> AHMET DAVUTOGLU,
EL CEREBRO GEOPOLÍTICO DE ERDOGAN…
EL CEREBRO GEOPOLÍTICO DE ERDOGAN…
El personaje que
más trató de impulsar el neo-otomanismo fue Ahmet Davutoğlu, el ministro
de Exteriores de Turquía desde 2009 hasta 2014. Antes de ocupar su cargo
ministerial, era el responsable del programa en política exterior del AKP desde
2003. Se trata de un personaje muy influido por las tesis geopolíticas que
acuñó el concepto de la "profundidad estratégica" de Turquía, en
realidad un adjetivo tras el que se ocultaba la voluntad “pan-otomanista”. “Turquía
es un país equidistante con todos los centros de civilización que han ejercido
una influencia profunda y han modelado la historia humana" y quería
seguir proyectando esa influencia en el futuro.
Las líneas
maestras de esta política se enunciaron como “cero problemas con los
vecinos”, lo que implicaba relaciones de cooperación y buena vecindad con los
países árabes y musulmanes de Oriente Próximo y Asia Central, así como los Balcanes
y el Cáucaso Sur. No se trataba de cortar las relaciones con la UE, sino de
crear “Opciones B”, en caso de que la “marcha hacia Europa” se retrasara o
constituyera un fracaso. Davutoğlu impuso un cambio de paradigma en la
política exterior turca.
Davutoğlu negaba
que Turquía debiera ser una nación periférica de Europa o del mundo islámico o
asiático. Afirmaba que su posición geográfica le permitía adquirir una
posición protagonista y "central" en todos estos espacios
geopolíticos y ejercer en todos ellos una influencia mediadora, pero al mismo
tiempo determinante. Turquía debía convertirse pues -volver a ser, como lo fue
durante el Imperio Otomano- una potencia regional. Esto llevaba directamente
a extender su influencia en el espacio sunnita de Oriente Medio, en los países
turcófonos de Asica Central, en los Balcanes (aprovechando las bolsas
musulmanas) y en el Cáucaso. La historia pasada del Imperio Otomano había
dejado un rastro de influencias históricas, étnicas, culturales y lingüísticas
que demostraban la “profundidad histórica” que habían representado durante 400
años, desde el 1453 -caída de Constantinopla-, hasta 1923 -liquidación oficial
del imperio- y esto posibilitaba que, en el siglo XXI, derivase la “profundidad
estratégica” a la que aludía.
En sus primeros
pasos, el AKP, atrajo a Davutoğlu a sus filas. Una vez en el poder fue nombrado
asesor principal de Erdoğan, más tarde embajador volante y, finalmente ministro
de exteriores. Inmediatamente, y de forma paralela a las negociaciones con la
UE, Turquía, inauguró una política regional más activa en Oriente Medio y cometió
el error de creer que la “Alianza de Civilizaciones”, impulsada por Zapatero,
era una opción serie de la política exterior española. Si lo hizo fue por
pensar que esa iniciativa beneficiaba, sobre todo, a los intereses turcos y de aumentar
la capacidad mediadora de su país. No es por casualidad que Mongolia, país en
el que la influencia turca es notoria, fue el otro país que apoyo el proyecto
zapateriano (que desde 2016 no ha dado nuevas señales de vida).
Durante su
mandato, Davutoğlu visitó Siria en 39 ocasiones y firmó medio centenar de
acuerdos que, posteriormente saltaron por los aires al iniciarse la desestabilización
de ese país. Entre 2014 y 2016, fue nombrado “primer ministro”, pasando Erdoğan
a ser presidente. Sin embargo, los desacuerdos entre ambos irían en aumento
hasta que Davutoğlu resultó destituido y, nueve meses después, junto con otros
miembros prominentes del AKP, fundó un nuevo partido, el Partido del Futuro.
La disputa se había iniciado por la reforma constitucional que convertía a
Turquía en un Estado presidencialista. Claro está que existían otras causas,
tanto o más profundas que estaban implícitas en la línea del nuevo partido:
secularismo, parlamentarismo, democracia, liberalismo, dejando abierta su
definición doctrinal, aunque el partido, situado en la oposición al AKP y a
Erdoğan, puede considerarse centrista.
Davutoğlu, a
pesar de las discrepancias con Erdogan, las ideas geopolíticas del geopolítico
no han sido desterradas de la política exterior turca. Simplemente se ha ido
adaptando a las circunstancias cambiantes en el último lustro, pero, en
cualquier caso, sigue todavía vigente. A pesar de que hoy se siente en la oposición,
su impronta se nota sobre la política exterior turca.
> LAS
CUESTIONES CANDENTES DE TURQUIA
1) Con la
Unión Europea
El aspecto
formal, la excusa perfecta, para justificar el portazo de la UE a Turquía es la
“cuestión chipriota”. En 1963 se habían producido violentos incidentes en
la isla entre la comunidad greco-chipriota y turco-chipriota que llevó a la
separación de las dos comunidades y a la presencia de una fuerza de
interposición de la ONU. En 1974, la junta militar griega decidió precipitar la
“Enosis” (unión de Chipre con Grecia), mediante una insurrección en la
isla que precipitó la intervención militar turca. En 1975 se llegó a un nuevo
acuerdo de separación e “intercambio” de poblaciones, vigilado por la ONU,
previendo la formación de una “república federal bicomunal” a la que jamás se
ha llegado. En 1983, los turco-chipriotas declararon la “República Turca del
Norte de Chipre” solamente reconocida por Turquía. El conflicto se agravó
cuando el resto de la isla, configurado como “República de Chipre” ingresó en
la UE en 2004.
Chipre es importante para Turquía por varios motivos:
- Constituye una plataforma insumergible en el Este del Mediterráneo que constituye un valor añadido para el peso estratégico de Turquía o de Grecia, en cualquier caso, de la potencia que controle la isla.
- Está situada frente a las costas de Siria y del Líbano a poca distancia de Israel y a 300 km del canal de Suez, lo que hace de la isla una posición cómoda para el control de la ruta del petróleo a través del Mediterráneo.
- Históricamente ha sido siempre un lugar de paso o de retirada de Europa hacia Palestina o viceversa. El conflicto en Siria (cuyas costas están ante las bases rusas de Tartús y Latakia en las costas mediterráneas de este país) y la creciente retirada de los EEUU de Oriente Madio son elementos que han contribuido a revalorizar en 2020 todavía más la posición de Chipre.
Todo esto
hace que Turquía no se haya decidido a dar marcha atrás y liquidar la quimérica
“República Turca de Chipre”, a pesar de que le haya generado serios problemas,
tanto en sus relaciones con la OTAN, como con la UE. Y, más en concreto,
con uno de los miembros de ambas organizaciones: Gracia.
La brecha
entre Turquía y Grecia es muy profunda: deriva, por una parte, del dominio
turco sobre este país que terminó con la emancipación griega después de una
guerra de independencia que se prolongó entre 1821 y 1830 y que dejó secuelas
psicológicas todavía presentes en ambos países.
Sin embargo,
el mar Egeo y los poco más de 200 km de frontera terrestre entre ambos países,
siguió siendo un foco de tensiones hasta el presente.
- En tierra a causa del "triángulo de Karaağaç" en la orilla derecha del Evros en Edirne que facilita el paso al territorio griego y que el Tratado de Lausanne (1923) concedió a Turquía.
- En el Egeo, las discusiones se concentran en la extensión de las aguas territoriales, la demarcación de la plataforma continental, la determinación de zonas de búsqueda y salvamento marítimos y los conflictos del espacio aéreo. La multiplicidad de islas e islotes, hace que no todos ellos hayan sido bien definidos en los tratados internacionales.
Turquía ve el
Egeo como un “mar internacional, abierto y que no da lugar a ningún derecho de
soberanía”, mientras que Grecia lo tiene por un mar propio. El conflicto, en
estos momentos sigue estancado.
2) El
corredor turco de los Balcanes
Desde los años
de la postguerra, Turquía ha procurado mantener estrechos lazos económicos y
diplomáticos con los países balcánicos que, geopolíticamente, constituyen la
puerta de entrada desde la “Sublima Puerta” a la Europa continental. La Tracia
turca, en territorio europeo, es el paso obligado a Europa Central, a través de
los Balcanes.
Esto explica
varios hechos recientes:
- La participación turca en las operaciones promovidas por la OTAN, la UE y la ONU en la zona (KAFOR y UNMIK, protección policial de Kosovo), y antes la Eufor-Althea organizada por la UE para supervisar la implementación militar de los Acuerdos de Dayton (iniciativa en la que participa España). Al mismo tiempo participa en proyectos comunitarios de reconstrucción del sector: SEECP (Cooperación del Sureste Europeo), MPFSEE (Fuerza Multinacional de Paz del Sudeste de Europa) y SECI (Iniciativa de Cooperación de Europa Sudoriental).
- Facilitar la creación de “estados amigos” en los territorios de la antigua Yugoslavia: Macedonia del Norte (33% de musulmanes, por 65% de ortodoxos), Bosnia (50,7% de musulmanes, 30,7% de ortodoxos, 15,2% de católicos), Montenegro (19,11% de musulmanes, 72% de ortodoxos, católicos 3,44%) y Albania (56,7% de musulmanes, 6,7% de ortodoxos y 10% de católicos), países que constituyen el “corredor turco de los Balcanes” para unos y para otros el “corredor yihadista de los Balcanes”.
Esa presencia
militar en fuerzas internacionales ha sido uno de los resultados del intento del
gobierno de Ankara por mostrar una actitud constantemente mediadora.
Incluso, la intervención en la guerra civil siria y la ayuda turca a los
enemigos del gobierno de Damasco, se justificó, inicialmente, como un intento
de “mediar” entre las “fuerzas democráticas sirias” y al-Assad… una actitud
increíble e insostenible que fue virando progresivamente (además, a causa del
prejuicio por la inestabilidad creciente en el Kurdistán y la ofensiva del DAESH.
Así pues, Turquía varió esta actitud por la de negociar con Putin
intervenciones rápidas de “limpieza” en el Norte de Siria, garantizando una
franja libre de guerrillas kurdas, pero sin ocupar durante largos períodos
franjas de territorio sirio.
A través del “corredor
turco de los Balcanes”, entra al territorio de la UE, contrabando de
antigüedades, tráfico de drogas, inmigrantes y terroristas. Fue ese “corredor”
el que Erdogan rebautizó como “corredor humanitario” en 2014-2015,
pasando a través suyo dos millones de “refugiados” de Oriente Medio a la Unión
Europea. Si luego esta ruta se cerró fue gracias a los 3.000 millones de
euros donados por la UE para “administrar” estos corredores: eufemismo para
evitar llamar por su nombre a lo que no era más que un chantaje.
Inicialmente,
los turcos declararon que las zonas situadas sobre estos “corredores
humanitarios” eran zonas de exclusión aérea, algo que Rusia se negó a respetar:
en realidad se trataba de una excusa para evitar que las fuerzas aéreas de
Moscú bombardearan las zonas de Siria contraladas por el DAESH. A medida que el
conflicto fue avanzando, Ankara varió sensiblemente su posición.
Si Turquía se
decidió a intervenir en la guerra civil siria fue pensando que al-Asad caería
como había caído Gadafi o los gobiernos de Túnez y Egipto. Eso les hubiera
permitido tener un interlocutor privilegiado en el nuevo gobierno de Damasco y,
convertir a este país en una especie de “puerta de acceso” al “Creciente Fértil”
de Oriente Medio (la zona del Tigris-Éufrater, Irak, Sitia, Líbano y Jordania).
3) Relaciones
con EEUU, de la plenitud a la agonía
Vale la pena
repasar la situación de las relaciones de Turquía con los EEUU y Rusia, porque
contribuirán a perfilar los contornos en los que se desarrolla la actual
política exterior turca, sus vaivenes y su situación en 2020.
Con los EEUU la relación
es antigua. A partir de la Conferencia de El Cairo en diciembre de 1943 esas
relaciones mejoraron extraordinariamente y Turquía tranquilizó a los aliados confirmando
que su posición de neutralidad no cambiaría. En la primera fase de la
guerra, Turquía había coqueteado con ambos bandos, recibiendo ayuda militar,
tanto de Alemania como del Reino Unido. Fue a partir de la derrota del Eje en
África del Norte cuando Turquía se fue alejando de Alemania y acercándose a
EEUU. El 1 de marzo de 1945, declaró in extremis la guerra a Alemania y a
Japón, aunque no envió tropas. En pago a este apoyo, Turquía fue incluida
en la “Doctrina Truman” que consistía en apoyar a cualquier país que resistiera
a los intentos de “subyugación”. Esto se
tradujo en 12.500 millones de dólares en ayuda económica y más de 14.000 en
ayuda militar. A cambio, Turquía participó junto a EEUU en la Guerra de Corea,
un apoyo que se fue prolongando a medida que los EEUU aumentaban sus
intervenciones y guerras, hasta la Guerra del Golfo de 1989-90.
Los EEUU
mantienen desde 1951 la base aérea de Incirlik, proyectada antes de la adhesión
de Turquía a la OTAN (1952) que ha sido utilizada en las distintas crisis
del Líbano, en la Guerra del Golfo, siendo el enlace principal del Pentágono para
enviar tropas a Afganistán, teniendo protagonismo también en la Tercera Guerra
del Golfo para derrocar a Saddam Hussein. Para los EEUU, la actitud de Turquía
ha sido esencial mientras ha durado la Guerra Fría, garantizando la integridad
del flanco sur-este de la OTAN, en contacto directo con países del Pacto de
Varsovia.
Sin embargo, Turquía
terminó advirtiendo que la política de los EEUU en Oriente Medo se convirtió en
errática y titubeante desde los años 90 e, incluso, que el “apoyo a Israel” era
más teórico que real, por no hablar de los diferentes enfoques dados por los
tres últimos presidentes de los EEUU que no aportaban a Turquía las garantías
suficientes como para mantener el compromiso adquirido desde 1943. Las disputas
por los aranceles comerciales que iniciaron una guerra económica USA-Turquía,
no se ha cerrado todavía y los EEUU ven con recelo el giro radical de la
política exterior turca: aproximarse a Rusia, militar, política y económicamente,
competir con Arabia Saudí en el liderazgo del mundo sunnita y mantener el
proyecto de expansión por Asia Central con el visto bueno de Rusia.
4) Israel, potencia
competidora
Cuando subió
Erdogan al poder, en tanto que piadoso musulmán, se produjo un enfriamiento de
las relaciones con Israel, agravado por el asesinato de 10 turcos por parte
de comandos especiales judíos que atacaron la “Flotilla de la Libertad” en mayo
de 2010 que intentaba romper el bloqueo de Gaza. La situación se normalizó
relativamente cuando Israel aceptó pagar 20 millones de dólares en concepto de
indemnización a los familiares de las víctimas. Pero, a pesar de un período de
acercamiento y cooperación que siguió al inicio de la guerra civil siria,
cuando las dos potencias apoyaron al Ejército Democrático Sirio, las relaciones
hoy son frías a la vista de que Turquía no oculta su voluntad de convertirse en
potencia influyente en la Zona en competencia con Arabia Saudí, Irán y… el
Estado de Israel.
Sin embargo, la “doctrina
Davutoğlu” (cero problemas con los vecinos) volvió a aplicarse y está presente
en el acuerdo firmado en 2016 para la construcción de un gaseoducto que
lleve gas natural a Europa a partir de los yacimientos judíos del Mediterráneo.
5) Rusia,
relaciones comerciales,
militares y diplomáticas in crescendo
Las relaciones
con EEUU se han mantenido a la baja, mientras que las que mantiene Turquía y el
Estado de Israel están sometidas a altibajos profundos. Sin embargo, la entente
con Rusia es cada día más acusada. Hasta el colapso de la URSS, en tanto que
Turquía era miembro de la OTAN, las relaciones fueron malas y frías en el mejor
de los casos. Tras la disolución de la URSS mejoraron pero persistieron puntos
de fricción especialmente por las fronteras del Cáucaso y por seguir como socio
de la OTAN. Los informes del ministerio de asuntos exteriores ruso han
permanecido siempre escépticos respecto a las posibilidades de Turquía para
entrar en la UE: sabían, además que eso iba a entrañar fricciones, decepciones
y expectativas rotas, así que optaron por mantenerse conciliadores y tratar de
tentar a Turquía con la zanahoria de la cooperación económica. Hoy, ambos
países comparten liderazgo e intereses comunes en Transcaucasia, incluso un
interés notorio en la resolución de los problemas de la zona. El acuerdo
sobre los suministros de gas a través por la “ruta occidental”, firmado en 1986
y concluido en 2012, fue prorrogado y mejorado. Desde 2014-16 los
intercambios de visitas de dirigentes turcos a Moscú y de rusos a Ankara, se ha
convertido en continua. Erdogan y Putin han aparecido en innumerables ocasiones
dándose la mano y sonriendo en una actitud que no puede ser coyuntural sino que
indican a las claras una asociación estratégica.
En la medida en
la que los EEUU se van inhibiendo de nuevas intervenciones en el exterior y
replegándose en sí mismos, Turquía busca mejorar sus relaciones con Rusia,
aunque sea a costa de convertir la OTAN en un residuo de la Fría, cuya
existencia es mucho más teórica que real y a la que solamente le falta
certificar su disolución.
Vale la pena
recordar que a medida que se ha ido consolidando la UEEA, Unión Económica
Euroasiática (Armenia, Biuelorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Rusia) a la
que seguirán nuevas incorporaciones (Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán
y Siria), puede constituir un atractivo extraordinario para Turquía y una
especie de resarcimiento por el rechazo de la UE. De hecho, el presidente
kazako Nazarbáyev ya propuso en 2014, que Turquía, aunque no hubiera formado
parte de la extinta URSS, pudiera entrar en la UEEA. De momento, este país,
al igual que China e Irán, han manifestado su interés por la UEEA.
Poco importa si
en los próximos años esta adhesión se formaliza o no. Lo que importa realmente
es que en los último 6 años, los vínculos de Turquía con la UE se han
reducido al chantaje en materia de refugiados, las relaciones con EEUU se han
visto perjudicadas por la “guerra arancelaria” estallada tras la subida de
aranceles para la entrada de productos metalúrgicos en EEUU procedentes e
Turquía, disminuyendo drásticamente los intercambios comerciales… mientras que,
paralelamente, estas relaciones económicas se han ido estrechando con Rusia y
han alcanzado su punto máximo el 15 de enero de 2020 con la inauguración por
parte de Erdogan y Putin del Turk Stream.
Al comenzar
2010, Davutoğlu convocó en Ankara a los dos centenares de embajadores turcos en
el extranjero, no pocos de los cuales eran remisos o directamente hostiles al
cambio en curso, para un seminario de cinco días en el que les comunicó los
nuevos principios y directrices del Ministerio. Se trataba de tener una
diplomacia mucho más activa ante los problemas que afectaban directamente a
Turquía o a sus vecinos. El país se ofreció siempre como mediador en conflictos,
algo que no siempre fue aceptado por los EEUU.
Cuando se produjo el calentamiento de relaciones entre EEUU y el gobierno iraní a causa del desarrollo de un programa nuclear de Teherán, Ankara lanzó su oferta de mediación que fue recibida con incredulidad en las capitales occidentales y mal recibida por Washington. Pero, sin embargo, fue muy valorada por el régimen del presidente Mahmoud Ahmadinejad. Además, se conocía la postura de Erdogan: si bien quería mantener libre de armas nucleares Oriente Medio (coincidiendo con EEUU), Davutoğlu defendía el derecho de Irán a poseer una industria atómica con fines pacíficos
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Cuando se produjo el calentamiento de relaciones entre EEUU y el gobierno iraní a causa del desarrollo de un programa nuclear de Teherán, Ankara lanzó su oferta de mediación que fue recibida con incredulidad en las capitales occidentales y mal recibida por Washington. Pero, sin embargo, fue muy valorada por el régimen del presidente Mahmoud Ahmadinejad. Además, se conocía la postura de Erdogan: si bien quería mantener libre de armas nucleares Oriente Medio (coincidiendo con EEUU), Davutoğlu defendía el derecho de Irán a poseer una industria atómica con fines pacíficos
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