Pero de la adhesión enviada por Giménez Caballero tampoco pueden quedar dudas. Cuando Coselschi envió el informe a Mussolini sobre cómo había discurrido el Congreso de Montreux y que se conserva se reiteró la adhesión de Giménez Caballero “en nombre de los falangistas españoles de José Antonio Primo de Rivera” (18).

José Luis Jerez añade otros datos igualmente documentados:

A la cita de Montreux no pudo acudir, por las peligrosas y represivas circunstancias políticas que se vivían en España, ningún representante del fascismo español. Se esperaba la participación de los dos máximos representantes de los C.A.U.R. en España. Giménez Caballero, cuyo nombre, incluso, llegó a figurar en la documentación del material que se repartió en el Congreso, pues tenía confirmada su presencia, aunque este equívoco quedó subsanado en el Boletín interno semanal, editado tras la celebración del encuentro donde se lee:

“El señor Ernesto Giménez Caballero, delegado de Falange Española, liderada por José Antonio Primo de Rivera el cual, imposibilitado de intervenir, ha enviado su adhesión a los trabajos del Congreso” [C.A.U.R.–Noticiario Settimanale, nº 24, (23–12–34).].

También se hacía referencia en este sentido en Roma Universa que, al tratar del Congreso de Montreux, se precisaba "No pudieron tomar parte en la reunión, pero enviaron su adhesión: el sr. Giménez Caballero, de Falange Española...." [Roma Universa, enero de 1935: “La I Reunión del fascismo universal organizada por los C.A.U.R.” (Montreux, 16–17 de diciembre de 1934, Año XIII de la era fascista).].

Los organizadores italianos y sus camaradas europeos consideraron la no participación de los dos representantes españoles como una cuestión meramente accidental y coyuntural, por lo que “al inicio de la sesión, el presidente Coselschi excusó a Primo de Rivera, jefe de las falanges españolas, que en el momento de partir, había sido retenido por una causa de fuerza mayor” [Le Franciste, enero de 1935, crónica de La Salle sobre el Congreso de Montreux.] (19).

Hay que pensar ¿en descoordinación, o bien en inoportunidad de la adhesión que se pensaba que no iba a ser hecha pública y que, sin embargo, se filtró en los medios españoles (20)? Lo que hay que excluir totalmente es que no existieran contactos previos y que en el curso de los mismos se hubiera producido una negativa “tajante” a participar en las actividades de los CAUR (ya hemos visto que Prima Berchet viajó a España en otoño de 1933 y se entrevistó con los líderes de las distintas corrientes del “fascismo español”, entre ellos con José Antonio) y, con posterioridad a este primer congreso de Montreux, José Antonio siguió manteniendo contactos con Coselschi y en Septiembre de 1935 asistiría, finalmente, o al segundo encuentro de los CAUR en Montreux. Así pues, lo más probable es que sea cierto lo que escribió José Luis Jerez: La aparente separación de Falange del proyecto de los C.A.U.R. fue una posición más oficial que real, posición que fue comprendida por todos los asistentes, y mejor que nadie por los responsables italianos, que entendían muy bien la difícil situación española y la represión de la que era objeto la Falange por su adscripción al fascismo. Ramiro Ledesma reconoce que las razones de la no intervención en el Congreso de Montreux se debieron "únicamente por motivos de táctica interior” (21). Lo más probable es que José Antonio quisiera ahorrar a su movimiento el recibir las mismas acusaciones que él mismo había lanzado contra otros: estar “a sueldo de Moscú”, estar a sueldo de Francia y de la masonería, estar a sueldo de Gran Bretaña…

En aquel momento, la tensión iba aumentando en España. La policía del gobierno cedista–radical había clausurado varias sedes de Falange Española y el partido iniciaba una nueva crisis interna. A pesar de haber celebrado su Consejo Nacional y elegido un “jefe nacional” como sustituto al triunvirato que hasta ese momento había dirigido el partido, el ambiente en el interior del partido no se había clarificad del todo y el ambiente político español estaba extraordinariamente enrarecido. La redacción de los 27 puntos había costado la salida del Marqués de la Eliseda y un ataque por parte de Gil Robles. El partido vivía una situación de crisis interna y atonía (que culminaría en la escisión de los jonsistas) que no favorecía precisamente la participación en operaciones internacionales (22).

Ahora bien, la nota publicada por Falange Española y que se insiste en las Obras Completas que fue “redactada por José Antonio”, fue utilizada por los adversarios de Coselschi, especialmente activos entre la diplomacia de carrera del Ministerio de Asuntos Exteriores, para atacar su gestión al frente de los CAUR. Se decía en esos medios que Coselschi había dado como cierta la integración en el proyecto de un partido que, luego, públicamente, negaría su adhesión. Para los detractores de Coselschi, el episodio español había demostrado “su torpe actuación” y la “ambigüedad de la posición española”.

Hay dos datos más que contribuye a autentificar la adhesión de Giménez Caballero. Por un lado, en el primer encuentro de Montreux en 1934 se creó una Comisión Permanente que se debía reunir periódicamente de manera volante en distintas ciudades europeas. La primera reunión debería de haberse celebrado en Atenas, organizada por el Partido Social Nacional Griego de Georg Mercouris, pero distintas circunstancias aconsejaron otro emplazamiento. La segunda opción era España (23) lo que indica que los contactos en nuestro país eran suficientemente sólidos como para poder abordar una tarea de este tipo: y en aquel momento los CAUR solamente tenían como contacto a Falange Española. Finalmente, la reunión de la Comisión Permanente de coordinación tuvo lugar en Amsterdam el 29 de marzo de 1935. En esa reunión se debería de tratar la convocatoria ese mismo año de un nuevo congreso internacional de los CAUR. Y en esta segunda reunión sí que estuvo presente en persona José Antonio Primo de Rivera.

Así como en la anterior reunión de la Comisión Permanente de los CAUR se había reunido en París el 30 de enero de 1935, registrando como hecho más curioso la adhesión del Partido Fascista Argentino, el chascarrillo de la siguiente reunión de Amsterdam fue lo sucedido en el “movimiento fascista español”. Si la reunión de París había coincidido prácticamente en el tiempo con la escisión–expulsión de Ledesma y de su círculo, la reunión de Amsterdam coincidió con el momento de mayor tensión y encono entre Ledesma y José Antonio. La Comisión Permanente había tenido noticias del conflicto en España a través de Ramiro Ledesma quien, inmediatamente estuvo fuera del partido, pidió su adhesión a los CAUR(24). Coselschi sometió a debate la petición que fue rechazada al considerarse que Falange Española seguía siendo representante oficial de España en los CAUR (25).

 

NOTAS A PIE DE PAGINA

(1) Cf. Cataluña bajo vigilancia. El consulado italiano y el fascio de Barcelona (1930-1943), Arnau Gonzàlez i Vilalta, Publicaciones de la Universidad de Valencia, Valencia 2009, págs. 109-149.

(2) Julius Evola realizó un amplio estudio sobre las conclusiones de dicho congreso convocado por la Fundación Volta, que está incluido en la recopilación de escritos Saggi di Dottrina Politica (Edizioni Casablanca/Kizar, San Remo, 1979), realizada por Renato del Ponte. Nosotros hemos utilizado el opúsculo traducido al francés que recoge los comentarios a dicho congreso con el título de Le problème de l’Europe au Convegno Volta de 1932, Studi Evoliani 1981, Marc. Eemans y Salvatore Verde, Bruxelas.

(3) L’Europa nella riflessione del convegno della Fondazione Volta (Roma,  noviembre 1932). Simona Giustibelli, en Dimensioni e problema della ricerca storica, nº 1/2002, pág. 216.

(4) G. Caballero, Nueva catolicidad sobre Europa, citado en Reale Accademia d’Italia, Fondazione Volta, Atti dei convegni. Convegno di scienze morali e storiche, novembre 1932, XI. Tema: L’Europa, Roma, Reale Accademia d’Italia, pág. 322-a.

(5) M. Cuzzi, op.cit., pág. 102.

(6) Ídem, pág. 103.

(7) Simon Kuin, O Braço longo de Mussolini: Os Comitatos d’Azione por l’Universlitá di Roma en Portugal (1933-1937), en Penelope, revista d’historia e ciencias sociais, nº 11, noviembre de 1933, pág. 9.

(8) Cf. Ernesto Giménez Caballero: Unidad nacional y política de masas en un intelectual fascista. Gonzalo Álvarez Chillida, Universidad Complutense de Madrid, Historia y Política, nº 24, Madrid, junio-diciembre de 2010, págs. 265-291. Algunos de sus acompañantes en esa aventura eran “republicanos de izquierda” (como Sánchez Castillo). GeCé justificó su nueva militancia con la peregrina argumentación de que “en ausencia de Estado totalitario superador de la lucha de clases, los patronos tienen que defenderse directamente, ya que los gobiernos de radicales y cedistas les mantenían indefensos  Pág. 278-279.

(9) Ver Revista de Historia del Fascismo, nº XXXVII, José Antonio y la violencia, págs.  135, 192, 211-213.

(10) Se sabe de esa conversación por el extracto de la entrevista que el propio Bottai mantuvo con Mussolini, en Roma el 17 de octubre de 1933 y cuyo texto se conserva en los ASMAE, Gabinetto 42, Udienze di S,E, il capo del governo.

(11) Marco Cuzzi, op. cit., pág. 413.

(12) J.L. Jerez, op. cit., pág. 52.

(13) Citado en El pensamiento español contemporáneo y la idea de América, José Luis Abellán y Antonio Monclús, Editorial Antrhopos, Barcelona 1989, pág. 52.

(14) D. Jato, La Rebelión de los Estudiantes, edición digital, pag. 53.

(15) Marco Cuzzi, op. cit., pág. 135.

(16) J.L. Jerez, op. cit., pág. 52.

(17) José Antonio Primo de Rivera, Obras Completas, edición digital, pág. 388.

(18) Citado en Marco Cuzzi, op. cit., pág. 150, habiendo extraído el dato del examen del correo enviado por Coselschi a Mussolini, Roma 18 de enero de 1935, depositada en ASMAE,Gabinetto 59, Serie nominativa, Fascicolo 1, “Coselschi Eugenio”.

(19) José Antonio fascista, José Luis Jerez Riesco, edición digital, pág. 143 y 150.

(20) El diario ABC publicó en su edición del 18 de diciembre de 1934, pág. 24: “Primer Congreso Internacional Fascista. Montreaux, 17, 2 tarde. Ayer ha dado comienzo el primer Congreso internacional de los partidos fascistas de Europa. El principal objeto de este Congreso es ponerse en contacto todos los jefes de los grupos que intentan implantar este régimen en sus respectivos países. El representante español, Sr. Primo de Rivera, que llegó el sábado por la noche, regresó el domingo por la mañana por haber sido llamado urgentemente” y “Tributo a Mussolini. Se aprobó una resolución en la que se rinde tributo de admiración a la obra del primer ministro de Italia, Benito Mussolini, como fundador del fascismo y en la que se declara que el fascismo puede mantener la paz”

(21) J.L. Jerez, op. cit., pág. 144.

(22) Sin duda el testimonio más cualificado de esa época es Ramiro Ledesma en ¿Fascismo en España?, edición digital. Véase todo el capítulo 7. Octubre y después de octubre, págs. 82-92.

(23) Marco Cuzzi, op. cit., pág. 158.

(24) Ídem, pág. 155.

(25) J.L. Jerez, op. cit., pág. 145-146. Se conoce el texto de la carta enviada por Ledesma a Coselschi: “Conozco las actividades de los C.A.U.R. ya que sido informado de las deliberaciones asumidas en Montreux por los representantes de organizaciones fascistas. Estoy feliz de comunicarle a Vd. que envío la adhesión de las J.O.N.S. y mi adhesión personal al Frente de Montreux y que estoy a disposición para defender y propagar el ideal común. Le confirmo toda la simpatía del movimiento de las J.O.N.S., que únicamente por motivos de táctica interna no pudo intervenir en Montreux” (Acta de las reuniones de Amsterdam, 29-3-35, reproducidas por Gisella Longo). Fue a raíz de este problema interno de España, cuando Coselschi volvió a proponer que la siguiente reunión de la Comisión Permanente tuviera lugar en España para reforzar el liderazgo de José Antonio sobre el partido. Este segundo intento ya no fue posible a la vista de la cada vez más complicada situación política española que se produjo en la segunda mitad de 1935 y que tuvo como consecuencia final la caída del gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas.