6. El abate Boullan, sucesor de Vintras
El abate Boullan no fue elegido unánimemente como
sucesor de Vintras. De hecho, como veremos, se autoeligió. Joseph–Antoine
Boullan era uno de esos sacerdotes que habían creído en las visiones proféticas
de Vintras y estaban atraídos por su permisividad ante la concupiscencia. Nació
el 18 de febrero del año 1824 en Saint–Porquier –departamento del Tarn–et–Garonne–
en la región de Occitania. Fue ordenado sacerdote en Montauban, población
relativamente próxima a Toulouse. Se doctoró brillantemente en teología en Roma
mientras pertenecía a la Congregación de los Misioneros del Preciosísimo Sangre, donde se doctoró en
teología. Leyó a los místicos españoles durante su estancia en Alsacia y La
ciudad mística de Santa María de Agreda le inspiró su Vida divina de la
Santísima Virgen. De regreso a
Francia, Joseph–Antoine Boullan se instaló en el convento alsaciano de Trois–Épis.
Profundamente interesado en los estudios místicos y el neo-espiritualismo, el
joven era en ese momento un apasionado de los hechos sobrenaturales.
Las apariciones marianas de La Salette, en 1854, operaron
un fuerte impacto en sus creencias. Al año siguiente, abandonó su congregación
y se instaló en París donde desempeñó funciones como publicista católico en la
revista Le Rosier de Marie y en los Annales du Sacerdoce que él
mismo fundó.
En 1857 su vida dio un giro inesperado. Se
desplazó al santuario de Notre Dame de La Salette, en la región Alpes–Ródano no
lejos de Grenoble. Allí conoció a una monja de origen belga, Adèle Chevalier, que
había sido curada milagrosamente de su ceguera por la Virgen del lugar. Entre una
de las visiones que decía haber recibido Adèle, se le anunciaba la llegada de un
clérigo que operaría una profunda reforma en el seno de la Iglesia. A Boullan
le faltó tiempo para convencerse que él era el sacerdote providencial y, junto
a Adèle comenzó a redactar la regla de una nueva orden, la Orden de la
Reparación de las Almas, autorizada por el obispo de Versalles. La Orden se orientaba
hacia la teúrgia. Realizaban actos de curación sobre sus feligreses. Como no
podía ser de otra manera, pronto las cosas se torcieron.
La proximidad, la debilidad y la tendencia a la
concupiscencia, hizo que Boullan y Adèle Chevalier pasaron a ser amantes y los
principios de la Obra de la Reparación se sumergieran en el erotismo, primero
místico y luego carnal. La fase siguiente, no fue solo erótica si mucho más
marcada por prácticas transgresoras y las parafilias. En los ritos “de curación”
se utilizaba orina y excrementos. La deriva decadentista siguió adelante y en
1860, Boullan celebró su primera misa negra en la que Adèle apareció desnuda
ante los fieles. Practicaban, así mismo, exorcismos bien extraños sobre las
religiosas de la orden. A una,
simplemente, el mismo Boullan le escupió en la boca, a otras les mezclaron las hostias consagradas con excrementos humanos que debían tragar o
bien esos mismos excrementos servía para realizar emplastos. Otras veces
empapan las hostias sagradas con la orina de Adèle… Ésta, por su parte, afirmaba
continuar estando inspirada por la gracia divina y en comunicación con la
Virgen, de quien recibía frecuentemente revelaciones a través de “clariaudiencia”.
Tras la fundación de la Obra de la Reparación, ella sería la organizadora de la
congregación.
El sacerdote realizaba rituales de amor y gloria,
en los que la gente debía frotarse desnuda en grupos: eran “las uniones de
amor”. También entregó “hostias sangrientas” que rezumaban sangre. Todo esto,
los exorcismos siniestros y las escandalosas sesiones terapéuticas no tardarán
en despertar la desazón entre la población y la inquietud de las autoridades de
la ciudad. No era para menos. Adèle quedó embarazada, pero el hijo desapareció.
Se sospechó, más tarde, que el abad Boullan lo había sacrificado en el
mismísimo altar en el transcurso de una misa satánica.
Joanny Bricaud, íntimamente relacionado con los
ocultistas que gravitaban en el entorno de Vintras, poseía, en particular, un
ejemplar de las “hostias sangrientas”, redactó un opúsculo de brujería titulado
Méthode pratique pour l'incubat et le succubat que aumentó el encono
entre católicos tradicionalistas y ocultistas partidarios de Boullan.
Pronto, todos estos escándalos llegan a oídos de
la autoridad civil, mucho más interesada por las acusaciones de fraude y estafa
que por las prácticas
consideradas satánicas. La pareja recibió dinero de personas religiosas que
querían ganarse el favor de la Santísima Virgen, siendo por ello procesados por
fraude y condenados a tres
años de prisión. Inicialmente, el Vaticano protestará contra esta condena por
parte de la autoridad civil, pero, posteriormente, al conocer las actas del
proceso, en las que hay testimonios de todas las aberraciones realizadas con
hostias consagradas e inmundicias, quedará, literalmente, horrorizado. Boullan
y Adèle saldrán en 1864 de la prisión de Ruán. En los años en los que
permaneció encarcelado, Boullan redactó su Confesión, documento que
todavía se conserva en los Archivos Vaticanos, conocido como El Cuaderno
Rosa, siendo rehabilitado en 1867.
El abad Boullan aprovecha esta absolución para
enseñar su doctrina de la "reparación de las almas" que puede
sintetizarse así: “por medio del mandato divino algunas almas pueden pecar
libremente para salvar a las demás”. En otras palabras: el “amado por Dios”, el
jefe de la secta, tiene licencia para practicar todo tipo de actos lujuriosos.
Instalado de nuevo en París, volvió a recorrer el
mismo ciclo por el que ya había pasado diez años antes. Fundó una nueva
revista, los Annales de la Sainteté au XIXe siècle. A pesar de que,
inicialmente se situaba en la ortodoxia romana, la revista tenía una acusada
tendencia a exponer hechos sobrenaturales, visiones y profecías
extraordinarias, que le llegaban a la redacción; los exorcismos le interesaban
particularmente. Se había interesado por la hipnosis y la autohipnosis y
enseñaba a las monjas de la congregación a copular en sueños con los santos y
con Jesucristo. Explotó la credulidad y se hizo con sumas importantes de
dinero, teóricamente, para su congregación. En esta segunda ocasión, el
Vaticano optó por la excomunión, la disolución de la Congregación y su
suspensión a divinis. Todo esto ocurría en 1875.
Ya fuera de la Iglesia, Boullan, en agosto de ese
mismo año, se encontró con Vintras en Bruselas. Habían mantenido
correspondencia desde el año anterior: "Mi intención es ir a Lyon, el objetivo principal de este viaje
es estudiar cada vez más profundamente la misión de Elías", escribió en
una carta dirigida a la congregación lionesa. A partir de ese momento, se convirtió al vintrasismo. El fundador de la
secta murió poco después y Boullan se proclamó su sucesor… a pesar de que solo
lo había visto en dos ocasiones. Se instaló en Lyon el 20 de febrero de 1876, y
empezó a vincularse con Julie Thibault, “la Mujer Apostólica”, vintrasiana de
larga trayectoria, presente en todos los ritos del grupo, incluidas las “uniones
espirituales” y las “uniones de vida”, así como en actividades teúrgicas. Boullan, justificará estas verdaderas orgías,
afirmando con toda seriedad que, si la fornicación pecaminosa de Adán y Eva
había sido la causa de su expulsión del Edén, mediante una sexualidad de corte “espiritual”
tendría lugar la redención de la humanidad. Su nueva amante sería Julie
Thibault, que ha sido descrita como “una campesina de ojos de águila y habla de
aldeana, que durante años sólo había comido pan remojado en leche, había hecho
a pie las más lejanas peregrinaciones y le bastaba con levantar la vista por
encima de las gafas para vislumbrar las legiones de lo invisible”.
Pero no todos los miembros de la secta estaban de
acuerdo en que Boullan fuera el sucesor de Vintras. Supo ganarse la confianza
de algunos dirigentes de la secta (y el rechazo absoluto de otros). Finalmente,
en 1877 se produce la escisión y solo tres de los diecinueve “pontífices”
vintrasianos lo consideran como el sucesor del fundador. Unos años después, adoptará el rimbombante nombre de “Elías Juan
Bautista” y se proclamará profeta. Con este pequeño grupo volverá a sus obsesiones eróticas, dando a los
ritos ideados por Vintras un sesgo sicalíptico, mediante actos de amor “realizados
religiosamente”, en los que él mismo participaba gustoso. La misa negra erótica
se convertirá en el principal atractivo de la secta.
La enseñanza de Boullan difería poco de la que
dio vida a la secta vintrasiana, salvo por el hecho de que insistía más en la
sexualidad. Sus fieles habían aprendido de él que “la caída del Edén se produjo
por un acto de amor culpable”, y que “es mediante actos de amor realizados
religiosamente como puede y debe operarse la Redención de la Humanidad”.
Recomendaba al adepto que deseara redimirse a sí mismo que tuviera relaciones
con entidades celestiales, mientras que aquel que, por caridad, deseaba ayudar
a seres inferiores a redimirse debía tener relaciones sexuales con ellos. El
pequeño círculo realizaba ritos grupales a los que llamaba “Sacrificios de
gloria de Melquisedec” o “Sacrificios provictimales de María”, siempre celebrados
por Boullan. Pero las llamadas “Uniones de Vida”, mucho más importantes,
estaban destinadas solamente al círculo más interior de la secta.
En la década de 1890, los círculos ocultistas empezaron
a interesarse por el grupo del abate Boullan. Éste había admitido en su círculo al abate Roca, un sacerdote ocultista
que publicaba una revista titulada L'Anticlérical. En su tiempo fue
considerado como la quintaesencia del sacerdote réprobo que se arroja en brazos
de todo lo que debía combatir. Tras declarar que su intención era encajar
progresismo, evolucionismo y “cristianismo auténtico”[1], elaboró una tesis sobre el “ocultismo
cristiano” lindante con el satanismo. Esta relación no prosperará y Boullan terminará
condenando las ideas de Roca, mientras que éste se aleja del Carmelo Elíaco.
En 1886, el abad Boullan recibió la visita del
marqués Stanislas de Guaita, junto con el ocultista Joséphin Péladan y su
secretario, el también ocultista y masón Oswald Wirth, miembros fundadores de
la Orden Cabalística de la Rosa–Cruz. Hasta ellos habían llegado rumores de Ilíaco
algo que les remitía a la “magia sexual”. Se entrevistaron con Boullan por pura
curiosidad y para saber que había de “ocultista” en sus prácticas. Wirth simuló
ingresar en la secta, pero cuando reunió suficiente documentación sobre las
prácticas de la secta se las mostró a Guaïta y a Peladan que convocaron un
“tribunal iniciático” para juzgar a Boullan en 1887. La polémica se prolongó
por espacio de cinco años. Los rosacruces que practicaban “magia ceremonial”, unieron
sus esfuerzos, públicos y privados, para denunciar y vencer a Boullan, para
ellos “el más grande satanista de Francia”. La principal acusación consistía en
“erigir la fornicación en
práctica litúrgica”.
Los neo–rosacrucianos le reprocharon traicionar y
pervertir los auténticos principios de la Cábala con el objeto de engatusar a su
clientela interesada en las ciencias ocultas. En la obra de Guaïta, Le Temple de Satan, describirá a Boullan como
«pontífice de la infamia, ídolo vil de la Sodoma mística, mago de la peor
calaña, brujo e instigador de una secta inmunda». GuaÏta, Wirth y Peladan, convocaron
al ex sacerdote para comparecer ante el “tribunal iniciático” de su Orden Rosa
Cruz. Boullan se negó. Sin embargo, el “proceso” tuvo lugar y emitió su
sentencia que confirmó las acusaciones
de falso profeta y profanador de la Cábala y lo sentenció a “muerte
iniciática”. Boullan, consideró que la sentencia era una maldición mágica lanzada
contra su vida –su compañera y vidente Julie Thibault le había revelado una visión en la que Guaïta le
lanzaba un hechizo mortal– y respondió
con fórmulas satánicas para neutralizar a sus enemigos y autoproclamarse “mártir”.
Boullan, con
sus nervios progresivamente deshechos tanto por los esfuerzos realizados para
protegerse de los reales o supuestos conjuros rosacruces, como debilitado por
los contraataques mágicos que lanzó contra Wirth y Guaita, empezó a sufrir
ahogos, aparentemente inexplicables. Madame Thibault, en estado de trance la previno de que los rosacruces
ponen su retrato en un ataúd mientras ofician una misa negra contra él. Boullan
se limita a recodar “ley del contragolpe” y del “efecto retroceso” que, según
los ocultistas afecta a quien lanza una maldición, amenazándolo en sentido
contrario y con la misma intensidad. Acto seguido, ordena a sus fieles enterrar
en el interior de un ataúd la sentencia del tribunal iniciático. Boullan, por
su parte, oficiará uno de sus singulares rituales –el Oficio de Melquisedec–,
descalzo y completamente afeitado, se cubrirá únicamente con la túnica roja de
Vintras, inmóvil con una hostia en cada mano rogando la victoria sobre sus
satánicos enemigos. Durante esta ceremonia, Jules Bois en Le satanisme et la
magie (1895), dice que fue objeto de ataques “fluídicos” que llegaron a
rasgar su túnica y a dejarle arañazos ensangrentados en el pecho.
Estaba a punto de viajar a París para dar un
ciclo de conferencias en la Salle des Capucines, cuando, el 4 de enero de 1893,
el anciano confió a sus familiares que iba a morir a causa del hechizo lanzado
por Guaïta. Falleció, en efecto, pocas horas después, a causa de estas crisis.
La siniestra historia del abate Boullan inspiró
al autor Joris–Karl Huysmans, quien realizó un retrato del satanismo parisino en
su novela de 1891, Là–bas (Allá abajo).
[1] Curiosamente,
algunas de sus tesis fueron recuperadas pocos años después de su muerte por el
teólogo jesuita Teilhard du Chardin.
