¿Estamos volviendo a la época de los “golpes de Estado”?
Respuesta: sí, porque solo en los últimos tres años se han producido nueve de
estos movimientos. ¿Por qué se producen estos “golpes de Estado”? Respuesta:
por deterioro interior, por toma de conciencia frente al caos y por apoyos
exteriores. Y, finalmente, ¿podría producirse un golpe de Estado en España? Tal
es la cuestión a la que pretendemos responder con este estudio en cinco partes y
una conclusión:
1) ¿Cuándo el golpe de Estado es la “solución final” aceptable?
2) ¿Qué elementos son necesarios para un golpe de Estado?
3) ¿Cuáles son los errores habituales de un golpe de Estado?
4) ¿Es posible un golpe de Estado en España?
Introducción: justificación de este estudio
1. Unas notas sobre el golpismo en Iberoamérica
Creo necesario iniciar este estudio con un recuerdo personal: en
los años 70 y 80 conocí a algunos protagonistas de los golpes de Estado que
sacudieron Iberoamérica en aquella época. Vale la pena establecer dos elementos
que, generalmente, se ocultan: es cierto que parte de sus protagonistas fueron
militares formados en la Escuela de las Américas (hoy, eufemísticamente
llamado, “Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en
Seguridad”). El único cambio sustancial ha sido el que, inicialmente, la
“escuela” estuvo situada en la zona del Canal de Panamá (entre 1946 y 1984) y,
a partir del año 2000 se reubicó en el Hotel Melia Panamá Canal. Allí se daban
-y se siguen dando- cursos para militares iberoamericanos, impartidos por
profesionales del Pentágono. Por allí han pasado 60.000 militares
iberoamericanos. Su función era doble: por una parte, combatir a la subversión
marxista en el subcontinente y, por otra, formar militares “amigos” de los
EEUU.
El problema es que, la Escuela tuvo éxito en lo primero, pero
fracaso notoriamente en lo segundo. Olvidaron que la mayoría de militares iberoamericanos,
no eran mercenarios; especialmente, los que protagonizaron golpes de Estado y
períodos de gobierno en la década de los 60-80 eran “antisubversivos”, pero
también “nacionalistas”. Les interesaba acabar con la guerrilla castrista, pero
no tanto para comer de la mano de los EEUU. De ahí que, casi siempre, el
Departamento de Estado, fracasara en su intento de “domesticar” a los militares
iberoamericanos y terminara “condenando” los golpes de Estado que se producían
y obstaculizando por todos los medios el desarrollo de su gobierno.
Puedo dar fe de que, en el golpe de Estado que tuvo lugar el
Bolivia en julio de 1980, desde el primer momento, el Departamento de Estado y
la Embajada de los EEUU trataron por todos los medios de evitar el golpe. Para
ello, apostaron por políticos de muy dudosa catadura (que terminarían
protagonizando sonoros escándalos de corrupción y vinculación con el
narcotráfico a partir de 1983), distribuyeron cantidades elevadas a los jefes
de las divisiones orgánicas del ejército para evitar el movimiento golpista, y
luego sometieron al país a un cerco económico (llegando incluso a hundir el
mercado internacional del cobre y del estado, sacando al mercado reservas de
estos minerales acumuladas en EEUU desde la Segunda Guerra Mundial) y
difundiendo sistemáticamente a través de sus canales, informaciones que, no
solamente no se correspondían con la verdad, sino que, además, eran pura
intoxicación informativa. Recuerdo todavía como, los dirigentes del llamado
“Movimiento de Izquierda Revolucionaria” (que menos de una década antes había
protagonizado un catastrófico intento guerrillero cuyos pocos integrantes se
refugiaron en el Chile allendista), se peleaban por acudir a las recepciones en
la embajada de los EEUU, mientras que el procónsul yanqui pedía la expulsión de
los asesores extranjeros (entre los que me encontraba).
Así mismo, recuerdo que el profesor Lewis A. Tambs, en el curso de un curso sobre geopolítica que dio en Madrid y al que asistí, no tuvo el menor reparo en explicarnos que el golpe que puso fin al gobierno de Unidad Popular en Chile, había contado con el apoyo del Servicio Nacional de Inteligencia brasileño y que los EEUU tan solo pretendían la caída de Allende y la formación de un gobierno “sumiso” entre la Democracia Cristiana y el Partido Nacional. Y Tambs debía saberlo porque en ese momento ya era un peso pesado en el Departamento de Estado y fue uno de los que elaboraron los “Documentos de Santa Fe”, que marcaron la política de la administración Bush en Iberoamérica. Eso explica el que, posteriormente, incluso con los “Chicago boys” destrozando la economía chilena, el gobierno norteamericano adoptara inequívocamente una posición opuesta al gobierno del General Pinochet.
Recuerdo, finalmente, que miembros de la embajada argentina en La
Paz me comentaron, poco después de la guerra de las Malvinas, que, antes del
conflicto, el General Galtieri, cuanto todavía no era presidente, había viajado
en dos ocasiones a los EEUU y mantuvo encuentros con altas personalidades del
gobierno norteamericano, incluido el vicepresidente George H.W. Bush. Regresó a
Argentina convencido de que los EEUU le apoyarían para sustituir al general
Viola (lo cual era cierto) y en su plan de ocupación de las Malvinas (a cambio
de autorizar a los EEUU a instalar una base en estas islas o en las Georgias
del Sur, con la misión de ejercer como “centinelas” en la ruta del petróleo del
Golfo Pérsico a Europa y EEUU… lo que, desde luego, la historia demostró que no
fue cierto). Tras sustituir a Viola, Galtieri -creyendo en el apoyo de los
EEUU- ocupó las Malvinas: a partir de ese momento, todo se torció y los EEUU
tomaron partido públicamente por Margaret Tatcher y apoyaron el esfuerzo bélico
británico, lo que condujo a una nueva usurpación de las islas y al hundimiento
del gobierno militar argentino.
Así pues, el mito fomentado por la “izquierda antiimperialista”
era la complicidad de los EEUU en los golpes militares que se sucedieron en
Iberoamérica entre los años 60 y los 80. El departamento de Estado, en
realidad, prefería bregar con políticos socialistas, socialdemócratas o incluso
con antiguos guerrilleros, mucho más oportunistas, incluso más serviles, antes
que con militares nacionalistas. Se dieron cuenta, de que la carne de político
se cotizaba más barata que la de militares y que, estos, en última instancia,
por mucho que hubieran sido formados en la Escuela de las Américas y, por
mucho, que se mostraran buenos alumnos en las enseñanzas contra la guerrilla,
seguían siendo nacionalistas y, por tanto, miraban con desconfianza los
intentos del Departamento de Estado y de sus procónsules por influir en sus
países.
Cuando cayeron los gobiernos militares de Argentina, Chile y
Bolivia, los EEUU trataron de que no volvieran a repetirse movimientos
golpistas. Y lo hicieron con distintas tácticas: la primera de todas -y la más
sencilla de aplicar- era la acusación de haber vulnerado los “derechos humanos”
que, efectivamente, habían sido vulnerados sin discusión; la segunda fue lanzar
acusaciones de “narcotráfico” (Tambs durante su estancia como embajador en
Colombia ideó el término “narcoterrorismo” que, aplicó, tanto a la guerrilla
colombiana como a los asesores europeos que nos encontrábamos en otros países
iberoamericanos, aun a sabiendas de que las acusaciones eran falsas). El
general García Meza, el Coronel Lucho Arce Gómez y el coronel Faustino
Rico-Toro, fueron extraditados a los EEUU, aun cuando no fue sino hasta la
caída del gobierno militar, cuando el narcotráfico se disparó en Bolivia
¡incluso con la intervención directa de fuerzas espaciales norteamericanos en
la lucha contra la droga en aquel país, graciosamente autorizada por los
gobiernos democráticos!). La tercera táctica, consistió en idear una
constelación de noticias falsas sobre lo que habían sido y hecho aquellos
gobiernos. Desde el principio del golpe militar en Bolivia de julio de 1980, se
difundieron noticias sobre “miles de muertos en La Paz”, cuando en
realidad, en todo el país -si no recuerdo mal- apenas murieron 14 personas y
por muy distintas causas. No hubo genocidio sistemático, ni nada que se le
pareciera remotamente.
Todo eso impidió el que volvieran a producirse movimientos
golpistas en Iberoamérica. Cuarenta años después, cabe preguntarse si la
situación en todos estos países es mejor, igual o peor. No hay que olvidar,
además, que, tanto el Fondo Monetario Internacional, como el Banco Mundial,
concedieron desde la segunda mitad de los 70, créditos fáciles a todos los
gobiernos iberoamericanos, con la intención de que no pudieran retornarlos y
obligarles a liquidar a bajo precio el patrimonio del Estado. Y se trató -lo sé
porque el delegado boliviano en el FMI, un hombre próximo a nuestro círculo,
nos habló de esta táctica como algo conocido y sistemático- de una política de
saqueo deliberada.
Entre el miedo a sufrir de por vida consecuencias nefastas o caer
en el descrédito a causa de las campañas de “fakes news” propagadas por
los servicios de operaciones psicológicas del Departamento de Estado y de los
organismos de inteligencia norteamericanos; ante la convicción de que les sería
imposible enderezar sus países a causa de la actitud que los gobiernos de los
EEUU que, insistimos, nunca apoyaron estos “pronunciamientos”, sino que los
combatieron; nunca más volvieron a producirse movimientos golpistas en
Iberoamérica.
2. De Iberoamérica a la franja del Sahël
Pero el golpismo no desapareció. El escenario del golpista está,
en la actualidad, trasladado a África y, concretamente, a la “franja del Sahël”.
Era algo que podía esperarse desde el inicio del siglo XXI, cuando se
produjeron conatos de fundamentalismo islámico en esas zonas. Con esa excusa
los EEUU mejoraron sus relaciones con Marruecos hasta el punto de instalar el “Africom”
(Mando Regional del Pentágono para África) en ese país.
A esto se añadió la necesidad de Marruecos de contar con un
“protector exterior” que garantice la supervivencia y la estabilidad de la
dinastía alahuí. En 2020, Mohamed VI ya ofreció una base en Alcazarseguir que
sustituyera a la de Rota (cuando faltaba un año para renegociar la presencia
americana en España). Marruecos es, hoy, importante para el dispositivo militar
americano en África. De hecho, este país es la “puerta” para el continente
negro y hoy, puede decirse, cada día que pasa, Marruecos está más próximo a los
EEUU.
Existen allí cuatro bases en funcionamiento en el norte del país y
otros tres proyectos de construcción de nuevas bases en Gercif, Taourirt, Monte
Arruit y Alcazarseguir. Obviamente, Marruecos apunta a que estas bases
refuercen sus reivindicaciones sobre Ceuta, Melilla y Canarias. Los EEUU
justifican esta presencia alegando que, en dirección al Norte, los gobiernos
españoles están tendiendo a disminuir la presencia militar en la zona del
Estrecho, con lo que, EEUU precisa un aliado más “seguro” y “fuerte” en la
zona. Y en dirección al sur, para permitir despliegues rápidos de fuerzas ante
crisis que pudieran producirse en la franja del Sahël y más al sur. EEUU han
sustituido a Francia como potencia “tutelar” del gobierno alahuí.
Lo cierto es que los EEUU tienen razones para sentirse inquietos.
En los últimos 10 años se ha multiplicado la presencia, tanto de Rusia como de
China en África e, incluso, la República de Sudáfrica ha pasado a la lista de
“países BRICS”, ofreciendo al resto de África negra una vía inequívoca: ni
Rusia ni China suscitan resquemores colonialistas o neocolonialistas entre los
países africanos (a fin de cuentas, ambos países apoyaron a los movimientos
independentistas de esos países, con armas, pertrechos y diplomacia en la ONU),
por lo que su penetración es mucho más rápida y profunda que la de Francia
(cuya noción de “francité” está prácticamente expulsada en África), del Reino
Unido o Bélgica que dejaron malos recuerdos en los países que colonizaron.
Lo cierto es que África es hoy uno de los continentes que tienen
más valor estratégico, especialmente, por que abunda en “tierras raras”,
elementos químicos derivados de los actínidos y de los lantánidos, esenciales
en las nuevas tecnologías. Así como los países europeos y los EEUU han querido
reproducir en África los mismos patrones políticos que rigen en occidente,
chinos y rusos, mucho más pragmáticos, saben, desde el principio, en donde han
fracasado europeos y norteamericanos, así que negocian directamente con los
gobiernos en el poder o bien, si estos se muestran completamente inoperantes,
desmesurados en sus pretensiones o incapaces de establecer un orden que haga
viables la explotación y el transporte de minerales, tienden a favorecer golpes
de Estado y a colocar en el poder a elementos más enérgicos y capaces de
establecer la autoridad del Estado.
Solamente en algunas zonas del Sahël occidental, en donde se han
producido movimientos islámicos de cierta importancia, especialmente en Malí y
en algunas zonas de Níger, los golpes de Estado que se han producido han sido
respuestas al fundamentalismo musulmán. En el resto de países estos golpes han
tenido otros desencadenantes. Y no han sido pocos: nueve golpes de Estado en la
zona del Shäel (más el último en Gabón, el 30 de agosto de 2023) desde 2020, en
Malí (2), Burkina-Faso (2), Chad, Nigeria, Sudán, Níger y Guinea-Conakri, a los
que se suman otros cinco golpes frustrados (en Guinea-Bissau, Santo Tomé y
Príncipe, República Centroafricana, Níger y Sudán.
Así pues, la “época de los golpes de Estado”, no ha pasado;
simplemente, se ha trasladado de Iberoamérica a África. Geográficamente, más
cerca de Europa… Y es normal que, hasta ahora, esos golpes hayan tenido lugar
en el Sahël: es la zona que separa el Magreb y el norte árabe-musulmán, del
resto del continente negro. De nada le va a servir a los EEUU estar masivamente
presente en Marruecos, si todo el Sahël se encuentra en manos de gobiernos más
próximos a Rusia y China que a EEUU.
* * *
Tal es la situación en septiembre de 2023. El reciente golpe de
Estado en Gabón ha conmovido a los medios “políticamente correctos”,
especialmente por el apoyo popular innegable que han mostrado los nuevos
gobernantes. Por supuesto, los organismos internacionales han protestado… pero
no parece que ni Rusia ni China vayan a romper relaciones diplomáticas con
estos gobiernos, antes bien, todo induce a pensar que van a estrecharlas a
medida que los países occidentales, en su defensa irracional de la democracia,
el liberalismo y la partidocracia, allí en donde nunca han funcionado, vaya
arrojando más y más a Gabón a la esfera ruso-china.
Hasta aquí nos hemos preocupado por demostrar dos elementos: 1)
que EEUU siempre se ha mostrado hostil a golpes de Estado (no tanto por su
defensa de los “derechos humanos” que ni siquiera se respetan en territorio
norteamericano, como por su exigencia de gobiernos sumisos que mantengan formas
aparentemente democráticas) y 2) que la “vía golpista” sigue vive, hoy más que
nunca, solo que se ha trasladado de Iberoamérica a África (más lejos de
nosotros antropológica, cultural y económicamente, pero más cerca geográficamente).
Y esto permite plantear una cuestión tabú: ¿puede darse un golpe
de Estado en algún país europeo y concretamente en España? Es, a partir de aquí
cuando entramos en la materia de nuestro estudio.
LINKS DE LA SERIE
¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (1) – Sobre las dictaduras de nuestro tiempo y España
¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (2) – Cuando un golpe de Estado puede ser la solución a recurrir
¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (3) - ¿Hay solución dentro de la constitución?
¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (4) – Condiciones necesarias para un golpe de Estado
¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (5) – La técnica golpista: justificaciones
¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (6) – La técnica golpista: la práctica (A)
¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (7) – La técnica golpista: la práctica (B)