INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

miércoles, 29 de noviembre de 2023

EVOLA, NIETZSCHE Y LOS “DESTINOS ESTELARES” (1 de 3)

Los exegetas más sagaces de Nietzsche están de acuerdo en un punto esencial. El valor del pensamiento de Nietzsche tiene el rasgo de epocalidad. El filósofo alemán fue el primero que se enfrentó admirablemente a la decadence [1], valorando, al mismo tiempo, su propia obra como un comienzo. De esta forma, anticipó el verdadero papel divisorio que pronto se le atribuiría a su filosofía. Sintiéndose “dinamita”, el padre de Zaratustra subrayó la función desestructurante de sus intuiciones deslumbrantes, pero también les atribuyó una cualidad refundadora. En este sentido, la propuesta especulativa de Nietzsche no es, sic et simpliciter [2], “filosofía del martillo”, producto del despojo existencial ejercido contra todas las superestructuras conceptuales que se han ido acumulando sobre los hombros del hombre europeo, en el transcurso de su milenaria historia, sino fundamentalmente una filosofía “matinal”. Nietzsche anuncia un nuevo amanecer de la civilización europea, su posible Otro Comienzo. Ante estos supuestos generales del teórico del superhombre, no es de extrañar que Julius Evola[3], uno de los raros pensadores italianos que, a principios del siglo XX, adquirió estatura teórica de nivel continental (reconocida sólo en los últimos años), haya polemizado con él durante su larga experiencia especulativa.

Roberto Melchionda da en el clavo al sostener que “Nietzsche es el pensador que encontramos en todas las etapas de la vida y de la obra de Evola”, aunque, como el lector ha podido ver en las páginas de esta recopilación de textos, lo haya interpretado, valorado y/o o criticado desde diferentes perspectivas. Para llegar al meollo de esta polémica entablada entre los destinos estelares de los dos pensadores, conviene despejar el campo de algunos malentendidos analíticos que podrían invalidar el valor de las propuestas.

En primer lugar, es conveniente dejar atrás los extremos interpretativos: en efecto, si lo afirmado por Massimo Cacciari en su momento no corresponde a la verdad filológica, a saber, que Evola criticaría a “Nietzsche en todas partes”, “continuamente” y “ de manera dura[4], también es cierto que, tras el encuentro con la obra de René Guénon y con su idea de Tradición, el juicio de Evola respecto al solitario Sils–Maria cambió significativamente, para finalmente mostrar, en los años cincuenta, en el momento de la redacción de Cabalga el tigre, una reconversión nietzscheano–dionisíaca positiva, aunque mitigada respecto de las aseveraciones de los años veinte. Así, ni el pensamiento de Evola puede considerarse una simple “variable” del universo nietzscheano, ni la propuesta de Nietzsche tampoco puede reducirse a la del tradicionalismo. Las dos perspectivas teóricas deben considerarse autónomas y “en diálogo”.

Además, en nuestra opinión, para interpretar correctamente la relación entre las dos extraordinarias inteligencias antimodernas, es de gran importancia atribuir el peso justo al rasgo existencial y espiritual que las unía. Evola y Nietzsche no fueron simplemente inactuales, sino que pertenecieron, y tenían clara conciencia de ello, a la categoría de hombres póstumos. Éstos tienen la suerte de hablar, de dirigirse al futuro, pues llegaron prematuramente y propusieron una verdad que sus contemporáneos, inmersos en la cotidianeidad, no pudieron comprender. Por eso se dirigieron a unos pocos, a sus hermanos en espíritu. Vivían para una comunidad de Únicos, portadores de la revolución de los persuadidos. Escribieron, como en las fibras de la enseñanza nietzscheana, con sangre, sosteniendo un estrecho enfrentamiento con el tiempo que les tocó vivir y con la sociedad moderna, que había supuesto, para quienes supieron mirar profundamente, más allá de la retórica de las “suertes progresivas”, el rostro de la michelstaedteriana comunidad de los malvados.

Pasión ardiente y pathos de la distancia

Lo que escribió Giorgio Colli sobre Nietzsche puede ser válido también para Evola: “Cualquiera que haya leído algunas páginas suyas se ha sentido profundamente sondeado, se ha sentido provocado para dar su asentimiento sobre un tema candente: unos no perdonan esta intrusión, otros olvidan la impresión que les causó y otros reaccionan con ardiente participación[5]. Nuestros dos autores, por lo tanto, obligan a los lectores a “tomar partido”, a ser intelectualmente activos respecto de la urdimbre de pensamiento que están desarrollando y presentando. Esto genera las dos tipologías de respuesta más comunes recordadas por Colli (palabra que no por casualidad se refiere al corazón, al centro del microcosmos): adhesión inmediata o rechazo.

Evola y Nietzsche, en efecto, además de hablar a la razón, a diferencia de otros pensadores, pretenden dejar una impronta, inducir un cambio de corazón, transformar el alma del lector. La suya, aunque con modalidades expresivas muy diferentes, era una comunicación de existencia. No se contentaron con la modalidad comunicativa vigente en la ensayística culta de la época contemporánea, por considerarla apta para envilecer la potestas [6] de la palabra. Más bien pretendían solicitar a su interlocutor, tomándolo, con la fuerza del argumentar, como había propuesto Kierkegaard, por el cuello. Después de todo, la soledad y la tensión absoluta, compañeras de los dos destinos estelares, no pueden ser eliminadas de la filosofía, que es saber erótico. Como tal, no permite, dada la lección de Sgalambro [7], adherirse a la expresividad que caracteriza tout court [8] a la investigación científica, como es el modo típico de los eclecticismos de la Kultur. Las referencias ideales de Nietzsche y de Evola huyen del eclecticismo, situándose como afirmaciones absolutas.

Como auténticos filósofos, los dos llaman la atención de cualquiera que tenga la suerte de conocerlos, con “chispazos”, rasgos humanos que, en la antigüedad, distinguió a Sócrates. La descarga eléctrica que produce el chispazo, si no ahuyenta o induce a huir, sino que determina el despertar. Creemos que Evola, a través de la comparación con los textos del pensador alemán y con los de los místicos del siglo XIV, principalmente Meister Eckhart, comprendió la estructura falible y vinculante del lenguaje desde la década de 1920, anticipándose a las posiciones de Wittgenstein al respecto. Piénsese en el ensayo Arte abstracto de 1920 en el que leemos: “Expresar es matar” [9]. A pesar de ello, como bien dijo Melchionda, al utilizar en sus obras filosóficas la terminología técnica introducida por el neoidealismo de matriz actualista, Evola mostró humildad intelectual y puso en práctica una actitud de servicio hacia sus semejantes al fijarse la tarea de “hacer comunicables, comprensibles y menos difíciles, los contenidos de la experiencia y pensamiento” [10].

A pesar de ello, y en virtud del rasgo existencial de su comunicación, los intérpretes malévolos –como es bien sabido– han aportado análisis que distorsionan su pensamiento, las más de las veces reducido al cliché y a la descorazonadora imagen de la filosofía de la reacción, si no, incluso, como un mero ejemplo de fascismo intelectual. Esto ocurrió porque las exégesis filológicamente correctas presuponen una visión global y unitaria de toda la producción intelectual de un autor, no la sustracción de una parte de ella en beneficio exclusivo de otra. Con respecto a ellos, se llevó a cabo una descontextualización histórica y un trabajo de extracción en el conjunto de su producción, de aforismos o afirmaciones que asumían así el valor de afirmaciones innegables [11]. De ahí las críticas maliciosas y preconcebidas. En ellos también jugó un papel destacado la poderosa crítica al cristianismo presente en sus textos. Evola y Nietzsche corrieron, con decidido coraje intelectual, la misma suerte que Maquiavelo. Este último, recuerda Colli, vio su nombre borrado de la portada de muchos libros, en la Biblioteca Nacional de Florencia, por haber notado en ellos, como Nietzsche y Evola, la “debilidad a la que la religión actual ha llevado al mundo” [12]. Los destinos estelares de Evola y Nietzsche están, pues, unidos también por la dureza con que trataron su tiempo, el sentido común dominante de su época y el espíritu fideísta de la religión que llegó a predominar en Europa.

En el rostro de Dionisio

No es casual que esta recopilación de escritos evolianos dedicado a Nietzsche se abra con la traducción de Par delà Nietzsche [13]. Es el más auténticamente nietzscheano de los escritos del tradicionalista, ya que, como reconoce Alessandro Giuli en el Preámbulo de la última edición, el evoliano es “un destino [...] que encontró su camino en el magisterio de una filosofía inalcanzable para la mayoría, sinceramente antidemocrática y al menos en este sentido nietzscheana” [14]. En las páginas del cuadernillo, escrito en la lengua predilecta de la inteligencia europea de las primeras décadas del siglo XX, la lengua francesa, el autor suscita en el lector, utilizando atmósferas sugerentes, fuertes estados de ánimo. Al igual que Michelstaedter, es portador de algunos aspectos teóricos específicos que caracterizan los cúmulos espirituales de principios del siglo XX, a los que a menudo se hace referencia con la noción de “metafísica de la juventud” [15]. Por último, pero no menos importante, entre estos casos, aparece la recuperación de la facticidad, inducida por la reelaboración de motivos nietzscheanos. El escrito presenta, en esencia, los rasgos esenciales del idealismo mágico, que el pensador alcanzó atravesando críticamente el idealismo, tanto clásico como el que le fue contemporáneo, y a través de las misteriosas sugerencias encontradas en los círculos esotéricos romanos y en la práctica del arte de vanguardia.

En los escritos de estética del pensador romano, Nietzsche de alguna manera ya es discutido, pensado, metabolizado: en Arte Astratta emerge el contraste entre el mundo interior del “creador” y el del “hombre en el mercado” [16], indicando dos tipologías antropológicas espiritualmente divergentes. Evola identifica la presencia en Nietzsche de un rasgo romántico que, a la luz de la lección de Schopenhauer, le llevó a conceder la primacía a la música entre las artes. Por eso, la posición del alemán se experimenta como “insuficiente”, ya que, en opinión de Evola, “no es la expresión lo que importa, sino el hacer del artista en sí mismo[17]. La metabolización de Nietzsche también se puede ver en el poema La palabra oscura del paisaje interior [18]. En esta obra, el autor realiza una investigación introspectiva. La personalidad es despojada de toda superestructura, presionada sin tregua por el deseo de descubrir la razón última de la vida. El núcleo original de toda experiencia humana se identifica en la voluntad, un claro motivo puramente nietzscheano. Sólo en Par delà, la reivindicación de Evola del individuo y de la presencia, para referirse a un término gentiliano muy utilizado por Andrea Emo, remite al “platonismo” del primer Lukács, a las tesis expresadas por este en El alma y las formas, cuando aún no estaba sometido a la rigidez ideológica de La destrucción de la razón. Evola, con el pensador húngaro, propone un ethos que, en la práctica, en el actuar, se manifiesta en un encontrar–dar–lugar, en el presente sin nombre de la modernidad alienada, a una nueva posibilidad de existencia.

Ahora bien, la referencia al ethos es típicamente nietzscheana, experimentada en clave antiestética, “ya ​​que la actitud estética depende del Otro, de lo correlativo, de la repetición” [19], como ya había captado Kierkegaard, y como sería han sido indicado por la evoliana “Vía del otro”. Surge así un tema que une al primer Evola con el último, al menos en lo que se refiere a la exégesis de Nietzsche. Leyendo el texto introductorio que el filósofo de la Tradición ideó en 1971 para el libro de Robert Reininger, Nietzsche y el sentido de la vida, el lector ha podido ver cómo interpreta el mensaje de Zaratustra en términos de una posible reafirmación de la ética absoluta del estoicismo, un pensamiento basado en la centralidad del egemonikon [20], principio de orden activo, superior a la vida, entendido en términos puramente naturalistas. Por tanto, a pesar de las diferencias interpretativas, en la lectura que hace Evola de Nietzsche se mantienen datos constantes; precisa Evola, “hasta la fecha [...] ofrecen pistas igualmente importantes para quienes estudian la problemática post–nihilista [...] enfrentando la prueba de una nueva y peligrosa libertad” [21]

La tesis central que emerge en Par delà es realmente sólida. Frente al cristianismo hecho mundo en la modernidad, en la ciencia, en la tecnología, en las estructuras sociales democráticas, Evola se refiere a un “Nietzsche más allá de Nietzsche”. Postura que, de diferentes formas, seguirá reafirmando más adelante. El suyo es un Nietzsche profético, autor de un proceso de desenmascaramiento de los embellecimientos de las tinieblas -para citar a Michelstaedter- que, a lo largo del tiempo, han permitido a los hombres perpetuarse en “cualquier vida” (la expresión sigue siendo del filósofo de la persuasión). Nietzsche y algunos más tuvieron la audacia de revelar a Europa el enorme poder de Dionisio, logrando mirar al abismo sin desviarse en dirección a improbables más allá.

En las filas de los precursores, Evola también incluye a Dostoievski. En el artículo de 1939, Tolstoi y Dostoievskij, publicado en Bibliografia fascista, Evola afirmará que ambos habían visto, al igual que el filósofo del Eterno Retorno, “el punto donde el camino que va de arriba hacia abajo se encuentra con el que, prometeicamente, va de abajo hacia arriba [...] Una nueva visión [...] del poder, de toda la existencia terrestre, en su plenitud pagana y dionisiaca, los habría convertido no sólo en mártires y oscuros precursores, sino en los conscientes heraldos de un nuevo ciclo” [22].

El Nietzsche de Par delà es el portador del Gran Despertar en el mundo moderno, revelando lo que los Misterios siempre habían enseñado a unos pocos en el mundo Antiguo, aquello que los iniciados encontraron al final del camino de la realización: el principio–infundado, la libertad–poder del origen, la nada schellingiana, la nada del ser. El anticipo de la cultura trágica, el hasard [23]: una frontera infranqueable que separa a los que necesitan creer, de los que aspiran a saber. El lector habrá captado en la evocadora traducción de Giovanni Pérez el rasgo que caracteriza desde dentro este texto: la juventud espiritual [24].

Giovanni Sessa


[1] En francés en el original [NdT].

[2]Simplemente así” [NdT]

[3] Véase Roberto Melchionda, Il volto di Dioniso. Filosofia e arte in Julius Evola, prefacio de Giano Accame, Basaia, Roma 1984, p. 214.

[4] Véase Intervista con Cacciari, en Il Settimanale, a. 1981, núm. 24, pág. 68. La cuestión también fue planteada por Roberto Melchionda, Il volto de Dioniso, op. cit., pág. 214.

[5] Véase Giorgio Colli, Scritti su Nietzsche, Adelphi, Milán 1980, pág. 11

[6] En latín en el texto: potestas alude al poder socialmente reconocido de algo, en el derecho romano el concepto se oponía a auctoritas, o saber socialmente reconocido. [NdT]

[7] Manlio Sgalambro, filosofo italiano de orientación nihilista, influenciado por Cioran y Shopenhauer. Además de su trabajo como filósofo, escribió las letras de varias canciones de Franco Battiato. [NdT]

[8] En francés en el original, término que suele traducirse de distintas formas, indicando todas inmediatez o sinónimos. [NdT]

[9] Véase Julius Evola, Arte astratta, Fondazione J. Evola, Roma 1992.

[10] Véase Roberto Melchionda, Il volto di Dionisio, op. cit., pág. 227, núm. 2. Prosigue luego el autor, recordando cómo Evola descubrió que “para los significados de la ética, utilizando el término poco significativo de Wittgenstein, estaba disponible para cualquiera que supiera cómo usarlos, un lenguaje de reserva, casi un pre–lenguaje, el "lenguaje de los pájaros", inscrito en los símbolos de la alquimia o de otras tradiciones". Entre otras cosas, el sagaz exégeta del pensamiento de Evola, de paso, señala, en este aspecto particular de la investigación lingüística, relativo a la creación de palabras ex novo, la distancia de Evola con Heidegger. [ex novo, locución latina que suele traducirse como “de nuevo” o “desde cero”, NdT]

[11] Colli comenta así la actitud adoptada hacia Nietzsche: "Un falsificador es cualquiera que interpreta a Nietzsche usando sus citas [...] en general es deshonesto usar las citas de Nietzsche cuando se habla de él, ya que de esta manera se le da valor a las propias palabras con la sugestión que suscita la introducción de las suyas". Lo mismo puede decirse de Evola y, en particular, del uso de sus obras sobre el tema de la raza del espíritu. Véase Giorgio Colli, Dopo Nietzsche. Come si diventa un filosofo, Bompiani, Milán 1978, pág. 170.

[12] Véase en pág. 5.

[13] Véase Julius Evola, Par delà Nietzsche, editado por Gianfranco de Turris, prólogo de Alessandro Giuli, con escritos de Giovanni Sessa y Andrea Scarabelli, Aragno, Turín 2015. En los ensayos que acompañan al texto de Evola, se reconstruye la completa historia editorial de este interantísimo y lúcido pamphlet.

[14] Ver Alessandro Giuli, Premessa, en ivi, pág. 5.

[15] Sobre este tema remitimos a nuestro Julius Evola e la metafísica della gioventuù, en Julius Evola, Par delà Nietzsche, op. cit., págs. 11–20. Más en general, sobre el tema cf. Massimo Cacciari, Metafisica della giuventù, en Gyòrgy Lukács, Diario (1910–1911), editado por G. Caramore, Adelphi, Milán 1983, págs. 69–148.

[16] Ver Roberto Melchionda, Il volto de Dionisio, op. cit., pág. 217.

[17] Ver Julius Evola, Arte astratta, op. cit., pág. 12.

[18] Véase Julius Evola, La parole oscure du paysage intérieur, reimpresión facsímil, Fondazione J. Evola, Roma 1992.

[19] Ver Giovanni Sessa, Julius Evola e la metafisica della gioventù, op. cit., pág. 19

[20] Hegemonikon (o egemonikón), parte rectora del alma en la que se producen las impresiones, impulsos y sentimientos y es capaz de convertirse, a su vez, en la sabiduría. Es la parte rectora que origina y dirige los movimientos del resto.

[21] Véase Julius Evola, Prefazione a Robert Reininger, Nietzsche e il senso della vita, pág. 124.

[22] Ver Julius Evola, Tolstoi e Dostoievskij, en este mismo volumen.

[23] En francés en el texto: azar, casualidad. [NdT]

[24] Sobre el valor expresivo de Par delà, nos permitimos recordar lo dicho en otra circunstancia: "La transparencia intelectual del texto es igual a la que expresa en el mundo mineral la iridiscencia luminosa del cristal de roca". Ver Giovanni Sessa, Julius Evola e la metafisica della gioventù, op. cit., pág. 20.


ENLACES

EVOLA Y NIETZSCHE Y LOS "DESTINOS ESTELARES" (1)

EVOLA Y NIETZSCHE Y LOS "DESTINOS ESTELARES" (2)

EVOLA Y NIETZSCHE Y LOS "DESTINOS ESTELARES" (3)








 

Charla en FACTA - Madrid: LA ULTRADERECHA EN LA TRANSICIÓN, ALGUNAS CLAVES

Fragmentos de la charla sobre la ultraderecha en la transición (FACTA - Madrid, viernes 24 de noviembre 2023). La charla iba acompañada del Power Point que resume la línea de la exposición y que reproducimos en formato vídeo.

EL PROBLEMA DE LA MONARQUÍA, EN LA ESPAÑA DEL PEDROSANCHISMO

1. Justificaciones doctrinales

Servidor se considera tradicionalista evoliano, ante todo y sobre todo. Julius Evola, como es bien sabido, envió tres o cuatro artículos a revistas publicadas por jóvenes neofascistas. Una embarcada, porque terminó en la cárcel y sentado en el banquillo de los acusados. Durante esos mismos meses envió decenas de artículos semanales a distintos medios monárquicos y siguió haciéndolo hasta su muerte. Solía colaborar con revistas monárquicas y se negaba a entrar en pleitos dinásticos, le interesaban solo “valores” y, en tanto que, tradicionalista, no podía ser sino monárquico

En el siglo XX hubo otro doctrinario monárquico que actualizó la temática que se había quedado atascada en las querellas dinásticas del XIX. Se trataba de Charles Maurras. En el primer tercio del siglo XX, la influencia intelectual de Maurras en los medios de la derecha nacionalista fue apabullante, incluso en España, tanto en los medios alfonsinos, como en el tradicionalismo carlista, como en el pensamiento joseantoniano e, incluso en el de la Lliga Regionalista de Cambó y pudo prolongar su influencia hasta el franquismo de los años 60.

Hoy mismo, he tenido ocasión de recordar con un investigador que está preparando el doctorado, que José Antonio Primo de Rivera y su círculo más inmediato (la llamada “corte literaria”) procedían todos de los medios monárquicos y todos, sin excepción, habían bebido de las fuentes maurrasianas. Ítem más: toda aquella corte intelectual madrileña trabajaba, tanto antes como después de la fundación de Falange Española, en medios de prensa monárquicos. Y, finalmente, reto de nuevo a alguien para que me cite una sola frase -una sola- en la que José Antonio se declarase antimonárquico o realizara alguna crítica a la monarquía. Y que nadie me venga con aquello de que la “monarquía feneció gloriosamente”, porque la frase, en sí misma, es tanto un elogio a la monarquía, como la constatación de un hecho histórico: no una crítica. La monarquía alfonsina no “feneció gloriosamente”: se ausentó sin dejar señas. José Antonio, simplemente, se dio cuenta en su gira como Secretario General de la Unión Monárquica Nacional, que el ideal monárquico en 1930 no atraía a los jóvenes. Eso es todo. Había -como se dice hoy- que cambiar el chip. Y lo cambió. Pero no abandonó el ideal monárquico exigiendo al secretario judicial que le tomaba declaración unos días antes de su fusilamiento “respeto para el que fue Rey de España”, cuando el funcionario se refirió a Alfonso XIII como “el Borbón”… Simplemente, consideró que había otras formas más atractivas para la juventud y propuestas más atractivas. De hecho, fue lo mismo que ocurrió en Francia, cuando, a partir de finales de los años 20, la Acción Francesa de Maurras empezó a tener disidencias a partir de las cuales se organizaron los grupos fascistas franceses, por los mismos motivos.

Harina de otro costal es el hecho de que los falangistas, a partir del incidente de Begoña y de encontronazos similares con antiguos “fascistizados” alfonsinos de Renovación Española (que, antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, trabajados convenientemente por la Embajada Británica, se “desfascistizaran” y optaran por el bando aliado). De aquel rebote surgió el antimonarquismo falangista que todavía dura y que, desde luego, carece de apoyo doctrinal en las Obras Completas.  La rivalidad entre falangistas y carlistas, en cambio, era de otro talante, tanto antes como después de la guerra: habían colaborado con el SEU, incluso se habló de formar un “Frente Universitario” con los estudiantes católicos y las milicias falangistas y el Requeté, si rivalizaban en algo, fue en bravura, heroísmo y combatividad una vez estallada la guerra. La polémica antimonárquica entre falangistas, estalló inicialmente contra el sector alfonsino y juanista y por su actitud abiertamente aliadófila.

¿A qué viene todo esto? Respuesta: a que cada vez me siento más monárquico. Y explicaré los motivos. Si he recordado, en primer lugar, la opinión de Evola, el valor de las obras de Maurras o la falsedad del antimonarquismo de la Falange histórica, es para protegerme las espaldas de las incomprensiones que vendrán de mi propio ambiente político. Mi monarquismo no es una excentricidad, ni una opción extemporánea, sino la necesidad de volver a las fuentes y de asumir planteamientos políticamente válidos en la España de 2023. Está respaldado por el espíritu y por la letra de doctrinarios y referencias históricas.

2. Catolicismo, monarquía y el que suscribe

De la lectura de Maurras y de los clásicos del tradicionalismo español puede retenerse una primera idea a defender: el catolicismo y la monarquía han hecho a la nación española. Lo lamento por los antimonárquicos y por los paganos. España, desde la conversión de Recaredo hasta la muerte de Franco ha tenido al catolicismo y a la monarquía como constantes. ¿La república? De momento solo dos, la primera fugaz y caótica y la segunda algo más dilatada y también mucho mas caótica. Aunque el millón de muertos no fuera un millón, sino algo menos de la mitad, ahí están para recordarnos lo que fue aquel régimen. ¡Como para volver a intentarlo!

Y aquí quiero hacer un inciso. Soy agnóstico. Lo lamento, pero la fe, cuando se pierde es como la virginidad, que ya nada puede reconstruirla. He de añadir que los escolapios en los que estudié me hicieron así: estaban más interesados en difundir el programa del PSUC que en transmitirnos una visión católica de la vida. Ciertamente, mi paso por aquella malhadada escuela se produjo durante el Vaticano II cuando empezó la confusión litúrgica y el “cristianismo de izquierdas”.

Maurras, por cierto, era, también de concepción agnóstico, pero tuvo la suficiente honestidad intelectual como para reconocer el papel del catolicismo en la formación de Francia. El Vaticano, por cierto, colocó su obra durante unos años en el índice de obras prohibidas, para congraciarse con la Tercera República. Fue sin duda el golpe más duro que recibió el catolicismo francés en el siglo XX. No se recuperaría jamás.

Se puede ser agnóstico y objetivo. Por eso siempre he repetido que, aunque soy agnóstico, también reconozco el papel de la Iglesia en la formación de España. Además, tengo en cuenta que el catolicismo fue la religión de mis padres y de mis abuelos, cuya memoria he podido reconstruir hasta el 1500. Y, lo lamento, pero yo no puedo traicionar a mi sangre, ni voy a lanzar ninguna piedra contra el edificio de la Iglesia.

3. El “representante” y “los principios”

¿Y la monarquía? Con frecuencia he oído decir: “la monarquía de los Reyes Católicos, no es la misma que la de los Borbones”. O aquello otro del himno de las JONS: “no más reyes de estirpe extranjera”… olvidando que los Austrias eran tan extranjeros como los Borbones (y olvidando también, por cierto, que fueron los monárquicos alfonsinos los que pagaron todas las empresas periodísticas de Ramiro Ledesma). Sí, ciertamente los Reyes Católicos fueron los últimos “reyes españoles”, pero se trata de un falso argumento. Si Isabel II fue una catástrofe nacional y Fernando VII traicionó a todos los que podía traicionar, su padre un apático interesado solo por la caza y poco amigo de las tareas de gobierno, Alfonso XII fue un tipo melancólico y Alfonso XIII quiso intervenir en política, pero no lo hizo con suficiente lucidez… más vale no hablar de Don Juan Conde de Barcelona o de su hijo, Juan Carlos I. No fueron ejemplos de nada, ni siquiera de simple liderazgo. Pero -como siempre advierten todos los defensores de la monarquía- no hay que confundir el principio con sus representantes, la institución con sus representantes temporales.

Y, ya que estamos en esto: el Rey de España, aquí y ahora, Felipe VI, no es Juan Carlos I. De la misma sangre, pero no de la misma “pasta”. No hay sombras de corrupción en su entorno, ni rastro de aquellos amigotes de Juan Carlos I que componían entramados corruptos que, una vez desvelados, el amigo del alma que creían les iba a cubrir, los dejaba en la estacada; no hay ejemplos catastróficos de vida familiar, correrías locuelas con putones desorejados, abandono de tareas de Estado para arrojarse en brazos de una periodista suiza mientras un ploter firmaba leyes, el humillante papel que soportó estoicamente y con una dignidad difícilmente igualable la Reina Sofía, etc., etc., etc. Llevamos casi 10 años de monarquía con Felipe VI y justo es recordar que los peores hábitos de su padre no se han reproducido en el hijo.

Debo de agradecer al Rey Felipe VI que, en lo peor de la payasada soberanista de Puigdemont, recordara la importancia de la unidad del Estado, de la Sociedad y de la Nación, mientras Mariano Rajoy se limitada a judicializar el “procés”. ¿Podía haber hecho más? No según el Título II de la Constitución. Protestas a los “padres” de la constitución que relegaron la monarquía a mero símbolo sin poderes reales y sin margen alguno de actuación.

El cinismo de los “padres de la constitución” fue tal que, lo importante no eran las atribuciones que figuran en el texto constitucional, sino que cada atribución nominal tenía una restricción real para su ejercicio. El resultado es que la función a la que quedaba reducida la monarquía española era a refrendar automática y mecánicamente las leyes y los decretos emanados del gobierno, además de “símbolo de unidad”.

No se establece en lugar alguno de la constitución la posibilidad de que el Rey pueda ejercer un veto, precisamente porque ese era el pacto al que llegaron en 1978 los miembros de la “oposición democrática” con los “franquistas evolucionistas”: que no hubiera vencedores ni vencidos, aparentemente, que existiera una constitución como quería la “oposición democrática”, pero también una monarquía como defendían los “franquistas evolucionistas”… pero sin funciones reales y con un mero papel representativo.

Estaba implícito que si el Rey se salía del papel protocolario se rompían los pactos de la transición y la “oposición democrática” exigía referéndum sobre la república… Así de simple. Juan Carlos I, poco interesado en las tareas de gobierno, aceptó reducirse a “símbolo”. Y así ha quedado.

4. Lo que representa en 2023 estar a favor o en contra de la monarquía

Pero estamos en 2023, en uno de los momentos más negros de la historia de España. Al Rey es Felipe VI, nada puede reprochársele. A diferencia de Sánchez, al que se le puede reprochar todo y más, sumando cada día que pasa nuevos fracasos y cavando un poco más profunda su tumba política. La situación de España promete ser dramática en 2024 [ver los artículos sobre EL VERDADERO ESTADO DE LA NACIÓN en este mismo blog]. Como ha quedado demostrado sobradamente, Sánchez siempre termina cargando a otros con sus propios errores.

Felipe VI debe sentir ya en el cogote el aliento de Sánchez. Como todo presunto psicópata, Sánchez no tolera que nadie esté por encima suyo: lo suyo es lo primero, lo único, lo que debe colocarse ante todo y, sobre todo. Le molesta un protocolo que lo relega a la segunda fila. Le resulta imposible digerir que tantas y tantas veces, miles de españoles le hayan abucheado, para aplaudir acto seguido al Rey de España, que ha ido acumulando odio, resentimiento y deseos de venganza. Así es la tipología de todos los aquejados por este problema psicológico incurable.

Sánchez intuye que la próxima exigencia de los independentistas catalanes, tras la amnistía, el referéndum por la independencia (al que seguirá seguramente el indulto de Laporta por la cuestión de compra de árbitros a la hora de negociar los presupuestos del Estado… ¿apostamos?), será el referéndum por la monarquía… Es inevitable: el nacionalismo siempre quiere más y Sánchez no tiene más objetivo que mantenerse unos meses más en la Moncloa: así pues, deberá de ceder EN TODO. Su malformación psicológica le obliga a sacrificar a cualquiera para que él siga siendo el primero. (Recomendaría la lectura del post titulado PELIGRO: PSICÓPATAS ENTRE NOSOTROS, en este mismo blog. Parece un retrato de Pedro Sánchez a pesar de que fue escrito en los años 90…)

El problema que se plantea es muy claro: uno de los últimos rastros de la identidad nacional que quedan vivos es la monarquía, reducida a simple comparsa protocolaria y simbólica, sin poder político real… Y ahora pregunto: ¿Qué preferís la monarquía de Felipe VI o la futura república de los Puigdemont, de los Sánchez o de los etarras reciclados? No existe, en las condiciones actuales una “tercera vía”. Es así de sencillo: poner en la balanza una y otra posibilidad aquí y ahora y lo han representado ambas posibilidades en la historia de España. Y decidir.

Me da la sensación de que, cada vez más, el pueblo español, ya ha decidido: el 18 de noviembre las masas se dirigieron a la cueva de La Moncloa y hubieran llegado hasta las estancias de Pedro Sánchez de no haber enviado Marlaska a sus unidades antidisturbios más efectivas. Creo que la inmensa mayoría de aquellos manifestantes que fueron interceptados en plena autopista, no hubieran tenido inconveniente en vitorear al Rey Felipe VI sin que necesitara escolta policial… Pedro Sánchez -cuya expresión facial va cambiando a medida que pasan los días, cada vez más crispado, visiblemente adelgazado, siempre tenso- es, en estos momentos el hombre más odiado de España. No creo que nunca, en lo que le queda de vida, pueda pasearse por este país, ni él ni su familia, sin una escolta armada hasta los dientes… No es el “precio del poder”, es el “precio de la psicopatía”.

5. Una brizna de teoría “político-militar”

He empezado por un posicionamiento histórico y me gustaría acabar con otro político-militar. En todas las academias militares se enseña que la peor situación estratégica consiste en combatir en dos frente al mismo tiempo. Nunca se sobrevive a ataques desde los dos lados. Es lo que se enseña en las Academias Militares y lo que enseña la experiencia política.

El fascismo italiano fue, en un primer momento, la unión de socialistas intervencionistas, nacionalistas y futuristas para combatir a la izquierda anarquista, marxista y bolchevique. El nacional-socialismo alemán llegó al poder priorizando el ataque frontal contra la izquierda. Las teorías de los Strasser, cuando se aplicaron supusieron retrocesos en la lucha del partido y retrasaron el triunfo de la Revolución Nacional Socialista. Los fascismos históricos no esgrimieron nunca el “ni derechas, ni izquierdas”.

Falange Española, en cambio, sí lo hizo, a pesar de estar financiada por Renovación Española hasta la formación del Bloque Nacional. ¿De dónde procedía esa consigna? Es simple explicarlo: de los contactos que habían tenido con los “no-conformistas” franceses y concretamente con el grupo L’Ordre Nouveau que esgrimía esas consignas un par de años antes de que aparecieran en España.

Y era una consigna errónea. Porque no era una consigna “doctrinal”, formulada por teóricos que lo ignoraban todo sobre lo que es una estrategia política óptima: la doctrina falangista, como todas las variedades nacionales del fascismo genérico, incluía elementos procedentes de la derecha y de la izquierda, era un “pensamiento aglutinante” que incluía ideas procedentes de muy diversas fuentes. Pero esto es “doctrina”, no programa, ni mucho menos estrategia política. La “doctrina” se plasma en el platónico “mundo de las ideas”, pero, luego, al proyectarse sobre lo contingente se ve obligado a traducirse en estrategias políticas y es aquí en donde “luchar en dos frentes” es un error de bulto que ha fulminado a todas las formas de “tercerismo” antes o después.

Resulta mucho más razonable optar por elegir entre “enemigo principal” y “enemigo secundario”, esto es, entre el enemigo que constituye un peligro mortal aquí y ahora, ante el cual es necesario unificar fuerzas y orientar las baterías solamente hacia él. Destruido, ya habrá tiempo de ajustar cuentas con otros sectores. Mussolini se vio imposibilitado a hacerlo durante el Ventennio y solo rompió con la monarquía durante la República Social. Hitler, primer aplastó a la izquierda apoyándose en la derecha, para luego, en la “noche de los cuchillos largos” liquidar a la oposición de derechas, una obra maestra del maniobrerismo político.

Así pues, queridos amigos, os pregunta finalmente: ¿cuál creéis que es hoy vuestro “enemigo principal”? ¿El predrosanchismo o la monarquía española? Es más, incluso a la hora de definir a un “enemigo secundario”, todo induce a señalar a la derecha liberal y progresista, a lo Casado, como tal, no a la monarquía española cuyo margen de maniobra constitucional se reduce prácticamente a cero: un mero símbolo.

De hecho, resulta imposible establecer un programa de regeneración nacional sin exigir una profunda reforma constitucional que, entre otras cosas, debería de reforzar los poderes de la monarquía, su derecho de veto ante leyes y decretos aprobados por gobiernos que olvidan patriotismo, razón de Estado, ética y moral.

Yo no quiero un Rey que “reine, pero no gobierne”: quiero un líder que sea la conciencia nacional, habilitado por la constitución para decir a la clase política “las verdades del barquero”, para llamar al “pan, pan y al vino, vino”, un ejemplo para toda la nación, incluso para la clase política, que medie y modere, pero también que llame al orden, al que se le reconozca el derecho a tirar de las orejas a la clase política. Que una los tres poderes y que “recupere España”.


6. La leyenda indoeuropea del Rey Perdido

Una vieja leyenda indoeuropea, extendida a todas las monarquías), nos habla de un Rey apreciado por su pueblo (Arturo, Federico Barbarroja, el propio Don Rodrigo, etc.; ver artículo en este mismo blog: EL REY PERDIDO, UN MITO INDOEUROPEO. Amado por su pueblo, combatido por sus enemigos, un día desaparece misteriosamente. El buen pueblo no cree en su muerte, el buen pueblo proclama que está oculto, preparando a sus fieles para reaparecer en el momento de la batalla final contra las fuerzas del mal y ponerse al frente de sus leales. Yo quiero ese Rey. Quiero encontrar al Rey perdido. Quiero que marque el camino de la reconstrucción. Quiero que, si tiene que ser mujer, que sea como la Eowin, la princesa guerrera de Tolkien. No quiero una influencer de tik-tok o una habitual de la prensa del colorín…

*       *       *

Y por eso todo ello, defender a la monarquía española, hoy, supone mantener posiciones. Declararse “republicano” es BAJAR un peldaño hasta las mismísimas puertas del Hades mitológico, mientras que afirmar que se aspira a que una reforma constitucional reafirme y concentre poderes en la figura del Rey, supone SUBIR un peldaño hacia un modelo de gobierno estable que deje atrás la dependencia de la tiranía de los políticos corruptos, incapaces o enfermos mentales. Esa es la reforma constitucional que algunos queremos y que tiene como segundo objetivo, restar poder a la partidocracia (esa institución que ya no representa ideas sino intereses y que, en la práctica, representa solamente a sus propios miembros).

Dicho está y dicho queda.

 








 

martes, 21 de noviembre de 2023

UNAS CUANTAS REFLEXIONES SOBRE LAS PROTESTAS CONTRA EL PEDROSANCHISMO

Las manifestaciones masivas contra el pedrosanchismo y su política de pactos llegaron a su límite el pasado domingo al mediodía. Por algún motivo, alguien, al terminar la manifestación decidió que, más que ir a Ferraz (sede de la burocracia pedrosanchista) era más justo y necesario sitiar el bunker de La Moncloa. Y se aproximaron a la fortaleza. Pensé en el asalto a las Tullerías el 20 de junio de 1792 por los “sans-culottes”. En aquel episodio, las turbas consiguieron romper las defensas y penetrar en el palacio. La familia real fue arrojada a la Bastilla y solo saldrían camino de la guillotina. Hay, como se ve, diferencias entre ambos episodios.

En primer lugar, las “turbas” de Madrid no pertenecían a los estratos más bajos de la sociedad, sino que eran jóvenes, clases medias, trabajadores, jubilados, una muestra muy amplia de la sociedad española. En segundo lugar, la guardia suiza que protegía las Tullerías apenas tenía cartuchos contra unos “sans-culottes” que habían asaltado previamente fortines y arsenales; los manifestantes de Madrid, iban desarmados, airados pero desarmados. Por otra parte, Marlaska, que hasta el domingo no tuvo asegurado permanecer en el cargo (era, tras la Montero, el ministro más requemado del anterior gobierno y el que registraba más burlas y desprecios por subordinados de su departamento) se ganó la permanencia gracias a desplazar a todos los antidisturbios movilizables en defensa del garito del jefe.

El resultado fue que, Luis XVI terminó en la guillotina y Pedro Sánchez, tiene asegurada la permanencia en el gobierno de lo que quede de Estado, como mínimo hasta las elecciones europeas de 2024.

El lunes, felicísimo como una perdiz por repetir como ministro, Marlaska cambió de táctica: ya no defendería a Ferraz con un cinturón de protección, sino que arrinconaría en las aceras a los manifestantes. ¡Qué importa que fueran cientos de vehículos los que hacían sonar sus bocinas al pasar ante la sede! ¿Cuánto tardarán los vecinos del barrio en quejarse del ruido por muy patriotas que sean?

Por lo demás, ayer en Ferraz había menos manifestantes. Seamos claros: el momento álgido de las protestas ya ha pasado. Hemos asistido a la escenificación de una victoria pírrica, pero victoria, al fin y al cabo: Frankenstein 2.0. está en marcha. Se aprobó en el parlamento y ya no tenemos “gobierno en funciones”, sino “gobierno funcionando”. Ahora se abre otro capítulo del drama.

Vale la pena sacar conclusiones de todo esto.


1) Las posibilidades de supervivencia de Frankenstein 2.0.

Lo cierto es que no tiene muchas, pero la peculiar conformación del cerebro de Sánchez le hará resistir hasta el fin numantino, sacrificar en su en torno a quien haga falta y, al final, explicar que él lo hizo bien, pero que el fracaso se ha debido a una “derecha secuestrada por el fascismo” y a los ministros de Sumar, como antes atribuyó “desfases” a las ministrillas y ministrillos de Podemos.

Y ya que mencionamos a Podemos. Hay que reconocer que hay partidos que son víctimas de sí mismos. Las alusiones al a “unidad de la izquierda progresista” tan cacareada por Podemos y su hostilidad a cualquier forma que pudiera considerarse “machismo”, es lo que ha precipitado el fin de este grupo heteróclito. En efecto, los cinco diputados de podemos, hubieran podido exigir a Pedro Sánchez, como mínimo un ministerio. Si JuntsxCat ha obtenido la Luna con siete diputados, Podemos podía haber vendido caro sus cinco votos… Y, sin embargo, ha callado. Es cierto que su margen de maniobra era limitado y que, en caso de haber votado en contra de la investidura de Sánchez, hubiera sentenciado su muerte súbita. Pero, ahora, fuera del gobierno, sin posibilidad de manejar presupuesto, asfixiada por deudas, rota interiormente, desmovilizada y con la militancia decepcionada en casa o tratando de hacerse agradable a Sumar, Podemos es un cadáver al que le espera una agonía, incluso aunque volviera Iglesias a primera fila. Ya no se puede salvar nada y podemos apostar que quizás llegue a las elecciones europeos, sus "idus de marzo", pero desde luego, 2024 señala su fecha de caducidad. A los hombres y a las mujeres de Podemos les ha faltado “hombría” para defender sus posiciones. Apeados de sus cargos, les cabe ahora aquello del “llora como mujer…” de la mamasita de Boabdil.

La puntilla le puede venir a Sánchez desde múltiples frentes: pero no será, desde luego, por presión de la calle. Sabe que, mientras el PP insista en esa estrategia, siempre le podrá colgar el sambenito de seguir “secuestrado por el fascismo de Vox”. Las perspectivas económicas no son nada buenas para 2024, ni las españolas ni las mundiales, ni las europeas. Entre los CEO de las mayores empresas existe consenso en afirmar que, como máximo, en el segundo trimestre se iniciará una recesión que proseguirá hasta que las tasas de interés no retornen por debajo del 3%. Es ocioso pensar que nada de todo esto repercutirá en España, país sin modelo económico y con una economía basada en turismo y construcción, los sectores que más sufren en momentos de recesión y altos tipos de interés…

Las elecciones europeas pueden cambiar el panorama en el Parlamento de Estrasburgo. El fracaso y el descontento por la gestión del gobierno de coalición “progresista” en Alemania, un verdadero monigote acobardado mira más los intereses del Departamento de Estado USA y del Pentágono, que los de su propio país, puede recibir un varapalo histórico, unido a la polarización de fuerzas que se está produciendo en la mayoría de países de Europa y que deja prever que la correlación de fuerzas en el parlamento europeo va a varias radicalmente con un notable desplazamiento hacia la derecha.

Y luego está, por supuesto, las posibilidades del PSOE de satisfacer a sus nuevos socios. Con Sumar no habrá problemas, porque Sumar es un Podemos 2.0., con la diferencia de que las ideas excéntricas y locuelas de las alegres chicas de Podemos están más atenuadas en Sumar y, por tanto, disminuyen las fisuras que pueda haber en el gobierno. El problema no es lo que ocurra “dentro” del gobierno, sino con sus aliados exteriores: son demasiados y todos ellos han olido miedo y debilidad. Muñirán la vaca mientras dé leche; luego la sacrificarán. No es, en ningún caso, una cooperación sincera, sino la “unión de los derrotados” (todos los nacionalistas, sin excepción, perdieron votos en las pasadas elecciones, la sangría de Junts y de ERC en Cataluña fue histórica (pérdida de un tercio de votos y diputados) y en el País Vasco, entre Bildu y PNV perdieron 50.000 votos). Ahora, saben que, si Sánchez quiere seguir en el poder, cada paso que dé deberá estar medido para satisfacer a los nacionalistas e independentistas.

Dado que en el programa del PSOE desde hace décadas aparece la aspiración a un “Estado Federal”, ese va a ser el próximo paso. Si bien haría falta una reforma constitucional imposible de realizar con las actuales simetrías parlamentarias, parece mucho más razonable pensar que Sánchez irá accediendo a todas y cada una de las reivindicaciones nacionalistas hasta que el vínculo de Cataluña y el País Vasco con el Estado sea tan débil que casi pueda considerarse simbólico. Se habrá llegado, sino a un federalismo constitucional, si al menos a un federalismo de hecho.

Pero todo ello implica más endeudamiento del Estado y mayor volumen de las administraciones autonómicas. La condonación de 17.000 millones de deuda de la gencat puede ser el primer paso para un “café para todos” similar al que vimos a principios de los años 80. Todos querían ser “comunidades autónomas”, a pesar de que no existieran precedentes históricos que lo justificasen. Ahora, todas las comunidades, incluidas las gobernadas por el PP, van a exigir condonaciones similares y transferencias de todo aquello que pueda suponer algún tipo de ingreso. En otras palabras, el caos autonómico.

En resumen: el pedrosanchismo no va a caer de hoy para mañana, su primer gran obstáculo va a ser las elecciones europeas y la próxima recesión, la disminución de flujo de fondos europeos y los pagos por intereses de la deuda. La única solución es aplicar una mayor presión fiscal, con la consiguiente protesta social que generará. Según el resultado de esas elecciones, y dependiendo del nivel de desgaste del gobierno y de sus socios, se podrán establecer mejor los plazos de caducidad del pedrosanchismo. No hay, eso sí, ni un solo analista objetivo que apueste por la finalización de eta legislatura en su plazo normal.

2) Los errores del PP y de Núñez Feijóo

No puede decirse que Feijóo sea un gran estratega. Desde que llegó a la secretaría general del PP sus posiciones han sido oscilantes y sus errores estratégicos han costado muy caros a su partido. Nada más ser elegido para liderar el PP, proclamó que su “primera opción” de pactos era… el PSOE. Y siguió manteniendo, incluso en el período electoral, esta opción, demostrando que tenía muy poco conocimiento de lo que era el pedrosanchismo y el “socialismo del siglo XXI”.

El PP consiguió un avance notable, configurándose como el vencedor real en número de votos y diputados en las pasadas elecciones, pero no los suficientes para poder gobernar. Su grandísimo error -que, en realidad, también fue de Vox- consistió en no pactar, previamente a la celebración de las elecciones, una candidatura única de la derecha que le hubiera dado los “restos” de votos que la Ley d’Hont dejaba sin representación en varias provincias, las necesarias para obtener la mayoría absoluta. Pero, tanto PP como Vox, confiaban en obtener buenos resultados (el PP creyó que tendría mayoría y Vox creyó que bastaría su aportación en diputados para que Feijóo pudiera gobernar, así que estaría en condiciones de hacer valer su apoyo en contrapartidas políticas). Inicialmente, ni unos ni otros creyeron que Sánchez podría llegar tan lejos en sus pactos con los independentistas. Cuando lo comprobaron, optaron por la movilización callejera.

En realidad, Vox ha demostrado ser algo más inteligente que el PP: deslumbrado por las dos movilizaciones de masas de los días 12 y 18 de noviembre, el PP no previó lo que iba a hacer después y se limitó a pedir “nuevas elecciones”… Gran error: ¿para qué nuevas elecciones? ¿para que el PP pudiera arañar los escaños que le faltan para la mayoría? ¿Feijóo piensa que Sánchez accedería a dimitir para que se convocaran nuevas elecciones después del encaje de bolillos que ha tenido que hacer para componer su Frankenstein 2.0?

Vox, en cambio, tiene cierta tendencia hacia la “judicialización” de los problemas políticos y es por ahí por donde ha preferido tirar. De momento, ya ha presentado denuncia por prevaricación contra el letrado, el secretario general y los diputados de la Mesa del Congreso que tramiten la ley de amnistía. Esta estrategia le dio muy buenos resultados durante el proceso soberanista y ahora vuelve a apostar en la misma dirección para obtener mejores resultados.

Feijóo tiene un complejo no superado: quiere presentarse como “centrista”, pensando que es una carta que todavía tiene tirón en el electorado. El ejemplo de Fraga que se definió como “hombre de centro-derecha”, cree que sigue siendo todavía válido y esa cantinela que lleva oyéndose desde los años 80 de que el poder lo da el “control sobre el centro político”, él la sigue creyendo. Pero los tiempos han cambiado: la “ingeniería social progresista” ha querido acelerar los tiempos (tras el aborto libre y gratuito, ley de eutanasia, fanatismo antitabaco pero permisividad ante cualquier droga, inmigración masiva subvencionada, los cambios de sexo a los 14 años, leyes de bienestar animal, leyes contra la violencia machista que parecen diseñadas por violadores compulsivos, mitología del cambio climático, locuras de la Agenda 2030 que solamente se toman en serio en Europa, corrección políticas, “estos, estas y estes”, etc.) que ha generado un movimiento en contra y el reconocimiento de que ante tales posiciones no hay posibilidades de mantener puentes “centristas”. Feijóo no lo ha advertido.

Y, en el fondo, a tenor de que en Galicia su política lingüística fue similar a la de ERC, y que era hijo de su padre político, Mariano Rajoy, el creador del Fondo de Garantía Autonómica que ha ido repartiendo dinero a espuertas entre las autonomías y especialmente a la gencat (más de 100.000 millones), no está muy clara la idea que el líder “popular” se hace de España. No basta ya con decir que está “por la unidad de España”… Sánchez, a fin de cuentas, también lo afirma: lo que necesario, aquí y ahora, es definirse sobre el modelo de Estado; decir que se está por “el Estado de las Autonomías y por la constitución”, es como vitorear los grandes fracasos que se vienen arrastrando y confirmando desde 1978. Pues bien, eso es lo que defiende Feijóo: constitución y autonomías.

Lo más sorprendente es que en las manifestaciones del PP se han visto banderas de España (normal), junto a cientos de banderas de la Unión Europea… lo que ya no es tan normal si tenemos en cuenta lo que la UE ha supuesto para nuestro país. Feijóo es de los que piensan que la UE, sea cual sea su política, es un “gran avance”. Y, ciertamente, lo fue en otras circunstancias, pero no ahora: ahora la UE es la “madre” de todas nuestras desgracias, sin excepción. Tras arrojarnos a la periferia europea a causa de un acuerdo de adhesión pésimamente negociado, tras quitarnos soberanía económica, ha destruido sectores enteros de nuestra economía (primero con la “reconversión industrial” y luego con los acuerdos preferenciales suscritos con terceros países que lesionaban nuestra agricultura, sin que, pudiéndolo, ningún gobierno español, ni del PP, ni del PSOE, los hubiera vetado), la UE ha ido perdiendo influencia y peso en el mundo (hoy es un apéndice del Departamento de Estado) y España, que podía haber optado por una política exterior autónoma de amistad hacia el mundo árabe y hacia Iberoamérica (prosiguiendo la política tradicional de España hasta 1975), la ha subordinado a intereses extranacionales.

En cuanto a Vox cabe decir que, si bien es cierto que se manifestó por la abolición de las autonomías, también lo es que no ha tomado iniciativas (ni siquiera a nivel de recogida de firmas) para implementar ese punto de su programa.

Nos da la impresión de que, en caso de convocarse nuevas elecciones en 2024, es mucho más posible que se presente una candidatura unitaria de izquierdas (PSOE+Sumar) que una candidatura unitaria de derechas (PP+Vox). Para Feijóo, eso supondría abandonar el espacio de centro-derecha. Sigue sin enterarse de lo que es la “política de bloques” y de que estamos en plena era de la época de los “bloques”.

3) La gran oportunidad perdida

Reconozco que cuando empecé a ver las movilizaciones ante la sede de Ferraz, me mostré optimista al ver rostros y siglas conocidas. Eran los miembros de lo que se ha llamado “extrema-derecha”. La verdadera “extrema-derecha”, a la vista de que Vox, realmente es la “derecha-derecha” y el PP el “centro-derecha”. La extrema-derecha siempre se ha sentido a gusto en la calle, mucho más que en un mitin cerrado, más que difundiendo su proyecto político o que lanzando propuestas políticas. José Antonio Primo de Rivera minusvaloraba los programas, porque -decía- “están ahí para ser incumplidos”. En ocasiones, un área política se ha reducido tanto que no está en condiciones de realizar propuestas políticas, ni siquiera de establecer una estrategia. Es lo que le ha ocurrido a la extrema-derecha española desde el 23-F. Allí empezó su agonía y la irrupción de Vox supuso su entierro definitivo. Quedaban rescoldos, pero las brasas que sobrevivieron al 23-F ya se han convertido en polvo.

Las manifestaciones ante Ferraz, fugazmente, dieron la sensación de que podían “revitalizar” el ambiente. Era la primera vez en muchos años (décadas, diría) que, además de los militantes de extrema-derecha, aparecían ciudadanos airados en sus manifestaciones. Y eso un día y otro día. Con pancartas de varias siglas, siempre unos cuantos miles de personas.

Además, los grupos extraparlamentarios pueden permitirse todo lo que les está vedado por las reglas del juego a los grupos parlamentarios. Cualquier forma de lucha contra el sistema es aceptable a condición de que se realice con lógica, sentido común y honestidad.

Ese sentido común implica, casi necesariamente, que grupos que llevan décadas de travesía del desierto y que no han logrado salir de la etapa gropuscular, en ese momento político, ante Ferraz, meditaran en su nuevo oasis. La multiplicidad de siglas y la limitada capacidad de cada una de ellas, así como los riesgos de provocaciones marlaskiana, de irrupción de incontrolados, y la necesaria elevación del tono y de la profundidad de la protesta, casi obligaban a que los dirigentes de todos estos grupos se sentaran y adoptaran decisiones. Por ejemplo: formar un “movimiento unitario” con el fin de multiplicar, articular y dar contenido político a la protesta, elevar el tono y la ubicación de la protesta. Y, sobre todo, transmitir a la población que no vive en las manzanas próximas a Ferraz unas ideas racionales y comprensibles, sobre el porqué de aquellas acciones de protesta.

A partir de la noche del domingo 20, el volumen de la protesta fue menguando. El lunes, Interior cambió de táctica. Si no hay ocupación de la calzada, la protesta se extinguirá en pocos días o bien se irá reduciendo cada vez mas. De hecho, era lo normal: de una forma u otra, era evidente que ninguna protesta de este tipo puede extenderse más allá de quince días o, en el límite, un mes. ¿Y después qué? ¿todos a casa a contar durante años las batallitas de aquellos días?

Hasta ayer por la mañana creí que todavía era posible que de esas demostraciones cristalizara un movimiento extraparlamentario de extrema-derecha. Vana esperanza. Ocasión perdida. Y esta era la última. Los grupúsculos se eternizan....