Vergüenza para los votantes y
afiliados al PSOE que ven que por siete votos su gobierno traiciona a todo un
país.
Vergüenza para los amnistiados que
deben el perdón al gobierno más corrupto y miserable de la historia reciente de
España.
Vergüenza para los ciudadanos que
tuvimos que sufrir desde 2004, primero la coña del “nou estatut” (que nadie
pedía), luego el “procés” (que todos sabíamos era inviable) y, finalmente, dos
meses de guerrilla urbana, meses y meses de incertidumbres y alarma social.
Vergüenza para quienes creen en el “imperio
de la ley” y en la “gran constitución” que nos gobierna y que ya deberían saber
que, en esta democracia, “la ley es como el timón, hacia donde se le da, gira”
(Lao-Tsé).
Vergüenza para el Rey Felipe VI que
deberá firmar una ley que le repugna y le asquea.
Vergüenza para todos los que tenemos
entendimiento y entendemos, cerebro y lo utilizamos y sabemos que la ley de
amnistía sólo se ha aprobado para mantener a un corrupto en el poder unos meses
más.
Vergüenza para los últimos mohicanos
que creen que la ley de amnistía es un poner el contador a cero y que será una
mano tendida que hará recapacitar a los independentistas de futuras aventuras.
Vergüenza para todos los jueces y
funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado que se han dejado la piel tratando
de que se cumpliera la misma ley que ahora una banda de maleantes interpreta a
su antojo.
Vergüenza para los ciudadanos que
exigimos seguridad jurídica y vemos como salen del parlamento leyes aprobadas
por individuos sospechosos y situados ya fuera de la ley.
Vergüenza para quienes creen, visto
lo visto, que esta democracia tiene remedio.
Vergüenza y execración hasta el fin
de sus días para unos diputados que han votado a favor de una ley que convierte
la traición, la irresponsabilidad, el choriceo y la estupidez en norma de convivencia.
Vergüenza para los periodistas, los
políticos y los tertulianos que buscan argumentos para justificar lo
injustificable.
Vergüenza para un país que se está
cayendo a pedazos y que padece ya décadas de atonía y de parálisis y en el que ya
nada funciona, ni puede funcionar con normalidad, ni existen esperanzas en el
futuro.
Vergüenza, una y mil veces vergüenza a amnistiados, amnistiadores, espectadores pasivos y votantes socialistas.
En este día, creo sobran las palabras. Creo que los únicos que
están defendiendo la dignidad de España y de los españoles son aquellos que
cada día, con frío y con lluvia, una y mil veces, gritan ante la sede de Ferraz:
“AHÍ ESTÁ, LA CUEVA
DE ALI-BABA”.