INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

sábado, 8 de octubre de 2022

EL PRIMER PARTIDO “POPULISTA”: L’Uomo Qualunque – Las enseñanzas de un producto de postguerra

En la confusión de la Italia de la postguerra, durante un corto ciclo de apenas tres años, un partido político de nuevo cuño llamó particularmente la atención: el Fronte dell’Uomo Qualunque, literalmente el Frente del Hombre Cualquiera (aunque otra traducción alternativa sería “del Pobre Diablo”) entendiendo como tal al ciudadano sin expectativas que sufre las consecuencias de las situaciones adversas generadas por otros. El Uomo Qualunque fue un grito de desesperados que se extinguió pronto ingresando una parte sustancial de sus miembros en el Movimiento Social Italiano que heredó también buena parte de sus votos. 

 

La “derecha nacional” italiana en la postguerra

A partir de 1945, al concluir la Segunda Guerra Mundial. Italia había quedado rota entre monárquicos y republicanos. La distribución geográfica de estas fuerzas era significativa: los monárquicos dominaban en el sur atrasado y agrícola y los republicanos en el Norte industrial. Cuando tuvo lugar el referéndum constitucional de junio de 1946 los resultados mostraron la polarización política que viviría Italia en los siguientes 45 años: 54,3% para los partidarios de la República y 45,7% para los monárquicos. Apenas 2.000.000 de votos separaban ambas opciones que perfilaban al centro-izquierda y al centro-derecha respectivamente.

Los neo-fascistas que entonces se estaban intentando organizar en la clandestinidad votaron masivamente por la República, lo que contribuía a complicar la situación. En efecto, a partir del asesinato de Mussolini, los núcleos fascistas habían seguido operando en la clandestinidad sin encontrar grandes problemas por parte de los ocupantes anglo-americanos que eran conscientes de que los partidarios y vengadores del Duce podían ser en el futuro un valladar en la lucha contra el comunismo. Sin embargo, en las zonas controladas por la resistencia habitualmente dependiente del Partido Comunista Italiano y de la extrema-izquierda, la represión antifascista fue feroz y despiadada (1).

Por su parte, los Fascios de Acción Revolucionaria, organización armada clandestina compuesta por jóvenes neo-fascistas que habían servido en las filas de la República Social Italiana, multiplicaba golpes de mano y atentados. Cientos de emisoras de radio fueron tomadas por comandos neofascistas que radiaron himnos y proclamas y, por otra parte, ejecutaron a resistentes significados en la represión antifascista (2). En 1947, los FAR se disolvieron y una parte de su dirección (Giorgio Pini, Augusto de Marsanich –tío de Alberto Morabia-, Pino Romualdi (exvicesecretario del Partido Fascista Republicano), Arturo Michelini y Giorgio Almirante, constituyeron el Movimento Sociale Italiano.

A pesar de los resultados del referéndum sobre la forma de gobierno que hacían prever que un buen porcentaje de votos en las elecciones generales iría a parar al Bloque Nacional de la Libertad (el partido monárquico), éste apenas obtuvo el 2,8% y 636.330 votos. La monarquía era “popular”, pero no cristalizaba en ningún partido concreto. En aquel momento existían monárquicos en la Unión Democrática Italiana de carácter liberal, en el Partito Democratico Italiano de Rolando Lucifero que terminaría también fusionándose con los liberales, en el Partido Monárquico de Alianza Democrática de Covelli, fuerte en el sur y de carácter monárquico-tradicionalista y, finalmente, en el Partido Nacional del Trabajo de Benedettini. Pero no sería sino hasta que en 1947, Covelli consiguiera aproximarse a escindidos del partido del Uomo Qualunque (a partir de ahora UQ) formando la llamada Unión Monárquica, cuando existió un partido legitimista digno de tal nombre.

La potencia del PCI en la época hizo que estas fuerzas, esencialmente moderadas, terminaran orbitando en torno a la Democracia Cristiana. Esto tuvo como consecuencia una progresiva pérdida de perfil político de los monárquicos y de los liberales nacionales y una contención del MSI que en esos momentos acabada de oficializar su fundación.

En las elecciones del 18 de abril de 1948 la Democracia Cristiana se impuso con 12 millones de fotos, seguido por los comunistas con 8 millones, mientras que los monárquicos apenas obtenían 729.987 y el MSI 525.408, resultados muy por debajo de los esperados por los partidos “nacionalistas” y anticomunistas.

Los monárquicos, a partir de entonces adoptaron el nombre y la fisonomía que les acompañaría durante los siguientes 25 años hasta su fusión final con el MSI. Covelli impuso el nombre de Partido Nacional Monárquico y el Comandante Lauro, armador napolitano, aseguró la financiación del nuevo partido. Pero sus resultados apenas mejoraron en 1952 (800.476 votos, apenas el 3,6%). Sin embargo en 1953 consiguió sorprendentemente 1.856.661 votos y 40 diputados lo que suponía un 6,85% de los votos y su techo histórico. Estos resultados variaron la orientación del PNM que se partió en dos fracciones, una de la cual, el Partido Monárquico Popular terminó apoyando a la DC, mientras que lo que quedó del originario PNM se aproximaba al MSI y firmaba un pacto de ayuda mutua el 26 de agosto de 1955 que terminaría con la fusión definitiva de ambas formaciones 18 años después y con la desaparición de los monárquicos como fuerza política autónoma (hoy se encuentran en buena medida en el partido Movimento Sociale “Fiamma”).

La situación de Italia en la postguerra era muy particular a causa de la pujanza del PCI. Italia,como se sabe,  había “caído” en la Conferencia de Yalta en el área de influencia norteamericana y, por tanto, eso excluía de partida la subida al poder de los comunistas. En las eleccionesde 1946 y 1948, los norteamericanos favorecieron a todas las opciones anticomunistas de derecha, especialmente, por supuesto, a la DC, pero también al MSI y a partir de aquí se entiende que en las décadas siguientes, la dirección de este partido, salvo en algunos momentos –el corto período en el que Pino Rauti estuvo al frente de la organización- la dirección de este partido adoptara reiteradamente actitudes pronorteamericanas, mientras que sectores de la base permanecían fieles al espíritu resistencialista de los primeros FAR de la postguerra.

Es en este contexto de la derecha italiana de postguerra en el que nació el partido de Uomo Qualunque.

UQ: los años gloriosos

Antes que partido fue un semanario, L'Uomo Qualunque (el hombre cualquiera). En el primer editorial del semanario, se decía: "Este diario no es ningún órgano de partido. Las verdaderas fuerzas políticas italianas aún no han sido reveladas, ya que no se han revelado tampoco las fuerzas mucho más importantes y decisivas políticamente en Europa. No hay partidos, sino programas en torno a los cuales personas voluntariosas están dispuestas a formar equipos de trabajo. Estos programas son todos fascinantes, y proceden de ideas nobles... La libertad, la prosperidad y la justicia para todos son generosamente prometidas y, en teoría, el único problema es elegir a los más virtuosos entre los muchos partidos que se presentan a las elecciones. Pero en la práctica asistimos al innoble espectáculo de un arribismo impúdico testigo de un espectáculo de vergüenza social, con la escalada del enjambre de las ambiciones de los gusanos, en una lucha feroz para captar los puestos de mando desde los que defender su propia conveniencia y su propio negocio. Esta lucha en la que el hombre común [el uomo qualunque] no participa, tiene lugar entre los políticos profesionales que viven de la política y que no pueden dejar la política… El fascismo que nos ha oprimido durante veintidós años era una minoría. Lo hemos combatido con la resistencia pasiva (…). Los anti-fascistas se han convertido en los políticos profesionales adversarios y enemigos de aquellos otros "políticos profesionales" que eran los fascistas ..."

El autor de estas líneas era Guglielmo Giannini, periodista y autor de novelas policiales, locutor de Radio Tobrick durante la guerra, lanzó a principios de 1945 –cuando todavía proseguía la guerra mundial en el norte de Italia– un semanario titulado L’Uomo Qualunque que sería el núcleo del partido del mismo nombre. Su lema era significativo: “Este es el diario del pobre diablo, harto y cansado de todo, cuyo único y ardiente deseo es que nadie le fastidie más”. Estaba claro cuál iba a ser la naturaleza y la orientación del semanario…

Este planteamiento que responsabilizaba al fascismo y al antifascismo de las calamidades de la población tuvo un éxito extraordinario en la Italia de los últimos meses de la guerra y de los primeros años de la postguerra en la medida en que daba una explicación unilateral y sencilla a los problemas de la población: todos ellos eran víctimas –se sugería– de los políticos profesionales; no se distinguía entre “fascistas” y “anti-fascistas”, todos eran, en definitiva, lo mismo, todos intentaban realizar “carrierismo” (forjarse una carrera política al sol que más calentaba e incluso intercambiable: los fascistas de ayer eran los más fanáticos fascistas de hoy…) y “clientelismo” (intentar sumar partidarios suficientes como para que su propia causa salga triunfadora en las distintas competiciones electorales y para ello los “politicastros” debían ofrecer beneficios, prebendas y garantizar corruptelas). Sorprendentemente vemos que en 70 años de ejercicio de la democracia, nada ha cambiado… y que ese mismo discurso encontraría hoy el mismo eco (quizás más) que en su tiempo.

Guglielgo Giannini, el inspirador de la revista, había nacido en Pozzuoli, un arrabal de Nápoles, en 1891. Desde muy joven escribió en revistas satíricas y también compuso novelas policíacas; posteriormente escribiría también algunas comedias. En 1914 participó en la guerra ítalo-turca y en la Primera Guerra Mundial, instalándose en Roma tras el conflicto y trabajando como comediógrafo, tarea que prosiguió durante el Ventennio fascista, sin preocuparte de realizar actividad política. Se sabe, eso sí, que se manifestó desde el principio en contra de la participación de Italia en la Segunda Guerra Mundial. Fatalmente, su hijo, Mario morirá en acto de servicio en 1942 (1). El episodio le inspiró una tragedia que estrenó en 1945 y tuvo importancia indudable en la orientación posterior del semanario l’UQ. En efecto, atribuyó la muerte de su hijo al “mito del jefe providencial que oprime a la masa anónima y la envía a morir para satisfacer sus ambiciones”. En la obra también ataca la intromisión del Estado en la vida privada de los ciudadanos (2). El primer número de L’Uomo Qualunque salió el 27 de diciembre de 1944 vendido a un precio de 5 liras, con formato tabloide. Estaba impreso en papel amarillento o gris de muy mala calidad. Su logotipo era una U mayúscula dentro de la cual podía verse una prensa presionada por dos manos desconocidas que aplastaba a una figura humana. Una inscripción mostraba la elocuente consigna: “Abajo todos”. El semanario empezó tirando 25.000 ejemplares y en mayo de 1945 alcanzó los 850.000. El estilo era satírico, humorístico en ocasiones y siempre corrosivo. Habitualmente se trataba de un humorismo facilón y no muy elaborado pero suficientemente hábil como para que los descontentos por su situación en la postguerra italiana se sintieran irresistiblemente atraídos.La publicación había sido inicialmente financiada por el banquero Scalera que poco después sería arrestado como sospechoso de “reconstrucción del partido fascista”. La línea que había adoptado Giannini era lo que posteriormente se conocería en Francia como “poujadismo” (revuelta de las clases medias y especialmente de los pequeños comerciantes) y que en Italia crearía escuela y pasaría a llamarse “qualunquismo”.

A finales de 1944, Giannini había lanzado el primer número del semanario que llevaba el nombre del futuro partido: L’Uomo Qualunque (el hombre cualquier o el hombre común). Desde aquel primer número la tónica del diario, mientras existió, fue un ataque a los “políticos profesionales” y, en concreto, en aquel momento al Comité de Liberación Nacional que, en aquel momento, monopolizaba el poder. El lenguaje utilizado por el diario era, deliberadamente tosco, violento, anti-partido. En aquellos momentos en los que el fascismo solamente resistía en el norte de Italia, el mensaje anti-partido de Giannini caló profundamente. Incluso los antifascistas que creyeron que con la caída de Mussolini se solucionaban los problemas, se vieron obligados a reconocer lo que, proféticamente había establecido Amadeo Bordigha cuando fue excluido del Partido Comunista que había dirigido: “Lo peor del fascismo… será el antifascismo”.

A lo largo de los meses siguientes, el semanario de Giannini fue ganando lectores y adhesiones. El semanario pronto pasó de los 25.000 ejemplares iniciales a los 850 que llegó a tirar un año después. Nunca se declaró fascista, pero siempre mantuvo una posición contraria la Comité de Liberación Nacional (formado por los partidos de izquierda, mas el partido liberal y el republicano y la Democracia Cristiana). La revista mostraba el símbolo que luego heredaría el partido formado en torno suyo: una gran U en el interior de la cual una vieja prensa de bolas, aplastaba a los “políticos profesionales”.

Los lectores procedían de las clases medias, pero también de antiguos outsiders, que, desde siempre habían ostentado posiciones “contra todo”. Apoyado por sus lectores, por los grupos organizados que surgían por toda Italia y por el grupo de redactores, Giannini lanzó el 7 de noviembre de 1945 el manifiesto-programa del Front Qualunquista o Fronte dell’Uomo Qualunque (FUQ). Al parecer, inicialmente, Giannini no tenía intención de fundar un partido propio, sino que era más favorable a integrarse en el Partido Liberal Italiano, pero Benedetto Croce impidió su ingreso en la formación. Cuando estos contactos fracasaron, fue cuando Giannini aceleró la fundación del nuevo partido que se constituyó el 18 de febrero de 1946. El Partido Comunista saludó a la nueva formación tachándole de “intento de reconstrucción del viejo partido fascista”, añadiendo en el comunicado que “sus líderes [...] son ​​tristes especuladores de las desgracias de Italia, malabaristas inquietos que intentan revivir el fascismo disfrazándolo de un payaso”.

El programa del partido y sus objetivos se reducían a los cinco temas que con más frecuencia se tocaban desde las columnas del semanario: 1) La bajada de impuesto que impedían la reconstrucción postbélica del país, 2) la lucha contra las maniobras del Partido Comunista, presentado como agencia títere de Moscú, 3) la oposición a la Cofindustria, la patronal, que volvía a las prácticas pre-fascistas de explotación de los trabajadores, 4) La necesidad de una nueva economía que superase las deficiencias del sistema capitalista y, finalmente, 5) Un llamamiento para que el Estado asumiera sus responsabilidades y volviera a estar presente en la vida del país, en lugar de las organizaciones de “resistentes” que monopolizaban la representación popular.

Electoralmente el Frente del UQ se estrenó en las elecciones generales de 1946 obteniendo un 5’3% de los votos y 30 escaños en la Asamblea Constituyente. En aquel momento, la Democracia Cristiana resultó el partido más votado con 207 escaños, pero quedo a 71 escaños de la mayoría absoluta. En segundo lugar, los socialistas quedaron como fuerza hegemónica de la izquierda con 115 escaños, seguidos por los comunistas con 104 y que, sumados, daban un total de 219 escaños, también lejos de la mayoría. En esas circunstancias, todo iba a depender de la actitud de los pequeños partidos: los liberales obtuvieron 41 y el Uomo Qualunque 30 que, junto a los 23 de los Republicanos, daban la mayoría a los democristianos. Giannini fue excluido de la comisión constitucional y solamente luego se le llamó para que ofreciera su apoyo exterior. Nada de todo esto, ni estas elecciones, ni el referéndum que selló la forma constitucional como republicana, ni las elecciones municipales que siguieron, dieron estabilidad al gobierno italiano. El democristiano De Gasperi, presidió en poco tiempo cuatro gobiernos de coalición en el que, en un momento u otro, estuvieron presentes todos los partidos, salvo el presidido por Giannini.

En las elecciones administrativas del mismo año, el FUQ se presentó sobre todo en los distritos del Centro y Sur de Italia (exactamente los mismos que luego serían “feudos” del Movimiento Social Italiano). En esas regiones lo hizo en solitario, mientras que, en el Norte, donde su seguimiento era menor, se vio obligado a pactar con los Liberales y en Venecia con los monárquicos. En Roma alcanzó el 20’69% de los votos, perfilándose como el segundo partido en número de votos, tras la Democracia Cristiana. Así mismos los resultados en el Sur oscilaron entre el 15 y el 20%. Pero fue en Sicilia donde consiguió convertirse en el primer partido, llegando en algunos distritos a obtener hasta el 60% y una media del 30% en la isla. Poco después, el partido cambiaría el nombre por el de ”Frente Liberal Democrático del Hombre Común” (Fronte Liberale Democratico dell’Uomo Qualunque). Al convocarse el referéndum sobre la monarquía, Giannini, republicano de convicciones, no tuvo inconveniente en que su partido apoyase a la causa monárquica (que resultó derrotada). Con ello buscaba atraer a los diputados del partido monárquico, el Bloque Nacional de la Libertad.

En esos momentos, entre 1946 y 1947, el partido de Giannini se encontraba en la cima, pero en 1948 empezaron a producirse escisiones en cadena (primero los Liberal-Qualunquistas y luego la llamada Uniones Nazionale). Todo había ido bien mientras el partido vomitaba invectivas a derechas e izquierdas, pero una cosa era “estar en contra de…”, algo que solamente podía hacerse desde las columnas de una revista, y otra cosa muy diferente era estar de acuerdo en a qué partidos apoyar y a quienes seguir atacando. Cuando Giannini se manifestó a favor de apoyar a la Democracia Cristiana, los problemas empezaron a estallarle en cadena. Entre ellos se encontraban Patrissi y Ramperti, dos de los más conocidos agitadores qualunquistas. La escisión de los “liberal-qualunquistas se concentró allí donde el partido era más fuerte: en Sicilia, mientras que el grupo parlamentario se partió literalmente en dos, constituyendo 14 de los 30 diputados la Unión Nacional, que consiguió agrupar a todos los parlamentarios situados a la derecha del Partido Liberal. Menos de un año después, esta formación se desintegró liberalmente. Fue la señal de que el partido y sus escisionistas, estaban tocados de muerte.

El desencanto: la disolución del UQ

Alberto Sordi fue uno de los actores más emblemáticos de la postguerra y que quizás encarnó mejor el carácter italiano en su trilogía Una vida difícil, La Gran Guerra y Todos a casa. Cuando aún no era conocido suficientemente –a pesar de haber filmado varias películas en la pre-guerra– Sordi se afilió al Fronte dell’Uomo Qualunque. Es significativo que su estrella ascendente coincidiera en el período 1947-48, cuando el qualunquismo estaba ya muy debilitado y él filmó en ese momento Il vento mi ha cantato una canzone de Camillo Mastrocinque, donde interpreta el papel del amigo de un cantante en busca de fama nacional en un programa de la ficticia "Radio Sibilla"… La fama del qualunquismo fue breve y cuando declinó otros tomaron el relevo. En buena medida, el electorado ascendente en la década de los 50 del Movimiento Social Italiano tuvo su origen en el hueco dejado por el partido de Giannini.

El qualunquismo sucumbió, más que a su propia debilidad ideológica, a los ataques conjuntos de sus enemigos, especialmente de aquellos a los que más podía dañar: el PCI, la Cofindustria y la DC. De entre todos los ataques el de los “católicos” de la DC dirigidos por Alcide De Gasperi fue sin duda el más duro. De Gasperi definió a Giannini simplemente como “filofastista”. El que luego sería su sempiterno aliado, la patronal italiana, Confindustria, también se declaró hostil al UQ cuando éste denunció los acuerdos que la patronal había tomado con los sindicatos.

El 21 de agosto de 1947 se produjo una nueva escisión en el partido creándose el Movimiento Nacionalista por la Democracia Social, dirigido por Patrissi y al que se incorporaron otros diputados hasta ese momento elegidos en las listas del UQ: Marina de Falto, Freda, Puoti. En el mes siguiente, cuando tuvo lugar el concreto del partido, se produjeron violentas discusiones, pero Giannini consiguió detener la sangría e incluso reconciliarse con algunos de los escisionistas que ya habían llamado a la puerta del MSI. El 25 de septiembre, al término del Congreso, la dirección revalida a Giannini como presidente del partido. Lo realmente sorprendente es que el líder estalinista Palmiro Togliati fue invitado al congreso generando una viva discusión entre las bases: si había un político “profesional” en Italia ese era precisamente Togliati.

Esta presencia alarmó a los industriales del norte que estaban financiando el periódico del partido, el Buonsenso, y que a partir de ese año consideraron que la DC era un aliado mucho más fiable y eficaz en el que se podían excluir algunos giros inesperados de los que Giannini era, en cambio, pródigo. Este hecho demostró la precariedad de la posición del UQ. En los meses siguientes dimitió el secretario general, Turi, el grupo romano se independizó y otros diputados entraron en contacto con los monárquicos para tratar de ingresar en su partido.

Después de su aproximación frustrada a la DC, lo intentó hacia el recién constituido MSI, cuando este partido estaba dirigido por antiguos exponentes de la República Social Italiana y no admitían ninguna componenda con quienes titubearan a la hora de exaltar a la figura de Mussolini y a la política de socialización de Saló. El intento de Giannini, por supuesto, se saldó con otro fracaso, así que volvió a intentarlo aproximándose al líder estalinista Palmiro Togliati a quien solamente unos meses antes había definido cariñosamente como “gusano, ladrón y falsario”… La aproximación al PCI registró una oposición generalizada por parte de las bases que no entendieron ni la forma autoritaria y contraria al criterio de los organismos de dirección con el que Giannini realizaba constantemente giros contradictorios. Éste se vio obligado a dar marcha atrás y, labró finalmente un precario pacto con el PLI en 1948.

En 11 de enero de 1948 se produjo una nueva escisión (la tercera). Tieri, uno de los miembros del grupo parlamentario constituirá el grupo “la Destra”. Otro diputado, Carinzo pasa al Partido Liberal y Russo-Perez, al MSI. Coppa, también diputado, pasará a ser lugarteniente del líder monárquico Covelli. En un clima de “baile de poltronas”, el UQ afrontó las elecciones de ese año incluyéndose en el seno del Bloque Nacional formado por el PLI, el UQ y la Unión Nacional para la Reconstrucción. Los resultados desastrosos merman los diputados y senadores que tenían antes las tres partes. A partir de ese momento, se puso de manifiesto que el UQ había perdido votos en dirección a la DC, pero sobre todo hacia el MSI.

El 18 de abril de 1948, el Partido Liberal Italiano, a la vista de su debilidad endémica, aceptó formal coalición con el UQ en lo que se llamó Blocco Nazionale, con una orientación de centroderecha. Pero, lejos de sumar los votos obtenidos en las anteriores elecciones, debieron de conformarse con 19 diputados y 10 senadores, la mitad de lo esperado. El resultado del 3’8% fue pobre y, para colmo, poco después, los propios liberales denunciaron el pacto y se retiraron formando grupo parlamentario propio.

Aquello era el fin. Pocos meses después, el UQ se disolvía oficialmente yendo a parar la mayor parte de su dirección al Partido Nazionale Monarchico y al PLI y la mayoría de la militancia de base ingresando en el recién nacido MSI. En las elecciones locales de 1952, las listas del UQ apenas pudieron retener 326.675 votos, una sombra de lo que había sido el movimiento sólo seis años antes. Para colmo, el mismo semanario cuya tirada había ido cayendo en picado desde 1948, cesó de aparecer en este período. A mediados de los años 50, el qualunquismo ya no existía y se había limitado a ceder su nombre al vocabulario político italiano.

Conclusiones: la revuelta de la frustración

Desde entonces, desaparecido el Fronte dell’Uomo Qualunque, lo único que quedó fue el concepto de “qualunquismo”, considerado como la actitud negativa y desconfiada del ciudadano medio hacia las instituciones democráticas y la clase política, su hostilidad hacia la insensibilidad de los partidos y su desinterés hacia los problemas reales de la población… actitud que hoy, lejos de haberse extinguido, se ha convertido en general.

 

Es cierto que un partido excesivamente simplista, nacido a partir de una revista de humor de “sal gruesa”, solamente había podido arraigar en las miserias de la postguerra y en un país en donde la clase política había mostrado una desfachatez absoluta adhiriéndose a quien hiciera falta (al fascismo, a la monarquía, a los americanos, a la DC, al PCI…) con tal de hacer “carrierismo” (crearse un lugar bajo el sol de la política que asegurase la defensa de sus intereses personales).

Las posiciones del qualunquismo y lo que dio unidad y cohesión al movimiento durante un corto ciclo de tres años fue, especialmente, su actitud crítica y negativa hacia lo existente. Pero, en el momento en el que Giannini pretendió “hacer política”, es decir, buscar una salida estratégica para su movimiento, éste se deshizo como un azucarillo en apenas un año y medio. De él quedó sólo el recuerdo y el término que define un estado de ánimo.

Lo sorprendente es que 60 años después de la desaparición del Fronte dell’Uomo Qualunque ese estado de ánimo está hoy más presente que nunca tanto en Italia como en toda Europa. Son muy pocos los que creen en la salud y en la bonhomía del sistema de partidos y los únicos que creen en él, a fin de cuentas, son precisamente los que se benefician del mismo: los politicastros a los que Giannini y los suyos atacaron de manera inmisericorde durante tres años de frenética actividad política.

Los restos del partido, con el propio Giannini se integraron en la DC en 1958 cuando este partido obtuvo un 42’3% de los votos. Giannini no fue elegido diputado. Para colmo, poco después de estas elecciones, Amintore Fanfani (presidente de la DC y exfascista) impulsó el primer gobierno de “centro izquierda” con el Partido Social Demócrata Italiano y Giannini opuesto a esta fórmula abandonó la DC y confluyó primero con el MSI y luego con el Partido Nacional Monárquico. Giannini falleció en 1960. Hacía tiempo que la aventura del Uomo Qualunque había terminado.

El qualunquismo fue una forma de “incorrección política” que no ahorraba ataques a los partidos mayoritarios y que no valoraba ni siquiera la forma en cómo esos ataques se expresaban. Frecuentemente, en los escritos de Giannini y del resto de redactores del semanario se percibe cierta brutalidad y tosquedad, propia de quien jamás se ha interesado por la política y, en un momento dado de su vida, decide dar el salto y lanzarse al ruedo. Naturalmente, la política es algo previsible y al éxito inicial del movimiento debía seguir una etapa de inflexión caracterizada por la voluntad de imitar el accionar político de otras fuerzas y, sobre todo de situarse en el mapa político italiano en una posición correcta.

Y aquí residió el error de Giannini que entrañó la quiebra de su movimiento: era muy fácil –bastaba a fin de cuentas con un poco de valor personal y decisión- atacar a todo y a todos, pero era mucho más difícil definir las distancias y la proximidad a cada fuerza política. Y esto era lo que ni Giannini ni sus compañeros tenían claro. Cuando intentaron aproximarse a unos o a otros, se rompió la unidad de un movimiento que siempre había actuado a la contra y que nunca hasta ese momento se había comprometido con nadie. Podemos decir, en síntesis, que a la falta de prejuicios ideológicos que acompañó al qualunquismo, no siguió una maduración doctrinal capaz de realizar una crítica sistematizada a la realidad política de la época: Giannini se reclamaba del “liberalismo”… del mismo liberalismo que, como doctrina económica, era culpable de los excesos del capitalismo y que históricamente fue el germen de la partidocracia.

En el movimiento había pues una contradicción de base: nadie puede oponerse al liberalismo, estar en contra de un sistema que se define, precisamente, como liberal, y aspirar a tener credibilidad durante mucho tiempo. Si lo mejor del qualunquismo fuera falta de prejuicios ideológicos y el desconocer cualquier regla y todo sometimiento a lo políticamente correcto, su peor defecto fue esa incapacidad para ir más allá de la demagogia, el populismo y el humor de sal gruesa.

Así mismo, la estructura política del Fronte dell’UOQ fue extremadamente débil y descentralizada. Los grupos locales surgieron espontáneamente en toda Italia y, a diferencia de los partidos que dirigirían el país en los siguientes 50 años, el qualunquismo rechazo cualquier jerarquización interior y no se preocupó apenas de la orientación de los grupos que iban surgiendo. Eso explica el porqué había “qualunquistas liberales”, “qualunquistas monárquicos”, “qualunquistas fascistas”, etc: todo dependía de quién inspirara cada grupo. Fuera del rechazo a la partidocracia y del grito de protesta de un pueblo pauperizado, el resto era excesivamente difuso y demasiado sutil como para que estos grupos locales pudieran asumirlo. En resultado fue una situación de increíble confusión interior que, unido a los giros copernicanos impresos por Giannini, entrañó la serie de rupturas interiores que debilitaron al movimiento y terminaron condenándolo a la extinción.

A fin de cuentas, también aquí lo que se encontraba era una contradicción entre los principios liberales (que defendía Giannini honestamente) y la práctica política liberal que era justamente la negación de esos principios… pues, a la postre, cualquier forma de actividad política implica cierta regulación interior, la creación de una jerarquía, el principio de exclusión para los que defienden otras propuestas y los votos de calidad. El propio Giannini, al intentar “hacer política” en la segunda etapa del movimiento, se comportó como un verdadero autócrata, considerando al movimiento como patrimonio personal y, por tanto, utilizándolo para sus proyectos, sin contar para nada ni con la base, ni siquiera con su propio grupo parlamentario, ni con los organismos de dirección. Los 10.000 “políticos profesionales” que Giannini denunció desde las páginas del UQ, terminaron siendo 10.001… (3)

NOTAS

1) Giannini definió así a su hijo, Mario: "una maravillosa criatura de amor… que cesó de vivir a la edad de veintiún años, once meses, veintisiete días, en plena salud y belleza, el 24 de abril de 1942. Una versión oficial dice que cayó en el cumplimiento del deber hacia la patria, pero en realidad fue asesinado junto a millones de otros seres humanos inocentes por los locos criminales que desencadenaron la guerra”. Es evidente que la muerte de su hijo le afectó profundamente y que en este trauma personal arranca su desconfianza hacia la clase política.

(2) Sobre las depuraciones de fascistas promovidas por el gobierno provisional del Comité de Liberación Nacional, presidido por Ivanoe Bonomi, Circa le depurazioni, che facevano, Giannini escribía: “… el fascismo ha ofendido y herido a toda la masa de los italianos, no solamente a los antifascistas y a los exiliados. Son 45 millones de seres humanos que tienen derecho a hacer justicia, no una parte más o menos numerosa de los 10.000 politicastros ansiosos de rehacerse de las desilusiones sufridas y de las ocasiones frustradas”. Y, más adelante, proseguía. “… desde hace casi medio siglo se vive en nuestro País una vida de infierno a causa del celo de oficio entre políticos de profesión. Disturbios, atentados, huelgas, manifestaciones, inflación industrial, alto costo de vida, intervencionismo, crisis de la posguerra, especulación sobre la crisis, exilio, fascismo, aventinismo, dictadura, guerras para consolidar la dictadura, para deshacerse de la catástrofe, son, para todos los italianos, consecuencias de la disputa, estragos entre los 10.000 chismosos. Por fin estamos en ruinas: ¿qué más quieren de nosotros, los autores de todos nuestros males? Sufrimos otros experimentos, que resultan más locos por nuestras carnes sus teorías... ".

(3) Existen pocos estudios sobre el Fronte dell’Uomo Qualunque, incluso en Italia. El partido ha sido objeto de más estudios en los países anglosajones en donde ha interesado particularmente la actitud de este partido en relación a los aliados durante los años de ocupación de Italia. Entre las obras en lengua italiana recomendamos: Il Fronte dell'uomo qualunque e la Lega lombarda: movimenti antipartito e crisi di legittimazione nel sistema politico italiano, Antonio Costabile, A. Siciliano, 1991. Sobre las relaciones entre liberalismo y qualunquismo puede consultarse: Il Partito Liberale en l’Italia repubblicana, a cura de Giovanni Orsina, Rubertino Editoria, Soveria Mannelli, 2004. Y para una visión general: L'uomo qualunque: 1944-1948, Biblioteca Universale Laterza, Sandro Serra, Editor GLF Editori Laterza, 2005.