INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

jueves, 3 de julio de 2025

LAS CLAVES DE LA "GUERRA DE LOS DOCE DÍAS"

EL CONFLICTO DE ORIENTE MEDIO

ENTRA EN  UNA NUEVA FASE

El Estado de Israel juega su propio juego en Oriente Medio. Sabe perfectamente que, si existiera otra potencia nuclear en la zona, se ventaja estratégica quedaría anulada. Precisamente por eso, los EEUU, que no tienen el más mínimo interés en que un país como Pakistán tenga bombas atómicas, no tolera que Irán las tenga. Ahora bien, la pregunta es si realmente Irán aspira a unirse al club de las potencias nucleares o bien solamente intenta “estar cerca” de poseer una bomba atómica. Y, todo induce a pensar que, más bien, se trata de lo segundo.

BOYCOT JUDIO A UN ACUERDO USA-IRÁN

El régimen iraní ha comprobado que Israel le ha golpeado reiteradamente su programa nuclear, el Mosad asesinado a sus técnicos, la aviación judía ha atacado plantas centrifugadoras de Uranio y siempre, absolutamente siempre, Israel ha frustrado sus planes para convertirse en potencia nuclear. Las sanciones económicas han hecho el resto. Así pues, el régimen de los ayatolahs, en el ya lejano 2015, decidió cambiar de estrategia: aceptaría un acuerdo con los EEUU sobre esta materia a cambio de aliviar las sanciones y el boycot de que está siendo objeto el régimen iraní por parte de los EEUU.

En efecto, justo antes de iniciarse la “guerra de los doce días” entre Israel e Irán, este último país estaba a punto de firmar el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA; en persa BARJAM), también conocido como “acuerdo nuclear con Irán” o “acuerdo con Irán”. Firmado el acuerdo y realizadas las exhaustivas revisiones pertinentes, en 2017 y 2018, EEUU certificó que Irán estaba cumpliendo el acuerdo. Expertos de la Organización Internacional de la Energía Atómica, habían instalado cámaras de vigilancia, precintos en las centrifugadoras, mediciones de radiación y examinado todos los documentos solicitados declarando que Irán estaba cumpliendo el acuerdo.

Sin embargo, el 30 de abril de 2018, EEUU y el Estado de Israel revelaron la existencia de un programa encubierto de armas nucleares. El 8 de mayo de 2018, EEUU se retiró del JPCOA y Trump firmó un memorando que ordenaba el restablecimiento de las sanciones. Para Irán fue una catástrofe porque su moneda cayó un 20%, y las grandes empresas europeas abandonaron Irán previendo el inicio de una escalada de represalias y contrarrepresalias. A partir de 2019, Irán comunicó a la OIEA que había superado el límite establecido para sus reservas de uranio y que había comenzado a enriquecer este mineral por encima del límite del 3,67%. Las nuevas centrifugadoras de las que se dotó permitían aumentar el enriquecimiento hasta el 4’5-5% en Fordow y el responsable de su programa nuclear anunció que tenía capacidad para enriquecer hasta el 20% tras haber duplicado el número de centrifugadoras. En enero de 2020, Irán, de hecho, había roto el acuerdo JPCOA.

Durante el período presidencial de Joe Biden, la Casa Blanca propuso un nuevo acuerdo, que fue “desaconsejado” por el Estado de Israel. Las negociaciones se prolongaron en los años siguientes con altibajos: Irán proponía que EEUU retirara las sanciones como paso previo para la firma de un acuerdo, mientras que China y Rusia recomendaban a Irán que flexibilizara su postura. Las alarmas sonaron cuando la OIEA detectó partículas de uranio enriquecido hasta el 83’7% en Fordow en marzo de 2023. Unos meses después, la OIEA confirmó que Irán había ralentizado su programa de enriquecimiento de uranio al 60%, levantándose algunas de las sanciones sobre el crudo iraní, y el Departamento de Estado de EEUU liberó 6.000 millones de dólares en activos iranies congelados. Pero volvieron a surgir tensiones, cuando Irán se negó a que técnicos de la OIEA visitaran algunas zonas de Fordow.

Al llegar Trump a su segunda presidencia, se preocupó de reavivar las conversaciones para llegar a un acuerdo. Justo cuando estas negociaciones se encontraban muy avanzadas y prácticamente el texto del acuerdo estaba ultimado, el pasado 13 de junio Israel atacó a Irán. En los días siguientes se produjo un intercambio de misiles entre las dos partes. El presidente Trump, inicialmente, dio 15 días de plazo para meditar su decisión. Sopesadas las consecuencias -especialmente en política interior- se produjo el ataque de la aviación norteamericana sobre Fordow, Natanz e Isfaján con bombarderos furtivos y bombas antiburquer. El intercambio balístico entre Irán e Israel continuó un par de días después para restablecerse la paz en la zona: la guerra entre EEUU e Irán había durado 12 días. En el momento de escribir estas líneas, Trump ha anunciado su intención de reanudar las negociaciones con Irán para la limitación de su programa nuclear.

Hasta aquí los hechos, ahora vamos a tratar de interpretarlos.

PORQUÉ TRUMP, HOMBRE DE PAZ, APOYA A ISRAEL

El papel de los EEUU se explica por varios motivos: en primer lugar, el 3 de noviembre de 2026 tendrán lugar las elecciones a la Cámara de Representantes de los EEUU. Los votantes elegirán representantes de los 50 Estados de la Unión. En la actualidad, el Partido Republicano tiene una amplia mayoría en la Cámara y desea conservarla. Para ello precisa del voto judío (15 millones de electores, decisivos en algunos estados, el 4’5% de la población total) y del dinero de empresarios judíos para financiar las campañas en cada Estado. Congraciarse con ellos (y con el poderoso lobby judeo-americano) tiene un precio: apoyar al Estado de Israel, sin fisuras, sin medias tintas, sin dudas y sin límites.

Históricamente, la tendencia del judaísmo norteamericano era votar al Partido Demócratas y rellenar las filas de la extrema-izquierda especialmente con judíos que habían emigrado de Europa en los años 30 y 40. Sin embargo, a partir del inicio del nuevo milenio esta tendencia ha cambiado: de un lado, durante el gobierno de George W. Bush incluyó a un alto porcentaje de funcionarios neo-conservadores de origen judío. De otro, el crecimiento de la comunidad musulmana y la formación de una clase media judía ha hecho que sus miembros deploren las subidas de impuestos, el desorden y las políticas relajadas en materia de inmigración encarnadas en el Partido Demócrata. De hecho, solamente 1,2 millones de judíos en la actualidad (la mayoría agnósticos) se identifican con la “izquierda liberal” o con la extrema-izquierda. Las zonas de mayor acumulación de judíos son Florida y California, pero también la ciudad de Nueva York (2.000.000 de judíos sobre un total de 8.258.000 millones).

Durante la presidencia de Donald Trump no faltan argumentos para atraer el voto judío: su administración reconoce que es la “única democracia real” de la región; Israel es considerado como una “aliado estratégico imprescindible” en una región eminentemente productora de petróleo; está rodeado de Estados árabes que exigen su aniquilación; de la misma forma que durante la Guerra Fría, Israel ayudó a Occidente en la lucha contra el comunismo, ahora tiene un papel para la contención del fundamentalismo islámico; los judíos tienen derecho a tener un Estado y son “moramente superiores a sus vecinos musulmanes”, siendo “un bastión de la cultura occidental”. Pero el eslogan, propulsado desde principios del milenio por los “cristianos renacidos” norteamericanos es que “Israel es el pueblo elegido del Antiguo Testamente, y EEUU el pueblo elegido de la modernidad”esto crea vínculos y equivalencias entre ambos países que son suficientes para que el elector de la América profunda vote a las candidaturas republicanos en las próximas elecciones de 2026.

En la actualidad, el lobby judío dispone de una miríada de organizaciones favorables al Estado de Israel e integradas por judíos: Washington para la Política del Cercano Oriente, el Instituto Judío para los Asuntos de Seguridad Nacional y el Center for Security Policy, la Organización Sionista de América, el Instituto de Washington para la Política del Cercano OrienteAmericanos por un Israel Seguro, el Foro para la Política de Israel, el Consejo Americano Israelí, así como grupos no específicamente judíos pero cuyo interés y trabajo coincide con las políticas del Estado de Israel: un ejemplo sería la Christians United for Israel, con sede en San Antonio, Texas y que cuenta con 10.000.000 de miembros. Por otra parte, la American Israel Public Affairs Committee figura entre las de mayor poder económico y capacidad de presión, con sólidos vínculos con el Partido Likud (actual gobernante en Israel) y se le ha responsabilizado de conseguir acuerdos de financiamiento, compra de material y mercancías israelíes y, sobre todo, conseguir un acuerdo armamentístico. Brad Shermand, congresista por California, es uno de sus miembros más importantes; al iniciarse la fase actual del conflicto de Oriente Medio, expresó: “El 7 de octubre Hamás rompió el alto al fuego y lanzó un ataque no provocado contra Israel… Estados Unidos debe darle a Israel el tiempo, los recursos y el apoyo que necesita para ganar esta guerra y lograr sus objetivos, destruir las capacidades terroristas de Hamás, expulsar al grupo de poder y liberar a los rehenes”. Shermand es miembro del Partido Demócrata, pero sus posiciones actuales están mucho más cerca de las políticas de Donald Trump.

LA GUERRA DE LOS DOCE DÍAS: GUERRA CALIENTE… PERO LIMITADA

El ataque norteamericano a Irán con bombas GBU-57A de casi 14 toneladas, fue un ataque previamente anunciado para evitar causar víctimas innecesarias (al parecer los tres centros nucleares iraníes bombardeados estaban desiertos en el momento del atentado y no se produjeron muertos), fue lo suficientemente demoledor como para que el programa nuclear iraní se resintiera y poco importa si logró su objetivo de destruir completamente las centrifugadoras que operan el enriquecimiento de uranio, o solamente causase daños parciales. La advertencia había sido dada: en caso de persistir en su programa nuclear, se repetirán ataques de este tipo con bombas de penetración (este tipo de bombas trasladado sobre bombarderos furtivos B-2 tienen una capacidad de penetración de 60 metros en hormigón armado o de 40 en rocas moderadamente duras). El ataque -seguramente- fue demoledor y suficiente como que no se produjeran bombardeos posteriores.

Irán, por su parte, había cambiado de estrategia. Era evidente que se proponía aumentar sus reservas de uranio enriquecido, bien para fabricar “bombas sucias” (que diseminan elementos radiactivos por la atmósfera; se les ha llamado también “bombas radiológicas”; Irán las había utilizado en los años 80 durante la Guerra contra Irak) o bien como amenaza (almacenando gran cantidad de uranio enriquecido hasta el límite permitido por los acuerdos, pero que, rápidamente podía enriquecer hasta el 90% necesario para fabricar una bomba de fusión). La última solución del régimen iraní no pasaba por fabricar una bomba atómica sino más bien por comprarla (posiblemente a Corea del Norte, a Rusia o bien a Pakistán).

Consciente de que a Irán no le faltan alternativas, Trump pidió -visiblemente enfadado con Netanyahu- el cese del intercambio de ataques mutuos entre Irán e Israel. Dos días después cesaron completamente.

Sería inútil ignorar que la actual fase del conflicto de Oriente Medio se inició el 7 de octubre de 2024 con el ataque de Hamas a colonos judíos que, solo en las primeras horas, causaron 1139 muertos y la toma de 240 rehenes. Todavía resulta difícil conocer las razones por las que Hamas planificó este ataque. A estas alturas del conflicto, Hamas no podía ignorar que, los 240 rehenes no bastarían para detener la cadena de represalias que se produjo en las semanas sucesivas y que redujo la franja de Gaza a un montón de ruinas y a una situación desesperada.

Por otra parte, no puede olvidarse que Netanyahu fue entre 1967 y 1973 un soldado de élite con formación en una unidad de fuerzas especiales de élite, el Sayeret Matkal y experiencia en combate en el curso de las cuales resultó herido en varias ocasiones (entre otras en la batalla de Karameh contra la OLIP en 1968 y en el rescate de un avión se Sabena secuestrado por terroristas de Septiembre Negro en 1972 y, finalmente, participar como oficial del frente en la guerra de Yom Kipur en la unidad de comandos y liderar un ataque de comando en el interior de Siria). Su perfil es, pues, el de un soldado: y los soldados saben que el problema termina cuando liquidan físicamente al último enemigo. Es la política de Netanyahu en Gaza: no solo acabar con Hamas (objetivo que, prácticamente, ya se ha alcanzado), sino también dispersar a la población palestina de la zona.

En el fondo de la cuestión no está solamente incorporar per se este territorio al Estado de Israel sino disponer del control de los acuíferos de Gaza cuya importancia radica en que serían capaces de transformar el desierte del Neguev en un vergel.

En sus primeros días como presidente, Trump insinuó que los EEUU reconstruirían Gaza y convertirían la franja en un “paraíso turístico”. Pero no hay que dar excesiva importancia a estas divagaciones de difícil realización. Por otra parte, tal como demostró el ataque judío a Irán justo cuando estaba ultimado el acuerdo trabajosamente trenzado por EEUU sobre su industria nuclear, el Estado de Israel tiene su política propia, sabedor de que EEUU está obligado a seguirle en sus aventuras militares, muchas veces contra el criterio de la Casa Blanca, como ha sido el caso de la “Guerra de los Doce Días”.

En realidad, ni Irán, ni EEUU quieren una guerra abierta en Oriente Medio de la que solamente los contratistas militares norteamericanos saldrían beneficiados. De ahí la brevedad del conflicto y el que, tras los primeros ataques, las respuestas obligadas y las declaraciones de firmeza de todas las partes implicadas, haya dado la sensación de que nadie quisiera ir más allá. Pero lo importante es recordar que, si Irán no puede desarrollar un programa nuclear propio, ni tampoco disponer de reservas de uranio enriquecido al límite para poder desarrollar en momentos de crisis y en breve tiempo, una bomba nuclear, siempre le queda la posibilidad ya apuntada de comprar una (o varias) bombas nucleares a Corea o a Pakistán o, en el límite a Rusia.

Lo importante es recordar que, a pesar de la imagen que el régimen de los ayatollahs tiene en occidente, su gobierno es uno de los más sólidos y mejor preparados del mundo islámico. No estamos hablando de fanáticos musulmanes, lunáticos y dispuestos a inmolarse con un chaleco de bombas en el interior de un autobús, sino de doctorados en las mejores universidades del mundo capaces de disputar le hegemonía sobre el mundo árabe a otros países como Turquía o Arabia Saudí.

Israel tiene, desde la fundación misma del Estado judío, un plan de expansión que se ha realizado de manera inexorable y siguiendo distintas tácticas. Ese plan solamente ha podido llevarse a cabo gracias a las sucesivas victorias judías en los conflictos armados con los Estados árabes y, a partir de los años 80, gracias a ser la única potencia nuclear de la zona. Esto le ha otorgado una ventaja estratégica; mantenerla es lo que está en el fondo del reciente conflicto con Irán.