INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

sábado, 15 de junio de 2024

BOAZ Y JAKIN: ABATIR LAS DOS COLUMNAS DEL TEMPLO

No, este no es un artículo conspiranoico. Más bien apelamos al simbolismo masónico para demostrar nuestra tesis y nos remitimos a una enseñanza que nos dio el coronel San Martín en el lejano otoño de 1970. Por un lado, Jakin y Boaz son las columnas sobre las que se eleva el templo masónico. Por otro, San Martín nos decía que el templo clásico del Estado en aquellos momentos, se levantaba sobre varias columnas: la Falange, el Carlismo, el Opus Dei, los monárquicos, la mayoría silenciosa. Si estas columnas se pelean entre sí o están muy deterioradas, el aparato del estado (el “frontón” o triángulo superior que lo corona) se hunde. Pues bien, las dos columnas sobre las que se levanta el régimen nacido en 1978, sus Jakin y Boaz, son el PP y el PSOE. El régimen sobrevivirá mientras las dos columnas gocen de buena salud.

LA CONSTITUCIÓN DESCANSA SOBRE PP Y “PSOE”

El coronal San Martín terminaba su “masterclass” poniendo una bandera sobre la cúspide del frontón de su imaginario templo que había pintado en una pizarra: “Esa bandera, son las Leyes Fundamentales”. Cámbiese, las “Leyes Fundamentales” del franquismo, por la constitución de 1978 y habremos completado la analogía. Si caen las dos columnas, se derrumba el templo del Estado y con él, la constitución de 1978. Estas son las consecuencias.

Por el momento, las dos “columnas” del régimen gozan de relativa buena salud. Se tiene tendencia a pensar que el “gran hallazgo” de la “democracia española” fue la alternancia entre gobiernos de centro-derecha y de centro-izquierda apoyados por nacionalistas moderados catalanes y vascos cuando no tenían mayoría absoluta. Y eso funcionó durante un tiempo (poco, en realidad), pronto, ya en el siglo XXI, los nacionalistas se fueron radicalizando hacia el independentismo y en los últimos años, en todo el mundo, la derecha se ha endurecido ante las medidas, cada vez más locas, de ingeniería social de la izquierda.

En España éste último proceso de radicalización va avanzando, aunque estamos lejos todavía del que se ha dado en las grandes democracias occidentales: en Francia y en Italia, sobre todo, en Alemania, en Austria, incluso en el nuevo continente en países como Brasil, Argentina, EEUU… Más o menos, en todo el mundo, ha aparecido lo que llamamos “la política de bloques”. En España estamos en camino. En Francia, las izquierdas se han dado prisa en constituir un “frente popular antifascista” como si estuviéramos en 1935, frente al bloque de las derechas. Lo que les separa es algo tan sencillo como: “welcome refugies” o “basta de inmigración”, o si se prefiere “cosmopolitismo mestizo” frente a “identidad francesa”.

FEIJÓO SERÁ ALGÚN DÍA PRESIDENTE

En España, hasta ahora parecía claro que la radicalización del pedrosanchismo (el PSOE ya no existe, es una mera prolongación personal del presidente) generaría una polarización similar a la que se ha dado en otros países. Pero algo ha fallado en este cálculo: Feijóo vive en un mundo retrasado entre 20 y 30 años de la realidad presente. Cree que todavía la primera opción de pactos es con el “PSOE”… de tanto en tanto, se manifiesta fiel a la Agenda 2030 y en el tema de la inmigración acaba de votar a favor de la regularización de 500.000 inmigrantes. A pesar de gobernar con Vox, muchos caciques locales peperos consideran a esta formación como ”enemiga”. Sin olvidar la chapuza de la última campaña electoral en la que el PP presentó como un “fake” la campaña de Vox recordando que PP y PSOE pactan habitualmente en el parlamento europeo y que la nefasta von der Leyen ha sido apoyada por ambos partidos… Antes de hacerse público el recuento de votos, la propia von der Leyen (Partido Popular Europeo) afirmaba que volvería a gobernar con los votos del… “PSOE”).

Dudo en estos momentos de si Feijóo será presidente algún día. Entre un psicópata y un timorato, vencerá siempre el primero. Y, además, en el caso de que llegara a presidente ¿qué va a hacer Feijóo? ¿cortar la inmigración en seco? ¿cómo? ¿haciendo lo que el Partido Popular Europeo, esto es, nada? ¿y la criminalidad que se ha disparado? ¿y los incidentes cada día más frecuentes en todas nuestras ciudades y pueblos entre mafias llegadas de todo el mundo? ¿Cómo serán las relaciones con Marruecos? ¿seguiremos importando alimentos envenenados del Magreb? ¿Y la OTAN? ¿nos seguirá poniendo en riesgo cada día y nos inducirá a morir por Zelensky como la cosa más natural del mundo? ¿Tendrá el valor de un Milei para poner en marcha la cortadora y cortar las subvenciones a chiringuitos y ONGs inútiles? ¿meterá en cintura a las legiones de drag-queens que quieren catequizar en los colegios a niños de 3 a 5 años? Me cuesta trabajo pensar que, de llegar al poder, Feijóo hará algo mas que tratar de racionalizar los gastos del Estado y evitar -cosa difícil- que la deuda llegue a los dos Billones de euros. Y con eso se dará por satisfecho. Le falta carácter para ir más lejos.

Y luego está la posibilidad de que tanta tibieza, suavidad y timidez, ni siquiera lo aproximen al poder, con lo que, el PP precisará un sustituto. Ahí está Isabel Díaz Ayuso… Bien, pero no tan bien si tenemos en cuenta que su hegemonía en Madrid no se ha debido tanto a sus logros personales como a los errores del PSOE (virtualmente desaparecido en la autonomía) y que, el hecho de que Mas Madrid sea el segundo partido ha obligado a Ayuso a emplear una mayor combatividad. Pedro Sánchez lo tiene muy claro: más vale torpedear a Ayuso que a Feijóo. Ayuso es, por lo demás, vale la pena no olvidarlo, una dirigente sin experiencia internacional e, incluso, sin experiencia más allá de las fronteras de la Comunidad de Madrid.

LO QUE MANTIENE VIVOS A PP Y “PSOE”, A JAKIN Y BOAZ

Sin embargo, el proceso de polarización que conduce a la “política de bloques” sigue avanzando en nuestro país. El elector parece conocer la parábola de Bertol Brecht: un buda está meditando en una habitación, bruscamente cae la vela y la estancia se incendia. El buda sale de su meditación, se asoma a la ventana y cuando las llamas están a punto de quemarle las cejas pregunta a un viandante: “¿Qué tal se está ahí fuera?”. El elector español se queja y reniega de Jakin y de Boaz, del PP y del “PSOE”, pero le preocupa mucho más lo que vendrá después. Ocurre en todo Occidente: ¿qué vendrá después? Incluso la derecha más derecha se autotitula “constitucionalista”, no tanto por la eficacia demostrada por la “carta magna” como por los reflejos de seguridad que genera en sectores del electorado. Se dice que el dinero busca seguridad, pero el elector, que en el fondo no es más que un euro con patas, va allí en donde se le garantiza más seguridad. Por ello, el sistema se sigue sosteniendo sobre las dos columnas. El templo no va a ser abatido en breve.

Pero el tránsito hacia la “política de bloques” es inevitable: no hay posibilidad de consensos, de existir acuerdos entre los dos grandes partidos solamente se realizarán para ocultar sus miserias, esconder sus corruptelas, repartirse el poder y pactar seguridades para que nadie ponga en verdadero riesgo las políticas realizadas por el otro desde el gobierno. El descontento, la decepción, esa sensación de que las elecciones están trucadas, primero por el CIS y luego por INDRA a la hora del recuento, se va apoderando de más y más ciudadanos. Para unos, vivimos en una “democracia de pacotilla”, para otros es una “dictadura incipiente”, para los más optimistas “una perversión de la constitución del 78”.

En las elecciones catalanas, a la vista de que el PP no terminaba de despegar, en la última semana de campaña se alteró el mensaje: ya no era “por la convivencia, ni por la seguridad ciudadana”, era “contra la delincuencia inmigrante”. Y el electorado catalán se fijó en el PP. De haberle dicho al electorado que, cerradas las urnas, el PP votaría por la regularización masiva de 500.000 inmigrantes más, es probable que se hubiera quedado con los tres diputados que tenía en la anterior legislatura catalana.

Si el “PSOE” ya ha desaparecido y más le valdría cambiar el nombre por el de “Grupo de Amigos Personales de Pedro Sánchez”, al PP cabría definirle como el “Partido de la Decepción”. Votar al PP hoy es quedar decepcionado por sus iniciativas mañana. De la misma forma que creer en las bondades del pedrosanchismo es vivir en un mundo que se hunde y pensar que es el mejor de los mundos posibles.

¿UN PROGRAMA COMÚN DE LA DERECHA?

Hasta hace poco estaba convencido de que era posible desalojar al sanchismo del poder gracias a un “programa común de la derecha”. Hoy ya no lo creo tanto. Y creo que hay que trabajar en otra dirección y en una estrategia que llamaría “abatir las columnas del templo”. Es bueno que existe un “frente nacional” opuesto al “frente popular”. Y a lo que vemos, las fuerzas que podrían dar lugar a un “frente nacional”, se van ampliando y ensanchando.

No es por casualidad que ha aparecido el fenómeno Alvise, ni que Vox, a pesar de la presión del PP y de la presión de la izquierda, resista y avance posiciones. No es por casualidad que los jóvenes voten cada vez más a partidos de la derecha nacional y radical. Ni tampoco que sigan actuando cada vez más formaciones activistas de extrema-derecha. Tampoco es por casualidad que los partidos de izquierdas registren un aumento del voto de los “nuevos españoles”, ni que el “PSOE” haya nacionalizado este año a una cifra récord de casi 300.000 extranjeros. El pedrosanchismo cultiva a sus nuevos votantes…

En realidad, hoy, siguen existiendo las “dos Españas”: la que paga impuestos y la que los recibe en forma de subsidios y subvenciones. Mañana esas dos Españas tendrán otra forma: “los viejos españoles” (que pagan impuestos) y los “nuevos españoles” (que reciben subvenciones). Y, estos últimos crecen más rápidamente que los primeros.

Mientras el centro-derecha siga enrocado en posiciones de hace veinte o treinta años, sin darse cuenta de los cambios en la sociedad española, un “programa común de la derecha” podría supone una mordaza para una parte del electorado. Mejor la estrategia del “cántaro de bronce” y del “cántaro de barro”: viajar juntos hasta que uno de ellos, el más frágil, se rompa.

EL PROCESO DE POLARIZACIÓN Y LAS NUEVAS REALIDADES

En España, el proceso de “polarización” seguirá con forma de curva asindótica, pero inevitable y con una característica que no tendrá en otros países: se llevará por delante el régimen nacido en 1978. Una mala noticia para los “constitucionalistas”, pero inevitable. No será una caída al vacío como teme una parte del electorado, sino una “remodelación del edificio”. La buena noticia es que las columnas de sustitución se están formando ya: son los nuevos partidos que no estaban previstos en los acuerdos de la transición, es el cambio en el uso de la información (la transición se vio apoyada por grupos mediáticos que hoy están en crisis -PRISA- o hace tiempo que han desaparecido -Cadena 16- o están debilitados -Z-, hoy la televisión generalista la ven minorías y no le prestan excesiva atención, mientras que las redes sociales y los digitales  se han configurado como primera fuente de información), y es una situación de deterioro de la convivencia y de la seguridad lo que hace que, en España, una de las columnas del futuro sistema esté afianzándose más que la otra: la “derecha nacional” frente a una izquierda desmoralizada, desorientada y multidividida, que no va más allá de lo programado en la Agenda 2030.

La constitución del 78 cada vez muestra un mayor deterioro. Gracias a su ambigüedad, Sánchez puede proponer las medidas que está proponiendo (amnistía, reforma de la justicia, regularizaciones masivas, medicina universal, puertas abiertas de par en paz, incluso en las cárceles en donde cada vez resulta más difícil entrar, pero muy fácil salir, en organismos públicos que sirven a intereses de parte, el CIS, RTVE, etc). No es malo que caiga esta constitución, ni que empiece a perfilarse el reemplazo político a la derecha del centro-derecha. Contra más crezca la derecha de la derecha, más rápido se producirá el derrumbe de Jakin y Boaz, del pedrosanchismo y del PP. Y cuanto antes lleguemos a la política de “las afirmaciones absolutas y de las negaciones soberanas, mejor”.