INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

lunes, 22 de diciembre de 2025

Silencio, la miniserie de Alejandro Casanova ¿cuánto se ha llevado crudo del ministerio de "cultura"?

1. Por qué dejé de ver series

Hasta hace dos años me interesaban las series de televisión. Y a ello dedique mi tiempo durante ocho años. Si abandoné después de haber realizado unas dos mil críticas de series (desde el inicio de la tele en los años 5º hasta 2023), fue porque la pérdida de calidad, en general, de estos productos había ido aumentando hasta hacerse insoportable. Primero decidí que iba a comentar y criticar todas las series que se iban estrenando -unas 50 al mes desde 2015-, luego opté por criticar solamente las que, por algún motivo, me habían llamado la atención. Finalmente, abandoné.

No es que los gustos hubieran cambiado: a los espectadores, en realidad, suelen gustarle los buenos productos, pero el binomio Netflix-Disney, literalmente, se los había cargado. Disney porque había optado por el wokismo y, desde esa perspectiva todas las series, sin excepción, resultaban decepcionantes, incluso, odiosas. Netflix, porque su monstruoso catálogo contiene miles y miles de productos para todos los gustos, aficiones, edades y niveles culturales… pero también aquí, el wokismo y la corrección política habían causado estragos. De cada 50 productos Netflix que se estrenan, como máximo, uno resulta aceptable. El resto es pura basura de la que ni vale la pena hablar, ni mucho menos visualizar. Y, el problema, es que, con el paso del tiempo, con solo ver la carátula de la serie, ya sabemos lo que nos vamos a encontrar.

El resto de streamings, salvo quizás AppleTV+, han ido decayendo: HBO hasta convertirse en una fotocopia reducida de Netflix, SkyShowTime espacia tanto sus contenidos con un mínimo de calidsd, que no justifican la suscripción, Filmin, de matrícula catalana (y, por tanto, española) ha visto como su catálogo dejaba de incorporar su plato fuerte, las miniseries inglesas, y caía en la banalidad mas aburrida. Amazon nunca ha tenido su streaming más que como una prolongación de su negocio de ventas on line y FlixOlé, plataforma que, en principio, era sobre cine español, ha terminado llenando su catálogo con productos absolutamente olvidables que suple con películas hollywoodienses más o menos famosas.

No soplan buenos tiempos para los streamings ni para el universo seriéfilo. Siguen haciéndose algunas series entretenidas, algunas no llegan nunca a los streamings que pueden verse en España. Otras pasan desapercibidas en un alud de productos mediocres, irrelevantes o francamente malos. Se tarda más en encontrar una buena serie, buceando por todos los catálogos de las plataformas, que en verla.

Les cuento cómo he terminado operando: en principio, me he dado de baja de todos, absolutamente de todas las plataformas. Con ello he conseguido ahorrar algo más de 100 euros al mes. Lo que no es poco. En segundo lugar, diariamente consulto FilmAfinity y el Calendario de Series de El País que, informan de los estrenos. Luego los busco en eMule o en algún Torrent y me evito el penoso tránsito por los catálogos buscando lo inencontrable. Hoy, gracias a las autopistas de la información, una serie de 45 minutos tarda entre 3 y 5 en poder “bajar” a tu disco duro. Y, si, visionado el primer capítulo de la serie, me decepciona, con pulsar “delete”, la borro para siempre de mi memoria y del disco duro de 16 Tb. Este sistema, de puro pirateo, en efecto, es a lo que me ha llevado la bajada en la calidad media de las series que se van estrenando desde hace tres o cuatro años. Hagan mejores series y volveré a pagar para verlas.

He considerado necesario advertir sobre esta falta de calidad que todos ustedes san podido constatar -a poco que hayan estado atentos- en el universo seriéfilo. De hecho, incluso las plataformas lo admiten, presentando series estrenadas hace ocho o diez años, como “productos recién incorporados”.

2. Eduardo Casanova nunca decepciona

Y ¿a qué viene todo esto?

Es muy sencillo, el 1 de diciembre pasado Movistar+ estrenó la serie Silencio. Tres episodios que, sumados, apenas dan para 58 minutos de proyección. La serie venia “avalada” por Eduardo Casanova y eso fue lo que más que llamó la atención. Sobre todo, la brevedad de la serie me indujo a verla. Si era mala, al menos, no perdería mucho tiempo y, por lo demás, del tal Casanova sabía solamente que había trabajado en alguna serie que en su tiempo tuvo cierta popularidad y que, después, le dio por ejercer la dirección. No había visto nada de él. Silencio se había estrenado en el Festival de Cine de Locarno. No es que fuera un gran aval, pero menos es nada.

Quedé horrorizado por los 58 minutos de serie. No se salva ni una escena, ni un minuto, ni siquiera una actuación. El guion es, literalmente, inenarrable. Con largas parrafadas con aspiraciones intelectuales, repletas de incoherencia y un mensaje que quizás, mejor elaborado, hubiera sido oportuno en los años 80, pero que ahora supone algo arqueológico y demodé. 

Lamento no poder encontrar ni un solo punto positivo a esta serie: guion pésimo, interpretaciones lamentables, maquillajes y caracterizaciones patéticas, incluso el sonido falla en alguna ocasión, la banda sonora floja, las ambientaciones como de festival de fin de curso de EGB. La serie se presenta como una “comedia de terror”: pero ni genera terror, ni mucho menos los pocos supuestos gags cómicos y frases que deberían suscitar una sonrisa, logran ni remotamente este efecto. Es raro -lo reconozco- encontrar una serie de la que no se salve nada, pero es que nada.

Lo peor, seguramente, es la inspiración: el director dice que siempre se ha interesado por el cine de terror… Bueno, en realidad, toda su inspiración es como una fotocopia reducida y borrosa del Drácula de Stoker de Coppola, preciosismo sanguinolento, una mala copia de la estética de aquella cinta, sin la más mínima imaginación.

Esa inspiración se traduce en un guion deslavazado que da poco margen de actuación al grupo de actrices -seguramente amigas del alma del director y que, en su maternal consideración, no tuvieron el valor ni de negar su colaboración en la película, ni de confesarle que, con ese guion, poco podían hacer. Actrices que, en otras películas y series han dado mucho mejor juego, en esta recitan el guion, en algún momento, con desgana. Ninguna de ellas es reconocible por la tonelada de maquillaje y la caracterización, lo que seguramente las animo a participar en la producción sin que su prestigio actoral quedara mermado. Evitamos dar sus nombres por aquello de no erosionar su carrera.

La ópera prima de Casanova, Pieles, recibió una mínima ayuda de 12.000 € del Ministerio para cubrir su participación en la Berlinale, mientras que su película La piedad recibió una subvención del ICAA de 317.570 €. Cabría añadir que Pieles, estrenada en 2017, fue vista por aproximadamente 14.700 espectadores en cines españoles y La piedad, estrenada en enero de 2023, tuvo una asistencia significativamente menor: en sus primeras dos semanas, la cifra total de asistentes ascendió a 2.400 personas, si bien algunos informes posteriores, tras varias semanas en cartelera, indicaron cifras aún más bajas para el total acumulado. Hay que destacar que La piedad tuvo un presupuesto de 934.000 € y el de Pieles ascendió a 1 millón €. Pocas veces la desproporción entre coste de producción e ingresos ha sido tan amplia.

Sobre Silencio, nadie, ni el ministerio de cultura, ni el director, ni Movistar+ han contestado a la pregunta sobre el monto total de las subvenciones que recibió la miniserie. Lo cual es, ya de por sí, significativo. Deliberadamente se oculta el coste de la producción y la subvención recibida. No puede extrañar si tenemos en cuenta la calidad del producto y su zafiedad absoluta.

Pero, lo cierto es que Silencio respondía a las orientaciones del ministerio de cultura dirigido por un “Sumar”, Ernest Urtasun: lenguaje inclusivo, wokismo, orientación LGTBIQ+, y poco más.

Eduardo Reina Valdehita, conocido artísticamente como “Eduardo Casanova”, lanzó hace unos años, en la Gala de los Goya un mensaje a Pedro Sánchez: «Al presidente del Gobierno le pedimos más dinero para hacer nuestras películas. Nuestras películas necesitan dinero público». Y, claro está, Sánchez, que no puede resistir la llamada de los “trabajadores de la cultura”, habrá regado esta producción con unos cuantos cientos de miles de euros. De hecho, si el ministerio fuera claro sobre el dinero que da al cine a fondo perdido, se evitarían especulaciones de todo tipo sobre el despilfarro.

A estar alturas parece demasiado evidente que el cine de Eduardo Casanova no interesa al público, ni siquiera al púbico gay. Ya hemos visto que la relación subvenciones – coste de la película – audiencia, tanto de Pieles como de La Piedad, figuran entre lo más lamentable del cine español de estos últimos años. Nunca tantos medios económicos obtuvieron resultados tan pobres de espectadores. Es significativo que Silencio se haya presentado como “miniserie” para evitar ser proyectada en salas de cine y que se supiera la audiencia real.

Casanova apareció en TVE en Revuelta para promocionar la serie. Cuentan que intentó dar un beso en la boca al presentador, mientras se oía a María León decir a modo de excusa “es que es muy tocón”. A esto se le llama “acoso”, ¿o es que el "acoso gay" es menos acoso? Por otra parte, aunque el VIH no se transmite a través de la saliva, Casanova, reconoció poco después que estaba afectado por este virus. De hecho, Silencio equipara el VIH a la peste negra de la Edad Media.

3. El VIH en el intríngulis de la trama

El hecho de que Casanova tenga VIH no es una gran tragedia para él: hoy no estamos en los años 80, cuando esto suponía una muerte, más o menos, segura. Hay fármacos que lo reducen al nivel de enfermedad crónica. Pero, si en los años 80 el VIH generaba una marginación social generalizada esto se debía a que la infección causada por este virus, al no tener entonces un remedio conocido, hacía que generara, en su etapa más avanzada, SIDA, cuando el sistema inmunológico ya estaba muy dañado. Y, precisamente por eso, fue un error la tendencia del mundo gay a “desdramatizar” el virus y la enfermedad: no faltó quien dijo que era un “invento del Vaticano” para evitar las relaciones sexuales.

Lo cierto es que la “marginación” de la que fueron objeto los portadores de VIH en la época, tenía su justificación por los efectos demoledores del SIDA. Peor todavía: lejos de tratarse de una "marginación" querida por el "poder", al afectar, inicialmente, al colectivo gay, ese "poder" no hizo lo que se debe hacer ante cualquier epidemia: aislar a los afectados y evitar que el contagio se amplíase. No se hizo, por razones, sobre todo, “ideológicas”. El resultado fue que se transmitió de los gays, a los toxicómanos, de los toxicómanos a las prostitutas y de las prostitutas a los heterosexuales y de estos al resto de la sociedad. Y de esto es de lo que podemos quejarnos hoy: la negligencia a aislar a los primeros afectados, supuso que, finalmente, afectara a toda la sociedad.

Copio de la IA de Google que me responde así a la pregunta de “¿es cierto que en los primeros momentos de expansión del VIH se asociaban al mundo gay?”

“Los primeros informes médicos en 1981 provinieron de ciudades estadounidenses como Los Ángeles, Nueva York y San Francisco, donde médicos descubrieron casos inusuales de neumonía por Pneumocystis carinii y sarcoma de Kaposi, un tipo raro de cáncer de piel, en hombres jóvenes que tenían relaciones sexuales con otros hombres.

Terminología médica inicial: Debido a que los primeros casos se concentraban en esta población, la comunidad médica inicialmente acuñó términos como GRID (Gay-Related Immune Deficiency o Inmunodeficiencia Relacionada con Homosexuales), "cáncer gay" o "peste rosa". Esto reforzó la percepción pública de que era una enfermedad exclusiva de los homosexuales.

Cultura sexual y propagación rápida: El virus se propagó rápidamente dentro de las comunidades gay en las grandes ciudades de Occidente, debido en parte a una "cultura del sexo" (incluyendo lugares como saunas gay, y aquí no sé por qué recuerdo a nuestro presidente de gobierno y a su yerno) que facilitaba un número elevado de parejas sexuales, en una época donde no se usaban preservativos con la misma regularidad para prevenir ITS (ya que el riesgo de embarazo no existía)”.

Hoy, no existe la menor duda de que el primer vector de propagación del VIH fue, aunque no les guste reconocerlo, el mundo gay, a partir del cual, como hemos dicho, el virus se fue extendiendo por toda la sociedad. Reconocerlo, no implica estigmatizar a un grupo concreto. Implicaba habilitar las necesarias barreras para contener el virus hasta que se encuentra un remedio para paliarlo. No se hizo así y la sociedad lo pagó caro.

Y ahora viene Eduardo Casanova y nos cuenta una historia de terror, incoherente, inextricable y confusa, en el que el VIH es comparado a la peste negra (que produjo en el siglo XIV entre 75 y 200 millones de personas en Eurasia). Y, por algún motivo, unas hermanas vampiras logran sobrevivir a la sequía de sangre humana limpia del virus de la peste. Esas mismas vampiras han logrado sobrevivir hasta la epidemia de SIDA de los años 80. Y hasta aquí nos atrevemos a resumir el argumento porque mas allá, todo es difícilmente comprensible.

Una muy mala, malísima miniserie. En realidad, el espectador puede sentir vergüenza ajena, tanto del director-guionista, como de las actrices que se han visto comprometidas en semejante bodrio.

4. Carta abierta a Eduardo Casanova

Vamos a darle algún consejo a Eduardo Casanova que, posiblemente, le pueda servir de algo para él y para su entorno de grupis:

Mira, Eduardo, el problema que tiene un gay que realiza mal su tarea y que se obstina en proclamarse gay una y mil veces, es que compromete a todo el colectivo gay. Han existido muchos directores gays y muchos más heteros con gustos raros, parafilias poco asumibles y demás. Así que, mejor fijarnos en lo que producen y no en sus gustos en la cama: y si nos atenemos a eso, tus producciones como ésta, no diré que sean malas, que lo son, sino que son inmaduras, poco elaboradas, interpretadas por amigos, amigas y “amigues” y de nulo valor cinematográfico.

Sí, yo solamente he visto Silencio, pero me atengo al fracaso de audiencia que ha precedido inevitablemente a tus películas anteriores; las comparo con su coste, y lamento que nos hayan resultado tan caras. Porque las hemos pagado con nuestros impuestos, no te olvides; un gobierno corrupto y corruptor te ha dado el dinero salido de un abusivo sistema fiscal, sin que nadie nos haya preguntado a "nosotros, el pueblo". El hecho de que un gobierno degenerado, nepotista y corrupto, te haya dado subvenciones y manos libres para que elaborases productos infumables como éste, aumenta todavía más lo desaprensivo de Sánchez y lo nefasto de su ministro Urtasun.

Y, tú creerás que te digo todo esto porque soy hétero, padre y abuelo; mira, puedo aceptar productos de directores homosexuales, incluso del “primer Almodóvar” (el de Matador, sin ir más lejos), cuando todavía hacía buen cine. No es por las inclinaciones sexuales de los directores por lo que juzgo un producto, sino por su calidad intrínseca y por el mensaje que transmiten. Y tu miniserie, no es sólo mediocre, sino peor que mala: infame.

A raíz de ver Silencio, me he preocupado por escarbar en youtube algunas entrevistas y declaraciones que has hecho. Te resumo la impresión que me he llevado (y, créeme porque, por mi edad, conozco suficientemente a la gente): te falta experiencia, eres muy inmaduro y lo que es peor todavía, opinas de cosas sobre las que apenas tienes idea, vas de oídas.... Recuerda: si quieres hablar en público y que el público acepte tus criterios o crea que vale la pena dialogar contigo, debes hablar solamente de aquello que entiendas y que conozcas bien. He sentido vergüenza ajena de algunas de tus declaraciones. No son propias de alguien que haya alcanzado la madurez intelectual y humana. Son más bien, cacareos habituales propios de un “enterao”. Y empiezas a ser mayorcito.

Ya no eres el “Fidel” de Aida, sino que tienes 34 tacos. Dentro de poco, cumplirás 40. Si a los 34 años, todavía no tienes opiniones maduras, o pisas el freno, o a los 40 solamente conseguirás seguir llamando la atención extremando tu vestuario, con el riesgo, eso sí, de ser una caricatura de ti mismo.

No estás preparado para ser director de cine, ni con VIH, ni sin VIH. Te lo repetiré una vez más: te falta madurez. Deberías leer más. Ver más cine. Estudiar los aspectos técnicos, la estructura de los guiones. ¿Es aburrido? Lo sé, pero es necesario y es el precio a pagar para triunfar. Tu crees que estás fuera del armario, pero te has metido en la peor de las ebanisterías posibles: están encerrado en el gueto de tus amigas, esas chicas, estériles y madrazas sin hijos que te consideran algo así como su retoño, su niñe al que deben darle la razón en todo, como "rey de la casa" que es.

Y otro consejo: aléjate de todo lo que altere tu percepción. Puedo equivocarme, pero en las escenas que vi de tu actuación en La Revuelta, estabas demasiado desmadrado y esa sensación volví a tenerla cuando comprobé incoherencias en otras entrevistas.

Existen sustancias que son muy malas compañeras. El que otros las consuman y puedan ejercer sus trabajos, no implica que esto se cumpla en todos los casos. Cada uno de nosotros tiene una respuesta diferente ante las drogas. Evita desmadrarte en público: ya no eres un crío. 

Y esto es todo lo que puede decirte. Te pediría, al final, que no nos castigues más con este tipo de series. Debes trabajarlas más, pulirlas, limarlas, abandonarlas si la idea no es buena, someterla a la consideración de gente neutral. No puedes lanzar otro bodrio de estas características pagado con dinero público. Busca crowdfunding, porque no creas que vas a vivir siempre de los impuestos que estamos pagando todos, ni de gobiernos formados por ineptos y corruptos que les da igual el patearse un dinero que deberían de administrar mejor. Te lo diré más claro: tu cine no merece ser subvencionado. Al menos, de momento: mejóralo y hazte merecedor de subsidios.

Resumiendo: deberías hacer un alto en el camino; para, medita sobre tu vida y tu trabajo. No tiendas a justificar las malas críticas como procedentes de heteros malvados, reprimidos y rencorosos. En el mundo gay tienes también detractores. A tu cine le falta calidad: procura aumentarla. A esto se reduce tu problema. No quieras hacer de una camisa gay un uniforme excéntrico para toda tu vida.

Tuyo afectísimo