Valencia ha acogida una reunión
de la masonería española el pasado fin de semana. Trescientos masones de la
Gran Logia de España y de su Gran Consejo Rector, se han reunido aprovechando para visitar el
histórico edificio de la Lonja. Asistieron masones de Canarias, Mallorca,
Alicante, Madrid, Guadalajara, como invitado, el Gran Maestre de la Masonería
de Marruecos. La reunión fue presidida por el anfitrión, el Gran Maestre de la
GLE, Óscar de Alfonso. La noticia llega el mismo día en el que se ha publicado
también la novela “Don Quijote iniciado”
escrita por el abogado Guillermo de Miguel Amievaha. El argumento nos muestra a
Cervantes iniciado en una logia. La presentación de la novela tuvo lugar en el
Café Librería Ateneo convocado por la tertulia Paco Vighi de Palencia. El autor
es miembro de la Logia Paz y Conocimiento nº 119 que “levantó columnas” en septiembre del año
2000. El autor es una de las pocas personas que reconoce públicamente en
Palencia.
No hemos tenido ocasión de leer
la citada novela pero creemos muy “osado” atribuir a Cervantes una militancia
masónica. Entre otras cosas porque la primera logia masónica especulativa se
fundó en 1717 y, por aquello de la magia de las cifras, Cervantes murió en
1616. En aquel entonces lo que existían eran “hermandades gremiales operativas”,
es decir, que practicaban un oficio. Contrariamente a lo que sostiene la
masonería actual, las hermandades de constructores no son su antepasado
directo. De hecho, las hermandades siguieron existiendo hasta principios de
siglo XX y en Francia existen todavía hoy en el “compagnonage”. La masonería especulativa fue una creación de los
nobles y burgueses que habían sido
invitados en las logias operativas para formar “patronatos”. Y este fenómeno
ocurrió solamente en el Reino Unido. En Francia, donde las hermandades gremiales
eran más fuertes o en España en donde existían, no hubo ningún proceso similar.
Si bien es cierto que Cervantes
en algunas de sus novelas utiliza símbolos esotéricos, esto se debe, no, desde
luego a que fuera “masón”, sino a que conocía las doctrinas de su tiempo. Desde
el Renacimiento los humanistas italianos habían rescatado del olvido los llamados
“textos alejandrinos” escritos en los primeros siglos de la era cristiana por
filósofos neo-platónicos y atribuidos a Hermes Trimegisto. Cervantes los
conocía y, como conocía, la literatura del Grial y las novelas de caballerías.
En su Don Quijote unificó todo esto: sentenció el final de la época de la
caballería e introdujo un mensaje que coincidía con el “humanismo mágico” de
Marsilio Ficcino, Pico della Mirandola o Giordano Bruno. Y este elemento es el
que algunos masones han considerado próximo al utilizar una simbología que –en tanto
que tradicional- coincide con la suya propia.
Pero la pretensión de visitar en
la Longa de Valencia una construcción realizada por “masones” o el crear que
algunos símbolos utilizados por Cervantes implican su iniciación en una logia,
parece demasiado aventurado… incluso para una novela.