No, este no es un artículo conspiranoico. Más bien apelamos al
simbolismo masónico para demostrar nuestra tesis y nos remitimos a una
enseñanza que nos dio el coronel San Martín en el lejano otoño de 1970. Por un
lado, Jakin y Boaz son las columnas sobre las que se eleva el templo masónico. Por
otro, San Martín nos decía que el templo clásico del Estado en aquellos
momentos, se levantaba sobre varias columnas: la Falange, el Carlismo, el Opus
Dei, los monárquicos, la mayoría silenciosa. Si estas columnas se pelean entre
sí o están muy deterioradas, el aparato del estado (el “frontón” o triángulo
superior que lo corona) se hunde. Pues bien, las dos columnas sobre las que
se levanta el régimen nacido en 1978, sus Jakin y Boaz, son el PP y el PSOE. El
régimen sobrevivirá mientras las dos columnas gocen de buena salud.
LA CONSTITUCIÓN DESCANSA SOBRE PP Y “PSOE”
El coronal San Martín terminaba su “masterclass” poniendo una
bandera sobre la cúspide del frontón de su imaginario templo que había pintado
en una pizarra: “Esa bandera, son las Leyes Fundamentales”. Cámbiese, las “Leyes
Fundamentales” del franquismo, por la constitución de 1978 y habremos
completado la analogía. Si caen las dos columnas, se derrumba el templo del
Estado y con él, la constitución de 1978. Estas son las consecuencias.
Por el momento, las dos “columnas” del régimen gozan de relativa
buena salud. Se tiene tendencia a pensar que el “gran hallazgo” de la “democracia
española” fue la alternancia entre gobiernos de centro-derecha y de
centro-izquierda apoyados por nacionalistas moderados catalanes y vascos cuando
no tenían mayoría absoluta. Y eso funcionó durante un tiempo (poco, en
realidad), pronto, ya en el siglo XXI, los nacionalistas se fueron
radicalizando hacia el independentismo y en los últimos años, en todo el
mundo, la derecha se ha endurecido ante las medidas, cada vez más locas, de
ingeniería social de la izquierda.
En España éste último proceso de radicalización va avanzando,
aunque estamos lejos todavía del que se ha dado en las grandes democracias
occidentales: en Francia y en Italia, sobre todo, en Alemania, en Austria, incluso
en el nuevo continente en países como Brasil, Argentina, EEUU… Más o menos, en todo el mundo, ha aparecido lo que llamamos “la
política de bloques”. En España estamos en camino. En Francia, las izquierdas
se han dado prisa en constituir un “frente popular antifascista” como si
estuviéramos en 1935, frente al bloque de las derechas. Lo que les separa es
algo tan sencillo como: “welcome refugies” o “basta de inmigración”, o si se
prefiere “cosmopolitismo mestizo” frente a “identidad francesa”.
FEIJÓO SERÁ ALGÚN DÍA PRESIDENTE
En España, hasta ahora parecía claro que la radicalización del pedrosanchismo
(el PSOE ya no existe, es una mera prolongación personal del presidente)
generaría una polarización similar a la que se ha dado en otros países. Pero
algo ha fallado en este cálculo: Feijóo vive en un mundo retrasado entre 20 y
30 años de la realidad presente. Cree que todavía
la primera opción de pactos es con el “PSOE”… de tanto en tanto, se manifiesta
fiel a la Agenda 2030 y en el tema de la inmigración acaba de votar a favor de
la regularización de 500.000 inmigrantes. A pesar de gobernar con Vox, muchos caciques
locales peperos consideran a esta formación como ”enemiga”. Sin olvidar la
chapuza de la última campaña electoral en la que el PP presentó como un “fake”
la campaña de Vox recordando que PP y PSOE pactan habitualmente en el
parlamento europeo y que la nefasta von der Leyen ha sido apoyada por ambos
partidos… Antes de hacerse público el recuento de votos, la propia von der
Leyen (Partido Popular Europeo) afirmaba que volvería a gobernar con los votos
del… “PSOE”).
Dudo en estos momentos de si Feijóo será presidente algún día.
Entre un psicópata y un timorato, vencerá siempre el primero. Y, además, en el caso de que llegara a presidente ¿qué va a
hacer Feijóo? ¿cortar la inmigración en seco? ¿cómo? ¿haciendo lo que el
Partido Popular Europeo, esto es, nada? ¿y la criminalidad que se ha disparado?
¿y los incidentes cada día más frecuentes en todas nuestras ciudades y pueblos
entre mafias llegadas de todo el mundo? ¿Cómo serán las relaciones con
Marruecos? ¿seguiremos importando alimentos envenenados del Magreb? ¿Y la OTAN?
¿nos seguirá poniendo en riesgo cada día y nos inducirá a morir por Zelensky
como la cosa más natural del mundo? ¿Tendrá el valor de un Milei para poner en
marcha la cortadora y cortar las subvenciones a chiringuitos y ONGs inútiles? ¿meterá
en cintura a las legiones de drag-queens que quieren catequizar en los colegios
a niños de 3 a 5 años? Me cuesta trabajo pensar que, de llegar al poder,
Feijóo hará algo mas que tratar de racionalizar los gastos del Estado y evitar
-cosa difícil- que la deuda llegue a los dos Billones de euros. Y con eso se
dará por satisfecho. Le falta carácter para ir más lejos.
Y luego está la posibilidad de que tanta tibieza, suavidad y
timidez, ni siquiera lo aproximen al poder, con lo que, el PP precisará un
sustituto. Ahí está Isabel Díaz Ayuso… Bien, pero no tan bien si tenemos en
cuenta que su hegemonía en Madrid no se ha debido tanto a sus logros personales
como a los errores del PSOE (virtualmente desaparecido en la autonomía) y
que, el hecho de que Mas Madrid sea el segundo partido ha obligado a Ayuso a
emplear una mayor combatividad. Pedro Sánchez lo tiene muy claro: más vale
torpedear a Ayuso que a Feijóo. Ayuso es, por lo demás, vale la pena no
olvidarlo, una dirigente sin experiencia internacional e, incluso, sin
experiencia más allá de las fronteras de la Comunidad de Madrid.
LO QUE MANTIENE VIVOS A PP Y “PSOE”, A JAKIN Y BOAZ
Sin embargo, el proceso de polarización que conduce a la “política
de bloques” sigue avanzando en nuestro país. El elector parece conocer la
parábola de Bertol Brecht: un buda está meditando en una habitación,
bruscamente cae la vela y la estancia se incendia. El buda sale de su
meditación, se asoma a la ventana y cuando las llamas están a punto de quemarle
las cejas pregunta a un viandante: “¿Qué tal se está ahí fuera?”. El
elector español se queja y reniega de Jakin y de Boaz, del PP y del “PSOE”,
pero le preocupa mucho más lo que vendrá después. Ocurre en todo Occidente:
¿qué vendrá después? Incluso la derecha más derecha se autotitula “constitucionalista”,
no tanto por la eficacia demostrada por la “carta magna” como por los reflejos
de seguridad que genera en sectores del electorado. Se dice que el dinero busca
seguridad, pero el elector, que en el fondo no es más que un euro con patas, va
allí en donde se le garantiza más seguridad. Por ello, el sistema se sigue
sosteniendo sobre las dos columnas. El templo no va a ser abatido en breve.
Pero el tránsito hacia la “política de bloques” es inevitable: no
hay posibilidad de consensos, de existir acuerdos entre los dos grandes
partidos solamente se realizarán para ocultar sus miserias, esconder sus
corruptelas, repartirse el poder y pactar seguridades para que nadie ponga en
verdadero riesgo las políticas realizadas por el otro desde el gobierno. El
descontento, la decepción, esa sensación de que las elecciones están trucadas,
primero por el CIS y luego por INDRA a la hora del recuento, se va apoderando
de más y más ciudadanos. Para unos, vivimos en una “democracia de pacotilla”,
para otros es una “dictadura incipiente”, para los más optimistas “una
perversión de la constitución del 78”.
En las elecciones catalanas, a la vista de que el PP no terminaba
de despegar, en la última semana de campaña se alteró el mensaje: ya no era “por
la convivencia, ni por la seguridad ciudadana”, era “contra la delincuencia
inmigrante”. Y el electorado catalán se fijó en el PP. De haberle dicho al
electorado que, cerradas las urnas, el PP votaría por la regularización masiva
de 500.000 inmigrantes más, es probable que se hubiera quedado con los tres
diputados que tenía en la anterior legislatura catalana.
Si el “PSOE” ya ha desaparecido y más le valdría cambiar el nombre
por el de “Grupo de Amigos Personales de Pedro Sánchez”, al PP cabría definirle
como el “Partido de la Decepción”. Votar al PP hoy es quedar decepcionado por
sus iniciativas mañana. De la misma forma que creer
en las bondades del pedrosanchismo es vivir en un mundo que se hunde y pensar
que es el mejor de los mundos posibles.
¿UN PROGRAMA COMÚN DE LA DERECHA?
Hasta hace poco estaba convencido de que era posible desalojar al
sanchismo del poder gracias a un “programa común de la derecha”. Hoy ya no lo
creo tanto. Y creo que hay que trabajar en otra dirección y en una
estrategia que llamaría “abatir las columnas del templo”. Es bueno que existe
un “frente nacional” opuesto al “frente popular”. Y a lo que vemos, las fuerzas
que podrían dar lugar a un “frente nacional”, se van ampliando y ensanchando.
No es por casualidad que ha aparecido el fenómeno Alvise, ni que
Vox, a pesar de la presión del PP y de la presión de la izquierda, resista y avance
posiciones. No es por casualidad que los jóvenes voten cada vez más a partidos
de la derecha nacional y radical. Ni tampoco que sigan actuando cada vez más
formaciones activistas de extrema-derecha.
Tampoco es por casualidad que los partidos de izquierdas registren un aumento
del voto de los “nuevos españoles”, ni que el “PSOE” haya nacionalizado este
año a una cifra récord de casi 300.000 extranjeros. El pedrosanchismo cultiva a
sus nuevos votantes…
En realidad, hoy, siguen existiendo las “dos Españas”: la que paga
impuestos y la que los recibe en forma de subsidios y subvenciones. Mañana esas
dos Españas tendrán otra forma: “los viejos españoles” (que pagan impuestos) y
los “nuevos españoles” (que reciben subvenciones). Y, estos últimos crecen más
rápidamente que los primeros.
Mientras el centro-derecha siga enrocado en posiciones de hace
veinte o treinta años, sin darse cuenta de los cambios en la sociedad española,
un “programa común de la derecha” podría supone una mordaza para una parte del
electorado. Mejor la estrategia del “cántaro de bronce” y del “cántaro de barro”:
viajar juntos hasta que uno de ellos, el más frágil, se rompa.
EL PROCESO DE POLARIZACIÓN Y LAS NUEVAS REALIDADES
En España, el proceso de “polarización” seguirá con forma de curva
asindótica, pero inevitable y con una característica que no tendrá en otros
países: se llevará por delante el régimen nacido en 1978. Una mala noticia para
los “constitucionalistas”, pero inevitable. No será una caída al vacío como teme
una parte del electorado, sino una “remodelación del edificio”. La buena
noticia es que las columnas de sustitución se están formando ya: son los nuevos
partidos que no estaban previstos en los acuerdos de la transición, es el
cambio en el uso de la información (la transición se vio apoyada por grupos
mediáticos que hoy están en crisis -PRISA- o hace tiempo que han desaparecido -Cadena
16- o están debilitados -Z-, hoy la televisión generalista la ven minorías y no
le prestan excesiva atención, mientras que las redes sociales y los digitales se han configurado como primera fuente de
información), y es una situación de deterioro de la convivencia y de la
seguridad lo que hace que, en España, una de las columnas del futuro sistema
esté afianzándose más que la otra: la “derecha nacional” frente a una izquierda
desmoralizada, desorientada y multidividida, que no va más allá de lo
programado en la Agenda 2030.
La constitución del 78 cada vez muestra un mayor deterioro. Gracias a su ambigüedad, Sánchez puede proponer las medidas que está proponiendo (amnistía, reforma de la justicia, regularizaciones masivas, medicina universal, puertas abiertas de par en paz, incluso en las cárceles en donde cada vez resulta más difícil entrar, pero muy fácil salir, en organismos públicos que sirven a intereses de parte, el CIS, RTVE, etc). No es malo que caiga esta constitución, ni que empiece a perfilarse el reemplazo político a la derecha del centro-derecha. Contra más crezca la derecha de la derecha, más rápido se producirá el derrumbe de Jakin y Boaz, del pedrosanchismo y del PP. Y cuanto antes lleguemos a la política de “las afirmaciones absolutas y de las negaciones soberanas, mejor”.