Vaya por delante que el autor de estas líneas no es “conspiranoico”,
pero cuando se reúnen las personas con más poder (económico, político, militar
y mediático) del mundo, cuando abandonan por unos días sus actividades
habituales, se debe a algo que ellos consideran importante; es evidente que no
es lo mismo que si se reúnen cuatro amigos para jugar al mus. Y mucho más en
estos momentos en los que asistimos a tensiones mundiales insuperables en un
momento en el que el “viejo mundo” no termina de morir y el “nuevo” todavía
está ausente y sin que pueda establecerse la fecha de su nacimiento, ni
siquiera haya aparecido ningún rasgo nuevo. Nunca como hoy “la información
es poder” y estas asociaciones, no solamente ofrecen el marco más adecuado para
el intercambio de informaciones, sino que ellas mismas se preocupan -como
entidades- de recabarla a especialistas y protagonistas.
Además, vale la pena recordar que, siendo importante el
encuentro portugués del Club Bildelberg, existen decenas de asociaciones
similares que, hasta ahora, nadie se ha preocupado por clasificar, establecer y
que se siguen reuniendo (el Foro Económico Mundial, por ejemplo, lo hizo en
enero de este año). Sin olvidar, igualmente, que, si bien todos estos
círculos son “privados”, existen, además, “foros políticos intergubernamentales”
(G-3, G-4, G-6, G-7, G-10, G-12, etc.) que tratan de articular políticas de sus
miembros, asumir iniciativas conjuntas y definir objetivos en función de las
realidades de cada momento. Y estos “foros”, igualmente, se reúnen con cierta
frecuencia (la reunión del G-7 tuvo lugar este pasado fin de semana). Llamar a este
conglomerado “asociaciones de poder mundial”, es constatar una evidencia, pero
al mismo tiempo, es decir poco. Así pues, la pregunta es: ¿cuáles son las
relaciones entre todas estas asociaciones, foros, grupos, clubs y cuál es su
importancia real? ¿Se trata de asociaciones meramente consultivas? ¿Tienen
algún tipo de jerarquía entre sí? Vamos a intentar responder dentro de los
límites de un post.
Vamos a artículos nuestro estudio en cinco partes:
1) Censo de “asociaciones de poder mundial” surgidas en la Segunda
Revolución Industrial
2) Censo de “asociaciones de poder mundial” surgidas en la Tercera
Revolución Industrial
3) Censo de “foros intergubernamentales”
4) Algunos nuevos y viejos “círculos de influencia”
5) Balance global y líneas surgidas de las reuniones del “poder
mundial” en 2023.
1ª parte: CENSO DE “ASOCIACIACIONES DE PODER MUNDIAL” surgidas en
la Segunda Revolución Industrial
Es importante establecer que cada “revolución industrial” surgida
al calor de la aparición de nuevas tecnologías, genera modificaciones en la
estructura de las sociedades y en las concepciones del poder político. En la
actualidad estamos viviendo un momento de tránsito de la tercera a la cuarta
Revolución Industrial, cuando todavía subsisten prácticas y corporaciones que
crecieron y se hicieron omnipotentes durante la Segunda Revolución Industrial.
Y esto, como veremos en las conclusiones, define con propiedad al primer grupo
de asociaciones de “poder mundial”.
Estas asociaciones no son simples “círculos de socialización de
las élites económicas” (como pueden ser, por ejemplo,
Skull & Bones, asociación de miembros de la universidad de
Yale que hizo verter mucha tinta durante la administración de George W. Bush
que, tanto él como su padre, pertenecieron a ella), sino círculos cuyo
denominador común es la integración de élites económicas, con élites políticas,
y representantes del mundo de la comunicación.
Son decenas, muchas más de lo que generalmente se tiene tendencia a pensar o a recordar. Algunas han tenido fugaces momentos de protagonismo, han estado presentes en los medios y en las crónicas conspiranoicas, para luego desaparecer. Y, sin embargo, siguen existiendo. Otras, en cambio, llevan más de 50 años o incluso 100 años, permanentemente actuando entre sombras. No todas son igualmente importantes, ni tienen los mismos campos de aplicación, pero todas tienen objetivos similares. Intentemos establecer una “cartografía” de todo este entramado.
1. Chatham House
El origen de estas asociaciones es el mundo anglosajón a finales
del siglo XIX y en las primeras décadas del XX. La razón es clara: ese ambiente
geopolítico había protagonizado la irrupción de la Primera y de la Segunda
Revolución Industrial y, por tanto, económicamente, era el que tenía unos
intereses mundiales más amplios. Así pues, las élites económicas y políticas
precisaban articular proyectos, intercambiar información, decidir qué les
beneficiaba y qué rechazarían y, por supuesto, a quien entregar su confianza y
a quién negarla. La máquina de vapor había aparecido a finales del siglo XVIII
y registró una formidable expansión a lo largo de todo el XIX. Cuando aparecen
los motores de combustión interna y se generaliza la electricidad, el
capitalismo anglosajón tiene ya un siglo de experiencia, por delante de sus
competidores europeos, y aparecen las primeras “asociaciones de poder mundial” en
ambas orillas del Atlántico.
La figura de Cecil Rhodes fue importante en el arranque de estas
asociaciones. Magnate minero y político británico
con intereses en África del Sur, fue uno de los teóricos del colonialismo
británico. A finales del XIX su empresa dominaba el mercado mundial del
diamante. Su proyecto personal era conseguir el dominio británico desde el
Cairo hasta el Cabo en Sudáfrica. La base de su proyecto era el racismo más
primario que pudiera existir: la raza anglosajona estaba destinada a regir el
mundo. Fue considerado como el “arquitecto del apartheid” y aspiraba a
formar una “raza de reyes-filósofos”, a partir de las élites económico-intelectuales
en el mundo anglosajón, que consiguieran reincorporar a los EEUU al Imperio
Británico. Nunca se casó y fue considerado homosexual. Se le atribuye la
paternidad de la idea de crear una “sociedad secreta” que extendiera el dominio
anglosajón por todo el mundo.
En 1909 se creó el “movimiento” Round Table (Mesa
Redonda) impulsada por los discípulos de lord Milner, uno de los ideólogos de
la política exterior inglesa de finales del XIX que había estado ligado a las
iniciativas de Rhodes. Milner se rodeó de un grupo de jóvenes “protegidos” por
él que fueron llamados “el jardín de infancia de Milner” y que
proseguirían la realización de su idea de un imperio británico “federalista”
que, finalmente, desembocaría en la creación de la Commonwealth. El líder de
este “jardín de infancia” fue Lionel Curtis quien, en 1920, convocó a los
participantes ingleses y norteamericanos en la Conferencia de Paz de París de
1919, tras la Primera Guerra Mundial y creó el Royal Institute of
International Affairs (RIIA) también conocido como Chatham House.
Esta asociación todavía existe en la actualidad, celebra
conferencias con frecuencia en las que el invitado tras pronunciar la charla
pública, asiste a una cena en su honor en el curso de la cual es interrogado y
examinado sobre sus proyectos, su personalidad y sus posibilidades. Elabora
informes globales o sectoriales por iniciativa propia que luego sirve a los
distintos organismos de gobierno y asociaciones privadas. En la práctica, la
asociación es una antena del ministerio de asuntos exteriores británico. En
1927 se creó la famosa “regla” que rige las reuniones del Instituto y que ha
sido adoptada por el resto de “asociaciones del poder mundial”: “En una
reunión o parte de ella, los participantes son libres de utilizar la
información recibida, pero no puede revelarse ni su identidad ni la afiliación
de los ponentes ni de ningún otro participe”. Quien no respeta la regla
corre el riesgo de ser expulsado del grupo. Romper la “regla” es condenarse al ostracismo.
Se entra en la asociación por invitación que deriva de orígenes y contactos
familiares, rol socio-económico y protagonismo político.
El RIIA ha creado antenas en otros países, especialmente en antiguas colonias británicas: Australia, Canadá, Pakistán, Singapur. Así pues, la asociación, sobre todo, un instrumento de análisis e influencia de las élites económicas británicas.
2. Council on Foreing Relations
Si el RIIA se fundó en 1920, el CFR se creó al año siguiente en
Nueva York. El origen fue la ya mencionada reunión de delegados británicos y
norteamericanos en la Conferencia de París de 1919. La mayoría de los
delegados norteamericanos estaban vinculados al “coronel” Edward Mandel House,
y habían asesorado al presidente Woodrow Wilson a lo largo de los años de la
Primera Guerra Mundial. Al terminar ésta, el grupo siguió realizando
estudios para determinar cómo sería el mundo de la postguerra. Sus informes
influyeron decisivamente en las posiciones adoptadas por Wilson en la
Conferencia de París. A la vista de los distintos orígenes (los delegados
norteamericanos, por supuesto, no compartían las tesis del “jardín de infancia”
de Milner, ni los criterios sobre la reintegración de los EEUU en el Imperio
Británico), los convocados por Curtis en París optaron amistosamente por crear dos
asociaciones diferenciadas, la rama británica sería el RIIA, mientras que la
rama estadounidense, sería el CFR.
Las actividades del CFR son muy parecidas a las del RIIA: en ambos
casos, además, de facilitar estudios e informes para el gobierno, ambas
asociaciones se han convertido en “viveros” de altos cargos ministeriales y
administrativos en ambos países. En EEUU, por ejemplo, el 57% de la
administración del presidente Johnson procedían del CFR y el 50% en tiempos de
JFK. Incluso varios presidentes, antes de serlo, habían presidido
comisiones del CFR (Eisenhower, por ejemplo). Está constituido por 250 “miembros
corporativos”, necesariamente “ciudadanos estadounidenses”. Hay miembros “vitalicios”
(que deben ser propuestos por miembro y avalado por otros tres) y “temporales”
(cuya filiación dura solo cinco años y deben tener entre 30 y 36 años, es, por
tanto, también una “escuela de cuadros” y de “élites”). Los “vitalicios” están
divididos en “asociados”, “afiliados”, “círculo presidencial” y “fundadores”.
Durante la Guerra Fría fue uno de los grupos que facilitaron más
cuadros a las distintas administraciones y exaltaron el belicismo antisoviético. Desde su fundación, el CFR se dividió en distintas comisiones
(económica, financiera, seguridad, territorial y política) lo que índice sus
principales frentes de interés. En la actualidad, el presidente del CFR es
David M. Rubenstein, director del Carlyle Group y miembro también de la
dirección del Foro Económico Mundial.
Ha alimentado, tanto a administraciones demócratas como
republicanas, si bien es cierto que sus preferencias pueden ser definidas con
propiedad como “progresistas”, a condición de recordar que, más que “preferencias”,
lo que priman son “intereses”. No siempre sus miembros han estado unidos (ni
siquiera hoy lo están en relación al conflicto ucraniano, las mayores
divisiones se produjeron durante la guerra del Vietnam y, posteriormente, a
causa de la acogida o no del destronado Sha de Persia en EEUU): el único
elemento que ha facilitado la cohesión entre sus miembros son los “intereses
comunes”.
El CFR es, por tanto, un foro pues al servicio de la
administración norteamericana que garantiza el que los resortes del poder
político serán ocupados por “amigos”, “gentes de confianza” que respetarán y
promoverán los intereses de las élites a las que deben el cargo.
3. Club Bildelberg
En 1954, cuando la reconstrucción de Europa, tras la Segunda
Guerra Mundial, estaba casi completada, pero eran los momentos más amenazadores
de la Guerra Fría, Jozef Retinger, un polaco exiliado de origen judío, se
mostró preocupado por la creciente oleada de antiamericanismo que detectaba en
Europa Occidental y propuso la convocatoria de una conferencia que reuniera a
representantes europeos y norteamericanos para promover el “atlantismo” y la cooperación
en política, economía y defensa. Logró reunir en la primera conferencia de
1954 asistieron 54 representantes europeos de 11 países y otros 11 de los EEUU.
Desde el principio, las reuniones fueron extremadamente secretas
y, con el tiempo, el secretismo se ha extendido todavía más: hoy,
prácticamente, son impenetrables y solamente se tiene acceso a parte de lo
tratado gracias a la información tamizada por la propia organización que elije
a los periodistas que deben cubrir el evento. En las últimas conferencias
celebradas (Montreux, 2019, Washington 2022 y en estos días en Lisboa) asisten
entre 120 y 150 personas: la élite de la élite del mundo de la economía, la
política, los negocios, la comunicación y la cultura.
El objetivo declarado sigue siendo el fortalecimiento de la
cooperación euro-norteamericana “en la defensad de la paz”, lo que, traducido
implica fortalecer el libremercado y los intereses de las élites capitalistas
de ambos lados del océano. Sin embargo, la
asociación está visiblemente desequilibrada: el “lado europeo” pesa bastante
más que el norteamericano: dos tercios, en efecto, proceden de Europa y uno de
EEUU. Pero esto no debe engañar: están presentes los representantes de las
mayores corporaciones “clásicas” de EEUU. Y, por lo demás, es cierto que las
ideas del club influyeron decisivamente en la creación del Mercado Común Europeo
(si bien existieron dos fracciones: los que proponían una Europa unificada
y los que proponían una Europa federal).
Los miembros del “club” no tienen todos el mismo rango: existe
un “Comité Directivo de las Reuniones” que es quien marca la agenda del grupo,
establece las invitaciones para las conferencias y constituye su verdadero “centro”.
El secretismo llevado hasta el paroxismo, ha hecho que sobre Bildelberg se
centren buena parte de las teorías conspirativas que llegan hasta a ver en el
grupo un verdadero “gobierno mundial”. Reiteradamente sus miembros han negado
todas estas teorías y afirmado que se trata de un círculo de intercambio de opiniones,
sondeo de perspectivas de futuro y, por supuesto, es inevitable que, cuando se
reúnen miembros de las élites económicas se fragüen acuerdos, negocios,
proyectos y se tienda a prácticas comunes.
Por lo demás, lo cierto es que se ha atribuido al Club acciones
más importantes que les que, en realidad, les corresponden, fruto de exageraciones
conspiranoicas. El objetivo inicial sigue vigente (mantenimiento del eje
euro-americano), y, en la medida en que todos los asistentes están vinculados a
sistemas democráticos y economías neo-capitalistas, parece lógico que los acuerdos,
contactos, resoluciones e informes vayan en la misma dirección, para ampliar
intereses, defenderse de riesgos que puedan aparecer y establecer actitudes a
adoptar.
4. Comisión Trilateral
David Rockefeller, era en los años 60 un globalista convencido,
educado en esta ideología por su padre y, por tanto, había participado en las actividades
del CFR (que presidió la organización entre 1949 y 1967, siendo hasta su muerte
presidente honorífico), había asistido a todas las reuniones del Club
Bildelberg desde su fundación en 1954. Sin
embargo, en la década siguiente empezó a mostrar discrepancias tanto con la
forma de actuar del club (que según él debía de ser más “intervencionista”)
como en las listas de invitados (Rockefeller aspiraba a que miembros japoneses
fueran incluidos en el Club. Al no conseguirlo, decidió crear la Comisión
Trilateral cuyo inspirador sería Zbigniew Brzezinski que entonces había
lanzado un libro que causó impacto en las élites al diseñar algunas líneas que,
necesariamente, deberían adoptar las democracias si aspiraban a sobrevivir: La
Era Tecnotrónica.
El calificativo “trilateral” alude a los que a principios de los
años 70 eran los tres puntales del mundo capitalista: Europa, EEUU y Japón. La novedad de la Comisión Trilateral es, precisamente, el
establecimiento de un eje de colaboración con el capitalismo japonés. Entre los
miembros de la Trilateral que han llegado a la presidencia figuran: Jimmy
Carter, George Bush (padre) y Bill Clinton.
Está formada por menos de 400 miembros, incorporados por rigurosa
invitación. A medida que la globalización fue avanzando y que aparecieron otros
actores internacionales, la CT ya no se reduce a EEUU, UE y Japón, sino que
alude a “tres áreas regionales”: América del Norte (con 120 miembros: 87
estadounidenses, 20 canadienses y 13 mexicanos), Europa (con 170 miembros: 20
alemanes, 18 franceses, 18 italianos, 18 del Reino Unido, 12 españoles y entre 1
y 6 para el resto de países) y área Asia-Pacífico (con 117 miembros: 75 japoneses,
11 coreanos, 7 australianos y neozelandeses, 15 repartidos entre Indonesia, Malacia,
Singapur, Tailandia y Filipinas y, finalmente 9 repartidos entre China, Hong
Kong y Taiwán). Todos pertenecen al mundo de los negocios, la política y la
comunicación.
La organización ha estado siempre dirigida por un “triunvirato”
formado por un europeo, un norteamericano y un japonés. En la actualidad, esta dirigida por Jean-Claude Trichet, Meghan
O’Sullivan y Akihiko Tanaka.
En la CT se atrincheran los partidarios más fanáticos de la
globalización. Desde siempre, su orientación ha
sido proclive a actitudes “progresistas” y siempre ha sido sospechosa de tratar
de limitar la democracia con distintos subterfugios (ya en 1973, Brzezinsky sostenía
la necesidad de desarrollar una fuerte industria del “entertaintment”
para distraer a los ciudadanos y sustraerlos de las decisiones políticas
importantes que había llevado a la derrota norteamericana en Vietnam).
* * *
Como puede comprobarse por estas breves notas, existe entre todas
estas asociaciones distintos niveles de “especialización” y de campo de
aplicación: el CFR es específicamente norteamericano, el RIIA-Chatham House británico,
el Club Bildelberg tiene una vocación decididamente euro-norteamericana y es,
por tanto, más amplia que los demás. En cuanto a la Comisión Trilateral puede
ser considerada como la quintaesencia de la globalización, el grupo que, en
primer lugar, la propuso, pero, con una salvedad que introdujo desde el
principio su fundador: globalización sí, pero bajo hegemonía norteamericana.
Llaman la atención varios elementos: en primer lugar, como ya
hemos dicho al principio, salvo la Comisión Trilateral que desde el principio no
tiene inconveniente en afirmar una línea “ultraprogresista” patroneada por el “clan
Rockefeller”, el resto de asociaciones tiene bastante más atenuados sus rasgos
ideológicos. Todas ellas han ido cambiando de fisonomía y de objetivos a lo
largo del tiempo: si bien la influencia de las corrientes “fabianas” estuvo
muy presente tanto en la RIIA como en el CFR, a medida que la Sociedad Fabiana se
fue diluyendo y los grupos socialdemócratas fabianos se diluyeron en el seno de
sus respectivas naciones, a partir de los años 90, esa influencia -incluso
dentro del PSOE-, simplemente, desapareció y lo que quedó fueron algunas
dinastías -especialmente norteamericanas- que aspiraban a llevar adelante un
programa “gradualista” (inspirado en el fabianismo británico difundido en las élites económicas a través de la London Economic School) de “ingeniería
social”. En especial el clan Rockefeller, el clan Vanderbilt y el clan
Carnegie (en esencial, los antiguos “barones ladrones” de finales del XIX
estadounidense).
En segundo lugar, a pesar de los esfuerzos, especialmente de la
Comisión Trilateral, de incorporar a miembros de países no occidentales, lo
cierto es que estas asociaciones de poder mundial, están presentes
especialmente en Europa y EEUU, con antenas en países de la Commonwealth o en
tradicionales aliados de los EEUU desde 1945 (caso de Japón o de Corea del
Sur). En el resto del mundo, mantienen contactos simplemente, especialmente con
los presidentes de los Bancos nacionales, pero carecen por completo de
presencia efectiva. Nacieron en un momento (los primeros años del siglo 20)
en el que solamente contaban en el mundo algunos países europeos y EEUU, esto
es, los países que protagonizaron los primeros pasos de la Segunda Revolución
Industrial. No han sido capaces de incorporar -salvo a personalidades aisladas-
a países “emergentes”, ni siquiera a nuevos actores económicos.
Su esperanza fue que los años en los que la globalización pareció
imponerse en todo el mundo (entre 1990 y 2001) el entramado de intereses y alianzas
haría que las grandes corporaciones occidentales extendieran su sombra por todo
el mundo. No calcularon que otros países, otros continentes, nuevos modelos de
empresas vinculadas a la Tercera y a la Cuarta Revolución Industrial intentarían
defender sus propios intereses.
Esto es lo que hace que, aun en el caso de existir una “conspiración”,
esta ya no pueda ser de ninguna manera una “conspiración mundial”. Sería, en
el mejor de los casos, una “conspiración” que afectara solamente a una parte
del mundo: pero de la otra parte, hoy, parece claro que ya han perdido
completamente el control. El proyecto globalizador en el que habían
centrado su interés Bildelberg o la Trilateral, está hoy en bancarrota tal como
ha evidenciado la decantación de posiciones a raíz del conflicto ucraniano.
CAPÍTULOS
1) Censo de “asociaciones de poder mundial” surgidas en la SegundaRevolución Industrial
2) Censo de “asociaciones de poder mundial” surgidas en la TerceraRevolución Industrial
3) Censo de “foros intergubernamentales”
4) Algunos nuevos y viejos “círculos de influencia”
5) Balance global y líneas surgidas de las reuniones del “poder
mundial” en 2023.